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miércoles, 30 de marzo de 2016
Del cura libertador al obispo rojo Cristianismo y socialismo
Del cura libertador al obispo rojo
Cristianismo y socialismo
OLEP
Rebelión
A propósito de la visita del Papa a México, deseamos abordar un tema que para muchos es un asunto sin relación alguna, sin embargo, creemos que el tema de la relación entre la religión católica, o cualquier otra, y el socialismo sigue vigente, porque tan vigente es la fe de millones de personas en algún dios, o en los santos o en la Virgen María, como lo es la necesidad de superar el capitalismo para construir un mundo justo, equitativo y digno.
En primer lugar, debemos decir que los socialistas no estamos peleados con la religión en general o con las personas que tengan fe en algún dios. Somos críticos de la institución eclesial, la Iglesia, que se ha convertido, como su nombre lo dice, en un Estado, en el Estado Vaticano, y que como tal tiene y defiende intereses económicos y políticos encubriéndolos con un manto de supuesta fe y desinterés por los bienes materiales. Somos críticos de que el Estado Vaticano y sus funcionarios fomenten la fe ciega, acrítica, y con ello fortalezcan a los gobiernos que, como el nuestro, aplica el terror y la sobreexplotación contra su propio pueblo.
Estamos en contra de las personas que abusan sexualmente de los niños y de las mujeres; de quienes roban, engañan y se ocultan tras una sotana obteniendo impunidad gracias a ella. Pero no estamos en contra de que las personas crean en el dios de su preferencia, siempre y cuando esta creencia no se vuelva un instrumento para desorganizar al pueblo, para convencerlo de que la vida terrenal nada vale y por ello debemos aguantar la injusticia, la miseria y los abusos, pues, al fin y al cabo, para disfrutar la vida eterna está el cielo.
Un ejemplo de cristiano y católico socialista es Don Sergio Méndez Arceo, séptimo obispo de la diócesis de Cuernavaca, quien planteó que el socialismo y la fe no estaban peleados y argumentó incluso que el socialismo era la única opción ante el sistema inhumano del capitalismo. Méndez Arceo, llamado el Patriarca de la solidaridad, estuvo al lado de las luchas obreras y campesinas del estado de Morelos y de otros estados y países; se mantuvo con el pueblo en la práctica y en la oración, en los hechos y en la reflexión.
Como organización, lejos de condenar por condenar la fe, recogemos el ejemplo de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Mariano Matamoros y Fray Servando Teresa de Mier, curas que lucharon en la revolución de independencia, así como de Rubén Jaramillo, continuador de la lucha agraria y obrera de Zapata, quién a su vez era pastor protestante.
La fe por sí misma no es un problema, el problema surge cuando la fe se convierte en un instrumento más de la burguesía para dominar al pueblo y desorganizarlo, e impide la toma de conciencia proletaria del mismo.
El uso de la fe que hacen muchas sectas se ha vuelto un medio de control social y de contrainsurgencia, como lo demuestran las experiencias en Centroamérica en los años ochenta, sobre todo, y en nuestro propio país, donde algunas sectas creadas en los Estados Unidos llegan a los pueblos para dividirlos y confrontarlos entre sí.
Vino el Papa y se fue, pero este hecho nada cambió en la realidad material que vivimos; para algunos reforzó su visión progresista de la fe católica, para otros su visión conservadora. A final de cuentas, la visita del Papa se vuelve intrascendente si como socialistas no expresamos que el cristianismo y la fe en cualquier dios no son un obstáculo para comenzar la construcción de la conciencia proletaria y que, es más, en algunos casos puede ser, como ya lo ha sido, la entrada para la construcción de procesos organizativos que deseen la superación del capitalismo, por ser éste lo contrario lo que se supone que el dios cristiano querría para la humanidad.
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección ANÁLISIS del No. 15 de FRAGUA, órgano de prensa de laOrganización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 12 de marzo de 2016.
Organización de Lucha por la Emancipación Popular
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Berta, Francisco y el nombre del silencio
Berta, Francisco y el nombre del silencio
Maciek Wisniewski*
A
penas un par de semanas después de su llena de silencios y omisiones visita en México (temo que en su caso no es un accidente, ni siquiera un hábito, ya es una adicción) –pero también después del "histórico" (según algunos) encuentro con los pueblos indios en San Cristóbal y su "histórico" (según algunos) discurso dirigido a ellos en que hacía eco a su "histórico" (según algunos) "grito de la tierra" contenido en su igualmente "histórica" (según algunos) encíclica Laudato Si (2015)–, el papa Francisco no perdió otra ocasión para quedarse callado.
Y no obstante...
... "tanto que alabó a los indígenas por su sabiduría de cuidar la madre tierra"...
... "tanto que apoyó sus luchas por la preservación de la naturaleza"...
... y tanto que fue elogiado (por algunos) por estos gestos, Francisco, "el gran vocero de los desposeídos" –todavía– no encontró un momento para pronunciarse sobre el asesinato de Berta Cáceres (1971-2016).
La líder indígena lenca, feminista, fundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), activista ambiental y política, galardonada con el Premio Goldman (2015) por su lucha contra la represa Agua Zarca, fue acribillada el 3 de marzo en su casa en La Esperanza.
Francisco tuvo la oportunidad de conocerla personalmente en el Vaticano durante el convocado por él encuentro con los movimientos populares (Vatican.va, 28/10/14); aun así (aún) no ha dicho nada.
Tal vez andaba muy ocupado o ya tenía otros compromisos.
Pero curiosamente sí ha tenido tiempo (y de hecho, en más de una ocasión) para solidarizarse con Leopoldo López –el encarcelado opositor venezolano y "mártir" favorito de la derecha, corresponsable por la muerte de más de 40 personas–, con sus familiares y con "otros presos políticos en Venezuela" (El Universal, 28/5/15 y 20/10/15).
Sólo el cardenal Peter Turkson, en una carta a los familiares y miembros de Copinh, expresó sus condolencias, reclamó "una investigación imparcial del asesinato de la ambientalista" y rogó a Dios "que proteja a defensores de madre tierra como enseña el magisterio del Papa" (La Tribuna, 15/3/16).
Dios, sin embargo, permaneció indiferente a esta súplica –y al "ejemplar magisterio" de su principal servidor en la Tierra– o ya tenía otros compromisos, porque al día siguiente fue asesinado Nelson García, otro miembro de Copinh (The Guardian, 16/3/16).
El silencio de Francisco, que –hasta ahora– hombro con hombro con los "voceros de la libertad de siempre" grita por López, pero calla sobre Berta, no es para nada sorprendente.
Este silencio tiene su razón. Y tiene su nombre. El nombre de este silencio es "Óscar Rodríguez Maradiaga".
El arzobispo de Tegucigalpa que apoyó al golpe de Estado contra Manuel Zelaya (2009), un reaccionario identificado por Copinh y otras organizaciones –junto con varios curas insumisos que lo acompañan– como aliado de la oligarquía hondureña, es hombre de confianza de Francisco puesto al frente del C-9, el grupo cardenalicio para la reforma de la curia.
Últimamente –mientras el Papa "flirteaba" con la izquierda y las organizaciones populares– mantenía un perfil bajo.
Según su "análisis", detrás de Zelaya estaba "la mano de Chávez"; los que lo apoyaron y luego trataban de defender (Berta incluida) eran "unos tontos útiles que se dejaron llevar por las narices por él".
Independientemente de que si el Papa comparte este "análisis" –aunque dado su "enfoque" hacia Venezuela...–, pronunciarse sobre su asesinato expondría al "cardenal impresentable", alias el "vínculo papal con el golpe", del cual ella es la víctima tardía.
En este contexto vale la pena apuntar a dos hechos problemáticos:
Primero, a los intentos de inscribir post mortem a Berta en la "agenda ecológica" y en los "valores" de Francisco (que ni siquiera tuvo el valor de decir algo sobre su muerte).
Si bien es cierto que ella estuvo presente cuando éste dio su discurso de las “tres ‘T’: tierra/techo/trabajo”, que prefiguraba la "encíclica verde", tacharla de “mártir de Laudato Si” (Vatican Insider, 4/3/16) o de “líder indígena que dio la vida por Laudato Si” (Vida Nueva, 11/3/16) es una exageración.
En su última entrevista Berta –que me permito tutear, ya que la conocí, visité y entrevisté varias veces–, agradeciendo la "histórica (¡sic!) invitación papal" y el espacio brindado, recordó el papel del "cardenal golpista", la "nefasta función de la Iglesia en la Colonia" y "su falta de consecuencia en apoyar luchas sociales por la justicia, diversidad, derechos de la mujer y contra el patriarcado", subrayando: "no queremos ir a remolque de la Iglesia" (Il Manifiesto, 4/3/16).
Pero "como no hay mal que por bien venga", así se ve claramente el verdadero objetivo del lanzar Laudato Si: "jalar a remolque de la Iglesia" las luchas que sólo su pequeña parte –de la que ni Bergoglio ni Rodríguez eran parte– tuvo el valor de cobijar.
Y segundo, a los intentos de insertar su muerte “en la ‘cultura de descarte’ de la que son víctimas los indígenas” (Vatican Insider, ídem), una vaga figura usada por Francisco en su discurso en San Cristóbal y un tipo de "análisis" estéril que permite evitar mencionar siquiera el golpe (¡sic!) y el modo en que éste no sólo abrió la puerta a la ola de asesinatos de activistas políticos y ambientales, sino también al gran saqueo de la naturaleza (algo que Zelaya trataba de regularizar, y por eso también tuvo que irse; véase The Nation, 22/4/15).
Evita también preguntas sobre la corresponsabilidad de gente como Rodríguez (¡hoy la mano derecha del Papa!) por el infierno que el golpe significó para la gente –sobre todo de organizaciones populares e indígenas– y para el medio ambiente en Honduras.
Francisco aún puede romper su silencio.
Pero ya es un hecho histórico (¡ahora sí!) que en este rubro DiCaprio, el actor, con su rápida y contundente reivindicación de Berta y su lucha (en: Instagram, @leonardodicaprio, 3/3/16), resultó más radical que Bergoglio, el "Papa rebelde", que andaba muy ocupado con en el tercer aniversario de su investidura, que festejó abriendo una cuenta en la misma red social.
Su primer mensaje –en nueve idiomas, también en polaco– decía: "¡Rezad por mí/Módlcie siȩ za mnie...!" (@franciscus, 19/3/16). No gracias/Nie dziekujȩ. Ya tengo otros compromisos.
* Periodista polaco
Twitter: @periodistapl
Iglesia-poder religioso, una perversión
Iglesia-poder religioso, una perversión
Mikel Arizaleta
Rebelión
A modo de entradilla
Cuando el acento tónico cambia de sílaba ésta muda de aspecto: pierdo se convierte en perdemos, aprieto en apretamos y enmierdo en enmerdamos. Algo así ocurre con el acento eclesiástico: un robo en una iglesia se convierte en sacrilegio, una baja en apostasía y un distanciamiento doctrinal en herejía. El papa o el jefe de la Iglesia resulta ser el vicario de Cristo, goza de infalibilidad y su dios es el único verdadero.
En la jerga eclesial lo normal se convierte en sublime, la actividad humana se sacraliza, se diviniza y desnaturaliza. Todo un ropaje para provecho propio y para rebajar al rebelde, para denigrarlo y convertirle en un vulgar perinde ac cadáver.
A.- Un nacimiento esperanzador
Una razón que explica la rápida propagación del cristianismo fue su fuerte carácter social, el feliz mensaje para oprimidos y pequeño burgueses. Todas las voces del cristianismo primigenio admiten y alardean a menudo de que el cristianismo se componía de las clases más bajas, de esclavos, libertos, trabajadores, pequeños artesanos y campesinos desplazados. “Porque no son muchos los sabios”, caracteriza abiertamente Pablo con cierta ostentación la estructura social de la comunidad de Corinto, “no son muchas las personas influyentes, no son muchos los nacidos de estirpes ilustres”. En otro lugar atestigua la “profunda pobreza” de las comunidades de Macedonia, entonces quizá la provincia más pobre del imperio romano. Y aun cuando pronto se hicieron cristianos gente bien situada -a finales del siglo I quizá hasta miembros de la casa imperial-, por regla general las comunidades las conformaban, hasta muy entrado el siglo II, gente de las capas bajas y medias de la población. Esto se deduce de los primeros escritos cristianos, de su animosidad pública contra los ricos y poderosos, de las llamaradas de odio contra ellos en la carta de Santiago o en el Apocalipsis, y no en último término por el estilo de esta literatura. Ya el hecho de que no hubiera que recalcar que el cristianismo en tiempos anteriores, en contraposición a los cultos paganos en los que pagaban hasta los niños, no costaba dinero, pudo resultar ventajoso para la misión cristiana.
Lo que impulsó hacia delante a la misión cristiana fue el entusiasmo de sus portadores. No había ni propaganda programada ni organización central, y muy pocos misioneros funcionarios. Todo ocurría de modo espontáneo, cada uno actuaba a su arbitrio; se podría decir: que la “alegre nueva” se propagaba por sí misma, iba de casa en casa, de familia en familia. Se discutía sobre ella en calles y mercados, en tiendas y alojamientos. Pronto la anunciaron y extendieron las mujeres, que luego serían minusvaloradas en la Iglesia. La buena nueva la predicaban hasta los soldados y comerciantes, que la propagaban por la sociedad cristiana. El cristianismo rezumaba en todas las capas sociales.
B.- Después de Jesús llegó la Iglesia y se convirtió en poder: en reino y estado Vaticano.
Y se desnaturalizó la esperanza cuando se evaporó el entusiasmo primigenio: se constituyó la Iglesia
Y en nombre de dios ejerció la tiranía, la esclavitud. En el siglo II y comienzos del III “apenas nadie” se preocupa del “Espíritu Santo” (Harnack), y en el siglo IV, según se queja Hilario, doctor de la Iglesia, nadie sabe cuál será el credo del año siguiente. Y los teólogos llegaron a descubrir que dios era algo así como un único ser (ousia, substancia) en tres personas (hypóstaseis, personae). Que esta triple personalidad era consecuencia de dos “procesos” (processione); de la generación (generatio) del hijo a partir del padre y de la “exhalación” (spiratio) del espíritu entre el padre y el hijo. Dios dejó de ser vida embadurnada de humanidad para convertirse en sainete y juego de sables.
KarlHeinz Deschner escribió en diez tomos “La historia criminal del cristianismo”, que refleja la parte oscura de la Iglesia. Sin duda, a lo largo de la historia y también en nuestros días, en la Iglesia han florecido verdaderas revueltas de dignidad humana y gente cristiana ha revolucionado la sociedad; hoy pululan corrientes, grupos y movimientos de vida muy honestos, solidarios, luminosos, enternecedores…, pero su jerarquía y jefatura ha dejado una profunda huella de desprecio humano a lo largo de la historia. Su poder divino ha sido inquisición y látigo para el hombre.
El teólogo Xabier Pikaza sostiene que: “el Vaticano I decía confiar en la razón, pero que hay pocas instituciones importantes que se hayan opuesto a la razón más que el papado, en su magisterio normal, en línea de política y cultura, en los últimos siglos (del 1600 al 2000). Casi hasta mediados del siglo XX, los Papas han rechazado la libertad religiosa, se han opuesto a la democracia, han condenado el liberalismo y el progreso, han negado los derechos humanos, han criticado la autonomía de la prensa etc. etc. Además, el Papado promovió en otro tiempo las guerras de religión, instituyó inquisiciones, quiso convertir a los «infieles» con la ayuda de la espada de los «reinos católicos» (España y Portugal), persiguió a los herejes... En esa línea, siempre que ha tomado la verdad como objeto de posesión y de poder sagrado, ha sido muy falible en temas concretos de fe y costumbres”.
C.- Y se convirtió en un poder como los demás
Como en la Francia “socialista” de la actual Europa. Rafael Poch escribía: “Marzo del 2016 podría ser crucial en Francia, país que inventó en el XIX el concepto de huelga general. Hoy, jornada de protestas en 169 ciudades, convocadas por sindicatos y estudiantes … Y a fin de mes, huelga general, apoyada por casi todos los sindicatos. Objeto de la protesta es la reforma laboral contenida en un proyecto de ley que “la derecha ni siquiera pudo imaginar cuando estaba en el poder”, confiesa Le Figaro en su editorial... El proyecto socialista abre la puerta a trabajar más cobrando menos, con mayor facilidad de despido, menos derechos, menos poder sindical y más poder empresarial, es decir una involución social en toda regla, lo que ahora se llama una reforma. Otra perversión.
Y comenzó la cuesta abajo
El famoso historiador Otto Seeck ha caracterizado de modo acertado el desarrollo de la Iglesia: “Mientras permaneció circunscrita al pueblo bajo fue democrática y socialista; cuando se fue apoyando en las clases superiores fue adquiriendo y adoptando la forma de organización que dominaba la vida civil de la época, aquel despotismo ilimitado con su jerarquía de funcionarios. Este cambio se operó lentamente, sin saltos repentinos, de modo que los contemporáneos no se dieron cuenta. Lo que se impuso por razones prácticas se convirtió primero en costumbre eclesial, luego en ley sagrada y pronto ya nadie recordaba que en tiempos fue distinto”.
La Iglesia romana se convirtió, como dice Nietzsche, en “¡la última estructura romana!”. Nunca jamás gozó el papado y su Iglesia de tanto poder como con Inocencio III (1198-1216). No se han olvidado las exigencias y atribuciones papales de la Edad Media, época negra en la que la Iglesia gobernó a sus anchas y a su manera: con dios en la boca y el látigo y la condena a muerte del hombre en la mano.
El Estado de la Ciudad del Vaticano nació el 11 de febrero de 1929 con los Pactos Lateranenses.
La movida de Jesús se volvió primero Iglesia y luego estado.
D.- La postura de la Iglesia en nuestro siglo
.- en la guerra civil española y su denominado nacional catolicismo,
.- en la mísera y contemporizadora respuesta del Vaticano ante la Segunda Guerra Mundial y el nazismo
.- en su colaboración y apoyo a los regímenes fascistas y de opresión latinoamericanos, por reducirnos al presente, al igual que en su manera de ejercer su poder frente al rebelde en su propio seno, al disidente de sus propias filas… muestra grados de deshumanización profunda, de autoritarismo trasnochado, de un creacionismo acientífico y cavernícola que le ha llevado a condenar, castigar, expulsar y anatematizar.
.- se calcula en más de 600 los teólogos y teólogas, doctores, especialistas, punteros… expulsados, sancionados, excomulgados desde la toma de posesión de Juan Pablo II, el 16 de octubre de 1978: Bernhard Häring 1979, Charles Curran 1986, Benajamín Forcano, Secundino Movilla, Rifuno Velasco, Evaristo Vollar, José Luis Sierra 1981, Marciano Vidal 2001, Juan Masiá 2006, Margaret Farley 2012, Leonardo Boff 1984, Jon Sobrino 2007, Edward Schillebeeckx 1984, Hans Küng 1979, José María Castillo, Juan Antonio Estrada 2007, José Arregi, Díez Alegría, Juan José Tamayo, José Antonio Pagola 2008, Andrés Torres Queiruaga, Tissa Balasuriya de Ceilán, Jacques Dupuis 1998, el indio Anthony de Mello 1998 incluso ya muerto; Robert Haight 2005, Lavinia Byrne; en el 2008 se abre proceso al Consejo Nacional de la Conferencia de Líderes de Mujeres Religiosas (LCWR), que conforman 500 delegadas en representación de 50 mil monjas y se les condena en el 2012, en el 2008 se excomulga a Roy Bourgeois…
El cardenal polaco Karol Wojtyla es elegido Papa y adopta como nombre Juan Pablo II. Tres años después, el 25 de noviembre de 1981, designa al alemán Joseph Ratzinger como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. A partir de 1982, el papa Juan Pablo II y el teólogo Ratzinger, que luego sería papa, van a trabajar juntos en defensa de la ortodoxia doctrinal y serán a partir de entonces “el uno para el otro” o “almas gemelas”.
La estructura de mando, de ejercicio del poder, de participación en toma de decisiones, de identidad, de disciplina y memoria de la Iglesia son prácticas pre-modernas, casi medievales. Por ello, el espíritu de los derechos humanos modernos provenientes de la cultura secular choca con la práctica autoritaria y vertical establecida en otra lógica y conformación histórica.
El carmelita descalzo Camilo Maccise manifiesta la existencia de tres formas distintas de violencia al interior de la cúpula del Vaticano: el centralismo, el autoritarismo y el dogmatismo doctrinal. “El centralismo –expresa– es una forma refinada de violencia, porque concentra el poder de decisión en una burocracia eclesiástica que ignora los retos que afrontan los creyentes en los diversos ámbitos socioculturales y eclesiales”; la violencia del autoritarismo se reviste de un poder sagrado y se ejerce bajo la discrecionalidad y el secreto de los hombres que legislan sobre temas que no conocen. Finalmente, la violencia del dogmatismo, que no admite el hecho de que vivimos en un mundo pluralista e impone una sola perspectiva teológica, la tradicionalista, elaborada a partir de condicionamientos filosóficos y culturales de épocas pasadas.
Una verdadera sangría, que muestra el talante retrógrado del Estado Vaticano en nuestros días.
“Yo canto por los caminos, / y cuando estoy en prisión, /oigo las voces del pueblo /que canta mejor que yo. / Si hay una cosa en la tierra / más importante que Dios / es que naide escupa sangre / pa’ que otro viva mejor. / ¿Qué Dios vela por los pobres? / Tal vez sí, y tal vez no. / Lo seguro es que Él almuerza / en la mesa del patrón” (Atahualpa Yupanki).
¿Qué cabe esperarse de esta Iglesia-estado Vaticano? Muy poca cosa. La vida humana y la rebeldía de las gentes transitan otras veredas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
martes, 1 de marzo de 2016
Capillas en la Complutense: nuestro indebido respeto
Capillas en la Complutense: nuestro indebido respeto
Carlos Fernández Liria
Cuarto Poder
Estoy viendo imágenes del juicio contra Rita Maestre por el asunto del altercado en la capilla de Univerdidad Complutense y no salgo de mi asombro. Es exactamente como siempre me he imaginado los procesos de Moscú.
No me interesa ahora hablar de la mecánica jurítica de todo esto. Se trata de ver qué debemos hacer desde la UCM y de qué podría estar haciendo la Iglesia católica (más allá de decir que ya la ha cristianamente perdonado) frente a esta ignominia. Como profesor de la Universidad Complutense de Madrid quiero hacer algunas puntualizaciones. Los miembros de la comunidad académica y laboral de la UCM, durante los últimos treinta años, hemos sido no sólo tolerantes, sino de una magnánima elegancia respecto a la presencia de capillas en las Facultades. Hemos sido, en general, incluso muy educados, saludando con una sonrisa a los capellanes que a diario nos cruzamos en el pasillo (uno de los cuales se ha personado en el juicio como testigo, acusando a Rita de haber sido la lideresa de la acción en la capilla). Todo este ejercicio de tolerancia se nos paga ahora con un juicio político contra la portavoz del Ayuntamiento de Madrid por unos acontecimientos que ocurrieron hace ya bastantes años, una cosa tan grave como que varias estudiantes entraron en la capilla en sujetador y declararon ser lesbianas o bisexuales. Evidentemente, no se trataba de un intento de ofender a los católicos que ahí se encontraban, sino de un acto de revivindicación política que pretendía llamar la atención, en primer lugar, sobre la existencia misma de las capillas en una Universidad estatal y, en segundo lugar, sobre el papel que suele cumplir la Iglesia respecto a la opresión patriarcal de la mujer.
Hace un tiempo, ocurrió algo semejante. Unas estudiantes entraron en el Rectorado de la UCM, se desnudaron y leyeron en voz alta un manifiesto en el que exigían un protocolo contra el acoso sexual por parte de los profesores. A nadie sensato se le habría ni pasado por la cabeza denunciar a esas muchachas por ofender las instituciones académicas de la Complutense, aunque, por supuesto hubo a muchas personas, estudiantes, profesores, trabajadores y autoridades académicas, que la “performance” no les gustó ni un pelo. Naturalmente, se dirá, no es comparable: no es lo mismo entrar desnuda en un Rectorado que entrar (medio) desnuda en una capilla. Aunque uno podría preguntarse por qué. Eso comienza preguntándose Richard Dawkins, con toda la razón, al comienzo de su libro El espejismo de Dios. La verdad es que cosas como el juicio de Rita Maestre le llevan a uno a preguntarse por qué somos tan educados, tan tolerantes y tan magnánimos con esa gente que piensa que la virgen tuvo un hijo copulando con una paloma y luego siguió siendo virgen después de haber parido. Por qué toleramos que tengan un aula en una institución laica y estatal para practicar sus ritos y congregar a sus fieles, sin que se haya planteado ni por un momento la discusión sobre si ese local no podría tener fines más acordes con la vida académica de la universidad, albergando, por ejemplo, a grupos de teatro que a lo mejor representan sus obras en pelotas. En principio, no hemos planteado demasiado la cuestión en las Juntas de Facultad y los Claustros, porque, en efecto, hemos sido muy tolerantes, muy generosos y muy educados. Pero creo que ha llegado el momento de que pongamos el asunto abiertamente sobre la mesa, puesto que los tiempos demuestran que estamos tratando con gente tan sensible y tan susceptible que no puede tolerar ninguna afrenta -por pacífica que sea- a sus íntimas convicciones y en cuanto se les mete una teta de por medio, recurren a los tribunales y solicitan años de prisión, alegando además que se ha ofendido a la comunidad católica en su conjunto.
Richard Dawkins llama la atención sobre este extraño fenómeno del “indebido respeto”. No se entiende muy bien por qué la gente religiosa puede mover los hilos de la justicia con más derecho que cualquier otro hijo de vecino. Si no quieren ver a chicas desnudas, que se metan en una catacumba y dejen de plantar sus templos en los campus de una universidad estatal. Si se pone a prueba nuestra paciencia con aberraciones judiciales como las que estamos asistiendo en el día de hoy (18 de febreo de 2016, día del juicio contra Rita Maestre por haber enseñado la marca de su sujetador), algunos podemos empezar a pensar en lo mucho que esos templos católicos ofenden nuestra sensibilidad ciudadana. Por mi parte, podría recordar, como tantos otros, que debo a la Iglesia católica doce años de tortura y de vejaciones en un colegio franquista de los marianistas, donde se me separó salvajemente del sexo femenino, se me molió a hostias, se me sometió a un adoctrinamiento aberrante que llamaba bueno a todo lo malo y malo a todo lo bueno, se me amenazó con las penas del infierno por hacerme un paja al mismo tiempo que se intentaba abusar sexualmente de mí (otros no tuvieron tanta suerte y la cosa no quedó en intentos), y sobre todo, se me enseñó a apoyar a una dictadura criminal. Un lugar en el que se consideraba enfermos o perversos a los homosexuales, alimentando el acoso brutal y despiadado sobre los que eran considerados los “maricones de la clase”. Todo eso, bendecido por una institución que vigilaba la virginidad prematrimonial de la mujer, que condenaba el sexo cuando no tenía como fin la reproducción, que prohibía los anticonceptivos y el aborto, que era, en general, una columna vertebral para los todos los tópicos patriarcales que aún hoy en día siguen tan presentes.
La Iglesia católica, profiriendo amenazas superticiosas de todo tipo, ha vigilado milimétricamente la vida de la población de este país, y en especial del sexo femenino, su víctima más propiciatoria, a través de ese rito que llaman el sacramento de la confesión. En el confesionario todo se hacía público ante Dios, desde a quién ibas a votar en 1934, a si te tocabas los genitales en la cama o te mirabas el sexo al ducharte. Ningún dictador, ni siquiera recurriendo a la práctica de la tortura, podría soñar jamás con un dominio tan microscópico de la vida personal. Pero ahora resulta, que estos sujetos, que llevan siglos buceando en la intimidad personal de la población, se sienten ofendidos en sus intimísimas creencias personales si ven que una estudiante de veinte años enseña una teta en una capilla, y llevan la cosa a los tribunales. Bien es verdad que el arzobispado no ha sido quien ha puesto la denuncia, pero tampoco ha puesto el grito en el cielo denunciando esta impostura. Porque no sería tan difícil una declarión de esas que tanto se estilan en el mundo laico: “no en nuestro nombre”. Este juicio, señores, no en nuestro nombre, y mucho menos en nombre de Dios. Desde el punto de vista católico es una blasfemia y un pecado muy grave estar utilizando la religión para atacar políticamente a un cargo público. Pero no vamos a oir una declaración de este tipo, porque, al fin y al cabo, la Iglesia sabe muy bien de qué lado está.
Y por su parte, la comunidad académica y laboral de la UCM debería llevar inmediatamente a las Juntas de Facultad, el Claustro y la Junta de Gobierno, la cuestión de la permanencia de las capillas católicas en los centros de enseñanza. Yo, en tanto que miembro del personal docente e investigador, me siento profundamente ofendido por la presencia de esos locales de uso religioso y considero que lesionan los principios laicos más esenciales de la Universidad a la que pertenezco.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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Hacia una teología de la liberación ecológica y social
Hacia una teología de la liberación ecológica y social
Víctor M. Toledo
D
os son los magnos problemas que la humanidad debe resolver a mediano plazo para evitar el colapso: los tremendos impactos que ocasiona y continuará ocasionando sobre el equilibrio ecológico del planeta, y la vergonzosa desigualdad social que alcanza ya su máximo histórico. Lo anterior supone una "transformación civilizatoria" que será ejecutada por millones de ciudadanos dotados de una "conciencia cósmica o planetaria" organizados no para tomar el poder sino para construirlo desde abajo. Toda idea, propuesta, solución, tecnología, creencia e institución que se abstenga, obstruya o se oponga a esas dos necesidades, a esos dos requisitos para la supervivencia humana y de su entorno, terminará desplazada por la urgencia de la crisis. Las grandes religiones monoteístas e imperiales de hoy no serán la excepción. La crisis civilizatoria pondrá también a prueba, en más de un sentido, a las religiones del mundo.
La visita del papa Francisco a México despertó enormes expectativas por dos razones: porque tendría lugar tras la aparición de la encíclica Laudato si, documento en que la Iglesia católica adopta una posición de avanzada ante las dos mayores problemáticas del mundo contemporáneo arriba señaladas, y porque visitaba un país devastado, donde justamente tanto la dilapidación de la naturaleza como la expoliación del trabajo humano alcanzan niveles dramáticos. Se esperaba una visita enmarcada por las avanzadas tesis de esa encíclica. Recordemos su importancia según la teóloga M. Rojas-Salazar (http://revistas.ibero.mx/ibero/uploads/ volumenes/28/pdf/Ibero_42_Feb-Mar_2016_Baja_CORREGIDO.pdf): “Exhorta a escuchar el clamor de la Tierra y el clamor de los pobres. Plantea la inequidad como problema mundial, no sólo individual (LS, 51), y denomina a la deuda externa, deuda ecológica, pues considera el sistema comercial y de relaciones un sistema perverso. Asimismo, denuncia el fracaso de las cumbres mundiales sobre medio ambiente (LS, 51-54). […] El documento señala la problemática del agua como el conflicto del siglo y cuya consecuencia será el encarecimiento de la vida y la imposibilidad de sobrevivencia para los más pobres (LS, 30-31). Hace una crítica a las finanzas y al consumismo como principales responsables de la devastación de la Tierra (LS, 34). Acusa a los responsables de las naciones de no hacer un estudio adecuado de la biodiversidad y de los impactos a ésta. [...] Denuncia la degradación del mundo humano y la inequidad planetaria, las cuales han hecho que los excluidos se conviertan sólo en agenda o tema obligatorio (LS, 49)”. En suma, “la teología de Francisco es una ecoteología política que demanda la solidaridad internacional para ver al mundo como un proyecto común, reconociendo nuestra interdependencia y exigiendo que los que contaminen más paguen más: los países ricos (LS, 170)”.
La decepción ha sido mayúscula. El líder del Vaticano que compartió festivamente con las élites explotadoras y depredadoras de México, se abstuvo de hacer señalamientos directos, concretos o puntuales. Pero sobre todo no llamó a su Iglesia, a los miles de pastores (sacerdotes y monjas) y millones de feligreses a leer, discutir y reflexionar las principales tesis de Laudato si, algo que debería inducir actitudes o acciones de liberación o transformación socioambiental. Pese a la vehemencia en que fueron expresadas, las parábolas, alegorías y metáforas utilizadas por el Papa cumplieron solamente una función reflexiva y espiritual, no fueron llamados a la organización social y a la participación consciente, activa y directa.
No obstante la desilusión, pensamos que existen las condiciones para que la Iglesia católica mexicana y especialmente sus bases sociales adopten e implementen la teología de la liberación ecológica y social contenida en la encíclica de Francisco, y se sumen de manera explícita a las "batallas por la vida" que hoy ejecutan cientos de miles de ciudadanos, especialmente los más marginados. En México existen ya las semillas esparcidas por infinidad de localidades y regiones. Ahí están los ejemplos de las Comunidades Campesinas de Camino en el istmo oaxaqueño impulsadas junto a otras muchas iniciativas por la diócesis de Tehuantepec; la acción ecológica y social de medio siglo de la Misión Jesuita en Chiapas en unas 500 comunidades indígenas tzeltales; las iniciativas de la Iglesia por la agricultura orgánica en Ciudad Guzmán, Jalisco, y las decenas de casos en que los "párrocos de abajo" han ofrecido su apoyo a las resistencias ciudadanas o han iniciado proyectos alternativos. Procede ahora darle integración, viabilidad y visibilidad a un nuevo movimiento social y ecológico cristiano. Los retos son inmensos y las tareas innumerables.
Desde esta nueva perspectiva los púlpitos y las iglesias se deben convertir en centros de acciones tan concretas e inmediatas como lograr hogares sustentables y autosuficientes en energía, agua, alimentos, materiales y en el reciclaje de sus desechos. Los barrios deben generar organizaciones vecinales para producir alimentos sanos, nutritivos y baratos en azoteas, baldíos y parques mediante procedimientos agroecológicos. Igualmente deben formarse cooperativas de pequeña escala para el intercambio de alimentos, medicinas y conocimientos y para el apoyo financiero (bancos del pueblo). En otra escala la Iglesia debe coadyuvar a proyectos masivos de energías alternativas, alimentos, transporte no contaminante, educación ambiental, autodefensa y consumo responsable. Finalmente siguiendo a la encíclica deben esperarse posicionamientos de solidaridad y apoyo de la Iglesia con las numerosas resistencias ciudadanas contra los proyectos destructivos que hoy existen en el país (véase nuestro artículo en La Jornada donde ubicamos 420 conflictos: www.jornada.unam.mx/2016/02/ 02/opinion/013a1pol), e igualmente con los proyectos alternativos exitosos, que rebasan 2 mil, fundamentalmente desarrollados por cooperativas y comunidades indígenas (http://www.youtube.com/watch?v=GrFAbKYtG7o y http://www.crim.unam.mx/drupal/?q=node/1028 ).
Para don Miguel Concha, con admiración y respeto.
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