jueves, 30 de mayo de 2019

Encuentro fecundo entre Baruch Spinoza y Michel Foucault

Un encuentro fecundo entre Baruch Spinoza y Michel Foucault



Después de más de cuarenta años dedicado a la lectura de textos filosóficos puedo constatar que los dos pensadores que más me han marcado han sido Baruch Spinoza y Michel Foucault. De época (tres siglos les separan) y tradiciones filosóficas, ciertamente diferentes. Aunque, al contrario que su amigo Gilles Deleuze, Foucault no parece especialmente interesado en Spinoza. No es uno de sus múltiples referentes y lo cita poco, aunque en su último curso del Collège de France lo cita como ejemplo de vida filosófica. Algunos pensadores contemporáneos. como mi amigo Vicente Serrano, han escrito ensayos interesantes sobre los posibles vínculos entre ambos (primero en "La herida de Spinoza" y después en "El orden biopolítico").Lo que voy a escribir aquí es subjetivo y se refiere al encuentro fecundo que se ha dado en mi imaginario entre Spinoza y Foucault. Son filósofos que me han acompañado y estimulado durante décadas en mi itinerario espiritual. Digo aquí espiritual en el sentido apuntado por Pierre Hadot, el de una verdad transformadora.
Lo que realmente me resulta interesante es que los dos presentan un proyecto ético con dimensiones políticas. Un proyecto, además, que no es moralista. No hay unas normas universales a seguir. Cada cual debe ir construyendo sus normas de vida desde la singularidad de lo que es. Emancipado de las cadenas internas de las pasiones que te dominan y de las normas que te sujetan. Siendo capaz de decidir lo que te hace más libre y te produce más satisfacción, llámese alegría (Spinoza) o placer (Foucault). Lo que te hace, en definitiva, más potente (punto de conexión entre Spinoza y la vertiente nietzscheana de Foucault). No aislado ni en contra de los otros, sino cooperando, creando comunidades afines. Esto es un trabajo interior y continuo, podríamos decir que ascético, como diría Foucault en su última etapa, dándole la vuelta a la utilización nietzscheana del término.
El pensamiento como trabajo crítico es también un punto en común entre Spinoza y Foucault. El trabajo paciente del concepto en Spinoza contra el imaginario, el trabajo analítico de Foucault contra los discursos normalizadores. Pero entendido desde una tensión mantenida en la que no hay una verdad absoluta que nos ilumine, sino verdades relativas que nos permiten avanzar.
Tenemos, finalmente, el aspecto político. La política es importante para ambos, pero no es emancipadora. La política crea mejores o peores condiciones para la emancipación y por esto es importante. Esto quiere decir que no será las estructuras sociales, económicas o políticas las que nos llevarán a esta vida libre y satisfactoria. Este es un camino que cada cual debe recorrer y para ello hay que luchar por encontrar las condiciones sociales que lo permitan. Condiciones que, de entrada, han de ser materiales. Quién no tiene solucionado cómo sobrevivir no se planteará como vivir bien, que es lo que busca la ética. Condiciones que han de ser, por supuesto, políticas. Ambos fueron acérrimos defensores de las libertades cívicas y políticas, empezando por la libertad de expresión. ¿ Liberales? ¿republicanos ? Ninguno de los dos se definió de manera partidista pero ambos denunciaron las formas de dominio. Fueron radicales en el sentido que iban a la raíz de lo político.
Ambos fueron espíritus libres y murieron jóvenes (Spinoza a los 45, Foucault a los 56). Su propia vida ejemplificó esta propuesta ética que defendían. Fueron capaces de desarrollar sus capacidades en una vida intensa, que quizás podríamos llamar filosófica. Filosófica porque estaban mordidos por la inquietud hacia la verdad. Sus investigaciones fueron el centro de sus vidas pero cada una de ellas fue una experiencia transformadora. Vida y obra no pueden separarse. Ninguno de los dos fue capaz de aislarse de los acontecimientos políticos de su época y ambos se comprometieron contra aquello que, siguiendo la expresión de Foucault, era insoportable.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

miércoles, 29 de mayo de 2019

Comentario del santo evangelio según san Juan (15,26–16,4a

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,26–16,4a

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».
Palabra de Dios

El desenlace del capítulo 15 del evangelio de Juan no puede ser más coherente con el sentido teológico de la totalidad de dicho evangelio. Jesús advierte a la comunidad discipular de las consecuencias y peligros resultantes de la fidelidad a lo esencial: la relación de alianza con Dios como acontecimiento de humanización integral. Desde esta perspectiva, la comunidad no se humaniza salvándose «del» mundo y alejándose de las tribulaciones y conflictos, sino que se humaniza «en» el mundo, dando testimonio del amor de Dios en medio de la gente, sus angustias y esperanzas; sembrando en el Espíritu, es decir, dejando de ver al otro con odio y desprecio, sino asumiéndolo como hermano, aún en medio de la violencia, las persecuciones y conflictos generados por el anuncio de la buen nueva. Caemos en la cuenta de las exigencias de este pasaje: ¿Actúas según las inspiraciones del Espíritu, o según el modus operandi de la violencia fratricida? ¿Creemos en el principio de la compasión fraterna por encima de nuestros prejuicios morales, opciones políticas y creencias religiosas?
Diario Bíblico
Misioneros Claretianos 

Al-Quds, santidad y ocupación

Al-Quds, santidad y ocupación


En conmemoración al “Día Mundial de al-Quds”, instituido por Ruhollah Jomeini en 1979 tras el triunfo de la Revolución Islámica en Irán, en el último viernes del mes bendito de Ramadán (mes del ayuno islámico) para tomar conciencia de su importancia.

Es innegable que la ciudad de Jerusalén (en árabe al-Quds, La Santa) es una zona geográfica de primera importancia para las tres principales religiones monoteístas por su santidad intrínseca, a saber: Judaísmo, Cristianismo y el Islam; sin embargo, es también preciso señalar que la ciudad es base fundamental para la paz mundial y el bienestar de la humanidad, asignatura pendiente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
A pesar de la fuerza espiritual que pudiera contener, el problema que se observa es, no obstante, el de una ciudad asediada, cercada y controlada donde la mayor parte del tiempo se violan todos los derechos de sus habitantes naturales a raíz de una ocupación que data oficialmente desde hace 71 años (gestada históricamente desde principios del siglo pasado).
Al-Quds significa hablar de una ciudad que es la centralidad de un conflicto mayor: la “cuestión palestina”, es decir, de cómo un poder armado (política, económica y militarmente) desde el exterior llegó a un territorio habitado por una población autóctona que ha sido desplazada lentamente a lo largo del siglo mediante un proceso de “limpieza étnica” sistemática bajo el pretexto:
1) del derecho a un territorio “vacío”,
2) del derecho del “pueblo judío” a poseer una Nación; y, una vez establecido justificándose con,
3) seguridad y combate al “terrorismo” (desarrollando una capacidad bélica represiva en el más grande laboratorio humano sin sanciones contra la humanidad).
El establecimiento del régimen de Israel en Palestina ha conllevado una masacre constante por imponer su ideología, su política, su soberanía al margen de cualquier conducta legal y legítima, ya no digamos moral. Y esto se ha acentuado cuando en diciembre de 2017 el presidente de los Estados Unidos decidió hacer oficial el reconocimiento de al-Quds como capital del Estado ocupante y trasladar su embajada allí, dejando su sede establecida en Tel Aviv. Situación que rompe su compromiso con la “solución del conflicto” y revela su naturaleza parcial a la hora de fungir como mediador y dando por muerto al aún no anunciado “acuerdo del siglo”.
La aspiración del régimen de ocupación israelí es cubrir la totalidad del territorio palestino –al precio que sea necesario pagar- y que al-Quds se reconozca por todo el mundo como su capital. Sin embargo, el mismo reclamo subyace en las peticiones de los palestinos en vísperas de recuperar todo el territorio y no sólo las áreas que el Derecho Internacional y las Naciones Unidas le han pretendido otorgar (sin éxito).
En este amplio contexto es que al-Quds adquiere su importancia y su magnitud, no sólo es un asunto relevante para las preocupaciones religiosas sino que lo acerca a la implicación mundial y su opinión (y acción) pública.
Al factor religioso debemos poner particular énfasis ya que al-Quds es sagrada para la “gente del libro” (ahl al-kitab), es decir, para las religiones monoteístas que han recibido una revelación divina. En la Ciudad Vieja se sitúa el llamado Monte del Templo, conocido en su conjunto como El Noble Santuario (al-Haram al-Sharif) actualmente y en el que, alguna vez, estuvo en pie el Templo de Salomón (lugar de culto de los Judíos) destruido en el año 70 por los romanos, dejando sólo en pie la pared orientada hacia el occidente, denominado el “Muro de las Lamentaciones”, lugar de reciente culto y peregrinación, cuyo nombre es “Muro del Buraq”. Tomo este nombre en recuerdo de la especie que transportó al Profeta Muhammad de la Mezquita Sagrada (Masyid al-Haram) a la Mezquita Lejana (Masyid al-Aqsa): de Mecca a al-Quds, en la bendita noche del Viaje Nocturno (‘Isra) y de allí a la Ascensión de los Cielos (Miraj).
Este hecho marco un hito central en la continuidad de la profecía y en la unidad de su mensaje, y le otorga a la ciudad un lugar de preponderancia para la fe islámica. De allí la necesidad de ser protegida y custodiada por los creyentes, quienes se hicieron con la ciudad firmando un pacto con las autoridades cristianas, quienes administraban el monte, con la finalidad de que se protegieran los lugares sagrados, entre la que destaca la Iglesia del Santo Sepulcro, referido a Jesús el Mesías, entre otros tantos sucesos que vincularon a la Ciudad con su persona.
Debido a la desconexión establecida entre el llamado judeo-cristianismo con el Islam como propuesta “occidental”, no se ha puesto énfasis en las relaciones de similitud, de coexistencia y cercanía entre estas religiones. Esto a pesar de que:
1) el Islam guarda muchas tradiciones esenciales con los mensajes revelados al judaísmo y al cristianismo, y
2) el Islam aportó una base fundamental a la idea de “civilización occidental” que han querido minimizar sino borrar.
Con ello quiero decir que en lo relativo a los lugares santos en esta ciudad se han respetado y se han conservado con el resguardo musulmán al punto de que la Piedra Fundacional, donde el Profeta Abraham iba a ofrecer en holocausto a su hijo (Ismael según la tradición islámica, Isaac según la tradición judía y cristiana) y donde, para su preservación se construyó la Cúpula de la Roca (Qubbat al-Sajrah) máximo símbolo actual (y regularmente identificado como el símbolo de arquitectura islámica) del lugar construido para recrear el ascenso a los cielos del Sello de los Profetas, Muhammad. Dicho espacio no es propiamente una Mezquita, más bien, la Mezquita está en uno de sus extremos y es la Mezquita al-Aqsa, la edificada con la intención de adoración a Dios, en conjunto conforman las zonas donde se acude al rezo (salat) en la explanada de las Mezquitas.
El simbolismo religioso que recae en al-Quds la reviste de una importancia material e inmaterial que no permite ser ultrajada por ninguna de las religiones monoteístas. Su naturaleza ha sido la de preservar la sacralidad de los lugares; sin embargo, en años recientes se ha visto seriamente amenazada con el avance de la ocupación israelí a los espacios de las otras confesiones religiosas (tanto cristianos como musulmanes). Ante el avance ocupacionista está la idea “judaizar” todos los espacios de la ciudad, aunque esto no signifique que necesariamente sea un movimiento religioso judío sino, más bien, un movimiento político de justificación judía denominada sionismo, (como lo han denunciado miembros destacados de su propia comunidad) que pretende acelerar el “fin de los tiempos” a través de la preparación del terreno para la llegada del Mesías, y allí radica sus planes de destrucción de lo que existe y la construcción de un “Tercer Templo”.
Si entendemos esto, podremos entender la forma en la que el régimen de ocupación israelí ha operado en los 71 años de existencia como tal: desplazamiento de la población palestina de todo el territorio, intento de “asimilación” de la población palestina que se queda, hacer –mediante leyes- un ataque para que prevalezca “lo judío” frente a lo “no judío” con lo que se le da una apariencia de legalidad, de Estado de Derecho y que se actúa en consecuencia. Significando, en todo momento, la pérdida no sólo de tierra sino de identidad y cercanía a los pobladores originales.
Sobre al-Quds y Palestina se ha dicho mucho pero esto nunca será suficiente hasta que se abrogue todo el compendio legal existente en el territorio palestino (procedente de la ocupación y sostenido por las instancias internacionales -por acción, omisión o incapacidad- y aupada por Estados Unidos), mientras tanto, será identificado como el último reducto colonial irresuelto de posguerra, será un museo viviente de injusticia y opresión que, si bien comenzó con un “sueño judío” se ha convertido en una “pesadilla árabe-musulmana”.
Por todo esto, reconocer las implicaciones de Palestina y su capital al-Quds, es haber dado un paso en el reconocimiento de un problema y la necesidad de una solución; es generar empatía con la lucha contra la desposesión (territorial, cultural, económica); es solidarizarse con una causa que aún no está perdida.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


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martes, 28 de mayo de 2019

Los niños (otra vez) David Brooks

Los niños (otra vez)



  Foto 

La madre del migrante guatemalteco Carlos Hernández Vásquez muestra en un celular la imagen de su hijo, quien falleció el pasado día 20 estando bajo custodia de la Patrulla Fronteriza, en Texas, y es el sexto menor que muere mientras estaba al cuidado de las autoridades estadunidenses, quienes aseguran que padecía influenza. Foto: Afp. 
Es imposible no gritar, escribir con lágrimas de furia, gritar otro poco y cansar a la gente por tanto gritar, escribir y gritar: ¡los niños, carajo!
La crueldad es parte integral de la política violenta del régimen actual estadunidense, y sus consecuencias para los menores de edad es lo más inaguantable (si es que hay grados de aguante). Noticias recientes como ejemplo:
Las autoridades federales detectaron otros mil 700 casos de niños inmigrantes separados a la fuerza de sus padres, además de los casi 3 mil ya anteriormente identificados, y eso que se esperan aún más casos, mientras otros están perdidos en el sistema.
Por lo menos seis inmigrantes menores de edad han fallecido estando bajo custodia de las autoridades federales estadunidenses. El caso de una niña salvadoreña de 10 años, quien falleció en septiembre, apenas fue revelado la semana pasada; los otros cinco son guatemaltecos, el más reciente, un adolescente de 16, quien falleció de influenza en un centro de detención el lunes pasado.
El gobierno está considerando una nueva política antimigrante para familias con niños detenidos en la frontera: los padres tendrán que optar entre aceptar la separación de sus hijos de manera indefinida o acordar suspender los derechos de los niños para que sean encarcelados junto con ellos. Todo esto a pesar de que pediatras y sicólogos han declarado que la encarcelación de niños tiene consecuencias traumáticas para ellos.
Pero no sólo son los inmigrantes los que sufren estas políticas, y no sólo es este régimen que las impulsa (aunque se distingue para ser aún peor que los gobiernos pasados); la crueldad hacia los niños en este país es amplia, profunda y estructural: en el informe anual más reciente del Childrens Defense Fund, se calcula que 13 millones de menores –uno de cada cinco en el país– viven en la pobreza. Ningún niño debería tener que preocuparse sobre de dónde llegará su próxima comida o si tendrá donde pernoctar cada noche en el país más rico de la Tierra, señala el informe.
Por otro lado, la violencia por armas de fuego mata a niños tanto en casa como en el extranjero. En las por lo menos nueve guerras en que participa Estados Unidos ahora, los niños –como en toda guerra– siempre son los que más sufren. En casa, las balas fueron la segunda causa de fatalidades de jóvenes entre uno y 19 años de edad; este país es el líder del mundo en mortalidad de menores de edad por armas de fuego. En 2017, 2 mil 462 niños de edad escolar murieron por armas de fuego, más que el doble del total de muertes de militares estadunidenses desplegados en el mundo.
Y para acabar, los niños hoy viven bajo pronósticos del fin del mundo por una crisis ecológica de tal magnitud que los expertos y científicos advierten que sin cambios radicales, sobre todo en frenar la producción de hidrocarburos, dentro de los próximos 12 años, los efectos ambientales serán catastróficos e irreversibles para el planeta.
El antídoto
Ante todo esto, y con los adultos en el poder que, en los hechos, obviamente odian a los jóvenes, hay avisos de una rebelión de los niños en este y otros países. El pasado viernes, cientos de miles de niños abandonaron las clases para participar en una de las mayores movilizaciones a escala mundial para exigir acciones sobre el cambio climático; los estudiantes en este país ahora encabezan el movimiento para el control de las armas; veteranos de guerra jóvenes están entre los disidentes más feroces contra las políticas bélicas de este país; los dreamers y otros jóvenes migrantes están entre los líderes de la resistencia a la guerra contra sus comunidades; y ahora la mayoría de los jóvenes reprueban el capitalismo y favorecen un sistema económico y político más justo y sustentable (algunos se atreven a llamarlo socialismo).
Esa rebelión de los niños podría rescatarnos a todos.

PD: en relación con la columna de la semana pasada, una nueva encuesta de Gallup registró que más de cuatro de cada 10 estadunidenses hoy día creen que el socialismo sería bueno para su país.
Fuente: http://www.jornada.com.mx/2019/05/27/opinion/023o1mun

lunes, 27 de mayo de 2019

Entrevista a Michael Löwy, autor de Cristianismo de liberación, ecologismo y anticapitalismo “Hay una clara 'afinidad electiva' entre los teólogos de la liberación y la concepción de la historia desde la perspectiva de los vencidos”


Entrevista a Michael Löwy, autor de Cristianismo de liberación, ecologismo y anticapitalismo
“Hay una clara 'afinidad electiva' entre los teólogos de la liberación y la concepción de la historia desde la perspectiva de los vencidos”

Éxodo


Michael Löwy es uno de los principales intelectuales del marxismo actual a escala mundial y un destacado impulsor del ecosocialismo anticapitalista. Director de investigación emérito del Centre National de La Recherche Scientifique y profesor de l’ École des Hautes Études en Sciences Sociales en París. Entre sus obras, destacamos La teoría de la revolución en el joven Marx, El pensamientodel Che Guevara, Walter Benjamin: Aviso de incendio y Ecosocialismo y Ecosocialismo. Hace unos meses la editorial El Viejo Topo ha publicado Cristianismo de liberación. Perspectivas marxistas y ecosocialistas. 
Michael, estábamos preparando un nuevo número de ÉXODO cuando llegó a nuestras manos tu espléndido libro sobre el Cristianismo de liberación. El tema que hemos elegido para este número es la profunda crisis en que está sumida la política y la necesidad de un cambio radical de la misma. No sólo en Europa existe esta crisis. Cómo se vive en Brasil?
La principal fuerza de la izquierda en Brasil, el Partido de los Trabajadores, no logró una concientización efectiva de las clases populares. Tomó algunas medidas importantes para mejorar la condición de los pobres, pero no se enfrentó a la estructura oligárquica del país, al poder de los latifundistas y del capital financiero. Además se contagió con la tradicional corrupción de los políticos brasileños. Pero la victoria de la extrema derecha fascista (Jair Bolsonaro) no se puede explicar sólo por los errores de los dirigentes del PT. Es parte de un proceso planetario de ascenso de la extrema derecha. En Brasil, la utilización masiva de fake-news, el apoyo de iglesias neopentecostales reaccionarias y la demagógica anticorrupcion permitieron a un partidario de la dictadura militar (1964-1985) ganar las elecciones. Bolsonaro es homófobo, sexista, partidario de la exterminación de la izquierda y gran admirador de uno de los peores torturadores del régimen militar: el coronel Brilhante Ustra. Entre sus víctimas, muerto bajo tortura en 1971, está mi amigo Luis Eduardo Merlino, joven militante marxista.
La resistencia a su gobierno ya ha empezado a organizarse. Tiene a su cabeza a jóvenes mujeres. Su símbolo es Marielle Franco, joven consejera municipal de Río de Janeiro, socialista, negra, lesbiana, asesinada por sicarios hace un año. A pesar de todo, no tenemos que olvidar que el 45% de los electores votaron por Fernando Haddad (PT), el candidato común de toda la izquierda. Muchos de los que votaron a Bolsonaro ya han empezado a cambiar de opinión. Se han conocido escándalos de corrupción que le afectan a él y a su familia.
Escribes en tu libro sobre la radicalización introducida por el cristianismo de liberación. ¿ Crees que nuestra situación actual necesita una radicalización anticapitalistal? ¿Qué cambios implicaría para una nueva política?
La actual situación en América Latina está marcada por una terrible ofensiva de la ultraderecha que ha tomado el poder en la mayoría de los países mediante elecciones o golpes de estado pseudo-parlamentarios. Existe alineamiento con Trump y el imperialismo estadounidense, neoliberalismo sin frenos, destrucción del medio ambiente, represión de los movimientos sociales.
En la resistencia que empieza a desarrollarse, los cristianos de liberación están teniendo un papel esencial. El objetivo inmediato es la defensa de las libertades democráticas y las conquistas populares. También la oposición a las medidas antisociales y antiecológicas de corte neoliberal. Existen en este movimiento de resistencia corrientes que se dan cuenta de que hay que combatir la raíz de estos males: el sistema capitalista. El capitalismo es un sistema intrínsecamente perverso que exige sacrificios humanos para el ídolo «Mercado». Necesitamos alternativas antisistémicas y ecosocialistas. Los cristianos de la liberación están y estarán sin duda en el corazón de esta lucha, inspirados por los escritos de Leonardo Boff, de Freí Betto y de la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco.
¿Se dan las condiciones para esta radicalización social y política? ¿Qué obstáculos y qué posibilidades ves?
El obstáculo principal es el poder ideológico del sistema. Este se difunde a través de su control de los medios de comunicación, del papel nefasto de muchas iglesias neopentecostales, de la influencia social de la religión del mercado, de la alienación consumista y de la pasividad resignada de amplios sectores populares.
Hay que añadir como obstáculo- las opciones de amplios sectores de la izquierda por políticas de conciliación de clases, de compromisos con la oligarquía, de concesiones a los terratenientes y al capital financiero en aras de la «gobernabilidad».
Las posibilidades vienen de las luchas de las organizaciones populares que desarrollan formas de concientización y radicalización sociopolítica. Esto es muy visible en amplios sectores de la juventud. 
En la relación del cristianismo de liberación con la Modernidad europea se constata una diferencia. Afirmas en tu libro que lo decisivo para este cristianismo no es la modernización, sino el cambio de sociedad y la liberación de los empobrecidos . Es «el punto de vista de los vencidos» que reclamaba Walter Benjamin. Puedes expresar el significado de esta diferencia?
La modernización se concibe como desarrollo industrial y crecimiento del PIB. Este es el pensamiento sobre la modernización imperante en las clases dominantes en América Latina, pero también en sectores de la izquierda tradicional. Desde su inicio, el cristianismo de la liberación se posiciona críticamente frente a esta ideología de la modernización, planteando una visión mucho más radical desde el punto de vista de los explotados y oprimidos, de los pobres, de los negros e indígenas, de los trabajadores del campo y de la ciudad. Su perspectiva no es el desarrollo, sino la liberación, rompiendo con las estructuras opresivas del sistema dominante. Para esos cristianos, los pobres son el sujeto histórico de esta transformación, los actores de su propia liberación.
El cristianismo de la liberación no conocía los escritos de Walter Benjamin, pero existe una evidente «afinidad electiva» entre la obra de los teólogos de la liberación y la concepción benjaminiana de la historia desde la perspectiva de los vencidos y su propuesta de una alianza de la teología con el marxismo. Sin olvidar su texto sobre «El capitalismo como religión» (1921), que tiene mucho en común con la denuncia de la idolatría del mercado realizada por los teólogos de la liberación. 
La crítica del capitalismo y la necesidad de superarlo es un elemento central en el cristianismo de liberación. ¿ Ha perdido o ha ganado vigencia esa crítica? ¿No se ha hecho también infinitamente más complejo este quehacer?
La crítica del capitalismo como sistema intrínsecamente perverso realizada por el cristianismo de la liberación me parece más actual que nunca; entre otras razones, por la crisis ecológica y el cambio climático que amenazan directamente la supervivencia de la humanidad en este planeta.
Desde el punto de vista ecosocialista, el capitalismo no es sólo un sistema de explotación, como lo plantea tradicionalmente el pensamiento marxista, sino también de destrucción del medio ambiente y de los equilibrios ecológicos. Superar el capitalismo es un imperativo categórico por razones de justicia elemental. Es un sistema absurdo en el cual unas decenas de multibillonarios poseen más riqueza que la mitad de la humanidad. También hay que sobrepasarlo porque se trata de una cuestión de supervivencia para la humanidad: el capitalismo no puede existir sin expansión sin límites. Por eso, la destrucción de las condiciones de vida en el planeta pertenece a su lógica interna.
Acabar con el capitalismo es una tarea compleja y difícil, pero no tenemos otra salida sino llevar adelante esta lucha antisistémica. Como decía Bertolt Brecht, quien lucha puede perder; pero quien no lucha, ya ha perdido.
La crítica al capitalismo en el cristianismo de liberación se realiza también como crítica a la idolatría. ¿Se ha asumido esa crítica en las iglesias de diversos continentes?
La crítica del cristianismo de la liberación a la idolatría del capital y del mercado es profundamente radical. Fusiona la crítica de los profetas del Antiguo Testamento a los cultos idólatras, con sus exigencias de sacrificios humanos, y la crítica marxista al fetichismo de la mercancía. Marx denuncia al Capital como Baal o Moloch, ídolos a los cuales se hacen sacrificios de vidas humanas. Enrique Dussel, filósofo y teólogo de la liberación, ha analizado este tema de forma muy interesante en su libro Las metáforas teológicas de Marx.
En los años setenta del siglo xx esta crítica estuvo presente en los documentos y la enseñanza de importantes sectores de las iglesias latinoamericanas, en especial en Brasil. Aparece también, pero de forma mas limitada, en otros países del Sur (Filipinas, Corea del Sur) o de Europa (Francia). Pero con el pontificado de Juan Pablo IIº esta vertiente anticapitalista en las Iglesias latinoamericanas fue condenada, marginada y reprimida por el Vaticano. No se puede olvidar el intento de silenciar a Leonardo Boff y la denuncia por parte del Santo Oficio (Ratzinger) de la teología de la liberación como peligroso error. Con la elección de un Papa latinoamericano, Bergoglio, esta situación está empezando a cambiar.
Llama la atención que prestes una atención tan intensa al análisis de la religión, dada tu trayectoria marxista y trotskista. ¿Consideras que el cristianismo de liberación es una fuente importante de inspiración e impulso para la izquierda transformadora?¿Te distancias de otros intelectuales, dirigentes y militantes de las izquierdas que no le conceden relevancia?
Tengo mucho respeto por la figura de Trotsky, pero mi principal referencia política, desde mi juventud en Brasil hasta hoy, ha sido Rosa Luxemburgo. Esta gran pensadora y luchadora marxista, mártir del socialismo, asesinada hace cien años por sicarios paramilitares alemanes, es autora del ensayo «Iglesia y socialismo». En él presenta un argumento original: nosotros, los socialistas, somos los verdaderos herederos de los primeros cristianos, de los Padres de la Iglesia, críticos implacables de la injusticia social y del poder corruptor del dinero. Las Iglesias que se han alineado con la burguesía en contra del movimiento obrero, han traicionado este mensaje inicial del cristianismo.
Lo que ha pasado en América Latina a partir de los años sesenta del siglo xx es algo nuevo: el cristianismo de la liberación -en el cual participan también sectores del clero, de las órdenes religiosas y hasta obispos- se ha situado abiertamente en el campo de los oprimidos y sus luchas de emancipación . Sin el cristianismo de la liberación no se puede explicar el surgimiento de un nuevo movimiento obrero y campesino en Brasil a partir de los años setenta del siglo xx, las revoluciones centroamericanas de los años ochenta, o el levantamiento zapatista en Chiapas en 1994.
Con algún retraso, la izquierda latinoamericana se ha dado cuenta de la importancia de ese fenómeno, aunque se mantienen resistencias en ciertos sectores más dogmáticos en nombre del ateísmo científico.
La izquierda debe tratar con respeto las convicciones religiosas y considerar a los militantes cristianos de izquierda como parte esencial del movimiento de emancipación de los oprimidos. La teología de la liberación nos enseña también la importancia de la ética en el proceso de concienciación y la prioridad del trabajo de base con las clases populares, en sus barrios, iglesias, comunidades rurales y escuelas .
Además, los cristianos radicales son un componente esencial de los movimientos sociales del Sur y de las asociaciones europeas de solidaridad con las luchas en los países empobrecidos. Estos cristianos aportan una contribución importante a la elaboración de una nueva cultura internacionalista. 
Nos ha llamado la atención la valoración muy positiva que haces en tu libro de personajes que han dado gran importancia a la religión como, por ejemplo, los marxistas Walter Benjamin y José Carlos Mariátegui. ¿Qué aspectos de los escritos de estos dos autores sobre esta cuestión tienen mayor actualidad?
Walter Benjamin, judío de cultura alemana, y José Carlos Mariátegui, peruano, representan dos visiones disidentes en el campo del marxismo tradicional. Ambos pertenecen a universos geográficos, culturales e históricos muy diferentes, y cada uno ignoraba los escritos del otro. Walter Benjamin no conocía nada sobre el marxismo latinoamericano y Mariátegui conocía bien la cultura marxista europea, pero no leía alemán. A pesar de esta distancia, tienen muchos elementos comunes. Ambos comparten una crítica romántica de la civilización occidental moderna y un rechazo del dogma del progreso en la historia.
Tienen también otras convergencias: una adhesión poco ortodoxa a las ideas comunistas, simpatía por Trotsky, gran interés por la obra de Georges Sorel, verdadera fascinación por el surrealismo y una visión «religiosa» del socialismo. Esta afinidad es aún más asombrosa porque, como hemos señalado, no hay ninguna influencia de uno sobre el otro. Ellos contribuyeron a repensar en nuevos términos el curso de la historia, la relación entre pasado, presente y futuro, las luchas emancipadoras de los oprimidos y la revolución.
Una de sus herejías más notables respecto al marxismo clásico es efectivamente la reflexión sobre la dimensión «religiosa» del socialismo. Walter Benjamin en sus Tesis s obre el concepto de historia(1940) propone una alianza entre la teología mesiánica y el materialismo histórico: solo juntos podrán vencer a su adversario, el fascismo. Por su parte, José Carlos Mariátegui, en su ensayo «El hombre y el mito», escribía lo siguiente: «La emoción revolucionaria (…) es una emoción religiosa. Los motivos religiosos se han desplazado del cielo a la tierra. No son divinos; son humanos, son sociables». Pienso que Mariátegui y Walter Benjamin nos ayudan a entender el cristianismo de la liberación, tanto en el pasado como en su posible futuro. 
Una parte de tu libro aborda las relaciones entre cristianismo de liberación, ecosocialismo y anticapitalismo. ¿Qué piensas de la posición del Papa Francisco en el ámbito de la ecología?
La encíclica ‘Laudato Si‘ es una contribución de extraordinaria importancia para el desarrollo a escala planetaria de una conciencia ecológica. Para el Papa Francisco, los desastres ecológicos y el cambio climático no son el resultado simplemente de comportamientos individuales, sino de los actuales modelos de producción y de consumo. Bergoglio no es un marxista y la palabra capitalismo no aparece en la encíclica. Pero queda muy claro que para él los dramáticos problemas ecológicos de nuestra época son el resultado de «los engranajes de la actual economía globalizada», engranajes que constituyen un sistema global. Es, según sus palabras, “un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso”.
¿Cuáles son, según el Papa Francisco, estas características «estructuralmente perversas»? Ante todo, es un sistema en el cual predominan «los intereses limitados de las empresas» y «una cuestionable racionalidad económica», una racionalidad instrumental que tiene por único objetivo el maximizar la ganancia. Afirma este Papa: «el principio de maximización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía: si aumenta la producción, interesa poco que se produzca a costa de los recursos futuros o de la salud del ambiente». Esta distorsión, esta perversidad ética y social, no es propia de uno u otro país, sino de un «sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente . Así se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas». Son citas textuales. Pienso que queda claro su pensamiento en el que relaciona capitalismo, destrucción medioambiental y ecología.
Fuente: http://www.exodo.org/michael-lowy/