sábado, 5 de abril de 2025

arquitectura legal internacional está ahora mismo en coma"

"La arquitectura legal internacional está ahora mismo en coma" Spitnik Mundo. La visita del primer ministro israelí a Hungría y el posterior anuncio de Budapest sobre su abandono del Estatuto de Roma dan cuenta del tambaleante estado del orden legal internacional. Sin embargo, la Unión Europea y EEUU también son artífices del debilitamiento del orden internacional creado después de la II Guerra Mundial. Esta semana, Hungría anunció que se retira de la Corte Penal Internacional (CPI), alegando que el tribunal de la ONU se ha convertido en un foro de persecución política. La decisión de Budapest siguió a una visita oficial del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sobre quien pesa una orden de arresto de la CPI por presuntos crímenes de guerra y de lesa humanidad en la Franja de Gaza. "La CPI se ha convertido en un tribunal político, como lo demuestra la cacería de brujas contra el primer ministro Benjamín Netanyahu. No apoyaremos una corte que apunta contra democracias como Israel con fines políticos. Hungría defiende el estado de derecho. Hungría apoya a Israel", dijo el primer ministro Viktor Orbán. Netanyahu —que no viajaba a ningún país europeo desde 2023— elogió la decisión "audaz" de Budapest y declaró que es "fundamental plantar cara a esta organización corrupta". Además, el premier israelí dijo estar seguro de que Israel y Hungría enfrentan una batalla similar por el futuro de la civilización judeocristiana. En cambio, el órgano rector de La Haya manifestó su preocupación por la decisión del gobierno húngaro, al considerar que la retirada de un Estado parte del Estatuto de Roma —instrumento fundacional de la CPI— "dificulta nuestra búsqueda compartida de justicia y debilita nuestra firme lucha contra la impunidad". Además, recordó que la CPI "simboliza el compromiso mundial con la rendición de cuentas", por lo que "el apoyo de la comunidad internacional es imprescindible" para garantizar la misión del tribunal. Pese a todo, Netanyahu fue recibido en Budapest con una ceremonia oficial, con alfombra roja y al ritmo de una banda militar que musicalizó la escena, después de lo cual se espera una visita oficial del premier al Museo del Holocausto y reuniones de alto nivel. ONG presentará acciones legales en la CPI contra Netanyahu ante su visita a Hungría . Para el periodista y analista político internacional, Daniel Lobato, lo anterior es "un mensaje de desafío a la arquitectura legal internacional". Sin embargo, en entrevista con Sputnik, Lobato observó que esta visita marca el segundo viaje de Netanyahu al extranjero desde que fueron expedidas las órdenes de arresto en su contra, por parte de la CPI, en noviembre del año pasado. "Ya hizo un primer test, [el primer ministro israelí Benjamín] Netanyahu, cuando viajó a Estados Unidos hace aproximadamente un mes, sobrevolando espacio aéreo europeo, en concreto de Francia, Italia, varios países europeos, que no hicieron nada ni arrestaron a Netanyahu", dijo el analista. "En esta ocasión, ha ocurrido lo mismo. Para llegar a Hungría, Netanyahu ha sobrevolado el espacio aéreo de Grecia y Grecia también es un país firmante del Estatuto de Roma y no ha hecho nada por bajar del avión a Netanyahu", continuó. Israel puede violar el derecho internacional porque "los instrumentos jurídicos no funcionan" En ese sentido, ahonda Lobato, hay varias aristas que es importante observar. Por un lado, los funcionarios de la Unión Europea se deshacen en declaraciones y condenas enérgicas de la decisión del premier de Hungría. Por ejemplo, el canciller de Países Bajos, Caspar Veldkamp, aseveró en X (antes Twitter) que la Corte Penal Internacional es un elemento importante del orden jurídico internacional, por lo que, en nombre del Gobierno al que representa, lamentó que Budapest haya anunciado su retirada del tribunal. "Mientras Hungría sea Estado parte, estará sujeta a sus obligaciones en virtud del Estatuto de Roma", sostuvo Veldkamp. Por su parte, la ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, señaló desde Bruselas que "en Europa, nadie está por encima de la ley", razón por la cual sostuvo que el jueves fue "un mal día para el derecho internacional". Sin embargo, el primer ministro en funciones, Olaf Scholz, aseguró en Berlín, frente al rey Abdalá II de Jordania, que "no puedo imaginarme que haya un arresto en Alemania". "Es un poco esa hipocresía que nos encontramos con declaraciones supuestamente respetuosas de la legalidad internacional pero, a la vez, hace una semana, la máxima representante diplomática de la Unión Europea, la actual canciller de la Unión Europea, Kaja Kallas, fue a Israel, a besar los pies de Netanyahu, a recordar la buena relación basada en valores comunes y de socios que son la Unión Europea e Israel", apuntó Daniel Lobato. "Europa no tiene la autoridad para dar lecciones de moral a nadie" De esa manera, dijo el experto, "si nos quitamos todo el ruido de las declaraciones, veremos que, en realidad, lo único que hace Viktor Orbán de Hungría es expresar claramente lo que los otros también están haciendo". "Toda la Unión Europea está apoyando el genocidio [que Israel perpetra en Palestina]. Estados Unidos, por supuesto, que ha entregado [el equivalente a] seis bombas atómicas de Hiroshima a Israel, en bombas convencionales", asegura Lobato. Por otro lado, el analista internacional señala que, desde mediados de marzo, Estados Unidos se ha dedicado a bombardear a Yemen, debido a que ese país de Oriente Medio reanudó los bombardeos contra buques en el mar Rojo, en solidaridad con Palestina. De acuerdo con fuentes consultadas por The New York Times, en sólo tres semanas, el Pentágono ha utilizado municiones por valor de 200 millones de dólares en su ofensiva contra el movimiento político-militar Ansarolá (hutíes). "Bastaría simplemente que Estados Unidos obligase a Israel a cumplir con el alto al fuego que el propio Israel ha roto con la autorización de Estados Unidos. Por tanto, quienes aplican la legalidad internacional o quienes intentan aplicarla son castigados por Europa y Estados Unidos", razona Lobato. Y añade que, dentro de la representación teatral de las naciones occidentales, observamos al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, "que abiertamente no le importa bajarse de la Corte Penal Internacional". "Pero otros que, de facto, también han abandonado esa Corte Penal, porque cuando ha sobrevolado Netanyahu su espacio aéreo, no han movido ni un dedo o le siguen entregando armas a Israel para que prosiga el genocidio y no toman niguna acción real contra Israel, ni de bloqueo ni de sanciones, ni mucho menos, como Yemen, punitivas, de castigo, que tendría que estar ocurriendo, contra el régimen israelí", asegura el analista. Cuestionado sobre las capacidades de la CPI para luchar contra la impunidad internacional, Lobato recordó que, si bien La Haya nació para cubrir las lagunas que la Corte Internacional de Justicia no podía cubrir, en realidad ha sido utilizada para juzgar únicamente a personajes del sur global. "Hay que recordar que a la Corte Penal Internacional, de hecho, ya le costó más de un año lanzar órdenes definitivas de búsqueda y captura contra Netanyahu y Yoav Galant, su anterior ministro de la guerra", dijo Lobato. Por lo anterior, sostiene el analista, lo que se observa es que "la arquitectura legal internacional está ahora mismo en coma y el coma es un estado que precede casi a la muerte". "Por lo tanto, salvo que haya algunas acciones decisivas que reviertan lo que está ocurriendo y lo que vemos ante nuestros ojos, toda la ONU y el orden internacional creado a partir de la Segunda Guerra Mundial, se derrumban para, espero, construir otro orden en el futuro", sentenció Daniel Lobato.

Guerra, «doblepensamiento» y lucha por la supervivencia: geopolítica del genocidio de Gaza

Recomiendo: Guerra, «doblepensamiento» y lucha por la supervivencia: geopolítica del genocidio de Gaza Por Ramzy Baroud | 05/04/2025 | Palestina y Oriente Próximo Fuentes: Rebelión Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo La coalición del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y las potencias mundiales que le respaldan continúan sacrificando vidas palestinas en busca de un rédito político, en una guerra genocida que se ha convertido en una lucha por la supervivencia política. La siniestra trayectoria del ministro de seguridad nacional israelí Itamar Ben-Gvir personifica esta trágica realidad. Ben-Gvir se incorporó al Gobierno de coalición de Netanyahu tras las elecciones de 2022. Permaneció en la coalición desde el 7 de octubre y durante el genocidio con la condición de que dimitiría si se produjera cualquier tregua en Gaza. Mientras continuara la matanza de palestinos y la destrucción de sus ciudades Ben-Gvir seguiría a bordo, aunque ni él ni Netanyahu tuvieran ningún plan real para el “día siguiente”, aparte de llevar a cabo algunas de las masacres más atroces contra la población civil de la historia reciente. El 19 de enero Ben-Gvir abandonó el Gobierno inmediatamente después del acuerdo de alto el fuego, que muchos vaticinaban que no duraría. La falta de confianza en Netanyahu, junto con el desplome de su Gobierno si la guerra terminaba por completo, hacían inviable el alto el fuego. Ben-Gvir regresó al Gobierno cuando se reanudó el genocidio el 18 de marzo. “¡Hemos vuelto con toda nuestra fuerza y poder!”, escribió en un tuit el día de su regreso. Israel carece de un plan definido porque no puede derrotar a los palestinos. Aunque su ejército haya infligido un sufrimiento al pueblo palestino como no ha hecho ninguna otra fuerza armada contra una población civil en la historia moderna, la guerra perdura porque los palestinos se niegan a rendirse. Pero los estrategas militares israelíes saben que ya no es posible la victoria. El exministro de defensa Moshe Ya’alon incorporó su voz al creciente coro al afirmar durante una entrevista el 15 de marzo: “La venganza no es un plan de guerra”. Estados Unidos, que respaldó la violación del alto el fuego por parte de Israel reiniciando las masacres, también es consciente de que la guerra es prácticamente una lucha política diseñada para mantener a figuras como Ben-Gvir y el extremista ministro de finanzas Bezaben Smotrich en la coalición de Netanyahu. Aunque “la guerra sea la continuación de la política por otros medios”, como dijo el general prusiano Carl von Clausewitz, en el caso de Israel la “política” tras la guerra no es la de Israel como Estado sino la de la propia supervivencia de Netanyahu como estadista. Continúa sacrificandoniños palestinos para mantenerse en el poder, mientras sus ministros extremistas lo hacen para ampliar el respaldo de su electorado religioso, de extrema derecha y ultranacionalista. Esta lógica -que la guerra de Israel contra Gaza refleja la política interior, la guerra ideológica y las luchas de clases internas – se hace extensiva también a otros actores políticos. La administración Trump apoya a Israel como pago por el apoyo financiero que recibió de los partidarios de Netanyahu en Estados Unidos durante las últimas elecciones. Por otro lado, Gran Bretaña se mantiene firme en su compromiso con Tel Aviv a pesar de los cambios políticos en Westminster, con lo que sigue alineándose con los intereses estadounidense-israelíes mientras desoye los deseos de su propia población. Al tiempo, se supone que Alemania se deja llevar por la culpa de sus crímenes pasados, mientras otros gobiernos occidentales defienden los derechos humanos de boquilla y a la vez actúan de formas que contradicen su pretendida política exterior. Esto se ajusta al mundo distópico de “1984” de George Orwell, donde se libra una guerra perpetua basada en suposiciones cínicas y falsas, donde “la guerra es la paz… la libertad es la esclavitud… y la ignorancia es la fuerza”. De hecho estos elementos se reflejan en la realidad actual, igualmente distópica. Sin embargo, Israel sustituye la “paz” por la “seguridad”, Estados Unidos está motivado por el dominio y la “estabilidad”, y Europa sigue hablando de “democracia”. Otra diferencia fundamental es que los palestinos no pertenecen a ninguno de estos “superestados”. Se les trata como a meros peones y sus muertes e injusticias se utilizan para crear la ilusión de un “conflicto” y justificar la prolongación de la guerra. Los principales medios de comunicación informan ampliamente de las muertes de palestinos, que ya superan las 50.000, pero rara vez mencionan que no se trata de una guerra en el sentido tradicional, sino de un genocidio llevado a cabo, financiado y defendido por Israel y las potencias occidentales por motivos políticos internos. Los palestinos siguen resistiendo porque es su única opción ante la destrucción y el exterminio absolutos. No obstante, la guerra de Netanyahu tampoco es sostenible en el sentido orwelliano. Porque para que fuera sostenible necesitaría unos recursos económicos infinitos que Israel, a pesar de la generosidad de EE.UU., no posee. También necesitaría un suministro interminable de soldados, pero los informes indican que más de la mitad de los reservistas israelíes no están incorporándose al ejército. Además, Netanyahu no solo busca perpetuar la guerra, sino que su deseo es ampliarla. Ello podría alterar las dinámicas regionales e internacionales de un modo que ni los dirigentes israelíes ni sus aliados llegan a concebir por completo. Es con este pensamiento con el que los líderes árabes se reunieron en El Cairo para proponer una alternativa al plan de Netanyahu y Trump para limpiar étnicamente a los palestinos de Gaza. Pero todavía deben tomar decisiones significativas para que Israel responda por sus crímenes si continúa desafiando las leyes humanitarias y el derecho internacional, como ha seguido haciendo desde la cumbre árabe. El mundo árabe debe ir más allá de las meras declaraciones si no quiere que Oriente Próximo deba soportar más guerras solo con el fin de prolongar un poco más el poder de la coalición de extremistas. En cuanto a Occidente, la crisis se basa en sus contradicciones morales. La situación en Gaza encarna el concepto de “doblepensamiento” de Orwell: la capacidad de tener dos creencias contradictorias simultáneamente y aceptar ambas. Las potencias occidentales afirman apoyar los derechos humanos y al mismo tiempo respaldan el genocidio. Hasta que no se resuelva este dilema, Oriente Próximo seguirá padeciendo sufrimientos durante años. Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros. El último es «These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons» (Clarity Press, Atlanta). El Dr. Baroud es investigador titular no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Mundiales (CIGA) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net Fuente: https://www.counterpunch.org/2025/03/31/war-doublethink-and-the-struggle-for-survival-geopolitics-of-the-gaza-genocide/ El presente artículo puede reproducirse libremente a condición de que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.

jueves, 3 de abril de 2025

Las grandes mentiras de la guerra de Ucrania

Las grandes mentiras de la guerra de Ucrania Por Thomas I. Palley | 03/04/2025 | Economía Fuentes: CTXT Europa es la gran perdedora del conflicto, pero ahora parece empeñada en perjudicarse aún más profundizando en la marcha de la locura En el libro La marcha de la locura: la sinrazón desde Troya hasta Vietnam, la historiadora Barbara Tuchman aborda la desconcertante cuestión de por qué a veces los países promueven políticas radicalmente opuestas a sus intereses. Esta pregunta vuelve a cobrar relevancia ahora que Europa ha decidido empeorar aún más la marcha de la locura sobre Ucrania. Continuar con esta marcha tendrá graves consecuencias para Europa, pero abandonarla plantea un desafío político colosal que obliga a explicar cómo la Unión Europa ha resultado perjudicada por su política ucraniana; cómo es evidente que, si redobla esa apuesta, va a verse aún más perjudicada; cómo se ha vendido políticamente esa marcha de la locura; y, por último, por qué el poder político porfía en esa idea. Los costes político-económicos de la locura A pesar de no haber intervenido directamente en el conflicto ucraniano, Europa –y, sobre todo, Alemania– se ha convertido en uno de los grandes perdedores de la guerra debido a las sanciones económicas, que han tenido un efecto bumerán en la economía europea. La energía barata procedente de Rusia ha sido reemplazada por energía cara procedente de Estados Unidos. Esto ha tenido un impacto negativo sobre el nivel de vida de la sociedad y la competitividad del sector manufacturero; asimismo, ha influido en el aumento de la inflación en el territorio europeo. A lo anterior se suma la pérdida de un mercado importante como es el ruso, en el que Europa vendía productos manufacturados y obtenía inversiones y oportunidades de crecimiento. Además, Europa se ha quedado sin el fastuoso gasto de las élites rusas: la combinación de estos factores ayuda a esclarecer el estancamiento de la economía europea. Por si fuera poco, su futuro económico está gravemente comprometido por la marcha de la locura, que amenaza con hacer permanentes esos efectos. Europa se ha quedado sin el fastuoso gasto de las élites rusas La llegada masiva de refugiados ucranianos también ha tenido consecuencias adversas: ha aumentado la competencia a la baja de los salarios; ha agravado la escasez de viviendas, lo que ha subido el precio de los alquileres; el sistema escolar y los servicios sociales se han sobrecargado, y el gasto público se ha incrementado. Aunque estas consecuencias han repercutido sobre el conjunto del territorio europeo, Alemania se ha llevado la peor parte. Esto, sumado a los efectos económicos adversos, ha contribuido a enturbiar el clima político, lo que ayuda a explicar el ascenso de la política protofascista, sobre todo –de nuevo–, en Alemania. La gran mentira y cómo se vende la locura La “gran mentira” es una idea que Adolf Hitler formuló en Mein Kampf (Mi lucha). Viene a decir que, si una mentira descarada asociada a un prejuicio popular se repite muchas veces, terminará por aceptarse como verdad. Joseph Goebbels, propagandista nazi, logró perfeccionar la teoría de la gran mentira en la práctica. Es innegable que muchas sociedades la han usado en cierta medida, y el poder político europeo ha recurrido a ella con total libertad para vender ahora la marcha de la locura. La primera gran mentira es el resurgimiento de la narrativa sobre los acuerdos de apaciguamiento de Múnich de 1938, que afirma que Rusia invadirá Europa central si no es derrotada en Ucrania. Esa mentira también se alimenta con los restos de la teoría del dominó de la Guerra Fría, según la cual la conquista de un país desencadenaría una oleada de colapsos en otros países. La narrativa de apaciguamiento motiva, asimismo, comparaciones sumamente desacertadas entre el presidente Putin y Hitler, avivadoras de una segunda gran mentira: el moralismo maniqueo que presenta a Europa como la encarnación del bien y a Rusia como la encarnación del mal. Este marco impide reconocer la responsabilidad de Occidente en la gestación del conflicto, por medio de la expansión de la OTAN hacia el este, y la propagación del sentimiento antirruso en Ucrania y otras repúblicas exsoviéticas. La tercera gran mentira atañe a la capacidad militar de Rusia: se argumenta que su poderío militar representa una amenaza existencial para Europa central y oriental, y esto aporta credibilidad a la acusación del expansionismo ruso. Ninguna ecuación matemática podría desmentirlo; sin embargo, los antecedentes en el campo de batalla indican lo contrario, al igual que el análisis de su base económica, relativamente exigua en comparación a la de los países de la OTAN, sin olvidar el envejecimiento demográfico que padece. El “apaciguamiento de Múnich”, el “expansionismo ruso”, “Rusia como encarnación del mal” y la “amenaza militar rusa” son imágenes ficticias que se utilizan para deslegitimar a este país y, a la vez, justificar y encubrir las agresiones occidentales. Nunca existieron pruebas de que Rusia tuviese la intención de controlar Europa occidental, ni durante la Guerra Fría ni hoy en día. Al contrario, la intervención de Rusia en Ucrania fue motivada principalmente por el miedo –en términos de seguridad nacional– que desató la expansión de la OTAN por parte de Occidente, de la que Rusia se ha quejado repetidamente desde la desintegración de la Unión Soviética. La gran mentira emponzoña la posibilidad de paz, porque no se puede negociar con un adversario que encarna el mal y constituye una amenaza existencial. Con todo, y a pesar de su naturaleza engañosa, las mentiras ganan terreno entre la opinión pública; por un lado, porque se conectan con una dilatada historia de sentimiento antirruso, que incluye la Guerra Fría y el miedo a los rojos de los años veinte; por otro, porque apelan a la soberbia pretensión de superioridad moral, uno de los emblemas de la marcha de la locura. Cortina de humo: el establishment europeo intensifica la marcha de la locura La gran mentira ayuda a explicar cómo el poder político europeo ha vendido la marcha de la locura, pero invita a preguntarnos por qué. La respuesta es tan simple como compleja. La parte simple del análisis advierte que el establishment político europeo ha fracasado en la política interior y se asoma al abismo: adoptar la locura con mayor ahínco es un intento de salvación. El establishment político europeo ha fracasado en la política interior y se asoma al abismo Ejemplo de ello es Francia, con un presidente, Macron, bastante impopular y menguante legitimidad democrática. La estrategia de guerra exterior actúa como cortina de humo redirigiendo la atención de los fracasos en la política interna hacia un enemigo externo. Así, Macron apela al nacionalismo militarista y se posiciona como defensor de La France. En la misma línea, Keir Starmer, primer ministro británico, ha redoblado la apuesta por la estrategia política de la triangulación, de modo que los laboristas siguen los pasos del partido conservador. Starmer y su partido han llevado la estrategia tan al extremo que de laboristas ya solo les queda el nombre, e incluso han superado a los conservadores con su postura belicista en Ucrania. Ahora bien, estas decisiones lo han hundido políticamente. En un escenario en el que lo único que ofrece son medidas conservadoras, los votantes de derecha eligen la marca original y los de centroizquierda se abstienen cada vez más. Como respuesta, Starmer ha optado por ampliar la intervención de Reino Unido en Ucrania y ha participado en sesiones fotográficas acordadas con fines militares en un intento de evocar las figuras de Winston Churchill y Margaret Thatcher. Pero es que, si observamos el panorama general, comprobaremos que los socialdemócratas europeos tienden a una postura aún más militarista que los conservadores. En parte, esto se debe al fenómeno de mimetización derivado de la triangulación, que fuerza a estos grupos a tratar de superar a sus rivales constantemente. De igual manera, se debe al infame abandono de la oposición al nacionalismo militarista que ha definido a la izquierda desde los horrores de la I Guerra Mundial. En otras palabras: muchos socialdemócratas se han convertido ahora en amigos de la locura. La animadversión de Europa contra Rusia y las largas raíces de la locura La parte compleja de por qué Europa ha adoptado el paradigma de la locura se arraiga en las largas y enmarañadas raíces de esta, que se remontan a muchos años atrás. Esa historia ha sembrado la animadversión institucionalizada contra Rusia que ahora impulsa la marcha de la locura europea. Hace setenta años que Europa carece de un enfoque independiente en materia de política exterior. En su lugar, se somete al liderazgo de Estados Unidos y designa a personas afines a los intereses estadounidenses para ocupar los cargos de defensa y política exterior que ostentan el poder. Este sometimiento se propaga a las élites de la sociedad civil –laboratorios de ideas, universidades prestigiosas y grandes medios de comunicación– y al complejo industrial-militar y el empresariado, que han secundado este posicionamiento con la esperanza de abastecer al ejército de Estados Unidos y conseguir acceso a los mercados estadounidenses. Todo esto ha desembocado en el secuestro del pensamiento político europeo en materia de política exterior y la conversión de Europa en un actor subordinado a la política exterior estadounidense, una situación que sigue vigente. Dada la falta de autonomía en política exterior, Europa se ha mostrado dispuesta a apoyar la expansión hacia el este de la OTAN comandada por Washington en la era posterior a la Guerra Fría. El objetivo de Estados Unidos era crear un nuevo orden mundial en el que se consolidaría como potencia hegemónica sin que ningún país pudiese disputar su dominación, como había hecho la Unión Soviética. El proceso comprendía tres pasos, siguiendo el plan maestro articulado por Zbigniew Brzezinski, exconsejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Primero, expandir la OTAN hacia el este para incorporar países del antiguo Pacto de Varsovia; segundo, expandir la OTAN hacia el este para incorporar repúblicas exsoviéticas; tercero, concluir el proceso con la división de Rusia en tres estados. El sometimiento de Europa al liderazgo estadounidense también permite explicar la urgencia paralela de la Unión Europea por expandirse hacia el este. Habría sido muy sencillo acceder a las ventajas económicas del mercado por medio de acuerdos de libre comercio, que, además, habrían posibilitado el aprovechamiento de la mano de obra barata procedente de Europa central y oriental por parte de las empresas europeas. Lejos de eso, se optó por la ampliación –a pesar de resultar sumamente costosa en términos económicos y de que Europa del Este carecía de una tradición política democrática común–, porque así se afianzaba a los Estados miembro en la órbita occidental y se acorralaba a Rusia; esto es, la expansión hacia el este de la UE complementaba la expansión hacia el este de la OTAN. Por último, también existen factores idiosincráticos propios de cada país que sirven para explicar la adopción de la locura por parte de Europa. Uno de los casos que ilustran la histórica animadversión contra Rusia es el de Reino Unido, cuya antipatía se origina en el siglo XIX, cuando veía la expansión rusa en Asia central como una amenaza a su dominio en India. A esto se sumó el miedo a que Rusia ganase influencia ante el declive del Imperio Otomano, lo que propició la Guerra de Crimea. Hoy en día, la animadversión británica contra Rusia se asienta en la Revolución bolchevique de 1917 y el establecimiento del gobierno comunista, la ejecución del zar y su círculo familiar, y el incumplimiento de pago por parte de la Unión Soviética de los préstamos que Reino Unido había concedido en el marco de la I Guerra Mundial. En 1945, menos de seis meses después de la firma del Acuerdo de Yalta con la Unión Soviética, Winston Churchill propuso la Operación Impensable, un plan que incluía el rearme de Alemania y la continuación de la Segunda Guerra Mundial contra Rusia. Afortunadamente, el presidente Truman lo rechazó. Tras la Segunda Guerra Mundial, el servicio secreto británico apoyó un levantamiento en la Ucrania soviética comandado por el ucraniano Stepan Bandera, fascista y colaborador nazi. Este trazado histórico clarifica el alcance de la animadversión de la clase gobernante británica contra Rusia, un sentimiento que perdura en la concepción de la política y la seguridad nacional del presente. La expansión hacia el este de la UE complementaba la expansión hacia el este de la OTAN Todo lo que se sembró en este largo e intrincado recorrido histórico se está cosechando ahora con el conflicto ucraniano. Dada su condición de actor subordinado, Europa se posicionó de inmediato con la respuesta estadounidense, a pesar de los costes en términos económicos y sociales y de que el conflicto apelaba a la hegemonía estadounidense, no a la seguridad europea. Peor aún: debido a la expansión previa de la OTAN y la UE, estas instituciones han anexado Estados –a saber, Polonia y los países bálticos, entre otros– con una profunda y activa aversión hacia Rusia, lo que los convierte en firmes partidarios de la marcha de la locura. Como miembro de la OTAN, incluso antes de la intervención militar rusa en Ucrania, Polonia acogió con agrado el despliegue de instalaciones para misiles que podrían suponer una amenaza directa a la seguridad nacional de Rusia. En el mismo orden de ideas, y con anterioridad a la intervención en Ucrania, los países bálticos habían insistido en el despliegue de más fuerzas de la OTAN en su territorio. En cuanto a la UE, ha elegido mandatarios rusófobos deliberadamente, como Ursula von der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea. El último nombramiento en ese sentido ha sido el de la estonia Kaja Kallas, nacionalista extremista designada como alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Kallas ha pedido abiertamente la disolución de Rusia y, durante su mandato como primera ministra de Estonia, promovió con vehemencia políticas contra la población de etnia rusa. Más papista que el papa: los amargos frutos político-económicos de la locura Paradójicamente, es Estados Unidos, bajo el gobierno de Trump, el que ha roto con la estrategia de seguridad nacional estadounidense del aparato bipartidista que abogaba por cercar a Rusia y escalar la tensión cada vez más. Esta ruptura abre una oportunidad para que Europa se libre de la trampa en la que ha caído por su falta de visión política. No obstante, se muestra más papista que el papa; leal al Estado profundo estadounidense que vela por la seguridad nacional. Tanto el presidente Macron como el primer ministro Starmer hablan del envío unilateral de efectivos militares franceses y británicos a Ucrania. No hay duda de que eso escalaría drásticamente el conflicto, además de evocar la estupidez de los eventos que condujeron a Europa a la I Guerra Mundial. El Gobierno laborista de Starmer también habla de una “coalición de los dispuestos”, ignorando que esa expresión hace referencia a la invasión ilegal de Estados Unidos en Irak. Mientras tanto, la Unión Europea, con la aprobación del establishment político europeo, impulsa un mastodóntico plan de gasto militar de 800.000 millones de euros, financiado a través de bonos. La facilidad con la que se diseñó un plan con un presupuesto de este calibre dice mucho sobre el carácter de la UE. El dinero para el keynesianismo militar se dispone con prontitud; el dinero para las necesidades de la sociedad civil nunca está disponible por razones de responsabilidad fiscal. Reino Unido, Alemania y Dinamarca, entre otros países, también han presentado propuestas para incrementar su propio gasto militar. Esta deriva augura la consolidación de una economía impulsada por la guerra El giro hacia el keynesianismo militar generará un impacto macroeconómico positivo, ya que está respaldado por el complejo industrial-militar europeo, uno de los grandes beneficiarios. Eso sí: fabrican cañones, no mantequilla. Peor todavía, esta deriva augura la consolidación de una economía impulsada por la guerra, sin espacio para la política fiscal; es decir, sin espacio para la inversión pública en ciencia y tecnología, educación, vivienda o infraestructura, áreas que realmente aportan bienestar. Por otro lado, el giro hacia el keynesianismo militar traerá consecuencias políticas negativas, ya que reforzará la posición y el poder políticos del complejo industrial-militar y de los partidarios del militarismo. La celebración del militarismo, por otra parte, va calando paulatinamente en la percepción del electorado, de forma que promueve el desarrollo de movimientos políticos reaccionarios más amplios. En definitiva, los frutos político-económicos de la marcha de la locura se anuncian amargos y tóxicos. La única manera de evitarlos es que los liberales y los socialdemócratas europeos recuperen el sentido común, pero me temo que el panorama es desolador. Thomas Palley es economista. Miembro de Economics for Democratic and Open Societies. Texto traducido por Cristina Marey Castro. Fuente: https://ctxt.es/es/20250301/Politica/48880/Thomas-Palley-grandes-mentiras-guerra-Ucrania-belicismo-OTAN-Union-Europea-Rusia.htm

miércoles, 2 de abril de 2025

Las lecciones de democracía a Rusia "volvieron como un búmeran" con la condena de Le Pen

Sputnik Las lecciones de democracía a Rusia "volvieron como un búmeran" con la condena de Le Pen La dirigente del movimiento político francés Agrupación Nacional, Marine Le Pen, comentó la reacción del Kremlin a su sentencia, señalando que esa era una respuesta a las constantes "lecciones de democracia" de Occidente, que Rusia "devolvió como un búmeran". También anunció sus planes de apelar contra el veredicto. "Póngase en el lugar del Kremlin, al que le están dando lecciones sobre democracia por la mañana, por la tarde y por la noche. Ahora han dicho: 'Vamos a devolverles esta lección como un búmeran'. Para el Kremlin esto es, evidentemente, una forma de poner a [el presidente francés Emmanuel] Macron en una situación difícil", declaró en una entrevista al periódico Parisien. Después de que el tribunal anunciara la sentencia contra Le Pen, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, mencionó que cada vez más capitales europeas siguen el camino de burlar las normas democráticas, y ni siquiera desprecian la posibilidad de ir más allá de la democracia durante el proceso político. Además, Le Pen anunció que recurrirá al Consejo Constitucional francés para apelar contra el veredicto de prohibición inmediata de ser elegida para un cargo público. "Vamos a recurrir al Consejo Constitucional, planteando la 'cuestión prioritaria de constitucionalidad', que pretende decidir sobre la incompatibilidad de la sentencia de destitución del derecho a voto con ejecución inmediata y la libertad de los electores consagrada en la Constitución", compartió a Parisien. El primer ministro británico, Keir Starmer, a la derecha, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en la cumbre de líderes europeos para debatir sobre Ucrania, en Lancaster House, L "Dolor fantasma de un imperio perdido": Starmer y Macron podrían desencadenar un conflicto mundial. También, mencionó que desea apelar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y expresó la esperanza de que todas estas iniciativas "permitan celebrar las elecciones presidenciales en condiciones apropiadas". La política subrayó que las elecciones presidenciales de 2027, si se le sigue dando la oportunidad de presentarse, serán las últimas si no llega a ser presidenta. "Creo que nunca hay que decir nunca en política. Pero sí, creo que serán las últimas [elecciones]. A menos que me elijan", respondió a Parisien cuando le preguntaron si tenía intención de competir por la presidencia después de 2027. El Tribunal de París condenó el 31 de marzo a Le Pen, así como a varios diputados del partido derechista Agrupación Nacional, de malversar fondos del Parlamento Europeo para beneficio de su agrupación política. Según el tribunal, el perjuicio causado al Europarlamento se estima en 2,9 millones de euros (3,1 millones de dólares). Le Pen, al igual que otros diputados declarados culpables, fue inhabilitada por el tribunal para presentarse a cargos públicos y se enfrenta a una condena de cinco años con ejecución inmediata, lo que podría privarla de la posibilidad de presentarse a las elecciones presidenciales de 2027.

martes, 1 de abril de 2025

hipocresía de Estados Unidos sobre las armas nucleares de Israel debe terminar

Recomiendo: La hipocresía de Estados Unidos sobre las armas nucleares de Israel debe terminar Por Victor Gilinsky, Leonard Weiss | 31/03/2025 | Mentiras y medios Fuentes: Bulletin of the Atomic Scientists. Traducido del inglés por Marwan Pérez para Rebelión La serie de televisión israelí de tres partes, «El Átomo y Yo», dirigida por el periodista y cineasta Shany Haziza, narra la historia de Benjamin Blumberg, director de Lakam, la agencia de inteligencia científica israelí responsable de las misiones nucleares que condujeron a la bomba atómica israelí. Una extraordinaria serie televisiva israelí de tres episodios «El Átomo y Yo» , explica cómo Israel obtuvo sus armas nucleares. La serie da por sentado lo que cualquiera que preste atención sabe desde hace años, pero va mucho más allá del debate general sobre las armas nucleares de Israel. Muestra la férrea determinación de dicho estado por obtener la bomba atómica a toda costa, incluyendo el robo de explosivos y de componentes nucleares de los Estados Unidos, así como la violación del gran tratado para el control de armas nucleares, del cual Israel es parte, y mintiendo sobre ello. Mientras la administración Trump está discutiendo seriamente la posibilidad de unirse a Israel en los ataques contra Irán para impedir que obtenga armas nucleares, es útil disipar las ilusiones sobre el modus operandi de Israel. Los funcionarios estadounidenses guardan silencio El hilo conductor a lo largo de los tres episodios es una entrevista realizada a Benjamin Blumberg antes de su muerte en 2018. Blumberg es el director de Lakam, la agencia de inteligencia científica israelí responsable de las misiones nucleares que condujeron a la bomba atómica israelí- (algunas de estas misiones fueron tan secretas que se mantuvieron ocultas al Mosad; el Mosad es la agencia israelí que se encarga del espionaje en el extranjero). Blumberg se encontraba delicado de salud y accedió a hablar con la condición de que la entrevista no se emitiera hasta después de su muerte. La conversación se mezcla con material de archivo y entrevistas recientes. La importancia de la serie no reside en mostrar lo desconocido —aunque hay detalles al respecto—, sino en las confesiones en la televisión pública israelí, con la aprobación de la censura israelí, sobre acontecimientos que han sido negados por los partidarios de Israel en Estados Unidos, incluido el gobierno estadounidense. Varios eventos analizados en la serie de televisión se relacionan directamente con Estados Unidos: (1) el robo del componente radioactivo Uranio-235 de las instalaciones de NUMEC en Pensilvania, lugar al que los líderes del equipo israelí que sacaron a Eichmann de Argentina, aparecieron inexplicablemente en 1968 con identidades falsas; (2) la compra ilícita de cientos de interruptores de alta velocidad (krytrons) para activar armas nucleares, y que Arnon Milchan – espía y traficante de armas israelí, y por entonces productor de Hollywood- sacó de manera clandestina de EEUU en la década de 1980; y, (3) lo más significativo, la prueba nuclear israelí de 1979 en aguas sudafricanas de lo que parece ser la etapa inicial de fisión de un arma termonuclear. La prueba nuclear violó el Tratado de Prohibición Limitada de Ensayos Nucleares de 1963 , del cual Israel es parte. Lo que más destaca de la serie de televisión es el control de Israel sobre la política estadounidense respecto a sus armas nucleares. Desde John Kennedy, ningún presidente estadounidense ha intentado frenar el programa nuclear israelí. Su sucesor, Lyndon Johnson, no cuestionó a los israelíes en cuestiones atómicas (y encubrió el intento de Israel, durante la Guerra de los Seis Días de 1967, de hundir el buque espía estadounidense Liberty ). Tal ha sido la influencia política de Israel en Estados Unidos. Nadie fue acusado jamás por la desaparición de material nuclear de NUMEC. Cuando el tema de la participación de Israel en dicho robo volvió a surgir en 1976, el fiscal general le sugirió al presidente Gerald Ford que acusase a los funcionarios estadounidenses, presumiblemente de la Comisión de Energía Atómica, de no informar de un delito grave. Pero ya era demasiado tarde. Ford perdió las elecciones contra Jimmy Carter, quien dejó el asunto en el olvido. Arnon Milchan nunca fue acusado por el robo de krytrones, aunque posteriormente se jactó de su tráfico de armas y espionaje para Israel. Y Carter —y todos los presidentes estadounidenses posteriores a él— no tomaron ninguna medida coercitiva en respuesta a la prueba nuclear ilegal de 1979. La indulgencia de Estados Unidos con las armas nucleares israelíes no ha escapado a la atención internacional, y su evidente hipocresía ha socavado la política estadounidense de no proliferación. La postura pública del gobierno estadounidense sigue siendo que desconoce completamente las armas nucleares israelíes, y aparentemente continuará así hasta que Israel levante la mordaza estadounidense. Esta política se aplica supuestamente mediante un boletín federal secreto que amenaza con medidas disciplinarias a cualquier funcionario estadounidense que reconozca públicamente la existencia de armas nucleares israelíes. Mientras tanto, Israel se jacta de sus armas nucleares Irónicamente, los israelíes se sienten libres de aludir a sus armas nucleares cuando lo encuentran útil. El mejor ejemplo es el discurso de 2016 del Primer Ministro Benjamin Netanyahu al recibir el Rahav, el último submarino suministrado por Alemania. The Times of Israel, utilizando el estándar «según informes extranjeros», describió al submarino como «capaz de entregar una carga nuclear». En su discurso, Netanyahu dijo: «Por encima de todo, nuestra flota de submarinos actúa como un elemento disuasorio para nuestros enemigos … Necesitan saber que Israel puede atacar, con gran poder, a cualquiera que intente dañarlo». ¿De qué otra manera, aparte de con armas nucleares, puede un submarino ser un elemento disuasorio? Los misiles de crucero de largo alcance de los submarinos no solo podrían alcanzar la capital de Irán, Teherán, la principal preocupación de seguridad de Israel, sino que también podrían alcanzar cualquier capital europea. Esos misiles de crucero submarinos, si es que existen, podrían estar equipados con ojivas termonucleares, que también se transportan en aviones y cohetes terrestres. Las armas termonucleares ligeras permiten flexibilidad en su lanzamiento, pero los diseños de dos etapas son muy sofisticados. Los israelíes, lógicamente, decidieron que debían realizar al menos una prueba de fisión de baja potencia, aunque habían prometido no hacerlo, para asegurarse de que su primera etapa produjera la radiación que iniciaría el combustible termonuclear en la segunda. En el último episodio de la serie de televisión israelí, el periodista Meir Doron, quien ha escrito sobre los secretos de seguridad de Israel, afirma: «Tras la prueba nuclear, por primera vez, los responsables del programa nuclear israelí, Blumberg, Shimon Peres y todo el personal del reactor pudieron dormir tranquilos. Sabían que lo que estaban construyendo funciona». Si bien Israel no firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) de 1970, sí firmó y ratificó el Tratado de Prohibición Limitada de Ensayos Nucleares de 1963, que obliga a las partes a no detonar un dispositivo nuclear en la atmósfera ni en los océanos. Dicha prueba también activa una disposición de no proliferación de la legislación estadounidense, la Enmienda Glenn de 1977 (Sección 102 (B) de la Ley de Control de la Exportación de Armas), que impone severas sanciones a cualquier país (excepto los cinco aprobados en el TNP) que detonara un dispositivo nuclear después de 1977. Al enterarse de dicha explosión, se supone que el presidente debe imponer las sanciones de amplio alcance «de inmediato». Eso, por supuesto, no sucedió. La característica señal de dos jorobas de la explosión nuclear fue detectada por un satélite estadounidense el 22 de septiembre de 1979, y las agencias de inteligencia estadounidenses estaban convencidas de que Israel era el culpable. El presidente Carter no quería arriesgar sus actuales esfuerzos políticos en Oriente Medio culpando a Israel. La Casa Blanca preguntó a un grupo de científicos si el destello de luz detectado podría, de alguna manera, no estar relacionado con una explosión nuclear. Los científicos propusieron algunas ideas que le dieron al presidente una salida pública. Al mismo tiempo, la Casa Blanca mantuvo informes clasificados de la Marina sobre las ondas sonoras oceánicas de la explosión que respaldaban los datos satelitales. Y Carter escribió en su diario: «Tenemos una creciente convicción entre nuestros científicos de que los israelíes efectivamente realizaron una prueba nuclear en el océano cerca del extremo sur de África». Todo esto fue esencialmente un engaño. La Enmienda Glenn permite al presidente retrasar las sanciones por motivos de seguridad nacional o suspenderlas por completo con la ayuda del Congreso. La ley no permite al presidente ignorarla. Pero eso es exactamente lo que todos han hecho. El precio del silencio El silencio del gobierno estadounidense sobre las armas nucleares de Israel ha significado ocularlas en las discusiones sobre el programa nuclear iraní. El debate público es parte esencial del desarrollo de la política estadounidense y, en el caso de Irán, se ve obstaculizado por la incapacidad de realizar una evaluación honesta de la naturaleza y el propósito de las armas nucleares israelíes. La existencia de estas armas pudo ser inicilamente como un elemento disuasorio contra otro Holocausto, pero ahora se ha transformado en un instrumento de un Israel agresivo y expansionista. La incapacidad de mantener un debate público honesto permite que Israel y sus partidarios finjan que se enfrentan a una amenaza existencial por parte de Irán, que está dispuesto a lanzar una bomba nuclear sobre Tel Aviv en cuanto la consiga. Diversos aspectos de la cuestión iraní quedan ocultos por la incapacidad de sopesar todos los elementos políticos necesarios para elaborar una política estadounidense inteligente. El silencio del gobierno estadounidense también ha enseñado a la prensa a evadir el tema. La última vez que un corresponsal de la Casa Blanca preguntó sobre las armas nucleares israelíes, aunque fuera indirectamente, fue en 2009, cuando Helen Thomas le preguntó al presidente Obama si sabía de la existencia de armas nucleares en Oriente Medio. Recibió una fría respuesta: Obama dijo que no iba a especular. Una excepción a la falta general de interés de la prensa en el tema es un informe de 2018 del New Yorker, escrito por Adam Entous, que revela cómo los presidentes estadounidenses han firmado cartas secretas a los israelíes prometiendo no hacer nada para interferir con sus armas nucleares, ni reconocer su existencia. Israel afirma que esta obligación estadounidense se deriva de un «trato» alcanzado por Nixon y Golda Meir en su reunión de 1969, durante los 15 minutos que estuvieron a solas. William Quandt, entonces asesor de Kissinger, afirma en el tercer episodio de la serie: «No existe ningún registro documental del lado estadounidense hasta la fecha. No había nadie más en la sala». Tampoco ha aparecido ningún registro israelí. Sin registro, no puede haber una obligación duradera. Entonces, ¿por qué los presidentes estadounidenses siguen aceptando la versión israelí de «la obligación estadounidense» – que incluye negar cualquier conocimiento sobre las armas nucleares israelíes- incluso cuando ya no es un asunto de interés para Estados Unidos? Adam Entous informa en su informe, que cuando Trump asumió el cargo en 2017, el embajador israelí Ron Dermer (un exestadounidense que cambió su lealtad a Israel) se enfrentó al equipo de Trump. Se dice que actuó como si él fuera el dueño del lugar, y le funcionó. Se salió con la suya. La obstinación del aparato israelí —que considera que lo mejor para Israel prevalece sobre cualquier otra consideración— se capta al final del tercer episodio de la serie. La conversación con Benjamin Blumberg gira en torno a las relaciones más que amistosas de Israel con la Sudáfrica del apartheid, -de donde obtuvo uranio para alimentar el reactor de Dimona y posteriormente permiso para realizar la prueba nuclear de 1979, y a cambio Israel le proporcionó tritio para modernizar las armas nucleares sudafricanas-, se le pregunta: ¿no era Sudáfrica un régimen racista opresivo? «Es cierto», responde Blumberg, «pero ¿qué me importa? Quería lo mejor para Israel«. Es hora de comprender que lo «mejor para Israel» no es necesariamente bueno para Estados Unidos. Nota del editor: Victor Gilinsky fue el comisionado de la Comisión Reguladora Nuclear al momento de los hechos en cuestión. Leonard Weiss fue asesor durante mucho tiempo del senador Glenn y autor de la primera versión de la Enmienda Glenn. Ambos aparecen en la serie de televisión israelí mencionada. Fuente original: https://thebulletin.org/2025/03/the-us-hypocrisy-about-israels-nuclear-weapons-must-stop/?

lunes, 31 de marzo de 2025

Zelenski tendrá que huir del país si Trump pone fin al apoyo militar

- Sputnik Mundo, Exasesor del Pentágono: Zelenski tendrá que huir del país si Trump pone fin al apoyo militar Volodímir Zelenski tendrá que abandonar el país de todos modos cuando termine el conflicto en Ucrania, destacó el coronel retirado de las FFAA estadounidenses y exasesor del Pentágono Douglas Macgregor en una entrevista en el canal de YouTube 'Deep Dive'. En sus palabras, Zelenski se comporta de forma provocadora, confiando en la ayuda militar estadounidense. Sin embargo, si el presidente Donald Trump deja de proporcionar esta ayuda, Zelenski tendrá que huir del país. "Tan pronto como Trump demuestre que quiere poner fin al conflicto, Zelenski y sus amigos empezarán a llenar sus maletas de dinero y a buscar aviones, trenes y coches para abandonar Ucrania", señaló Macgregor, calificando de corrupto al entorno de Zelenski. Agregó que Zelenski solo debe esperar que las mismas personas que le ayudaron a iniciar este conflicto en Ucrania lo acepten. Anteriormente, el mandatario estadounidense, Donald Trump, declaró que Estados Unidos está discutiendo cuestiones de territorios, líneas de demarcación y control sobre las centrales nucleares como parte de los esfuerzos para resolver el conflicto en Ucrania.

domingo, 30 de marzo de 2025

El último capítulo del genocidio

El último capítulo del genocidio
Por Chris Hedges | 29/03/2025 | Palestina y Oriente Próximo Fuentes: Rebelión [Imagen: [Imagen: No es un “conflicto”. Es un genocidio. Palestina libre - Nathaniel St. Clair] Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo Este es el último capítulo del genocidio. Es el último y sangriento empujón para expulsar a los palestinos de Gaza. Sin comida, sin medicinas, sin refugio, sin agua limpia, sin electricidad. Israel está transformando a toda velocidad Gaza en un dantesco crisol de miseria humana, en donde los palestinos son asesinados por cientos y, pronto, de nuevo, por millares y decenas de miles, o serán obligados a partir para nunca volver. El último capítulo marca el final de las mentiras israelíes. La mentira de la solución de los dos Estados. La mentira de que Israel respeta las leyes de la guerra que protegen a los civiles. La mentira de que Israel bombardea las escuelas y los hospitales solo porque Hamás los utiliza como bases de operaciones. La mentira de que Hamás usa civiles como escudos humanos mientras Israel obliga de forma rutinaria a palestinos cautivos a penetrar delante de las tropas israelíes en túneles y edificios que podrían tener bombas trampa. La mentira de que Hamás y la Yihad Islámica Palestina son responsables de la destrucción de hospitales, edificios de Naciones Unidas o masacres de palestinos (provocadas por cohetes palestinos fallidos). La mentira de que el bloqueo de la ayuda humanitaria en Gaza se debe a que Hamás secuestra los camiones o introduce armas en ellos de forma clandestina. La mentira de los bebés palestinos decapitados o la violación en masa de mujeres israelíes. La mentira de que el 75% de las decenas de miles de víctimas asesinadas en Gaza eran “terroristas” de Hamás. La mentira de que Hamás es responsable de la ruptura del alto el fuego porque supuestamente lo aprovechó para rearmarse y reclutar nuevos combatientes. El rostro genocida de Israel ha salido a la luz. Ha ordenado la evacuación del norte de Gaza donde palestinos desesperados acampan en medio de los escombros de lo que fueron sus hogares. Lo que viene a continuación es la hambruna masiva (la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, la UNRWA, declaró el 21 de marzo que solo les quedaba harina para seis días), la muerte por enfermedades causadas por la ingesta de agua y comida contaminada, decenas de muertos y heridos cada día bajo el implacable ataque con bombas, misiles y balas. Nada funcionará: panaderías, plantas de tratamiento de agua y saneamiento, hospitales (Israel dinamitó el dañado hospital turco-palestino el 21 de marzo), escuelas, centros de distribución de ayuda o clínicas. Menos de la mitad de los 53 vehículos de emergencia de la Media Luna Roja Palestina están operativos debido a la escasez de combustible. Pronto no lo estará ninguno. El mensaje de Israel es inequívoco: Gaza será completamente inhabitable. Abandonadla o morid. Desde que la semana pasada Israel rompió la tregua con fuertes bombardeos más de 700 palestinos han sido asesinados, incluyendo 200 niños. 400 de ellos murieron en un periodo de 24 horas. Esto es solo el comienzo. Ni una sola potencia occidental, incluyendo EE.UU., que proporciona las bombas para el genocidio, tiene la intención de detenerlo. Las imágenes procedentes de Gaza durante los casi 16 meses de incesantes ataque fueron horrorosas, pero lo que está por venir será peor. Rivalizará con los crímenes de guerra más atroces del siglo XX, incluyendo la hambruna masiva, la tremenda masacre y la destrucción total del gueto de Varsovia por los nazis en 1943. El 7 de octubre marcó la línea divisoria entre una política israelí que defendía la deshumanización y subyugación del pueblo palestino y una política que reclama su exterminio y expulsión de la Palestina histórica. Lo que estamos presenciando es el equivalente histórico del momento desencadenado por la aniquilación de unos 200 soldados capitaneados por el general Custer en junio de 1876 en la Batalla de Little Bighorn. Tras aquella humillante derrota, los nativos norteamericanos fueron sistemáticamente asesinados y los supervivientes obligados a ir a campos de prisioneros de guerra, más tarde llamados reservas, donde miles murieron de enfermedades, vivieron bajo la mirada despiadada de sus ocupantes armados y cayeron en una vida de miseria y desesperación. Se espera lo mismo para los palestinos de Gaza, abandonados, sospecho, en uno de los agujeros infernales del mundo y olvidados. “Residentes de Gaza, este es vuestro último aviso”, amenazó el ministro israelí de defensa Israel Katz: “El primer Sinwar destruyó Gaza y el segundo la destruirá por completo*. Los ataques de la Fuerza Aérea contra los terroristas de Hamás fueron sólo el primer paso. Ahora será mucho más duro y ustedes sufrirán las consecuencias. Pronto comenzará de nuevo la evacuación de la población de las zonas de combate… Devuelvan a los rehenes y eliminen a Hamás y se les abrirán otras opciones, incluida la de marcharse a otros lugares del mundo para quienes lo deseen. La alternativa es la destrucción absoluta”. El acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás fue diseñado para ejecutarse en tres etapas. La primera, que duraría 42 días, preveía el fin de las hostilidades. Hamás liberaría a 33 rehenes israelíes capturados el 7 de octubre, incluyendo mujeres, mayores de 50 años y enfermos, a cambio de la liberación de más de 2.000 hombres, mujeres y menores prisioneros de Israel (alrededor de 1.900 habían sido liberados a fecha de 18 de marzo). Hamás ha liberado un total de 147 rehenes, ocho de ellos muertos. Israel afirma que todavía retiene a 59 israelíes, 35 de ellos ya fallecidos, según Israel. El ejército israelí abandonaría las áreas pobladas de Gaza el primer día de la tregua. El séptimo día los palestinos desplazados tendrían permiso para regresar al norte de la Franja. Israel permitiría la entrada diaria de 600 camiones de ayuda humanitaria. En la segunda etapa, que tendría que negociarse el décimo sexto día de la tregua, se liberarían el resto de los rehenes. Israel completaría su retirada de Gaza manteniendo la presencia en ciertos lugares del corredor Filadelfia, que se extiende a lo largo de la frontera de doce kilómetros entre Gaza y Egipto. Además traspasaría el control del cruce fronterizo de Rafah a Egipto. En la tercera etapa darían comienzo las negociaciones para el final permanente de la guerra y la reconstrucción. Por lo general, Israel firma acuerdos, incluidos los de Camp David y los de Oslo, divididos en etapas y con una cronología concreta. Consigue lo que quiere en la primera fase (en este caso la liberación de los rehenes) y luego incumple los acuerdos programados para las etapas posteriores. Este patrón nunca ha cambiado. Israel se ha negado a cumplir lo pactado para la segunda fase del acuerdo. Bloqueó la entrada de ayuda humanitaria en Gaza hace dos semanas, violando el acuerdo. Además asesinó al menos a 137 palestinos durante la primera fase de la tregua, entre ellos nueve personas (tres de ellas periodistas) cuando drones israelíes atacaron un equipo de asistencia el 15 de marzo en Beit Lahiya, al norte de Gaza. Los intensos bombardeos de Israel se reanudaron el 18 de marzo mientras la mayoría de los palestinos dormían o preparaban el suhoor, la comida que se toma antes del amanecer durante el mes sagrado del Ramadán. Israel no detendrá ahora sus ataques, aunque se libere a los rehenes restantes, la supuesta razón para reanudar los bombardeos y el asedio de Gaza. La Casa Blanca de Trump alienta la matanza. Arremete contra quienes critican el genocidio tildándolos de “antisemitas” que deben ser silenciados, criminalizados o deportados, mientras canaliza miles de millones de dólares en armas hacia Israel. El ataque genocida de Israel contra Gaza es el desenlace inevitable de su proyecto colonial de establecimiento de colonos y Estado de apartheid. La apropiación de toda la Palestina histórica -con Cisjordania pronto, supongo, anexionada por Israel- y el desplazamiento de todos los palestinos ha sido siempre el objetivo sionista. Los mayores excesos de Israel tuvieron lugar durante las guerras de 1948 y 1967, cuando se apoderó de enormes porciones de la Palestina histórica, asesinó a miles de palestinos y limpió étnicamente a cientos de miles. Entre ambas guerras continuó el robo a cámara lenta de tierras, los ataques criminales y una sostenida limpieza étnica en Cisjordania y Jerusalén Este. Ese baile calculado ha terminado. Esto es el fin. Lo que estamos presenciando empequeñece todos los ataques históricos contra los palestinos. El demencial sueño genocida de Israel -la pesadilla palestina- está a punto de cumplirse. Destruirá para siempre el mito de que nosotros, o cualquier nación occidental, respetamos el Estado de derecho o somos los protectores de los derechos humanos, la democracia y las llamadas “virtudes” de la civilización occidental. La barbarie de Israel es la nuestra. Puede que nosotros no lo entendamos, pero el resto del mundo sí. * N. d. T.: Katz se refiere a Yahya Sinwar (líder de Hamás en Gaza muerto en combate el pasado octubre) y a Mohamed Sinwar, hermano del primero que le ha sucedido en la dirección de Hamás desde su muerte. Y aventura, de paso, que es la organización Hamás la responsable de la destrucción de la Franja de Gaza) Fuente: https://www.counterpunch.org/2025/03/26/the-last-chapter-of-the-genocide/ El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.