jueves, 31 de mayo de 2018

Comentario Evangelio según san Lucas (1,39-56):

 Evangelio según san Lucas (1,39-56):

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor
María e Isabel, dos mujeres que experimentan la acción transformadora de Dios en sus vidas y llenas de alegría cantan al Dios Liberador del Pueblo. Una anciana y una joven, dos etapas históricas. Antiguo y Nuevo Testamento, que alaban al Dios que cumple sus promesas. Las une el asombro de experimentar a Dios fiel y atento a cumplir las esperanzas de los pobres y restaurar su dignidad, especialmente de las mujeres, marginadas y excluidas dentro de la sociedad patriarcal de su época. Dos embarazadas, dos profetisas. En ambas resuena la voz del Espíritu. Isabel alaba la increíble fe de María, y María denuncia proféticamente las situaciones de desigualdad e injusticia que agobian a su pueblo y canta al Dios del Éxodo que ha decidido intervenir para restablecer el proyecto originario de igualdad. Visita gozosa, abrazos, embarazos, niños, servicio, casa, novedades familiares: son las cosas cotidianas donde se manifiesta el Dios de los pobres y pequeños, que rescata la dignidad de todos, especialmente de las mujeres, serviciales, disponibles, sencillas, que cumplen roles de decisión, entrega y profecía dentro de su plan de salvación.
Diario Bíblico 2017
Misioneros Claretianos

El papa "No supimos escuchar y reacconar a tiempo"

El papa a la víctimas de abusos sexuales en Chile: "No supimos escuchar y reaccionar a tiempo"
Publicado: 31 may 2018 17:15 GMT | Última actualización: 31 may 2018 17:59 GMT
Fue el mensaje de Francisco al pueblo chileno a través de una misiva, publicada por la Conferencia Episcopal del país austral.
El papa a la víctimas de abusos sexuales en Chile: "No supimos escuchar y reaccionar a tiempo"
El Papa Francisco en la Basílica de San Juan de Letrán en Roma, Italia, 14 de mayo de 2018.
Tony Gentile / Reuters
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"Con vergüenza debo decir que no supimos escuchar y reaccionar a tiempo", frente a los abusos de la iglesia, dijo el papa Francisco a los chilenos a través de una carta.
En la misiva, publicada por la Conferencia Episcopal de Chile, Francisco dice que el clamor de las víctimas "llegó al cielo", y que "es tiempo de escucha y discernimiento para llegar a las raices que permitieron que tales atrocidades se produjeran y perpetuasen, y asi encontrar soluciones al escándalo de los abuso".
A las víctimas de los abusos que denunciaron agradeció por su "valentía y perseverancia".
Y a los sacerdotes chilenos les instó a "generar espacios donde la cultura del abuso y del encubrimiento no sea el esquema dominante" e indicó esa cultura "es incompatible con la lógica del Evangelio ya que la salvación ofrecida por Cristo es siempre una oferta (...) Nunca es por coacción ni obligación sino por servicio".

Investigación en Osorno

La carta llega a los chilenos en medio de un proceso de reestructuración de la cúpula de la iglesia católica en Chile. En ella, el papa confirmó un nuevo viaje al país de los sacerdotes Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, quienes investigan denuncias de abuso sexual.
Estos sacerdotes irán concretamente a Osorno, donde el titular de la diócesis de esa ciudad, Juan Barros, fue acusado de encubrir los crímenes cometidos por el cura Fernando Karadima, delitos ocurridos entre 1980 y 1995.
Karadima, quien fue suspendido de por vida en el 2010 por el Vaticano tras desvelarse que abusó sexualmente de menores.

Obispos chilenos al Vaticano

Este fin de semana próximo, el papa recibirá en el Vaticano a siete sacerdotes y dos laicos chilenos, para abordar, principalmente, el silencio de la iglesia de ese país frente a los abusos sexuales de Karadima.
Entre los que asistirán están cinco víctimas de abusos sexuales de ese obispo, explica una nota de la Santa Sede, citada por Telesur.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Lucha de memes(o de educación, religión y valores)

Lucha de memes (o de educación, religión y valores)



«¿Es que hemos de tener sólo la codicia del bandido o la del ladrón? ¿Por qué no la del jardinero? ¡El gozo en el cultivo de los demás como en el cultivo de un jardín!.» (F. W. Nietzsche: Fragmentos póstumos)
Leo en el boletín diario del Observatorio del laicismo la noticia publicada por La Crónica el 16 de mayo, cuyo titular reza así: «El presidente de la UCAM (Universidad Católica de Murcia): "No vamos a permitir la barbaridad de que gays y lesbianas den charlas en colegios"». Hay que precisar, porque dicho así da la impresión de que hablen de lo que hablen los homosexuales en un centro educativo estarían vetados para hacerlo; o sea, que un gay dando una charla, pongamos por caso, sobre los beneficios de la práctica de la calistenia no sería admisible para el señor presidente de la UCAM porque es homosexual. Pero –tranquilicémonos– esto no es lo que quiere decir. Dejemos que se explique; en el mismo texto de la noticia leemos una aclaración proveniente de sus propios labios: «No tiene que venir ningún colectivo de fuera a hacer proselitismo de adoctrinamiento de lo que ellos piensen o crean; bajo ningún concepto». Acabáramos; es que vienen grupos de gais y lesbianas a lavarles el cerebro a los indefensos chiquillos para que se conviertan a la ideología LGTB –lo que quiera que sea eso– o, lo que es peor, que abandonen su natural vida sexual hetero para abrazar las antinaturales prácticas homosexuales; que las escuelas y los institutos no están para adoctrinar y hacer proselitismo, como debe de saber muy bien un católico como el señor don José Luis Mendoza, que a este nombre responde el citado. Su iglesia sí puede hacerlo –esto sí– como viene haciéndolo desde tiempo inmemorial; los profesores y profesoras de religión sí que pueden –y deben, faltaría más– adoctrinar en lo que ellos piensan y creen a los infantes y adolescentes desde su más tierna edad. Digo yo que porque esos docentes católicos no son «un colectivo que viene de fuera» y porque lo quieren los padres y la institución educativa lo consiente... Y –¡qué demonios!– porque lo que ellos enseñan es la Verdad.
Uno va curioso a la web de la asociación No te prives, el colectivo LGTB de Murcia que imparte las dichosas charlas, a ver si da con los indicios de ese diabólico plan de adoctrinamiento que se denuncia. Sin embargo, tropieza con un programa educativo dirigido, principalmente, a «sensibilizar a la sociedad ante el problema de la lgtbfobia» y a «llevar a cabo una serie de acciones tendentes a impulsar la atención de la diversidad afectivo-sexual e identidad de género y en el fomento de valores entre los jóvenes». Ni rastro de objetivos que tengan que ver con el proselitismo del estilo de «qué guay es ser homosexual». Parece razonable que, en el contexto de una educación cívica acorde con un Estado democrático como dice ser el nuestro, una asociación perfectamente legal, pueda llevar a cabo campañas de fomento de conocimiento y respeto de minorías que se hallan en riesgo de sufrir las manifestaciones de rechazo de grupos intolerantes, siempre contando con la autorización debida de las instancias institucionales correspondientes. De igual manera que una asociación gitana puede acudir a centros educativos para hablar de su realidad y atajar la instalación de prejuicios en las mentes de los jóvenes en periodo de formación. Está bien establecido por la psicología que la mejor manera de modificar las creencias negativas sobre determinado colectivos es el trato directo con personas que forman parte de los mismos.
Pero dislates aparte, lo que este hecho evidencia es la lucha de valores que hace décadas no se daba en la sociedad española dada su homogeneidad y el imperio en el ámbito moral del sistema axiológico católico que todo lo dominaba, desde la educación, pasando por la salud hasta la política por supuesto. Usando la terminología de Richard Dawkins, diremos que los tradicionales adoctrinadores, los de verdad, los que siempre han hecho del proselitismo su principal actividad sin asomo ninguno de sonrojo y que hoy en día andan necesariamente más prudentes, no tienen más remedio que competir en la arena de la educación y de los medios en los que se fragua la opinión pública por hacer que sus memes sean los que se instalen en los cerebros de la mayor cantidad de ciudadanos posible y a la edad más temprana que se les permita. Es un empeño característico de todas las religiones e ideologías (nacionalismos, particularmente) el contar con una presencia temprana en la escuela, donde el niño asimila todo lo que se le dice sin oponer resistencia crítica alguna dada su edad, la necesidad de comprender y la autoridad con la que percibe a los padres y a los maestros, a los que es normal que le una un vínculo de afecto y confianza.
El filósofo norteamericano Donald Davidson llamó «actitudes pro» a los valores considerados como actitudes positivas del agente; en ellas incluyó los valores tradicionales, los deseos, los caprichos, los fines y objetivos, las ideas morales, los principios estéticos y cualesquiera preferencias y tendencias. Toda instancia capaz de tener poder de influencia, control y/o manipulación sobre este conjunto de contenidos mentales cuenta con un resorte decisivo para orientar la conducta de los individuos. Se trata de colocarse en la mejor situación posible con el fin de instalar en los encéfalos el programa de fines ideológicamente definido de modo que resulte máximamente eficaz a la hora de que se concrete en los actos de las personas. Volviendo al concepto de meme, al igual que los genes expresan su poder a través de sus características fenotípicas, el meme (el valor, la creencia) tiene entre sus características fenotípicas esas acciones que lleva a cometer a quien lo tiene instalado en su cerebro. En este sentido hay memes más eficaces que otros por ser más fácilmente asimilables por nuestras estructuras psíquicas innatas de origen filogenético más primitivo. A este respecto la mezcla de sexualidad y religión da lugar a un cóctel altamente explosivo, es decir, de un alto efecto motivador. Seguramente nadie protestaría porque una asociación viniese a un colegio a montar un taller sobre reciclaje, a «adoctrinar» en lo relativo a hábitos de tratamiento de los residuos domésticos de acuerdo con ciertos valores ecologistas; pero, amigo, no me toques los valores asociados con el sexo y/o la religión.
El aludido presidente de la UCAM, don José Luis Mendoza, dice –según se cita en la noticia referida– que el gobierno debe respetar «el derecho de los padres a educar a sus hijos en la fe que ellos profesan»; y añade: «soy católico y no quiero que estas personas le den educación a mis hijos o nietos». ¿Debe entenderse que educar en el fomento del respeto a la diversidad afectivo-sexual de manera que se prevengan conductas de rechazo a quienes no son heterosexuales va contra los valores de la moral católica? Sólo cabe una respuesta en buena lógica y no puede ser sino inquietante. En cualquier caso, las palabras del interfecto expresan una postura muy común en la forma de entender las relaciones en las por así decir jurisdicciones educativas de la familia, por un lado, y de la escuela por otro. ¿Ésta tiene que reproducir en su ámbito los valores que cada familia quiere inculcar a sus hijos respectivos? ¡Pero esto es imposible, sobre todo en sociedades como las nuestras actuales, heterogéneas en su ineludible multiculturalidad! Y tampoco es conveniente.
Entramos en una zona plagada de fricciones entre el espacio público de la educación como institución política, es decir, de vertebración del Estado, y el espacio privado de la familia, célula social que tiende, espontáneamente, a exigir la réplica de ciertos principios morales transmitidos de padres a hijos. Platón fue consciente de la problematicidad que dimana de la convivencia de esas dos estructuras de organización social y política. Por eso, en su República eliminó el problema arrebatando los neonatos a sus progenitores pasando a ser inmediatamente responsabilidad del Estado su crianza y educación. Queda liquidado así el contencioso de jurisdicción pedagógica entre la familia y el Estado. No estoy yo por la propuesta platónica desde luego, que tiene un innegable tufo totalitario; pero tampoco comparto la manera de enfocar el asunto que representa la postura enunciada por el Señor Mendoza. ¿De verdad los padres tienen irrestricto derecho a educar a todos sus vástagos en los valores que consideren los verdaderos? ¿Aunque esa educación vaya en contra de los principios de un Estado democrático, en contra de las verdades más indiscutibles, aunque de facto conlleve el secuestro de sus tiernas mentes?
Entendemos que unos buenos padres tienen que velar por la higiene de sus hijos, pero no parece que tengamos por motivo de censura que puedan contaminar sus mentes con creencias intelectualmente dañinas cuando no provocadoras de emociones tóxicas. Porque, para colmo de males, en nuestras democracias liberales todo eso quedaría cubierto bajo el resplandeciente eslogan de que «todas las opiniones son respetables», y cada padre y madre, por tanto, tendrá derecho a inculcárselas a su prole.
En su libro El espejismo de Dios, Richard Dawkins critica esa visión de los hijos como propiedad privada de sus padres, lo que les da el derecho de nutrir sus mentes con aquellas creencias que consideren válidas, las cuales en efecto pueden entrar en contradicción con los contenidos que les son enseñados en las escuelas, con el consiguiente conflicto de jurisdicciones pedagógicas ya aludido. En su argumentación Dawkins echa mano de un fragmento del discurso del psicólogo inglés Nicholas Humphrey cogido de su conferencia de Aministía Internacional en Oxford pronunciada en 1997. Lo reproduzco a continuación, porque creo que da en el clavo:
«Los niños, sostengo, tienen el derecho humano de no ver sus mentes lisiadas por la exposición de las malas ideas de otras personas –sin importar quienes sean esas otras personas–. Los padres, por lo tanto, no tienen licencia divina para adoctrinar a sus hijos en la forma que ellos personalmente eligen: no tienen derecho a limitar el horizonte de conocimientos de sus hijos, criándolos en una atmósfera de dogma y superstición, o el derecho a insistir en que sigan los estrechos caminos de su propia fe».
Quiere decirse que, como propugna la concepción laicista de la educación, es el derecho exclusivo de los hijos decidir qué van a pensar, y no es el de sus progenitores imponérselo. Tal derecho debiera ser protegido por la escuela pública; es asunto no sujeto a discusión que esta institución tiene que proporcionar una educación en valores, los que contribuyen a mantener en buen estado la convivencia democrática de nuestras complejas y heterogéneas sociedades multiculturales en este mundo global. Otra cosa sería suicida; y si parece imposible de justificar racionalmente cuál de los sistemas de valores que compiten entre sí por ganar los nichos encefálicos de las personas que cohabitan en las comunidades políticas, podemos recurrir no obstante al laboratorio de las ciencias sociales que es la historia para constatar qué consecuencias se sigue efectivamente por actuar según qué sistemas de valores morales. Como advierte el mismo Richard Dawkins en el libro citado:
«Nuestra sociedad, incluido el sector no religioso, ha aceptado la ridícula idea de que es normal y correcto adoctrinar a niños pequeños en la religión de sus padres y colocarles etiquetas religiosas –«niño católico», «niño protestante», «niño musulmán», «niño judío», etc. –, aunque no acepta otras etiquetas comparables: no se dice niño conservador, niño liberal, niño republicano, niño demócrata. Por favor, por favor, mejoren su conciencia acerca de esto y súbanse por las paredes cuando lo escuchen. Un niño no es un niño cristiano, ni un niño musulmán, sino un niño de padres cristianos o un niño de padres musulmanes.»
Pero, eso sí, será un ciudadano que tendrá que convivir con otros ciudadanos de confesiones diversas, compartiendo un espacio político en el que todos tienen igual derecho a vivir sus vidas como ellos consideren que pueden hacerlas buenas. De aquí surgirán inevitablemente conflictos que tendrán que resolverse pacíficamente y en miras siempre al bien común. Una buena educación no puede perder de vista esa realidad ni un solo momento. De esto era muy consciente el filósofo norteamericano John Dewey cuando escribió su libro Democracia y educación, hace ya un siglo largo, como lo prueban estas palabras tomadas del mismo: «El punto a discutir en una teoría de los valores educativos es pues la unidad o integridad de la experiencia. (...), la cuestión de los valores y las normas de los valores es la cuestión moral de la organización de los intereses de la vida. (...) ¿Cómo pueden los intereses de la vida y los estudios que los refuerzan enriquecer la experiencia común de los hombres en lugar de separar a los hombres entre sí?».
No con actitudes como las del señor presidente de la Universidad Católica de Murcia, me atrevo a responder. A él y a tantos como él, padres y madres convencidos de la verdad de sus creencias y valores y de su derecho a inculcarlas en las mentes de sus vástagos, les recomiendo la lectura de un hermoso poema del autor libanés Gibran Jalil Gibran sobre los hijos que me emocionó por su belleza y lucidez cuando lo desubrí. No se me ocurre mejor cierre para este modesto artículo que esta selección de sus estrofas:

Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues
ellos tienen sus propios pensamientos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Evangelio según san Marcos (10, 32-45):

Evangelio según san Marcos (10, 32-45):
EN aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados.
Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.»
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.»
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
Palabra del Señor

1.   Lo más fuerte, que queda patente en este relato, es el contraste entre la conducta de Jesús y la conducta de sus discípulos. Jesús va de prisa al fracaso y a la muerte. A los discípulos, mientras tanto, y estando así las cosas, lo que les interesa y les preocupa es subir, asegurarse que ellos van a estar los primeros, que serán los más importantes, para tener poder y mandar sobre los demás. No puede ser mera casualidad que Marcos haya organizado así el relato, uniendo la prisa de Jesús por llegar a la pasión, que le espera en Jerusalén, y la prisa de los discípulos por tener seguros un futuro de honor, poder y mando. Este contraste brutal, indignante, escandaloso, está en el centro del Evangelio. Es el centro del Evangelio. Este Evangelio en el que conocemos, por medio de relatos breves, la “ontología” de Dios en la “ética” de Jesús.
2.   En la lectura y estudio de los evangelios, tenemos el peligro de que el árbol nos tape el bosque. Analizamos cada palabra, cada frase, cada giro gramatical. Discutimos cada detalle, le damos la razón a un autor, se la quitamos a otro. Y, al final, nos quedamos sin saber dónde y en qué está el fondo del asunto y la enseñanza capital que Jesús nos dejó en cada relato y, sobre todo, en el conjunto del Evangelio. Aquí, la cosa está clara: si Jesús es el que nos revela a Dios, el que nos da a conocer quién es Dios y cómo es Dios, lo que este relato nos dice es que Dios no es ni está en el poder y la gloria, sino en aquello y aquellos que el orden de este mundo excluye: en lo débil, lo pobre, lo injustamente tratado, lo simplemente humano. Ahí y así es dónde cómo encontramos a Dios, el Dios que nos reveló Jesús.
3.   Pues bien, siendo esto tan central y decisivo, la Iglesia –en muchos de sus dirigentes- ha tomado el camino de los Apóstoles y ha abandonado el camino que llevó a Jesús a la Pasión y a la muerte. Así las cosas, quienes leemos y queremos creer en el Evangelio no podemos seguir con los brazos cruzados. Si nos callamos o nos quedamos como estamos, nos hacemos cómplices del sufrimiento de las víctimas.
José M. Castillo
La Religión de Jesús

lunes, 28 de mayo de 2018

Maniqueísmo Islámico

Maniqueísmo islámico

La Voz del Sur


Aunque el maniqueísmo casaría mejor con el zoroastrismo o el zurvanismo, por no hablar de la religión histórica del mismo nombre, hoy se emplea preferentemente para impregnar cualquier consideración sobre el islam. El islam es bueno o es malo, es violento o es pacifista, es bárbaro o es una de las grandes civilizaciones, se expandió por la espada o por la palabra, ha empoderado a las mujeres o las reprime, está en su momento culmen o lo estuvo hace centurias. No se deja abierta la posibilidad de que ambas cosas sean ciertas, o de que ninguna lo sea. Por alguna razón (a menudo muy concreta) hay que tomar partido.
Este maniqueísmo se infiltra hasta en el lenguaje. Para muchos, el terrorismo islámico no existe: o es terrorismo o es islámico. Las dos cantinelas nos son conocidas: unos dicen que se trata de terrorismo a secas, que “el terror no tiene religión”; otros, que como el islam es violento por naturaleza, los llamados terroristas simplemente practican su islam. Lo dicho: o terrorismo o islam. La mera idea de que hay terroristas que lo son por ser musulmanes, y que sin embargo los demás musulmanes no son terroristas, parece demasiado compleja y enrevesada para ambas posturas.En teoría, un diagnóstico busca identificar la causa de un percibido problema para poder resolverlo. Todos sabemos, sin embargo, que en la vida real descubrir la causa de un problema suele importar menos que proyectar nuestras fantasías, benignas o malignas, sobre él. Creo que ésta es la causa del referido maniqueísmo; de todos los maniqueísmos, de hecho. Y tan maniqueo es pensar que hablar de terrorismo islámico supone llamar terroristas a todos los musulmanes como pensar que hablar de islam supone hablar de terrorismo.
Es justo reconocer que existen ideologías que son a la vez terroristas e islámicas, y justifican el islam en el terrorismo y el terrorismo en el islam. Independientemente de que sean fruto de una radicalización del islam o —como sugiere Olivier Roy— de una islamización de la radicalidad, el caso es que se las avían para armonizar ambos polos. No son la ideología de Mahoma, o de Alí, o de Harun al-Rashid: son ideologías del siglo XXI, por la sencilla razón de que ninguna ideología que exista fuera de los libros se priva de serlo. Como todas las ideologías no extintas, se inspiran en y responden a problemáticas, ideas y situaciones del siglo XXI, no del Califato Omeya, ni de la Bagdad de Las mil y una noches, ni siquiera de la Guerra Fría (salvo quizás por algunos chiflados en Afganistán).Estas ideologías islámicas del siglo XXI que inspiran actos terroristas son minoritarias en el conjunto del mundo musulmán, pero con lo que sabemos hasta ahora podemos empezar a percibirlas. Y al estudiar cómo y por qué relacionan el islam con la violencia podremos saber también qué pasos se pueden evitar. Desgraciadamente, para los dos extremos de nuestro debate maniqueo estas ideologías prácticamente no existen: como para unos son simple “terrorismo” y para los otros son simple “islam”, son incapaces de identificarlas antes de que les exploten en las manos.

Fuente original: https://www.lavozdelsur.es/maniqueismo-islamico/

lunes, 21 de mayo de 2018

Trump, el Mesías del sionismo cristiano.

Trump, el Mesías del sionismo cristiano



«El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de mando de entre sus piernas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia». (Génesis 49:10)

La noticia es que Trump anuncia que Estados Unidos abandona el pacto nuclear con Irán, restableciendo las sanciones económicas contra la república islámica. Fue uno de los mensajes promesa de su campaña, lanzado en 2016 en la convención anual de AIPAC (Comité de asuntos públicos EEUU-Israel) donde dijo: «Cuando sea presidente, los días en que los israelíes son tratados como ciudadanos de segunda clase habrán terminado (...) Os prometo que desmantelaré ese acuerdo». Nunca ha disimulado su postura proisraelí –a finales del año pasado reconoció a Jerusalén como capital de Israel– llegando a afirmar que no hay una «equivalencia moral» entre los israelíes y los palestinos, por lo que no concibe un proceso de paz en igualdad. No es de extrañar, pues, que la administración Trump diera en seguida por cierto el supuesto «plan secreto nuclear» iraní que el presidente Netanyahu denunció en comparecencia del pasado 30 de abril aportando pruebas cuando menos discutibles y, en ningún caso, capaces de demostrar su denuncia.
Ese compromiso moral del Presidente de los EEUU tiene un fundamento religioso que se halla inscrito en el imaginario colectivo de una parte significativa de la ciudadanía estadounidense. Cuando hablamos de aquello que conforma la identidad de una comunidad de individuos que se reconoce como nación no hay que perder de vista que en su núcleo siempre se halla el mito. Como animales mitogenéticos que somos por naturaleza, la creencia en una genealogía que nos conecta con un origen que certifica nuestra superioridad moral es esencial para mantener inquebrantable la fe en un destino común que trasciende nuestra contingente existencia de seres mortales (léase a este respecto mi ensayo titulado Esbozo del delirio nacionalistapublicado en Claves de razón práctica, nº 257). Seguramente sea el más ancestral –por efectivo– autoengaño colectivo. Religiones y nacionalismos compiten entre sí para ver cuál de sus múltiples y diversas versiones promete un más dichoso paraíso a cambio de un más heroico repertorio de luchas y sacrificios (desde la muerte, pasando por la prisión hasta el exilio). Todas ellas contribuyen a la generación y mantenimiento de un clima ético que convierte en algo natural la asimetría moral entre un nosotros, siempre los merecedores de lo mejor, y un ellos, de los que siempre habrá que desconfiar.
¿Qué mito convierte la decisión de Trump con respecto a Irán en algo moralmente justificable ante sus votantes? Todos sabemos que Israel no podría tratar a sus vecinos como lo hace sin el apoyo incondicional de la superpotencia mundial; pero ¿qué fondo creencial sustenta ese apoyo más allá del derecho internacional y de los intereses geoestratégicos? En su libro La insensatez de los necios el profesor Robert Trivers señala al sionismo cristiano, un movimiento activo en los Estados Unidos de Norteamérica ya en 1810, antes de que naciera el sionismo judío en la década de 1880. Como tantos rasgos constitutivos de la idiosincrasia norteamericana tiene su origen en la Europa del siglo XVI. «Se trata de un movimiento –nos explica Trivers– que ha sufrido diversas mutaciones pero su puntal es la Biblia y una historia compartida de expansión y limpieza étnica sacralizada como la voluntad de Dios». El escritor Hermann Melville lo sintetizó en unas frases que expresan una creencia que a buen seguro se trasluce en la conducta histórica de su patria: «El pueblo estadounidense es especial, es el pueblo elegido: el Israel de nuestra época; somos los depositarios del arca de las libertades del mundo».
El vínculo sagrado entre Israel y Norteamérica es la Biblia, claro está, texto en el que se celebra el genocidio de pueblos vecinos, se anima a la ocupación de nuevas tierras; todo lo cual se justifica moralmente mediante la evidencia de la superioridad racial de los ocupantes. No hace falta decir que todo esto ya valió a los pioneros norteamericanos para perpetrar el genocidio indoamericano. En fin, un credo compartido, que se basa nada menos que en la palabra de Dios, que elimina toda razón de censura a lo que ahora los israelíes ejecutan en suelo palestino.
Fue en 1891 cuando cuatrocientas personas firmaron una petición elevada luego al presidente norteamericano Benjamin Harrison para que ejerciera su influencia a fin de que el Imperio Otomano devolviese Palestina a los judíos. Los firmantes eran todos cristianos; todos integrantes de las élites política, periodística, económica y clerical, deseando devolver la tierra prometida al pueblo que perdió su condición de elegido por Dios, pues no supo reconocer en su momento al verdadero Mesías. Aquí cabría llamar la atención sobre una cierta ambigüedad del sionismo cristiano en la motivación de su interés por el retorno del pueblo hebreo a su cuna bíblica, ya que para sus seguidores siempre fue deseable tener la menor cantidad de judíos a su alrededor. En ello incide el filósofo Sam Harris desde la perspectiva actual en su libro El fin de la fe cuando dice: «La política estadounidense en Oriente Medio se ha visto mediatizada durante muchos años por los intereses que tienen los cristianos fundamentalistas en el futuro de un estado judío. El "apoyo a Israel" cristiano es, de hecho, un ejemplo de cinismo religioso en nuestro discurso político, tan trascendental como casi invisible. Los fundamentalistas cristianos apoyan a Israel porque creen que la consolidación del poder judío en Tierra Santa –concretamente, la reconstrucción del templo de Salomón– propiciará la segunda venida de Jesucristo y con ella la destrucción final de los judíos».
Justamente ahora en mayo de este año se cumple setenta años de la declaración unilateral del Estado de Israel, lo que supuso la burla del plan inicialmente aprobado por la ONU para la partición de Palestina. A partir de aquí se inicia el conflicto palestino-israelí y décadas de guerra y actos terroristas, todo ello acompañado de un proceso de limpieza étnica que ha permitido a los israelíes la conformación de un Estado en gran medida homogéneo, con un territorio 50% más grande que el previsto en un principio por el organismo internacional. Pues bien, la creación de este país al margen del consenso y casi que del sentido común fue tomada como empeño personal por un sionista cristiano, el presidente estadounidense Harry Truman. Él fue quien, después de la Segunda Guerra Mundial, en contra del criterio de su propio Departamento de Estado y en contra de la potencia colonial de la zona, Gran Bretaña –que también contribuyó al desbarajuste inicial–, trabajó incansablemente para lograr la creación del Estado de Israel. Tenía que cumplirse la palabra de la Biblia, supuesto que del texto sagrado no cabía según Truman interpretación que no fuese la literal, y el Antiguo Testamento decía que los judíos debían estar en Israel.
Esa preocupación por Israel constituye una seña de identidad de la política internacional de EEUU. En su libro El futuro es un pais extraño, Josep Fontana denomina el tema de Irán con estas palabras: «un proyecto de guerra para el futuro». En él destaca la ciberguerra emprendida por Estados Unidos e Israel, conocida como «Olympic Games», «que empleaba un virus, Stuxnet, capaz de interferir en las centrifugadoras empleadas para el enriquecimiento de uranio, y de destruirlas en la práctica». Sin embargo, el antiguo secretario de Defensa Robert Gates considera que una guerra con Irán «sería una catástrofe», mientras que no son muchos los que se dan cuenta de la irracionalidad que supone considerar que un arma nuclear iraní, desarrollada para defender al régimen de un ataque exterior, se deba tomar como una amenaza mundial. Como dijo Ahmadinejad: «¿Quién sería tan insensato como para combatir contra 5000 bombas norteamericanas con una sola bomba?». Pero Israel se siente amenazado.
El sionismo cristiano es parte constitutiva de la concepción teológica de la historia que para Georges Corm convierte a Occidente en una «mitideología», según defiende en su brillante ensayo titulado Europa y el mito de Occidente. Dentro de esta concepción, que dota de una ilusoria identidad homogénea a la civilización que tuvo su cuna en las antiguas Grecia y Roma, el Estado de Israel es un esqueje de esa civilización moderna e ilustrada injertado en medio de un entorno islamofascista, la única democracia consolidada de la región según la aparente percepción de los líderes del antaño autoproclamado «mundo libre». Como advierte el profesor Corm, muy atinadamente a mi modesto entender: «A pesar de la vitalidad del pensamiento crítico, moral, ético y político tanto en Europa como en Estados Unidos, el mundo de los responsables políticos a ambos lados del Atlántico parece afectado de autismo, tanto más narcisista y arrogante cuanto que el pensamiento está aquí afectado de anemia y de entropía, lo que engendra esta retórica a la vez vacía, obsesiva y agresiva. Por ello la paz del mundo nunca ha sido de nuevo más frágil». Esperemos que estas palabras, que fueron escritas un par de años antes del advenimiento de Trump y que expresan un temor fundamentado, tengan que ser matizadas si se confirman esos indicios de rebelión de Europa ante el amigo americano con respecto a la ruptura del acuerdo con Irán.
Con la decisión del presidente estadounidense se ha dado un paso más en la senda histórica de irracionalidad aquí expuesta. Ahora el sionismo cristiano tiene su Mesías posmoderno, un magnate de la globalización económica que en su fulgurante carrera política utiliza como combustible los más añejos prejuicios tribales. Los designios del Señor son siempre inescrutables.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

jueves, 17 de mayo de 2018

El exitoso soft power israelí, de los evangélicos a los LGBTI

El exitoso soft power israelí, de los evangélicos a los LGBTI

La Vanguardia Digital


La victoria de Netta Barzilai en el festival Eurovisión 2018 fue considerada por el premier israelí Benjamin Netanyahu una “bendición sobre Jerusalén” (con este resultado, además, el certamen va a ser organizado el año próximo en esa ciudad). Y en las calles, se celebró como una victoria mundialista. El contexto es especial: los festejos por los 70 años del Estado de Israel –según el calendario gregoriano– coinciden con la polémica mudanza de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, lo que violenta el statu quo internacional respecto de esta ciudad dividida, llena de sitios sagrados y atravesada por las cicatrices vivas de la guerra de 1967.Los carteles que agradecían a Trump por “hacer grande a Israel” –parafraseando a Make America Great Again– junto a la presencia de la hija y el yerno del presidente norteamericano dejaron en claro la cercanía entre los gobiernos de Donald Trump y Netanyahu en medio de la escalada entre Tel Aviv y Teherán en el escenario de guerra sirio. El jefe de Estado israelí expresa una extrema derecha, en versión local, con un ministro de Defensa como Avigdor Lieberman, caracterizado en una columna en El País, como un “racista pragmático”. Es más, hoy uno de los aliados europeos de Israel es el húngaro antisemita y xenófobo Viktor Orbán, recientemente reelecto y embarcado en una campaña contra George Soros que replica al milímetro los tópicos antisemitas de los años 30. Recientemente, en su llamado a una alianza mundial contra la inmigración, Orban –quien ya había bregado por una contrarrevolución cultural en Europa– dijo que República Checa, Polonia, Croacia y Austria “viraron hacia posiciones patrióticas”. Al respecto, una columna en el Jerusalem Post se preguntaba: ¿Orban es un amigo o un enemigo? Algo más complejo en el tablero regional es el acercamiento Netanyahu-Putin: Rusia e Israel mantienen relaciones cercanas pese a que el Kremlin es aliado de los principales enemigos de Israel, recuerda una columna en El Periódico de Cataluña. “La sucinta reacción de Moscú a la reciente acción militar israelí en Siria, llamando a la negociación y evitando cualquier palabra que pudiera interpretarse como una condena, contrasta con la agresividad verbal desplegada por los principales portavoces rusos tras el ataque estadounidense, británico y francés hace solo unas semanas”. “Rusia e Israel pueden enorgullecerse del elevado nivel de nuestras relaciones, cooperación fructífera y contactos de negocios de gran alcance” dijo Putin en 2016. ¿Iliberales del mundo, uníos? Sí, pero no solo eso.
Hungría, Austria –gobernada por un millennial de extrema derecha– y República Checa asistieron a los festejos por el cambio de embajada, en medio de una represión que provocó decenas de muertos; aunque algunos de ellos aclararon que eso no significa que trasladarán sus embajadas. Fue el “polémico” hijo veinteañero de Netanyahu quien en una oportunidad tuiteó, hablando de Estados Unidos, que teme más a los “matones de izquierda” que a la “escoria nazi”. Mientras que los nazis (supremacistas blancos) serían cosas del pasado, los movimientos como Black Lives Matter (las vidas negras importan) o diversas organizaciones “antifascistas” norteamericanos “son cada vez más fuertes” señaló. La misma actitud asumió la Liga de Defensa Judía –un grupo violento de extrema derecha– en la manifestación contra el antisemitismo organizada en Francia en marzo pasado tras el asesinato de la anciana Mireille Knoll, sobreviviente del Holocausto. Mientras que agredieron verbalmente al dirigente de izquierda Jean-Luc Mélenchon, “protegieron” a la líder de la extrema derecha Marine Le Pen, mientras ambos eran expulsados de la marcha, en el marco de un debate, tanto dentro como fuera de la comunidad judía, sobre las dimensiones actuales del antisemitismo en Francia.
Frente a las críticas por sus posiciones crecientemente derechistas, Israel desarrolló un poderoso soft power que abarca a dos grupos opuestos: la población LGBTI y los evangélicos. Sobre cómo la política gay friendly del gobierno israelí –particularmente del ejército– sirvió para un cambio de imagen y una “puesta en valor” de la marca Israel, resulta particularmente revelador el libro del periodista y activista gay judío Jean Stern, Mirage gay à Tel Aviv [Espejismo gay en Tel Aviv]. Se trata de un caso muy exitoso de pinkwashing que contribuye a potenciar la imagen de democracia, progreso y modernidad que Israel busca proyectar frente al atraso de sus vecinos árabes pero también frente a los retrocesos democráticos internos en la era Netanyahu-Lieberman. E incluso sirve a los efectos propagandísticos de un ejército que, mientras comete violaciones de derechos humanos contra los palestinos, en una clave colonial y segregacionista, es una de las fuerzas armadas más inclusivas del mundo hacia las minorías sexuales.
Todo esto generó un éxito del turismo gay a Tel Aviv –con su imagen de sea, sex and fun– al tiempo que –escribe Stern– las viejas rutas sexuales en busca de “orientalismo” otrora dirigidas hacia Marruecos y otros destinos árabes, hoy más riesgosos por el auge islamista, se redirigieron hacia Tel Aviv. Pero lo que muestra Stern es que este “espejismo” fue producto de una política de Estado –tanto del nacional como del local de Tel Aviv– con mucho dinero puesto en marketing (en ocasión de Eurovisión también fue explotada esta faceta gay friendly de Israel, incluso en la red Grindr) y en viajes de diversos referentes LGBTI invitados para diversos eventos. Es el temor a la amenaza islamica –a veces real, a veces imaginaria y teñida de islamofobia patológica– que acercó a parte de la población gay europea a la extrema derecha, como el Frente Nacional en Francia, Alternativa para Alemania, que a su vez se volvieron más abiertas a la diversidad sexual. Y es la lucha contra el islam lo que termina construyendo puentes entre Le Pen y Netanyahu… pero como vimos, también con Putin. “Rusia e Israel tienen el mismo enemigo; el terrorismo islámico, sin peros ni condicionantes” dijo el comentarista progubernamental ruso Nikolay Pakhómov.
Pero, al mismo tiempo, la marca Israel resulta muy atractiva en el mundo evangélico –en expansión en América Latina– que ve en el Israel actual a el Israel bíblico, lo que termina construyendo puentes a priori impensados entre grupos militantes contra la denominada “ideología de género” y el país que hace de la apertura gay-friendly su marca de fábrica (aunque por supuesto, lo que ocurre en las playas y los bulevares de Tel Aviv, vidriera del Israel “moderna” hacia el mundo, es anatemizado en muchos barrios de Jerusalén y otras ciudades donde domina une población religiosa conservadora y ultraconservadora en auge). El propio Netanyahu lo dijo en EEUU en 2017 frente a la Christians United: “Los cristianos evangélicos son los mejores amigos de Israel”. Y es común ver pastores evangélicos latinoamericanos con banderas de Israel. “Es una lucha de civilizaciones. Es una lucha de sociedades libres contra las fuerzas del Islam militante”, dijo Netanyahu. “Quieren conquistar Oriente Medio, quieren destruir el Estado de Israel, y luego quieren conquistar el mundo”. Son estas vías del evangelismo popular las que explican el éxito de la curiosa canción “En tus tierras bailaré (Israel)”, protagonizada –“juntas por primera vez”– por figuras de la cumbia “chicha” como la Tigresa del Oriente, Delfín Quihspe y Wendy Sulca. Y son numerosas las agencias de viajes que hace turismo evangélico a Israel, en el que se mezcla la Tierra santa con el actual Estado.
A menudo surgen voces que denuncian que las críticas a la política oficial israelí encubren viejas o nuevas formas de antisemitismo, incluso entre la izquierda. Eso puede existir, especialmente entre estos izquierdistas que añoran el estalinismo y ven en el asesino Bashar al Assad un baluarte de la lucha antiimperialista. Cuando ocurre, hay que denunciar los casos concretos, pero sin generalizar o estigmatizar sin pruebas a grupos enteros. La propaganda de la derecha sionista pretende ver a “nuevos antisemitas” por todos lados, excepto, curiosamente, en las filas de sus amigos de extrema derecha europeos o estadounidenses obsesionados con Soros y el “mundialismo apátrida”.
Pero la realidad es que hace unos años que el establishment de seguridad israelí ha identificado como la más grande amenaza para la legitimidad de Israel a los jóvenes judíos estadounidenses educados (los mismos que votaron masivamente por el socialista judío Bernie Sanders), futuros miembros de las élites estadounidenses y cada vez más disgustados por la radicalización sin pudor de la política colonialista y segregacionista israelí y la derechización extrema de la sociedad. Cuando incluso paladines del liberalismo antipopulista latinoamericano como Mario Vargas Llosa se unen a estas denuncias de la dupla Netanyahu-Trump y del nuevo (des)orden global regresivo que quieren poner en pie, el chantaje espurio al supuesto antisemitismo de cualquier crítica a Israel cae por el peso de su propia deshonestidad.

Fuente original: http://www.lavanguardiadigital.com.ar/index.php/2018/05/14/el-exitoso-soft-power-israeli-de-los-evangelicos-a-los-lgbti/

lunes, 14 de mayo de 2018

Israel y el Sionismo La culpa es de Moisés

Israel y el Sionismo
La culpa es de Moisés

Hispan TV


La casta política israelí destaca, no sólo por la férrea defensa del sionismo, el mantener la ocupación de Palestina e incluso anexar dichos territorios, la enemistad contra sus vecinos y la alianza tejida con Washington, para servir de punta de lanza de los intereses de ese país y sus socios occidentales en Oriente Medio. Sobresale también por una visión del mundo rayana en el delirio.Uno de esos trastornados es Avigdor Lieberman, Ministro de Asuntos Militares. Un político de origen moldavo que reside en el asentamiento de Nokdim – al sur de Bayt Lahm – en la Cisjordania ocupada y que sobresale por sus llamados a asesinar a todo aquel que combata al régimen ocupante israelí bajo la acusación de ser terroristas. Este ex portero de una discoteca en su ciudad natal de Chisináu, aspirante a poeta, perito hidraulico, suele aparecer en los medios de comunicación con declaraciones polémicas, violentas, descalificadoras, pero también surrealistas, que van desde la ofensa a todo aquel que no mire el mundo como lo ve un sionista, las amenazas de muerte al pueblo palestino o simplemente asignar la culpa de la actual situación de su sociedad a Moisés. 
Lieberman aspira a un barrio europeo
¡Sí! Para este político considerado dentro del top five de los ministros más extremistas del gabinete de Benjamín Netanyahu, uno de los más importantes profetas de las tres principales religiones monoteístas como es Moisés, resulta ser el culpable de los actuales “males” que aquejan a Israel. Efectivamente, el día 3 de mayo del 2018 Lieberman expresó lo que suele sostener, en forma crónica, un representante de una ideología y un pueblo que se ha tragado el cuento de considerarse “elegido” y superior a otros pueblos. Avigdor Lieberman sostuvo, en una entrevista ante el medio ruso Kommensant, que la responsabilidad del poco éxito de la entidad sionista en sus relaciones vecinales era producto de su situación geográfica y en ese plano había que asignarle entonces, la culpa de todo lo que tal condición conlleva, al profeta Moisés. Lieberman apunta, lea bien, al error estratégico que habría cometido Moisés al haber llevado al pueblo judío desde Egipto a Palestina, en lugar de haber tomado la ruta norte y haber dirigido su pasos a las fronteras de la actual Italia y Suiza.
Lieberman desea tener vecinos occidentales, tal vez porque añora una cercanía geográfica a la Europa Oriental y las tierras del Kaganato Jázaro, origen de aquellos que ocupan hoy la Palestina histórica y pretenden hacerle creer al mundo que tienen una génesis semita. Lieberman, como aquellos racistas que desprecian a quienes son diferentes, declara que Oriente Medio no sólo es un error estratégico, sino que es una tierra que no los merece. Ahora bien, en estricto rigor, Lieberman estaría cometiendo una herejía, que merecería la condena del Consejo Rabínico, pues al asignar la responsabilidad de llegar a Palestina y no a Suiza a un error estratégico de Moisés, lo que está diciendo de fondo es que el autor de este traspié mayúsculo fue su dios Jehová y las indicaciones geográficas erróneas que le habría dado a este profeta.
Para Lieberman el exculpar a Israel y el sionismo de las decisiones tomadas y responsabilizar de todo a un Profeta raya en una patología delirante. Implica no asumir la responsabilidad ante los crímenes cometidos contra el pueblo palestino, la destrucción de aldeas y cultivos, la demolición de viviendas. La construcción de un Muro de segregación, la instalación de un sistema de apartheid, el asesinato selectivo, la represión a toda manifestación palestina por su autodeterminación. La construcción de asentamientos en territorio ocupado instalando allí a colonos judíos extremistas traídos de diversas partes del mundo. Ello representa una cobardía en grado sumo pues reivindica mitos que avalan una política de ocupación.
“No escogimos a nuestros vecinos, pero en general, no tenemos ninguna suerte con ellos. Creo que el error estratégico de Moisés fue el haber guiado a los israelitas - descendientes del profeta Jacob - hacia el Oriente Medio y no a las fronteras de Italia y Suiza”. Las palabras de Lieberman, si Moisés no hubiera cometido tal “error estratégico”, hubiesen generado, posiblemente, una situación de alivio en Oriente Medio. Esto, pues no sería realidad la presencia de una entidad, que desde el comienzo del proceso de colonización de Palestina, desde fines del siglo XIX hasta el año 1948 cuando se instaura el régimen sionista y desde ese año hasta nuestros días, no ha hecho otra cosa que generar inestabilidad, muerte y dolor en tierras del Levante Mediterráneo.
En la política ficción surge la interrogante: ¿Cuál habría sido la opinión de italianos y suizos ante la posibilidad de haber tenido el sionismo en el límite de sus fronteras? Tal vez, como latinos y germanos (base racial de estos países europeos) tampoco son parte del “pueblo elegido” encontraríamos un ambiente cargado de racismo, segregación, construcción de un muro paralelo a los Alpes e incluso la posibilidad de ocupar tierras que tendrían el sello mítico de “tierras prometidas”. Pues todo vale para ese objetivo ilusorio que se ha vendido al mundo de “un pueblo sin tierra”. Anhelando, hipotéticamente, por cierto, un territorio que abarcara desde el Lago Constanza hasta Lampedusa quedando por resolver qué país debería haber sido parte de un proceso de partición mediante una resolución de la ONU tras la Segunda Guerra Mundial que les permitiera tener fronteras con Italia y Suiza: ¿Austria, Francia, Alemania?
En el delirio de Lieberman no resultaría extraño que el día de mañana nombre a Charles Darwin y su responsabilidad en no haber dado una buena opinión sobre la Patagonia para haber trasladado allí a los colonos judíos europeos, que en lugar de instalarse en tierras australes e incluso en Uganda – ambas zonas tomadas en consideración por la Organización Sionista Mundial a fines del Siglo XIX en su Primer Congreso Mundial Sionista celebrado en Basilea, Suiza- y posteriormente la Declaración Balfour, para generar un proceso de colonización – terminaron viajando en oleadas invasoras a Palestina, con todo el resultado que tal política colonial ha generado.
En un artículo anterior sostuve que “Resulta indiscutible, por más que la Hasbara (propaganda sionista) lo presente como un documento jurídico, que Gran Bretaña y la Declaración Balfour no tenía autoridad política, legal ni moral para hacer promesas de entrega o compartir objetivos coloniales de una ideología que no conocía Palestina más que por mapas, como lo demuestra el hecho que las discusiones para encontrar “un hogar nacional judío” dividían las opciones entre la Patagonia sudamericana, Uganda y el levante mediterráneo. Cuestión que obligó a los ideólogos del sionismo a buscar las razones, líneas centrales y ejes discursivos que le permitieran sostener con algo de solidez que Palestina era el destino final”
El lobo con piel de cordero
Para el sionismo y la cobardía esencial que compone esta ideología, son los otros los culpables de las conductas llevadas a cabo para defender la usurpación de tierras y su política colonialista, racista y criminal. Si hay muertos en la Franja de Gaza es porque los manifestantes palestinos se acercaron a la frontera artificial construida por el ocupante sionista. Disparan a matar porque piedras y gritos pueden afectar la seguridad de soldados armados hasta los dientes y dotados de armas, tanques, drones, aviones y un bloqueo total contra el pueblo gazetí. Si construyen un Muro de segregación, su hasbara los denomina “valla de seguridad” construido más allá de la línea verde establecida el año 1967, atravesando aldeas, pueblos y campos de cultivo palestinos, aislando familias, robando palmo a palmo las tierras de Palestina. Sometiéndolos al abuso permanente, al tratamiento como animales, a la violación diaria de sus derechos como seres humanos.
Las declaraciones de Lieberman, generalmente extremistas y salidas de tono, son la muestra elocuente de lo peligroso que es el sionismo y sobre todo el gabinete de Benjamín Netanyahu, que ha reunido en el seno de su gobierno a lo más granado del extremismo. A Lieberman hay que sumar a Ayelet Shaked, Ministra de Justicia, y que se destaca por sus llamado a asesinar a los hijos de las mujeres palestinas, en apologías criminales, que suele generar elogios en una sociedad mayoritariamente perversa: “Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podría atentar. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos”; sobre las mujeres palestinas, esta mujer sionista declaró: "Deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes".
O personajes peculiares como el Ministro de Energía, Yuval Steinizt, que fuera de cualquier ámbito de sus competencias amenaza con asesinar al presidente Sirio, Bashar al Asad y poner fin al gobierno de ese país si este no pone fin a sus relaciones con Irán. Resulta extraño, en el resto del planeta leer este tipo de declaraciones de personajes ue deberían estar inmersos en realizar una buena labor dentro del ámbito tecnócrata, en lugar de hacer llamado al magnicidios pero…la culpa parece estar más allá de ellos. Tal vez el mismo Moisés o surja algún otro Profeta al ruedo.
Sumemos al Ministro de Educación Naftali Bennett, quien como Comandante del ejército israelí orientó el bombardeo, en abril del año 1996, en el marco de la operación militar “Uvas de la ira” de un Campo de refugiados en el sur de El Líbano a cargo de la ONU y que generó cientos de víctimas: La denominada Masacre de Qana. Bennett es considerado uno de los ministros más extremistas en el gabinete de los lobos sionistas. “Yo quiero una paz derechista que no se consiga mediante concesiones territoriales sino quiero una paz que se consiga mediante la fuerza”, son ideas frecuentes en sus alocuciones. Del mismo modo ha reiterado su apoyo a las políticas de Israel y alabado la construcción de más asentamientos en los territorios palestinos ocupados. Haciendo llamados, igualmente, a la eliminación física de cualquier palestino que se exprese contra esta ocupación. “Nuestra estrategia contra la escalada de violencia en Cisjordania y Jerusalén (Al-Quds) se asienta en dos pilares fundamentales: primero, matar a los atacantes palestinos y, segundo, destruir sus viviendas", declaró Bennett en una entrevista concedida a la televisión israelí.
Cada declaración de estos políticos sionistas, con diarias, crónicas y violentas exaltaciones efectuadas en torno a su política en Oriente Medio, demuestran que el delirio, la perversidad y los llamados enloquecidos para asesinar al pueblo palestino, desestabilizar gobiernos vecinos, usurpar todo lo que se pueda en aras de sus mitos fundacionales, no tiene nada que ver con errores estratégicos asignados a un profeta. Son lisa y llanamente el ideario político, ideológico y conductual de un régimen genocida.
Sus aparentes llamados al respeto al derecho internacional o derramar lágrimas cuando alguien se atreve a cuestionar los hechos de la segunda guerra mundial como sucedió con el Presidente de la ANP, que finalmente tuvo que disculparse, muestra a un régimen de lobos vestidos con piel de cordero y no precisamente camino al sacrificio. No puede haber disculpas con quien se ha convertido en el victimario del pueblo palestino. Las disculpas, la reparación ante tanto crimen, el abandono de las tierras usurpadas, deben venir desde aquellos que se han convertido en una de las entidades más criminales de la historia de la humanidad, comparable al nacionalsocialismo. Más aún cuando este próximo 14 de mayo se conmemora la Nakba que desencadenó un proceso de crímenes, violencia, usurpación y violación de los derechos humanos de millones de palestinos.
Debemos tener muy presente, respecto al sionismo, que no se trata de haber efectuado una travesía conquistadora de la mano del Profeta Moisés, a un hipotético territorio que limitara con la actual Suiza e Italia. E incluso haber pensado en trasladar sus bártulos a Uganda o la Patagonia, es simplemente una ideología criminal que busca argumentos, excusas, apoyos y alianza, para seguir usurpando territorios, sometiendo a la población palestina, agrediendo a Siria, El Líbano y servir a los intereses hegemónicos de sus aliados occidentales, signados por el lobby sionista allí donde su nefasta influencia se deja sentir. 

 
https://www.hispantv.com/noticias/opinion/376554/israel-sionismo-moises-netanyahu-extremistas
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.