jueves, 31 de julio de 2025

Ocupación, genocidio y desinformación contra el pueblo palestino

Recomiendo: Ocupación, genocidio y desinformación contra el pueblo palestino Por Jeison Andrés Gutiérrez Deaza | 31/07/2025 | Palestina y Oriente Próximo Fuentes: Rebelión Es común ver en los noticieros día a día presentar hechos sobre el conflicto entre Israel y Palestina, imágenes y vídeos de bombardeos y en general, del caos que se vive en cualquier indeseable guerra. Sin embargo, como es habitual en este tipo de hechos, como ha sucedido con el manejo de la guerra entre Rusia y Ucrania, se suele presentar información muy parcial y amarillista que a fin de cuentas, no explica al receptor absolutamente nada sobre las raíces del conflicto, quiénes son sus actores, qué intereses tienen o qué posibles soluciones hay. Es curioso que en la época donde más circula información, en general la población no sabe nada. Desde luego que este manejo de la información no es algo inocente, responde a unas lógicas de legitimación por parte de fuerzas que han reproducido y asociado la categoría de terrorista a todo un pueblo con unos intereses bien definidos. El conflicto entre Israel y Palestina no ocurrió simplemente porque el 7 de octubre de 2023 un grupo “terrorista” quiso afectar la paz y tranquilidad de un pueblo pacífico que se autoproclama el elegido por Dios, como lo han querido presentar, como si el exterminio al que ha sido sometido el pueblo palestino no mereciera ni un solo titular. Por ello considero que, aunque de manera breve, debe analizarse desde la larga duración. Basta sólo con observar un mapa del territorio desde 1917 a la actualidad, donde se visibilice la ocupación de Israel a Palestina para saber que hay una anomalía. Este escrito pretende problematizar algunos de los interrogantes anteriormente mencionados, como forma personal de combatir los lugares comunes y la desinformación intencionada. Antecedentes La región de Palestina ha estado habitada durante siglos por diferentes pueblos y dominada por diferentes imperios: Romano, Otomano y Británico. Sin embargo, podemos rastrear el problema a inicios del siglo XX, cuando surge un nacionalismo judío en Europa, que planteaba la unificación de este pueblo retornando a el lugar del cual fueron expulsados en la llamada diáspora judía. Para este propósito se proponía la creación de un Estado judío. [1] Por otra parte, bajo el mandato británico de Palestina de 1922 a 1947 se fomentó la migración de judíos a este territorio, causando el levantamiento árabe con la revolución de 1937 confrontada por los británicos. Posteriormente, hacia 1947 en lo que se denominaba “la cuestión palestina” en las Naciones Unidas, éste organismo decide terminar el mandato británico y dividir el territorio en dos Estados, uno judío y uno árabe- palestino. Inmediatamente, el problema empieza a notarse con el control de Israel del 77% de tierras que pertenecían al territorio palestino, generando un problema de refugiados en territorios árabes. Esto generará la violación de autodeterminación del pueblo palestino y por si fuera poco, Israel continuó invadiendo más de sus territorios a los largo de la segunda mitad del siglo XX.[2] Los crímenes de guerra de Israel pueden rastrearse además desde la invasión del Líbano por parte de Israel en 1982 buscando la eliminación de terroristas, calificativo que empezó a aplicarse a la Organización para la Liberación de Palestina, al año siguiente, colaborando con grupos de ultraderecha, facilitó con armas las masacres de Sabrá y Chatila, hecho que fue calificado por la Asamblea General de las Naciones Unidad como genocidio. [3] Esto va a generar una resistencia por parte del pueblo palestino a la cual responde Israel con el asesinato de civiles. En esta década y por estos hechos, tenemos las raíces del movimiento Hamas. En la década de 1990 comienzan negociaciones, principalmente materializados en los Acuerdos de Oslo de 1993 donde se crearía la Autoridad Palestina, la cual ejercería control autónomo en la Franja de Gaza y Cisjordania, reconociendo además el Estado de Israel. Sin embargo, estos acuerdos dejaron de lado temas importantes como Jerusalén, los refugiados y problemas fronterizos. Estos problemas generarían inestabilidad en el proceso. Dos hitos importantes marcarían el fracaso de estos acuerdos: primero, el asesinato de Isaac Rabin por un israelí en 1995 y la visita del primer ministro Israelí Ariel Sharón a la Explanada de las Mezquitas en el año 2000, lo que desencadenó en la Segunda Intifada. Desde entonces, el conflicto no ha cesado y ha tenido momentos de alta tensión como el desencadenado ahora por la incursión del 7 de octubre de 2023. ¿Qué se vive hoy? Cómo se ha podido observar, las condiciones objetivas para que existan movimientos de resistencia a la ocupación israelí están más que presentes. Es un conflicto degradado tanto por sus prácticas como por su duración. Sin embargo, el hecho de que haya tanto silencio, no sólo a los acontecimientos tan lamentables que han sido mencionados en los acontecimientos históricos, sino a el sometimiento criminal por el que está pasando el pueblo palestino desde hace casi dos años. Curiosamente, el Estado de Israel que justifica su existencia con los hechos lamentables que vivió el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial, hoy esté usando prácticas similares contra el pueblo palestino: una prisión en su propio territorio, la condena al exilio, violación de todo tipo de derechos a nivel internacional, un exterminio étnico en complicidad de la gran prensa, masacres a civiles donde hasta el 5 de enero del presente año se ha llegado a hablar de 75.000 víctimas[4], muchos de ellos mujeres y niños en estado de indefensión, y en escenarios que agravan la situación y la hacen más absurda e infame, como lo es el grave hecho, de que los civiles mueran de hambre por el asedio israelí, donde han sido capaces de bombardear los puntos de suministro de alimentos, en lo que claramente puede sumarse a los crímenes de guerra que se han presentado sobre la población. El nivel de violencia perpetrado hasta ahora, también ha sido complicidad de occidente, principalmente de Estados Unidos y la Unión Europea, quienes, en el primer caso han tenido responsabilidad directa; en el segundo, por omisión. En este caso se evidencia cómo el nivel de barbarie ha sido tal que varios de sus cómplices por omisión, aunque de forma tardía comienzan a darle la espalda a Israel, bien sea por conveniencia o solidaridad ante semejante carnicería y falta de humanidad, en un periodo de la historia en el cual se nos pregoga estar en la cúspide del progreso y la civilización. En los últimos minutos, el presidente de Francia Macron afirmó que Francia reconocerá a Palestina como un Estado legítimo ante la ONU en septiembre, acciones que aunque bienvenidas, se presentan bastante tarde y a un punto del conflicto que puede parecer irrisorio ¿cuántos muertos más se contarán de aquí a septiembre?¿qué garantizará que Israel en manos del sionismo más criminal deje de perseguir a la población palestina? Una respuesta a la última cuestión, es que únicamente cesará este genocidio con que los pueblos del mundo alcen la voz en un acto de solidaridad con el pueblo palestino y en rechazo a la falta de humanidad por parte de Israel, a cuyos dirigentes incluso de les ha dado órdenes de captura por parte de la CPI, hechos que no han bastado para frenar tan colosal monstruo. [1] María Brunetto, El proceso de creación del estado de Israel: ¿origen político de un conflicto sin fin en la región del cercano oriente? Recuperado de: https://revista.fder.edu.uy/index.php/rfd/article/download/165/171/#:~:text=La%20decisi%C3%B3n%20brit%C3%A1nica%20fue%20tomada,los%20jud%C3%ADos%20en%20ese%20territorio. [2] Al respecto véase Belal Ali AbuHasballah, The palestian operation on October 7 between international legitimacy and criminalization. Recuperado de: https://www.al-kindipublisher.com/index.php/ijlps/article/view/6732/5697 [3] Al respecto ver: https://elordenmundial.com/que-fue-masacre-sabra-chatila/ [4] Sara Judith Hofmann, ¿Cuál es la cifra real de muertos en Gaza? Recuperado de: https://www.dw.com/es/cu%C3%A1l-es-la-cifra-real-de-v%C3%ADctimas-mortales-en-la-franja-de-gaza/a-73145906 Jeison Andrés Gutiérrez Deaza, Licenciado en Ciencias Sociales y estudiante de la Maestría en Estudios Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

el Gobierno argentino se encamina a su primera prueba electoral

"Milei no tiene con quién perder": el Gobierno argentino se encamina a su primera prueba electoral Síguenos en Argentina recorre el camino hacia las elecciones legislativas de medio término en un escenario signado tanto por la incertidumbre en torno al desempeño del oficialismo como por la virtual acefalía en la oposición. “Como todo presidente, Milei va a las legislativas con la mirada puesta en la reelección”, dijo a Sputnik un analista. El mandatario de la nación sudamericana se encamina a su primer examen ante las urnas, que marcará a fuego el futuro de su Gobierno. El camino hacia las elecciones de medio término se inscribe en un marco signado por el contraste entre la euforia oficialista por la caída de la inflación, la incertidumbre sobre la sostenibilidad del programa económico y la virtual acefalía en la oposición. En los comicios legislativos del 27 de octubre se renovarán 127 bancas de Diputados (la mitad) y 24 del Senado (un tercio). El foco de la expectativa oficialista reposa sobre un crecimiento irrefrenable: al no poner en juego ningún escaño —por tratarse de una fuerza recién emergida en la arena electoral—, necesariamente La Libertad Avanza verá un salto en la cantidad de plazas en ambas cámaras del Congreso. La apuesta del oficialismo es clara: capitalizar el descenso de los precios al consumidor para ampliar su base legislativa. "El Gobierno pone toda su carga emocional en la baja inflación", explicó ante Sputnik el analista político Pablo Cano. No obstante, el experto advirtió que ese optimismo "contrasta con su falta de armado político a nivel nacional", dado que "su carácter disruptivo tiene como correlato el hecho de no haber terminado de consolidarse institucionalmente en el interior del país". Ecuación de poder Hoy, el oficialismo tiene apenas 38 diputados y siete senadores, pero espera duplicar su representación en ambas cámaras para poder avanzar con reformas estructurales. Para eso, necesita imponerse en distritos donde aún no tiene estructura, y competir con partidos que, aunque debilitados, conservan figuras de peso a nivel local. "El Gobierno seguramente es el que, aun luciendo como favorito, menos capacidad tiene de presentar caras conocidas en todo el país, porque no tuvo apenas dos años desde su llegada al poder para formar líderes en el interior", destacó Cano. Los partidos tradicionales, en cambio, cuentan con dirigentes reconocidos en cada provincia, lo que puede impactar en el resultado. Uno de los motivos que explican el optimismo libertario proviene, paradójicamente, de la vereda de enfrente. Con el peronismo sumido en disputas internas —pese al atisbo de comunión inicial suscitada tras la condena a prisión domiciliaria de su principal referente, Cristina Kirchner— y con el resto de actores tambaleando entre una "oposición dialoguista" y una genuflexión manifiesta, la alternativa al proyecto mileísta no termina de consolidarse. Cano fue contundente: "Hoy Milei no tiene contra quién perder". "Representación en crisis": la apatía electoral lleva a récords de ausentismo en Argentina Sin embargo, para el consultor, "eso sucede porque estamos en una elección de medio término: si fuera presidencial necesariamente habría un ordenamiento forzado". El Gobierno se beneficia de ese vacío, pero sabe que el terreno político puede reconfigurarse más rápido de lo habitual. La experiencia reciente sugiere que la sociedad argentina es capaz de buscar opciones nuevas cuando las existentes no generan entusiasmo. "Si hay algo que la historia muestra, es que cuando fracasa una experiencia, el electorado busca algo distinto. Y si no lo encuentra en los partidos, lo puede encontrar en un outsider", explicó el experto. Plan de fondo Si bien en lo inmediato el Ejecutivo pone en juego su músculo parlamentario para profundizar en las reformas estructurales impulsadas en sus primeros dos años, el objetivo subyacente es la consolidación de cara a una reelección. "Milei va a [estos comicios] con la mirada puesta en la reelección más adelante: es plenamente consciente de que no hay 2027 sin antes un triunfo en 2025", resumió el analista. "El programa de Gobierno es tan ambicioso que para llevarse a cabo requiere de más peso legislativo y más tiempo de poder. Estas elecciones también significan el margen de maniobra con el que contará el oficialismo por el resto del mandato", explicó el consultor. El humor social será decisivo. Si bien la caída de la inflación ayudó al Gobierno a recuperar algo de oxígeno —partiendo del 25% mensual con el que inauguró su mandato hasta el 1,5% registrado en la última medición—, el "plan motosierra" supone un fuerte costo en términos sociales. "La preocupación que crece está puesta sobre el desempleo y la pobreza, porque el consumo no termina de repuntar, y eso que hay una fuerte apuesta a mantener controlado el tipo de cambio para llegar a las elecciones sin sobresaltos. El elefante en la sala Cualquier análisis del escenario electoral necesariamente debe posar su atención en un factor nuevo en la política argentina pero absolutamente determinante: el ausentismo. Lejos de ser un hecho aislado, la caída de la participación en los comicios provinciales de 2025 sugiere un fenómeno estructural en expansión. En la Ciudad de Buenos Aires —capital de la nación sudamericana—, la participación se desplomó al 53,3% en las legislativas locales, su mínimo histórico. Las provincias de Misiones, Santa Fe, Chaco y Salta también registraron niveles inferiores al 60%, redondeando sus valores más bajos de los últimos años. Históricamente, la participación en elecciones nacionales ha oscilado entre el 70 y el 75%, amparada por el carácter obligatorio del voto. Pero en los hechos, el cumplimiento efectivo se ha vuelto cada vez más laxo, sobre todo en elecciones municipales o legislativas. El fenómeno ya no parece excepcional, sino una nueva normalidad. Con una votación legislativa en el horizonte, que renovará 127 bancas en Diputados y un tercio del Senado, la apatía ciudadana podría afectar la legitimidad y la representatividad del Congreso que resulte electo. Elección "totalmente relevante": Milei busca arrebatarle al peronismo la principal provincia argentina Para Cano, la preocupación no es menor. "Lo que puede estar pasando, y que es más preocupante, es que se instale en las clases populares la pregunta de para qué voy a ir a votar", señaló el analista. "La clase popular solo puede hablar ese día. Si vas vaciando ese sentido, claramente vas a tener un país sesgado hacia un modelo elitista, donde solo vota quien tiene lobby y recursos (...). Cuando ves que la participación no llega al 60%, el que gane la elección va a imponerse con poco caudal de apoyo en términos absolutos. Eso da cuenta de una calidad institucional bajísima para definir el rumbo del país”, planteó. "La política es un fenómeno físico: no admite espacios vacíos. Si hay descontento hacia el Gobierno, pero tampoco hay apoyo hacia la oposición actual, esa representación se va a expresar de alguna forma. En todo caso, la pregunta es qué forma adoptará", concluyó el experto.

miércoles, 30 de julio de 2025

genocidio de Israel es un gran negocio

Recomiendo: El genocidio de Israel es un gran negocio Por Jonathan Cook | 30/07/2025 | Palestina y Oriente Próximo Fuentes: Sin Permiso El Financial Times reveló este mes que una camarilla de inversores israelíes, uno de los principales grupos de consultoría empresarial del mundo y un think tank dirigido por el ex primer ministro británico Tony Blair habían estado trabajando en secreto en planes para explotar las ruinas de Gaza como propiedad inmobiliaria de primera categoría. El consorcio secreto parece haber estado buscando formas prácticas de hacer realidad la «visión» del presidente estadounidense Donald Trump de Gaza como la «Riviera de Oriente Medio»: transformar el pequeño enclave costero en un parque de atracciones para los ricos y una atractiva oportunidad de inversión, una vez que se haya llevado a cabo la limpieza étnica de su población palestina. Mientras tanto, el Gobierno británico ha declarado a Palestine Action organización terrorista, la primera vez en la historia británica que un grupo de acción directa es prohibido en virtud de la ya draconiana legislación antiterrorista del país. Cabe destacar que el Gobierno de Keir Starmer tomó la decisión de proscribir Palestine Action tras las presiones de Elbit Systems, un fabricante de armas israelí cuyas fábricas en el Reino Unido han sido blanco de Palestine Action para perturbar su actividad. Elbit suministra a Israel drones asesinos y otras armas fundamentales para el genocidio de Israel en Gaza. Estas revelaciones salieron a la luz cuando la relatora especial de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, publicó un informe titulado «De la economía de la ocupación a la economía del genocidio», en el que se expone la amplia participación de las grandes empresas en los crímenes de Israel en Gaza y los beneficios que obtienen de ellos. En una entrevista con el periodista estadounidense Chris Hedges, Albanese, experta en derecho internacional, concluyó: «El genocidio en Gaza no ha cesado porque es lucrativo. Es rentable para demasiadas personas». Ver vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=k-9yO7u6AaE&t=34s Albanese enumera docenas de grandes empresas occidentales que han invertido mucho en la opresión del pueblo palestino por parte de Israel. Como ella misma señala, no se trata de una novedad. Estas empresas llevan años, y en algunos casos décadas, explotando las oportunidades comerciales asociadas a la violenta ocupación israelí de los territorios palestinos. El paso de la ocupación israelí de Gaza al actual genocidio no ha supuesto una amenaza para los beneficios, sino que los ha aumentado. O, como dice Albanese: «Los beneficios han aumentado a medida que la economía de la ocupación se ha transformado en una economía del genocidio». La relatora especial ha sido una espina clavada para Israel y sus patrocinadores occidentales durante los últimos 21 meses de matanzas en Gaza. Eso explica por qué Marco Rubio, secretario de Estado de Trump, anunció poco después de la publicación de su informe que impondría sanciones a Albanese por sus esfuerzos por sacar a la luz los crímenes de los funcionarios israelíes y estadounidenses. De manera reveladora, calificó sus declaraciones, basadas en el derecho internacional, de «guerra económica contra Estados Unidos e Israel». Albanese y el sistema universal de derechos humanos de la ONU que la respalda parecen representar una amenaza para el lucro occidental. Una ventana al futuro Israel funciona efectivamente como la mayor incubadora de empresas del mundo, aunque en su caso no solo se limita a fomentar la creación de empresas emergentes. Más bien, ofrece a las corporaciones globales la oportunidad de probar y perfeccionar nuevas armas, maquinaria, tecnologías, procesos de recopilación de datos y automatización en los territorios ocupados. Estos avances van acompañados de opresión masiva, control, vigilancia, encarcelamiento, limpieza étnica y, ahora, genocidio. En un mundo con recursos cada vez más escasos y un caos climático creciente, es probable que estas innovadoras tecnologías de sometimiento tengan aplicaciones tanto a nivel nacional como internacional. Gaza es el laboratorio del mundo empresarial y una ventana a nuestro propio futuro. En su informe de 60 páginas, Albanese escribe que su investigación «revela cómo la ocupación perpetua se ha convertido en el campo de pruebas ideal para los fabricantes de armas y las grandes tecnológicas… mientras que los inversores y las instituciones públicas y privadas se benefician libremente». Su argumento fue subrayado por la empresa armamentística israelí Rafael, que publicó un vídeo promocional de su dron Spike FireFly en el que se veía cómo localizaba, perseguía y mataba a un palestino en lo que denominaba «guerra urbana» en Gaza. Como señala la relatora especial de la ONU, al margen de la cuestión del genocidio en Gaza, las empresas occidentales tienen la obligación legal y moral de romper sus vínculos con el sistema de ocupación israelí desde el verano pasado. Fue entonces cuando el tribunal más alto del mundo, la Corte Internacional de Justicia, dictaminó que la ocupación israelí, que dura ya décadas, era una empresa criminal basada en el apartheid y el traslado forzoso, o lo que Albanese denomina políticas de «desplazamiento y sustitución». En cambio, el sector empresarial —y los gobiernos occidentales— siguen profundizando su implicación en los crímenes de Israel. No son solo los fabricantes de armas los que se benefician de la destrucción genocida de Gaza y de las ocupaciones de Cisjordania y Jerusalén Este. Las grandes empresas tecnológicas, las constructoras y las de materiales, la agroindustria, la industria turística, el sector de bienes y servicios y las cadenas de suministro también se han sumado a la causa. Y todo ello es posible gracias a un sector financiero —que incluye bancos, fondos de pensiones, universidades, aseguradoras y organizaciones benéficas— deseoso de seguir invirtiendo en esta arquitectura de opresión. Albanese describe el mosaico de empresas que se asocian con Israel como «un ecosistema que sostiene esta ilegalidad». Escapar al escrutinio Para estas empresas y sus facilitadores, el derecho internacional —el sistema jurídico que Albanese y sus compañeros relatores de la ONU están llamados a defender— supone un obstáculo para la búsqueda del beneficio. Albanese señala que el sector empresarial puede escapar al escrutinio protegiéndose detrás de otros actores. Israel y sus altos funcionarios están bajo investigación por cometer genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. Cuando escribió a 48 empresas para advertirles de que estaban colaborando en esta criminalidad, estas respondieron que era responsabilidad de Israel, no suya, o que correspondía a los Estados, y no al derecho internacional, regular sus actividades comerciales. Las empresas, señala Albanese, pueden obtener sus mayores beneficios en las «zonas grises de la ley», leyes que ellas mismas han ayudado a configurar. Los aviones F-35 de Lockheed Martin, cuyo «modo bestia» ha sido exhibido por Israel mientras destruía Gaza, dependen de otras 1600 empresas especializadas que operan en ocho Estados diferentes, entre ellos Gran Bretaña. A finales del mes pasado, el Tribunal Superior del Reino Unido, aunque admitió que los componentes de fabricación británica utilizados en el F-35 probablemente contribuyeran a cometer crímenes de guerra en Gaza, dictaminó que correspondía al Gobierno de Starmer tomar decisiones «sumamente delicadas y políticas» sobre la exportación de estas piezas. Por el contrario, el ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, David Lammy, declaró ante una comisión parlamentaria que no correspondía al Gobierno evaluar si Israel estaba cometiendo crímenes de guerra en Gaza con armas británicas, sino que era «una decisión que debía tomar un tribunal». Lockheed Martin se ha sumado al juego del pato. Un portavoz declaró: «Las ventas militares al extranjero son transacciones entre gobiernos. Las discusiones sobre esas ventas deben abordarse con el Gobierno de Estados Unidos». La connivencia de las grandes tecnológicas Albanese también señala a las principales empresas tecnológicas por integrarse rápida y profundamente en la ocupación ilegal de Israel, entre otras cosas mediante la adquisición de empresas emergentes israelíes que explotan los conocimientos adquiridos con la opresión de los palestinos. El Grupo NSO ha desarrollado el software espía para teléfonos Pegasus, que ahora se utiliza para vigilar a políticos, periodistas y activistas de derechos humanos en todo el mundo. El año pasado, la administración Biden firmó un contrato con otra empresa israelí de software espía, Paragon. ¿Nos enteraremos algún día de que Estados Unidos utilizó precisamente este tipo de tecnología para espiar a Albanese y a otros expertos en derecho internacional, con el pretexto de que estaban librando la llamada «guerra económica»? IBM entrena al personal militar y de inteligencia israelí, y es fundamental para la recopilación y el almacenamiento de datos biométricos sobre los palestinos. Hewlett Packard Enterprises suministra tecnología al régimen de ocupación israelí, al servicio penitenciario y a la policía. Microsoft ha desarrollado en Israel su mayor centro fuera de Estados Unidos, desde el que ha creado sistemas para el ejército israelí, mientras que Google y Amazon tienen un contrato de 1200 millones de dólares para proporcionarle infraestructura tecnológica. La prestigiosa universidad de investigación MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, ha colaborado con Israel y empresas como Elbit para desarrollar sistemas de armas automatizadas para drones y perfeccionar sus formaciones en enjambre. Palantir, que suministra plataformas de inteligencia artificial al ejército israelí, anunció una asociación estratégica más profunda en enero de 2024, al comienzo de la matanza de Israel en Gaza, en lo que la agencia de noticias Bloomberg denominó «Battle Tech». Durante los últimos 21 meses, Israel ha introducido nuevos programas automatizados impulsados por la IA, como «Lavendar», «Gospel» y «Where’s Daddy?», para seleccionar un gran número de objetivos en Gaza con poca o ninguna supervisión humana. Albanese denomina esto «el lado oscuro de la nación start-up, tan arraigado y tan íntimamente relacionado con los objetivos y beneficios de la industria militar». No es de extrañar que las empresas tecnológicas estén recurriendo a las difamaciones de siempre contra la relatora especial y la ONU por desvelar sus actividades. El Washington Post informó de que, a raíz del informe de Albanese, el cofundador de Google, Sergey Brin, calificó a la ONU de «claramente antisemita» en un chat en un foro para empleados. Campo de concentración Hay una larga lista de otros nombres conocidos en el informe de Albanese: Caterpillar, Volvo y Hyundai están acusados de suministrar maquinaria pesada para destruir viviendas, mezquitas e infraestructuras en Gaza y Cisjordania. Bancos líderes como BNP Paribas y Barclays han suscrito bonos del Tesoro para reforzar la confianza del mercado en Israel a través del genocidio y mantener sus favorables tipos de interés. BP, Chevron y otras empresas energéticas se están beneficiando de los yacimientos de gas existentes en el Mediterráneo oriental y de los gasoductos que atraviesan las aguas marítimas palestinas frente a Gaza. Israel concedió licencias de exploración para el yacimiento de gas sin explotar de Gaza, frente a la costa, poco después de iniciar su matanza genocida. El último plan de Israel para crear, según sus propias palabras, un «campo de concentración» dentro de Gaza, donde los civiles palestinos serán confinados bajo estrecha vigilancia armada, se basará sin duda en asociaciones comerciales similares a las que hay detrás de los falsos «centros de distribución de ayuda» que Israel ya ha impuesto a la población del enclave. Soldados israelíes han testificado que se les ha ordenado disparar contra las multitudes de palestinos hambrientos que hacen cola para recibir alimentos en estos centros, lo que explica por qué se han matado a decenas de palestinos cada día durante semanas. Esos centros, gestionados por la engañosa Fundación Humanitaria de Gaza, fueron en parte idea del Boston Consulting Group, la misma consultora que este mes ha sido sorprendida tramando convertir Gaza en la «Riviera de Oriente Medio» libre de palestinos de Trump. El campo de concentración que Israel tiene previsto construir sobre las ruinas de la ciudad de Rafah —que, de nuevo de forma engañosa, se denominará «zona humanitaria»— exigirá que todos los que entren sean sometidos a un «control de seguridad» mediante datos biométricos antes de su encarcelamiento. Sin duda, otros contratistas, utilizando sistemas en gran parte automatizados, controlarán el interior del campo hasta que, en palabras del Gobierno israelí, se pueda aplicar un «plan de emigración» para expulsar a la población de Gaza. Albanese señala los numerosos precedentes de empresas privadas que han impulsado algunos de los crímenes más horribles de la historia, desde la esclavitud hasta el Holocausto. Albanese insta a los abogados y a los actores de la sociedad civil a emprender acciones legales contra estas empresas en los países en los que están registradas. Siempre que sea posible, los consumidores deben ejercer toda la presión que puedan boicoteando a estas empresas. Concluye recomendando que los Estados impongan sanciones y un embargo de armas a Israel. Además, pide a la asediada Corte Penal Internacional —cuatro de cuyos jueces, al igual que ella, están sujetos a sanciones estadounidenses— y a los tribunales nacionales «que investiguen y enjuicien a los ejecutivos y/o entidades corporativas por su participación en la comisión de crímenes internacionales y el lavado de las ganancias obtenidas de esos crímenes». Cultura psicopática Todo esto es crucial para comprender por qué las capitales occidentales han seguido colaborando en la matanza de Israel, incluso cuando los estudiosos del Holocausto y el genocidio —muchos de ellos israelíes— han llegado a un firme consenso de que sus acciones constituyen un genocidio. Los partidos gobernantes en países occidentales como Estados Unidos y Gran Bretaña dependen en gran medida de las grandes empresas, tanto para su éxito electoral como, tras la victoria en las urnas, para mantener su popularidad mediante la promoción de la «estabilidad económica». Keir Starmer llegó al poder en el Reino Unido después de rechazar el popular modelo de financiación popular de su predecesor, Jeremy Corbyn, y cortejar en su lugar al sector empresarial con promesas de que el partido estaría en su bolsillo. Sus garantías también fueron fundamentales para que los medios de comunicación propiedad de multimillonarios —que se habían vuelto ferozmente contra Corbyn, vilipendiándolo constantemente como «antisemita» por sus posiciones socialistas democráticas y pro palestinas— allanaran el camino de Starmer hacia Downing Street. En Estados Unidos, los multimillonarios incluso tienen a uno de los suyos en el poder, Donald Trump. Pero incluso su campaña dependió de la financiación de grandes donantes como Miriam Adelson, la viuda israelí del magnate de los casinos Sheldon Adelson. Adelson es uno de los principales donantes, que financian a los dos principales partidos, que no ocultan que su prioridad política número uno es Israel. Una vez en el poder, los partidos quedan efectivamente secuestrados por las grandes empresas en amplios ámbitos de la política interior y exterior. El sector financiero tuvo que ser rescatado por los contribuyentes —y sigue estándolo a través de las llamadas «medidas de austeridad»— después de que sus excesos imprudentes hundieran la economía mundial a finales de la década de 2000. Los gobiernos occidentales consideraron que los bancos eran «demasiado grandes para quebrar». Del mismo modo, Israel, el mayor incubador mundial de las industrias armamentística y de vigilancia, es demasiado grande para que se le permita fracasar. Incluso aunque cometa genocidio. Los críticos del auge de las empresas globalizadas durante el último medio siglo, como el famoso lingüista Noam Chomsky y el profesor de derecho Joel Bakan, llevan mucho tiempo señalando los rasgos psicopáticos inherentes a la cultura empresarial. Las empresas están legalmente obligadas a perseguir el beneficio y a dar prioridad al valor para los accionistas por encima de cualquier otra consideración. Las limitaciones a su libertad para hacerlo son prácticamente inexistentes tras las oleadas de desregulación impuestas por los gobiernos occidentales sobornados. Bakan observa que las empresas son indiferentes al sufrimiento o la seguridad de los demás. Son incapaces de mantener relaciones duraderas. Carecen de cualquier sentido de la culpa o de capacidad de autocontrol. Y mienten, engañan y defraudan para maximizar sus beneficios. Estas tendencias psicopáticas se han puesto de manifiesto en escándalo tras escándalo, ya sea en la industria del tabaco o la banca, o en las empresas farmacéuticas y energéticas. ¿Por qué iban a comportarse mejor las grandes empresas en la búsqueda de beneficios vinculados al genocidio de Gaza? Bakan se dirige a quienes confunden su argumento con una teoría conspirativa. Los comportamientos psicopáticos de las empresas no son más que el reflejo de las obligaciones legales que les imponen su condición de instituciones —lo que él denomina su «dinámica lógica»— de maximizar los beneficios y marginar a sus rivales, sin importar las consecuencias para la sociedad en general, las generaciones futuras o el planeta. Enriquecerse con el genocidio Hay mucho en juego en Gaza para los gobiernos occidentales precisamente porque hay mucho en juego para el mundo empresarial que se enriquece con el genocidio de Israel. Los gobiernos y las empresas tienen un interés común abrumador en proteger a Israel del escrutinio y las críticas: les sirve como perro de presa colonial en el Oriente Medio rico en petróleo y como fuente de ingresos para las industrias armamentística, de vigilancia y carcelaria. Esto explica por qué Trump y Starmer, por un lado, y las administraciones universitarias, por otro, han invertido tanto capital político y moral en aplastar los espacios, especialmente en el ámbito académico, donde se supone que la libertad de expresión y la protesta son más apreciadas. Las universidades están lejos de ser una parte desinteresada. Antes de que la policía destrozara sus campamentos en los campus, los estudiantes manifestantes trataron de poner de relieve lo fuertemente concernidas que están las universidades en la economía de la ocupación y el genocidio, tanto financieramente como a través de acuerdos de investigación con el ejército y las universidades israelíes. La necesidad de proteger a Israel del escrutinio también explica las rápidas medidas adoptadas en Occidente para tachar de «antisemitismo» cualquier intento de pedir cuentas a Israel o a su ejército genocida. Las medidas desesperadas a las que están dispuestos a llegar los gobiernos quedaron patentes este mes, cuando funcionarios británicos y los medios de comunicación del establishment desataron una tormenta de indignación después de que una banda punk en Glastonbury coreara «¡Muerte, muerte al ejército israelí!», en referencia al ejército genocida de Israel. Y a medida que el poder de la acusación de antisemitismo se ha debilitado por su uso indebido, las capitales occidentales están reescribiendo sus estatutos para calificar de «terrorismo» cualquier intento de poner palos en las ruedas de la economía genocida, por ejemplo, saboteando fábricas de armas. La moralidad y el derecho internacional se están esparciendo al viento para mantener la fuente de ingresos más importante de Occidente. Todo sigue igual La indispensabilidad de Israel para el sector empresarial y una clase política occidental cautiva se extiende mucho más allá de la pequeña Gaza. Israel está desempeñando un papel desmesurado como incubadora de industrias bélicas en un campo de batalla global en el que Occidente busca asegurar su continua primacía militar y económica sobre China. El mes pasado, la élite empresarial mundial, compuesta por multimillonarios tecnológicos y titanes corporativos, junto con líderes políticos, editores de medios de comunicación y funcionarios militares y de inteligencia, se reunió una vez más en la discreta cumbre de Bilderberg, celebrada este año en Estocolmo. [https://www.declassifieduk.org/wes-streeting-mixes-with-tech-billionaires-at-bilderberg-summit/] Destacaron los directores generales de los principales proveedores de «defensa» y fabricantes de armas, como Palantir, Thales, Helsing, Anduril y Saab. La guerra con drones, utilizada de forma innovadora por clientes militares clave como Israel y Ucrania, fue uno de los temas principales de la agenda. La mayor integración de la inteligencia artificial en los drones parece haber sido uno de los ejes centrales de los debates. El trasfondo de este año, al igual que en los últimos años, fue la supuesta amenaza creciente de China y el «eje autoritario» asociado que lo integra, formado por Rusia, Irán y Corea del Norte. Esta amenaza se percibe principalmente en términos económicos y tecnológicos. En mayo, Eric Schmidt, exdirector de Google y miembro del consejo de Bilderberg, escribió con alarma en el New York Times: «China está a la par o adelantando a Estados Unidos en una variedad de tecnologías, especialmente en la frontera de la IA». Añadió que Occidente estaba en una carrera contra China por el desarrollo inminente de una IA superinteligente, que daría al ganador «las llaves para controlar el mundo entero». Schmidt, al igual que otros habituales del Club Bilderberg, predice que las necesidades energéticas de la superinteligencia artificial provocarán guerras cada vez más intensas por el control de la energía para que Occidente siga siendo el líder. O, como resumía un informe de The Guardian sobre la conferencia: «En esta desesperada carrera en la que el ganador se lo lleva todo por las llaves del mundo, en la que la «geopolítica de la energía» cobra cada vez más importancia, las centrales eléctricas, junto con los centros de datos a los que alimentan, se convertirán en los objetivos militares número uno». La matanza de Israel en Gaza se considera que desempeña un papel fundamental en la apertura del «campo de batalla». Las mismas empresas que se benefician del genocidio de Gaza se beneficiarán del entorno más permisivo, tanto legal como militar, creado por Israel para futuras guerras, en las que los civiles masacrados solo cuentan como «muertes accidentales». Un artículo publicado en abril en la revista New Yorker expuso el reto al que se enfrentan los planificadores militares estadounidenses, que se consideran lastrados desde la década de 1980 por el auge de una comunidad de derechos humanos que ha desarrollado una experiencia en las leyes de la guerra independiente de las interpretaciones interesadas del Pentágono. El resultado, según lamentan los generales estadounidenses, ha sido una «aversión general al riesgo de daños colaterales», es decir, a matar civiles. Los planificadores militares del Pentágono están deseosos de utilizar la matanza de Gaza como precedente para su propia violencia genocida a la hora de someter a futuros rivales económicos como China y Rusia, que amenazan la doctrina oficial estadounidense de «dominio global en todos los ámbitos». The New Yorker expone este razonamiento: «Gaza no solo parece un ensayo general del tipo de combate al que se pueden enfrentar los soldados estadounidenses. Es una prueba de la tolerancia del público estadounidense hacia los niveles de muerte y destrucción que conllevan este tipo de guerras». Según la revista, la violencia genocida desatada por Israel está abriendo el «espacio de maniobra legal», el espacio necesario para cometer crímenes contra la humanidad a plena vista. De ahí proviene gran parte del impulso de las capitales occidentales para normalizar el genocidio, presentarlo como algo habitual y demonizar a sus oponentes. Los fabricantes de armas y las empresas tecnológicas, cuyas arcas se han hinchado con el genocidio de Israel en Gaza, pueden obtener riquezas mucho mayores con una guerra igualmente devastadora contra China. Sea cual sea el guion que nos vendan, no habrá nada moral ni existencial en la batalla que se avecina. Como siempre, se tratará de gente rica ansiosa por hacerse aún más rica. Texto en inglés: https://jonathancook.substack.com/p/israels-genocide-is-big-business traducido por Antoni Soy Casals. Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/la-barbarie-de-gaza-matar-de-hambre-por-si-faltaba-algun-crimen-mas-y-los-negocios-que-preparan

martes, 29 de julio de 2025

Trump al borde de la irrelevancia geopolítica: ¿Imperio a la deriva?

Trump al borde de la irrelevancia geopolítica: ¿Imperio a la deriva? Por Tito Ura | 26/07/2025 | EE.UU. Fuentes: Rebelión Desde que Donald Trump regresó al centro del debate global, ha quedado clara una tendencia alarmante: sus políticas erráticas y su mirada cortoplacista han acelerado la erosión de la influencia de Estados Unidos. No se trata únicamente de episodios aislados, sino de un patrón coherente que debilita la posición de la superpotencia. ¿Por qué la hegemonía estadounidense se tambalea? Ataques al dólar como instrumento global El respaldo del dólar como divisa dominante se basa en la confianza absoluta en la economía y instituciones de EE. UU. Sin embargo, Trump ha adoptado una actitud “errática, indiferente y hasta hostil”, minando dicho pilar fundamental. Presiones contra la Fed y turbulencia en los mercados Sus críticas constantes a la Reserva Federal han alarmado a los inversores, aumentando la volatilidad financiera y reduciendo la credibilidad que por décadas sostuvo la aspiración estadunidense de liderazgo económico Aranceles como arma de corto alcance Las tarifas proteccionistas de Trump han sido presentadas por sus voceros como una estrategia regenerativa. No obstante, analistas del FT la califican de “restructuración fiscal populista”, que ahonda divisiones en la economía global El declive de la diplomacia estratégica Lejos de consolidar alianzas, Trump ha promovido una política de “nulidad institucional”: desdén hacia tratados internacionales, falta de presencia en foros multilaterales y desprestigio de la diplomacia tradicional. Este enfoque ha dejado un vacío que otras potencias —China, Turquía, India, BRICs— se apresuran a llenar. Un nuevo orden con Washington cada vez más al margen La multipolaridad crece: si el dólar pierde tracción, monedas alternativas podrán afianzarse. Con ello, China y el euro se perfilan como piezas centrales en el tablero financiero mundial Financial Times. Alianzas sin apego: la estrategia anti-globalista de Trump ha hecho que incluso aliados históricos —como la UE o Japón— busquen alternativas fuera del paraguas estadounidense. Credibilidad en riesgo: los constantes ataques a la Fed no solo afectan a los mercados: si el mundo deja de confiar en la capacidad de Washington para gestionar su propia economía, la desconfianza global seguirá en ascenso ¿Impotencia o irresponsabilidad deliberada? Más que negligencia, parece tratarse de una apuesta calculada por un “shuffle” institucional. Trump apuesta a dejar todo en “modo impredecible”, buscando que el caos inaugure una nueva configuración global con él de actor central . Pero en la práctica, ha consolidado opiniones críticas. Desde instituciones financieras hasta gobiernos aliados, y una creciente opinión pública global, el consenso es claro: las consecuencias de su improvisación son más peligrosas que sus supuestos beneficios. Reflexión crítica final El gran riesgo ya no es Trump; es su capacidad para transformar el mundo en un tablero caótico donde Estados Unidos pierde terreno. El declive estratégico del imperio —demasiado burocrático para actuar, demasiado inestable para dirigir— podría tornarse irreversible. Si esas costuras continúan desconociéndose, no habrá “segundo mandato impredecible” que lo revierta. El nuevo orden está tomando forma y Trump, paradójicamente, corre el riesgo de convertirse en su primer mártir. Lo que algunos denominan “trumpismo estratégico” más bien parece un experimento político descerebrado y peligroso para la estabilidad global. Cuando la hegemonía se tambalea por errores domésticos, no hay muro ni aranceles que la sostengan. Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lula celebra una "conquista histórica" tras la salida de Brasil del Mapa del Hambre de la ONU

Lula celebra una "conquista histórica" tras la salida de Brasil del Mapa del Hambre de la ONU Brasil está fuera del Mapa del Hambre de la ONU, al haber reducido notablemente el porcentaje de la población en esa situación, informó la organización. A su vez, el presidente del país sudamericano, Luiz Inacio Lula da Silva, celebró este acontecimiento en sus redes sociales. "Con gran orgullo e inmensa alegría informo de que Brasil ya no está en el Mapa del Hambre, de nuevo (…) eso significa que redujimos la inseguridad grave y la desnutrición a menos del 2,5% de la población, una conquista histórica que muestra que con políticas públicas y compromiso con el pueblo es posible combatir el hambre y construir un país más justo y solidario", expresó el mandatario. En un comunicado, el ministro de Desarrollo, Asistencia Social, Familia y Lucha contra el Hambre, Wellington Dias, afirmó que sacar a Brasil del Mapa del Hambre de la ONU era un objetivo primordial de Lula al iniciar su mandato en enero de 2023 y que, en principio, se esperaba alcanzarlo en 2026. Esta es la segunda vez que el Gobierno de Lula retira al país de la lista de la ONU. La primera fue en 2014, después de 11 años de políticas públicas dedicadas a ello, que tienen en el programa social Bolsa Familia de ayuda a los más pobres, su símbolo más reconocido. El Gobierno brasileño asegura que, tras 2018, "el desmonte de los programas sociales" hizo que Brasil retrocediese y volviese al Mapa del Hambre en el trienio 2018-2020. No obstante, al retomar esas políticas públicas y con la recuperación económica pospandemia de COVID-19, Brasil logró reducciones históricas de inseguridad alimentaria grave y pobreza. ¿Hambre en EEUU?: la inseguridad alimentaria afecta a cada vez más familias en el país norteamericano - Sputnik Mundo,08.07.2025 Hasta finales de 2023, Brasil retiró a 24 millones de personas de la condición de inseguridad alimentaria grave y redujo la pobreza extrema al 4,4 por ciento, un récord histórico, sacando a casi diez millones de personas de esa condición en comparación con 2021. "Esta victoria es fruto de políticas públicas eficaces", remarcó Dias, citando el Plan Brasil Sin Hambre, que engloba el Bolsa Familia, el Programa de Adquisición de Alimentos, el Programa Cocina Solidaria, el aumento del salario mínimo y créditos para la agricultura familiar, entre otras medidas. El Gobierno recuerda otros datos positivos: el desempleo en 2024 llegó al 6,6% (el mejor dato desde 2012), la renta mensual domiciliar per cápita batió récord y el índice de Gini, que mide la desigualdad, cayó al 0,506, el más bajo de la serie histórica. Los datos que certifican la salida de Brasil del documento constan en el informe El estado de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en el Mundo 2025, lanzado por la FAO durante una cumbre en Etiopía.

lunes, 28 de julio de 2025

Israel culpa ahora a la ONU de la hambruna, aunque la realidad es bien distinta

Recomiendo: Israel culpa ahora a la ONU de la hambruna, aunque la realidad es bien distinta Por Ryan Grim | 28/07/2025 | Palestina y Oriente Próximo Fuentes: Voces del Mundo
[Foto: Dos soldados israelíes ente paquetes de ayuda humanitaria destinados a Gaza el 24 de julio de 2025. (Amir Levy)] Introducción: Estados Unidos ha anunciado hoy que se retiraba de las negociaciones para el alto el fuego en Gaza, a pesar de que Hamás afirmó que seguía comprometido con la diplomacia. Un alto cargo de Hamás declaró a Jeremy Scahill que el enviado Steve Witkoff «está jugando al mismo juego de manipulación, engaño y evasión» y que la retirada es un intento de «una nueva ronda de chantaje». En una declaración oficial Hamás se mostró notablemente diplomático: «El Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) afirma que, desde el inicio del proceso de negociación, ha actuado con plena responsabilidad nacional y gran flexibilidad en diversas cuestiones, y se ha comprometido a alcanzar un acuerdo que ponga fin a la agresión y al sufrimiento de nuestro pueblo en la Franja de Gaza. El Movimiento presentó su respuesta definitiva tras amplias consultas con las facciones palestinas, los mediadores y los países amigos, y respondió positivamente a todos los comentarios que recibió. Esto refleja un compromiso sincero con el éxito de los esfuerzos de los mediadores y una participación constructiva en todas las iniciativas propuestas. Nos sorprenden las declaraciones negativas del enviado estadounidense Steve Witkoff sobre la postura del Movimiento, especialmente cuando los mediadores han expresado su satisfacción y agradecimiento por esta posición constructiva y positiva, que abre la puerta a alcanzar un acuerdo global. El Movimiento reitera su compromiso de continuar las negociaciones y participar en ellas para ayudar a superar los obstáculos y alcanzar un acuerdo de alto el fuego permanente». Mientras tanto, es posible que hayas visto que Israel ha lanzado una nueva campaña de propaganda con el objetivo de culpar a las Naciones Unidas de la hambruna que se está produciendo en Gaza. Si alguien de tu entorno está cayendo presa de esa hasbara, por favor, comparte con él/ella este artículo. *** El Gobierno israelí ha dado un giro hacia una nueva estrategia de distracción: la hambruna en Gaza no es consecuencia del bloqueo anunciado públicamente por Israel el 2 de marzo de todos los alimentos que entran en Gaza, ni está relacionada con la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), respaldada por Israel y Estados Unidos, que sustituyó al sistema de ayuda de la UNRWA, cerrado por Israel, a favor de su propia versión militarizada a finales de mayo. En cambio, según la nueva campaña israelí, la culpa es de las Naciones Unidas. «Cientos de camiones de ayuda han entrado en Gaza con la aprobación de Israel, pero los suministros están parados, sin entregar», declaró el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí el día X. «¿La razón? La ONU se niega a distribuir la ayuda». Percibiendo claramente un punto de inflexión en la opinión mundial a medida que el número de muertos por inanición aumenta exponencialmente en Gaza, Israel llevó el jueves a decenas de periodistas simpatizantes suyos a un paso fronterizo para llevar a cabo una campaña de relaciones públicas. La insistencia de Israel en que la ONU debe hacer más en lo que respecta a la ayuda chocó con su posición en las negociaciones de «alto el fuego». En su respuesta presentada a los mediadores el jueves, Hamás insistió en que cualquier acuerdo debe permitir a la ONU reanudar la distribución de ayuda. Israel ha rechazado esa idea. Antes del 2 de marzo, la ayuda se distribuía a través de 400 puntos no militarizados en toda Gaza, en un sistema coordinado por la ONU. La GHF opera en cuatro puntos, tres de ellos en el extremo sur de Gaza, todos ellos en zonas fuertemente militarizadas donde los palestinos son tiroteados y bombardeados a diario cuando intentan acceder a ellos. Aunque Israel ha fingido en las negociaciones exigir que la ONU distribuya la ayuda, ha insistido en que la GHF siga controlando la distribución de la misma. Sólo en el día de hoy, 19 palestinos han muerto mientras buscaban ayuda, según Al Jazeera, y al menos una mujer ha muerto durante una distribución exclusiva para mujeres organizada por la GHF, según han informado fuentes médicas de Gaza a Drop Site. El punto central de la acusación israelí contra la ONU es una colección de unos 900 camiones de ayuda que ya han cruzado a Gaza, pero que no han podido distribuir la ayuda. Sin embargo, ha sido Israel quien ha impedido activamente que la ONU distribuya la ayuda. Tamara Alrifai, portavoz de la UNRWA, declaró a Drop Site que las restricciones impuestas por Israel al movimiento del personal de la organización han hecho imposible la distribución. «Afirmar que la ONU no está recogiendo alimentos y otros suministros urgentes, y difundir imágenes de que estos productos están simplemente apilados cerca del paso fronterizo es, como mínimo, hipócrita», afirmó. «Desde el colapso del alto el fuego, el Gobierno de Israel ha endurecido aún más sus ya estrictas restricciones, concediendo aún menos permisos a la ONU para moverse por la Franja de Gaza… La norma es que un convoy de la ONU se mueva después de obtener el consentimiento. Nosotros, como ONU, no hemos obtenido permisos suficientes para movernos». La ONU está deseando entregar la ayuda si Israel actúa de forma seria, afirmó. «Así que la petición es: déjennos hacer nuestro trabajo, dennos permisos de movimiento, cumplan con su obligación en virtud del derecho humanitario internacional de proteger nuestro paso y luego dígannos si estamos cumpliendo con nuestro trabajo», dijo Alrifai. «Es realmente cínico acusar a la ONU de no hacer su trabajo después de semanas de intentar eludir a la ONU a través de la GHF para, en realidad, no cumplir con lo prometido a través de esa supuesta ‘fundación humanitaria’». En su rueda de prensa del jueves, la ONU dio su explicación más detallada hasta la fecha de por qué la ayuda estaba languideciendo, y Farhan Haq, portavoz adjunto del secretario general de las Naciones Unidas, citó «una serie de factores interdependientes, entre ellos obstáculos burocráticos, logísticos, administrativos y operativos impuestos por las autoridades israelíes; las hostilidades en curso y las restricciones de acceso dentro de Gaza; y los incidentes de saqueos criminales, así como los tiroteos que han causado muertos y heridos entre las personas que se reunían para descargar los suministros de ayuda a lo largo de las rutas de los convoyes». El domingo por la mañana, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) realizó una entrega de ayuda de la ONU. La directora del PMA, Cindy McCain, viuda del senador John McCain, condenó lo que ocurrió a continuación: «Poco después de pasar el último puesto de control más allá del cruce de Zikim hacia Gaza, el convoy se encontró con una gran multitud de civiles que esperaban ansiosos para acceder a los suministros alimentarios que tanto necesitaban», dijo. «Cuando el convoy se acercó, la multitud que lo rodeaba fue atacada por tanques israelíes, francotiradores y otros tiroteos. Estamos profundamente preocupados y entristecidos por este trágico incidente que ha causado la pérdida de innumerables vidas». El ejército israelí le había asegurado que no dispararía contra quienes buscaban ayuda, afirmó McCain, pero lo hizo casi de inmediato. «El violento incidente de hoy se produce a pesar de las garantías de las autoridades israelíes de que las condiciones operativas humanitarias mejorarían, incluyendo que las fuerzas armadas no estarían presentes ni participarían en ninguna etapa a lo largo de las rutas de los convoyes humanitarios», dijo. «Nunca, jamás, debería haber grupos armados cerca o en nuestros convoyes de ayuda, como se ha reiterado en numerosas ocasiones a todas las partes en conflicto». «Sin estas condiciones fundamentales, no podemos seguir prestando ayuda vital en toda la Franja de Gaza», afirmó. Más de 81 palestinos murieron y cientos resultaron heridos cerca del cruce de Zikim ese día. El incidente dejó cientos de camiones con ayuda aún por entregar, e Israel comenzó inmediatamente a desplegar su campaña para desviar la culpa hacia la ONU. El portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, calificó la acusación israelí de «teatro del absurdo». Añadió: «Creo que hemos visto lo que ocurre cuando los soldados israelíes están cerca de un convoy de la ONU. ¿Verdad? Lo hemos visto. Hemos visto lo que ocurrió el domingo en el norte de Gaza. Hemos visto a las víctimas y hemos visto la muerte… Kerem Shalom no es un autoservicio de McDonald’s donde nos detenemos y recogemos lo que hemos pedido. Y, francamente, creo que hay una falta de voluntad para permitirnos hacer nuestro trabajo». Israel sigue rechazando las solicitudes del personal de la ONU para moverse por Gaza y esta semana ha irrumpido en la oficina de la Organización Mundial de la Salud en Deir-al-Balah, al tiempo que presiona a otras organizaciones de la ONU y relacionadas para que evacúen. «A pesar de nuestras repetidas solicitudes, Israel no ha permitido que la ONU esté presente en los cruces, que son zonas militarizadas», dijo Jens Laerke, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA, por sus siglas en inglés), a la agencia de noticias AFP. «Por lo tanto, no podemos verificar la cantidad de suministros que hay actualmente en el cruce». El mismo día de la masacre del domingo, Israel decidió expulsar del país al jefe de la OCHA, Jonathan Whittal, y anunció que sólo concedería visados de un mes a los funcionarios de la OCHA. Para que la distribución sea un éxito, explicó Laerke a la AFP, «deben dar luz verde a los camiones sin retrasos innecesarios; permitir que los equipos utilicen múltiples rutas más seguras; y ordenar a las tropas que se mantengan alejadas de los convoyes y que nunca disparen a civiles a lo largo de las rutas asignadas, ni en ningún otro lugar… Sin el conjunto completo de condiciones, no se puede llevar a cabo una entrega segura y basada en principios a gran escala. Por lo tanto, incluso cuando se aprueban, esas misiones a menudo se ven obstaculizadas sobre el terreno». Durante una entrevista en Channel 4, se le preguntó al director interino de la UNRWA, Sam Rose, sobre la afirmación de Israel de que había dado permiso a la ONU para recuperar los camiones. «Están bombardeando el centro de Gaza, donde se encuentra la gran mayoría de la capacidad de la ONU en este momento. Literalmente, no hay forma de que el personal de las Naciones Unidas salga de esa zona. Así que no, no es cierto. No es cierto en absoluto», dijo. A pesar de la incoherencia de los argumentos israelíes, Estados Unidos intervino el jueves para darles más relevancia. «Es importante que el mundo lo vea», dijo el embajador de Estados Unidos en Israel, Mike Huckabee, al compartir las imágenes israelíes de la ayuda en el paso fronterizo. «La ONU ha criticado a Estados Unidos e Israel por los alimentos que realmente se han entregado, ¡pero es la ONU la que tiene cantidades masivas pudriéndose en palés! Esperemos que la prensa diga la verdad sobre la ONU». La portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, aparentemente la última en recibir el memorándum en el que se reconoce la hambruna y se culpa a la ONU en lugar de negarla, presentó una valoración muy diferente en su rueda de prensa de esta semana, en la que dijo a los periodistas que el trabajo que estaba realizando la GHF había sido «un éxito tremendo». «La GHF lo ha hecho de forma diferente, y ese enfoque diferente ha funcionado», afirmó Bruce. Mientras tanto, la presión internacional sobre Israel sigue aumentando. Veintiocho países, entre ellos potencias europeas como Francia e Inglaterra, emitieron el lunes una declaración conjunta en la que pedían «al Gobierno israelí que levante inmediatamente las restricciones al flujo de ayuda y permita urgentemente a la ONU y a las ONG humanitarias realizar su labor de salvar vidas de forma segura y eficaz». Del mismo modo, cuatro de las instituciones mediáticas más importantes del mundo —AP, AFP, BBC News y Reuters— declararon: «Estamos profundamente preocupados por nuestros periodistas en Gaza, que cada vez tienen más dificultades para alimentarse a sí mismos y a sus familias». Los partidarios de Israel se enfrentan cada vez más al escrutinio internacional. Sin embargo, la nueva y desafiante campaña de relaciones públicas del Gobierno israelí llega en un momento en que los partidarios de Israel finalmente reconocen que la situación se ha vuelto desesperada y ha creado un gran problema para Israel en la escena internacional. «Es muy real y está comenzando ahora de forma desesperada, y los israelíes harían bien en no permitirlo y aumentar masivamente la ayuda de una manera estratégica», dijo el periodista israelí Haviv Rettig Gur en un podcast presentado por The Free Press, un medio de comunicación proisraelí de Estados Unidos. Rettig Gur citó un nuevo artículo de Yannay Spitzer, profesor adjunto de la Universidad Hebrea de Jerusalén, que estudió los precios de los alimentos en los mercados de Deir-al-Balah y descubrió que se han disparado hasta alcanzar niveles catastróficos. Amit Segal, otro defensor declarado de Israel, citó el mismo informe para lanzar una alarma similar, advirtiendo de que una hambruna «haría que Israel perdiera incluso a sus partidarios más acérrimos». (Este informe incluye contribuciones de Herman Gill). Ryan Grim es reportero de The Intercept, copresentador de Counter Points, presentador del podcast Deconstructed y autor de We’ve Got People y This Is Your Country On Drugs. Texto en inglés: Drop Site News, traducido por Sinfo Fernández. Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/07/25/israel-culpa-ahora-a-la-onu-por-su-hambruna-aunque-la-realidad-es-bien-distinta/

domingo, 27 de julio de 2025

Gaza: hambruna deliberada

Recomiendo: Gaza: hambruna deliberada Por Editorial de La Jornada | 26/07/2025 | Palestina y Oriente Próximo Fuentes: La Jornada - Imagen: Mohammed, siete años, y Zeina, 10. Su madre dice que "están silenciando el hambre con agua". Foto: Seham Tantesh/The Guardian Estados Unidos y sus aliados crearon las condiciones mediatas e inmediatas para el genocidio al financiar la hipertrofia de Israel como una potencia colonial expansionista, racista y dotada de un poder de destrucción frente al cual sus víctimas se encuentran inermes. El presidente Emmanuel Macron anunció que Francia reconocerá a Palestina como un Estado, decisión que se formalizará en la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre. El gesto tiene trascendencia en tanto se trata de la mayor potencia europea hasta ahora en respaldar el derecho del pueblo palestino a conformar una entidad política soberana, con un asiento en la comunidad internacional y plena protección de su integridad territorial. Asimismo, marca un giro respecto a la imperturbable complicidad con Israel, sostenida durante meses pese a la incontrovertible evidencia de que las operaciones de Tel Aviv en la franja de Gaza constituyen un genocidio. Con todo su significado, está claro que esta medida llega demasiado tarde y es insuficiente para alcanzar lo que el propio Macron define como prioritario: que se acabe la guerra y salvar a la población civil. Es muy poco porque para frenar la masacre se requiere que el conjunto de Occidente deje de proveer armamento al régimen de Benjamin Netanyahu, le retire el blindaje de inmunidad diplomática que permite al primer ministro y sus funcionarios pasearse por el mundo pese a ser criminales de guerra con órdenes de arresto vigentes e imponga a Tel Aviv sanciones acordes con la gravedad de sus violaciones a los derechos humanos y a la legalidad internacional. Asimismo, es extemporánea porque casi desde el principio de la invasión a Gaza es un insulto a la verdad hablar de guerra cuando lo que tiene lugar es una matanza sistemática de civiles, que durante el último año ha convertido a la población en cadáveres andantes, según el comisionado de la ONU para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, Philippe Lazzarini. Como deben saber, Macron y el resto de dirigentes que rehúsan emprender acciones creíbles para detener el genocidio, en estos momentos el hambre creada deliberadamente por Israel en Gaza es tan grave que incluso los periodistas acreditados por la Afp, los integrantes de un centenar de organizaciones no gubernamentales y los trabajadores humanitarios de la ONU se enfrentan a un cuadro de desnutrición que les impide llevar a cabo sus labores. En cuanto a la población local, no es exagerado afirmar que se encuentra encerrada en un campo de exterminio: sólo en los restos de un hospital, 21 niños murieron de hambre y malnutrición en tres días. En este contexto, cabe celebrar el anuncio de la cancillería brasileña de sumarse a la demanda por genocidio presentada por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia. De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, ya no hay margen para la ambigüedad moral ni la omisión política, pues la impunidad socava la legalidad internacional y la credibilidad del sistema multilateral, por lo que la comunidad internacional no puede permanecer inactiva ante las atrocidades que se cometen. El posicionamiento del gobierno encabezado por Luiz Inacio Lula da Silva es una muestra de verdadero humanismo y congruencia con la defensa de los oprimidos. Sin embargo, ningún esfuerzo internacional cambiará el curso de los acontecimientos mientras Tel Aviv cuente con la complicidad de Washington para descarrilar cualquier decisión judicial y perseguir a fiscales y jueces con el valor para señalar sus responsabilidades. Es imposible avanzar hacia la paz cuando el secretario de Estado de la superpotencia replica contra los palestinos el mismo tipo de discurso deshumanizante que ha habilitado la limpieza étnica y la reducción a la esclavitud de otros grupos en el pasado. Tampoco puede esperarse mayor avance mientras el presidente Donald Trump propone como solución deportar a los gazatíes y convertir la franja en un paraíso turístico de lujo para extranjeros. Estados Unidos y sus aliados crearon las condiciones mediatas e inmediatas para el genocidio al financiar la hipertrofia de Israel como una potencia colonial expansionista, racista y dotada de un poder de destrucción frente al cual sus víctimas se encuentran inermes. Sólo el cese de la complicidad occidental puede poner fin al acto de hambruna deliberada más intenso, más severo y minuciosamente planificado desde la Segunda Guerra Mundial, en palabras del director ejecutivo de la Fundación para la Paz Mundial en la Facultad de Derecho y Diplomacia de la Universidad Tufts, y obligar a Netanyahu a negociar un entendimiento que merezca el nombre de la paz. Fuente: http://www.jornada.com.mx/2025/07/25/edito

sábado, 26 de julio de 2025

Geopolítica del genocidio en Gaza» de Martín Martinelli, una propuesta de lectura

Avanzada Recomiendo: «Geopolítica del genocidio en Gaza» de Martín Martinelli, una propuesta de lectura
Por Valentina Taberna | 25/07/2025 | Cultura Fuentes: Rebelión Martín Martinelli, académico con más de dos décadas de trayectoria en el estudio de Afroeurasia, aborda el estudio de Palestina en su primer libro Palestina (e Israel) entre intifadas, revoluciones y resistencias (2022, EdUNLu, Argentina; 2024, El Viejo Topo, España). Esta obra, resultado de su tesis doctoral, constituye un valioso aporte al análisis del conflicto palestino-israelí que se refuerza con Geopolítica del genocidio en Gaza (2025, Editorial Batalla de Ideas), su segundo libro aquí reseñado, donde el autor introduce varias categorías para realizar un análisis más específico del contexto a partir de los eventos de 2023. Así, mientras el primer trabajo aborda las fuerzas estructurales que promovieron el proyecto colonial de asentamiento llamado Israel en tierras palestinas y su papel en el mantenimiento de la hegemonía occidental, en Geopolítica del genocidio en Gaza, enfatiza conceptos clave como genocidio, apartheid, resistencia, transición hegemónica y Guerra Global Híbrida Situada (GGHS), que incluye medios militares, económicos, cognitivos y de información. Vijay Prashad on X: "El pueblo palestino es de los más resistentes en la historia de la humanidad. “Geopolítica del genocidio en Gaza”, libro de Martín Martinelli publicado este mes por la No obstante lo anterior, el autor combina sus investigaciones con la labor docente en cátedras como Historia Contemporánea e Historia de Asia y África en la Universidad Nacional de Luján (UNLu), así como su participación en la Cátedra Libre de Estudios Palestinos ‘Edward Said’ de la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA). Además, como coordinador del Grupo ‘Palestina y América Latina’ del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) por el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la UBA (IEALC-UBA), y desde su rol en el Observatorio Geohistórico de la Universidad Nacional de Luján (OGH-UNLu). Además, promovió y promueve espacios de divulgación y debate crítico, como Coordenadas Observatorio Geohistórico (@CoordenadasCanal), que cuestionan los relatos hegemónicos de los medios de comunicación y algunas interpretaciones dentro del ámbito académico. En estos espacios, el autor y su equipo sostienen una postura abiertamente antisionista, antiimperialista y anticapitalista, fundamentada en una rigurosa base teórica e histórica. Geopolítica del genocidio en Gaza está compuesto de 243 páginas y está organizado en cinco capítulos temáticos. En ella confluyen las voces de destacados especialistas en el estudio de Asia y África, que se materializan en el prólogo escrito por Vijay Prashad, la presentación de Susana Murphy y el epílogo a cargo de Guadi Calvo, que enmarcan y potencian los aportes de Martín Martinelli. La participación de estos especialistas no sólo contextualiza el texto, sino que funciona como una garantía de excelencia para el conjunto del libro. La obra despunta con los acontecimientos del 7 de octubre de 2023 cuando Hamas llevó a cabo el operativo denominado ‘Diluvio de Al Aqsa’, un ataque de significativa envergadura contra Israel que afectó a diversas regiones del territorio. Este evento, más allá de las múltiples interpretaciones que suscitó, se erige como un hito con implicancias de largo alcance desde al menos dos perspectivas. En primer lugar, evidenció un reacomodamiento en la representación política palestina, con Hamas emergiendo como actor central que articula intereses inmediatos frente al Estado israelí. En segundo lugar, contrariamente a lo que podría haberse especulado respecto a un uso discursivo por parte de Israel para reforzar su legitimidad internacional —en analogía al 11-S estadounidense—, la opinión pública demostró cambios. Este hecho evidenció una mayor predisposición a analizar el accionar de Hamas desde perspectivas que trascienden los marcos ideológicos de la llamada Guerra Global contra el Terrorismo (GWOT, siglas en inglés), posicionando a la cuestión palestina como un tema central en las agendas internacionales. Antes de adentrarme en el contenido de la obra, haré una observación vinculada a algunas características que el lector podría apreciar y que hacen referencia a tres áreas fundamentales en las que se articula el libro, que son a la vez reflejo de las influencias de reconocidos académicos relevantes en la formación del autor. La primera de ellas corresponde a los aportes de Murphy (1995, 2003, 2005, 2006, 2007, 2014), quien desarrolló estudios en torno a la historiografía de la otredad. Este enfoque se evidencia en el análisis que Martinelli realiza sobre la construcción intelectual de los ‘enemigos de la civilización occidental’ desde la Guerra Fría hasta nuestros días, otorgando un sentido peyorativo a categorías como ‘comunista’, ‘árabe’, ‘musulmán’ y ‘oriental’. Estos estereotipos justifican acciones de corte imperialista que son examinadas a través de las tesis de Katz (2022), cuyo marco teórico permite jerarquizar a los países actores mundiales y regionales según su capacidad de influencia. Así, el economista argentino conceptualiza el imperialismo como un sistema basado en la transferencia de recursos de las periferias hacia el centro, sustentado en las relaciones de dominación política, económica y, fundamentalmente, militar. Estas variables son ofrecidas por Martinelli, quien en su obra evidencia diferentes esferas de poder. La tercera área de influencia observable se vincula con el trabajo del geógrafo Gejo (2022) quien, junto a su equipo, introdujo la noción del ‘retorno de la geografía’ como crítica al supuesto de un mundo homogéneo producido por la globalización. Sostiene que los espacios, lejos de ser escenarios pasivos, reflejan y condicionan las relaciones sociales y políticas, convirtiéndose en la materialización de los procesos históricos. Este enfoque es incorporado visiblemente por Martinelli para analizar la cuestión palestina desde una perspectiva geopolítica, enmarcando el conflicto dentro de las dinámicas de distribución territorial del poder global. Así, su análisis trasciende las visiones tradicionales y particularistas, proporcionando una interpretación integral que vincula historia, política y geografía. En el contexto del declive del unipolarismo —evidenciado, por ejemplo, en la recuperación de Eurasia o en el inicio de un proceso de desdolarización de las relaciones comerciales, en transición hacia un mundo multipolar—, Martín Martinelli nos ofrece una obra con un enfoque multidisciplinario que permite analizar no sólo el conflicto palestino-israelí, sino también las transformaciones geopolíticas contemporáneas y su impacto en las relaciones internacionales. Cada capítulo ofrece un análisis detallado que vincula procesos históricos, dinámicas de poder, estrategias de dominación y resistencias, proporcionando al lector herramientas conceptuales para interpretar los procesos actuales. En el primer capítulo, Martinelli contextualiza el análisis situando al lector en los ejes fundamentales que estructuran su obra: la política genocida de Israel en Palestina, los cambios globales y el rol de la intelectualidad en los procesos de dominación. A través del concepto de GGHS, describe cómo desde 2014 surgieron nuevas formas de enfrentamiento asociadas a la transición hegemónica mundial. En este contexto, señala la decadencia relativa de Occidente, liderado por Estados Unidos, y el ascenso de potencias como China y Rusia junto con Irán, encabezando lo que el autor denomina el ‘eje de la resistencia’. Así, este capítulo establece un marco teórico y conceptual que permite abordar las dinámicas desde una perspectiva crítica y geopolítica. El segundo capítulo analiza cómo, tras el fin de la Guerra Fría, no se inauguró una era de paz, como algunos afirman, sino una nueva configuración del expansionismo estadounidense, particularmente en Afroeurasia. Martinelli hace hincapié en las estrategias militares de Estados Unidos, vinculadas a intereses económicos en relación con recursos como el petróleo y el gas, y al control de rutas comerciales estratégicas. Afroeurasia, entonces, se erige como el escenario central donde se dirimen las tensiones del nuevo orden multipolar, siendo la zona global de infiltración de la violencia en la que se apoyó el poder estadounidense. En el tercer capítulo, Martinelli introduce el concepto de «hiperimperialismo» para analizar la fase actual del sistema global. En este modelo, Estados Unidos, a pesar de su declive económico, intensifica su despliegue militar para preservar su hegemonía frente al resurgimiento de Eurasia. Este imperialismo contemporáneo se caracteriza por un control económico sustentado en monopolios estratégicos, respaldado por amenazas bélicas y el uso de la fuerza mientras los ciclos de acumulación económica están desplazándose hacia Asia Oriental. En este punto, el autor resalta cómo las guerras se han convertido en un mecanismo central de acumulación para Estados Unidos, en un análisis que coincide con los estudios de Martínez Monterrosas y Russian (2024). Estos investigadores subrayan que el complejo militar-industrial estadounidense fomenta alianzas estratégicas, particularmente con Israel, uno de sus principales beneficiarios. Según estos historiadores, los subsidios y ayudas militares estadounidenses han permitido a Israel consolidarse como un destacado exportador de armas y tecnología de espionaje, además de ser el único país de la región con capacidad nuclear, aspectos que forman parte del soporte argumental de la obra de Martinelli. El cuarto capítulo se centra en Palestina, profundizando en cómo la crisis actual en Gaza refleja las tensiones de un mundo en transición. El historiador argentino caracteriza a Israel como un baluarte del imperialismo occidental, cuya política incluye apartheid, limpieza étnica, judaización y memoricidio, prácticas justificadas mediante narrativas bíblicas que conectan al pueblo judío con la tierra palestina. El autor categoriza al Estado sionista de Israel como un colonialismo de asentamiento en el marco de un proyecto destinado a eliminar a los palestinos y consolidar el dominio territorial. El quinto y último capítulo de Martinelli analiza la operación ‘Diluvio de Al-Aqsa’ del 7 de octubre de 2023 como punto de inflexión. Este evento no sólo rompió el mito de la invencibilidad israelí, sino que reposicionó la lucha palestina en la agenda global y cuestionó las alianzas estratégicas de Israel en la región. El autor logra esta trascendencia al enmarcar el conflicto como un genocidio colonial de colonos y un sistema de apartheid, redefiniendo la pugna como una disputa entre un movimiento de ocupantes y un pueblo nativo. Esto permite analizar a Hamas más allá de los marcos tradicionales, presentándolo como una organización política, social y guerrillera con el objetivo principal de liberar Palestina del colonialismo, a través de la resistencia anticolonial que el autor equipara con Vietnam o Argelia. Para desvincular a Hamas de la GWOT en la mente del lector, el libro ofrece interpretaciones que desafían las narrativas hegemónicas. Martinelli detalla los motivos detrás del ‘Diluvio’: reafirmar la primacía de la lucha palestina, asegurar la liberación de prisioneros políticos y sabotear el acercamiento entre Israel y Arabia Saudita, además de la violencia de los colonos en Cisjordania y la agresión a Gaza, considerada por el autor como el mayor infanticidio del siglo, que pone de relieve el fracaso del orden internacional occidental y la propensión a resistencias que desafían la hegemonía establecida. Geopolítica del genocidio en Gaza es un libro que resuena con la urgencia de los tiempos que vivimos: urgencia de ser escrito y de ser leído. Aborda un mundo en transformación donde Occidente enfrenta un declive irreversible, mientras Eurasia retoma su posición histórica como hegemonía. En este contexto, el imperialismo estadounidense se aferra a su dominio bélico, intensificando las intervenciones militares en la región. Este segundo libro de Martín Martinelli refleja una madurez intelectual manifiesta en la aplicación de conceptos que trascienden las barreras temporales y espaciales. Desde una perspectiva geohistórica y geopolítica, el autor integra arcos temporales de corto, mediano y largo plazo para contextualizar el presente en relación con procesos históricos más amplios. En este enfoque, Palestina no aparece como una víctima pasiva, sino como un actor que desafía las lógicas tradicionales de resistencia, disputando espacios materiales y simbólicos. El autor demuestra que el colonialismo occidental, aunque histórico y desfasado, sigue vigente y encuentra en Palestina una oposición que resiste a ser subsumida. La obra se desarrolla dentro del marco de la decolonialidad, aunque su autor no lo exprese explícitamente. A diferencia de su primer libro, donde predomina la exposición de hechos históricos para comprender la ocupación de Palestina, aquí el autor avanza hacia un análisis crítico que cuestiona las cronologías occidentales. Este enfoque denuncia cómo la modernidad, concebida como sinónimo de democracia y progreso, trajo consigo procesos deshumanizantes para los pueblos colonizados. Martinelli insiste en usar herramientas cronológicas que permitan interpretar la historia desde las perspectivas de estos pueblos, desmantelando la centralidad ideológica y cultural que Occidente impuso como universal. En este sentido, el uso de categorías como ‘Afroeurasia’ forma parte también de este entramado discursivo y subraya la coherencia de Martinelli al nombrar espacios que desafían la hegemonía europea. Esta región, concebida como una totalidad histórica interconectada. se presenta como contraposición al esquema tradicional que periferiza al Sur Global. La excepcionalidad histórica de la centralidad europea se diluye en un análisis donde las palabras no se imponen artificialmente, sino que emergen como herramientas naturales del discurso crítico. Este uso consciente del lenguaje refuerza la claridad argumentativa del autor, evitando ambigüedades y asegurando al lector la comprensión de la relevancia de cada categoría. Esta reseña destaca, a su vez, que el libro pone de relieve el impacto del genocidio en Gaza desde una perspectiva de género, sin que Martinelli use para ello categorías provenientes de esta corriente interpretativa. Al analizar los asesinatos de mujeres y niños demuestra que no sólo se busca obstaculizar la reproducción biológica del pueblo palestino, sino también generar un impacto emocional y social que concluya en una disminución intencional de la tasa de natalidad. Al incorporar al análisis las nociones de infanticidio, crímenes por causa de género y control bélico de la natalidad como estrategias deliberadas de exterminio, abre caminos para profundizar en interpretaciones feministas de la cuestión palestina. Así, desde el Sur Global, Martinelli aborda la resistencia palestina desde la reivindicación de su derecho a la defensa y a la soberanía. Este enfoque tiene una particularidad que resulta especialmente comprensible a los pueblos con experiencia colonial: la interpretación de la legitimidad del uso de la violencia. En este sentido, la operación ‘Diluvio de Al-Aqsa’ sirve como excusa para explorar los imaginarios y contradicciones de la resistencia de los pueblos como Palestina, cuestionando la exclusividad occidental en el control del poder coercitivo. Martinelli no busca glorificar la violencia como método; de hecho, buena parte argumentativa de la obra está basada en leyes, tratados y declaraciones de organismos internacionales, sino en reflexionar sobre los contextos en los que esta se produce y los derechos que emergen de ella. Teniendo en cuenta lo anterior, esta reseña sugiere que los lineamientos antes planteados son una oportunidad para futuras investigaciones en virtud de un asentamiento más específico en las teorías decoloniales y de género. Esto fortalecería la contribución de la obra a dichos campos de estudio y abriría nuevas vías de diálogo académico, permitiendo un análisis más profundo sobre cómo las dinámicas de poder, los roles de género y las experiencias específicas se intersecan con el contexto colonial y genocida. Asimismo, al contextualizar la obra alrededor de las acciones del 7 de octubre de 2023 y destacar, siguiendo a Traverso (2024), que la lucha armada forma parte de las herramientas de los débiles en las guerras asimétricas, el autor deja abierto otro campo de análisis tocante a las controversias que surgen a raíz de la discusión sobre la resistencia armada. Una mayor profundidad sobre esta cuestión podría, en futuras investigaciones, plantear la cuestión de los dilemas morales de la resistencia en contextos de opresión colonial o las diferencias entre la violencia dirigida a civiles desarmados y aquella que afecta a colonos militarizados. Geopolítica del genocidio en Gaza no es sólo un libro de Historia. Es una obra que condensa la acción política de una generación de académicos comprometidos con las luchas y resistencias más urgentes de la humanidad. Estudiar Palestina desde una perspectiva decolonial implica cuestionar el orden vigente en decadencia, en el que también se inscriben las ultraderechas que acechan a nuestros países, y aprovechar la oportunidad histórica para construir un saber académico arraigado en las realidades materiales del Sur Global. La segunda obra de Martinelli se erige como ejemplo de cómo las categorías analíticas pueden transformarse en herramientas para disputar narrativas, abriendo además una multiplicidad de temas y campos de investigación, dejando en claro que aún queda mucho por explorar. REFERENCIAS. Gejo, O., et al. (2022) “El regreso de la geografía” en Posición. Revista del Instituto de Investigaciones Geográficas, Luján, Universidad Nacional de Luján, pp. 1-14. Katz, C.. (2022) La crisis del sistema imperial; Buenos Aires, Jacobin. Martinelli, M.. (2022) Palestina (e Israel), entre intifadas, revoluciones y resistencias, EdUNLu. Martínez Monterrosas. I., Russian. E. (2024) Desinformación, negocio armamentístico y reconfiguración mundial: la justificación occidental del genocidio en Palestina. Revista Zero 44, Universidad Externado de Colombia. https://zero.uexternado.edu.co/desinformacion-negocio-armamentistico-y-reconfiguracion-mundial-la-justificacion-occidental-del-genocidio-en-palestina/ Murphy, S. (Ed.). (1995) El otro en la historia: el extranjero; Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. ———————(2003) “Un estigma historiográfico: la construcción intelectual de Oriente- Occidente” en Análisis de las prácticas genocidas. Congreso Internacional de Genocidio, Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires. ——————– (2005) “La imagen demonizada del islam: ayer y hoy” en Murphy, S (Ed y comp.); La interdisciplinariedad, Luján, Universidad Nacional de Luján. ——————– (2006) Frontera y alteridad, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. ——————- (2007) “Racialidad, colonialismo y arqueología en el siglo XIX” en Néspolo, Ramos, Gldwaser; Signos en el tiempo y rastros en la tierra; Luján, Universidad Nacional de Luján. ——————- (2014) El lenguaje en la construcción del enemigo en Cercano Oriente antiguo y contemporáneo: las marcas de la alteridad en la construcción intelectual Oriente- Occidente; Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo. Traverso, E. (2024) Gaza ante la historia, Buenos Aires, Akal. Autora: Valentina Taberna (valenntaberna@gmail.com). Observatorio Geohistórico, Universidad Nacional de Luján. Profesora y licencianda en Historia. Docente. Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

viernes, 25 de julio de 2025

EEUU no es parte mediadora, está involucrado en el conflicto de Gaza"

- Sputnik Mundo, "EEUU no es parte mediadora, está involucrado en el conflicto de Gaza" El Gobierno de Estados Unidos anunció que suspenderá las negociaciones con Hamás sobre un posible alto al fuego en Gaza y que su equipo negociador regresará desde Catar para discutir los próximos pasos. "La manera de negociar de Estados Unidos es sin ningún tipo de incentivos, no es un mediador, sino que es parte importante del conflicto tratando de imponer una solución bajo el pretexto de que quiere llegar a una paz, la cual es acordando lo que [Benjamín] Netanyahu quiere", explicó Luciano Zaccara, profesor de investigación en Política del Golfo en de la Universidad de Qatar en diálogo con Séptimo Piso. El académico sostuvo que "este tipo de amenazas a través de la imposición de la muerte del adversario no pertenecen al siglo XXI, sino que son propias de las estrategias militares deshumanizantes anteriores a la Primera Guerra Mundial

Gaza, el Auschwitz del siglo XXI que Israel pretende ocultar

Recomiendo: Gaza, el Auschwitz del siglo XXI que Israel pretende ocultar Por Tito Ura | 24/07/2025 | Palestina y Oriente Próximo Fuentes: Rebelión Hay comparaciones que estremecen, pero que son necesarias. Lo que hoy sucede en Gaza no puede entenderse plenamente sin mirar hacia atrás, hacia uno de los capítulos más oscuros de la historia europea: los guetos judíos bajo el régimen nazi, especialmente el de Auschwitz. Aquel lugar fue símbolo del aislamiento, el hambre, el castigo colectivo y el exterminio sistemático. Hoy, en pleno siglo XXI, Gaza ha sido convertida por Israel —con el respaldo activo o el silencio pasivo de Occidente— en un gueto moderno, donde millones de palestinos viven encerrados, asediados, deshumanizados y desechables. Los recientes reportajes son un grito que atraviesa el cerco informativo global. Describe escenas que evocan lo peor del siglo XX: niños sin acceso a agua potable, cuerpos calcinados entre escombros, familias enteras borradas del mapa por bombardeos masivos, el uso del hambre como arma de guerra, la negación sistemática de ayuda humanitaria. ¿Dónde están ahora los países europeos que juraron “Nunca más”? El gueto de Auschwitz era un espacio de confinamiento previo a la eliminación. Gaza, cercada por tierra, mar y aire, donde no se puede entrar ni salir sin permiso israelí, cumple esa misma función de exclusión total. Más aún: se trata de un castigo colectivo que viola flagrantemente el derecho internacional. Sin embargo, Estados Unidos y Europa siguen enviando armas a Israel, bloqueando resoluciones de condena en la ONU, sancionando a quienes denuncian el genocidio —como la relatora de derechos humanos Francesca Albanese— y propagando la narrativa de que Israel «se defiende». Pero, ¿defenderse de qué? ¿De niños que juegan entre ruinas? ¿De ancianos que no pueden huir porque ya no caminan? ¿De periodistas que intentan narrar el horror antes de que otro misil los borre? La realidad es que Israel no se defiende: perpetra. Y lo hace con el mismo desprecio con el que se construyeron los guetos del pasado, con el mismo aparato de propaganda que deshumaniza a los encerrados, presentándolos como salvajes, amenazas, cifras sin rostro. El gueto de Gaza es la herida abierta de la humanidad contemporánea. Un territorio de experimentación militar, donde se prueban armas, tecnologías de vigilancia y control poblacional. Un infierno del cual no se puede escapar y en el que el castigo colectivo se ha normalizado. Y lo más trágico: todo esto sucede con el respaldo de aquellos que hace décadas lloraban por los guetos europeos. Occidente ha traicionado su memoria. Ha enterrado el legado de quienes murieron en Auschwitz bajo toneladas de hipocresía y doble moral. Porque apoyar a Israel mientras aplasta a un pueblo cercado es repetir —desde otro rol— los errores del pasado. Hoy no son los nazis quienes levantan muros, imponen bloqueos y exterminan por asfixia. Hoy es una democracia occidental, celebrada por el establishment como modelo, pero cuyo régimen se sostiene sobre la base del apartheid, la limpieza étnica y el crimen de guerra. Es tanto el horror que soldados israelíes se suicidan tras regresar de Gaza. Los medios de comunicación israelíes informan que cada vez más soldados se suicidan desde el comienzo de la guerra genocida en Gaza en octubre de 2023. Los datos proporcionados por el periódico Israel Hayom mostraron que 21 soldados terminaron con sus vidas en 2024. En mayo, el periódico israelí Haaretz informó que 42 soldados se habían suicidado desde el comienzo de la guerra en Gaza. Mientras Israel actúa como potencia ocupante, implementando un apartheid de facto, el coro occidental —Washington, Bruselas, Londres, Berlín y París— se limita a emitir tibios llamados a la «proporcionalidad», sin interrumpir el suministro de armas ni aplicar sanciones reales. No hay embargos, ni condenas efectivas, ni juicios en La Haya para los responsables israelíes. Por el contrario, los intentos internacionales por señalar crímenes de guerra, como los del fiscal de la Corte Penal Internacional Karim Khan, son torpedeados por presiones políticas y amenazas directas. Occidente ha convertido a Israel en su ficha geoestratégica en Medio Oriente. Y como toda ficha, se le permite transgredir el derecho internacional si con ello cumple con los intereses de control regional, frena a Irán o garantiza el dominio energético. Los derechos humanos, en este tablero, son un recurso narrativo, no un principio rector. Este patrón se ha repetido ad nauseam. Tras cada masacre en Gaza —ya sea en 2008, 2014, 2021 o 2023— las potencias occidentales permiten a Israel recomponer su imagen con el discurso del “derecho a defenderse”, mientras los muertos palestinos se acumulan en morgues improvisadas y fosas comunes. Es una impunidad con marca registrada. La tragedia de Rafah es doble. Por un lado, por la brutalidad del ataque. Y por otro, por la indiferencia calculada con la que Occidente ignora su responsabilidad. Las armas que mataron a esos niños fueron fabricadas en fábricas estadounidenses, ensambladas con tecnología europea y financiadas con dólares del contribuyente occidental. Lo sucedido es claro: Israel arrojó toneladas de bombas sobre un área densamente poblada con población civil, matando a cientos de personas, la mayoría mujeres y niños. Y sin embargo, la respuesta de Occidente ha sido el silencio o, peor aún, la justificación tácita. Mientras se bombardean hospitales, escuelas y campos de refugiados, los gobiernos de EE. UU., Reino Unido, Alemania o Francia continúan enviando armas, otorgando inmunidad diplomática y escudando a Israel en foros internacionales como la ONU. Ya no basta con denunciar las atrocidades israelíes. Es necesario confrontar a quienes las hacen posibles. Si el mundo tolera la Guernica de Gaza, sin sanción ni memoria, sin justicia ni arte que la inmortalice, entonces habremos cruzado un umbral histórico peligroso: la normalización del genocidio como instrumento legítimo de política exterior. Rafah no es solo una ciudad arrasada. Es el espejo donde se refleja la decadencia moral de las democracias occidentales. Es la evidencia de que, bajo el barniz de los valores liberales, se esconde una brutal lógica colonial y racista. Mientras no haya ruptura con este doble rasero, mientras Israel siga siendo tratado como un aliado intocable, cada niño muerto en Gaza será también un crimen cometido —y compartido— por Occidente. La historia no perdonará esta complicidad. Las víctimas de Gaza no son solo palestinos: son también el espejo que nos devuelve una verdad incómoda. Que en el fondo, para los poderosos de este mundo, los derechos humanos siguen siendo selectivos. Y que el “Nunca más” no era un compromiso, sino apenas un eslogan. Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

jueves, 24 de julio de 2025

Francia reconocerá a Palestina como un Estado, anuncia Macron

- Sputnik Mundo Francia reconocerá a Palestina como un Estado, anuncia Macron El mandatario francés, Emmanuel Macron, escribió a través de su perfil de la red social X que el anuncio solemne lo realizará en la próxima Asamblea General de la ONU, la cual se llevará a cabo en septiembre. "La necesidad urgente hoy es que termine la guerra en Gaza y que se rescate a la población civil", escribió Macron en su mensaje. En ese sentido, el jefe de Estado dijo que es necesario implementar un alto al fuego en Gaza, así como brindar ayuda humanitaria masiva a la población y liberar a todos los rehenes del movimiento Hamás, al que dijo se debe garantizar su desmilitarización. "Los franceses desean la paz en Oriente Medio. Nos corresponde a nosotros, los franceses, junto con los israelíes, los palestinos y nuestros socios europeos e internacionales, demostrar que es posible", ahondó.

miércoles, 23 de julio de 2025

De Damasco a Gaza, la doctrina de dominación de Israel tiene un defecto fatal

Recomiendo: De Damasco a Gaza, la doctrina de dominación de Israel tiene un defecto fatal Por Soumaya Ghannoushi | 22/07/2025 | Palestina y Oriente Próximo Fuentes: Voces del Mundo El último ataque de Israel contra Damasco no fue un ataque aéreo aislado. Fue una doctrina en acción. El miércoles pasado [16 de julio de 2025] aviones de combate atacaron el Ministerio de Defensa sirio, el cuartel general del ejército y las inmediaciones del palacio presidencial. No cerca del frente ni de la frontera, sino en el corazón simbólico y soberano de la capital siria. La excusa era endeble: un supuesto esfuerzo por proteger a la minoría drusa de Siria. Pero nadie debería dejarse engañar. No se trataba de protección. Se trataba de una demostración de poder y arrogancia. No se trataba de los drusos, que son árabes sirios y forman parte del tejido nacional de Siria, sino de imponer una doctrina israelí de fragmentación regional que se remonta a mucho tiempo atrás, una doctrina que se extiende desde los escombros ensangrentados de Gaza hasta los ministerios bombardeados de Damasco y la desestabilización de naciones enteras más allá de sus fronteras. Israel, que ha asesinado a más de 60.000 palestinos -la mayoría de ellos mujeres y niños- en Gaza, ha herido a más de 130.000 y ha destruido casi el 80% de los edificios del territorio, no puede ahora hacerse pasar por protector de las minorías. Un Estado que está construyendo lo que se está convirtiendo rápidamente en el mayor campo de concentración al aire libre del mundo, que utiliza el hambre como arma, que comete diariamente apartheid en la Cisjordania ocupada y que consagra la discriminación en su Ley Fundamental, no puede pretender tener ninguna autoridad moral. No la tiene. Y menos aun cuando se trata de fingir preocupación por los drusos de Siria, cuyo destino explota para enmascarar intenciones mucho más siniestras. Un acto de humillación televisado La elección del objetivo no fue estratégica. Fue simbólica. La plaza de los Omeyas no es solo un cruce de calles, es el alma de Damasco. Es un monumento al orgullo sirio y a la dignidad árabe. Alberga la espada damascena y se hace eco del legado del califato omeya, que en su día se extendió desde los Pirineos hasta las estepas de Asia Central. Fue en esta misma plaza donde los sirios, hace solo ocho meses, celebraron el fin de seis décadas de dictadura. Y fue allí, en medio de una jornada laboral, donde Israel atacó, sabiendo que la plaza está rodeada de cadenas de televisión internacionales y árabes, y que las imágenes se repetirían sin cesar en los canales por satélite y en las redes sociales. No se trató solo de un bombardeo. Fue un acto de humillación televisado. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, lo dejó claro cuando compartió con orgullo un vídeo en el que se veía a una presentadora siria aterrorizada abandonando su puesto en directo mientras el Ministerio de Defensa ardía al fondo. Fue un espectáculo diseñado para conmocionar a los sirios y atemorizar a los árabes. Este ataque no solo fue ilegal e inmoral, sino que fue un paso más en una estrategia a largo plazo -una doctrina- que tiene como objetivo imponer la hegemonía israelí en una región fragmentada, debilitada y dividida. No es nueva ni fruto de reacción alguna. Es un pilar de la estrategia israelí, aplicada a lo largo de décadas, gobiernos, fronteras y guerras. Desde la revolución en Siria y la caída del régimen de Asad, Israel ha llevado a cabo más ataques contra Siria que en todas las décadas anteriores juntas. Ha destruido sistemáticamente la infraestructura militar, ha lanzado cientos de incursiones y ha profundizado su ocupación de terrenos estratégicos, incluidas cordilleras vitales en el sur de Siria. Sus ataques aéreos se han convertido en algo rutinario, incluso banal, con el objetivo de normalizar las violaciones, borrar la soberanía y desmantelar la posición regional de Siria. Pero esto va más allá de las acciones: es una mentalidad, una mentalidad que los líderes israelíes han expresado cada vez con mayor claridad. Gideon Saar, ministro de Asuntos Exteriores israelí, declaró solo un día después de la huida de Asad: «La idea de una Siria soberana única es poco realista». El profesor militar israelí Rami Simani fue aún más lejos: «Siria es un Estado artificial […]. Israel debe hacer desaparecer a Siria. En su lugar habrá cinco cantones». Y en una declaración de intenciones inequívoca, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, proclamó: «Los combates no terminarán hasta que cientos de miles de gazatíes se vayan… y Siria sea dividida». No se trata de retórica, es una política. Y se está aplicando. Socavar la unidad árabe Las raíces de esta estrategia se remontan a más de siete décadas, a la llamada Doctrina de la Periferia, elaborada por David Ben-Gurión y Eliahu Sassoon en los primeros años de la existencia de Israel. Su lógica era simple y despiadada: dado que Israel no podía integrarse en el mundo árabe, lo rodearía, forjando alianzas con potencias no árabes (Turquía, Irán, Etiopía) y explotando las divisiones internas de los Estados árabes mediante el empoderamiento de las minorías étnicas y religiosas. Su objetivo era triple: forjar alianzas con Estados no árabes alineados con Occidente; socavar la unidad árabe alimentando la fragmentación desde dentro; y contrarrestar la oposición colectiva árabe a Israel. Esta estrategia ayudó a Israel a sobrevivir y prosperar en sus primeros años. Pero nunca fue defensiva. Siempre fue expansionista. El propio Ben-Gurión lo dijo: «Nuestro objetivo es aplastar el Líbano, Transjordania y Siria… Luego bombardeamos y avanzamos y tomamos Port Said, Alejandría y el Sinaí». Y añadió: «Tenemos que crear un Estado dinámico, orientado hacia la expansión». Y volvió a insistir: «No existe tal cosa como un acuerdo definitivo… ni en lo que respecta al régimen, ni en lo que respecta a las fronteras, ni en lo que respecta a los acuerdos internacionales». En otra ocasión, fue aún más directo: «Los límites de las aspiraciones sionistas son asunto del pueblo judío y ningún factor externo podrá limitarlos». No se trataba de meras reflexiones ociosas. Eran principios fundamentales. Y siguen animando la política israelí en la actualidad. A medida que cambiaba la dinámica regional, también lo hacían los objetivos de Israel. Egipto firmó la paz. El sha de Irán cayó. Turquía se acercó a los palestinos. La doctrina tuvo que evolucionar. Pero el objetivo principal, la fragmentación, se mantuvo constante. Israel ha aplicado la fórmula en el Líbano, en Iraq, en Sudán. Sin embargo, Siria sigue siendo la joya de la corona de esta estrategia. ¿Por qué? Porque Siria es el Estado árabe más poblado que limita con Palestina y los sirios no ven Palestina como una causa extranjera, sino como parte de su propio territorio histórico, geográfico y espiritual. Además, Bilad al-Sham es más que geografía: es una memoria compartida y, sencillamente, porque Israel ocupa territorio sirio. Esta es la razón por la que Israel se ha pasado la última década cultivando relaciones con las comunidades kurda y drusa, preparándose para utilizarlas como palancas en una futura fragmentación. Y ahora, con la desaparición de Asad, ese futuro está aquí. Un error de cálculo fatal Pero Siria ya no es el punto final. Es solo el punto medio. Las ambiciones de Israel se extienden ahora más profundamente hacia la «periferia» de la región, con Irán y Pakistán firmemente en su punto de mira. Durante la reciente guerra contra Irán, voces israelíes -en particular las vinculadas al Jerusalem Post y a los think tanks neoconservadores- pidieron abiertamente la partición del país. Un editorial instaba a Trump a: «Aceptar el cambio de régimen […]. Forjar una coalición en Oriente Medio para la partición de Irán[…]. Ofrecer garantías de seguridad a las regiones suníes, kurdas y baluchis dispuestas a separarse». La Fundación para la Defensa de las Democracias argumentó que la composición multiétnica de Irán debería tratarse como una vulnerabilidad estratégica que hay que explotar. Incluso Pakistán forma parte ahora de esta visión. Las voces afiliadas a Israel hablan de remodelar la región «desde Pakistán hasta Marruecos». Los Acuerdos de Abraham, lejos de ser acuerdos de paz, son instrumentos para normalizar esta ambición, posicionando a Israel como el centro económico, de seguridad y tecnológico de la región. Los altos cargos israelíes se han vuelto cada vez más abiertos al respecto. Smotrich esbozó una visión de Israel en el centro de un nuevo orden regional -en la práctica, un imperio protectorado- y dejó claro que los Estados árabes «tienen que pagar» a Israel por su papel de protegerlos de amenazas como Irán y Hamás. El mensaje implícito es inequívoco: Israel proporciona la violencia y los vecinos pagan el tributo. No se trata de una asociación, sino de dominación disfrazada de diplomacia. Steven Witkoff, enviado del presidente estadounidense Donald Trump para Oriente Medio, lo expresó de forma más suave: «Si todos estos países trabajaran juntos, podrían ser más grandes que Europa[…]. Están en la inteligencia artificial, la robótica, el blockchain[…]. Allí todos son empresarios». Esto no es integración, es anexión: de economías, de política, de soberanía. Es un plan para crear un bloque liderado por Israel que pase por alto a Europa y desafíe a los centros de poder mundiales. Pero aquí radica el fatal error de cálculo de Israel: cuanto más se expande, más enemigos se crea. Empieza buscando alianzas en la periferia y termina convirtiendo a la periferia en un enemigo existencial. Irán, Turquía, Pakistán, que antes eran rivales lejanos, ahora ven a Israel no como una molestia, sino como una amenaza directa. En todo el mundo árabe el genocidio de Israel en Gaza, su profanación de Damasco, sus ataques a Beirut, Saná y Teherán han unificado los corazones como ninguna cumbre podría haberlo hecho. Cuanto más actúa Israel como un imperio regional, más empieza la región a verlo como un imperio colonial. Y los imperios coloniales, como nos recuerda la historia, no duran para siempre. Lo que ahora se percibe como fragmentación podría convertirse en unificación: de resentimiento, de una comprensión compartida de que la verdadera amenaza no es Irán ni Siria, ni siquiera el islam político. Es la doctrina de la dominación en sí misma. Y esa doctrina, a diferencia de los misiles que Israel lanza hoy, no quedará sin respuesta. El futuro con el que sueña Israel, un futuro de dominio y sumisión, no es el futuro que la región permitirá. Porque los pueblos de esta región ya han pasado por esto antes. Han sobrevivido a imperios. Han enterrado a cruzados, colonialistas y tiranos. Y han aprendido que la única doctrina que vale la pena seguir es aquella que los une, no la que los divide. Israel puede redibujar mapas, explotar a las minorías, atacar capitales y matar de hambre a los niños, pero no puede bombardear su camino hacia la permanencia. No puede silenciar una región para siempre. No puede construir su futuro sobre las ruinas de otros, porque esas ruinas recuerdan. Y la memoria, en esta tierra, no es una herida. Es un arma. Soumaya Ghannoushi es una escritora británica de origen tunecino y experta en política de Oriente Medio. Sus trabajos periodísticos han aparecido en The Guardian, The Independent, Corriere della Sera, aljazeera.net y Al Quds. Pueden encontrar una selección de sus escritos: soumayaghannoushi.com y X: @SMGhannoushi Texto en inglés: Middle East Eye, Traducido por Sinfo Fernández. Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/07/21/de-damasco-a-gaza-la-doctrina-de-dominacion-de-israel-tiene-un-defecto-fatal/