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lunes, 26 de octubre de 2015
La sombra de la conjura planea sobre el Vaticano
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Jueves 22.10.2015
La sombra de la conjura planea sobre el Vaticano
El diario de la Santa Sede, "L'Osservatore Romano", con la publicación de una nota breve y no firmada, ha resumido con una dureza inusual el clima que se vive en el Vaticano al hablar de intentos de manipulación.
El papa Francisco durante una audiencia en el Vaticano. Efe-Archivo/Tony Gentile El papa Francisco durante una audiencia en el Vaticano. Efe-Archivo/Tony Gentile
Cristina Cabrejas
El diario vaticano se refería a la publicación por parte de un grupo de diarios de la noticia de que al papa se le había descubierto un pequeño tumor cerebral, justo en el momento en el que el Sínodo de los obispos llega a su fin y cuando se publicaban importantes resúmenes de sus participantes.
Relaciones que mostraban divisiones y falta de valentía en la toma de decisiones respecto a cuestiones importantes de la familia actual, pero que se quedaron en segundo plano ante el shock de la noticia de un posible papa enfermo.
Pero la ya de por sí extraña historia del papa que viaja hasta Toscana en helicóptero para ser recibido por un médico japonés se suma a los escándalos que han estallado desde que comenzó el Sínodo de los obispos.
Nunca como en estas tres semanas el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, ha sido requerido tantas veces seguidas para explicar lo qué sucedía.
Por ello, los diarios en Italia no pueden más que titular con palabras como “misterio”, “complot” o “trampas contra el papa Francisco” y dedicar páginas a los convulsos días que se viven en la Santa Sede.
Para la prensa italiana, pero también para muchos prelados, todo esto no es casual.
La confesión del cura y teólogo polaco y miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Krysztof Charamsa, de que era homosexual y que tenía una pareja llegaba justo el día antes del inicio del Sínodo.
Después, la filtración de una carta con la supuesta firma de 13 cardenales dirigida al papa con acusaciones y críticas de cómo se desarrollaba el Sínodo volvía a causar escándalo.
Mientras que en Roma estallaba también la turbia historia de los supuestos festines de sexo y drogas de algunos sacerdotes de los Carmelitas Descalzos.
La sombra se alargaba.
Y el papa, con semblante serio, pedía por sorpresa durante la audiencia general perdón en nombre de la Iglesia por todos los últimos escándalos cometidos en Roma y en el Vaticano, pero sin citar a qué se refería.
“Es probable que se haya querido cometer una acción de disturbio. Un poco como la historia de Charamsa al inicio del Sínodo. Todos han entendido cuál era la intención, pero no nos hemos dejado manipular y no ha tenido ningún efecto en el Sínodo”, asegura el cardenal alemán Walter Kasper en declaraciones recogidas hoy por los diarios “La Repubblica” y “Corriere della Sera”.
Para Kasper, “quien siembra dudas sobre la salud del papa lo hace por otros motivos” y asegura que “es evidente que a algunos no les gusta este papa”.
El obispo y teólogo argentino Víctor Manuel Fernández habla incluso en una entrevista en “La Repubblica” de una “especie de estrategia apocalíptica, ya presente en la Biblia y desde siempre usada”.
Y añade: “Intenta desacreditar a quien tiene el poder, hablando mal de él y difundiendo noticias increíblemente falsas, de manera que las personas empiecen a pesar que es necesario que se produzca un cambio, que llegue otro”.
La noticia del tumor en el cerebro “es una noticia falsa difundida con malas intenciones, ya que hablar de esta manera es porque alguien tiene la voluntad de desestabilizarle”, añade el obispo argentino.
El columnista de “La Repubblica” Vito Mancuso titula su artículo sobre estos momentos en el Vaticano con un elocuente “los buitres”.
Y es que son días que tanto recuerdan a aquellos en los que las palomas dejaron el espacio a los famosos “cuervos” que sobrevolaron los cielos del pontificado de Benedicto XVI. EFE
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lunes, 5 de octubre de 2015
El Papa no debería canonizar a un misionero brutal
El Papa no debería canonizar a un misionero brutal
Rosa Aguilar 27/09/2015
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Junípero Serra, el fraile franciscano a quien el Papa Francisco planea canonizar durante su primer viaje a los EE.UU. de esta semana, propugnó y supervisó las palizas y azotes, la flagelación y el exterminio de los nativos americanos en lo que hoy es California. Serra, fundador de la primera misión del estado en San Diego en 1769, será el primer santo canonizado en suelo norteamericano.
En ese momento, de acuerdo con los registros que se conservan en las misiones, la población indígena estaba entre 133.500 y 350.000 personas. Como resultado de ese esclavizamiento, de la malnutrición y la introducción de enfermedades, las misiones fueron responsables de la muerte de 62.000 indígenas californianos entre 1769 y 1833. Este genocidio no es más que otro desgraciado ejemplo de la historia de los nativos norteamericanos olvidada, blanqueada o ignorada.
Mis antepasados y muchos miembros de familias hoy vivas son descendientes de la tribu Pomo del norte de California. La única razón por la que yo estoy aquí hoy escribiendo este artículo es porque mis antepasados no vivieron cerca de ninguna de las 21 misiones franciscanas.
Elías Castillo, tres veces nominado al Premio Pulitzer, pasó siete años investigando y leyendo libros publicados por los franciscanos, entre los que se cuentan las cartas escritas por el mismo Serra. En su libro A Cross of Thorns: The Enslavement of California’s Native Americans by the Spanish Missions, [Cruz de espinas: El esclavizamiento de los nativos norteamericanos por las misiones españolas], Castillo no se muerde la lengua cuando describe las misiones como “campos de la muerte dirigidos por frasiles en los que murieron miles de indios de California”. En sus cartas, Serra escribió que consideraba “bárbaros paganos” a la población indígena y que sólo el catolicismo podía salvarles del mal.
Cuando el rey de España envió sacerdotes jesuitas para impedir que los cazadores de pieles rusos reclamaran la region, les ordenó educar y bautizar a los pueblos nativos para que se convirtieran en súbditos de España, pero Serra tenía otros planes. Los convirtió brutalmente al cristianismo y borró culturas, lenguas y aldeas enteras en ese proceso.
Dirigidos por Serra, los soldados capturaron con violencia a los nativos norteamericanos de California, les obligaron a trabajar y los encarcelaron hasta morir. De acuerdo con la extensa investigación de Castillo, les golpeaban, azotaban y encadenaban durante días con grilletes que no les permitían doblar las rodillas.
Si se afligían por la pérdida de sus seres queridos, les azotaban. A las madres que habían sufrido abortos naturales no se les permitía llorar; por el contrario, se les acusaba de haber abortado y se veían forzadas a sostener una figura tallada de un niño mientras permanecían fuera de la iglesia de la misión.
“Nunca se azota en público a las mujeres, sino en un lugar cerrado y a cierta distancia para que sus gritos no exciten una compasión demasiado viva, que podría provocar revueltas entre los hombres”, escribió escandalizado el capitán Jean-Francois de Galaup, almirante francés, durante una visita a la Misión del Carmelo en 1786.
Castillo estima que muy pocos californianos son hoy conscientes de esta brutal historia, que dice ha sido “deliberadamente falsificada por el estado de California”. A los niños de cuarto de primaria se les enseña que Serra era un hombre pacífico que se preocupaba por la población indígena. Los turistas que visitan las misiones del estado aprenden que la relación de Serra con los nativos se basaba en el respeto mutuo.
Ver a Serra glorificado en monumentos históricos, en señales de escuelas, autopistas y carreteras, y con estatuas, como la que se encuentra dentro del edificio del Capitolio de Washington, supone para los nativos norteamericanos un doloroso recordatorio de esta trágica historia. En mayo, el Papa Francisco se refirió a Serra como “uno de los padres fundadores de los Estados Unidos”. ¿Cómo puede ser así cuando cientos de miles de personas vivieron aquí durante generaciones antes de su llegada?
Ver a Serra canonizado sólo servirá para ahondar traumas de generaciones entre los nativos norteamericanos. “Es una enfermedad que persiste hoy en muchos de los miembros de nuestras tribus”, escribe Valentín López, Presidente del Grupo Tribal Amah Mutsun del pueblo Costeño/Ohlone en el prólogo escrito para Cross of Thorns. “Problemas como el alcoholismo, la drogadicción, el suicidio y la pobreza entre nuestra gente están directamente vinculados a esta historia”.
En lugar de convertir a Serra en santo el miércoles [23 de septiembre] en la Basilica del Sepulcro Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington D.C., el Papa, la Iglesia Católica y el estado de California deberían escuchar a los grupos de nativos que protestan por la canonización y aprovechar en cambio este momento para contar la verdad sobre las misiones y su mortíferas repercusiones entre los nativos norteamericanos de California. El Papa Francisco debería reunirse con miembros de las tribus californianas, reconocer estas atrocidades y permitir que se inicie la curación y reconciliación. Hace mucho que están pendientes.
Rosa Aguilar
es presentadora de Your Call, programa radiofónico diario de la KALW 91.7 FM de San Francisco, California, y autora del libro Red Highways: A Liberal's Journey into the Heartland.
Fuente:
The Guardian, 22 de septiembre de 2015
Traducción:
Lucas Antón
Temática:
Colonialismo
EEUU
Religión
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