CRISTIANOS DEL NUEVO SIGLO
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viernes, 31 de octubre de 2025
Psicología del suicidio ¿Qué pensaba Yahya Sinwar cuando ordenó ejecutar la operación del 7 de octubre?
Recomiendo:
Psicología del suicidio
¿Qué pensaba Yahya Sinwar cuando ordenó ejecutar la operación del 7 de octubre?
Por Abdulkhaleq Al-Rawi | 31/10/2025 | Opinión, Palestina y Oriente Próximo
Fuentes: Marx 21/Albaasearalaby [Foto. Imagen icónica de Yahya Sinwar tomada alrededor de 2021]
Traducido para Rebelión por Mina Zapatero
Desde los primeros momentos en los que asistí al 7 de octubre, la operación que ha cambiado el curso de la historia, me preguntaba: ¿Qué le pasó por la cabeza a Yahya Sinwar? ¿Qué pensaba un hombre que abría las puertas del infierno a Gaza y a su gente? ¿Había perdido el control? ¿Se estaba suicidando? O más bien, ¿era Gaza en su totalidad la que se estaba suicidando? ¿Se trataba de una estrategia puramente militar o de algo diferente, más profundo?
Con el tiempo comencé a pensar que lo que Sinwar había hecho no era un suicidio en el sentido emocional, sino más bien un suicidio estratégico y calculado, basado en una conciencia acumulada y en una convicción profunda de que Palestina en su actual situación nunca sería liberada a través de intercambio de rehenes, en las oficinas de las Naciones Unidas o mendigando en foros internacionales. Sabía que continuar gestionando “la crisis” implicaba aceptar la realidad de la ocupación y mantener el statu quo era simplemente prolongar indefinidamente la tragedia.
En aquel momento, Sinwar no era un individuo. Más bien era la encarnación psicológica de una conciencia colectiva que había vivido 17 años de asedio, respirando humillación, comiendo muerte y creciendo con un sentimiento existencial de asfixia. En el campo de la psicología social, Émile Durkheim explica en su famoso libro El suicidio que existe una forma de “suicidio colectivo consciente” que tiene lugar cuando un grupo llega a una sensación inconsciente de que su supervivencia sin dignidad es la verdadera aniquilación. La conciencia colectiva elige sacrificar el cuerpo para preservar el “significado”. Esto es exactamente lo que Sinwar representaba en aquel momento.
Su decisión por lo tanto no refleja una desconexión con la realidad, sino más bien la certeza de que permanecer unido a la realidad se había convertido en enfermedad. La nación de Gaza había llegado a un punto en el que la conciencia colectiva declaraba: no soportamos un día más sean cuales sean las consecuencias. Esto es exactamente lo que Frantz Fanon describe cuando afirma que “cuando un pueblo colonizado mata no sólo se venga de su colonizador sino que también se redime”.
Cuando Sinwar tomó su decisión no fue política. Era el espejo emocional de dos millones de personas bajo asedio que habían vivido años de humillación, destrucción, impotencia, muerte de niños, incendio de granjas y negociaciones degradantes. Este inconsciente colectivo no buscaba ya la esperanza. Más bien buscaba venganza contra la aniquilación, contra el sentimiento de marginalidad, contra su invisibilidad en el mundo. Por lo tanto el 7 de octubre no fue sólo una revuelta armada sino una afirmación de su existencia.
Mientras muchos ven el evento desde el punto de vista de si fue una “decisión racional”, la verdadera respuesta la proporciona el filósofo alemán Walter Benjamin cuando escribe que “cada revuelta revolucionaria no está motivada por aspiraciones de futuro, sino por la desesperación del presente”. El 7 de octubre fue la explosión histórica en la que la desesperación llegó al ápice y se convirtió en espada.
Extrañamente, algunos críticos se preguntan aún: “¿no sabía Sinwar que Israel iba a responder?” Como si no entendieran o no quisieran comprender que Sinwar lo sabía mejor que ellos. Pero que decidió que ese momento servía para hacer una gran revelación no sólo desde el punto de vista militar, sino sobre todo a nivel moral global. Israel es una entidad protegida por una imponente máquina de propaganda que se presenta siempre como la víctima ejemplar. Sinwar la llevo a matar hasta que se le cayera la máscara.
Sinwar eligió enfrentarse a Israel no para vencer militarmente sino para empujarla a su destrucción moral. Es lo que está sucediendo ahora. Israel no ha derrotado a Gaza, está ahogándose en Gaza. Su imagen ha colapsado. Ya no es un “oasis democrático” en el salvaje oriente, se ha convertido en un símbolo de colonialismo, limpieza étnica y genocidio. El motivo no es el número de muertes, sino el hecho de que los hayan matado por rebelarse frente al miedo, al encarcelamiento masivo y a la espera de la muerte.
Es irónico que los pueblos libres del mundo lo hayan comprendido. Han comprendido que lo que estaba sucediendo era una revolución sin discurso y una osadía sin máscaras. Los estudiantes de las universidades occidentales, los pueblos que se manifiestan, los intelectuales en sus artículos: todos han comenzado a despojar a la entidad sionista de su legitimidad moral. Esto no hubiera sucedido sin la explosión del 7 de octubre. “La acción violenta simbólica”, como la llama Pierre Bourdieu, es lo que reorganiza los significados antes de reorganizar la geografía.
Israel ha ganado la batalla de las armas, pero está perdiendo la guerra de la legitimidad y esto es aún más peligroso. El fracaso moral precede siempre al fracaso político. Lo mismo que le sucedió a Estados Unidos en Vietnam, a Francia en Argelia y al régimen del apartheid en Sudáfrica. Todos ganaron militarmente pero perdieron cuando los desenmascararon moralmente. El mérito es de aquellos que eligieron, como dice Jean-Paul Sartre, “decir que no aunque supieran que nada cambiaría mañana”.
¿Entonces Sinwar se ha suicidado? No. Simplemente ha disparado el primer proyectil en el corazón de una mentira que tiene 75 años. Un proyectil que quizás no destruya el cuerpo pero que ha empezado a destruir el alma. ¿Y Gaza se ha suicidado? No. Gaza está más presente que nunca. Se encuentra ahora en la conciencia de la humanidad, es la tierra de los testigos, la tierra de los gritos, la tierra del desafío.
Fuente en árabe: https://albaaselaraby.blogspot.com/
El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se cite a su autor, a su traductora y a Rebelión como fuente de la traducción. Al-Rawi | 31/10/2025 | Opinión, Palestina y Oriente Próximo
Fuentes: Marx 21/Albaasearalaby [Foto. Imagen icónica de Yahya Sinwar tomada alrededor de 2021]
Traducido para Rebelión por Mina Zapatero
Desde los primeros momentos en los que asistí al 7 de octubre, la operación que ha cambiado el curso de la historia, me preguntaba: ¿Qué le pasó por la cabeza a Yahya Sinwar? ¿Qué pensaba un hombre que abría las puertas del infierno a Gaza y a su gente? ¿Había perdido el control? ¿Se estaba suicidando? O más bien, ¿era Gaza en su totalidad la que se estaba suicidando? ¿Se trataba de una estrategia puramente militar o de algo diferente, más profundo?
Con el tiempo comencé a pensar que lo que Sinwar había hecho no era un suicidio en el sentido emocional, sino más bien un suicidio estratégico y calculado, basado en una conciencia acumulada y en una convicción profunda de que Palestina en su actual situación nunca sería liberada a través de intercambio de rehenes, en las oficinas de las Naciones Unidas o mendigando en foros internacionales. Sabía que continuar gestionando “la crisis” implicaba aceptar la realidad de la ocupación y mantener el statu quo era simplemente prolongar indefinidamente la tragedia.
En aquel momento, Sinwar no era un individuo. Más bien era la encarnación psicológica de una conciencia colectiva que había vivido 17 años de asedio, respirando humillación, comiendo muerte y creciendo con un sentimiento existencial de asfixia. En el campo de la psicología social, Émile Durkheim explica en su famoso libro El suicidio que existe una forma de “suicidio colectivo consciente” que tiene lugar cuando un grupo llega a una sensación inconsciente de que su supervivencia sin dignidad es la verdadera aniquilación. La conciencia colectiva elige sacrificar el cuerpo para preservar el “significado”. Esto es exactamente lo que Sinwar representaba en aquel momento.
Su decisión por lo tanto no refleja una desconexión con la realidad, sino más bien la certeza de que permanecer unido a la realidad se había convertido en enfermedad. La nación de Gaza había llegado a un punto en el que la conciencia colectiva declaraba: no soportamos un día más sean cuales sean las consecuencias. Esto es exactamente lo que Frantz Fanon describe cuando afirma que “cuando un pueblo colonizado mata no sólo se venga de su colonizador sino que también se redime”.
Cuando Sinwar tomó su decisión no fue política. Era el espejo emocional de dos millones de personas bajo asedio que habían vivido años de humillación, destrucción, impotencia, muerte de niños, incendio de granjas y negociaciones degradantes. Este inconsciente colectivo no buscaba ya la esperanza. Más bien buscaba venganza contra la aniquilación, contra el sentimiento de marginalidad, contra su invisibilidad en el mundo. Por lo tanto el 7 de octubre no fue sólo una revuelta armada sino una afirmación de su existencia.
Mientras muchos ven el evento desde el punto de vista de si fue una “decisión racional”, la verdadera respuesta la proporciona el filósofo alemán Walter Benjamin cuando escribe que “cada revuelta revolucionaria no está motivada por aspiraciones de futuro, sino por la desesperación del presente”. El 7 de octubre fue la explosión histórica en la que la desesperación llegó al ápice y se convirtió en espada.
Extrañamente, algunos críticos se preguntan aún: “¿no sabía Sinwar que Israel iba a responder?” Como si no entendieran o no quisieran comprender que Sinwar lo sabía mejor que ellos. Pero que decidió que ese momento servía para hacer una gran revelación no sólo desde el punto de vista militar, sino sobre todo a nivel moral global. Israel es una entidad protegida por una imponente máquina de propaganda que se presenta siempre como la víctima ejemplar. Sinwar la llevo a matar hasta que se le cayera la máscara.
Sinwar eligió enfrentarse a Israel no para vencer militarmente sino para empujarla a su destrucción moral. Es lo que está sucediendo ahora. Israel no ha derrotado a Gaza, está ahogándose en Gaza. Su imagen ha colapsado. Ya no es un “oasis democrático” en el salvaje oriente, se ha convertido en un símbolo de colonialismo, limpieza étnica y genocidio. El motivo no es el número de muertes, sino el hecho de que los hayan matado por rebelarse frente al miedo, al encarcelamiento masivo y a la espera de la muerte.
Es irónico que los pueblos libres del mundo lo hayan comprendido. Han comprendido que lo que estaba sucediendo era una revolución sin discurso y una osadía sin máscaras. Los estudiantes de las universidades occidentales, los pueblos que se manifiestan, los intelectuales en sus artículos: todos han comenzado a despojar a la entidad sionista de su legitimidad moral. Esto no hubiera sucedido sin la explosión del 7 de octubre. “La acción violenta simbólica”, como la llama Pierre Bourdieu, es lo que reorganiza los significados antes de reorganizar la geografía.
Israel ha ganado la batalla de las armas, pero está perdiendo la guerra de la legitimidad y esto es aún más peligroso. El fracaso moral precede siempre al fracaso político. Lo mismo que le sucedió a Estados Unidos en Vietnam, a Francia en Argelia y al régimen del apartheid en Sudáfrica. Todos ganaron militarmente pero perdieron cuando los desenmascararon moralmente. El mérito es de aquellos que eligieron, como dice Jean-Paul Sartre, “decir que no aunque supieran que nada cambiaría mañana”.
¿Entonces Sinwar se ha suicidado? No. Simplemente ha disparado el primer proyectil en el corazón de una mentira que tiene 75 años. Un proyectil que quizás no destruya el cuerpo pero que ha empezado a destruir el alma. ¿Y Gaza se ha suicidado? No. Gaza está más presente que nunca. Se encuentra ahora en la conciencia de la humanidad, es la tierra de los testigos, la tierra de los gritos, la tierra del desafío.
Fuente en árabe: https://albaaselaraby.blogspot.com/
El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se cite a su autor, a su traductora y a Rebelión como fuente de la traducción.
jueves, 30 de octubre de 2025
El peronismo, ante la derrota: "Necesitamos un plan de Gobierno que exprese las demandas sociales"
- Sputnik Mundo
Cara o ceca
El peronismo, ante la derrota: "Necesitamos un plan de Gobierno que exprese las demandas sociales"
El duro golpe electoral obliga a la oposición mayoritaria a reconfigurarse. En 'Cara o Ceca' el exgobernador de la provincia del Chaco y senador electo por el Frente Fuerza Patria, Jorge Capitanich, aseguró que el partido necesita "nuevas pretensiones para una nueva representatividad".
"Tuvimos una elección muy competitiva, ganamos 17 de 25 departamentos. Todavía mantenemos un gran poder territorial, en una provincia donde hay paridad de fuerzas. En senadores la diferencia fue ínfima: el oficialismo sacó el 45.84% y nosotros, el 45.35%; son alrededor de 3400 votos", precisó Capitanich.
"En Argentina los factores externos han incidido completamente en la elección. El apoyo de Donald Trump ayudó bastante a la decisión de la gente, sumado a que estaba el 'voto miedo', donde la gente no sabía qué podía pasar con los mercados", continuó.
"Desde nuestro espacio tenemos que ampliar nuestra base de sustentación y legitimación política. También hay que discutir un nuevo plan de Gobierno que exprese las demandas sociales que, efectivamente, no estamos pudiendo interpretar", concluyó.
miércoles, 29 de octubre de 2025
El neocolonialismo de la paz
Recomiendo:
Por Andrea Fumagalli | 29/10/2025 | Palestina y Oriente Próximo
Fuentes: El Salto
La firma del acuerdo de paz entre Israel y Hamás ha suscitado, razonablemente, grandes esperanzas de que se pueda llegar a un «alto el fuego» definitivo. No obstante, tras dicho acuerdo se esconden nuevas formas de colonialismo y depredación/saqueo de la población palestina y los territorios ocupados. La guerra de las armas y los escombros deja así paso a una nueva guerra: la del negocio de la reconstrucción, la especulación y el beneficio para unos pocos.
En estos días se describe la cumbre del 13 de octubre de 2025 en Sharm el-Sheij para la validación a nivel internacional de los acuerdos de paz entre el gobierno israelí y Hamás, con la mediación de Qatar, Egipto y Turquía, como un momento histórico en la evolución de las relaciones entre Israel y los países de Oriente Medio, así como un ejemplo de pacificación global. En nombre del final (unilateral) de las hostilidades contra una población civil inerme, se trata, en realidad, de una de las páginas más hipócritas y menos gloriosas de la historia del colonialismo occidental. Porque de neocolonialismo se trata, y las intervenciones de Netanyahu y Trump en la Knéset — que solo pueden definirse como espeluznantes — han dejado pocas dudas al respecto.
A la cumbre asistieron representantes de los países mediadores de las negociaciones, empezando por Turquía y Qatar. No estaba presente Benjamin Netanyahu ni tampoco ningún representante de Hamás. Europa estaba representada por varios líderes, desde el francés Emmanuel Macron al español Pedro Sánchez, pasando por el primer ministro británico Keir Starmer. En total, unos veinte gobernantes, incluida la presidenta italiana Giorgia Meloni, en busca de un rol internacional, el cual, a pesar de sus falsas proclamas, no es capaz de obtener sino en el contexto de una corte de vasallos. También estaba presente António Costa por la UE —no así la presidenta Ursula von der Leyen, que no había sido invitada— y el secretario general de la ONU António Guterres.
Las agencias de la prensa internacional, tendentes a la información mainstream, coinciden en afirmar que “el objetivo de la cumbre de Egipto es garantizar una legitimación internacional del acuerdo de paz entre Israel y Hamás, para que ninguna de las partes pueda echarse atrás”. El objetivo explícito del encuentro es, tal y como ha subrayado la presidencia egipcia, “poner fin a la guerra, intensificar los esfuerzos por alcanzar la estabilidad en Oriente Medio e inaugurar una nueva era de seguridad y estabilidad”. El acuerdo se vincula a la primera fase del plan de paz propuesto por Estados Unidos.
Lo que sabemos por ahora es que, además del intercambio de rehenes y prisioneros palestinos (que excluye a Marwan Bargouthi, único líder capaz de reunir las fuerzas políticas palestinas de Gaza a Ramallah y por ello considerado por Israel como demasiado peligroso), se producirá la entrada de ayuda humanitaria y el ejército israelí seguirá controlando, en cualquier caso, el 50% del territorio gazatí. La web Jewish Voice for Liberation ha publicado los primeros análisis del Plan Trump, desvelando que Israel mantendrá el control del 58% de Gaza, que no por casualidad incluye los terrenos agrícolas de la Franja, los cuales los colonos están ya dispuestos a ocupar.
Por otro lado, el acuerdo prevé en el futuro próximo la entrega de las armas por parte de los milicianos de Hamás y el resto de fuerzas militares palestinas (objetivo difícilmente realizable), así como el gobierno de Gaza por parte de una administración transitoria temporal: un comité palestino tecnocrático y apolítico, responsable de la gestión cotidiana de los servicios públicos y las administraciones municipales. Dicho comité estará compuesto por palestinos cualificados y expertos internacionales, con la supervisión de un nuevo organismo internacional de transición llamado con un eufemismo Board of Peace (sería más adecuado Board of Ruins), el cual estará presidido por el presidente Donald Trump y otros miembros y jefes de Estado aún por anunciar, entre los que se encuentra el ex primer ministro británico Tony Blair. En los documentos no se hace mención a Cisjordania, ni a ningún tipo de voluntad de poner fin a la violencia de los colonos y la ocupación israelíes, que dura desde hace 77 años.
En realidad, la cumbre de Egipto se parece más a la reunión de un comité de asuntos económicos, habiendo sido invitados únicamente los países que más beneficios podrán obtener del negocio de la reconstrucción de Gaza y la explotación de los yacimientos offshore. Para Estados Unidos, se trata además de celebrar un resultado político que un engallado Trump tiene intención de utilizar para consolidar la hegemonía militar, económica y diplomática de EEUU a nivel global, en una fase en que dicha hegemonía está en cuestión en distintos frentes.
Casi doscientos mil edificios destruidos, redes de distribución de agua y electricidad a recuperar, carreteras a reconstruir: la Franja se convertirá en unas gigantescas obras. En febrero de este año, el Banco Mundial estimó en 53.000 millones de dólares la suma necesaria para reparar la devastación en la Franja y Cisjordania, una cifra equivalente a tres veces el PIB de Palestina. Tras la invasión terrestre del 15 de septiembre de 2025, la misma Banca Mundial actualizó dicha cifra a 80.000 millones de dólares.
Según el Banco Mundial, 30.000 millones de dólares irían destinados a la recuperación de las infraestructuras físicas, mientras que otros 19.000 millones cubrirían las pérdidas económicas y sociales causadas por el conflicto. Solo el sistema sanitario necesitaría de más de 7.000 millones, en un territorio donde el 94% de los hospitales ha sido destruido. Las bombas no han dejado ningún sector en pie: el 90% de los apartamentos y las escuelas, el 86% de los campos cultivables y el 65% de las carreteras han sido dañados o reducidos a escombros.
Además, será necesario en primer lugar iniciar la retirada de alrededor de 61 millones de toneladas de residuos, gran parte de los cuales contiene amianto. Una operación titánica que, según las estimaciones del Banco Mundial, requerirá 21 años de trabajo y 1.200 millones de dólares.
La Unión Europea apunta a ocupar un papel central en la reconstrucción, coordinando un grupo de países donadores para apoyar el “nuevo comienzo” de Gaza. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) y la Comisión Europea están ya preparando un plan de reconstrucción (Gaza Reconstruction Facility), con el apoyo del Banco Mundial y la ONU, y siguiendo el modelo ucraniano. A finales de septiembre, representantes europeos anunciaron el acuerdo con la Autoridad Monetaria Palestina para activar una línea de crédito de 400 millones de euros como apoyo a la reactivación económica del sector privado en Palestina.
Según la web Milano Finanza, “el documento IRDNA (The Gaza and West Bank Interim Rapid Damage and Needs Assessment) prevé una cadena de suministros integrada de empresas locales e internacionales, que se ocupará de multitud de actividades, desde las demoliciones al project management. Las agencias multilaterales apuntan a combinar operadores palestinos y contratistas de la región MENA (Middle East and North Africa) para los trabajos más básicos, con sociedades europeas y asiáticas activas en la supervisión, los servicios públicos y la ingeniería ambiental. […] El sector de mayor impacto es la vivienda (housing), con demanda inmediata de prefabricados, agua y energía, desalinización y microrredes eléctricas […] Los grupos del área MENA se están posicionando para las futuras convocatorias internacionales: las egipcias Orascom Construction y Arab Contractors, la líbano-qatarí Consolidated Contractors Company, el Organi Group, las turcas Limak Holding y Tekffen, y el gigante inmobiliario Talaat Moustafa Group figuran ya en el dossier preliminar de la Liga Árabe. Por su parte, la dirección de la Casa Blanca en los acuerdos de paz garantiza un papel a las empresas estadounidenses”.
Bechtel, Aecom y Fluor están preparadas para los primeros proyectos de infraestructuras, como redes hídricas y sanitarias. Caterpillar, proveedor global de maquinaria pesada, podría ocuparse de la logística y retirada de los escombros (después de que —macabra ironía— haya contribuido a la destrucción de las viviendas gazatíes). Tampoco Europa e Italia se quedan mirando. En la Bolsa de Milán, por ejemplo, se han puesto bajo los focos los sectores de la construcción y la producción de materiales, con Cementir, Buzzi y Webuild entre los títulos más expuestos en Italia. En particular, según Banca Akros, Cementir “podría beneficiarse del fin del conflicto en Ucrania, Siria y la Franja de Gaza”, gracias a su importante presencia en Turquía, que la sitúa en una posición ideal como proveedor de las futuras obras en la región. Last but not least, la italiana ENI podrá activar las concesiones congeladas desde el 7 de octubre de 2023 para la explotación de los yacimientos de gas situados ante las costas de Gaza.
Se confirman así las declaraciones del ministro de Exteriores Antonio Tajani en una entrevista al Quotidiano Nazionale: “Queremos ser protagonistas, no solo en el ámbito de la seguridad, sino también en la reconstrucción, con la mirada puesta en las infraestructuras y pensando en la participación de nuestras empresas”.
La guerra es un gran negocio y su entramado con la política es ya evidente, concretándose así formas de neofeudalismo y neocolonialismo que, aunque nunca hayan desaparecido del todo, hasta hace poco eran consideradas como marginales en la era poscolonial.
Hoy en día, dichos fenómenos los gobiernan las finanzas y la especulación inmobiliaria. No es necesario controlar directamente el territorio: basta limpiarlo de cualquier posible oposición política y social.
Según la web Economy, el ex primer ministro británico y actual asesor internacional Tony Blair, también fundador del Tony Blair Institute for Global Change, “se mueve desde hace semanas como mediador y promotor de la Blair Capital Real Assets, un fondo especializado en operaciones post-conflicto y regeneración de áreas estratégicas que ya ha iniciado contactos con la Liga Árabe y el conglomerado MENA Investment Board”. Blair ha trabajado mano a mano con bancos como Standard Chartered y Barclays para predisponer un vehículo de inversión dedicado específicamente a Gaza, esperando atraer tanto capitales soberanos de los países del Golfo como fondos de pensiones institucionales europeos.
En paralelo, en el frente norteamericano, Donald Trump ha hecho oficial el compromiso de la Trump Organization con la reconstrucción a través de la nueva plataforma Middle East Recovery Properties, un consorcio de vehículos financieros que incluyen a la Trump International Real Estate, las Kushner Companies, la Witkoff Development y sujetos vinculados a Bain Capital y Carlyle Group. No sorprende que dichas empresas estén vinculadas a personas —su yerno Kushner y su enviado para la cuestión medioriental Witkoff— físicamente presentes durante la coronación de Trump en la Knéset israelí, así como en la cumbre de Sharm el-Sheij, confirmándose así un conflicto de intereses que haría palidecer a los herederos de Silvio Berlusconi.
Más específicamente, también según el magazín Economy, la Blair Capital Real Assets cumplirá funciones de consultoríaestratégica y coinversión institucional, asegurándose los derechos prioritarios respecto a proyectos de servicios públicos, resorts e infraestructuras portuarias. Por su parte, la Middle East Recovery Properties de Trump actuaría como motor ejecutivo, con la tarea de recoger capitales globales y generar sociedades operativas con consultores vinculados a Blackstone, Citadel y distintos fondos árabes afiliados a la Abu Dhabi Investment Authority, para más tarde ocuparse de la gestión de los contratos públicos, la planificación urbanística y el lanzamiento comercial de los activos inmobiliarios.
Si esto no es colonialismo…
Andrea Fumagalli enseña Historia de la Economía Política en la Universidad de Pavía y Eco-Social Economics en la Universidad de Bolzano.
Artículo original: Il neocolonialismo della pace – di Andrea Fumagalli. Traducido con permiso por Pedro Castrillo para El Salto.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/neocolonialismo-paz
martes, 28 de octubre de 2025
Aceituneros altivos
Recomiendo:
Tiempo de cosecha en Palestina
Aceituneros altivos
Por Gustavo Duch | 28/10/2025 | Palestina y Oriente Próximo
Fuentes: Ctxt
En Palestina, octubre es el mes que se vincula con la cosecha de la aceituna. El mes que se espera. O el mes que ya no se sueña, como describe Nathalie Handal, escritora palestina nacida en Haití, en su poema Los olivos de Abu Jamal: “Día tras día / Trabaja la tierra / Nunca tuvo paz / En toda su vida / No ha tenido sueños / Cree sólo en lo posible / Sus instintos consideran a la vida y a la muerte / Le cuenta historias a su mujer / Para recordar cómo se ve ante los demás / Sus ojos ahora están vacíos / Sus tripas heladas / Sus olivos fueron arrancados de raíz. / Y luego con una sonrisa dice: / Me encantaría saber los nombres / De los que van a recoger las aceitunas / En nuestra tierra el próximo octubre… / ¿De qué árboles?, pregunta ella”.
¿De qué árboles, si (también) los han asesinado? No se sabe cuántos olivos fueron arrancados durante los años de la Nakba, mientras quienes los cuidaban se vieron forzadas a abandonarlos y dejar sus tierras. Sí que hay registros, espeluznantes, a partir de la ofensiva de ocupación israelí desplegada desde 1967: desde entonces hasta el 2023, han sido alrededor de un millón los olivos talados o extirpados. Y durante estos dos últimos años de asedio, la acometida contra los olivos también ha formado parte de la estrategia genocida del Estado de Israel. Por dos razones. Los olivos representan, con su firmeza, con su perseverancia, con su permanencia, la sumud palestina, la resistencia. Y porque los olivos son, en esencia, el sustento palestino.
Como era de prever, el alto al fuego no se ha producido, pero tampoco se vislumbra ninguna voluntad de Israel de poner fin al genocidio. Aunque los crímenes directos sobre la población se hayan podido reducir tras el acuerdo anunciado en Egipto, los otros métodos de exterminio siguen en marcha. Y entre ellos se mantiene bien activa la estrategia de acabar con los medios de subsistencia alimentaria del pueblo palestino. En referencia a los últimos episodios de este genocidio, Javier Camilo Guevara Rodríguez, especialista en Derecho del Medio Ambiente de la Universidad Externado de Colombia, defiende que “la destrucción de los medios de subsistencia agrarios no puede considerarse un daño colateral. La magnitud, sistematicidad y efecto acumulativo de estos actos sugieren un patrón de destrucción deliberada”.
Las cifras, aunque frías, lo corroboran. Si en marzo de este año la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertaba de que el 60% de las tierras cultivables habían quedado inutilizadas, hace pocos días, otra de las agencias de Naciones Unidas, la UNRWA (Agencia para la Ayuda a los Refugiados de Palestina), habló ya de la destrucción de casi todas las tierras agrícolas de la Franja de Gaza. En CTXT también denunciamos la destrucción de otro de los elementos identitarios de cualquier pueblo: el banco de semillas de la Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC) de Palestina, organización de campesinas y campesinos que el estado de Israel tiene calificada como organización terrorista.
Aún más. Hace pocos días hemos sabido que Israel ha activado el proceso de deportación de 32 activistas internacionales que, acogidos por la UAWC, se desplegaron por los campos en cosecha, cual flotilla terrestre, para protegerlos en un momento tan trascendental. Para llevar a cabo la detención y deportación, Israel ha argumentado que habían entrado en una “zona militar cerrada”, acusación completamente falsa, según explica la UAWC. De todas maneras, los activistas restantes, conviviendo con las familias campesinas palestinas, continúan apoyando la campaña de recogida de aceitunas.
Tierras debastadas, semillas destruídas, campos envenenados para acabar con el sistema agrario palestino; pero sobre todo violencia para garantizar el genocidio de su campesinado (fellahin), el cual, como sus olivos, nació en esas tierras y allí permanece y resiste. Altivo.
Fuente original: https://ctxt.es/es/20251001/Firmas/50669/Gustavo-Duch-olivos-Palestina-agricultura-campesinado-genocidio-alimentacion.htm
PALESTINA: Derecho a la resistencia
Netanyahu ordena lanzar ataques contra la Franja de Gaza
- Sputnik Mundo.
Netanyahu ordena lanzar ataques contra la Franja de Gaza
hace 3 horas
Netanyahu ordena lanzar ataques contra la Franja de Gaza, informan desde la oficina del primer ministro israelí - Sputnik Mundo, 28.10.2025
© telegram SputnikMundo
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ordenó, tras mantener consultas con el mando militar, lanzar poderosos ataques contra la Franja de Gaza, informó su oficina.
"Tras finalizar las consultas, el primer ministro Netanyahu ordenó al mando militar que realice inmediatamente potentes ataques contra la Franja de Gaza", señala el comunicado de la oficina del primer ministro israelí.
Netanyahu tomó esta decisión tras celebrar consultas de seguridad para debatir lo que Israel describió como "violaciones repetidas" del alto al fuego en Gaza por parte de Hamás.
El ala militar de Hamás, por su parte, pospuso la entrega del cuerpo de un rehén israelí debido a las violaciones del alto al fuego por parte del Estado hebreo.
Hamás acusa a Israel de violar el acuerdo de alto el fuego por cerrar el cruce de Rafah - Sputnik Mundo, 19.10.2025
Hamás acusa a Israel de violar el acuerdo de alto el fuego por cerrar el cruce de Rafah
19 de octubre, 02:40 GMT
Las hostilidades en la Franja de Gaza cesaron el pasado 10 de octubre, al día siguiente de que Israel y Hamás aceptaran la primera fase del acuerdo de paz propuesto por el presidente estadounidense, Donald Trump, el 29 de septiembre, que incluía el retorno de todos los rehenes israelíes, vivos y muertos, y el repliegue de las tropas israelíes de la Franja de Gaza.
Israel liberó a casi 2.000 palestinos a cambio de una veintena de israelíes retenidos por Hamás desde octubre de 2023.
Según el plan de paz, el control de la Franja deberá ser entregado a un Gobierno tecnócrata supervisado por una estructura internacional encabezada por el propio Trump.
lunes, 27 de octubre de 2025
Una voluntad inquebrantable: el triunfo del espíritu de Gaza frente a la arquitectura del genocidio
Una voluntad inquebrantable: el triunfo del espíritu de Gaza frente a la arquitectura del genocidio
Por Ramzy Baroud | 27/10/2025 | Palestina y Oriente Próximo
Fuentes: Voces del Mundo
Durante los últimos dos años mi algoritmo de redes sociales ha estado dominado implacablemente por Gaza, en particular por las voces de los habitantes comunes de Gaza, que muestran una mezcla de emociones que se centra en dos principios fundamentales: dolor y desafío.
El dolor ha venido caracterizando la vida en Gaza a lo largo de muchos años, como consecuencia de las sucesivas guerras israelíes, el implacable asedio y los bombardeos habituales. Sin embargo, los últimos dos años, marcados por el genocidio y la hambruna, han redefinido ese dolor de una manera casi incomprensible para los propios palestinos.
Sí, Palestina ha sufrido numerosas masacres antes, durante y después de la Nakba, la trágica destrucción de la patria palestina. Pero esas masacres fueron típicamente episódicas, cada una de ellas marcada de forma distintiva por circunstancias históricas específicas. Cada una de ellas se ha incorporado a la psique colectiva palestina como prueba de la barbarie israelí, pero también como demostración de su propia resistencia perdurable como pueblo.
Crecí en un campo de refugiados de Gaza donde conmemorábamos cada masacre con manifestaciones, huelgas generales y expresiones artísticas. Conocíamos a las víctimas y las inmortalizábamos a través de cánticos, grafitis políticos, poesía y similares.
La guerra de exterminio lanzada por Israel contra Gaza en los últimos dos años ha cambiado radicalmente todo eso. En un solo día, el 31 de octubre de 2023, el ejército israelí mató a 704 palestinos, 120 de ellos solo en el campo de refugiados de Yabalia. Una sola bomba aniquilaba a cientos de personas de un solo golpe, a menudo en hospitales, refugios de refugiados o escuelas de la ONU. Las masacres tenían lugar todos los días, en todas partes.
No había tiempo para reflexionar sobre ninguna de estas masacres, para rezar por las víctimas, ni siquiera para enterrarlas con la dignidad que merecían. Lo único que podían hacer los habitantes de Gaza era aferrarse desesperadamente a la vida, enterrar a sus seres queridos en fosas comunes y utilizar sus propias manos para sacar a los heridos y muertos de debajo de las enormes losas de hormigón y las montañas de escombros. Miles de personas siguen desaparecidas y alrededor de un cuarto de millón de habitantes de Gaza han muerto o resultado heridos.
La cifra seguirá aumentando y el grado de devastación seguirá empeorando, incluso ahora que el ritmo de las matanzas ha disminuido. Pero entonces, ¿por qué mis redes sociales siguen mostrando a los palestinos celebrando abiertamente su victoria? ¿Por qué los niños de Gaza, demacrados y agotados por la hambruna, siguen bailando la tradicional debka? ¿Por qué María Hanun, de cinco años, una de las muchas influencers de Gaza, sigue recitando las poesías de Mahmud Darwish y enviando mensajes incendiarios al presidente estadounidense Donald Trump diciendo que Gaza nunca será derrotada?
Decir que «los habitantes de Gaza son diferentes» es quedarse muy corto. He dedicado los últimos veinte años a la investigación académica sobre la historia del pueblo palestino centrándome principalmente en Gaza, y sigo encontrando asombrosa su voluntad colectiva. Parecen haber tomado una decisión consciente y compartida: los criterios para medir su derrota o victoria serían totalmente distintos de los utilizados por los medios de comunicación que cubren la guerra.
Estas medidas tienen su origen en la resistencia como opción fundamental. Valores fundamentales como karamah (dignidad), izza (orgullo) y sabr (paciencia), entre otros, son los criterios con los que Gaza juzga su actuación. Y, según estos profundos criterios, el pueblo de la Franja, azotado por el genocidio y la hambruna, ha ganado esta guerra.
Dado que estos valores suelen ignorarse o malinterpretarse en la cobertura de la guerra, muchos han encontrado confusa la respuesta de Gaza al alto el fuego, caracterizada por una alegría y celebración desenfrenadas. La escena de las madres esperando la liberación de sus hijos en una gran celebración en Jan Yunis, al sur de Gaza, fue especialmente reveladora. Lloraban amargamente, mientras aplaudían y ululaban al mismo tiempo. Una madre aclaró perfectamente la paradoja a un periodista: las lágrimas eran por los hijos e hijas muertos en la guerra, y los ululatos eran por los que habían sido liberados.
Sin embargo, los medios de comunicación rara vez comprenden la complejidad del paradigma de supervivencia de Gaza. Algunos, incluidos analistas militares israelíes, han llegado a la conclusión de que Benjamin Netanyahu ha perdido la guerra porque no ha logrado ninguno de sus objetivos declarados. Otros hablan de una especie de victoria israelí simplemente porque Israel ha logrado destruir casi toda Gaza y una gran parte de su población.
Cada bando utiliza números y cifras para respaldar sus afirmaciones. Sin embargo, los palestinos de Gaza ven esta situación de una manera fundamentalmente diferente. Entienden que la guerra de Israel fue, en última instancia, un intento de destruir su propia identidad como pueblo: destrozar su espíritu, desorientar su cultura, enfrentarlos entre sí y, en última instancia, erradicar la esencia misma de ser palestino.
Los habitantes de Gaza celebran precisamente porque saben que Israel ha fracasado. La nación palestina ha surgido aún más arraigada en su identidad, tanto en Gaza como en otros lugares. El niño que canta a los mártires, los trabajadores de la defensa civil que bailan la debka por sus compañeros caídos y la mujer que utiliza los restos de un tanque Merkava israelí destruido para tender su ropa: todas estas imágenes hablan de una nación unida por su amor por la vida y su firme compromiso con los valores compartidos de valor, honor y amor.
Algunos analistas, tratando de encontrar una conclusión más matizada y razonada, han resuelto que ni Israel ganó la guerra ni los palestinos fueron derrotados. Si bien este planteamiento equilibrado puede apreciarse en términos de la lectura estratégica del alto el fuego, sigue siendo profundamente incorrecto cuando se entiende en el contexto de la cultura popular palestina. Para la gente común la supervivencia, la continuidad y la autoafirmación son los signos definitivos de la victoria contra Israel, un país que no duda en recurrir al genocidio para obtener beneficios políticos temporales. La esencia de su triunfo es simplemente esta: que siguen existiendo, que permanecen en su tierra.
Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de seis libros, el último publicado fue These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons (Clarity Press, Atlanta). Su próximo libro, Before the Flood, será publicado porSeven Stories Press. El Dr. Baroud es investigador principal no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Mundiales (CIGA) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net
Texto en inglés: CounterPunch.org, traducido por Sinfo Fernández.
Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/10/24/una-voluntad-inquebrantable-el-triunfo-del-espiritu-de-gaza-frente-a-la-arquitectura-del-genocidio/
domingo, 26 de octubre de 2025
El senador colombiano Iván Cepeda gana la interna del Pacto Histórico y se convierte en el candidato presidencial
El senador colombiano Iván Cepeda gana la interna del Pacto Histórico y se convierte en el candidato presidencial
© telegram SputnikMundo
El senador colombiano Iván Cepeda gana la interna del Pacto Histórico y se convierte en el candidato presidencial
Con 18.331 mesas escrutadas, el filósofo y político de 63 años suma un millón 186.095 votos (64,71%), según el informe de la Registraduría Nacional del Estado Civil, encargada de organizar los comicios en Colombia, por lo que será el abanderado de la izquierda para suceder al presidente Gustavo Petro en las elecciones de 2026.
"¡Lo logramos! Somos la fuerza política más grande de Colombia", escribió Cepeda en redes sociales.
Por su parte, la aspirante Carolina Corcho, que fungió como ministra de Salud y Protección Social entre agosto de 2022 y abril de 2023, totalizó 536.286 papeletas (29,25%). Mientras que el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, quien se retiró de la consulta, obtuvo 110.486 votos (6,02%).
En un mensaje difundido en su cuenta de X, la también psiquiatra y politóloga felicitó a Cepeda, "que ganó con contundente ventaja la consulta" y exhortó a la ciudadanía a respaldar al candidato del Pacto Histórico, así como su lista al congreso, "organizada de manera democrática, paritaria y popular".
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