martes, 31 de mayo de 2016

La Iglesia mexicana contra el matrimonio gay

La Iglesia mexicana contra el matrimonio gay

© AFP 2016/ Pedro Pardo
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Walter Ego
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Era predecible que la Arquidiócesis Primada de México condenaría la iniciativa de reforma constitucional presentada el pasado 17 de mayo por el presidente Enrique Peña Nieto para reconocer el matrimonio entre las personas del mismo sexo.

Era predecible —y testimonio de ello es el más reciente editorial del semanario católico "Desde la fe"—, porque la 'Archidioecesis Mexicanensis' sostiene al respecto una postura que parece datar de los días en que la Tierra era plana y la sostenían sobre sus lomos cuatro elefantes trepados al caparazón de una tortuga, una postura en la que además parecen no haber dejado huellas el par de milenios transcurridos desde la crucifixión de un judío barbado que proclamaba la hermandad de todos los seres humanos y cuya prédica iba dirigida por igual a los aceptados y a los excluidos de su tiempo.
El editorial se sostiene sobre premisas cuestionables. En ese sentido valdría la pena conocer en base a qué criterios se puede asegurar "que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados" o que el matrimonio "sólo puede darse entre un hombre y una mujer". Lo primero es un dogma, lo segundo un argumento falaz. Lo primero se presenta como un concepto inmutable, ajeno al disenso y excusa perfecta para el anatema; lo segundo como una conclusión en apariencia válida que olvida que la familia como sujeto cultural responde a las necesidades de un ámbito social y se transforma junto con él, condicionado por criterios religiosos, jurídicos y económicos que interactúan con desigual fortuna. De pareja índole es la afirmación de que "ha sido la fe cristiana la que en la cultura occidental ha dado lugar al concepto de persona, su dignidad y su respeto". La vehemencia del alegato, la plausible prédica de amor del catolicismo, no alcanzan a desvanecer, empero, la evidencia histórica de que el Humanismo floreció como movimiento intelectual cuando los pensadores del Medioevo tardío voltearon a los clásicos grecolatinos y redescubrieron el sentido racional de la vida humana extraviado en la oscuridad monástica de la Europa feudal. No se olvidó la fe, pero ésta dejó de ser coto exclusivo de Dios y transitó hacia el ser humano y sus potencialidades creadoras.
A contramano de lo que se afirma en el editorial, "que no es posible que a la Iglesia se le sustraiga de un debate que afecta no sólo a sus fieles", la realidad de un estado laico como México evidencia que no sólo es factible sino hasta deseable. Un eventual diálogo en el que uno de los interlocutores supone que el matrimonio gay afecta "al futuro de la sociedad y a su sano desarrollo" está emponzoñado de inicio por el pócima mortal de los prejuicios, esas que llevan a catalogar de "malsana ideología" toda representación sistémica y cualquier programa de acción en pro del matrimonio igualitario.
La aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo no supone la desaparición de la familia en tanto modelo de relación social, tan sólo su expansión por nuevos cauces. Un enlace tutelado por el dios al que se le reza, una boda en apego a la jurisprudencia civil o la sociedad de convivencia que reconoce la Constitución mexicana resultan formas de alianzas tan válidas como las que pueden establecer dos "evas" o un par de "adanes" sin que ello suponga atentar "contra el fundamento biológico de la diferencia entre sexos". O en todo caso, no más que el celibato que la Iglesia católica impone, en oposición al "fundamento biológico" de la libido, a quienes se consagran al ministerio pastoral. Lo que la Iglesia católica defiende con su condena del matrimonio gay va más allá de preceptuar la sexualidad de sus feligreses a los que intenta imponer dos severos códigos de conducta: la monogamia y la indisolubilidad del enlace contraído. En este mundo secularizado, lo que la Iglesia realmente no quiere perder es el bastión último —la familia tradicional, nuclear— en el que se reproduce su fe y los valores que de ella dimanan. Sólo que alguien debiera advertirles a quienes pontifican y condenan que tales valores —responsabilidad, compromiso, honestidad, respeto, entre muchos otros— no son exclusivos ni de un credo ni de un solo tipo de familia.
De ahí que en la defensa a ultranza de un 'statu quo' rebasado por las mundanas circunstancias del ser humano, el referido editorial se haya prodigado en una serie de torpes argumentaciones, la menor de las cuales no es el cuestionamiento de la pertinencia de la reforma constitucional al artículo cuatro propuesta por Peña Nieto.
"Habiendo tantos problemas que tienen de rodillas al país […], no es posible que el Gobierno de la República ponga como prioridad legislar sobre falsos derechos, que no se sostienen desde una base antropológica", dicen, como si los homosexuales no resultaran sujetos dignos de las "condiciones instrumentales que le permiten a la persona su realización", como si a la historia del catolicismo le fuese ajena esa supuesta anarquía de preferencias, como si más de una vez la Iglesia no hubiese priorizado el silencio oportuno ante los excesos de cualquier césar con la excusa que ahora se quiere olvidar —y que acaso bastaría para zanjar este desencuentro si no se oyera como una salida impertinente— de "a Dios lo que es de Dios".

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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jueves, 19 de mayo de 2016

¿Precarios o laicos?



¿Precarios o laicos?

La Calle del medio


¿Qué es lo contrario de “precario”? Firme, estable, seguro. ¿O laico? Recordemos que el término “precario” se cruza a través del latín con el verbo italiano “pregare”, que en español quiere decir “rezar” o “rogar” y está etimológicamente emparentado asimismo con “plegaria”. “Precario” es, por tanto, el que vive de plegarias, el que sobrevive rogando o rezando, el que no depende de sí mismo para mantenerse con vida. La precariedad define la condición “religiosa” de un ser humano frágil y necesitado de los demás, pero no puede extenderse al terreno político y social sin desmentir el carácter laico y republicano de nuestras instituciones. Soy “precario” como existencia mortal, sí, pero no puedo serlo ni como trabajador ni como ciudadano, salvo que acepte un dios -una instancia exterior omnipotente- como fuente de mi sustento y de mis derechos. La precariedad, como sabemos, se va imponiendo en tres ejes fundamentales. El primero es el ecológico. Escribía Marcel Proust que con el Tiempo pasa como con la rotación de la Tierra, que no percibimos su movimiento; y Franz Kafka decía sobre el curso de la vida que “creemos que caminamos cuando en realidad caemos”. ¿Alguien ha notado la desaparición de 27.000 ríos en China en los últimos cincuenta años? ¿O la de 27 especies animales -entre ellas el bucardo o el sapo dorado- en las dos últimas décadas? ¿O la “oscilación masiva” del eje del planeta como consecuencia del cambio climático? Nunca las condiciones de supervivencia de la humanidad habían estado más amenazadas, y ello como consecuencia precisamente de la intervención humana; y nunca los individuos -o al menos los más responsables de esta precariedad- se habían sentido más seguros. La mitad del planeta que vive en el mercado y no en el suelo, atornillada a un imaginario de renovación permanente y de reposición ilimitada de recursos, se cree a cubierto de toda amenaza y acreedora de una especie de derecho a la inmortalidad; y su seguridad engañosa alimenta la fragilidad global.
El segundo eje de precariedad es el laboral. En un mundo en el que hay más de 200 millones de desempleados y en el que la robotización obliga ya a distinguir entre empleo y trabajo y a emancipar el salario del empleo, el 75% de la población activa trabaja de manera informal e inestable, con porcentajes de hasta el 90% en Bolivia, Perú, China e India. La situación no es mucho mejor en Europa, y es particularmente alarmante en España, donde los contratos temporales, con una duración media de 53 días, alcanzaron en 2015 la cifra astronómica de 17 millones, afectando a un 36% del empleo registrado. Lo extraño es que, en una situación semejante, no sólo haya una irrisoria cantidad de protestas y revueltas sino que, allí donde pueden hacerlo, los trabajadores precarios -los que viven de plegarias y de ruegos- votan, como buenos rehenes, a los responsables de su precariedad. El caso de España es también proverbial en este sentido: en el país con más paro y más corrupción de la UE, más de 7 millones de españoles dieron la victoria electoral al derechista Partido Popular. Es difícil no asociar esta indiferencia ante la propia precariedad a la penetración cultural del mercado: a la asunción natural -es decir- del “mercado laboral” como “cálculo de vidas” (por citar a Hayek) y con el imaginario mercantil y sus pautas de consumo como vertedero de todas las ambiciones y todos los deseos.
Pero hay un tercer eje de precariedad. Tenemos el “temblor del aire”, que pocos advierten y mata ríos y ranas, y tenemos el “temblor del pan”, que sus víctimas asumen con naturalidad. Y tenemos también -digamos- el “temblor mental”, en virtud del cual, en el año 2016, en un marco social altamente tecnologizado, con naves en el espacio y pasmosos registros de “ondas gravitacionales”, a pesar de internet y de los avances contra el cáncer, la humanidad está menos segura que nunca de lo que debe creer, de lo que debe pensar y de lo que debe saber. En mi último artículo hablaba del “nihilismo de la sensación”; pues bien, esta precariedad del conocimiento, que acaba pudiendo demostrar y refutar cualquier cosa, es inseparable de la definición misma del nihilismo, según una fórmula que me atrevo a sugerir aquí: “nada puede ser conocido, todo merece ser destruido”, fórmula en la que las dos proposiciones no mantienen entre sí una relación de coordinación sino de yuxtaposición. Quiero decir que lo que afirma el nihilismo, y de ahí su peligrosidad, es que “puesto que nada puede ser conocido, todo puede ser destruido”. Si no se puede conocer la “verdad” del mundo, ni la “realidad” del hombre, el mundo y el hombre están completamente desprotegidos; y nuestra tentación es empujarlos al vacío. Hoy los seres humanos somos particularmente vulnerables porque no sabemos qué podemos ni qué debemos saber y, por lo tanto, acabamos desconfiando de todo y confiando, por eso mismo, en cualquier cosa .
La “precariedad del conocimiento” tiene una dimensión muy evidente relacionada con los medios de comunicación. Es lo que Ignacio Ramonet ha llamado “inseguridad informativa”, que conduce por igual al escepticismo y a la credulidad. Si no podemos fiarnos de los medios de comunicación, terminamos por desconfiar de todas las evidencias y considerando evidentes, por contraste, todos los ruidos y todas las conspiraciones. Pero la inseguridad informativa, que es una de sus fuentes, se inscribe en una precariedad más amplia y, se quiere, más radical, como resultado de la -por otro lado saludable- “desacralización” del mundo. El problema es que no ha sido ni la ciencia ni la razón -ni la compasión humana- la que ha despojado al mundo de su “prestigio” -la que ha despojado al mundo de su “mundo”- sino el relativismo acuciante del mercado. ¿Cómo decirlo? El escepticismo es el umbral de la credulidad y, si no creemos en nada, entonces estamos en peligro de creer en lo que sea (al igual que los pollos consideran su madre al primer objeto con el que entran en contacto al nacer). Durante siglos la fe nos ha protegido de la superstición: Dios, por decirlo así, nos ha protegido de la astrología y, en el terreno social, la “lucha de clases” nos ha protegido de los extraterrestres. Quizás Dios no era una buena idea y quizás la “lucha de clases” no era un concepto bien afinado, pero Dios no ha sido sustituido por Darwin ni la lucha de clases por un concepto más explicativo y movilizador. A las preguntas “qué podemos conocer” y “qué podemos creer” ha respondido el mercado con una rapsodia de identidades cortas, placeres intensos y creencias desechables e intercambiables. Nunca -desde el final del imperio romano- la sociedad ha sido más escéptica respecto de la razón y más crédula respecto de los Annunakis o del Talismán de los Siete Ángeles.
La precariedad del conocimiento, que erosiona el “mundo” que el mundo lleva dentro, genera y alimenta la credulidad. La credulidad, lo sabemos, es un gran negocio. El imaginario mercantil, fuente de nihilismo, convierte el nihilismo en una fuente mayor de beneficios. Digamos que convierte en capital los propios efectos desestabilizadores del capital. Es difícil encontrar datos globales, pero en los últimos años la proliferación de videntes y curanderos ha convertido las “consultas psíquicas”, por teléfono o incluso en televisión, en el más rentable fraude legal de la crisis global. El 50% de los estadounidenses -muchos sin seguro médico- recurre, por lo demás, a la medicina alternativa, que mueve más de 35.000 millones de dólares al año.
Paradójicamente el mismo mercado que ha desacralizado el mundo lo ha vuelto “precario”, es decir religioso. Esta triple “precariedad” -ecológica, económica y mental- confía nuestro sustento y nuestros derechos a una instancia exterior, pero tan caprichosa e imprevisible que no es de extrañar que, frente a ella, la tentación del fanatismo recupere las versiones más rotundas y normativas del Dios monoteísta, bíblico o islámico. Contra la precariedad del mercado y la seguridad contrapuntística del fanatismo (dos formas de religión), sería quizás mejor desempolvar y afinar la lucha de clases -o como queramos llamarla- y reivindicar un mundo realmente laico y republicano. Y conservar nuestras supersticiones, inevitables y a veces hermosas, para el amor y para la muerte, que en cualquier otro mundo posible seguirán demandando nuestras “plegarias”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

¿Modernizar el islam?



Apuntes críticos en torno al Estado multiconfesional
¿Modernizar el islam?



«Hemos llegado ya al punto en que la loa a la racionalidad se considera como señal de que un hombre es un viejo oscurantista, lamentable superviviente de una era pasada.» (Bertrand Russell: Esbozo del disparate intelectual)


El currículum de religión islámica para los distintos niveles educativos de nuestro sistema de enseñanza ha sido publicado en el BOE, donde se hace carne el verbo de la ley para que ésta habite efectivamente entre nosotros. Así caminamos con paso firme hacia el Estado multiconfesional. Es una forma ciertamente espuria de interpretar la aconfesionalidad reconocida en nuestra constitución como forma de definir la relación entre las instituciones civiles y las religiosas en el espacio público (y la escuela es parte esencial del mismo). En vez de tender hacia un efectivo cumplimiento de la laicidad, que es condición sine qua non para conformar un verdadero Estado democrático capaz de garantizar la libertad de conciencia de sus ciudadanos, convertimos el aula en altavoz de los dogmas de las distintas confesiones religiosas que conviven en nuestro territorio. Sabemos que vivimos en un criptocatolicismo de facto; ahora se trata de justificarlo mediante la coartada de que no es excluyente de otras creencias que entre los españoles –grey tradicionalmente propiedad de la franquicia del Vaticano– han venido a habitar. Especialmente el islam, al que se teme en la misma medida que se dice respetar, porque así lo manda el manual del político correcto y el ciudadano progresista posmoderno. Claro, claro, puesto que quedamos en que todas las opiniones –y dogmas, por ende– son respetables. De modo que criminalicemos cuanto queramos el terrorismo –ente satánico de turbia naturaleza–, pero no a la religión, no a las creencias. Éstas no son la causa de que los hombres maten; lo es el virus del fanatismo, que no se sabe muy bien cómo ni de dónde viene. ¡Cuantísimos creyentes hay de todos los monoteísmos que no son fanáticos homicidas!
En consecuencia, hay que procurar que el islam se modernice, tratar de inmunizarlo contra el contagio del delirio fundamentalista, como de hecho se hizo históricamente con el cristianismo. Es lo que propugnan algunos de quienes han reflexionado sobre el complejo fenómeno yihadista, como es el caso de Eva Borreguero, profesora de ciencia política en la Universidad Complutense de Madrid, que defiende esta tesis en su artículo titulado, precisamente, Modernizar el islam (http://elpais.com/elpais/2015/11/30/opinion/1448915295_206637.html). Se trataría, en su opinión, de apoyar a aquellos musulmanes moderados que trabajan, ejerciendo una siempre amenazada libertad de expresión en sus ámbitos de dominio islámico, para que triunfen en su propósito de que se imponga una exégesis por así decir ilustrada frente a la interpretación literal de la palabra sagrada, que es central en el salafismo que, a su vez, justifica ideológicamente el movimiento yihadista. Dice que «ello implica contextualizarla (la dimensión belicista de los textos sagrados) en su dimensión histórica, respetando la construcción teológica de valor universal». Confieso que no entiendo muy bien a qué se refiere con lo último, con eso de la «construcción teológica de valor universal». ¿En qué consiste una construcción así? ¿Cuáles son las construcciones de valor universal de las diversas religiones? ¡Pero si desde que se dio el cisma de oriente hace un milenio se le viene dando vueltas al dichoso ecumenismo en el solo ámbito del cristianismo sin apenas avances!
A no ser que admitamos la imposición por la fuerza como procedimiento válido de alcanzar la universalidad de ciertos valores, sólo cabe el diálogo para lograrlo. El diálogo únicamente es fructífero a ese respecto si nos colocamos trabajosamente en un espacio de entendimiento que trascienda las convicciones personales, esto es, que sea objetivo, común, interpersonal y firme; un territorio, en definitiva, que no sea propiedad de nadie y que acoja a cualquiera que venga con el pasaporte de las buenas razones; el mismo que se torna imposible de cohabitar cuando es invadido por los dogmas. En su libro La inteligencia fracasada, José Antonio Marina acierta a expresarlo luminosamente cuando dice: «En esto consiste el uso racional de la inteligencia, en usar toda su operatividad transfigurada, incluido por supuesto el razonamiento, para buscar evidencias compartidas. El hombre necesita conocer la realidad y entenderse con los demás, para lo cual tiene que abandonar el seno cómodo y protector de las evidencias privadas, de las creencias íntimas. Sopesar las evidencias ajenas, criticar todas, las propias y las extrañas, abre el camino a la búsqueda siempre abierta de una verdad y de unos valores más firmes, más claros y mejor justificados. La irracionalidad, el encastillamiento en la opinión personal, lleva irremisiblemente a la violencia. Popper decía: "Conviene que combatan las ideas para que no tengan que combatir las personas". El uso racional de la inteligencia, indispensable para convivir, se concreta en dos grandes dominios de evidencias universales: la ciencia y la ética».
Aquí considero que reside el punto clave de la imbricación de la religión en el nuevo paradigma de civilización que se inauguró con la edad moderna, y en la que se desea integrar el islam: ¿cómo se articula la relación entre el criterio de la fe (propio de las religiones) y el de la razón en el seno de una sociedad multirreligiosa que se ordena conforme a los principios democráticos consolidados a partir de la modernidad? De acuerdo con lo que afirma Marina: no es la religión dominio de «evidencias universales», es decir, que puedan compartir quienes no sean creyentes de esa religión. Si eso ocurre es porque se trasciende el ámbito creencial de la confesión particular para hacer comunión en el dominio de la ética, en el que no la fe, sino la razón constituye su primordial fundamento.
Tampoco hay que pasar por alto que es intrínseco al ser de las religiones una cierta soberbia respecto de la verdad, que es lo que convierte a sus creencias en evidencias para el creyente, lo que las excluye de la palestra del debate racional. De modo que la mera crítica de sus contenidos es fácilmente tenida por una falta de respeto en el mejor de los casos o de un ataque en el peor de ellos (piénsese si no en esa rocambolesca figura penal del delito contra los sentimientos religiosos; ¿y por qué no un delito contra los sentimientos estéticos, de manera que se multe o encierre a todo aquel que atente contra el buen gusto en el vestir, pongamos por caso?). Seguramente no exagera Sam Harris en su libro de improbable título, El fin de la fe, cuando afirma:
«La fe religiosa supone un mal uso tan intransigente del poder de nuestra mente que es como una especie de perverso agujero negro cultural, con una frontera más allá de la cual se vuelve imposible cualquier discurso racional».
Esto en esencia es lo que significa la palabra wahi, perteneciente al universo lingüístico que apuntala la fe del islam: revelación divina dada a la humanidad a través de sus profetas. Es considerado un fenómeno misterioso y enigmático que no cabe en el marco del intelecto común del ser humano. Es un tipo de alocución celestial e inmaterial que no puede ser concebida a través de los sentidos ni la reflexión intelectual, sino que es otra percepción que a veces se manifiesta en algunas personas por la voluntad de Alá. He aquí un elemento que no resistiría la prueba del algodón de la modernidad –¡que no es otra que la de la razón!– y que no representa una de esas construcciones teológicas de valor universal que cree la arriba mencionada Eva Borreguero que hay que salvaguardar en todas la religiones. Pero ¿cuáles la resistirían, si el valor universal, precisamente, se levanta sobre el suelo de ese territorio común que decíamos fertiliza el uso racional de la inteligencia, el mismo que con la fe se abotarga?
Hay quien dirá que es mejor que el islam, como el resto de religiones (¿todas? ¿sólo las mayoritarias? ¿las que alcancen pactos educativos con el Estado en virtud de arbitrarios criterios? ¿estamos ante el inicio del famoso «café para todos» para la educación religiosa en la escuela pública?), esté en la escuela moderna, precisamente para contribuir a su modernización, que aquí equivale a moderación. El creyente moderado de cualquier fe es el que no renuncia a vivir en el mundo moderno y, para ello, no tiene más remedio que interpretar alegóricamente o incluso ignorar lo que no dejan de ser cánones constitutivos de la palabra divina en la que, por otro lado, dice creer a pies juntillas (esto es la fe). A esa moderación contribuye no poco la ignorancia de la mayoría de los creyentes de la cantidad de barbaridades que en verdad contienen sus sagradas escrituras por no haber dedicado un tiempo a la lectura de lo que es, en definitiva, la prístina fuente de sus creencias. Dicho de otro modo: para ser un musulmán o un cristiano o un judío moderados hay que ser necesariamente un negligente lector de la letra de la ley divina, lo que equivale, lógicamente, a ser un mal musulmán o un mal cristiano o un mal judío. Para explicarlo con contundencia: el joven transexual cordobés que ha pretendido hace unos días confirmarse para apadrinar a un niño, y que ha recibido un rotundo no del párroco, obediente a la consigna del obispado de Córdoba, quería un contradiós (nunca mejor dicho), pues, con el catecismo en la mano, el transexual es inapelablemente un mal católico, y como tal ha de sufrir las consecuencias, igual que los homosexuales y demás colectivos de moral pecaminosa. ¡Lo contrario supondría que la Iglesia Católica Apostólica y Romana renegase de sus principios!
Sea como fuere, si se trata de modernizar el islam –o lo que es lo mismo, contribuir al crecimiento de un islam moderado– de nada sirve introducirlo en nuestras aulas para adoctrinamiento de nuestros (no son en exclusiva de sus padres) niños y adolescentes. Porque, como contundentemente explica Sam Harris en el libro citado: «Las puertas que nos llevan a renunciar a la literalidad de las escrituras no se abren desde dentro. La moderación que vemos entre los no fundamentalistas no es señal de que los credos han evolucionado, sino, más bien, de que es producto de los muchos martillazos que la modernidad ha propinado a ciertos dogmas de la fe exponiéndolos a la duda. El menor de estos progresos no es la aparición de una tendencia a valorar las evidencias y a dejarnos convencer sólo por propuestas respaldadas por la evidencia. Hasta los más fundamentalistas se mueven a la luz de la razón; la diferencia está en que sus mentes parecen haberse compartimentado para acomodar las abundantes afirmaciones de certeza que conlleva su fe».
Lo prueba la historia. Al cristianismo lo fue poniendo en su sitio la modernidad conforme el librepensamiento se fue abriendo camino, y una ilustración militante fue construyendo, no teológicamente sino filosóficamente –es decir, sobre el pensamiento crítico y el conocimiento–, los valores universales que conforman el marco dentro del que los individuos pueden aspirar a una vida buena. Toda religión es –repitámoslo– intrínsecamente soberbia y en la idiosincrasia del creyente está la pulsión –latente o no– del proselitismo (¿cómo no si se hallan en posesión de la verdad? ¿Y no querría todo el mundo que se le diese la oportunidad de conocerla? Más aún, ¿no es deber del creyente darla a conocer, es decir, hacer profesión de fe?). Así que la moderación le vino impuesta al cristianismo cuando la razón le ganó la partida histórica a la fe en la cultura europea. Ahora bien, no se debería incurrir en la ingenuidad de confiar en que esa victoria sea definitiva. Ni mucho menos.
En la escuela está uno de los frentes de una guerra que se libra contra el fanatismo todos los días. La posmodernidad nos ha vuelto más tolerantes a un relativismo que desincentiva el debate racional y crítico (inteligente) que hoy más que nunca precisamos en la aldea global, donde convivimos codo con codo con quien respira otra atmósfera cultural, pero forma parte del mismo organismo social. A ese debate también hay que someter a las religiones, en torno a las que no tiene justificación establecer cordones sanitarios contra el librepensamiento. Lo expuso con claridad meridiana Bichara Khader, profesor de la universidad belga de Lovaina, palestino de origen y fundador del Centro de Estudios e Investigaciones sobre el Mundo Árabe Contemporáneo, en una entrevista emitida recientemente por una cadena de radio (http://cadenaser.com/programa/2016/05/06/a_vivir_que_son_dos_dias/1462545766_253640.html). Al respecto de la cuestión de la incompatibilidad de la democracia y el mundo árabe dijo: «Lo que es necesario, y los musulmanes tienen que entenderlo, es que hay que separar el espacio religioso del espacio político. Esta separación es la laicidad, es la neutralidad del Estado de cara a las creencias y a la no creencia... El futuro del mundo musulmán reside en la separación de lo religioso, que tiene que ser algo privado, y de lo público, de la gestión del Estado y de los asuntos oficiales, que tienen que ser separados del impacto de las interferencias nefastas de la religión. Entonces, no hay una incompatibilidad de principio, pero estas interferencias constantes de la religión en nuestros Estados perjudican la búsqueda de un mundo árabe secular».
Y lo que vale para el islam vale para cualquier otra religión.

malinterpretación de las creencias tradicionales africanas

Ver como pdf 19-05-2016

Descolonizando la mente
La malinterpretación de las creencias tradicionales africanas

Umoya


Hay pocas religiones tan malinterpretadas a nivel global como las religiones tradicionales africanas. Ya sea con los nombres inapropiados de vudú, juju o brujería, los sistemas indígenas africanos de fe suelen asociarse con la oscuridad, los sacrificios humanos y animales, la violencia y, en general, con el atraso.

Bailarines espirituales Mkota, una troupe de danza Zanzibari tradiconaldel sur de Pemba. Foto: BusaraMusic
Poca gente sabe que el voudou (mejor que «vudú») es una fe basada en la armonía con la naturaleza, que expresamente prohíbe matar a otro ser, o que la mayoría de los sistemas africanos de fe cree en el concepto de un dios sobre el resto de las divinidades y deidades, cuya función es más bien la de un panteón de santos.
Desde los albores del período colonial hasta ahora, se difunde información falsa sobre las espiritualidades indígenas africanas y que además se toma por auténtica. Desde Nigeria hasta Kenia, llama la atención cómo hemos llegado a aceptar las interpretaciones intolerantes occidentales de las espiritualidades indígenas africanas, creyendo que estamos siendo salvados porque ya no participamos en la «adoración de ídolos». Ignoramos las influencias que estos sistemas han tenido y siguen teniendo en la forma en la que los africanos veneran y dirigen su día a día. En lugar de verlos como los sistemas complejos que son, los hemos degradado a una simple serie de sacrificios.
Sacerdotisa de la capilla del santuario Okomfoyaa Anosua, Besease, Ghana, 1970.
Foto: Eliot Elisofon
El colonialismo religioso es la rama menos debatida del colonialismo en sí, aunque sus efectos psicológicos hayan sido tan duraderos. Dado que la religión es un tema sensible, tan cercano a los corazones de muchos africanos, no es siempre fácil mantener un debate sensato sobre la manera problemática mediante la cual el cristianismo eurocéntrico y el islam han alcanzado el continente africano. Sin embargo, el colonialismo religioso ejercido sobre los africanos es la razón principal de que la mayoría de nosotros hayamos llegado a ver nuestros propios sistemas indígenas de fe como epítomes del mal. Presentar las creencias locales como simples supersticiones de los páramos fue parte de los modos en los que los misioneros cristianos actuaron en su afán por traer su religión y su civilización occidental al continente oscuro. La mayoría de los misioneros creían fehacientemente que estaban salvando a los africanos de la opresión satánica y de la ignorancia, una idea que la mayor parte de los africanos postcoloniales han internalizado.
A principios del siglo XX, «las religiones tradicionales africanas todavía tenían la lealtad de la mayoría de la población del África subsahariana». Los sistemas indígenas de fe les hacían la competencia a aquellos misioneros que querían que sus religiones se estableciesen en África, con lo que se los sometió a una campaña de desprestigio.
Porcentaje de la población practicante de la religión tradicional. Gráfico: Matthew White
Los sistemas indígenas africanos de fe pasaron a ser «primitivos», incivilizados, un mal necesario que había que combatir, y un sistema inferior con el que había que acabar. No fue suficiente con insistir en que toda forma de culto en África era del demonio, sino que esto se asoció a las culturas africanas como un modo de reforzar la noción de que los africanos y sus civilizaciones eran menos en comparación con las de los europeos.
Los extremos a los que algunos misioneros llegaron en su afán por «civilizar» a aquellos a quienes veían como inferiores siguen asombrando. Se sabe poco de la historia de los niños indígenas de todo el mundo que fueron secuestrados, metidos a la fuerza en seminarios y a los que se les enseñó no solo cristiandad, sino también la superioridad de la cultura y la lengua occidentales con la esperanza de que se impusieran como agentes de la autoridad europea y «civilizaran» a su propia gente. Siendo un chico joven, Malidoma Somé fue abducido por los misioneros jesuitas y sometido al adoctrinamiento en el culto y las formas de pensar europeos en la Burkina Faso colonial. Somé, que ahora es adivino en su tradición de Dagara, escribió sobre el lavado de cerebro que recibió en el seminario y el difícil viaje que realizó para encontrar el camino de vuelta a las tradiciones de su gente en Of Water and the Spirit. En el libro, Somé escribe que «el regionalismo colonial tortura el alma. Crea una atmósfera de miedo, inseguridad y sospecha general. Lo peor es que usa a la gente del lugar para reforzarse». Estas palabras siguen siendo relevantes a día de hoy.
¿Qué son los rituales exactamente?
Para el África moderna que desconfía de estas tradiciones ancestrales, estos sistemas indígenas de fe no pueden ser sino malignos. La prueba de esto está en los sacrificios rituales que siguen teniendo lugar en esta era moderna, bien sean 100 tumbas cavadas en la República de Benín o albinos siendo asesinados para obtener partes de sus cuerpos en Tanzania. Se dice que estos rituales (en otro tiempo llamados brujería) existen debido a la naturaleza supersticiosa de los africanos, que surge de las creencias tradicionales. Se cree que en los rituales, la gente es abducida y asesinada regularmente, para usar pares de sus cuerpos para crear amuletos o «fetiches», que se dice que traen riquezas a cualquiera que los lleve. Estos denominados sacrificios rituales han alcanzado el estatus de leyendas urbanas en países como Nigeria, en el que el 10% de los nigerianos que se adhieren a las creencias tradicionales deben mantener su fe en secreto o corren el riesgo de ser tildados de facilitadores de sacrificios humanos. Existe una gran necesidad de diferenciar entre los sistemas espirituales legítimos y la brujería, aunque está ampliamente aceptado que los sacrificios humanos formaron parte de los sistemas de fe pre-coloniales.
Albino1Una mujer de 39 años de Tanzania que sobrevivió a un ataque pero perdió un brazo. En Tanzania, el mercado de extremidades albinas sigue activo, posiblemente conectado con la brujería. Foto: Under The Same Sun
Que estos rituales se realizan con el objetivo principal de obtener dinero debería ser una pista de su verdadera naturaleza capitalista. En un mundo en el que todos buscan ser ricos y poderosos, las espiritualidades indígenas africanas no están exentas de ser corrompidas por aquellos que harían cualquier cosa para enriquecerse. Los debates sobre las «innovaciones» modernas en las culturas y las prácticas religiosas africanas son casi inexistentes, por lo que la mayoría de nosotros nunca considera que el crecimiento de las iglesias pentecostales esté incentivando la brujería relacionada con los miedos o que las fuerzas del mercado son elementos centrales de las creencias relacionadas con la brujería de hoy en día. Hace unos pocos meses, en una reunión de trabajo, surgió el asunto de los sacrificios rituales y la adoración de ídolos. Entonces, una colega objetó con valentía ante la idea de que los sacrificios rituales hubieran sido realizados por los nigerianos en tiempos pre-coloniales. Ella dijo que se acordaba de cuando los sacrificios humanos comenzaron en Nigeria; por aquel entonces, ella era una niña creciendo en los años 70. Su opinión está respaldada por el Jefe Adelekan, un adivinador yoruba que, durante una charla en el Manchester Museum, insistió en que los sacrificios humanos no tienen nada que ver con los cultos indígenas. Pero en las mentes de la gente, esta práctica moderna de los sacrificios rituales se ha vinculado con los sistemas indígenas de fe.
Espiritualidades indígenas africanas en el siglo XXI
Debido al menosprecio y al miedo que rodean las fes indígenas, le cuento a muy pocos nigerianos que he consultado a un babalawo, un adivinador de la divinidad yoruba Ifa. Sentía curiosidad por obtener una lectura de la línea de la vida y por saber qué Orisha «dirigía mi cabeza» después de que un amigo hubiera tenido una lectura similar. Ahora esta confesión es suficiente para asustar a muchos nigerianos, que creen absurdamente que Ifá, una divinidad de la adivinación, pediría un sacrificio humano. Lo que no les digo es que consulté a este babalawo a través de internet. Mi amigo nos presentó a través de un email; pagué sus servicios a través de su web, y tras consultar con Ifá, me envió la lectura de mi línea de la vida en formato pdf. No pude evitar comparar su servicio, tan moderno y profesional, con el estereotipo recurrente de los brujos de ojos desorbitados, que proporcionan consultas en una habitación oscura, popular en Nollywood e incluso en las descripciones occidentales de cualquier sistema espiritual africano. Para aquellos que sean abiertos de mente y estén interesados, hay un número creciente de sacerdotes ordenados en sus respectivas espiritualidades que les están lavando la cara a las espiritualidades africanas en el continente y en la diáspora.
Un babalawo realizando la adivinación con un opele. Foto: Chief Ogunleye
Un ejemplo es el sacerdote y sanador de Ghana Kwaku Bonsam, protagonista de este artículo del New York Times. Kwaku Bonsam ustiliza normalmente las redes sociales con propósitos de adivinación, y además aparece en programas televisivos de debate. Se llamó a sí mismo «Bonsam», que en twi significa «demonio», con la intención de burlarse de la continua demonización de los sistemas indígenas de fe. Al contrario que los brujos «primitivos» de la imaginación popular, Kwaku Bonsam ha adoptado niños, ha abierto una escuela elemental gratuita y dirige una granja de ganado. A la par que la generación de pastores pentecostales en Ghana que utilizan los medios para ridiculizar la religión tradicional de Ghana como la adoración demoníaca en la tradición colonial continuada, Kwaku Bonsam utiliza tácticas similares para contraatacar. En un caso fascinante, Kwaku Bonsam irrumpió en una iglesia con un cámara siguiéndolo de cerca, para desenmascarar a un sacerdote Pentecostal que solicitaba ayuda de sus deidades y tenía un ídolo en los alrededores de la iglesia. El vídeo resultante (abajo) fue subido a Youtube, exponiendo así las maneras en las que las fes indígenas influencian el culto moderno africano.
El pentecostalismo tiene mucho en común con las maneras en las que las espiritualidades indígenas se practican, con su pesado énfasis en los exorcismos y hablar en otras lenguas. En muchas fes indígenas africanas, la posesión espiritual y los trances son una parte del culto. En la cercana República de Benín, un país en el que la mayoría de la población sigue fiel a su fe indígena, voudou, Aligbono Akpochihala presenta su propio show radiofónico y aparece en televisión para eliminar malentendidos sobre la fe voudou. En su propio afán por modernizar la fe, Akpochihala lanzó un curso intensivo que permite a los devotos del vodou convertirse en sacerdotes en cuatro meses, en contraste con los tres años habituales. La simple existencia de la gente como Kwaku Bonsam y los sitios web que ofrecen el equivalente africano occidental de los signos del zodíaco occidentales muestra los modos en los que los sacerdotes indígenas están adaptando sus tradiciones con siglos de antigüedad al mundo moderno y resistiendo la gran narrativa del cristianismo y del islam. Esto muestra que las culturas y costumbres africanas pertenecen a este mundo. Aquellos que mantienen las tradiciones ancestrales están reclamando credibilidad a pesar de los múltiples desafíos a los que se enfrentan.
Fuente original: This is Africa, Decolonising the mind: The misunderstanding of traditional African beliefs, publicado el 6 de mayo de 2014.
Traducido para Umoya por Óscar Pérez Clemente.

martes, 17 de mayo de 2016


l Papa Francisco ha criticado a los países de Occidente por sus intentos de imponer la democracia a los estados con otra cultura política.

"Frente al terrorismo islámico de hoy, tenemos que reflexionar sobre cómo el modelo de democracia occidental ha sido exportado a los países que ya tuvieron su propio poder fuerte, como Irak o Libia. Es imposible conseguir el progreso sin tener en cuenta las diferencias culturales", declaró el pontífice en una entrevista al periódico 'La Croix'.
Papa Francisco en Lesbos
© REUTERS/ Andrea Bonetti / Greek PM Press Office
En la entrevista, el Pontífice hizo también mención al problema migratorio en Europa e instó a Occidente a reflexionar acerca de las razones que propiciaron la crisis. Además, agregó que es necesaria la integración de los inmigrantes. "Lo peor de todo será si acaban viviendo en guetos. Los terroristas de Bruselas eran los niños de los inmigrantes del gueto", destacó.
Anteriormente, durante una visita oficial, el Papa Francisco se había llevado a 12 refugiados sirios de la isla griega de Lesbos para acogerlos en El Vaticano.

LAS RAICES DEL SIONISMO AYUDAN A INTERPRETAR AL ISRAEL DE HOY

Las raíces del sionismo ayudan a interpretar el Israel de hoy

jonathan-cook.net

Traducido del inglés para Rebelión por J.M.

Fue una valoración del jefe adjunto de las fuerzas armadas israelíes que nadie esperaba. En su discurso del Día del Holocausto, la semana pasada Yair Golan comparó las tendencias actuales en Israel con la Alemania de principios de 1930. En el Israel de hoy, dijo, podrían reconocerse "los procesos repugnantes que se produjeron en Europa... No hay nada más fácil que odiar al desconocido, nada más fácil que agitar temores e intimidar".
El furor por las declaraciones del general de Golan siguieron a una protesta similar en Gran Bretaña por declaraciones del exalcalde de Londres, Ken Livingstone, quien observó que Hitler había "apoyado el sionismo" en 1933, cuando los nazis firmaron un acuerdo de transferencia, permitiendo que algunos judíos alemanes emigraran a Palestina.
En sus diferentes formas, ambos comentarios se refieren nuevamente a una fuerte discusión entre los judíos acerca de si el sionismo era una bendición o una plaga. Aunque hoy se pasa por alto en gran medida, la disputa arroja mucha luz sobre el conflicto palestino-israelí.
Esas diferencias llegaron a un punto crítico en 1917, cuando el Gobierno británico emitió la Declaración Balfour, un documento que permitía, por primera vez, lograr el objetivo sionista de un "hogar nacional" de los judíos en Palestina. Sólo un ministro, Edwin Montagu, disintió. En particular era el único judío en el gabinete británico. Los dos hechos no estaban desconectados. En un memorándum, advirtió de que la política de su Gobierno sería un "terreno fértil para los antisemitas en todos los países".
No era el único con esa visión. De los cuatro millones de judíos que salieron de Europa entre 1880 y 1920, un total de 100.000 fueron a Palestina, en línea con las expectativas sionistas. Como el novelista israelí AB Yehoshua observó una vez, "Si el partido sionista se hubiera presentado a elecciones a principios del siglo XX habría conseguido solo el seis o el siete por ciento de los votos del pueblo judío".
Lo que Montagu temía era que la creación de un Estado judío en un territorio vasto encajara perfectamente con las aspiraciones de los antisemitas de Europa, después mucho más evidente, incluso en el Gobierno británico.
De acuerdo con las hipótesis dominantes de los nacionalismos étnicos de Europa de la época, la región debía dividirse en pueblos o "razas" biológicas y cada uno debía controlar un territorio en el que podía florecer. A los judíos se los veía como un "problema" porque -además del persistente antisemitismo cristiano- se les consideraba subversivos para este modelo a nivel nacional.
Se veía a los judíos como una raza aparte a la que no se podría -o no se debería- permitir la asimilación. Era mejor, para este punto de vista, fomentar su emigración desde Europa. Para las élites británicas la Declaración Balfour era un medio para lograr ese fin.
Theodor Herzl, el padre del sionismo político, entendió muy bien este agudo antisemitismo. Su idea de un Estado judío fue inspirada en parte por el famoso caso Dreyfus, en el que un oficial judío del ejército francés fue incriminado por traición por sus comandantes. Herzl estaba convencido de que el antisemitismo siempre excluiría a los judíos de la verdadera aceptación en Europa.
Es por esta razón que los comentarios del señor Livingstone -aunque torpemente expresados- apuntan a una verdad importante. Herzl y otros de los primeros sionistas aceptaron implícitamente el inquietante marco de la intolerancia europea.
Herzl llegó a la conclusión de que los judíos deben asumir su alteridad y considerarse a sí mismos una raza aparte. Una vez que encontraron un benefactor que les proporcionó un territorio –Gran Bretaña pronto obligaría a Palestina- podrían emular a los otros pueblos europeos desde lejos.
Durante un tiempo algunos líderes nazis fueron comprensivos. Adolf Eichmann, uno de los ingenieros posteriores del Holocausto, visitó Palestina en 1937 para promover la "emigración sionista" de los judíos.
Hannah Arendt, judía alemana y erudita del totalitarismo, argumentó incluso en 1944 -mucho después de que los nazis abandonaran las ideas de la emigración y optaran en su lugar por el genocidio- que la ideología que sustenta el sionismo no era "otra cosa que la aceptación acrítica del nacionalismo de inspiración alemana".
Israel y sus partidarios preferirían olvidar que antes de la llegada de los nazis la mayoría de los judíos se opusieron profundamente a que los enviasen en un futuro a Palestina.
Los que tratan de recordarnos esta historia olvidada se arriesgan a que los acusen -como Livingstone- de antisemitas. Se les acusa de hacer una comparación simplista entre el sionismo y el nazismo.
Pero hay una buena razón para examinar este incómodo periodo.
Sin embargo los políticos israelíes modernos, incluyendo a Benjamín Netanyahu, aún declaran con regularidad que los judíos tienen una sola morada, en Israel. Después de cada ataque terrorista en Europa instan a que los judíos partan deprisa para Israel diciéndoles que nunca pueden estar seguros donde están.
Eso también nos alerta sobre el hecho de que aún hoy el movimiento sionista no puede dejar de reflejar muchos de los defectos de los nacionalismos étnicos europeos actualmente desacreditados, como el general Golan parece apreciar.
Tales características –todas demasiado evidentes en Israel- incluyen: una definición excluyente de pertenencia a un pueblo, la necesidad de fomentar el miedo y el odio del otro como una manera de mantener a la nación fuertemente unida, una obsesión por avidez de territorio y una cultura altamente militarizada.
El reconocimiento de las raíces ideológicas del sionismo inspiradas en las definiciones raciales de pueblo que, en parte, alimentaron la Segunda Guerra Mundial, podría permitirnos entender un poco mejor el Israel moderno. Y por qué parece incapaz de tender a los palestinos una mano de paz.
Jonathan Cook es un periodista independiente que reside en Nazaret.
Fuente: http://www.jonathan-cook.net/2016-05-09/zionisms-roots-help-us-interpret-israel-today/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.

lunes, 16 de mayo de 2016

El fundamentalismo Catolico y la Criminalizacion e la pobreza en Veracruz.



El fundamentalismo católico y la criminalización de la pobreza en Veracruz



En medio del enorme desprestigio y sacudido por su incapacidad de distinguir el bien público del bien privado, Javier Duarte y lo que queda de su gobierno –diputados incluidos- han decidido pagar favores políticos en plena campaña electoral al lobby fundamentalista católico veracruzano. Al analizar semejante maniobra saltan a la vista tres cosas: la perversa confusión entre bien público-bien privado; la criminalización de la pobreza y del derecho de elegir; y el uso electoral del periodo extraordinario de la LXIII legislatura estatal.
Con respecto a la confusión entre lo privado y lo público no se caería en exageraciones si se afirmase que la confusión es artificial y orientada a presentar un código de valores privado como el equivalente de un código público. Dicho de otro modo, la ley antiaborto, al igual que las aprobadas en legislaturas de otros estados, insiste en poner por encima del principio de la naturaleza laico del estado y sus instituciones a la moral cristiana y sus ideas con respecta a la vida humana.
Hace ya algunos años, la discusión con respecto a la legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo realizada por la Suprema Corta de Justicia no dejó lugar a dudas de que es el bien público el que debe ser salvaguardado por el estado sin menosprecio de las morales privadas. En ésa ocasión los fundamentalistas católicos presentaron un recurso de amparo afirmando que el matrimonio tiene como finalidad básica la procreación, argumento que reproduce la moral cristiana respecto al matrimonio e incluso al acto sexual. Los ministros de la corte rechazaron dicho argumento al afirmar que de acuerdo a la constitución, el matrimonio no puede ser considerado como un contrato civil con la única finalidad de tener hijos. Dos personas pueden unirse en matrimonio legítimamente sin tener que estar obligados a procrear, incluso si son católicos.
Por lo anterior se deduce que el bien público está por encima del bien privado, como lo sería la adopción de un credo religioso, ya que el que una persona asuma los valores morales de una religión no significa que los puede imponer a los demás. Incluso si la mayoría de los mexicanos se declaran católicos esto no obliga al resto a seguir las máximas cristianas. Es curioso como en nuestro país nos escandalizamos con el fundamentalismo musulmán, pasando por alto que la iglesia católica y sus aliados políticos se comportan de la misma manera en nuestro país. ¿No es acaso un rasgo fundamentalista de cualquier religión obligar a personas que no la profesan a vivir de acuerdo a sus principios y además estigmatizarlos como encarnaciones del mal, como enemigos de la vida si no lo hacen?
Es por lo anterior que la propuesta de Javier Duarte –que en realidad es la de la iglesia católica oculta detrás de un grupo civil fachada, Sí a la Vida- utiliza argumentos ‘científicos’ aportados por una bióloga de la UNAM y que son reproducidos en el cuerpo del proyecto de ley. De ese modo coloca fuera de foco el espíritu fundamentalista de la ley contra el aborto a pesar de que está en el fondo del problema es simple y sencillamente la imposición de la concepción católica de la vida –aunque lo más seguro es que no se encuentra nada que soporte semejante idea en la Biblia.
Por otro lado se ha planteado que la ley no impedirá que las personas puedan viajar a la ciudad de México o utilizar los servicios de un médico y un hospital privado para realizar un aborto. Y es cierto, pero siempre y cuando las personas posean los medios económicos para pagar gastos de traslados o atención privada y discreta claro. De otro modo tendrá que continuar con su embarazo -sea este producto de una violación o de relaciones sexuales sin intención de procrear; de si la persona tiene los medios materiales para mantener al infante o no; de si es menor de edad o no; de si el embarazo representa un riego para su salud o no.
La ley no acabará con la simulación y la hipocresía de los estratos sociales acomodados, que seguirán pagándoles a sus hijas abortos en clínicas en el extranjero –disfrazados de viajes turísticos- pero profundizará la opresión hacia las mujeres que no cuentan con los medios materiales para ello. Son ellas y sus descendientes las que pagarán las consecuencias de la sumisión del gobernador del estado de Veracruz para con el fundamentalismo católico, empecinado en imponer su credo personal. Son ellas las que serán víctimas de una maniobra electorera -cuidadosamente planeada por Duarte y la derecha veracruzana para que coincidiera con las campañas- encaminada a presionar a los candidatos a definir su postura frente a la ley antiaborto, o de plano a chantajearlos para obligarlos a apoyarla y colocar el tema en el centro de la disputa por los votos.

Blog del autor: http://lavoznet.blogspot.mx/2016/05/el-fundamentalismo-catolico-y-la.html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


martes, 10 de mayo de 2016

Guerrillero por la paz



Guerrillero por la paz


Daniel Berrigan, quien falleció la semana pasada a los 94 años de edad, fue una expresión de conciencia durante gran parte de su vida como sacerdote jesuita radical, quien se volvió figura central en la detonación masiva de la oposición a la guerra de Estados Unidos contra el pueblo de Vietnam, pero también contra la violencia que provenía no sólo de políticas, sino de un sistema de injusticia social tanto dentro como fuera de su país. Catholic Worker, una de las organizaciones que fundó, llevó a cabo la ceremonia de su funeral el pasado dia 6, que incluyó una procesión con una banda estilo Nueva Orleáns por las calles del East Village, en Nueva York.

"Hemos optado por ser criminales sin poder en tiempos de poder criminal. Hemos optado por ser llamados criminales de la paz por los criminales de guerra"
-Daniel Berrigan.

Berrigan, quien falleció la semana pasada, a los 94 años de edad, fue una expresión de conciencia durante gran parte de su vida como sacerdote jesuita radical, y se volvió figura central en la detonación masiva de la oposición a la guerra contra el pueblo de Vietnam, pero también contra la violencia que provenía no sólo de políticas, sino de un sistema de injusticia social tanto dentro como fuera de su país.

Fue conciencia colectiva. Tanto en las grandes manifestaciones contra la guerra en Vietnam, y después en el masivo movimiento internacional contra las armas nucleares, como en enfrentar la injusticia social sistémica en Estados Unidos. Berrigan, frecuentemente junto a su hermano Philip, se convirtió en una especie de brújula moral, tanto en sus declaraciones y versos como en sus acciones. Berrigan fue praxis rebelde.

Berrigan captó la atención nacional en mayo de 1968, cuando él y su hermano, junto a otros siete, ingresaron a un centro de reclutamiento militar en Catonsville, Maryland, retiraron archivos de servicio militar de más de 300 jóvenes (en ese entonces obligatorio), salieron a la calle y, con napalm que fabricaron en casa, los quemaron. En un comunicado difundido poco antes de la acción, ofrecieron disculpas a los trabajadores del lugar por la irrupción, y explicaron que la intención era quemar papeles en lugar de niños (en la guerra) y para “despertar ira de los representantes de la muerte… no podíamos hacer otra cosa”.

Fueron arrestados y enjuiciados en un caso bautizado Los 9 de Catonsville, donde serían condenados a prisión. No sería la primera vez. Pero antes de entregarse para iniciar su condena, Berrigan se fugó y así logró ocupar un lugar en la lista de los más buscados por la FBI durante cinco meses. En la clandestinidad no guardó silencio, apareció sorpresivamente en varios actos en diversos lugares del país para continuar caminando la palabra contra la guerra. Finalmente fue detenido y encarcelado 18 meses. No sería la última vez.

Ese acto avivó una ola de disidencia expresada en miles de acciones de desobediencia civil y manifestaciones que llegarían a hacer temblar al gobierno y contribuir al fin de esa guerra.

En su autobiografía comentó sobre el efecto de Catonsville: “encendió los lugares oscuros del corazón, donde la valentía, el riesgo y la esperanza estaban esperando una señal, un amanecer. Por el resto de nuestras vidas, estos incendios estarían vivos en corazones y mentes, en juntas de reclutamiento, en prisiones y tribunales… ‘Nada se puede hacer’. Con cuánta frecuencia habíamos escuchado ese grito entrecortado: el último de lo humano, del alma, de la libertad. Por supuesto, algo podía hacerse, y se hizo. Y se hará”.

Berrigan había participado anteriormente en otros actos de desobediencia civil y, según algunas versiones, fue el primer cura estadunidense en ser arrestado en protestas contra la guerra; en Washington, en octubre de 1967.

Más aún, en febrero de 1968 viajó a Vietnam del Norte con el historiador radical Howard Zinn (quien fue colaborador de La Jornada) para recibir a tres militares prisioneros de guerra estadunidenses, donde ambos tuvieron que ingresar a refugios antibomba donde, junto con civiles –y sobre todo niños– aguantaron los intensos bombardeos estadunidenses, algo sobre lo cual poder escribir más tarde.

En 1980 los hermanos Berrigan y otros activistas lograron ingresar a una fábrica de misiles de la General Electric, en Pensilvania, donde con martillos dañaron las puntas de estas armas nucleares para volverlas inoperantes, y después las mancharon con su propia sangre. Eso resultó, sí, en más prisión, pero también en el nacimiento de un movimiento internacional antiguerra llamado Plowshares. Ante el tribunal, Berrigan afirmó: el único mensaje que tengo para el mundo es: no, no se nos permite matar a gente inocente. No se nos permite ser cómplices en asesinatos.

Desde joven, poco después de convertirse en sacerdote en 1952, Berrigan viajó a Francia, donde se inspiró con los curas trabajadores de ese país, y al regresar impulsó proyectos como el de estudiantes activistas en solidaridad con los pueblos del tercer mundo. A la vez, empezó a publicar lo que serían más de 50 libros de poesía, teología y ensayos de todo tipo; y su primer libro de poesía, Time Without Number, ganó el Premio Lamont y fue nominado para el Premio Nacional del Libro.

Fundó otras organizaciones antiguerra y colaboró con varias organizaciones, sobre todo la Catholic Worker (quien a finales de la semana realizó su ceremonia funeraria, incluida una procesión con una banda de metales estilo Nueva Orleáns por las calles del East Village), participó en todo tipo de esfuerzos hasta sus últimos años, entre ellos la campaña para cerrar la Escuela de las Américas y el movimiento Ocupa Wall Street. Se consideraba un opositor vitalicio contra lo que llamaba el imperialismo militar estadunidense.

Viajó en 1966 por América Latina e incluyó la estancia de unos meses en México, así como en Chile, Colombia, Venezuela y Argentina. Ahí, cuentan amigos, se sumó, naturalmente, a las corrientes de la teología de la liberación.

Berrigan se convirtió en uno de los sacerdotes más famosos en el mundo, ocupó la portada de la revista Time y provocó intensos debates entre las fuerzas progresistas, así como dentro de la propia Iglesia. Incluso fue consejero y tuvo un papel pequeño en la película La Mision, con Robert DeNiro y Jeremy Irons.

Para algunos, Berrigan era un profeta, un santo, una de las grandes figuras morales a nivel mundial. Veía, como tantos otros, la acción por la paz como un acto religioso, pero sin vanidad ni protagonismo, sino como invitación a la disidencia ante lo inmoral. Un guerrillero por la paz.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/05/09/opinion/023o1mun

sábado, 7 de mayo de 2016

Padre Dan Berrigan: un profeta de la paz se ha ido .

Ver como pdf 07-05-2016

Padre Dan Berrigan: un profeta de la paz se ha ido

Democracy Now!


Un profeta de la paz se ha ido. Daniel Berrigan, sacerdote católico jesuita, activista por la paz, poeta, abnegado tío y hermano, falleció la semana pasada a los 94 años de edad. Su pasaje de casi un siglo por esta Tierra estuvo marcado por la compasión y el amor por la humanidad, así como por un inquebrantable compromiso con la paz y la justicia. Pasó años en prisión por sus valientes acciones pacifistas contra la guerra. En cada acción de su vida llevó a la práctica el Evangelio que predicaba. Dio impulso a diversos movimientos, inspiró a millones de personas, escribió de una manera hermosa y con una ingeniosa sonrisa compartió su amor por la vida con sus familiares, amigos y con todos aquellos con quienes rezó y luchó por la paz.

Dan y su hermano Philip Berrigan, junto a otros activistas católicos, irrumpieron en un centro de reclutamiento militar en 1967 y derramaron su propia sangre sobre las citaciones de reclutamiento en alusión a la sangre derramada en la guerra. Al año siguiente, el 17 de mayo de 1968, pocas semanas después del asesinato de Martin Luther King Jr., los dos hermanos y otras siete personas se hicieron famosos por retirar citaciones de reclutamiento del centro de reclutamiento de Catonsville, en Maryland, y quemarlas con napalm de fabricación casera en el estacionamiento de las oficinas. Mientras cantaban un himno reunidos alrededor de la fogata fueron finalmente arrestados.

Dan Berrigan expresó en un comunicado emitido por el grupo antes de la acción, dado que sabían que serían arrestados: “Nuestras disculpas, buenos amigos, por quebrantar el buen orden, por quemar papeles en lugar de niños, por despertar la ira de los personeros de la muerte en la antesala del osario”. Y agregó: “No podíamos hacer otra cosa, así que ayúdanos Señor”.

Las acciones de Los Nueve de Catonsville, como se conoció al grupo, hicieron que aumentara la intensidad de las acciones contrarias a la guerra en todo el país. Algunas personas habían quemado sus fichas de reclutamiento antes que ellos, pero después de la acción de Catonsville esto se volvió una táctica emblemática y cada vez más frecuente para demostrar la oposición real y simbólica a la guerra. Dan Berrigan expresó: “Elegimos ser criminales sin poder en tiempos de poder criminal. Elegimos ser etiquetados como criminales de paz por los criminales de guerra”.

Daniel Berrigan fue sentenciado a prisión pero antes de entregarse para cumplir su condena, pasó a la clandestinidad. A pesar de figurar en la lista de los más buscados del FBI, Berrigan aparecía repentinamente en diferentes rincones del país y pronunciaba discursos contra la guerra. Habló durante un gran acto en apoyo a Los Nueve de Catonsville en la Universidad de Cornell, donde era capellán. Luego del discurso, al verse acorralado por el FBI y la policía, Berrigan se escondió dentro de una de las marionetas gigantes de la compañía de teatro con contenido político Bread & Puppet. Disfrazado de esa manera logró salir del Barton Hall de la Universidad de Cornell y evitó ser arrestado. Finalmente, las autoridades dieron con su paradero en Block Island, frente a las costas de Rhode Island, y lo arrestaron. Una famosa fotografía capturó el momento en que dos tristes agentes del FBI que se hacían pasar por observadores de aves en la isla se llevaban esposado al sonriente padre Berrigan.

Berrigan escribió en sus memorias, tituladas “No Bars to Manhood”: “Dado que la maquinaria estadounidense no funciona bien, ni en sus mecanismos internos, ni en sus engranajes con el mundo, los hombres de bien deben tomar medidas”. Y aclaró: "Algunos de ellos han de estar dispuestos a ir a la cárcel".

En 1980, Berrigan, una vez más con su hermano Phil y otras personas, irrumpió en una planta de misiles de General Electric ubicada en King of Prussia, Pennsylvania. Allí golpearon con martillos cabezas de ojivas nucleares hasta dañarlas de modo que no pudieran ser reparadas y luego derramaron su sangre sobre las partes dañadas. Las acciones que llevaron adelante ese día dieron inicio al Movimiento Plowshares, que creció hasta convertirse en un movimiento mundial. Las acciones de Plowshares se inspiran en un versículo del libro de Isaías, del Antiguo Testamento:

“Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No levantará espada nación contra nación, y nunca más se adiestrarán para la guerra”.

La lucha por la paz de Dan Berrigan desafió al Gobierno de Estados Unidos, al Pentágono y a la jerarquía de la propia Iglesia Católica. Por ese último pecado, fue apartado de su labor eclesiástica en Estados Unidos. Su exilio incluyó viajes a América Latina y Sudáfrica, que lejos de curarlo de su compromiso con la lucha por la justicia, solo lo reafirmaron.

Vimos por última vez a Berrigan, a quien nosotros, al igual que muchos otros, llamábamos cariñosamente “Padre Dan”, hace dos años en un hogar para ancianos jesuitas de la Universidad de Fordham, en el Bronx. A los 93 años de edad, su estado era frágil pero sus ojos brillaron cuando le dimos su comida favorita: helado. Su devoción al helado y a la justicia social lo hicieron acreedor a su propio sabor de la marca de helados Ben & Jerry’s, así como al suministro vitalicio de esos helados para él y para el Movimiento del Trabajador Católico, que tanto amaba.

Daniel J. Berrigan vivió una vida fiel a su vocación y practicó literalmente lo que predicaba. Descansa en paz, Dan Berrigan, de la misma manera en que has vivido.

© 2016 Amy Goodman

Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Fuente: http://www.democracynow.org/es/2016/5/6/descansa_en_paz_dan_berrigan_de

lunes, 2 de mayo de 2016

El papa pide a indígenas mexicanos resistir la opresión y el maltrato

El papa pide a indígenas mexicanos resistir la opresión y el maltrato

Agencias


El Papa Francisco instó el lunes en Chiapas, el estado más pobre de México con mayoría de población indígena, a rechazar la opresión y el maltrato, en una región donde hace dos décadas se gestó una rebelión armada en reclamo de mejores condiciones de vida.
En el tercer día de su visita a uno de los países más católicos del mundo, Francisco ofició una misa para las comunidades indígenas en San Cristóbal de la Casas, una pintoresca ciudad colonial en las montañas del sur del país que fue tomada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) al inicio de la rebelión de 1994.
Haciendo referencias a la Biblia y al libro indígena Popol Vuh, Francisco dijo que "hay un anhelo de vivir en libertad, hay un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente".
"De muchas maneras y de muchas formas se ha querido silenciar y callar ese anhelo, de muchas maneras han intentado anestesiarnos el alma, de muchas formas han pretendido aletargar y adormecer la vida de nuestros niños y jóvenes con la insinuación de que nada puede cambiar o de que son sueños imposibles", dijo el papa en la homilía ante 100,000 fieles.
Muchos de ellos llegaron de distintas regiones del montañoso estado y de otras entidades e incluso de la vecina Guatemala, vistiendo coloridos trajes típicos.
La misa se celebró por momentos en lenguas indígenas en un centro deportivo donde fue colocada una representación de la colorida catedral de la ciudad detrás del altar.
LA TIERRA SUFRE DOLORES DE PARTO
El papa se refirió también a la grave devastación ambiental que vive el planeta que "gime y sufre dolores de parto".
"Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia", dijo en la misa.
"En esto ustedes (los pueblos indígenas) tienen mucho que enseñarnos, que enseñar a la humanidad. Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina, saben relacionarse armónicamente con la naturaleza", agregó.
El papa llegó a Chiapas en momentos en que la Iglesia Católica ha perdido más adeptos que en otros lugares de México: en dos décadas hasta el 2010 el porcentaje de la población que se reconoce como católica bajó diez puntos a un 58 por ciento, muy por debajo de la media nacional de 83 por ciento.
Según especialistas, esto se debió en parte a que la Iglesia Católica no permitía las eucaristías en lenguas indígenas en un estado donde un amplio porcentaje de las personas no habla español.
Aunque en los hechos algunos sacerdotes ofician misa en lenguas indígenas, el papa las autorizará formalmente a partir de ahora.
En los últimos años, las crecientes corrientes como bautistas, pentecostales y evangélicos ganaron terreno para convertir al estado en uno de los que ostenta mayor diversidad religiosa también porque, según los analistas, muchos dejaron de ver a la Iglesia Católica como la más cercana al pueblo.
Luego de la misa, Francisco tiene previsto almorzar con ocho representantes de las comunidades indígenas, quienes probablemente le plantearán los problemas de la región menos próspera de México, donde la pobreza ha trepado en los últimos años a más de las tres cuartas partes de la población.
Durante su visita a México, el papa ha tocado temas álgidos tales como la aguda desigualdad que impera, la corrupción y la violencia, aunque no ha hablado de los casos de pederastia que han escandalizado a la feligresía en los últimos años.
El sumo pontífice visitará la catedral donde se encuentra la tumba de Samuel Ruiz, quien pasó 40 años como obispo de Chiapas abogando por los derechos de los indígenas y a quien se le acusó de esgrimir "la teología de la violencia" por apoyar las reivindicaciones.
Después se desplazará a la capital del estado, Tuxtla Gutiérrez, donde sostendrá un encuentro con las familias.
"Su mensaje deberá hacer que haya un renacer de la Iglesia; un resurgir de la ternura de la Iglesia para recibir a los hijos que se habían ido por falta de amor", dijo el sacerdote Franco Alonso, que llegó desde la fronteriza Guatemala para ver al papa.