lunes, 30 de marzo de 2020

Sepulcros blanqueados o cómo morir de hambre con 13.200 millones de dólares

Sepulcros blanqueados o cómo morir de hambre con 13.200 millones de dólares

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Fuentes: Organización de Lucha por la Emacipación Popular




¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Mateo 23:27
Andrés Manuel López Obrador llamó a que los medios de comunicación se quitaran las máscaras, que fueran honestos y dejaran de ser sepulcros blanqueados. Esto porque hay muchos medios que utilizando la supuesta objetividad se han dedicado por años a engañar al pueblo. En esto estamos de acuerdo, los llamados medios “chayoteros” que utilizan la información como una vil mercancía y lucran con la desgracia del pueblo deben ser juzgados y castigados y  más en situaciones como la actual contingencia por Covid-19 donde muchos crean caos, generan miedo y desinformación entre la gente empeorando la ya difícil situación en que nos encontramos.
Entre estos medios uno de los más beneficiados por el neoliberalismo fue TvAzteca la cual nace gracias a la privatización del Instituto Mexicano de la Televisión (Imevisión) cadena estatal del gobierno federal la cual fue vendida en 1993 a Grupo Salinas por Carlos Salinas de Gortari. Así, Ricardo Salinas Pliego y su familia pasaron a formar parte de la élite de multimillonarios mexicanos, actualmente Salinas Pliego es el tercer mexicano más rico y ocupa el lugar 110 entre los más ricos del mundo con una fortuna valuada en 13.200 millones de dólares en febrero de este año.
Esto sale a colación porque hace unos días Ricardo Salinas Pliego haciendo un gran despliegue de su humanismo y de querer echar a andar la economía de este país dio un “poderoso mensaje”, como lo llamaron algunos medios, donde llama a que todos los mexicanos salgan a trabajar, que el Coronavirus no es una enfermedad grave, que nuestro país no morirá por Coronavirus sino por hambre. Tal vez por eso en Banco Azteca llaman a que pagues antes tus deudas antes de que cierren las sucursales.
El gran “filántropo” y con “sentido social” de Ricardo Salinas, evidentemente, no ha mandado a descansar a sus trabajadores, él de manera casi heroica hace un llamado para que los trabajadores mexicanos, sobre todo los jóvenes, sigan saliendo a la calle, que trabajen y consuman, que se mueva la economía. Al fin, si te mueres es por mala suerte porque esa enfermedad ni es peligrosa menos si tienes acceso a los mejores hospitales del mundo, una alimentación variada e internacional y todo lo mejor que el dinero pueda comprar.
Grupo Salinas tiene cerca de 70.000 empleados en empresas como Banco Azteca, Elektra o TotalPlay. Empresas que mes con mes engordan sus ganancias gracias a la explotación de los trabajadores quienes cubren horarios de entre 10 y 12 horas al día, cuando no se tienen que quedar “para cubrir” otros horarios o cuando no les piden que se “pongan la camiseta” y trabajen más por un salario de hambre que medio se completa con bonos por ventas o endeudar a más gente a pagos chiquitos para pagar casi el doble.
¿Cómo es posible que este sujeto se ponga a dar clases de moral? ¿Cómo alguien puede hablar de la vocación social de los empresarios cuando un trabajador de Elektra gana $4,000 mensuales mientras que las ventas mensuales de Elektra son de aproximadamente de 10.000 millones de pesos más todo lo que ganan de los intereses (en promedio acabas pagando un 117% más de lo que te costó el producto). Todo esto sin mencionar que Grupo Salinas acusó de delincuencia organizada a los trabajadores que se organizaron para crear un sindicato allá por el año 2006.
Sin duda Grupo Salinas no huele más que a huesos muertos e inmundicia que ahora se quiere blanquear hablando de bienestar (y claro, “ayudando” a distribuir las tarjetas del mismo nombre). Si Ricardo Salinas realmente fuera un filántropo y quisiera ayudar al país no explotaría de esa manera a sus trabajadores, les daría salarios dignos, horarios de trabajo apegados a la legalidad y no perseguiría a quienes buscan organizarse.
Nosotros sabemos que no existe la vocación social de los empresarios, que su propia forma de acumular riquezas: la explotación del trabajador y el robo de la plusvalía son justo lo contrario al bienestar.
En otros ejemplos recientes de gobiernos progresistas en América Latina es justo esa falla estratégica de fortalecer a una parte de la burguesía, “no pelear”, ser “prudentes” la que afila el cuchillo de la traición. Por más buenas intenciones que pueda tener el actual gobierno y su política de conciliación entre clases no puede ser más que eso, un acto “bueno” pero recordemos que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.
Como Salinas Pliego otros empresarios también quieren ser sepulcros blanqueados. Banorte anunció que retrasaría los pagos de las deudas que tienen sus clientes, sin embargo, las letras chiquitas de la medida indican que el único beneficio será que no te meterán a buró de crédito pero en cuatro meses los intereses ahí estarán esperándote y bien acumulados, ¡no pues que bondadosos!
Otras empresas como Telvista, una empresa del bonachón de Slim quien está por anunciar un paquete de inversiones en el país para echar a andar la economía mantiene laborando a trabajadores en riesgo porque “no se dan abasto”. Pero eso sí Slim ya donó 1.000 millones de pesos en equipo médico. Algo así como lo que gana Carlos Slim en 5 horas de un día cualquiera, ¡no pues que bondadoso!
Es cierto, no queremos más sepulcros blanqueados, no queremos más hipocresía, por eso les quitamos las máscaras a los más ricos entre los ricos y sus discursos de moral burguesa. Por eso nosotros jamás creeremos en su bondad, ellos son los que hacen vivir un infierno a los trabajadores, son los lobos vestidos de oveja.
Pero el pueblo es sabio y conoce a sus verdugos, por eso no podemos descansar en la denuncia de estos hechos, no podemos descansar en la organización del pueblo en torno a la defensa de nuestros derechos laborales y humanos, debemos demostrar que la única salida real y concreta para esta crisis y esta pandemia es que sepultemos de una vez y para siempre el capitalismo y el neoliberalismo para construir el socialismo, un sistema donde no tendremos que esperar la bondad de los poderosos pues seremos nosotros, los trabajadores, quienes gobernaremos y decidiremos sobre nuestras vidas, sobre nuestros recursos y sobre nuestro país.
¡Contra la explotación capitalista y las pandemias; resistencia, organización y lucha por el socialismo!

El socialismo chino marcha a la vanguardia en el mundo


El socialismo chino marcha a la vanguardia en el mundo

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Fuentes: Barómetro Internacional
¿Cuál sistema social lucha mejor contra la pandemia? La pandemia de COVID-19 o coronavirus es un grave peligro mundial. Ya hay enfermos y muertos en 99 países y regiones. ¿Cuál es el sistema social que mejor lo combate?
El mundo no tiene un solo problema sino varios e importantes, como la pobreza, los países agredidos por Estados Unidos, la degradación del medio ambiente y un largo etcétera. También las enfermedades, que en el caso del coronavirus fue catalogada como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una u otra enfermedad pueden ser más importantes, porque no es lo mismo la situación de China con el COVID-19 que la Argentina más azotada por el dengue.
Hasta el domingo 8 de marzo el coronavirus había contagiado a 109.032 personas de 99 países y regiones, provocando 3.792 muertos. A la cabeza de las naciones damnificadas marchaba China con 80.695 casos y 3.097 fallecidos, por la información de su gobierno y la OMS.
El mapa de regiones era así: Asia 89.725 contagios (3.163 fallecidos), Europa 11.887 (408), Medio Oriente 6.912 (200), Estados Unidos y Canadá 270 (16), Oceanía 83 (3), África 80 (1), América Latina y el Caribe 74 (1). Dos días más tarde la estadística global había aumentado a 118.101 contagios y 4.262 muertos.
En las últimas dos semanas el número de enfermos y muertos en China comenzó a declinar, en cambio en otros países siguió un proceso inverso. En Italia hubo 8.541 casos y los muertos ascendieron a 631, de los cuales 168 fallecieron el lunes 9 en Lombardía. Esta región tiene el récord italiano de 468 fallecidos según el jefe de la Protección Civil, Angelo Borrelli.
Así fue que el director general de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, definió a la enfermedad como pandemia, muy grave a nivel global. Ya no era brote ni epidemia.
Las causas
Un debate gira en torno a la fuente del virus. Los especialistas chinos y de la OMS coincidieron en que fue originado por contagio de animales que pasaron al hombre, a partir del manejo, la compra y el consumo de esos bichos en ferias de Wuhan, capital de la provincia de Hubei. No fue una definición superficial ni caprichosa sino fundada en análisis científicos.
Para demonizar a China socialista, desde la vereda norteamericana se sembraron mentiras: el mal se habría originado en un laboratorio de Nivel 4 de Wuhan. Esto fue difundido por las agencias internacionales que sintonizan la onda del Departamento de Estado, incluyendo en Argentina la cloaca de Infobae. Hasta le pusieron nombre a la paciente cero: Huang Yanling.
El Instituto de Virología de Wuhan lo desmintió: “Huang fue una estudiante graduada en el instituto hasta 2015, cuando se fue de Hubei y no ha regresado desde entonces. Huang goza de buena salud y no ha sido diagnosticada con la enfermedad”.
Desde otro extremo del arco político hubo sospechas sobre EE UU. Podría haber plantado el virus en su competidor chino, para meterlo en graves problemas económicos y sociales. Esta hipó tesis tiene asidero porque el imperio usó muchas veces armas químicas y bacteriológicas, desde el agente naranja en Vietnam, y sembró el dengue hemorrágico en Cuba. Sin embargo, tampoco hay pruebas de que ese sea el origen de la epidemia actual en China y que golpea a buena parte del globo. Nadie puede decir que sale beneficiado. En cierto modo pierden todos.
Mejor el socialismo
Hoy hay más contagios y muertes en el resto del mundo que en China. En Wuhan se ha curado tanta gente que se pudieron cerrar 14 de los 16 hospitales temporales improvisados en centros deportivos a la par de otros hospitales, como dos nuevos hechos en tiempo récord.
Allí la lucha contra el coronavirus fue definida como prioridad por el gobierno de Xi Jinping. El Partido Comunista realizó siete reuniones nacionales especiales para trazar planes y controlar su cumplimiento.
También giró partidas presupuestarias urgentes y suficientes para atender la crisis.
Otros gobiernos capitalistas del mundo tienen otras prioridades. La salud no figura en ese podio ni destinan la plata necesaria. A Bernie Sanders le hacen maccartismo en EE UU por proponer un seguro de salud gratuito para todos.
En China todo lo relacionado con la salud es atendido gratuitamente por el Estado. Y eso se verificó en la lucha contra el COVID-19: barbijos, medicamentos, internación, cuidados médicos, etc.
En cambio, desde Italia el médico Christian Salaroli declaró que por falta de recursos “elegimos a quién tratar y quién no, según la edad y las condiciones de salud. Como en todas las situaciones de guerra”. Los que no podían atender eran hombres muertos. Y la salud, se paga.
La OMS elogió desde el inicio el plan de Xi Jinping, de poner en cuarentena a Wuhan y la provincia, a 60 millones de personas, desde el 23/1. Los chinos lo aceptaron porque tienen conciencia social, disciplina y confianza en sus autoridades. En Europa y otras regiones de gobiernos capitalistas rige el sálvese quien pueda y cada uno hace lo que le canta. La cuarentena que aún dura de millones de chinos para contener el problema y también, dicho por la OMS, fue un bien para la humanidad. Es que, si los 1.400 millones de chinos hubieran hecho lo que cada uno quería, indisciplinadamente, el mundo estaría lamentando muchos más enfermos y muertos.
En Italia, con una población de 60 millones de personas, la enfermedad se propagó muchísimo por falta de cuarentena y cuidados que sí garantizó el socialismo chino.
El anticomunismo político y mediático no descansa. No pueden negar esos logros del gobierno chino, pero recalcan la supuesta violación de derechos humanos y control social que supone poner a la gente en cuarentena, leerle la temperatura con aparatos de inteligencia artificial o indicar por APP en los celulares si estuvo en un lugar peligroso (luz roja), o en otro seguro (luz verde).
El presidente chino fue esta semana en Wuhan. Un signo distintivo de los regímenes sociales es cómo actúan sus autoridades. Cuando cayeron las Torres Gemelas, el texano bruto fue llevado urgente a un búnker de seguridad. El COVID-19 enfermó a China y su presidente se puso al frente y hasta va a los hospitales a alentar a sus médicos. 74 millones de afiliados al Partido Comunista donaron 1.100 millones de dólares para aportar a la causa. Cuba, isla socialista bloqueada por su mal vecino, aporta el interferón Alpha como medicamento contra el coronavirus en Wuhan.
Que cada quien saque sus conclusiones. Mejor el socialismo para combatir endemias.

viernes, 27 de marzo de 2020

Pandemias, Dios y dominación de los pueblos

Pandemias, Dios y dominación de los pueblos

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Fuentes: Rebelión
Los bicentenarios estados latinoamericanos fueron creados como estados laicos. Estado laico, jurídicamente significa que las cuestiones religiosas deben ser practicadas en el ámbito privado. Ningún gobernante debe utilizar su cargo para propagar su fe religiosa, no sólo porque contraviene la libertad religiosa de los otros, sino porque el poder que ejerce proviene del pueblo, no del designio divino.
La laicidad estatal, constitutivo de los estados modernos, se legisló para prevenir a la humanidad de repetir el sangriento oscurantismo medieval que en nombre de Dios se degollaron y saquearon pueblos enteros. Por ello, a partir del siglo XVIII y XIX, se prohibió constitucionalmente el uso y abuso del “recurso” Dios para fines políticos.
Pandemia de COVID-19 y Dios
La actual pandemia del COVID-19, que sacude las certezas socioculturales modernas de Europa, activa las incertidumbres y creencias religiosas latentes en sociedades latinoamericanas y de sus gobernantes.
El Presidente de Guatemala, convoca y declara “sábado de ayuno y oración nacional” para clamar a Dios que libere a Guatemala del COVID-19. Gobernantes de Brasil, Bolivia, Honduras… proclaman “milagros de sanidad” en nombre de Dios… Pero, se resisten aceptar la “solidaridad chino-cubano” para controlar la pandemia de COVID-19.
¿Cómo puede un gobernante pedir más ayuno a su pueblo que ya vive los 365 del año en ayuno forzado? ¡En Guatemala cerca de 7 de cada 10 personas pasa hambre todos los días! Aquí hay más iglesias que centros de salud. Más pastores que médicos o profesores…
Lo que buscan los gobernantes con sus invocaciones a Dios es afianzar el sentimiento de culpa colectiva en sus súbditos creyentes por la “desgracia del COVID-19”. Legitimar el poder estatal en el poder divino (ya que carecen de legitimidad social). De este modo, anular cualquier probabilidad de rebeldía popular ante el Estado de Sitio planetario.
Viruela y Dios en la Colonia y la República
La invasión y el saqueo de los pueblos por parte las huestes europeas, a partir del siglo XVI, no hubiese sido posible sin el recurso del Dios cristiano. Lo que no podían los milicianos, lo hacían los curas doctrineros. Pero estos doctrineros cristianos lograron someter a los aborígenes rebeldes sembrando el pánico mediante las pandemias como la viruela, la sífilis, etc.
El mensaje de los doctrineros de la invasión fue: “Por vuestra desobediencia Dios envía la viruela como castigo”. Incluso durante los primero años de la República, la viruela siempre fue un aliado para que los conservadores derrotasen a los liberales. En Centro América, a Francisco Morazán no derrotó Rafael Carrera, lo hizo el impacto social de la retórica de: “por culpa de los liberales Dios castiga a Guatemala con la viruela”.
No fue la idea de progreso/democracia la que derrotó a la insurgencia socialista en la región durante la segunda mitad del pasado siglo. Fue el mensaje de: “América Latina para Cristo” propagado por los neopentecostales enviados desde los EEUU. Tampoco es el discurso neoliberal el que viene derrotando a las democracias en América Latina, es la prédica de la teología de la prosperidad que desactiva la responsabilidad ciudadana de los latinoamericanos para convertirlos en consumópatas, muy a pesar de sus limitaciones económicas.
El COVID-19, pasará. No viene para quedarse. Lo que sí quedará, empeorará, son las condiciones de miseria, y de anulación humana, en la que sobremorirán las y los millones de creyentes, bautizados o no, titulados o no, en América Latina y el mundo. Mientras, pastores, gobernantes y empresarios cristianos, seguirán en su banquete neoliberal. Y ¿Dios?

miércoles, 25 de marzo de 2020

Jesucristo pidió a los hombres que perdonaran a su Padre

Cuando Jesucristo pidió a los hombres que perdonaran a su Padre

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Fuentes: Rebelión
Veamos “una pequeña reseña” de “El Evangelio según Jesucristo” de José Saramago, que volvemos a publicar ahora que “gracias al coronavirus” -que podría ser el principio de un fin- (1) se han prohibido las procesiones de Semana Santa y más de uno estará pensando en un castigo del Omnipotente a quien, según el Nobel de Literatura luso, “deberíamos perdonar porque no sabe lo que hace”.
En El Evangelio según Jesucristo, el nazareno es un hombre que siente gran amor y compasión por el prójimo. No entiende cómo su Padre, Dios, permite que haya tanta injusticia, miseria y sufrimiento. Tampoco comprende por qué Él, que puede cambiarlo todo, se niega a hacer el milagro para que la Tierra se convierta en un paraíso con hombres y mujeres viviendo en armonía, sin las guerras, la violencia y la crueldad que imperan en “nuestra civilización”.
El Jesucristo de Saramago es un personaje que (a pesar de su origen divino) alberga en su corazón todas las dudas e interrogantes de cualquier ser humano y arrastra -por priorizar la razón y los sentimientos sobre la Fe- el peso de una dolorosa existencia “porque así lo ha predestinado su Padre”.
Sobretodo se siente culpable (y esa herida no deja de atormentarle) de la muerte de miles de niños y niñas masacrados por Herodes para evitar que el Mesías llegue al mundo y se convirtiera en Rey de Reyes. 
Jesucristo se enfada con su Omnipotente y Omnipresente Papá por no haber impedido esa matanza de inocentes y haberle dejado con esa insoportable cruz el resto de su vida.
El Hijo de Dios sólo halla sosiego -cual paradisíaco oasis en medio del desierto- en los brazos de María de Magdalena, con la que comparte lecho y besos. Jesús absorbe la fragancia de sus senos y su piel. Sólo con su amante sale del infierno y vive los escasos momentos de alegría y placer que le depara su triste destino.
Cuando visita los templos de Jerusalén, Jesucristo ve como la gente sacrifica a Dios miles de animales. Padece náuseas y vómitos con tantos charcos de sangre que le salpican los pies, y alza sus ojos al Cielo como diciendo, ¿es esto necesario?
Pero el instante cumbre de la obra (escrita con una sutil ironía empapada de genio hasta los tuétanos) es el pasaje de la muerte de El Salvador.
El Primogénito de María, ya crucificado, observa agonizante a los fieles que han venido a llorarle y a darle su último adiós.
Jesucristo mira a su alrededor y hace suyos todos los sufrimientos e injusticias que padece la Humanidad. Luego se dirige a “sus discípulos”, entre los que se encuentran su amante y su madre y, sintiendo una pena infinita por todos los seres del planeta, exhala un postrer suspiro con este sublime mensaje: ¡Hombres y mujeres! “Perdonarle (a Dios) porque no sabe lo que hace.
-1- En círculos académicos consultados por este escriba se dice que ahora “estamos viviendo un tiempo frontera entre el ayer y el mañana”. Que el virus podría marcar el principio de un fin en nuestra forma de vivir, pensar y actuar. “El factor sorpresa” siempre desbarajusta todos los planes y cambia el curso de la Historia.
Blog del autor Nilo Homérico

martes, 24 de marzo de 2020

Reconstruirnos desde la vida, no desde el capital

Reconstruirnos desde la vida, no desde el capital

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Fuentes: Rebelión
El capitalismo mundial vive una sombría crisis económica, política y, lo más importante, una dolorosa crisis humanitaria. Al 23 de marzo de 2020, la difusión global del coronavirus (también conocido como COVID-19), ha cobrado ya la vida de más de 16 mil personas, con casos en extremo dramáticos como Italia, China o España, con 6 mil, 3 mil y 2 mil víctimas mortales respectivamente. Los sistemas de salud en varios países han empezado a colapsar y hasta se ha llegado a la dolorosa situación de elegir qué vidas son o no salvadas. Como trasfondo de esta cruda realidad, emerge una crisis financiera de proporciones quizá mucho mayores a la crisis de 2007-2009 asociada en ese entonces a las hipotecas subprime en Estados Unidos. Apenas como muestra de una posible nueva crisis financiera mundial, durante las tres últimas semanas el índice bursátil S&P500, que engloba a las 500 empresas más grandes que cotizan en la bolsa de valores de Nueva York, ha caído en un 33%. Por su parte, el precio del petróleo West Texas Intermediate se derrumbó de 50 a 22 dólares por barril, como fiel resultado de la drástica caída de la demanda y de la actividad económica mundial (además de pugnas entre Arabia Saudita y Rusia por cuotas de participación en el mercado petrolero).
Como vemos, el capitalismo mundial afronta una crisis múltiple, una crisis civilizatoria sin duda acelerada pero no originada por la expansión del coronavirus. Y si los países centrales viven horas dramáticas, desde la periferia del capitalismo global sufrimos la incertidumbre de hasta qué punto nuestros frágiles sistemas de salud (muchas veces debilitados a propósito y en beneficio de lógicas mercantiles) podrán sobrellevar la tragedia. Asimismo, las contradicciones de una civilización basada en la desigualdad se vuelven extremas, pues la informalidad propia de la periferia capitalista pone a millones de personas en la dura elección de morir por el coronavirus, o morirse de hambre, pues su sustento diario vive en la frialdad de las calles. Empieza a suceder en Latinoamérica, sucederá tristemente en África, e incluso en las poblaciones marginadas de los propios centros capitalistas.
Y si pensamos un poco en el futuro, el panorama tampoco es alentador. Los sistemas autoritarios de control de la población implantados por Estados y grandes capitales aliados entre sí cada vez van ganando más espacio bajo el argumento de enfrentar la crisis del COVID-19. Es como estar a las puertas de una nueva etapa del capitalismo, que ya no se basta a sí mismo con las pugnas imperialistas, y ahora parecería mutar hacia una forma más compleja y autoritaria, donde la propia ilusión de la democracia burguesa se ve reducida a la mínima expresión. Parecería que estamos próximos a la expansión del capitalismo en una versión perfeccionada, aquella versión oriental (en especial china) en donde el Estado y el mercado no entran en pugnas infantiles sino que se coordinan para acentuar aún más la acumulación y la explotación al ser humano y a la Naturaleza. A ese autoritarismo total del capital se juntan grandes tecnologías de manejo masivo de información, al punto que los dolores y sentimientos más privados de la población quedarán cada vez más a merced de la civilización del lucro sin fin.
En respuesta a tan duro momento, quizá ya es hora de repensar nuestro mundo. Pues, la barbarie no está en el coronavirus, sino en las sociedades donde el poder del dinero puede mercantilizar hasta a la vida. Quizá es hora de revolucionar y abolir, de una vez por todas, las pretensiones de la acumulación permanente de dinero y poder propias del capitalismo. Quizá es hora de sobrevivir y reconstruir nuestras sociedades desde el humanismo, la solidaridad, la abolición de toda clase social; reconstruirlas desde la vida, no desde el capital.
John Cajas-Guijarro, economista ecuatoriano.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Cuatro razones por las que nuestra civilización no se irá apagando: colapsará

Cuatro razones por las que nuestra civilización no se irá apagando: colapsará

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Fuentes: Counterpunch
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Según se aproxima la fecha de caducidad de la civilización moderna, aumenta el número de estudiosos que dedican su atención a la decadencia y caída de las civilizaciones del pasado. Dichos ensayos proponen explicaciones contrapuestas de las razones por las que las civilizaciones fracasan y mueren. Al mismo tiempo ha surgido un mercado lucrativo en torno a novelas, películas, series de televisión y videojuegos post-apocalípticos para aquellos que disfrutan con la emoción indirecta del caos y los desastres oscuros y futuristas desde el confort de su sofá. Claro que sobrevivir a la realidad será una historia bien distinta.
El temor latente a que la civilización tenga sus horas contadas ha generado un mercado alternativo de ingenuos “felices para siempre” que se aferran desesperadamente a su confianza en el progreso ilimitado. Optimistas irredentos como el psicólogo cognitivo Steven Pinker tranquilizan a esta muchedumbre ansiosa asegurándole que la nave titánica del progreso es insumergible. Las publicaciones de Pinker le han convertido en el sumo sacerdote del progreso (1). Mientras la civilización gira alrededor del sumidero, su ardiente público se reconforta con lecturas y libros llenos de pruebas elegidas cuidadosamente para demostrar que la vida es ahora mejor de lo que nunca ha sido y que probablemente continuará mejorando. Sin embargo, cuando se le pregunta, el propio Pinker admite que “es incorrecto extrapolar que tenemos el progreso garantizado solo por el hecho de que hasta ahora hayamos progresado”(2).
Las estadísticas color de rosa de Pinker disimulan hábilmente el fallo fundamental de su argumentación: el progreso del pasado se consiguió sacrificando el futuro, y el futuro lo tenemos encima. Todos los datos felices que cita sobre el nivel de vida, la esperanza de vida y el crecimiento económico son producto de una civilización industrial que ha saqueado y contaminado el planeta para crear un progreso fugaz para una creciente clase media –y enormes beneficios y poder para una pequeña élite.
No todos los que entienden que el progreso se ha adquirido a costa del futuro piensan que el colapso civilizatorio será abrupto y amargo. Algunos estudiosos de las antiguas sociedades, como Jared Diamond y John Michael Greer, señalan acertadamente que el colapso repentino es un fenómeno raro en la historia. En The Long Descent, Greer asegura a sus lectores que “el mismo modelo se repite una y otra vez en la historia. La desintegración gradual, no una catástrofe repentina, es el modo en que finalizan las civilizaciones”. El tiempo que suelen tardar estas en apagarse y colapsar, por término medio, es de unos 250 años, y este autor no ve razones por las que la civilización moderna no vaya a seguir esta evolución (3).
Pero la hipótesis de Greer es poco sólida porque la civilización industrial muestra cuatro diferencias fundamentales con todas las anteriores. Y cada una de ellas puede acelerar e intensificar el colapso venidero además de aumentar la dificultad de recuperación.
Diferencia nº 1
A diferencia de todas las anteriores, la civilización industrial moderna se alimenta de una fuente de energía excepcionalmente rica, no renovable e irremplazable: los combustibles fósiles. Esta base de energía única predispone a la civilización industrial a tener una vida corta, meteórica, con un auge sin precedente y un descalabro drástico. Tanto las megaciudades como la producción globalizada, la agricultura industrial y una población humana que se aproxima a los 8.000 millones de habitantes son una excepción histórica –e insostenible– facilitada por los combustibles fósiles. En la actualidad, los ricos campos petroleros y las minas de carbón fácilmente explotables del pasado están casi agotados. Y, aunque contemos con energías alternativas, no existen sustitutos realistas que puedan producir la abundante energía neta que los combustibles fósiles suministraron todo este tiempo (4). Nuestra civilización compleja, expansiva y acelerada debe su breve existencia a esta bonanza energética en rápido declive que solo tiene una vida.
Diferencia nº 2
A diferencia de las civilizaciones del pasado, la economía de la sociedad industrial es capitalista. Producir para obtener beneficios es su principal directriz y fuerza impulsora. En los dos últimos siglos, el excedente energético sin precedentes proporcionado por los combustibles fósiles ha generado un crecimiento excepcional y enormes beneficios. Pero en las próximas décadas este maná de abundante energía, crecimiento constante y beneficios al alza de desvanecerá.
No obstante, a menos que sea abolido, el capitalismo no desaparecerá cuando la prosperidad se convierta en descalabro. En vez de eso, el capitalismo sediento de energía y sin poder crecer se volverá catabólico.  El catabolismo es un conjunto de procesos metabólicos de degradación mediante el cual un ser vivo se devora a sí mismo. A medida que se agoten las fuentes de producción rentables, el capitalismo se verá obligado a obtener beneficios consumiendo los bienes sociales que en otro tiempo creó. Al canibalizarse a sí mismo, la búsqueda de ganancias agudizará la espectacular caída de la sociedad industrial.
El capitalismo catabólico sacará provecho de la escasez, de la crisis, del desastre y del conflicto. Las guerras, el acaparamiento de los recursos, el desastre ecológico y las enfermedades pandémicas se convertirán en las nuevas minas de oro. El capital se desplazará hacia empresas lucrativas como la ciberdelincuencia, los préstamos abusivos y el fraude financiero; sobornos, corrupción y mafias; armas, drogas y tráfico de personas. Cuando la desintegración y la destrucción se conviertan en la principal fuente de beneficios, el capitalismo catabólico arrasará todo a su paso hasta convertirlo en ruinas, atracándose con un desastre autoinfligido tras otro (5).
Diferencia nº 3
A diferencia de las sociedades del pasado, la civilización industrial no es romana, china, egipcia, azteca o maya. La civilización moderna es HUMANA, PLANETARIA y ECOCIDA. Las civilizaciones preindustriales agotaron su suelo fértil, talaron sus bosques y contaminaron sus ríos. Pero el daño era mucho más temporal y estaba geográficamente delimitado. Una vez que los incentivos del mercado perfeccionaron el colosal poder de los combustibles fósiles para explotar la naturaleza, las funestas consecuencias fueron de ámbito planetario. Dos siglos de quema de combustibles fósiles han saturado la biosfera con un carbono que ha alterado el clima y que continuará causando estragos durante las próximas generaciones. El daño causado a los sistemas vivos de la Tierra –la circulación y composición química de la atmósfera y del océano; la estabilidad de los ciclos hidrológicos y bio-geoquímicos; y la biodiversidad del planeta entero– es esencialmente permanente.
Los humanos se han convertido en la especie más invasora jamás conocida. Aunque apenas somos un mero 0,01 por ciento de la biomasa del planeta, nuestros cultivos y nuestro ganado domesticado dominan la vida en la Tierra. En términos de biomasa total, el 96 por ciento de los mamíferos que pueblan el planeta son ganado; frente al 4 por ciento salvaje. El 70 por ciento de todas las aves son aves de corral, frente a un 30 por ciento salvaje. Se calcula que en los últimos 50 años han desaparecido en torno a la mitad de los animales salvajes de la Tierra (6). Los científicos estiman que la mitad de las especies restantes desaparecerán hacia el final del siglo (7). Ya no quedan ecosistemas vírgenes o nuevas fronteras adonde las personas puedan huir del daño que han causado y recobrarse del colapso.
Diferencia nº 4
La capacidad colectiva de la civilización humana para afrontar sus crecientes crisis se ve paralizada por un sistema político fragmentado entre naciones antagonistas gobernadas por élites corruptas a quienes preocupa más la riqueza y el poder que las personas y el planeta. La humanidad se enfrenta a una tormenta perfecta de calamidades globales que convergen. El caos climático, la extinción desenfrenada de especies, la escasez de alimentos y agua dulce, la pobreza, la desigualdad extrema y el aumento de las pandemias globales están erosionando a marchas forzadas las bases de la vida moderna.
Pero este sistema político díscolo y fracturado impide casi por completo la organización de una respuesta cooperativa. Y cuanto más catabólico se vuelve el capitalismo industrial, más aumenta el peligro de que gobernantes hostiles aviven las llamas del nacionalismo y se lancen a la guerra por los escasos recursos. Por supuesto que la guerra no es algo nuevo. Pero la guerra moderna es tan devastadora, destructiva y tóxica que poco deja detrás. Ese sería el último clavo del ataúd de la civilización.
¿Resurgiendo de las ruinas?
El modo en que las personas respondan al colapso de la civilización industrial determinará la gravedad de sus consecuencias y la estructura que la reemplace. Los desafíos son monumentales. Nos obligarán a cuestionar nuestra identidad, nuestros valores y nuestras lealtades más que ninguna otra experiencia en la historia. ¿Quiénes somos? ¿Somos, por encima de todo, seres humanos que luchamos por sacar adelante a nuestras familias, fortalecer nuestras comunidades y coexistir con otros habitantes de la Tierra? ¿O nuestras lealtades básicas son hacia nuestra nación, nuestra cultura, nuestra raza, nuestra ideología o nuestra religión? ¿Podemos dar prioridad a la supervivencia de nuestra especie y de nuestro planeta o nos permitiremos quedar irremediablemente divididos según líneas nacionales, culturales, raciales, religiosas o de partido?
El resultado final de esta gran implosión está en el aire. ¿Seremos capaces de superar la negación y la desesperación, vencer nuestra adicción al petróleo y tirar juntos para acabar con el control del poder corporativo sobre nuestras vidas? ¿Conseguiremos promover la democracia genuina, mejorar la energía renovable, retejer nuestras comunidades, reaprender técnicas olvidadas y sanar las heridas que hemos causado a la Tierra? ¿O el miedo y los prejuicios nos conducen a terrenos hostiles, a la lucha por los menguantes recursos de un planeta degradado? Lo que está en juego no puede ser más importante.
Notas:
[1] Algunos de sus libros son: The Better Angels of Our Nature and Enlightenment Now: The Case for Reason, Science, Humanism, and Progress.
[2] King, Darryn. “Steven Pinker on the Past, Present, and Future of Optimism” (OneZero, Jan 10, 2019) https://onezero.medium.com/steven-pinker-on-the-past-present-and-future-of-optimism-f362398c604b
[3] Greer, John Michael.  The Long Descent (New Society Publishers, 2008): 29.
[4] Heinberg, Richard. The End Of Growth. (New Society, 2011): 117.
[5] Para más información sobre el capitalismo catabólico, léase: Collins, Craig. “Catabolism: Capitalism’s Frightening Future,”CounterPunch (Nov. 1, 2018).  https://www.counterpunch.org/2018/11/01/catabolism-capitalisms-frightening-future/
[6] Carrington, Damian. “New Study: Humans Just 0.01% Of All Life But Have Destroyed 83% Of Wild Mammals,” The Guardian (May 21, 2018). https://www.theguardian.com/environment/2018/may/21/human-race-just-001-of-all-life-but-has-destroyed-over-80-of-wild-mammals-study
[7] Ceballos, Ehrlich, Barnosky, Garcia, Pringle & Palmer. “Accelerated Modern Human-Induced Species Losses: Entering The 6th Mass Extinction,” Science Advances. (June 19, 2015). https://advances.sciencemag.org/content/1/5/e1400253
Craig Collins es autor de Toxic Loopholes, sobre el sistema disfuncional de protección al medio ambiente de EE.UU. Enseña ciencia política y derecho medioambiental en la Universidad de California en East Bay y fue miembro fundador del Partido Verde de California.
El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo

Coronavirus, una guerra sin soldados?



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Coronavirus, una guerra sin soldados?

El mismo día en que la Organización Mundial de Salud declaraba que el brote de COVID-19 puede caracterizarse como pandemia a nivel mundial con más de 110.000 casos confirmados y 4.000 muertos en 114 países, el portavoz de la Comisión de Salud de China, Mi Feng, aseguraba que el pico del actual brote de coronavirus había finalizado en su país.
El mundo está frente a la nueva revolución en biotecnología que dará un impulso significativo a su uso en aplicaciones militares.
(Informe 'Biotecnología, Armas y Humanidad', Asociación Médica Británica, enero 1999)
Para remate, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, recalcó que posiblemente los militares norteamericanos habían introducido el COVID-19 a China, un rumor a voces desde el inicio de la tragedia.
Ahora resulta que desde 2016 el Gobierno estadounidense secretamente hizo depósitos de los equipos de emergencia, suministros médicos, productos de primera necesidad y millones de dosis de vacunas contra los agentes de bioterrorismo, llamado Strategic National Stockpile, en los Centros Secretos del Control y Prevención de Enfermedades para ayudar a la población a sobrevivir en el caso de una pandemia.
Un año antes, Bill Gates había alertado al Gobierno estadounidense que las futuras guerras serían biológicas y que podrían devastar grandes poblaciones por lo que los gobiernos tenían que apostar por inversión en este ámbito. 
Dos meses antes que se reportara el primer caso de coronavirus en Wuhan, el 21 de diciembre de 2019, el 18 de octubre de 2019, el Centro de Biodefensa Civil de la Universidad Johns Hopkins, el Foro Económico Mundial de Davos, la Fundación Melinda y Bill Gates y 15 expertos mundiales en el ámbito de los negocios, gobiernos y salud pública, patrocinaron un simulacro de preparación ante una pandemia de coronavirus en New York, llamado Evento 201. Entre ellos estaban:
  • Avril Haines, exdirectora adjunta de la CIA;
  • Adria Thomas, vicepresidente de Johnson y Johnson;
  • Stephen Redd, director adjunto del Centro de Control y Prevención de Enfermedades;
  • George Gao, director del Centro de Prevención y Control de Enfermedades de China.
El simulacro, al que asistieron 130 personas, predijo una pandemia con una cifra de mortalidad a nivel mundial de 65 millones a lo largo de 18 meses. Según los cálculos de los expertos, la pandemia sería la causa de una pérdida económica anual del 0,7% del PIB mundial que sería alrededor de 570.000 millones de dólares.
Mientras todo esto sucedía en New York, en Wuhan (China) a 12.000 kilómetros, de una de las corporaciones globalizadas más sofisticadas, el Laboratorio de Alto Riesgo (Ultra Biohazard Lab), BSL-4 —que se ha convertido en el centro de investigación preferido por los virólogos de todo el mundo y, en especial, por los científicos procedentes de Canadá, Reino Unido, EEUU, Japón— estaba investigando los patógenos más peligrosos del mundo y entre ellos el COVID-19.
Ya se sabe ahora que muchos de los estudios en virología fueron financiados por la USAID y por el Pentágono vía la Universidad de Duke y la Universidad Johns Hopkins con la participación de Instituto Médico de Investigación de Enfermedades Infecciosas del Ejército de EEUU (USAMRID, por sus siglas en inglés) que desde 1990 estaba investigando los coronavirus.
Estos centros de estudios activos en Wuhan tienen proyectos conjuntos sobre enfermedades contagiosas y armas biológicas con la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA). Uno de los proyectos se conoce como Pandemic Prevent Platform P3. También otra sofisticada institución del Pentágono, la Agencia de Defensa para la Reducción de Amenaza (DTRA), ha estado activa en el estudio de coronavirus.
El mes pasado, el periodista Garry Barnett informó que la Universidad de Harvard se apoderó de las muestras del ADN de cientos de miles de chinos y los ha llevado a sus laboratorios. En otra parte del mundo, en Rusia tuvo que intervenir el mismísimo presidente Vladímir Putin para parar la recolección de las muestras del ácido ribonucleico (RNA) y del líquido sinovial por el Grupo 59 de la Investigación Molecular del Comando de Entrenamiento de la Fuerza Aérea de EEUU que creó para este propósito varias Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
El presidente Putin remarcó: "¿Saben que el material biológico fue recolectado en todo nuestro país de diferentes grupos étnicos en varias regiones geográficas de la Federación de Rusia? Somos objeto de gran interés". Por supuesto, los rusos pusieron fin a este programa que se parecía mucho a lo que los virólogos de África del Sur junto con sus colegas de Israel hicieron en los años 1990. Ellos lograron descifrar el código genético de los sudafricanos y árabes y crearon una Bala Étnica contra el sistema genético de sudafricanos y árabes.
Entonces no es de extrañar que las muestras genéticas recolectadas en China y Rusia han sido parte de una nueva Bala Étnica.
Teniendo todo esto en cuenta, no es de extrañar que el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, sugiriera que posiblemente el paciente cero en la actual pandemia global haya venido de Estados Unidos. Señaló: "posiblemente los militares de EEUU han traído la epidemia a Wuhan". Precisamente en octubre de 2019 se celebraron unos juegos internacionales deportivos militares en Wuhan a los que asistieron más de 200 militares norteamericanos además de representantes de otros 110 países.
El principal especialista chino en virología, Zhong Nanshan, afirmó que "el coronavirus no se propagó de China". Por supuesto, el Departamento de Estado desmintió esta información y convocó al embajador chino. Pero la duda sobre la procedencia de COVID-19 ya está en el aire. El exmiembro de la Comisión de las Naciones Unidas sobre las Armas Biológicas, Igor Niculin, de Rusia afirmó que "que este virus es un híbrido y producto de una manipulación humana".
Hace poco, la estación de TV de Japón Asahi News Report afirmó que el coronavirus se originó en EEUU y no en China y muchos de los 14.000 muertos atribuidos a la influenza en Norteamérica posiblemente hubieran perecido por COVID-19. Los virólogos de Taiwán también llegaron a la conclusión que el COVID-19 se propagó de Norteamérica y que EEUU tiene cinco cepas (grupo de micro organismos como bacterias o virus que pertenecen a la misma especie), mientras Wuhan, China, Taiwán, Corea del Sur, Tailandia, Vietnam, Inglaterra, Bélgica, Alemania se caracteriza solamente por una cepa.
Pruebas de laboratorio para detectar coronavirus
© AP PHOTO / JANE BARLOW
El patógeno de Italia e Irán es diferente al de China. Llama la atención también que en septiembre de 2019 el laboratorio principal de armas biológicas del departamento de Defensa de EEUU BSL-4, perteneciente a la Usamrid, ubicado en Fort Dietrick fuese clausurado abruptamente por no seguir los procedimientos de seguridad por su personal.
Hace poco, el estudioso norteamericano, David Goodhart, escribió que "ya no necesitamos ayuda de ratas o mosquitos para propagar la enfermedad, porque ahora lo estamos haciendo nosotros mismos". También somos nosotros por vía de los medios de comunicación globalizada entramos dócilmente, sin reflexionar, en pánico mientras los Gobiernos de nuestros países han estado perdiendo control de su destino y gobernabilidad, cediéndolos a las fuerzas globales anónimas.
El antropólogo Samuel Veissiére de la Universidad McGill caracterizó la actual situación de pánico e histeria en que se ha sucumbido el planeta entero en la revista Psychology de la siguiente manera: "Coronavirus es simple y exclusivamente un pánico moral. Como resultado, explorando vulnerabilidades en la psicología humana, se ha hecho cerrar muchas de nuestras escuelas, se ha hecho caer la bolsa de valores, se ha incrementado el conflicto social y la xenofobia, se hicieron cambios patronales y migratorios y se está trabajando ahora para contenernos en espacios homogéneos donde el COVID-19 puede seguir propagándose".
La Unión Europea y Estados Unidos están confirmando su absoluta negligencia por no poseer la infraestructura suficiente para afrontar la pandemia del COVID-19. En un momento tan crítico en sus países respecto a la salud de su población, en vez de convocar a las fuerzas armadas para aliviar la situación, los están enviando a las maniobras militares más grandes y costosas en los últimos 25 años, Defender Europe 2020 en la frontera con Rusia.
Las 40.000 tropas procedentes de EEUU y los países de la OTAN, en vez de supuestamente amedrentar a Rusia, podrían contribuir a la propagación del coronavirus. Ya el comandante en jefe del Ejército norteamericano en Europa, general Christopher Cavoli, y varios miembros de su Estado Mayor están aislados por sospechas de que puedan tener coronavirus. El mismo presidente de EEUU se sumergió en un silencio después que se divulgó información procedente de que el alcalde de Miami, Francis Suarez, que tuvo un encuentro con Donald Trump en Mar-a-Lago fue diagnosticado con coronavirus.
¿Estará bien Donald Trump? ¿Habría hecho bien su prueba? O estaría como el resto de sus 330 millones de habitantes de los cuales hasta ahora solo unos 6.500 en 50 estados tuvieron suerte de tener una prueba contra el COVID-19 perdiéndose en el aire la promesa del vicepresidente Mike Pence de ocho millones de pruebas. Tampoco se sabe nada del Plan de Emergencia Nacional de 50.000 millones de dólares que prometió Donald Trump para neutralizar el daño por el coronavirus. Lo único de lo que se sabe es que la Reserva Federal está inyectando un millón de millones de dólares en el mercado de la moneda.
En otra parte del mundo, Europa, todo está paralizada, inclusive en el país considerado "motor de la economía europea", Alemania, donde "la confusión e irresponsabilidad de la acción estatal alemana, el estado de república se vuelve dramático. Los Gobiernos habían tomado los desarrollos de epidemia y migración para la existencia del Estado. ¿Esto también se aplica a las preguntas sobre lo que estamos tratando con esta enfermedad?
Mientras tanto, en China el virus ha sido prácticamente controlado y el país empezó a luchar por la recuperación económica. Al final de febrero pasado, más del 95% de las corporaciones petroquímicas, de telecomunicaciones, eléctricas, industriales y de transporte regresaron al ciclo normal de producción, igual como el 80% de las corporaciones extranjeras, como Apple, Tesla, FAW Volkswagen Automobile han resumido operaciones. Lo mismo está pasando en Wuhan donde Dongfeng Motor, Honda y Citroën ya están retomando la producción.
Como dijo Xi Jinping: "El tiempo y la historia no esperan a nadie. Debemos mantener una dirección y determinación estratégicas, permanecer unidos, trabajar ardientemente y seguir adelante contra todas las adversidades".