lunes, 23 de septiembre de 2013

La visión embrionaria (Parte II) por Juan Sieber

Discipulado Evangelización Iglesia Liderazgo [Entrevistas] La visión embrionaria (Parte II) por Juan Sieber 1 comentarios Una nueva propuesta sobre plantación de iglesias La visión embrionaria (Parte II) La experiencia eclesiástica latinoamericana revela que los modelos más usados para el establecimiento de iglesias son dos: 1. Iglesia «templo-céntrica» tradicional: Se establece y crece hasta que su membresía suma entre sesenta y cien personas. La mayor —y casi exclusiva— expresión de vida comunitaria es la actividad en el templo. 2. Iglesia celular: Se establece, crece y se divide en células que a su vez crecen y se dividen. Esta iglesia por lo general consigue congregar mucha gente llegando, en ocasiones, a miles de miembros. Estos participan de reuniones multitudinarias en un templo central, además de las dinámicas que se producen en sus células individuales. Este modelo posee una gran dinámica evangelizadora. Quisiera, en este artículo, proponer una tercera alternativa, la de la iglesia embrionaria. Esta se establece, crece y se multiplica por medio de iglesias de su mismo género. Las «iglesias madres» nutren y supervisan a sus «hijas» en el período de crecimiento y en su camino hacia la madurez y multiplicación. También acompañan el desarrollo del liderazgo local. Tal como la «madre», la nueva entidad del Reino comenzará en una casa (o algún otro lugar adecuado) y llegará a tener, con el pasar del tiempo, sus propios pastores, ministerios, lugar comunitario de reunión, etc. Multiplicación embrionaria La costumbre misionera del siglo xx estaba organizada y enfocada, básicamente, en llegar a un pueblo o ciudad y llevar a cabo allí la evangelización. El objetivo era comenzar una obra, construir un templo y centralizar en ese edificio todas las actividades. En ocasiones esa estructura continuó funcionando ¡por más de un siglo! Con el correr del tiempo se ha alcanzado a ver que esta manera de llevar la vida de la iglesia ha perjudicado sustancialmente la dinámica de comunidad en sí misma, como así también la multiplicación del liderazgo. Es posible que esta también sea una de las causas del tope en el crecimiento de algunas iglesias, como también de muchas de las divisiones traumáticas que algunas sufren. Una nueva forma de trabajar debe priorizar la dinámica de comunidad entre sus miembros. Esta multiplicación de iglesias apunta a que, a su vez, lleguen a «dar a luz» otras iglesias y rompan con la condición de ser siempre «anexos» de una iglesia central. Esta es, en esencia, la propuesta de una iglesia embrionaria. La dinámica geográfica de comunidad La «dinámica de comunidad» es la relación directa que guarda la distancia geográfica (física) entre los miembros de una iglesia y el desarrollo de los aspectos prácticos de los proyectos comunes y de ayuda mutua de esa iglesia. La intensidad en la dinámica de la práctica comunitaria está irremediablemente condicionada por las limitaciones geográficas en las que viven sus miembros. De esta manera, a mayor distancia habrá menor dinámica comunitaria. Un ejemplo sencillo ilustra este principio: Si una hermana está cocinando y descubre, en el último momento, que le falta aceite, ¡resultaría sumamente difícil contar con la ayuda al instante de una hermana que vive a veinte cuadras o en otra ciudad! No experimentaría esta dificultad si la otra hermana vive en su misma cuadra. Para que sea posible esta expresión del reino de Dios, manifestada en la ayuda mutua, es vital la presencia de dos factores: la disposición del corazón de la hermana, y ¡la conveniente ubicación geográfica! Este debe ser un punto central de enseñanza y práctica: Que los hermanos aprendan a vivir como familia de Dios. Para ello se requerirá establecerlos en comunidades geográficamente ancladas donde sea intensamente factible la dinámica comunitaria. En este contexto surgirán de manera espontánea, día a día, las posibilidades de auxiliarse, ayudarse, acompañarse unos a otros de diversas formas. Las acciones realizadas proveerán la evidencia más concreta y visible del amor que los une y será, indefectiblemente, un testimonio poderoso para los demás vecinos. Es muy sencillo visualizar de qué manera las posibilidades de interacción se reducen o aumentan en relación a la distancia geográfica de los miembros. Tengo hermanos en China, por ejemplo, pero es poco lo que podemos compartir más allá de nuestra fe. Es también común, en nuestros días, que los miembros de las iglesias no se vean más que en la ocasión de las reuniones o actividades programadas. Pero lo que el mundo necesita con desesperación del cristianismo es ver la cultura del Reino vivida en la comunidad de creyentes en el día a día. El cristianismo vivido solo dentro de los templos, sin que genere una cultura e identidad comunitaria propia es como la luz puesta debajo del almud. Solo restaurando la intensidad de la vida comunitaria de pasión por Cristo y la comunión con los hermanos, como en Jerusalén (Hch 2.44–47 y 4.31–32) podremos comenzar a anunciar las virtudes del que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable, con resultados diferentes a los que hemos obtenido hasta ahora. Iglesias embrionarias, geográficamente ancladas, intensamente comunitarias El ancla es un elemento de seguridad que sirve para que un barco mantenga su lugar y no ande de acá para allá, a la deriva. Debemos desarrollar en los discípulos del Señor la disciplina de florecer donde están plantados. De esta manera surgirán comunidades de individuos que comparten un mismo hábitat. Cuando la iglesia está anclada geográficamente se dan las mejores condiciones para practicar nuestra común obediencia a las enseñanzas del Maestro. En la relación de los hermanos entre sí y con sus prójimos se visibiliza el reino de Dios en la tierra. De esta manera avanza el gran proyecto de Dios, que es revelar su Reino en la tierra a través de su comunidad. Los evangélicos hemos enfatizado por siglos la salvación como el propósito central de Dios. Sin embargo, esta verdad no está completa si no reconocemos que la regeneración del hombre persigue como propósito final restablecer el legítimo gobierno de Cristo en la vida de cada creyente nacido de nuevo. El hombre puede manifestar su fe en Cristo de manera nominal. Es en la relación con el prójimo que se revela, sin embargo, su verdadera ciudadanía y se evidencia a qué sociedad y cultura pertenece. Debemos procurar reducir las distancias geográficas entre miembros, anclando y estableciendo muchas iglesias en todos los barrios de nuestros pueblos y ciudades. Cada discípulo debería florecer allí mismo donde vive, sirviendo al Señor en su propio entorno, creciendo en la cultura del Reino al vivir en comunidad con sus hermanos y compartiendo no sólo el pan en las casas sino la vida misma, con alegría y sencillez de corazón. Si así fuera, ¡la gente vería en nuestra comunión un anticipo de la vida en la nueva tierra! La visión de la iglesia embrionaria debe ligarse a la dinámica geográfica de comunidad. Nuestras iglesias deben llegar a ser verdaderas familias de fe, en las que se desarrolla, por la obediencia a Cristo, la cultura del reino de Dios. Para esto necesitamos una intensa vida comunitaria entre los miembros. Cada vez que el Señor trae a nuestra iglesia un nuevo discípulo debemos interesarnos en el factor geográfico: «¿Dónde vive?». Este factor será clave para que le enseñemos y guiemos a ser parte de la iglesia en su propio barrio. Esto es lo que significa «anclar a la iglesia geográficamente». El ejemplo de la gramilla Jesús usó la semilla de mostaza y la levadura para ejemplificar la plantación y el crecimiento del reino de Dios. Creo que si él estuviera aún físicamente sobre la tierra, viviendo en nuestro pueblo (Choele Choel, ubicado en la Patagonia Argentina), utilizaría el ejemplo de la gramilla, para ayudarnos a entender el principio de multiplicación. La gramilla es una planta aguerrida, que crece en ambientes no aptos para plantas más débiles o que requieren mayores cuidados. Es rastrera, considerada por muchos una maleza. Sin embargo, llevando este ejemplo al plano de la vida de la iglesia embrionaria, la gramilla nos provee un ejemplo de humildad. Tiene un bajo perfil. No busca el reconocimiento y nunca llega a ser grande en altura, porque es generosa y se multiplica continuamente al ras de suelo. La gramilla no es sobresaliente a primera vista, porque toda su energía está puesta en ir y producir nueva vida. Esta planta echa profundas raíces, y, apenas salen sus hojitas, comienza a extenderse nuevamente, enviando guías en todas direcciones. Después de unos centímetros de avance crea una nueva identidad, con una raíz propia, lo cual es ni más ni menos que una nueva familia. Esta, aunque sigue ligada a la gramilla «madre», comienza una nueva entidad desde la cual muy pronto continuará avanzando la guía. Con el tiempo, también nuevas guías saldrán de esa nueva vida, hacia otras direcciones. Para plantar la gramilla en otro lado solo se necesita tomar una guía con vida y trasplantarla. Pronto echará raíces y comenzará a extenderse creando vida nueva en su avance. Las iglesias que por años han centralizado su accionar en un solo lugar, seguramente muchos de sus miembros ya están ubicados en diferentes barrios. Lo único que se necesita es establecerlos como entidad del Reino. Es decir, se debe fertilizar el embrión para que comience el proceso de nueva vida. Siguiendo con el ejemplo de la gramilla, diríamos que la guía ya está extendida, pero falta el proceso de que eche raíces. Alcanzar el crecimiento de nuestra ciudad podría ser el primer objetivo, después sería seguir creciendo juntamente con la ciudad. Donde sea que se extienda la ciudad, debemos seguir «tirando guías» y creando vida. Resumen: La más impresionante manifestación del poder del Espíritu Santo después de Pentecostés fue la victoria sobre el materialismo y el individualismo en la iglesia de Jerusalén. La iglesia de esa época compartía el pan todos los días con alegría y sencillez de corazón. Había una gran intensidad en la dinámica de comunidad. Tenían todas las cosas en común; nadie alardeaba de que lo suyo era suyo y aun vendían sus propiedades para ayudar al que padecía necesidad. Uno se pregunta: «¿Cómo podemos ir por todo el mundo predicando el evangelio y a la vez, conservar la dinámica de comunidad del reino de Dios, sin tener que aislarnos del mundo que nos rodea?» Debemos crear conciencia de que somos, como hijos de Dios, una sociedad en medio de la sociedad, que vive una cultura diferente aunque esté inmersa en la cultura circundante, sin que esto signifique estar contaminados por los estilos de vida de la sociedad. Para esto resultará necesario caminar llenos del Espíritu Santo, viviendo en comunidades ancladas geográficamente en su hábitat natural —iglesias de barrio—, ofreciendo una muestra visible, en nuestras relaciones, de la victoria sobre el individualismo y materialismo. De esta manera lograremos el más contundente anuncio de las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. Preguntas para estudiar el texto en grupo 1. ¿Cuáles son los dos modelos más usados en Latinoamérica para establecer iglesias? 2. Según el autor, ¿en qué ha perjudicado a las iglesia del siglo xxi que se siga aplicando todavía, en el establecimiento de iglesias, la misma metodología misionera del siglo xx? 3. ¿En qué consiste la propuesta de una iglesia embrionaria? 4. ¿Por qué resulta tan importante la «dinámica geográfica de comunidad»? 5. ¿Qué significa anclar al discípulo en su propio barrio? 6. ¿Cómo se puede posibilitar el establecimiento de una iglesia embrionaria? ¿Cómo lo conseguirían en la igleisa en la que usted se congrega? 7. ¿Qué figura de la naturaleza utiliza el autor para ilustrar el concepto de la igleisa emprionaria? ¿Qué figura de la vida diaria proveería usted para ilustar este tipo de vida comunitaria? El autor (juansieber@mymcom.com.ar) es pastor de la Iglesia Menonita en la ciudad de Choele Choel, Argentina. Esta casado con Amaris Toro y tienen tres hijos varones. Artículo Publicado en Apuntes Pastorales: "Apuntes Pastorales - Marzo 2012" - Marzo 2012 © Copyright 2003-2011, Desarrollo Cristiano Internacional. Todos los derechos reservados. Prohibido el uso parcial o total de este material sin expresa autorización. Enviar a un amigoEnviar a un amigo printImprimir 1 Comentarios Oscar Danilo Roman Sanchez Que el Señor le continue guiando en esta vision de restaurar la iglesia de nuestro Señor, segun Hechos 2:44-47 y 4:31-32. Su articulo me ha servido de mucho, porque hace me invitaron ha perticipar en un ministerio donde se esta trabajado para lograr la unidad de la iglesia de Jesucristo. ¡Bendiciones! Escrito el 17 Septiembre, 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario