lunes, 26 de febrero de 2018

Auschwitz, la cuestión judía y los refugiados

Auschwitz, la cuestión judía y los refugiados



El pasado 27 de enero se conmemoró un año más de la liberación del campo de concentración de Auschwitz por el Ejército Rojo.
Auschwitz, complejo formado por tres campos principales, fue abierto a mediados de 1940, con la finalidad de llevar a cabo la llamada "solución final". Según Hitler, sus teorías, su ideología, su maquinaria de propaganda, sus dirigentes, sus seguidores, y una amplia mayoría del pueblo, "la cuestión judía" debía terminarse. Ello consistía en exterminar a los judíos de Alemania, definiendo el hecho como la "arianización" de la "raza alemana", acción que luego vería su expansión en los territorios europeos anexados al Reich.
Varios factores fueron los que permitieron a Hitler un rápido ascenso al poder. Depresión económica entrada la década del 30, el recuerdo latente de la derrota alemana y el costo que supuso para el estado y pueblo alemán la I Guerra Mundial (1914-1918), pues el estado debía pagar enormes sumas de dinero a los países vencedores, la poca –casi nula- confianza de los alemanes en la República de Weimar encabezada por Hindenburg, son a grandes rasgos las razones que propician dicho ascenso. El surgimiento de Hitler como nuevo líder, quien poseía además grandes dotes de orador. Todo esto con el respaldo del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (Partido Nazi).
El atentado a un diplomático del gobierno alemán en París en 1938, por parte de un joven judío de origen polaco a causa de las deportaciones a Polonia de unos 12,000 judíos, terminó siendo la coartada perfecta para Hitler iniciar de manera abierta y prácticamente sin limitaciones dicho plan de exterminio. Más allá de las primeras leyes antisemitas aprobadas años antes, tales como las Leyes de Núremberg de 1935 y otras en los primeros días de ascenso al poder del Partido Nazi, la reacción y las represalias contra la población judía por este evento en París estallaron con los pogromos con la llamada “Kristallnacht ” (“la noche de los cristales rotos”) en noviembre de 1938. Esa noche cientos de sinagogas fueron objeto de ataques y fueron dañadas o destruidas, al igual que muchos comercios judíos. Estas acciones, animadas por un ministro de propaganda como Goebbels, quien tuvo a su cargo el promover sin límite el odio antisemita, llevaron a una discriminación total a la población judía, siendo éstos perseguidos, encarcelados, y por último deportados a los campos de la muerte.
Se sabe hoy en día que más de 6 millones de judíos fueron exterminados bajo el régimen nazi, hasta mayo de 1945. Imposible sigue siendo cuantificar la cifra exacta, pues oficiales, soldados, médicos alemanes o autoridades, se encargaron de no dejar registro alguno de las personas que iban siendo capturadas, deportadas a los campos de concentración. Llegaban en trenes hacinados en vagones, y luego de una "depuración" en el mismo andén de arribo, la cual de media hora no pasaba, se enviaban a diferentes galpones según consideración de los oficiales in situ. Cámaras de gas, laboratorios para la práctica de experimentos, trabajo forzado, nada menos era lo que les esperaba. Los discapacitados por ejemplo fueron las primeras víctimas de los macabros experimentos del Dr. Mengele, junto con niños, gemelos, enanos, mujeres embarazadas, entre otros. Comunistas, anarquistas y toda oposición al régimen del III Reich, también fue perseguida y deportada, o incluso ejecutada al ser capturada en las mismas redadas.
Situación internacional de los refugiados judíos
En los años previos al inicio de la guerra, y durante la misma, llegaron a filtrarse informes a los Aliados sobre el genocidio y lo que ocurría con la población judía. Ello, sin embargo, no fue motivo suficiente de solidaridad abierta e irrestricta para quienes podían recibir a los refugiados. Países como Estados Unidos o Reino Unido nunca levantaron sus restricciones migratorias pudiendo convertirse en países de acogida para el éxodo judío. Sólo una cantidad mínima pudo emigrar de Alemania Nazi: los territorios palestinos bajo mandato británico (1922-1948) y Suiza acogieron a miles, aunque otra gran cantidad fue rechazada en las fronteras.
En 1938, por iniciativa estadounidense, se llevó a cabo una primera conferencia para tratar el tema de los migrantes y refugiados judíos. La Conferencia en Evian, localidad francesa bañada por las aguas del Lago Lemán, el mismo de la internacional Ginebra, sede por aquel entonces de la Sociedad de Naciones, y de la Organización Internacional del Trabajo, ambas organizaciones surgidas de la misma I Guerra Mundial, contó con la presencia de más de 30 Delegaciones de países, no necesariamente del más alto nivel, condenando este encuentro a un resultado poco exitoso. Sólo países como República Dominicana o China estuvieron de acuerdo en acoger migración judía sin limitaciones. En 1943 se celebró una segunda conferencia internacional, en Bermudas, a la cual sólo asistieron Estados Unidos y Reino Unido, y cuyo balance no fue diferente al de la convención de Evian. La travesía del St. Louis, por citar otro ejemplo, ilustra ampliamente la situación en aquel entonces: En mayo de 1939, dicha embarcación partió del puerto de Hamburgo con más de 900 pasajeros en su mayoría judíos, quienes buscaban escapar de la situación hacia el continente americano. Sin embargo ni las autoridades cubanas ni posteriormente las estadounidenses o canadienses permitieron al buque el ingreso a sus respectivos puertos, a pesar de tener los pasajeros sus documentos en regla. Esta situación obligó entonces al St. Louis a volver a aguas europeas. Bélgica, Francia, Países Bajos y Reino Unido fueron finalmente los puertos de destino. De estos 4 países, 3 fueron ocupados por las tropas alemanas.
Hoy en día, vemos que la situación de las poblaciones y minorías que deciden emigrar a otros países como refugiados sigue siendo vulnerable; si bien no se llama a exterminar como en aquel entonces, éstos siguen en la necesidad de huir de sus tierras en búsqueda de protección, de mejores condiciones de vida. La causa de los grandes conflictos sigue siendo la confluencia de intereses de grandes potencias, violando el derecho a la paz, un derecho fundamental de todo ser humano.

Pablo M. Medina Jiménez, especialista en relaciones internacionales.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


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Soy teologo de mi comunidad

http://es.catholic.net/op/articulos/68455/somos-los-teologos-de-nuestra-comunidad.html

viernes, 23 de febrero de 2018

Dios, Colón y la representación colonial de América Kintto Lucas

Dios, Colón y la representación colonial de América



En el Diario de a bordo de Cristóbal Colón podemos encontrar algunas raíces de la representación colonial de América. La narración sobre el viaje, la llegada, la descripción de los habitantes y los lugares es la descripción de un descubrimiento, con todo lo que implica eso en lo científico, religioso, conceptual y simbólico.

El Diario de a bordo, podría ser asumido como la simple crónica de un descubrimiento, y lo es, pero representa mucho más, establece bases para la construcción de un imaginario colonial que logró imponerse y que todavía padecemos.La crónica de Colón parte de la tesis pre concebida del descubrimiento y aporta primero hacia la construcción de un imaginario del descubrimiento, y luego hacia la consolidación de ese imaginario. El descubrimiento es parte de la representación colonial de la llegada de Colón a América. Era necesario imponer la imagen y el significado del descubrimiento como una obra de España y de Dios, y se logró por cientos de años.
Como contrapartida a esta idea que logró hegemonizar el pensamiento y las ideas durante siglos, se construye una representación anticolonial de resistencia a la conquista, que buscó crear un pensamiento contrahegemónico del descubrimiento, posicionando en parte del imaginario colectivo, sobre todo en América Latina la idea de una conquista a pueblos que habitaban en el continente provocando la muerte de millones de personas y una resistencia a esa conquista.
Al cumplirse 500 años de la llegada de Colón, se construyó una representación neocolonial imponiendo la idea de un “encuentro de dos mundos”, que estuvo relacionado al reposicionamiento de la relación de España con América Latina.
Ese reposicionamiento tuvo dos objetivos fundamentales, uno fue restablecer el vínculo cultural y el imaginario del “encuentro” como paso previo a la participación de empresas españolas en las privatizaciones llevadas a cabo por gobiernos neoliberales latinoamericanos, y la otra transformar a España como puente de las inversiones de la Unión Europea hacia América Latina.
Con esos antecedentes, y volviendo al análisis del Diario de a bordo de Cristóbal Colón, podemos observar que la idea del descubrimiento está también en la descripción de una geografía desconocida y de los habitantes de la tierra descubierta, o encontrada, en medio del viaje. La narración en determinados momentos está marcada por el asombro propio del viaje y del descubrimiento de lo desconocido, contado en esta crónica que narra día a día los hechos que le ocurren a él y a su tripulación:
Y partí yo de la ciudad de Granada a doce días del mes de mayo del mismo año de 1492, en sábado. Vine a la villa de Palos, que es puerto de mar, adonde armé yo tres navíos muy aptos para semejante hecho, y partí del dicho puerto muy abastecido de muy muchos mantenimientos y de mucha gente de la mar, a tres días del mes de agosto del dicho año, en un viernes, antes de la salida del sol con media hora, y llevé el camino de las islas de Canaria de Vuestras Altezas, que son en la dicha Mar Océana, para de allí tomar mi derrota y navegar tanto que yo llegase a las Indias, y dar la embajada de Vuestras Altezas a aquellos Príncipes y cumplir lo que así me habían mandado; y para esto pensé de escribir todo este viaje muy puntualmente de día en día todo lo que hiciese y viese… (Colón, pp. 9) (1)
El “descubrimiento” proporcionaba nuevas tierras para Dios y los reyes de España, y lograba nuevos fieles a la iglesia católica, pero servía, además, para lograr una reivindicación simbólica del poder de Dios en Europa y en todas las tierras conocidas. El relato tiende a resaltar ese poder reconocido además por los seres humanos “descubiertos”:
En amaneciendo mandé aderezar el batel de la nao y las barcas de las carabelas, y fui al luengo de la isla, en el camino del Nordeste, para ver la otra parte, que era de la otra parte, del Este que había, y también para ver las poblaciones, y vi luego dos o tres, y la gente que venían todos a la playa llamándonos y dando gracias a Dios. Los unos nos traían agua; otros, otras cosas de comer; otros, cuando veían que yo no curaba de ir a tierra, se echaban a la mar nadando y venían, y entendíamos que nos preguntaban si éramos venidos del cielo. Y vino uno viejo en el batel dentro, y otros a voces grandes llamaban todos, hombres y mujeres: «Venid a ver los hombres que vinieron del cielo; traedles de comer y de beber». Vinieron muchos y muchas mujeres, cada uno con algo, dando gracias a Dios, echándose al suelo, y levantaban las manos al cielo, y después nos llamaban que fuésemos a tierra. (Colón, pp 10) (2)
El Diario de a bordo es el primer sustento narrativo ideológico de la tesis del descubrimiento, que luego estará presente en otras crónicas. Es en esta narración donde se establece la base del pensamiento colonial que desarrollará España hacia América luego, y es un elemento muy importante en el propio pensamiento colonial occidental.
La crónica de Colón está escrita desde una mirada influenciada por su cultura, por la religión, por su papel de descubridor primero y colonizador después. Así, la descripción de los seres humanos, de las costumbres, de la vestimenta, de los adornos, de la comida, de las relaciones establecidas, están permeadas por esa mirada. En ese sentido, el Diario de a bordo cumplirá un papel histórico fundamental porque inicia la representación colonial de América. De ahí en adelante, por muchos siglos, hubo una voz hegemónica en el relato de la historia de la conquista.
La representación colonial será asumida luego por actores políticos, sociales, culturales y, sobre todo, por lo grandes medios de comunicación de España y de la propia América Latina. La colonización se impuso en la lucha ideológica que empezó con el Diario de a bordo de Colón, y actualmente los grandes medios de comunicación latinoamericanos y algunos sectores, continúan relatando una representación colonial de la realidad, porque son parte del propio proceso colonial. Así imponen símbolos e imaginarios que son asumidos por los ciudadanos, y eso va desde el lenguaje utilizado hasta la representación de los buenos y los malos, a nivel político, social, económico, cultural.
Regresando al relato de Colón, es necesario ubicar la realidad del momento histórico en que se produce su viaje: crisis económica del imperio español que amenaza con transformarse en crisis política y social, y crisis de representatividad de la Iglesia Católica que además había fracasado como generadora de símbolos e imaginarios hegemónicos.
Teniendo en cuenta el momento histórico, la tesis hegemónica del descubrimiento y la representación colonial, es importante finalizar recuperando un aporte que fue fundamental para problematizar una visión sobre el “descubrimiento América”.
Edmundo O'Gorman, desarrolló una teoría, según la cual América no fue descubierta sino inventada. Luego de investigar, analizar el contexto y detallar los elementos objetivos y subjetivos desarrolló la tesis de que América era un utopía buscada y necesitada por España y Occidente.
Entonces reconstruyó “la historia de la idea de que América había sido descubierta”, no del “descubrimiento de América”, sino de la idea del descubrimiento:
Entender la historia como una invención no como una creación. La clave para resolver el problema de la aparición histórica de América, estaba en considerar ese suceso como resultado de una invención del pensamiento occidental y no ya como un descubrimiento meramente físico, realizado, además, por casualidad. (O'Gorman, pp. 9 y 10) (3)
A partir de la teoría de Edmundo O'Gorman, y salvando ciertas distancias, se podría inclusive hacer un paralelo con la teoría sobre la invención de Dios por parte de los primeros hebreos, para fortalecerse como pueblo, invención luego asumida por Moisés como un elemento fundamental para consolidar un imaginario colectivo que cohesionaba socialmente y fortalecía el poder militar.
El “descubrimiento de América” y su relato en el Diario de a bordo de Cristóbal Colón crearon un nuevo imaginario desde Occidente, y sentaron las bases para la conquista y colonización de América. Con sus viajes, Colón inició la conquista y colonización de América, con su relato comenzó la representación colonial de América.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

jueves, 22 de febrero de 2018

Jaume Botey, Cristiano por el Socialismo

Portada :: Opinión
Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf22-02-2018

In memoriam
Jaume Botey, cristiano por el socialismo

poderpopular.info


Se ha marchado como los hijos de la mar. Jaume Botey i Vallés (Barcelona, 1940), un personaje en todo punto respetado y apreciado desde todas las izquierdas, y con especial énfasis por la radical porque, al igual que su compañera Pilar, estuvieron en todas las guerras y algunas más. Licenciado en Teología, Doctor en Antropología y Filosofía, profesor del Instituto de Bachillerato Torras y Bages de Can Serra (1968-75) y profesor de historia de la Universidad Autónoma de Barcelona desde 1975, siempre desde una integridad fraternal y afectuosa, con la ironía catalana o británica, qué más da, con su cristianismo ecuménico. O sea, el de los primeros cristianos que compartían bienes y espiritualidad y que nunca albergó la menor duda de una opción por los nadies, como algo que además se concretaba en el compromiso, que es decir también la esperanza. Nunca dudó de que los últimos debían ser los primeros, que los pobres heredarán la Tierra (si es que el triunfal-capitalismo deja algo que heredar).Llegó al barrio de Can Serra de L’Hospitalet de Llobregat en 1968, allí se hizo parte del paisaje vinculado al movimiento vecinal y cultural crítico de la ciudad, con un Instituto donde se “hacían un montón de cosas” y del que salieron chicos y chicas radicalizados contra el franquismo, que era la negación de todo lo que había de bueno en este país de países… Una escuela en la que “se daba catalán” cuando esto se hacía en muy pocos lugares.
Se le veía en todo lo que se movía en el barrio, como uno de los promotores de las Escuelas de Adultos y de la Casa de la Reconciliación, donde impartió clases Manolo Sacristán o en actos multitudinarios, por ejemplo de la Assemblea de Catalunya, en los que uno no se cortaba un pelo en preguntar sobre cómo era posible que se confiara en una burguesía catalana que lo primero que hacía era llamar a la policía cuando sus trabajadores hacían huelga… O en sesiones de cine-club, debatiendo sobre lo que había delante y detrás de las películas. O con invitaciones a personajes del exilio como Francisco Carrasquer, uno de los profetas, como le gustaba llamar a Jaume, aunque predicaran que el catolicismo desapareció de las comunas de Aragón.
Candidato del PSUC en las primeras elecciones municipales, no era lo que se dice un hombre de partido, aunque admiraba y le gustaba rememorar cómo este partido llegó a ser por sí mismo un movimiento que, en lugares como Can Serra, trabajaba porque els altres catalans se sintieran en su casa, que lo era aunque fuese en aquellos bloques en los que las mujeres, hechas de hablar de lo divino y lo humano, quedaban encerradas. Fue concejal de Enseñanza del Ayuntamiento de L’Hospitalet (1979-1983), vivió la crisis de este partido con desgarro y no precisamente desde la posición eurocomunista, porque, como era bastante común entre los curas obreros y los cristianos de base, se sentaban a la izquierda sin olvidar su mordiente anticapitalista. En 1984, Jaume fue fundador del Centro de Estudios de l’Hospitalet, uno de los baluartes del memorial de L´Hospitalet antifranquista, compuesto por todos los colores, desde los catalanistas hasta los trotskos, no menos proféticos, como el que escribe. Escribió sobre la gente de Can Serra, debatió en todos los encuentros del cristianismo de base, en las asambleas de mientras tanto y, en 1999, recibió el Premio de Honor de la ciudad de L’Hospitalet en un acto inolvidable de exaltación de la resistencia, en el que quedaron patentes dos cosas: todo lo que lo queríamos y su sencillez.
Igualmente fue presidente de la Casa de Nicaragua y de la Cooperativa L’Olivera de Vallbona de les Monges, se apuntó a la primera Iniciativa per Catalunya en la onda de la Izquierda Unida de Julio Anguita, para acabar siendo uno de los fundadores de Esquerra Unida i Alternativa en tiempos de estupor. De aquel tiempo recuerdo personalmente que formó parte de un petit comité en el empeño de reforzar las posiciones de la izquierda, y del que formamos parte también Paco Fernández Buey, Miguel Riera con El Viejo Topo a cuestas –una revista en la que Jaume fue un habitual y en la que se puede encontrar sus mejores trabajos, aparte de participar o coordinar algún libro colectivo–, Víctor Ríos y otros y otras, no muchos ya que la asamblea raramente sobrepasaba la mesa de una café de las proximidades.
Como no podía ser de otro modo, tomó parte activa de los movimientos alterglobalizadores, de solidaridad y por la paz. Ha sido observador internacional en El Salvador, Nicaragua, Chiapas, Irak, en los campamentos de refugiados Palestinos en Líbano, entre otros. Y siempre en la compañía de Pilar, con quien formó una pareja en cuya alegría y afectuosidad nos gustaba mirarnos los que conocíamos relaciones más o menos tormentosas. Estuvo comprometido con la reflexión sobre el diálogo intercultural y entre religiones. Lo dicho, trabajó en muchos frentes. Era de esas personas que siempre encontrabas en las manis, incluidas las más tristes y minoritarias: allí estaba en los días del 15-M, ya reacio y desconfiado de los aparatos partidarios, votando a Esther Vivas o al lado de Arcadi Oliveras, otro cristiano que tal, miembro como él de Cristianisme y Justícia.
El Jaume escritor y divulgador es coautor de la primera Bibliografía de l’Hospitalet (1984) y autor de Cincuenta y cuatro relatos de inmigración (1986). Además ha publicado, entre otros libros, Alpha 63Hechos y legados (2010), El colapso del sistemaBases para pensar el nuevo milenio (2014), El Olivo: tierra y gente (2014) y ha escrito en obras colectivas como Los dueños del mundo o los cuarenta ladrones (2002), No pasarán… Aunque lleven trajesLa lucha contra la extrema derecha hoy (2010), Análisis de los libros de texto de ciencias sociales desde una perspectiva de paz (cuarto de ESO, 2008-2011), Educación, gestión y territorio: 10 años de tekhné(2011) Contra la ignorancia informadaLos valores ante el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación (2012) y un largo etcétera, en el que se incluye el prólogo a mi libro En nombre del padre y del hijo. El cine y la Biblia, por el que me invitó a unas jornadas sobre cine y cristianismo especialmente animadas. El tiempo, la distancia y los años pesan. Últimamente nos veíamos más bien poco, normalmente en el curso de una manifestación, como la solidaria con los refugiados. Si no recuerdo mal, estaba acompañado por algunas compañeras del movimiento indigenista mexicano. Intercambiando numerosos correos me viene a la memoria uno en el que me contaba prolijamente que se había emocionado muchísimo al visitar la Casa Trotsky, que se había acordado de muchas discusiones durante las cuales Jaume escuchaba con atención y mostraba su opinión propia. Su muerte es una pérdida irreparable, fue de lo mejor que dio la corriente “Cristianos por el socialismo”, alguien con quien se podía contar y al que encontraba en todas las plataformas, aunque fuese de cómplice.

Fuente original: https://poderpopular.info/2018/02/17/jaume-botey-cristiano-por-el-socialismo/


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lunes, 12 de febrero de 2018

Examen de Diez mitos sobre Israel


Examen de Diez mitos sobre Israel, de Ilan Pappé

Mondoweiss

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Esta revisión del libro Ten Myths About Israel (Diez mitos sobre Israel), de Ilan Pappé, aparecerá en el invierno de 2018 en ISSUES, el periódico trimestral del American Council for Judaism. El libro es publicado por Verso.El Medio Oriente sigue siendo un tema de creciente examen y debate. Las perspectivas de paz entre israelíes y palestinos parecen disminuir. A principios de 2018, el partido gobernante de Israel Likudaprobó por unanimidad una resolución que pedía la anexión de las colonias en Cisjordania. Esta decisión marcó el último paso del Likud para distanciarse de la idea respaldada internacionalmente de establecer un Estado palestino independiente como parte de un futuro acuerdo de paz. El ministro de Seguridad Pública, Gilad Erdan, declaró: “Decimos al mundo que no importa lo que digan las naciones del mundo". Ha llegado el momento de expresar nuestro derecho bíblico a la tierra".
Gran parte de lo que el mundo comprende acerca de las conflictivas pretensiones sobre la Palestina histórica es confuso. Hemos escuchado a lo largo de los años una "narrativa israelí" y una "narrativa palestina". Se han realizado muy pocos esfuerzos para comprender lo que realmente sucedió en esta región y para llegar a un acuerdo sobre dónde termina el mito y comienzan los hechos. En este libro, escrito en el cincuentenario de la ocupación de Israel de Cisjordania y Jerusalén Este, el profesor Ilan Pappé, un historiador israelí que ahora enseña en la Universidad de Exeter en el Reino Unido, examina las ideas más controvertidas sobre los orígenes y la identidad del Estado contemporáneo de Israel.
Los "diez mitos" que examina Pappé refuerzan el statu quo regional. Explora la afirmación de que Palestina era una tierra vacía en el momento de la Declaración de Balfour, así como la formación del sionismo y su papel en las primeras décadas de construcción de la nación. Pregunta si los palestinos abandonaron voluntariamente su patria en 1948 y si junio de 1967 fue una guerra de "no hay elección". Pasando a los mitos que rodean los fallos de los Acuerdos de Camp David y las razones oficiales de los ataques a Gaza, explica por qué la solución de dos estados, en su opinión, ya no es viable.
Desinformación histórica
"Como demuestra el ejemplo del conflicto entre Israel y Palestina", escribe Pappé, "la desinformación histórica, incluso la del pasado más reciente, puede causar un daño tremendo. Este deliberado malentendido de la historia puede promover la opresión y proteger un régimen de colonización y ocupación. No es sorprendente, por lo tanto, que las políticas de desinformación continúen hasta el presente y jueguen un papel importante en la perpetuación del conflicto... El relato histórico sionista de cómo se convirtió la tierra disputada en el Estado de Israel se basa en un grupo de mitos que sutilmente arrojan dudas sobre el derecho moral de los palestinos a la tierra... Este libro desafía estos mitos, que aparecen en el dominio público como verdades indiscutibles. Estas declaraciones son, a mi entender, distorsiones y fabricaciones que pueden y deben refutarse a través de un examen más detallado del registro histórico”.
El autor comienza admitiendo que "este no es un libro equilibrado, es otro intento de restablecer el equilibrio del poder en nombre de los palestinos colonizados, ocupados y oprimidos en la tierra de Israel y Palestina. Sería una verdadera ventaja que los defensores del sionismo o los fieles seguidores de Israel también estuvieran dispuestos a comprometerse con los argumentos aquí expuestos. Después de todo el libro está escrito por un judío israelí que se preocupa tanto por su propia sociedad como por la palestina. Refutar las mitologías que sostienen la injusticia debería ser beneficioso para todos los que viven en el país o desean vivir allí. Formar una base sobre la cual todos sus habitantes puedan disfrutar de los grandes logros a los que solo un grupo privilegiado tiene acceso en la actualidad".
El primer mito que se enfrenta es el reclamo sionista de que Palestina era una tierra vacía. Existe consenso entre los eruditos de que fueron los romanos quienes dieron a la tierra el nombre de "Palestina". Durante el período de dominio romano, yposteriormente bizantino, fue una provincia imperial. Varios imperios musulmanes aspiraban a controlarla, ya que albergaba el segundo lugar más sagrado del Islam, además era fértil y tenía una ubicación estratégica. El período otomano comenzó en 1517 y duró 400 años. Cuando llegaron los otomanos encontraron una sociedad que era en su mayoría musulmana sunita y rural, con pequeñas elites urbanas que hablaban árabe. Menos del 5 por ciento de la población era judía y probablemente del 10 al 15 por ciento cristiana.
La población judía entreel 2 y el 5 por ciento
El historiador Yonatan Mendel señala que "el porcentaje exacto de judíos antes del surgimiento del sionismo es desconocido. Sin embargo, probablemente variaba del 2 al 5 por ciento. Según los registros otomanos, una población total de 462.465 residía en 1878 en lo que hoy es Israel/ Palestina. De este número, 403.795 (87 por ciento) eran musulmanes, 43.659 (10 por ciento) eran cristianos y 15.011 (3 por ciento) eran judíos".
Aquellos que reciben su información de fuentes oficiales israelíes, señala Pappé, salen con la versión de que "la Palestina del siglo XVI ... era principalmente judía y el alma comercial de la región se concentraba en las comunidades judías". Según el sitio web del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, continúa Pappé, "en 1800, Palestina se había convertido en un desierto... Cada año que pasaba la tierra se volvía más estéril, la deforestación aumentaba y las tierras de cultivo se convertían en desierto. Promovida a través de un sitio web oficial del Estado israelí, esta imagen fabricada no tiene precedentes”.
Muchos eruditos israelíes han desafiado esta narrativa falsa, entre ellos David Grossman (el demógrafo, no el novelista), Amnon Cohen y Yehoushua Ben-Arieh. Su investigación muestra que Palestina, a lo largo de los siglos, en lugar de ser un desierto era una próspera sociedad árabe. Sin embargo, Pappé informa: "Fuera de Israel, en particular en los Estados Unidos, la suposición de que la tierra prometida estaba vacía, desolada y estéril antes de la llegada del sionismo sigue viva y coleando ... Palestina comenzó a desarrollarse como nación mucho antes la llegada del movimiento sionista. En manos de enérgicos gobernantes locales como Daher al-Umar (1690-1775), las ciudades de Haifa, Shefamr, Tiberias y Acre se renovaron y se revitalizaron. La red costera de puertos y ciudades prosperó a través de sus conexiones comerciales con Europa, mientras que las llanuras interiores de tierra adentro intercambiaban con regiones cercanas. Lo opuesto a un desierto”.
Población importante
A fines del siglo XIX, Palestina tenía una población considerable, de la cual solo un pequeño porcentaje era judío. Aquellos judíos que sí vivían en Palestina en esta época se oponían a las ideas promovidas por el sionismo. Contrariamente a la noción de que Palestina era una "tierra vacía", Pappé muestra que "fue parte de un mundo oriental rico y fértil que en el siglo XIX experimentó procesos de modernización y nacionalización. No era un desierto esperando florecer, era un país pastoral a punto de ingresar al siglo XX como una sociedad moderna, con todos los beneficios y males de tal transformación. Su colonización por el movimiento sionista convirtió este proceso en un desastre para la mayoría de los nativos que viven allí”.
El segundo mito considerado es que "Los judíos eran un pueblo sin tierra". Al preguntar si los colonos judíos que llegaron a Palestina podrían considerarse "un pueblo", Pappé cita "La invención del pueblo judío" de Shlomo Sand, que muestra que el mundo cristiano, en su propio interés, adoptó la idea de los judíos como una nación que algún día debía regresar a la tierra santa. Este regreso, en su opinión, sería parte del esquema divino para el fin del mundo, junto con la resurrección de los muertos y la segunda venida del Mesías.
Los levantamientos teológicos de la Reforma que comenzaron en el siglo XVI produjeron una clara asociación, particularmente entre los protestantes, entre la idea del fin del milenio y la conversión de los judíos y su regreso a Palestina. Thomas Brightman, un clérigo inglés del siglo XVI, escribió: "¿Volverán a Jerusalén otra vez? No hay nada más cierto: los profetas en todas partes lo confirman". Brightman deseaba que los judíos se convirtieran al cristianismo o abandonaran Europa. Cien años más tarde Henry Oldenburg, un teólogo alemán, escribió: "Si la ocasión se presenta en medio de cambios en los que los asuntos humanos son responsables, los judíos pueden incluso levantar su imperio de nuevo y... Dios puede elegirlos por segunda vez".
Un proyecto cristiano de colonización
"El sionismo", escribe Pappé, "era por lo tanto un proyecto cristiano de colonización antes de que se convirtiera en judío... Surgió un poderoso movimiento teológico e imperial que colocaría el retorno de los judíos a Palestina en el centro de un plan estratégico para tomar Palestina y convertirla en una entidad cristiana... Esta peligrosa mezcla de fervor religioso y celo reformista... conduciría a la Declaración de Balfour de 1917".
Un importante defensor del retorno judío a Palestina en Inglaterra en el siglo XIX fue Lord Shaftesbury (1801-1885), un destacado político y reformador que hizo campaña activamente por una patria judía en Palestina. Sus argumentos para una mayor presencia británica en Palestina fueron tanto religiosos como estratégicos. Como informa Pappé, "Lord Shaftesbury convenció al centro obispal anglicano y a la catedral de Jerusalén para que proporcionaran los fondos iníciales para este proyecto. Esto probablemente no hubiera sucedido si Shaftesbury no hubiese tenido éxito en reclutar a su suegro, el ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña y luego al primer ministro, Lord Palmerston, para la causa".
En 1839, Shaftesbury escribió un artículo de 30 páginas en The London Quarterly Review en el que predijo una nueva era para los judíos: "...los judíos deben ser alentados a regresar en un número aún mayor y convertirse una vez más en el labrador de Judea y Galilea ... aunque es cierto que es un pueblo rígido y hundido en la degradación moral, obstinación e ignorancia del Evangelio, (ellos son) no solo dignos de la salvación sino también vitales para la esperanza y la salvación del cristianismo".
Pappé señala que ha habido mucha especulación sobre si los judíos que se establecieron en Palestina como sionistas eran en realidad los descendientes de los judíos exiliados hace 2.000 años. Arthur Koestler (1905-83) escribió La decimotercera tribu (1976) en la que avanzó la teoría de que los colonos judíos descendían de los jázaros, una nación turca del Cáucaso que se convirtió al judaísmo en el siglo VIII y luego fue forzada a moverse hacia el oeste. Desde entonces los científicos israelíes han tratado de demostrar que existe una conexión genética entre los judíos de la Palestina romana y los de la Palestina actual. Ese debate continúa hoy.
El reclamo de Israel de representar a todos los judíos
"No son los reclamos del sionismo del siglo XIX, no es la precisión histórica de esos reclamos lo que importa", argumenta Pappé. "Lo que importa no es si los judíos actuales en Israel son los auténticos descendientes de aquellos que vivieron en la era romana, sino la insistencia de Israel de que representa a todos los judíos del mundo y que todo lo que hace es por ellos y en su nombre. Hasta 1967este reclamo fue muy útil para el estado de Israel. Los judíos de todo el mundo, particularmente en los Estados Unidos, se convirtieron en sus principales partidarios cada vez que se cuestionaba su política. En muchos aspectos este sigue siendo el caso en los Estados Unidos hoy. Sin embargo, incluso allí, así como en otras comunidades judías, esta clara asociación se ve hoy desafiada".
Al argumentar que los judíos eran una nación que pertenecía a Palestina y que, por lo tanto, se debería ayudarlos a regresar a ella, Pappé señala: "Tuvieron que depender de los oficiales británicos ymás tarde del poder militar". Los judíos y el mundo en general no parecían estar convencidos de que los judíos fueran un pueblo sin tierra. A Shaftesbury, Finn, Balfour y Lloyd George les gustó la idea porque ayudó a Gran Bretaña a establecerse en Palestina. Esto se volvió inmaterial después de que los británicos tomaran Palestina por la fuerza y ​​luego tuvieron que decidir desde un nuevo punto de partida si la tierra era judía o palestina, una pregunta que nunca podría responder adecuadamente y por lo tanto tuvo que dejarla a otros para resolver después de 30 años de frustrante dominio”.
De particular interés es el capítulo que trata sobre el mito de que "el sionismo es el judaísmo". De hecho el sionismo fue originalmente una opinión minoritaria entre los judíos. "Desde su inicio a mediados del siglo XIX", escribe Pappé, "el sionismo era solo una expresión aleatoriaen la vida cultural judía. Nació de dos impulsos entre las comunidades judías de Europa Central y Oriental. El primero fue una búsqueda de seguridad dentro de una sociedad que rechazaba integrar a los judíos como iguales y que ocasionalmente los perseguía ... El segundo impulso era un deseo de emular a otros nuevos movimientos nacionales que proliferaban en Europa en ese momento ... Los judíos que intentaron transformar el judaísmo de una religión en una nación no eran pocos entre los muchos grupos étnicos y religiosos dentro de los dos imperios que se desmoronaban, el austrohúngaro y el otomano, que deseaban redefinirse como naciones ".
Redefinición del judaísmo
Los primeros sionistas presentaron dos nuevas ideas: la redefinición del judaísmo como movimiento nacional y la necesidad de colonizar Palestina. Estas ideas se hicieron más populares después de una ola brutal de pogromos en Rusia en 1881, que desembocó en un programa político propagado por un movimiento llamado "Los amantes de Sión", que envió a algunos jóvenes judíos entusiastas a construir las primeras colonias en Palestina en 1882. Esta primera fase del sionismo culminó con las obras y acciones de Theodor Herzl, un periodista ateo sin conexión con la vida religiosa judía. Llegó a la conclusión de que el antisemitismo generalizado imposibilitaba la asimilación y que un Estado judío en Palestina era la mejor solución para el "problema judío".
Si bien tales ideas obtuvieron cierto apoyo en países como Rusia, donde los judíos eran ciudadanos de segunda clase, Pappé escribe que, "A medida de que estas primeras ideas sionistas se transmitían entre comunidades judías en países como Alemania y Estados Unidos, prominentes rabinos y figuras destacadas en esas comunidades rechazaron el nuevo enfoque. Los líderes religiosos rechazaron el sionismo por considerarlo una forma de laicismo y modernización, mientras que los judíos laicos temían que las nuevas ideas plantearan dudas sobre la lealtad de los judíos a sus propios estados-nación y, por lo tanto, aumentaría el antisemitismo".
El judaísmo reformista rechazó la idea sionista y proclamó que el judaísmo era una religión de valores universales, no de una nacionalidad. Más tarde se reconcilió con la idea sionista. La antigua filosofía de la Reforma, declara Pappé, ha sido mantenida viva por el Consejo Estadounidense para el Judaísmo. Escribe: "Cuando los reformistas se encontraron por primera vez con el sionismo rechazaron vehementemente la idea de redefinir el judaísmo como nacionalismo y la creación de un Estado judío en Palestina. Sin embargo, su postura antisionista cambió después de la creación del Estado de Israel en 1948. En la segunda mitad del siglo XX, la mayoría de ellos creó un nuevo movimiento reformista en los EE.UU... Sin embargo un gran número de judíos abandonó el nuevo movimiento y creó el Consejo Estadounidense para el Judaísmo (ACJ), que recordó al mundo... que el sionismo todavía era una visión minoritaria entre los judíos y se mantuvo fiel a las viejas ideas reformistas sobre el sionismo”.
En 1869 los judíos reformistas en los EE.UU. señalaron que "el objetivo mesiánico de Israel (es decir, el pueblo judío) no es la restauración de un Estado judío bajo un descendiente de David, que implique una segunda separación de lasnaciones de la tierra, sino la unión de los hijos de Dios en la confesión de la unidad con Dios, para realizar la unidad de todos los súbditos y un llamado a la santificación moral”.
Ya no es una nación, sino una comunidad religiosa
En 1885 otro grupo reformista, reunido en Pittsburgh, declaró: "No nos consideramos una nación, sino una comunidad religiosa, y por lo tanto no esperamos un retorno a Palestina, ni un culto sacrificial bajo los hijos de Aarón, ni la restauración de cualquier ley concerniente a un Estado judío".
En 1897, el mismo año en que se convocó la primera conferencia sionista en Basilea, Suiza, nació un movimiento judío socialista en Rusia, el Bund. Sus miembros creían que una revolución socialista sería una solución mucho mejor a los problemas de los judíos en Europa que el sionismo. Incluso después del Holocausto, los bundistas estaban convencidos de que los judíos debían buscar un lugar en sociedades que apreciaran los derechos humanos y civiles y no consideraban un Estado nación judío como panacea.
Otra crítica al sionismo provino de los judíos ortodoxos. Pappé señala que, "cuando el sionismo hizo su primera aparición en Europa, muchos rabinos tradicionales -de hecho- prohibieron a sus seguidores tener algo que ver con los activistas sionistas. Consideraban que el sionismo interfería con la voluntad de Dios de retener a los judíos en el exilio hasta la llegada del Mesías... El gran rabino jasídico alemán Dzikover ... dijo que el sionismopide que se sustituyan siglos de sabiduría y leyes judías por un trapo, tierra y una canción ( Es decir, una bandera, una tierra y un himno)".
Los sionistas no solo buscaron colonizar Palestina sino que, como muestra Pappé, "... también esperabanhacer laico al pueblo judío, inventar al 'nuevo judío' en antítesis de los judíos ortodoxos religiosos de Europa ... El judío ortodoxo fue ridiculizado por los sionistas y visto como alguien que solo podría redimirse mediante el trabajo duro en Palestina ... El papel de la Biblia en la vida judía ofrecía una diferencia más clara entre el judaísmo y el sionismo ... la Biblia proporcionaba "el mito de nuestro derecho sobre la tierra". Fue en la Biblia donde leyeron historias sobre granjeros hebreos, pastores, reyes y guerras y se las apropiaron para describir la antigua era dorada para el nacimiento de su nación. Volver a la tierra significaba volver a ser agricultores, pastores y reyes. Por lo tanto, se encontraron frente a una paradoja desafiante, porque querían que ambos hicieran laica la vida judía a la vez que utilizan la Biblia como una guía para colonizar Palestina. En otras palabras, aunque no creían en Dios, les había prometido Palestina".
Palestina no estaba vacía
Otro mito que confronta Pappé es, "El sionismo no es colonialismo". Cuando los primeros colonos sionistas llegaron en 1882, la tierra de Palestina no estaba vacía. De hecho, escribe: "Este hecho era conocido por los líderes sionistas incluso antes de que llegaran los primeros colonos judíos. Una delegación enviada a Palestina por las primeras organizaciones sionistas informó a sus colegas: "La novia es hermosa, pero está casada con otro hombre". Sin embargo, cuando llegaron por primera vez, los primeros colonos se sorprendieron al encontrar a los lugareños a quienes consideraban invasores y extraños. En su opinión los palestinos nativos habían usurpado su patria. Sus líderes les dijeron que los lugareños no eran nativos, que no tenían derechos sobre la tierra. En cambio eran un problema que había que resolver y se podría resolver”.
Nada de esto –argumenta Pappé- fue posible porque "el sionismo fue un movimiento colonizador,de colonos, similar a los movimientos de los europeos que habían colonizado las dos Américas, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda ... El colonialismo de los colonos está motivado por un deseo de apoderarse de la tierra en un país extranjero, mientras que el colonialismo clásico codicia los recursos naturales en su nueva posesión geográfica ... El problema era que las nuevas "patrias" ya estaban habitadas por otras personas. En respuesta, las comunidades de colonos argumentaron que la nueva tierra era suya por derecho divino o moral, incluso si, en casos distintos al sionismo, no afirmaban haber vivido allí miles de años atrás. En muchos casos el método aceptado para superar esos obstáculos fue el genocidio de los indígenas locales”.
Desde el principio la resistencia palestina se describió como motivada por el odio hacia los judíos. Los diarios de los primeros sionistas cuentan una historia diferente. Están llenos de anécdotas que revelan que los colonos fueron bien recibidos por los palestinos, que les ofrecieron refugio y en muchos casos les enseñaron a cultivar la tierra. "Solo cuando quedó claro que los colonos no habían venido a vivir junto a la población nativa, sino en su lugar, comenzó la resistencia palestina", escribe Pappé. "Y cuando comenzó esa resistencia rápidamente tomó la forma de cualquier otra lucha anticolonialista".
Representación compartida
En 1928 la dirección palestina, a pesar de los deseos de la mayoría de su gente, consintió en permitir a los colonos judíos una representación equitativa en los futuros organismos del Estado. La dirección sionista estaba a favor de la idea solo mientras creía que los palestinos la rechazarían. La representación compartida era lo opuesto a lo que los sionistas querían. Cuando la propuesta fue aceptada por los palestinos, fue rechazada por los sionistas. Esto llevó a los disturbios de 1929. Incluso en 1947, cuando Gran Bretaña decidió remitir la cuestión a las Naciones Unidas, los palestinos sugirieron con otros estados árabes un Estado unitario para reemplazar el Mandato en Palestina, con los mismos derechos para judíos y árabes. Propuesta que los sionistas rechazaron.
En la visión de Pappé, "Uno puede representar el sionismo como un movimiento colonizador de colonos y el movimiento nacional palestino como anticolonial...En 1945 el sionismo había atraído a más de medio millón de colonos a un país cuya población eraaproximadamente de dos millones... La única forma de que los colonos expandieran su dominio sobre la tierra... y asegurasen una mayoría demográfica exclusiva era eliminar a los nativos de su tierra natal. ... Palestina no es enteramente judía demográficamente y aunque Israel la controla políticamente por todos los medios, el Estado de Israel todavía está colonizando, construyendo nuevos asentamientos en Galilea, el Negev y Cisjordania..."
El Gobierno israelí ha promovido durante mucho tiempo la idea de que los palestinos abandonaron voluntariamente su tierra natal en 1948. También de que huyeron de sus aldeas por su propia voluntad o por orden de los ejércitos árabes que los querían fuera del camino. Por lo tanto, Israel no tenía ninguna obligación de permitir su retorno ya que, según este argumento, su desplazamiento no era responsabilidad de Israel. Cualquiera de los "infiltrados" que intentaban regresar eran criminales. A fines de la década de 1980, los llamados "nuevos historiadores" de Israel, especialmente Benny Morris, examinaron los archivos israelíes recientemente abiertos y no encontraron evidencia de que los refugiados huyeran por órdenes de los líderes árabes, sino que lo hicieron principalmente por terror, luego de escuchar informes de masacres llevadas a cabo por soldados israelíes en pueblos como Deir Yassin.
Transferir a los palestinos
Esta idea de que los palestinos se fueron voluntariamente es otro de los "mitos" que confronta Pappé. Escribe que "el liderazgo sionista y los ideólogos no podían imaginar una implementación exitosa de su proyecto sin deshacerse de la población nativa, ya fuera por acuerdo o por la fuerza. Más recientemente, después de años de negación, los historiadores sionistas como Anita Shapira han aceptado que sus héroes, los líderes del movimiento sionista, contemplaron seriamente la posibilidad de transferir a los palestinos”.
En 1937, David Ben-Gurion le dijo a la asamblea sionista: "En muchas partes del país no será posible establecerse sin transferir a los fellahin árabes... Con la transferencia obligatoria tendríamos una gran área de asentamiento... Apoyo la transferencia obligatoria. No veo nada inmoral en eso”.
En su libro La limpieza étnica de Palestina, Pappé examina el desarrollo de un plan maestro para la expulsión masiva de los palestinos. Oficialmente, el Gobierno israelí mantiene la afirmación de que los palestinos se convirtieron en refugiados porque sus líderes les dijeron que se fueran. "Pero", escribe, "no hubo tal llamado, es un mito creado por el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí... Lo que está claro es que la limpieza étnica de los palestinos no puede de ninguna manera justificarse como un 'castigo' por su rechazo a un plan de paz de la ONU que fue diseñado sin consultarlos".
El plan maestro de Israel, el Plan D, que se había preparado junto con el alto mando de la Haganah -la principal ala militar judía- incluía las siguientes referencias claras a los métodos que se emplearían en el proceso de limpieza de la población: "Destrucción de aldeas (prenderles fuego, volarlas y plantar minas en los escombros), especialmente en aquellos centros de población que son difíciles de controlar continuamente. Montar las operaciones de búsqueda y control de acuerdo con las siguientes pautas: rodear la aldea y realizar una búsqueda dentro de ella. En caso de resistencia, la fuerza armada debe destruirse y expulsar a la población fuera de las fronteras del Estado”.
Crimen de guerra
Pappé declara que, "Desde el punto de vista actual no hay escapatoria para definir las acciones israelíes en el asunto palestino como un crimen de guerra ... El crimen cometido por los líderes del movimiento sionista, que se convirtió en el Gobierno de Israel, fue el de limpieza étnica. Esto no es una mera retórica, sino una acusación con obligaciones políticas, legales y morales de largo alcance. La definición del crimen se aclaró después de la guerra civil de los Balcanes en los años 90: la limpieza étnica es cualquier acción de un grupo étnico destinada a expulsar a otro grupo étnico con el objetivo de transformar una región étnica mixta en una pura. Tal acción equivale a la limpieza étnica, independientemente de los medios empleados para obtenerla, desde la persuasión y las amenazas a las expulsiones y los asesinatos en masa”.
Es importante recordar, señala Pappé, que "hay judíos en Israel que han asimilado todas estas lecciones. No todos los judíos son indiferentes o ignorantes de la Nakba. Los que no lo son representan actualmente una pequeña minoría, pero que hace sentir su presencia, lo que demuestra que al menos algunos ciudadanos judíos no son sordos a los gritos, el dolor y la devastación de los asesinados, violados o heridos a lo largo de 1948".
Otros mitos confrontados por el autor incluyen: "La guerra de junio de 1967 no fue una guerra ‘de elección’", “Israel es la única democracia en el Medio Oriente"," El mito de Oslo”, “El mito de Gaza" y "La solución de dos estados es el único camino a seguir".
En el caso de la guerra de 1967, la narración aceptada es que la Israel se vio obligado a ocupar Cisjordania y la Franja de Gaza y mantenerlas bajo custodia hasta que los palestinos estuvieran preparados para hacer las paces. Muchos piensan que la guerra de 1967 fue una en la que Israel resistió el ataque y ocupó Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza en defensa propia. El hecho es que fue Israel quien lanzó el primer ataque contra Egipto en 1967. El primer ministro Menachem Begin dijo más tarde: "En junio de 1967, nuevamente tuvimos otra opción. La concentración del ejército egipcio en los accesos al Sinaí no prueba que Nasser estuviera realmente a punto de atacarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismos. Decidimos atacarlos”.
El objetivo sionista antes de 1948
En realidad, Pappé cree que "...la toma de control de Cisjordania en particular, con sus antiguas visiones bíblicas, fue un objetivo sionista incluso antes de 1948 y se ajustó a la lógica del proyecto sionista en su conjunto. Esta lógica puede resumirse como el deseo de apoderarse de la mayor cantidad posible de Palestina con el menor número posible de palestinos... Después de la ocupación, el nuevo gobernante limitó a los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza a un limbo imposible: no eran refugiados ni ciudadanos, eran, y siguen siendo, habitantes sin ciudadanía. Eran reclusos -y en muchos aspectos todavía lo son- de una gran prisión en la que no tienen derechos civiles ni humanos ni perspectivas de futuro.
Con respecto a la pretensión de Israel de ser la única "democracia" en el Medio Oriente, Pappé señala el hecho de que, incluso antes de 1967, los palestinos, que representaban el 20 % de los ciudadanos de Israel, vivían bajo un "régimen militar basado en las normas draconianas de emergencia obligatorias británicas" que negaba... cualquier derecho humano o civil básico. Los gobernadores militares locales eran los gobernantes absolutos de las vidas de estos ciudadanos: podían idear leyes especiales para ellos, destruir sus casas y sus medios de subsistencia y enviarlos a la cárcel cada vez que les daba la gana. Sólo a fines de la década de 1950 surgió una fuerte oposición judía a estos abusos, lo que finalmente alivió la presión sobre los ciudadanos palestinos.
El estado de "terror militar" bajo el cual vivieron los palestinos, señala Pappé, está "ejemplificado por la masacre de Kafr Qasim en octubre de 1956 cuando, en la víspera de la operación en el Sinaí, 49 ciudadanos palestinos fueron asesinados por el ejército israelí. Las autoridades alegaron que estaban llegando tarde a casa de los campos cuando se impuso el toque de queda en la aldea. Sin embargo esta no era la verdadera razón. Pruebas posteriores muestran que Israel había considerado seriamente la expulsión de palestinos de toda el área llamada Wadi Ara y el triángulo en el que se asentaba la aldea... Estas dos áreas... fueron anexadas a Israel bajo los términos del acuerdo de armisticio de 1949 con Jordania... El territorio adicional fue siempre bienvenido por Israel.
Ley de retorno
La Ley del Retorno de Israel otorga ciudadanía automática a cada judío del mundo, dondequiera que haya nacido. En opinión de Pappé, "esta ley... es flagrantemente antidemocrática, ya que fue acompañada por un rechazo total del derecho de retorno para los palestinos, reconocido internacionalmente por la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1948. Este rechazo prohibe a los ciudadanos palestinos de Israel reunirse con familiares inmediatos o con aquellos que fueron expulsados ​​en 1948. Negar a la gente el derecho a regresar a su patria y al mismo tiempo ofrecer el derecho a otros que no tienen ninguna conexión con la tierra es un modelo de proceso antidemocrático”.
Según muestra Pappé, otros aspectos de la vida en Israel hacen que la aseveración de "democracia" sea cuestionable. Desde 1948, los municipios palestinos han recibido muchos menos fondos que sus homólogos judíos. La comunidad palestina más próspera, la aldea de Me'ilva en la alta Galilea, está todavía peor que la ciudad más pobre de desarrollo judío en el Negev. Al mismo tiempo, más del 90 por ciento de la tierra es propiedad del Fondo Nacional Judío (JNF). Los propietarios de tierras no pueden realizar transacciones con ciudadanos no judíos y la tierra pública tiene prioridad para el uso de proyectos nacionales, lo que significa que se están construyendo nuevas colonias judías mientras apenas existen nuevos asentamientos palestinos. La mayor ciudad palestina, Nazaret, a pesar de la triplicación de su población desde 1948, no se ha expandido ni siquiera un kilómetro cuadrado.
"Imagínese", escribe Pappé, "si en el Reino Unido o en los EE.UU. los ciudadanos judíos, o los católicos en este caso, tuvieran prohibido por ley vivir en ciertos pueblos, vecindarios o ciudades enteras. ¿Cómo puede conciliarse una situación así con la noción de democracia? ... [Israel] no puede bajo ningún concepto considerarse una democracia”. Cuando se trata de palestinos que viven en los territorios ocupados declara "la humillación de millones de palestinos es una rutina diaria, la ‘única democracia en el Medio Oriente’ se comporta como una dictadura de la peor clase”.
Asesinatos y torturas ilegales
Amnistía Internacional documenta anualmente la naturaleza de la ocupación. Su informe de 2015 proporcionó esta evaluación: "En Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, las fuerzas israelíes cometieron homicidios ilegítimos de civiles palestinos, incluidos niños, y detuvieron a miles de palestinos que protestaron o se opusieron a la continuación de la ocupación militar de Israel, llevando a centenares de personas en detención administrativa. La tortura y otros malos tratos seguían siendo abundantes y se cometieron con impunidad. Las autoridades continuaron promoviendo colonias ilegales en Cisjordania y restringieron severamente la libertad de movimiento de los palestinos... Las autoridades continuaron demoliendo casas palestinas en Cisjordania y dentro de Israel, particularmente en aldeas beduinas en la región de Negev / Naqab, desalojando por la fuerza a sus residentes”
El 13 de septiembre de 1993, Israel y la OLP firmaron una declaración de principios, conocida como el Acuerdo de Oslo. Pappé sostiene que "...debemos reconocer que el proceso de Oslo no fue una búsqueda justa y equitativa de la paz, sino un compromiso acordado por un pueblo derrotado y colonizado. Como resultado, los palestinos se vieron obligados a buscar soluciones que iban contra sus intereses y pusieron en peligro su propia existencia. El mismo argumento se puede componer para los debates sobre la "solución de dos estados" que se ofreció en Oslo. Esta oferta debe verse por lo que es: partición bajo una redacción diferente. Incluso en este escenario... Israel no solo decidiría cuánto territorio iba a conceder, sino también qué sucedería en el territorio que dejó atrás”.
En los Acuerdos originales había una promesa israelí de que los tres asuntos que más preocupan a los palestinos -el destino de Jerusalén, los refugiados y las colonias judías- serían negociados cuando el período interino de cinco años llegara a un final exitoso. Este proceso, sin embargo, se estancó por el asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin en 1995, seguido de la victoria del Likud, encabezado por Benjamin Netanyahu en 1996. Netanyahu se opuso a los Acuerdos de Oslo y el proceso se detuvo.
Camp David
Más tarde, bajo Ehud Barak, la oferta final de Israel se hizo en Camp David en 2000. Israel propuso un pequeño Estado palestino con capital en Abu Dis, pero sin un importante desmantelamiento de las colonias y sin esperanzas de que regresen los refugiados. Las negociaciones colapsaron. "Después de 1995", escribe Pappé, "el impacto del Acuerdo de Oslo como un factor que arruinó a la sociedad palestina, en lugar de traer paz, quedó dolorosamente claro... el Acuerdo se convirtió en un discurso de paz que no tenía relevancia para la realidad sobre el terreno. Durante el período de las conversaciones -entre 1996 y 1999- se construyeron más colonias y se infligieron más castigos colectivos a los palestinos. Incluso si creías en la solución de dos estados en 1999, un recorrido por Cisjordania o la Franja de Gaza te habría convencido de las palabras del erudito israelí, Meron Benvenisti.
Mirando hacia el futuro, Pappé cree que la declaración de que "la solución de los dos estados es el único camino a seguir" es otro mito. Señala que, "cualquier crítica a este mito a menudo se califica de antisemitismo. Sin embargo, en muchos sentidos sucede lo contrario: existe una conexión entre el nuevo antisemitismo y el mito mismo. La solución de dos estados se basa en la idea de que un Estado judío es la mejor solución para el problema judío, es decir, los judíos deberían vivir en Palestina en vez de en cualquier otro lugar. Esta noción también está cerca de los corazones de los antisemitas. La solución de dos estados, indirectamente, debería decirse, se basa en la suposición de que Israel y el judaísmo son lo mismo. Por lo tanto, Israel insiste en que lo que hace, lo hace en nombre del judaísmo.
Lo que sucederá cuando Israel abandone la solución de dos estados sigue siendo tema de mucha especulación. Es importante para el mundo, y en particular para los judíos, entender lo que ha ocurrido en Palestina en términos históricos. Pappé lo expresa en esta perspectiva: "Después de la Segunda Guerra Mundial, se permitió que el sionismo se convirtiera en un proyecto colonialista en un momento en que el mundo civilizado rechazaba el colonialismo porque la creación de un Estado judío ofrecía a Europa, y a Alemania Occidental en particular, una salida fácil de los peores excesos de antisemitismo jamás vistos. Israel fue el primero en declarar su reconocimiento de "una nueva Alemania". A cambio recibió una gran cantidad de dinero, pero también, mucho más importante, una carta blanca para convertir a toda Palestina en Israel. El sionismo se ofreció a sí mismo como la solución al antisemitismo, pero se convirtió en la razón principal de su presencia continua.
Una solución justa
Una solución justa al dilema de Palestina, concluye Pappé, solo se logrará si dejamos de tratar las mitologías como verdades: "Palestina no estaba vacía y el pueblo judío tenía patria, Palestina fue colonizada, no 'redimida' y su gente fue desposeída en 1948, en lugar de irse voluntariamente. Los colonizados, incluso bajo la Carta de la ONU, tienen derecho a luchar por su liberación... y el final exitoso de tal lucha yace en la creación de un Estado democrático que incluya a todos sus habitantes”.
Desde que Ilan Pappé terminó su libro, Israel se ha alejado aún más de una solución de dos estados. El comité central del partido gobernante Likud, a principios de 2018, respaldó una resolución que pedía la anexión de las colonias de Cisjordania. El primer ministro Netanyahu ya no habla del establecimiento de un Estado palestino. La idea misma de que un Estado palestino llegue a existir es rechazada por el actual Gobierno de Israel.
Para comprender cómo hemos llegado a este punto y para considerar, ante los últimos acontecimientos, cómo podemos esperar un futuro más esperanzador, este importante libro de Ilan Pappé es una lectura esencial. Abandonar los mitos y enfrentar la realidad es un importante primer paso adelante.

Allan C. Brownfeld es un columnista sindicado a nivel nacional y se desempeña como editor asociado de THE LINCOLN REVIEW y editor de ISSUES. Autor de cinco libros, ha servido en el Senado de los Estados Unidos, en la Cámara de Representantes y en la Oficina de la Vicepresidencia.
Fuente: http://mondoweiss.net/2018/01/examining-myths-israel/