lunes, 31 de diciembre de 2012

Entre Navidad y Revolución no hay contradicción

Entre Navidad y Revolución no hay contradicción Manuel Humberto Restrepo Domínguez Rebelión Al final del año ocurre una mezcla de conceptos, prácticas y sensaciones entre el sentido del trabajo y las fiestas de navidad. Cada uno trae consigo tiempos, memorias, luchas, significados, deseos, que se cruzan e intervienen en unos pocos días distintos a los demás. Se vive de otra manera. Trabajo y Fiesta, conservan elementos de una edad media que no fue derrotada del todo por la modernidad y que resurge de la misma manera que las ruinas de Roma lo hacen para dejar ver que su presente todavía sigue inevitablemente atado a su pasado. La época medieval hizo del trabajador poco menos que un paria, era tratado sin embargo mejor que un campesino, por la clase en el poder. Hoy las transnacionales vuelven a tratar al trabajador como poco menos que un paria y a los campesinos como instrumentos de segundo nivel. Con la modernidad y como resultado material de las luchas por derechos asociados al trabajo el primer gran logro universal fue el establecimiento de la jornada laboral de 8 horas, cuyo reconocimiento y aceptación social constituye una de las grandes e integrales conquistas en el proceso de liberación del ser humano de ataduras y opresiones. Esta conquista fue lograda por los obreros socialistas y los trabajadores en resistencia a la explotación que provocaba la naciente sociedad industrial. Ocho horas de trabajo permitirían distribuir el día en tres partes: el tiempo de trabajo socialmente necesario en el proceso de producción; el tiempo de la política, de la relación social, de la cultura, del ocio y de la satisfacción de necesidades y deseos y; el tiempo necesario para la reparación física y espiritual dedicado al sueño. Su universalidad ética y laica se ha puesto al servicio de todos los seres humanos. El derecho a trabajar ocho horas del día de las doce que marca el sol, hace parte del proceso de humanización, hace parte esencial de lo que somos como seres humanos y de lo que significamos como seres sociales, de deseos, de aspiraciones. Este derecho nos recuerda todos los días, que alguna vez los seres humanos fueron tratados como animales, vendidos, comprados y que la dignidad se construye con las luchas, no se inventa, no se invoca, no se recibe, no la trae el espíritu navideño. Diciembre es el tiempo en el que las ocho horas de trabajo se encuentran con la fiesta de navidad, que aparece dotada de cierta universalidad alcanzada como efecto del poder que la impuso para eliminar las fiestas populares paganas de la edad media, en las que los excluidos, parias y campesinos se encontraban para celebrar rituales, dar ofrendas y eliminar las ataduras al trabajo de siervos y dominados. Sobre qué es y que representa la navidad es común encontrar en las enciclopedias y en los propios textos cristianos que su fecha de aparición se dio en el siglo IV por mandato del papa Julio I, quien para sellar la discrepancia de fechas sobre el nacimiento del hijo de dios impuso el 25 de diciembre, que coincidía con el fin de las fiestas paganas del solsticio de invierno, en la que según la tradición babilónica se celebraban rituales en honor a sus selectos dioses nacidos por la misma época invernal. Se bebía, comía, reía, ofrendaba, bailaba y jugaba en honor a: Mitra diosa del sol, de origen persa; Baco dios del vino, de origen griego, inspirador de la locura ritual y el éxtasis, patrón de la agricultura y el teatro, también conocido como Dionisio; Adonis dios de la belleza, originario de fenicia; Osiris el sol difunto, dios de la muerte y del mas allá, egipcio; Júpiter protector de la ciudad de Roma de quien emanan la autoridad, las leyes y el orden social; Hércules, el más fuerte, orgulloso y vigoroso sexualmente, de origen griego también conocido como Alcides. Esta fiesta popular era considerada por el imperio como algo vil, inmoral, degenerado que además lo ponía en ridículo. Durante una semana la gente se dedicaba a divertirse, burlarse, hacer banquetes, romper límites, se suspendían las actividades judiciales, penales, escolares, se comía y bebía, se eliminaba la moral y se ridiculizaba el orden social haciendo señor al siervo y siervo al señor. Era de tal magnitud la capacidad popular de estas fiestas que el imperio para derrotarlas las hizo suyas, les colocó sobre su significado y sus fechas, otro significado y otros rituales, iniciando por unir a ellas el nacimiento de Jesús, fracturando la memoria de lo que quedaba debajo hasta sustituirlo completamente. La fiesta de Navidad fue sobrepuesta encima de las saturnalias (en honor al dios de la agricultura el 17 de diciembre) y otras ceremonias que constituían las fiestas populares. La imposición de la navidad trazo nuevos rituales y articuló la semana del 16 al 24 con la novena que representa los nueve meses de embarazo de María y su búsqueda de posada para el nacimiento. La novena fragmentó en pequeños grupos las anteriores reuniones plenas del pueblo. A la fiesta central se fueron agregando elementos que en todo caso guardan partes de la memoria de fiestas paganas y otros creados por el mercado. Del árbol de navidad se desprenden varias historias, una señala que Nimrod, hijo y esposo de Semiramis nació un 25 de diciembre y al morir encarnó en un árbol en el que cada natalicio su madre-esposa le colgaba dones y regalos, Babilonia adoptó esta tradición según el génesis. Se dice que los romanos usaron arboles de pino para celebrar el nacimiento del dios sol en forma de fuego (no el de Jesús) y en las ramas colgaban elementos de las fiestas saturnales como máscaras de Baco para recibir su protección humana o cerezas rojas. Se cree que el árbol de navidad más parecido al que conocemos se armó en Alemania en 1605. Como alguien tendría que llegar con regalos, de Rusia provino San Nicolás (siglo V) un obispo afamado por su caridad que se convirtió en patrón de Rusia y Turquía, del que emergerá en 1823 el mito moderno, habiéndose modificado el nombre holandés de Sinterklaas por el anglicismo Santa Klaus, que completa la ecuación navideña de: nacimiento, árbol de navidad y, regalos de Nicolás. La semana se une a través del novenario y después aparecerán los villancicos que eran cantados a la madre y a su hijo en brazos y procedentes de los armenios llegaran los reyes magos, que finalizan el espíritu de reconciliación, amor y paz. Ya entrado el siglo XX la idea del trabajo se completó con la fiesta de navidad, como periodo de vacaciones, de descanso para el que poco importan los orígenes. A estas fiestas se les cubre con las aspiraciones negadas por el trabajo el resto del año, se invoca el amor, la paz, la solidaridad, la unión, pero también el buen vino, el pavo, la gula, la lujuria, las cenas abundantes, los nuevos vestidos, los juegos, los regalos y los trabajadores reciben como parte de su salario una prima de navidad. El árbol, las luces, los pesebres, las carrozas, las comparsas, todo se une, hay más risas que sobresalen sobre las tristezas de los millones de excluidos y humillados que son opacados. En 1882 en Nueva York, se levantó el primer Árbol de Navidad adornado 80 bombillas rojas, blancas y azules iluminadas con luz electrica. Después vino El Árbol de Navidad más alto, con 20 mts, armado en el Rockefeller Center, otra muestra del poder del capital. E n 1931 justo con la gran depresión económica, se afirma que Coca-Cola impuso la nueva leyenda de Papa Noel diseñada en Chicago por Habdon Sundblom, que lo vistió de rojo y blanco, sus colores tradicionales. Hacia adelante el mercado ha conquistado buena parte del sentido de la navidad impuesta por los cristianos y Santa Claus se constituyó en el icono que ríe, da, excita, enloquece y no para de invitar a comprar y comprar. Para no perder el espíritu navideño parece ser que no hay socialista que se rehúse a sonreír en navidad, ni cristiano que renuncie a aceptar su jornada laboral de ocho horas. Entre marxismo y revolución no hay contradicción dijo el padre Camilo Torres Restrepo. Feliz navidad, ojala con risas, con avances en la paz negociada y con trabajo también. Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes. Envía esta noticia Compartir esta noticia: delicious digg meneame twitter

PARA QUE SIRVE UN CURA

Para qué sirve un cura Pedro L. Angosto http://www.nuevatribuna.es De pequeño creía que los curas no tenían madre ni padre. En mi pueblo había un buen puñado y siempre pensé que habían nacido así, tal como yo los veía, con su sotana, sus sandalias, su mano dispuesta para ser besada por críos y abuelos. Fue muy cruel, en extremo doloroso, aquel día lejano en que, acompañado por mis hermanos y unos amigos, entramos en la Iglesia de El Salvador de Caravaca para inspeccionar sus rincones ocultos. Después de acceder clandestinamente a la torre y correr sobre las nervaturas góticas de la espléndida bóveda gótica, bajamos a la sacristía. De pronto todo se vino abajo, el párroco se estaba cambiando. Se había quitado la piel negra dejando ver unos pantalones de tergal, un jersey de lana y unos zapatones de Segarra. ¡Qué inmensa decepción! Yo hasta entonces creía que había animales, vegetales, minerales y curas, pero a resultas de aquella visión llegué a la conclusión de que éstos, los curas, podían incluirse entre los primeros, los animales, porque todo era fachada, vestimenta, indumentaria, disfraz. Muy decepcionado, me puse a pensar –cosa muy rara entonces y ahora en mi–, a cavilar sobre mi relación con aquellos seres que acaban de entrar por sorpresa en el reino animal. Ellos mismos, algunos de mis amigos, algún familiar, nos hablaban constantemente de la obligación que teníamos de confesar todos nuestros pecados con la frecuencia suficiente para evitar ir al averno si la muerte nos encontraba de súbito. Pecado, muerte, infierno, resignación siempre en sus bocas, aquellos tipos parecían inspectores celestiales encargados de amargarnos la vida y después, tras unos rezos, darnos la paz interina del Señor. Yo no era ni malo ni bueno ni todo lo contrario, sólo era un chaval de un pueblo pobre rodeado de una huerta y unas montañas hermosísimas. Nada más. Pero tenía que buscar en mi menuda materia gris cosas que contar a quienes todavía no pertenecían al reino animal y sí al curil. Que si le había cogido dos reales a mi abuela, que si el otro día rompimos una de la doscientas bombillas que oscurecían el pueblo, que si había robado un puñado de albaricoques… No bastaba, el cura seguía indagando, eso eran naderías, pequeñas travesuras, pecados veniales que en caso de muerte repentina no darían con mis huesos en el infierno sino todo lo más en el purgatorio, que era como una especie de sala de espera de un aeropuerto en huelga de controladores. Buscaban más, pero yo no sabía qué, hasta que un día, hablando con un colega bastante borde –vamos, era más malo que las tueras, pero para estas cosas, muy cumplidor– me preguntó que si después de cascármela me confesaba. Quedé estupefacto, mudo, desconcertado. Yo no, nunca se me ha ocurrido, además no creo que pase nada. Sí, ya lo creo que pasa, que estás en pecado mortal desde que empezaste, y ya hace añicos, de modo que o te confiesas o prepárate. ¡Joder, con el prepárate! Día tras días los curas nos aterrorizaban con la muerte y los horrores que Satanás y Pedro Botero tenían preparados para los que cómo yo podían morir estando en pecado mortal. Así que, un día cualquiera, me acerqué al confesionario y tras contar la monserga de siempre, le dije al cura que había cometido actos impuros. Esa fue la fórmula que me había prescrito mi colega. Al clérigo le cambió la cara, despertó y salió del letargo en el que yacía entre el cojín del culo y la pared de madera de aquella caja vertical y tétrica. ¿Y cómo lo haces, te tocas, tienes rozamientos, poluciones, lo haces con amigos, en solitario? ¿Qué piensas cuando lo haces, en mujeres, en tu madre, en tu hermana…? Ni por un momento se le ocurrió que mis actos impuros pudieran venir del apareamiento con otra persona, daba por hecho que yo era autónomo, y no erraba. Lo cierto y verdad es que yo, pese a mis catorce años y tres de experiencia, no tenía ni puta idea de en qué consistían los actos impuros, me sonaba eso a algo que yo no hacía, algo exótico más relacionado con ellos que conmigo, el caso es que al acabar –el cura no tenía prisa– quiso saber desde cuando era impuro. Mentí –otro gran pecado– y le dije que desde hacía unos meses. Visto que no sacaba más información, frustrado, me mandó rezar no sé cuantos yopecadores, avesmarias y señormíojesucristo. Lo hice y salí de allí escopeteado. Al poco ocurrió lo que les he contado al principio y nunca más volví a pisar una iglesia para cosas de religión y mucho menos un confesionario. Tal fue la consecuencia de ver al rey desnudo. Aquello era el franquismo, y esos animales que se dedicaban a vigilar por nuestra salvación eterna y nuestra sumisión terrenal, estaban en todos lados y a todas horas. Eran el brazo tonto de la ley, tonto pero enormemente dañino y eficaz. Todo lo que pasó, y lo que pasamos, en aquellos años no se podría contar en cien artículos, haría falta bastante más papel, y eso que uno siempre fue a escuela pública, pero en el contexto del nacional-catolicismo, y transcurridos los años, se comprende perfectamente: Los curas eran parte esencial del engranaje represor del fascismo español y a eso se dedicaban, era su único “trabajo”. Cuando llegó esta democracia que hoy languidece ante el regreso de los que nunca debieron ser ni estar, y comenzamos a saber muchas cosas que ignorábamos, pensé que muchos de mis amigos hablarían de lo que habían sufrido física y moralmente por la influencia nefasta de los curas, incluso llegué a imaginar que algunos –los más dañados por abusos y todo tipo de violencias– se atreverían a escribirlo, a darlo a conocer. No ocurrió así, el silencio habitó entre nosotros y nadie, absolutamente nadie de mi pueblo ni de los diversos reinos de España se ha atrevido a escribir seriamente sobre esa parte terrible del franquismo. Siendo España el país con más abusos sexuales clericales del mundo, aquí nadie dice ni media, como en tantas otras aquí también se impuso la ley del silencio. Es otra parte de nuestra Historia que está por escribir. Pero bueno, eso fue entonces, y antes, y mucho antes. Pero, ¿y ahora, cuando ya dicen que pasó el terror franquista y que somos modernos, para qué sirve un cura? Pues para lo mismo que antes. Para llevarse ocho mil millones de euros del Erario y dedicarlos a embrutecer a los chavales que caen sus manos dejando su impronta nociva sobre sus conciencias; para tratar de impedir que una mujer pueda decidir si quiere ser madre o no según su plena y consciente libertad; para adoctrinar en negativo a cualquier persona que se acerque a ellos; para impedir que los homosexuales sean considerados personas de pleno derecho; para santificar las guerras que son santas; para imponer leyes de Educación trogloditas como la que ha elaborado un señor de apellido inglés que se ocupa de ese apartado en un Gobierno previamente aleccionado por ellos; para vivir en un paraíso fiscal, no pagar impuestos de ningún tipo y creerse dueños de los miles y miles de monumentos que el pueblo español construyó con su sudor y su sangre; para retrasar el progreso, para afianzar las doctrinas más caducas y perversas que ha ideado el hombre, para contravenir todos y cada uno de los de los preceptos de la doctrina que dicen seguir y que jamás siguieron, para estar al lado, muy pegaditos siempre, de la parte más retardataria y funesta de la sociedad, para vivir del cuento, para segregar, para excluir, para defraudar, para mentir, para hacer todo lo posible para que su reino sea de este mundo con cargo a los presupuestos públicos. No, como otras cosas de nuestro pasado más doloroso, la iglesia católica española no ha muerto, ha vuelto. Y goza, en todos los reinos de este maltratado país, de tanto poder como el que tuvo antaño porque en treinta y cinco años de democracia borbónica ni un solo gobierno ha sido capaz de poner coto a sus privilegios seculares, antes al contrario, los han aumentado de forma grosera e indecente hasta convertirlos en los primeros “educadores” del Estado, hipotecando de forma gravísima nuestro futuro como personas libres, decentes, cultas y solidarias, amantes de la Justicia y enemigas de las “virtudes” de la caridad. Fuente: http://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/para-que-sirve-un-cura/20121207140031085067.html

sábado, 21 de julio de 2012

EEUU. CONFISCA COMPUTADORAS A CARAVANA DE PASTORES POR LA PAZ

21 DE JULIO DEL 2012 9:46:30 CDT DIARIO DE LA JUVENTUD CUBANA EDICIÓN DIGITAL ENG RSS SÍGANOS EN PSORTADACUBAINTERNACIONALESOPINIÓNCULTURACIENCIA Y TÉCNICADEPORTESCOLUMNASSUPLEMENTO >EE.UU. confisca computadoras a Caravana de Pastores por la Pazb> Los oficiales ocuparon los equipos la víspera cuando los activistas cruzaban el puente internacional de Hidalgo con el cargamento que llevarán a la Isla en desafío al bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Washington desde hace más de medio siglo Prensa Latina digital@juventudrebelde.cu 20 de Julio del 2012 12:27:17 CDT Guardias de Estados Unidos desplegados en la frontera con México confiscaron seis computadoras a la XXIII Caravana de Pastores por la Paz, la cual prosigue este viernes su rumbo a Cuba con 100 toneladas de artículos humanitarios. Los oficiales ocuparon los equipos la víspera cuando los activistas cruzaban el puente internacional de Hidalgo con el cargamento que llevarán a la Isla en desafío al bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Washington desde hace más de medio siglo, informaron varios medios de prensa. Pero los caravanistas previeron desde un inicio enfrentar ese tipo de obstáculos de la guardia fronteriza norteamericana, que en años anteriores incluso retuvo la ayuda de forma arbitraria. El convoy continúa viaje al puerto de Tampico para embarcar los donativos recaudados en las últimas semanas en casi 90 ciudades de Estados Unidos y Canadá. Los aportes consisten en autobuses y artículos destinados a los sectores del deporte, la salud y la educación, algunos de los más golpeados por la política hostil de la Casa Blanca. Estados Unidos mantiene ese cerco desde hace más de medio siglo, pese al rechazo de la comunidad internacional durante 20 años consecutivos ante la Asamblea General de la ONU. Varias organizaciones solidarias con Cuba realizarán en esta jornada un acto cultural en la Plaza de la Libertad de Tampico para reiterar la oposición al bloqueo y cerrar el periplo iniciado por la Caravana de la Amistad a fines del mes pasado. Una veintena de personas se unieron a los 60 activistas de diferentes nacionalidades que integran la actual edición de la Caravana de la amistad, la cual prevé arribar a La Habana mañana. Las nueve rutas del convoy llegaron el miércoles a McAllen y allí coordinaron las acciones finales para garantizar que la ayuda salga desde suelo mexicano y llegue con éxito a su destino. El fallecido reverendo norteamericano Lucius Walker ideó el proyecto solidario en 1992 con el objetivo de romper el bloqueo y llevar a los cubanos asistencia humanitaria y medicinas en camiones escolares amarillos, sin pedir autorización ni licencia a las autoridades federales.

jueves, 21 de junio de 2012

EL BOYCOT SI FUNCIONA

En el segundo de nuestros extractos en exclusiva del libro The Case For Sanctions Against Israel Ilan Pappé, célebre historiador y escritor israelí, afirma que el movimiento de BDS [boicot, desinversión y sanciones a Israel] es el mejor medio de acabar con la opresiva ocupación de Israel y de evitar otra Nakba. He sido un activista político durante la mayor parte de mi vida de adulto. Durante todos estos años he creído firmemente que la insoportable realidad de Israel y Palestina solo podría cambiar desde dentro. Por ello, me he dedicado constantemente a persuadir a la sociedad judía, a la que pertenezco y en la que nací, de que su política básica en la zona era errónea y desastrosa. Como muchas otras personas, tenía claro las opciones que se me ofrecían: o bien podía unirme a la política desde arriba o contrarrestarla desde abajo. Empecé ingresando en el Partido Laborista en la década de 1980 y después en el Frente Democrático por la Paz y la Igualdad (Hadash), y entonces decliné una oferta de entrar en el Knesset [parlamento israelí]. Al mismo tiempo centré mis energías en trabajar con otras personas en ONG dedicadas a la educación y pacifistas, e incluso presidí dos de estas instituciones: el Instituto de Estudios sobre la Paz en Givat Haviva, que era sionista de izquierda, y el Instituto Emil Touma de Estudios Palestinos, no sionista. En ambos círculos, colegas tanto veteranos como más jóvenes soñaban con crear un diálogo constructivo con nuestros compatriotas en la esperanza de influir en la política actual para lograr una reconciliación futura. Se trató fundamentalmente de una campaña de información acerca de los crímenes y atrocidades cometidos por Israel desde 1948 y de un llamamiento a un futuro basado en derechos humanos y civiles iguales. Para un activista, darse cuenta de que el cambio desde dentro es inalcanzable no solo se produce a partir de un proceso intelectual o político, sino que es más que nada la admisión de una derrota. Y fue este temor al derrotismo lo que durante mucho tiempo me impidió adoptar una postura más resuelta. Después de casi treinta años de activismo y de investigación histórica, me convencí de que el equilibrio de poder en Palestina e Israel impedía toda posibilidad de una transformación desde dentro de la sociedad israelí judía en un futuro inmediato. Aunque con bastante retraso logré darme cuenta de que el problema no era una política particular o un gobierno específico, sino algo más profundamente arraigado en la infraestructura ideológica que desde 1948 conforma las decisiones israelíes sobre Palestina y los palestinos. En otra parte he descrito esta ideología como un híbrido entre colonialismo y nacionalismo romántico. Israel es hoy un formidable Estado colonial de colonos, que no tiene ningún deseo de transformarse ni de comprometerse, y está ansioso por aplastar por cualquier medio que sea necesario toda resistencia a su control y a su dominio en la Palestina histórica. Empezando por la limpieza étnica del 80% de de Palestina en 1948 y la ocupación por parte de Israel del 20% restante de la tierra en 1967, los palestinos en Israel están ahora encerrados en megaprisones, bantustanes y asediados cantones, y sometidos a políticas discriminatorias. Mientras tanto, millones de refugiados palestinos de todo el mundo no tienen forma de retornar a casa y el tiempo no ha hecho sino debilitar, cuando no aniquilar, todos los desafíos internos a esta infraestructura ideológica. Incluso mientras escribo, el Estado colonial israelí sigue colonizando aún más y desarraigando a la población originaria de Palestina. Hay que reconocer que Israel no es un caso sencillo de colonialismo ni tampoco se pueden describir fácilmente como descolonización las soluciones a la ocupación de 1967 o la cuestión de Palestina como conjunto. A diferencia de la mayoría de los proyectos coloniales, el movimiento sionista no tiene metrópolis claras y como es muy anterior a la época del colonialismo, describirlo como tal sería un anacronismo. Pero estos paradigmas siguen siendo muy relevantes para esta situación por dos razones. La primera es que los esfuerzos diplomáticos en Palestina desde 1936 y el proceso de paz que empezó en 1967 no han hecho sino aumentar la cantidad de colonias israelíes en Palestina, que han pasado de menos del 10% de Palestina en 1936 a más del 90% del país hoy en día. Así, parece que el mensaje de los agentes de paz, fundamentalmente estadounidenses desde 1970, es que se puede lograr la paz sin poner ninguna limitación significativa a las colonias en Palestina. Es cierto que periódicamente se ha evacuado a los colonos de las colonias de Gaza y de otros puesto avanzados aislados, pero esto no altera la matriz global de control colonial, con todos sus violaciones sistemáticas y cotidianas de los derechos humanos y civiles La ocupación de Cisjordania y Gaza, la opresión de los palestinos dentro de Israel y la negación del derecho de los refugiados al retorno continuarán mientras estas políticas (ocupación, opresión y negación) se presenten de forma atractiva como un acuerdo de paz integral que tiene que ser suscrito obedientemente por los interlocutores árabes y palestinos. La segunda razón de considerar la situación a través del prisma del colonialismo y anticolonialismo es que nos permite una mirada fresca a la raison d’être del proceso de paz. Aparte de la creación de dos Estados separados, es que Israel se retire de las zonas que ocupó en 1967. Pero esto está supeditado a que se satisfagan la exigencias referentes a la seguridad israelíes, formuladas por el primer ministro Netanyahu como el reconocimiento de Israel como un Estado judío, y por el resto del centro político como la existencia de futuro Estado palestino desmilitarizado y establecido solo en partes de los territorios ocupados. El consenso es que después de la retirada, el ejercito [israelí] seguirá vigilando Palestina desde los bloques de colonias judías, Jerusalén Oriental, la frontera Jordana y el otro lado de los muros y vallas que rodean Cisjordania y Gaza. Busque o no el Cuarteto, o incluso el actual gobierno estadounidenses, una retirada más completa y un Estado palestino más soberano, nadie en la comunidad internacional ha cuestionado seriamente la exigencia israelí de que primero se satisfagan sus exigencias de seguridad. El proceso de paz solo exige un cambio en la agenda palestina sin tocar en absoluto la israelí. En otras palabras, el mensaje desde fuera de Israel es que el proceso de paz no requiere ninguna transformación desde dentro. Incluso da pie a que Israel haga interpretaciones: preocupado por la reacción de los colonos más radicales, el gobierno israelí no deseaba evacuarlos de los puestos avanzados aislados en los territorios ocupados. Que hasta los débiles dirigentes palestinos se hayan negado a aceptar estas razones ha permitido a los israelíes afirmar que los palestinos son estúpidos e inflexibles, y por lo tanto, que Israel tiene derecho a proseguir con sus políticas unilaterales para salvaguardar su seguridad nacional (la tristemente célebre “política de recolección”, según el término acuñado por Ehud Olmert). Por lo tanto, parece acertado concluir que el proceso de paz en realidad ha disuadido al colonizador y ocupante de transformar su mentalidad y su ideología. Mientras la comunidad internacional espere a que los oprimidos transformen sus posturas al tiempo que validan las mantenidas por el opresor desde 1967, esta seguirá siendo la ocupación más brutal que ha conocido el mundo desde la Segunda Guerra Mundial. Los anales del colonialismo y de la descolonización nos enseñan una condición sine qua non para que se iniciaran unas negociaciones positivas entre colonizador y colonizado era el final de la presencia militar. Un final incondicional de la presencia militar israelí en las vidas de más de tres millones de palestinos sería la condición previa de cualquier negociación, que solo se podrá desarrollar cuando la relación entre ambas partes no sea opresiva sino igual. En la mayoría de los casos, los ocupantes no deciden marcharse. Se les obligó a irse, generalmente por medio de una prolongada y sangrienta lucha armada. Esto se ha intentado con poco éxito en el conflicto israelo-palestino. En pocos casos se logra éxito aplicando una presión externa al poder o Estado opresor en la última etapa de la descolonización. Esta última estrategia es más atractiva. En cualquier caso, el paradigma israelí de “paz” no va a cambiar a menos que se le presione desde fuera o se le obligue a hacerlo sobre el terreno. Antes incluso de definir más específicamente qué implica esta presión, es fundamental no confundir los medios (la presión) con el objetivo (encontrar una fórmula para vivir juntos). En otras palabras, es importante insistir en que la finalidad de la presión es desencadenar negociaciones positivas, no ocupar el lugar de estas. Así, aunque sigo creyendo que el cambio desde dentro es clave para provocar una solución duradera a la cuestión de los refugiados, a las dificultades de la minoría palestina en Israel y al futuro de Jerusalén, primero hay que dar otros pasos para lograr esto. ¿Qué tipo de presión se necesita? Sudáfrica ha proporcionado el ejemplo histórico más esclarecedor e inspirador para quienes lideran este debate, mientras que sobre el terreno activistas y ONG bajo la ocupación han buscado medios no violentos tanto para resistir a la ocupación como para aumentar las formas de resistencia más allá de los atentados suicidas y el lanzamiento de misiles Qassam desde Gaza. Estos dos impulsos dieron como resultado la campaña de BDS contra Israel. No es una campaña coordinada que un conciliábulo secreto lleva a cabo. Empezó como un llamamiento hecho desde dentro de la sociedad civil bajo la ocupación, se adhirieron a él otros grupos palestinos y se tradujo en acciones individuales y colectivas en todo el mundo. Estas acciones varían tanto en su objetivo como en la forma y van desde boicotear productos israelíes a romper relaciones con instituciones académicas en Israel. Algunas acciones son demostraciones individuales de protesta; otras, campañas organizadas. Lo que tienen en común es su mensaje de indignación contra las atrocidades que tienen lugar en Palestina, aunque la elasticidad de la campaña la ha convertido en un proceso lo suficientemente amplio como para generar una nueva actitud de la opinión pública y una nueva atmósfera, sin ningún centro claro. Para los pocos israelíes que apoyaron la campaña al principio, fue un momento definitivo que definió claramente nuestra postura respecto a los orígenes, naturaleza y política de nuestro Estado. Pero hablando con retrospectiva, también parece haber proporcionado apoyo moral, lo que ha sido útil para el éxito de la campaña. Apoyar la campaña de BDS sigue siendo un acto drástico para un pacifista israelí. Lo excluye a uno inmediatamente del consenso y del discurso aceptado en Israel. Los palestinos pagan un precio más alto por su lucha y quienes siguen este camino no deberían esperar que se les compense, ni siquiera que se les elogie. Pero esto implica situarse uno mismo en una confrontación directa con el Estado, con la propia sociedad y, con bastante frecuencia, con los amigos y familia. A efectos prácticos, supone cruzar la última línea roja, decir adiós a la tribu. Por ello, cualquiera de nosotros que decida unirse a este llamamiento debería hacerlo sin reservas y sabiendo perfectamente qué implica. Pero realmente no hay otra alternativa. Cualquier otra opción, desde la indiferencia, pasando por la crítica suave, hasta el apoyo total a la política israelí, es una decisión deliberada de ser cómplice de crímenes contra la humanidad. La cerrazón de la mentalidad pública en Israel, el persistente dominio que ejercen los colonos sobre la sociedad israelí, el racismo inherente a la población judía, la deshumanización de los palestinos y el fuerte interés que tiene el ejército y la industria en mantener los territorios ocupados, todo ello significa que llevamos largo tiempo inmersos en una ocupación cruel y opresiva. Por lo tanto, la responsabilidad de los judíos israelíes es mucho mayor que la de cualquier otra persona implicada en hacer avanzar la paz en Israel y Palestina. Los judíos israelíes están llegando a darse cuenta de este hecho y por ello cada vez son más quienes apoyan el presionar a Israel desde fuera. Sigue siendo un grupo pequeño, pero conforma el núcleo del futuro campo de la paz israelí. Se puede aprender mucho del proceso de Oslo. En él, los israelíes utilizaron el discurso de la paz como una forma conveniente de mantener la ocupación (ayudados durante un tiempo por dirigentes palestinos que fueron presa de las tácticas de engaño estadounidenses e israelíes). Esto significó que el final de la ocupación fue vetado no solo por los “halcones” sino también por las “palomas”, que realmente no tenían interés en detenerla. Por ello, el mundo en general debe aplicar a Israel una presión continua y eficaz. En el pasado esta presión demostró ser útil, especialmente en el caso de Sudáfrica. La presión también es necesaria para evitar que se conviertan en realidad los peores escenarios. Después de la masacre en Gaza de enero de 2009, fue duro comprobar que las cosas podían empeorar, pero de hecho lo hacen: con la incesante expansión de las colonias y los continuos ataques a Gaza, el repertorio israelí del mal no se ha agotado todavía. El problema es que no es probable que los gobiernos de Europa, y mucho menos el de Estados Unidos, apoyen la campaña de BDS. Pero hay que recordar las tribulaciones de la campaña de boicot contra Sudáfrica, que emanó de las sociedades civiles y no de las esferas de poder. En muchos sentidos, las noticias más alentadoras provienen de los ámbitos más inesperados: los campus estadounidenses. El entusiasmo y compromiso de cientos de estudiantes locales han contribuido en la última década a llevar la idea de la desinversión a la sociedad estadounidense, una sociedad a la que la campaña global por Palestina había considerado una causa perdida. Se han enfrentado a enemigos formidables: tanto el eficaz y cínico AIPAC como los fanáticos Cristianos Sionistas. Pero ofrecen una nueva manera de comprometerse con Israel, no solo por los palestinos, sino también por los judíos de todo el mundo. En Europa una admirable coalición de musulmanes, judíos y cristianos está haciendo avanzar esta agenda a pesar de enfrentarse a feroces acusaciones de antisemitismo. La presencia de unos pocos judíos entre ellos ha ayudado a evitar estas acusaciones maliciosas y completamente falsas. No creo que el apoyo moral y activo de israelíes como yo mismo sea el ingrediente principal de esta campaña. Pero los contactos con judíos disidentes radicales y progresistas en Israel son vitales para la campaña. Son un puente hacia un público más amplio en Israel, que finalmente tendrá que ser incorporado. Es de esperar que la condición de paria persuadirá a Israel de abandonar sus políticas de crímenes de guerra y de violaciones de los derechos humanos. Esperamos empoderar a aquellas personas en el exterior que están ahora comprometidas en la campaña y nosotros mismos nos empoderamos con sus acciones. Parece que todos nosotros necesitamos objetivos claros y estar vigilantes ante las generalizaciones simplistas acerca de que el boicot es contra Israel por ser judío o en contra de los judíos por estar en Israel. Simplemente, esto no es cierto. Hay que tener en cuenta a los millones de judíos de Israel. Son un organismo vivo que seguirá siendo parte de cualquier solución futura. Sin embargo, primero está nuestro deber sagrado de acabar con la opresiva ocupación e impedir otra Nakba y la mejor manera de hacerlo es una prolongada campaña de boicot y desinversión. Este artículo es un extracto original de The Case for Sanctions Against Israel , publicado por Verso el 15 de mayo de 2012 y en el que varias voces internacionales argumentan a favor del boicot, la desinversión y las sanciones. En el libro hay contribuciones de John Berger, Slavoj Žižek, Angela Davis, Mustafa Barghouti, Ken Loach, Neve Gordon, Naomi Klein, Omar Barghouti, Ilan Pappe y de otras muchas personas. Ilan Pappe es profesor de Historia en la Universidad de Exeter. Es autor, entre otros libros, de The Ethnic Cleansing of Palestine [ La limpieza étnica de Palestina , Barcelona, Crítica; traducido por Luis A. Noriega Hederich] , Gaza in Crisis (con Noam Chomsky) y The Idea of Israel. Fuente original: http://ceasefiremagazine.co.uk/ilan-pappe-boycott-work-israeli-perspective/ Envía esta noticia Compartir esta noticia:

sábado, 5 de mayo de 2012

ES LA RELIGION ENEMIGA DE LA CIVILIZACION?

¿Es la religión enemiga de la civilización? En el mundo actual, las Iglesias se han convertido en un factor de conflicto y un obstáculo para la "salvación", sea eso lo que sea. Sobreviven porque sus jerarquías quieren conservar el poder y sus privilegios GIANNI VATTIMO 1 MAR 2009 Todos recordamos seguramente la famosa frase de Nietzsche sobre la muerte de Dios. Y también su cláusula: Dios seguirá proyectando su sombra en nuestro mundo durante mucho tiempo. ¿Qué pasaría si aplicáramos la frase de Nietzsche también, y sobre todo, a las religiones? En muchos sentidos, es verdad que, en gran parte del mundo contemporáneo, la religión como tal está muerta, pero todavía proyecta sus sombras en numerosos aspectos de nuestra vida privada y colectiva. Por cierto, dejemos claro que el Dios cuya muerte anunció Nietzsche no es necesariamente el Dios en el que muchos de nosotros seguimos creyendo; yo me considero cristiano, pero estoy seguro de que el Dios que estaba muerto en Nietzsche no era el Dios de Jesús. Incluso creo que, precisamente gracias a Jesús, soy ateo. El Dios que murió, como dice el propio Nietzsche en algún lugar de su obra cuando le llama "el Dios moral", es el primer principio de la metafísica clásica, la entidad suprema que se supone que es la causa del universo material y que requiere esa disciplina especial llamada teodicea, una serie de argumentos que tratan de justificar la existencia de ese Dios o esa Diosa frente a los males que vemos constantemente en el mundo. Causa escándalo que el Papa y los obispos quieran inmiscuirse en las leyes civiles de Italia Ha llegado la hora de que las personas religiosas se alcen contra las religiones La tesis que quiero presentar aquí es que las religiones están muertas, y merecen estar muertas, tal como Nietzsche habla de la muerte de Dios. No sólo están muertas las religiones morales, en el sentido más obvio de la palabra: desde dentro de la sociedad cristiana y católica de Europa, es fácil ver que son muy pocos los que observan los mandamientos de la moral cristiana oficial. Lo que está muerto, en un sentido más profundo, son las religiones "morales" como garantía del orden racional del mundo. La institucionalización de las creencias, que dio origen a las Iglesias, incluyó (no sé si sólo en la práctica o como factor necesario) una reivindicación del poder histórico, en el sentido de que era casi natural y necesario que una religión moral se convirtiera en una institución temporal poderosa. Es lo que parece haber ocurrido con el catolicismo, pero se pueden ver muchos otros fenómenos similares en la historia de otras religiones. Incluso el budismo engendró un Estado, el Tíbet de los lamas, que ahora lucha por sobrevivir frente a China. En todas partes -por ejemplo, en el hinduismo-, el mismo hecho de que exista una diferencia entre clérigos y legos hace que la religión se convierta en una institución, cuyo objetivo principal es siempre su propia supervivencia. Mencionaré de nuevo el ejemplo de la Iglesia católica: si no hubiera sobrevivido a lo largo de los tiempos, yo no habría podido recibir el Evangelio, la buena nueva de la salvación. Una vez más: como en el caso de la muerte de Dios de Nietzsche, la muerte de las religiones institucionalizadas no significa que no tengan legitimidad. Sencillamente, llega un momento en el que ya no son necesarias. Y ese momento es nuestra época, porque, como puede verse en muchos aspectos de la vida actual, las religiones ya no contribuyen a una existencia humana pacífica ni representan ya un medio de salvación. La religión resulta un poderoso factor de conflicto en momentos de intercambio intenso entre mundos culturales diferentes. Por lo menos, eso es lo que ocurre hoy: en Italia, por ejemplo, existe un problema con la construcción de mezquitas, porque la población musulmana ha aumentado de forma espectacular. La hegemonía tradicional de la Iglesia católica está en peligro, pero los católicos no se sienten amenazados en absoluto por esa situación; sólo los obispos y el Papa. La Iglesia afirma que defiende su poder (y los aspectos económicos de él) para preservar su capacidad de predicar el Evangelio. Sí; pero, como en tantas instituciones, la razón suprema de su existencia se queda muchas veces olvidada a cambio de la mera continuidad del statu quo. Lo que quiero decir es que, en el mundo actual, sobre todo en el Occidente industrial, la religión como institución se ha convertido en un factor de conflicto y un obstáculo para la "salvación", sea eso lo que sea. Quiero subrayar que hablo de la muerte de las religiones en el mismo sentido en el que acepto el anuncio de Nietzsche sobre la muerte de Dios. La religión que está muerta es la religión-institución, que contribuyó enormemente al desarrollo de la civilización pero, al final, se convirtió en un obstáculo. Hablar de la muerte de las religiones en un sentido relacionado con el anuncio de la muerte de Dios de Nietzsche no significa, desde luego, que la religión nunca haya tenido sentido para la humanidad. Ni siquiera se puede decir que la frase de Nietzsche significa que Dios no existe. Ésa sería de nuevo una afirmación metafísica, que Nietzsche no quería pronunciar, por su rechazo general a cualquier metafísica "descriptiva". La lucha contra la supervivencia de las religiones de la que hablo tiene poco que ver con la negación racionalista de todo significado a los sentimientos religiosos. Incluso se toma muy en serio ese resurgimiento de la necesidad de una relación con la trascendencia que caracteriza numerosos aspectos de la cultura actual. Citaré de nuevo a Nietzsche, que dice que Dios está muerto y ahora queremos que existan muchos Dioses. Mientras las religiones sigan queriendo ser instituciones temporales poderosas, son un obstáculo para la paz y para el desarrollo de una actitud genuinamente religiosa: pensemos en cuánta gente está abandonando la Iglesia católica por el escándalo que representan las pretensiones del Papa y los obispos de inmiscuirse en las leyes civiles en Italia. Los ámbitos de la ética familiar y la bioética son los más polémicos. En Estados Unidos, el anuncio reciente del presidente Obama sobre su intención de eliminar las restricciones a la libertad de las mujeres para abortar ha suscitado una amplia oposición por parte de los obispos católicos. La oposición contra cualquier forma de libertad de elección en todo lo relacionado con la familia, la sexualidad y la bioética es continua e intensa, sobre todo, en países como Italia y España. Tengamos en cuenta que la Iglesia se opone a leyes que no obligan, sino que sólo permiten la decisión personal en estos asuntos. Deberíamos preguntarnos de qué lado está la civilización. Hace poco, el Papa repitió su idea constante de que la verdad no es negociable. ¿Ese "fundamentalismo" es sólo característico del catolicismo, o de todo el cristianismo? Quienes hablan de civilizaciones tienen la responsabilidad de tener en cuenta esta condición concreta. No hay más que ver los frecuentes diálogos interreligiones que se celebran en cualquier parte del mundo, en los que los interlocutores suelen ser "dirigentes" de las distintas confesiones. No dialogan para cambiar nada; no es más que una forma de volver a confirmar su autoridad en sus respectivos grupos. ¿Acaso sale de estos frecuentes encuentros algo útil para la paz y la mutua comprensión de los pueblos? Mientras no se elimine el aspecto autoritario y de poder de las religiones, será imposible avanzar hacia el mutuo entendimiento entre las diversas culturas del mundo. Esta conclusión puede parecer una gran paradoja, dado que, en general, se ha considerado que la religión era un medio de educar a la humanidad hacia la caridad, la piedad y la comprensión. En muchos sentidos, la compasión parece ser la base fundamental de toda experiencia religiosa. Y es cierto, ya sea desde el punto de vista del cristianismo, el budismo, el hinduismo, el islam o el judaísmo. Hasta aquí, nada que objetar. Pero precisamente por eso es por lo que debemos reconocer que ha llegado la hora de que las personas religiosas se alcen contra las religiones. Y que afirmen tajantemente que la era de la religión-institución se ha terminado y su supervivencia sólo se debe a los esfuerzos de las jerarquías religiosas para conservar su poder y sus privilegios. El hecho de que esta tesis parezca inspirarse, en gran parte, en la experiencia cristiana (y católica) europea, no limita su validez para otras culturas. Seguramente, el veneno del universalismo se extendió por el mundo gracias a los conquistadores europeos, que son responsables de la estricta asociación entre conversión (al cristianismo; recuérdese el compelle intrare de San Agustín) e imperialismo. Ahora es el mundo latino el que debe romper esa asociación y separar la salvación de cualquier pretensión de creencia y disciplina universal como condición para alcanzarla. No es una tarea fácil. Gianni Vattimo es filósofo y político italiano. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.