miércoles, 28 de septiembre de 2016

REBiLAC_continental] mensaje del obispo Pedro Jubenville al terminar el X encuenro Continental de CEBs

REBiLAC_continental] mensaje del obispo Pedro Jubenville al terminar el X encuenro Continental de CEBs


C

Caminantes.LectoresdelaBiblia@gmail.com

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sáb 24/09, 01:43 p.m.

Mensaje del final del Obispo - Pedro Jubinville, C.S.Sp. - Obispo de San Pedro Apóstol y obispo responsable de CEBs.

Se me pide hacer un mensaje de corte pastoral al concluir este X° Encuentro Continental de las CEBs.  La verdad es que no me siento muy pastor sino más bien hermano.  O sea, que el pastor probablemente siempre debería sentirse así, hermano, humilde, en medio de su comunidad.  O sea, tal vez me toca vivir lo que el Papa Francisco decía en parábola: andar en medio o, incluso, detrás de las ovejas porque ellas tienen el sentido del camino a dónde ir y hay que saber escuchar.  O sea, no debería nunca decir que cuando me siento más hermano, no soy pastor.  O sea, creo que Dios mismo me está pastoreando a través de ustedes.  Y estoy inmensamente agradecido.  Mesi anpil.  Obrigado.  Aguyjevete.

Comparto tres cosas con ustedes:

1. Las CEBs no son el pasado, son el futuro.  Parece un lindo eslogan pero lo creo realmente. Estamos llevando una inmensa riqueza: las comunidades mismas, las personas, la convivencia, el tejido humano que fabricamos y que somos, por la gracia de Dios.  La opción por las comunidades es el camino de una gran renovación de la Iglesia y una contribución social única.  La comunidad forma, la comunidad sostiene, la comunidad abre al entorno,… ¿Cómo vamos a vivir una “economía solidaria” sin comunidad?  ¿Cómo vamos a transmitir los valores de nuestros pueblos sin ella?  ¿Cómo podemos hacer catequesis o celebrar la fe sin ella?  ¿Cómo vamos a cuidar de la Casa Común sin ser comunidad?  Comunidades maduras, con los dones y los ministerios liberados, esto es nuestro futuro.  Y me atrevo a decir este “nuestro” para toda la Iglesia.  Es un futuro más sostenible y prometedor que los grandes conjuntos que alimentan una fe consumista y pasiva.

2. Hemos hablado un poco de la sacramentalidad de la comunidad. Tenemos compromisos de transformación social.  Somos “inquietos/as”, ocupadas/os y preocupados/as con muchas tareas.  Pero la comunidad es la vivencia de lo creado, lo recibido en gracia, lo compartido, la Palabra escuchada y celebrada.  Es el sacramento del compartir, de la reconciliación con la tierra y entre nosotros/as.  Ahí todo es importante: visitar, preparar una comida, jugar con los niños, pedir perdón, llamar y comunicar, lavar los cubiertos, decir la verdad, hospedar, contemplar el amanecer, respirar hondo, bailar, dar un beso,… Valoremos este don tan grande.  Cuidemos nuestras comunidades.  Prendamos el fuego comunitario donde nos toca compartir nuestro testimonio.

3. Somos sacramento de Jesucristo.  El principio más clásico de la liturgia a través de los siglos es esto: en ella, nos acercamos al misterio de Dios.  La liturgia hace memoria de Jesús y esto aviva la gracia en quienes la invocan.  Las CEBs llevan la memoria de Jesús compartiendo la Palabra y manteniendo el recuerdo vivo de muchos santos y mártires.  Se empeñan en expresar esta memoria en las realidades de hoy, exponerla a los desafíos sociales, políticos, culturales,… de hoy.  Las CEBs tienen conciencia del carácter cargado, fuerte, desestabilizador,… de esta memoria que induce procesos de conversión.  Un teólogo alemán de los 70 hablaba de la “memoria peligrosa” de Jesús.  Convivir en CEB es exponerse a esta “memoria peligrosa” que trabaja constantemente en nosotras/os.  Nos abre a los demás, nos cuestiona, nos sana, nos hace descubrir nuestra verdadera y profunda identidad, nos enseña a escuchar, nos envía no tanto como poderosos/as maestras/os de un mensaje bien sabido sino para exponernos más al misterio de Dios, encontrar su rostro en donde nos anunció Jesús que él se revelaría: los más pobres y excluidos.  El tema de nuestro Encuentro es muy importante.  No perdamos la memoria.

Nuestra semana aquí en Luque ha sido una gran liturgia.  Damos gracias porque hemos sido expuestos/as a la memoria de Jesús en la memoria de estos 50 años de caminata.  Ahora volvemos con el compromiso de vivir radicalmente este don.  Gracias a todas/os por haber sido ministros/as de la alegría y de la misericordia.  Bendiciones.

martes, 20 de septiembre de 2016

René Padilla: riqueza e pobreza

Desde los escombros


Desde los escombros



Es en el infierno donde es importante la solidaridad, no en el paraíso. John Berger.

Desde los escombros físicos, sociales, culturales, filosóficos, y políticos resultado del enfrentamiento entre dos fuerzas reaccionarias y derechistas, una proveniente del fundamentalismo islámico, la otra el círculo político de lo que Gore Vidal llamaba la junta Cheney-Bush, el mundo ha procedido hacia un tipo de infierno donde el temor es rey y la mentira es reina.

Quince años después del 11 de septiembre de 2001, nadie duda que el mundo es menos seguro que nunca, la infinita guerra contra el terror ha generado mayor caos y sangre a nivel mundial, mientras crece el temor alimentado de manera permanente de que todo es una amenaza y, por lo tanto, la única respuesta es… más guerra, más control, más espionaje masivo.

La próxima semana empezarán a desfilar el gran elenco de enanos en trajes y vestidos de lujo (con sus excepciones) que supuestamente representan a sus pueblos, en la próxima Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, donde abordarán los grandes temas que enfrenta el planeta, incluida la guerra contra el terror, la seguridad, el cambio climático, los refugiados y que ellos mismos han generado o, mínimo, permitido. Sin embargo, no lograrán distraer la atención de algo mucho más visto y comentado: la semana de la moda en Nueva York.

Dentro de este país, ya no hay suficientes adjetivos para describir el juego electoral, sólo se puede decir, una y otra vez: no puede ser.

Que un neofascista esté en la antesala de la Casa Blanca no genera la alarma que uno esperaría en este país autoproclamado faro de la libertad. Que Hillary Clinton, representante por excelencia de la cúpula política y económica del país, sea la única que pueda salvar al país de tal destino no genera gran esperanza.

No son lo mismo, coincide toda una amplia gama de gente inteligente, desde conservadores reales hasta los mejores pensadores de izquierda como Noam Chomsky. Todos aceptan que la amenaza que representa Trump es mucho peor que la otra opción, la cual es continuar con más de lo mismo.

Estamos en el parque de juegos del diablo donde, por ahora, estas son las únicas dos opciones que se ofrecen a este pueblo. Es un juego en una especie de infierno donde los más chuecos y farsantes son los que están ganando, un juego donde ese uno por ciento mientras declara su lealtad a la democracia establece una oligarquía (dixit Jimmy Carter, Bill Moyers, Joseph Stiglitz, entre otros desde hace tiempo). Es un infierno donde los que durante décadas impulsaron las fuerzas antimigrantes, xenofóbicas, antigay, antimujer y con ello crearon un Frankenstein (con un color anaranjado) que ahora está por destruir a sus inventores y donde una representante de los amos del juego se presenta como la única alternativa al monstruo, o sea, la defensora principal del juego infernal.

Si no fuera por los comediantes, los únicos dispuestos a desenmascarar lo que está a la vista frente a cualquier ser humano consciente, estaríamos sin remedio. Pero ahí está un secreto clave: hay millones que se ríen ante las verdades reveladas por estos comediantes. Los sondeos registran que un amplísimo sector del pueblo no está contento con este juego: más de 90 por ciento cree que Trump y Hillary son amenazas para el bienestar del país, según una encuesta reciente del Washington Post. Ambos son percibidos negativamente por amplia mayoría del electorado. O sea, si el sistema electoral de verdad expresara la voluntad del pueblo, ambos serían descartados.

Es posible argumentar que esta coyuntura es en gran medida el legado del 11-S. Bajo los escombros surgió una maldición, sí, pero también lo opuesto. Aunque se intentó aplastar toda disidencia, toda expresión de oposición con ese famoso lema de si no estás con nosotros, estás con los terroristas, vale recordar que brotó una inmensa resistencia y una solidaridad abajo desde ese mismo día del 11-S.

En la Zona Cero se unieron inmigrantes y anglosajones para rescatar a seres humanos, de ahí llegaron familiares de las víctimas que exigieron que la muerte de sus amados no fuera usada por los políticos para matar a otros hijos, hijas, hermanos y hermanas de otras familias del otro lado del mundo. También surgieron esfuerzos para denunciar la violación de derechos y libertades civiles y para repudiar la ola xenófoba junto con uno de los movimientos antiguerra más grandes en la historia del país.

Unos pocos años después, sorprendió a todos el gran movimiento de los más vulnerables, los inmigrantes que salieron por millones a las calles de las principales ciudades de este país, con su grito en múltiples idiomas de que ningún ser humano es ilegal.

El movimiento de Ocupa Wall Street sacudió este país y transformó el dialogo nacional, expresado en: somos el 99 por ciento frente a ese uno por ciento que acusaban de haber secuestrado la democracia. Surgió después un gran movimiento encabezado, también, por jóvenes con el lema: Las Vidas Negras Valen (Black Lives Matter) que prevalece en todo el país. De hecho, en estos últimos días, estrellas deportivas han mostrado su apoyo con acciones como levantar un puño o arrodillarse durante el himno nacional antes de partidos de futbol americano o de futbol soccer; estrellas musicales también han participado de otras maneras.

En estos días, miles de indígenas sioux en Dakota del Norte y sus aliados están adoptando acciones directas para frenar la construcción de un oleoducto; hace unos días se sumaron a la causa activistas de Black Lives Matter, entre otros.

El rescate del país de los escombros del 11-S no son las torres de condominios de lujo que ahora rodean la Zona Cero (en los cuales no podrían haber podido comprar o rentar la mayoría de los que cayeron en las torres en cuyo nombre se construyeron como acto de recuperación), sino a través de todos estos actos esenciales de solidaridad que insisten en reconstruir algo más alto que cualquier rascacielos y más digno y noble que cualquier promesa de un político.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/09/12/opinion/027o1mun

lunes, 19 de septiembre de 2016

EXTREMADURA LAICA

Nota de prensa de Extremadura Laica 1. Extremadura Laica recuerda que está a favor de que la religión (catequesis) salga de la Escuela. Por ello seguimos con las campañas: - "Por una Escuela Pública y Laica. ¡Religión fuera de la Escuela!" y - "No apuntes a tus hijos/hijas a religión. Respeta su libertad de conciencia." 2. Extremadura Laica se opone a cualquier tipo de compensación horaria, escolar o extraescolar, para los "profesores" de religión, por ilegal e ilegítima. Ya está bien de privilegios. Recordar que el personal especial de religión no es funcionarial, ni ha opositado, ni imparte una disciplina científica y reglada sino que ejerce labores de catequesis a las órdenes del obispado correspondiente, como auténtico delegado diocesano. Es el obispado, por méritos especialmente católicos, quien le da el trabajo y el Estado quien le paga. No olvidar que estos privilegios le cuestan al Estado español unos 600 millones de euros/curso, según Europa Laica. 3. Extremadura Laica informa que si el personal de religión ha perdido algunas horas, éstas, las mismas, las han recuperado profesores funcionarios de otras asignaturas, auténticas. Si algún catequista no tiene horas suficientes, puede completar horas con otros centros, si es posible. Si no es así, se le pagará por su horario, como les ocurre a otros compañeros. Esto es lo que debe hacer un buen gestor de la Administración pública con el dinero de todos. 4. Extremadura Laica está de acuerdo, con matices, con el nuevo Decreto de ESO y Bachillerato (98/2016), valora positivamente la apuesta de la Consejería de Educación y Empleo en lo que respecta a la reducción horaria de la religión, al mínimo posible permitido por la ley (LOMCE), y la defensa de asignaturas como Educación para la Ciudadanía, Ética y Ciudadanía, Filosofía… Sin embargo, en Infantil y Primaria, todavía sigue pendiente un Nuevo Decreto que remplace el 103/2014 del Partido Popular, para así completar, coherentemente, los cambios en toda la Educación no universitaria. Exigimos que el horario de Religión se reduzca, también, al mínimo permitido por la ley: un periodo lectivo semanal de 45 min, al igual que lo han hecho varias Comunidades, así como el Ministerio de Educación en su área de influencia. Es inadmisible que actualmente, en Primaria, la religión (catequesis) acapare 9,5 horas (Instrucción nº 11/2014), pudiendo tener sólo, según la ley, 4,5 horas. Este cambio redundaría en beneficio de las demás áreas, como Educación Musical, Educación Plástica, Educación para la Ciudadanía, Naturales,…¡No hay color, verdad! ¿A qué están esperando? Cáceres, lunes 12 de septiembre de 2016

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Las injerencias del Vaticano en los asuntos internos de España


Las injerencias del Vaticano en los asuntos internos de España

andaluces.es


EEUU con Rusia, España con Venezuela, Uruguay con Brasil… continuamente leemos noticias de conflictos entre países por la posible intromisión de unos en los asuntos internos de otros. Las quejas invocan el principio de no intervención, o no injerencia, establecido en el Derecho Internacional Público.
Por otro lado, hace unos días leímos que el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, ha ido al Vaticano a reunirse con su homólogo, monseñor Paul Gallagher, y, entre otras cosas, “han repasado la situación interna de España”; han hablado, por ejemplo, del «independentismo catalán».
Pasa el tiempo y no veo asombro alguno por el fondo de la noticia: ¿que nuestro ministro de Exteriores vaya a rendir cuentas de la situación interna de España a un ministro de otro Estado (la Santa Sede) nos parece normal? Y no es porque el ministro sea del PP, que lo mismo pasaba con los gobiernos socialistas (recuerden cuando Teresa Fernández de la Vega iba a aplacar a los cardenales: matrimonio homosexual, sí, pero más pasta para la Iglesia por el IRPF). Desde el fin de la II República las intromisiones vaticanas no solo se han asumido, sino que incluso se han solicitado, como una importante fuerza para apoyar unas políticas y unos intereses reaccionarios. De modo que lo de Margallo y Gallagher no es solo llover sobre mojado, sino sobre una vieja ciénaga, pues ¿qué era el Concordato de 1953 y su prórroga en los Acuerdos con la Santa Sede de 1979 sino gravísimas intromisiones de un Estado extranjero en la política interna española?
PERNICIOSAS CONSECUENCIAS
Las consecuencias de estas injerencias son muy perniciosas y están presentes cada día. Por ejemplo, acabo de revisar la pasmosa existencia de asignaturas de religión católica en los grados de Maestro (antes, estudios de Magisterio). ¿No era esto solo cosa del franquismo y su cómplice Iglesia? Pues no, este despropósito nacionalcatólico continúa y se justifica, en los propios textos legales (BOE), por los citados Acuerdos. Lo mismo cabe decir, por supuesto, de la aberrante presencia de asignaturas de religión (no solo la católica) en la escuela, de capellanes en cuarteles y cárceles, etc., etc., etc.
Mención aparte merece la cuestión económica. Los presupuestos generales del Estado, y los de las distintas Administraciones, ¿no son otro asunto interno clave?, y ¿no están mediatizados por la Iglesia vaticana? Unos 11.000 millones de euros públicos se detraen para esa Iglesia cada año, según cálculos contrastados de Europa Laica. Eso sí, hay que reconocer que, a cambio, la Iglesia se hace cargo de cosas como unos cuantos comedores sociales, y aporta el 2 % del presupuesto de Cáritas.
APALEADOS Y CONTENTOS
Y ahí están los obispos, vociferantes y prestos para ir a los tribunales a recordar los Acuerdos, cuando estiman que se incumplen. De modo que, en suma (¡y qué suma!), el Estado español está bien cogido de las pelotas por el Vaticano (a través de su brazo ejecutor, la Conferencia Episcopal) sobre todo en temas de educación y dinero. Pero, encima, apaleados y contentos: la situación es del gusto de la mayoría de políticos y cargos, desde presidentes y ministros a esos alcaldes (sobre todo peperos y socialistas) y otras autoridades civiles y militares que demuestran su piadosa satisfacción procesionando y pidiendo favores a entes de ultratumba.
Dejando aparte lo esperpéntico, todo esto es especialmente vejatorio porque ese Estado Vaticano que (obispos mediante) nos guía y vacila es precisamente uno de los menos democráticos del mundo, pues discrimina radicalmente a las mujeres, solo ha suscrito una decena de entre más de cien convenios en defensa de los derechos humanos, y es una monarquía absoluta teocrática que ignora lo que es la separación de poderes.
El símbolo y colmo de esta vergüenza para España lo tenemos en quien tiene como trabajo precisamente representarla en el plano simbólico al máximo nivel: el Rey. Cada vez que el Rey y mando supremo de las Fuerzas Armadas se inclina ―en lo que es una tradicional muestra de vasallaje― ante el Jefe del Estado del Vaticano o sus delegados episcopales, comete, en mi opinión, un acto de lesa patria. (Por supuesto, a título particular, como si lleva cilicio). ¿Se imaginan el escándalo si agachara la cabeza cada vez que se encontrara ante Angela Merkel, Obama o Maduro?Pues cuando lo hace ante el papa es aún peor, porque es evidente que el Estado que este gobierna no es respetable y se está inmiscuyendo abiertamente en nuestros asuntos. Por otra parte, que Juan Carlos o Felipe doblen la real cerviz, que hagan grotescos votos al Apóstol, que la Casa Real llame al Jefe de Estado del Vaticano “Su Santidad”, y que el nuevo Escudo Real siga dominado por una crucecita, no lo exigen los Acuerdos ―como tampoco obligan al beaterío de otros cargos―: conforman una degeneración voluntaria.
CONSEJOS PRIVADOS, OBLIGACIONES PÚBLICAS
Pero lo peor, en mi opinión, de las intromisiones del Vaticano en los asuntos internos de España, es que se traduce en injerencias en los asuntos internos de los españoles. Pues no se trata de que obispos y curas (los servidores más directos de la Santa Sede), incluyendo a pederastas y sus encubridores, den consejos morales a quien quiera oírlos, sino de que a lo largo de la historia vienen porfiando para que sus consejos se erijan en obligaciones para todos. Para ello interfieren todo lo que pueden en las leyes, como las relativas la distribución de la riqueza (por ejemplo, las que permiten esas inmatriculaciones que extienden un patrimonio ya fabuloso), al aborto, al control sobre la propia muerte, y a los derechos de los homosexuales. (Puede decirse que el Vaticano vigila tu ano, el sacerdote tu cipote, y hasta el obispo más bisoño tu… lo que haga falta). Como ven, llegan a inmiscuirse en asuntos muy internos. Y, queriendo asegurarse el futuro, se entrometen en lo que estudian los niños en la escuela para adoctrinarlos en unas creencias anticientíficas y en una moral deleznable en algunos aspectos.
En cambio, no me parecen intromisiones que merezcan censura las meras declaraciones de los obispos (o imanes, rabinos…), por homófobas, misóginas y chuscas que sean, mientras no inciten directamente a la comisión de delitos. Hasta aplaudiría un reality show con todos ellos (¿“Vicarios atrabiliarios”?), pero en las TV privadas, que en la pública ya tienen “El día del Señor”, “Medina en TVE”, “Shalom”, procesiones... En realidad, cuanto más se desmelenan más nos aclaramos. Por otra parte, por homófobos, misóginos y violentos que aparezcan Yahvé y Alá, ¿vamos a acabar prohibiendo la Biblia, el Corán y la Torá?
MÁS Y MÁS RIQUEZAS
En resumen, el Estado español sigue favoreciendo que la Iglesia al servicio del Vaticano acumule más y más riquezas y que haga lo posible por controlar lo que hace ―e incluso piensa― cada individuo. (Y otras confesiones se suben al carro en lo que pueden). Sin embargo, no vemos que a los partidos políticos les inquiete seriamente todo este grave parasitismo. ¿Cuánto se ha hablado de estas cuestiones en los debates electorales televisados? (Una pista: si lo multiplican por mil nos quedamos igual).
No parecen entender que no puede haber democracia sin laicidad, es decir, sin separación real Estado-Iglesias y sin respeto neutral a la diversidad de creencias y convicciones de los ciudadanos. ¿Hace falta para esto sustituir los Acuerdos con la Santa Sede y con ciertas confesiones por otros mejores? No, lo que hace falta es eliminarlos, pues las asociaciones religiosas amparadas en ellos deben ser tratadas por el Estado como cualesquiera otras: ni mejor, ni peor.
PSOE: MUCHO LIRILI Y POCO LERELE
Solemos atribuir a la izquierda una mayor sensibilidad laicista, pero los viejos partidos hasta ahora nos ha defraudado, y el PSOE de una manera especialmente lamentable: mucho lirili y poco lerele. Las honrosas excepciones están llegando sobre todo de la mano de algunas de las nuevas fuerzas izquierdistas, y en ocasiones de IU. Pero ¿no debería también la derecha ser sensible, al menos, a la defensa de nuestra independencia y exigir que la patria de la que se le llena la boca no se vea mangoneada (Acuerdos mediante) por potencias extranjeras? (Piensen no solo en el Vaticano, sino también en otros países, como Arabia Saudí). Con la seguridad de que el fin de los privilegios eclesiales (de todas las confesiones) no supondrá el fin de las procesiones, las romerías, la caridad, el ramadán y todo lo que los creyentes religiosos quieran… solo que será sin asistencia ni dinero públicos, sin adoctrinamientos infantiles, y sin otros abusos, sometimientos y discriminaciones.
Para que, creamos o dejemos de creer en lo que nos venga en gana, seamos todos iguales en derechos y deberes, y lo más libres posible, es imprescindible un Estado laico: un Estado que no se inmiscuya en nuestras convicciones (aconfesional, no multiconfesional ni antirreligioso) y garante de que se ejerzan esos derechos y libertades.
Fuente: http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/las-injerencias-del-vaticano-en-los-asuntos-internos-de-espana/

lunes, 12 de septiembre de 2016

Entrevista con Mons. Roque Paloschi, presidente del Consejo Indigenista Misionero (CIMI) “El primer gran problema es la indiferencia de la sociedad brasileña”



Entrevista con Mons. Roque Paloschi, presidente del Consejo Indigenista Misionero (CIMI)
“El primer gran problema es la indiferencia de la sociedad brasileña”

Noticias Aliadas


En setiembre del 2015, Mons. Roque Paloschi asumió la presidencia del Consejo Indigenista Misionero (CIMI), institución católica vinculada a la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) que fue creada en 1972 para garantizar la existencia, cultura y tradiciones de los pueblos indígenas y, al mismo tiempo, ayudar a la sociedad y las organizaciones no indígenas a conocer a estos pueblos y respetarlos.
Tras 10 años como obispo de Boa Vista, capital del norteño estado de Roraima, Paloschi fue nombrado en diciembre pasado arzobispo de Porto Velho, capital de Rondônia, en el noroeste del país. A finales de julio, el CIMI obtuvo el estatus consultivo especial para la temática indígena en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de las Naciones Unidas. Según el CIMI, entre enero y julio de este año han ocurrido 33 asesinatos de indígenas, en su mayoría en el estado de Mato Grosso do Sul donde los indígenas guaraní kaiowá reclaman sus territorios ancestrales.
Paolo Moiola, colaborador de Noticias Aliadas, conversó con Mons. Paloschi sobre la situación de los pueblos indígenas en Brasil.
En el último año, usted ha pasado de la diócesis de Boa Vista a la de Porto Velho. También lo han nombrado presidente del Consejo Indigenista Misionero (CIMI) ¿Cuál de las dos funciones cree que será más difícil?
Son dos retos nuevos que exigen mucho empeño. Sin embargo, no hay duda de que la cuestión indígena es hoy en día una temática crucial en Brasil. El CIMI se creó en los años 70 para acompañar a los pueblos indígenas. Hace un año yo asumí la presidencia tras ocho años de la gestión de Mons. Erwin Kräutler. Hoy en día, el organismo está viviendo un momento de grandes desafíos por causa de las difíciles condiciones de los indígenas. En Mato Grosso do Sul se ha creado incluso una comisión parlamentaria de investigación para indagar sobre sus actividades.
El CIMI hizo público recientemente, como lo hace todos los años, su informe sobre la violencia contra los pueblos indígenas en Brasil. ¿Qué revela?
En el curso del año 2015 los pueblos indígenas han sido víctima de numerosos casos de violencia. Este reporte es un trabajo reconocido a nivel internacional. Con eso, nosotros denunciamos la violencia de las empresas mineras, agroindustriales y madereras, pero también la del gobierno con su represión policial en los enfrentamientos contra las poblaciones indígenas.
¿Cuáles cree usted que son los principales problemas que enfrentan los pueblos indígenas en Brasil?
El primer gran problema es la indiferencia de la sociedad brasileña. Una indiferencia histórica, que parte de los colonizadores que vieron en los pueblos indígenas una cultura atrasada. Como si no fuesen personas con dignidad. El segundo problema es la agresión a los derechos que, a un altísimo costo, fueron introducidos en la Constitución de 1988. Hoy en día existe un intento de de-construir estos derechos a través de numerosas propuestas de enmiendas constitucionales. Luego está la invasión por parte de las compañías mineras, las empresas madereras y las grandes obras del gobierno, de las tierras indígenas demarcadas. Podemos recordar aquí las hidroeléctricas de Belo Monte, Balbina, Jirau y muchas otras. Finalmente, está el gran problema de la salud indígena, que es un caos generalizado: la perspectiva de que esto se revierta es muy difícil.
La destituida presidenta Dilma Rousseff (2011-2016) no hizo mucho por la cuestión indígena durante su gestión. Basta con pensar en la ministra de Agricultura Kátia Abreu, notoria defensora del latifundio y anti-indígena.
Para los pueblos indígenas, el gobierno de Michel Temer [que juramentó a la presidencia tras la destitución de la presidenta Rousseff por el Senado el 31 de agosto] constituirá una prueba bastante más difícil que el gobierno de Rousseff. El objetivo de este gobierno es eliminar los derechos de los pueblos indígenas, es facilitar el acceso a las tierras indígenas, es eliminar todas las políticas de promoción indígena, de la educación diferenciada a la universidad. Nosotros no nos hacemos ilusiones con el gobierno de Temer, como no nos las hacemos con el Congreso nacional, siempre más hostil hacia la causa indígena que a la afro. Es un Congreso extremadamente conservador al que solamente le interesan los capitales internacionales.
¿Considera, entonces, que el Congreso brasileño está dominado por partidos hostiles a los pueblos indígenas?
Así es. En el Congreso nacional tenemos tres bancadas anti-indígenas: la bancada de la Biblia, la de la bala y la del buey [conocidas como bancadas BBB, en referencia a los sectores religiosos ultraconservadores, militaristas y latifundistas]. El Poder Judicial también tiene una actitud completamente hostil. En resumidas cuentas, todos los poderes del Estado muestran una gran intolerancia hacia los pueblos indígenas.
Una de las objeciones que se hace a las políticas indigenistas puede resumirse en una frase: demasiada tierra para pocos indígenas.
Es una objeción infundada. Primero porque toda la tierra de Brasil era de ellos. Allí vivieron por mucho tiempo. Segundo, los indígenas tienen el usufructo de la tierra, pero no la propiedad. Tercero, es generalmente reconocido, incluso por el gobierno brasileño, que las tierras indígenas son las que están mejor conservadas. No muestran la destrucción de la naturaleza como los otros. Los ríos en tierras indígenas, aquellas que no están invadidas por mineros, son de agua cristalina. Por último, no es que la tierra pertenezca a los indígenas, sino que son los indígenas los que pertenecen a la tierra. Pertenecer a la tierra, en lugar de ser propietario, es lo que define a un indígena. Esta es una diferencia que, a primera vista, parece incomprensible para los no indígenas.
Otra objeción se centra en la necesidad del desarrollo económico, sobre todo ahora que el país ha pasado del milagro económico a la crisis.
 El país debe encontrar un equilibrio. ¿Todos esos proyectos son de utilidad? Debemos escoger qué desarrollo queremos. ¿Un desarrollo donde pocos tengan mucho y muchos no tengan nada? O por el contrario, ¿un desarrollo equilibrado en el que haya una relación correcta con el medio ambiente y la Creación? Esta Casa Común —como la llama el Papa Francisco— está muy mal administrada. Los pueblos indígenas son aquellos que pueden enseñarnos cómo curarla y mantenerla. Con este ritmo de desarrollo, los recursos no alcanzarán para todos. Es necesario un camino hacia la austeridad, una vida más sobria en lugar de la actual que promueve el consumo por el consumo.
Más de un 60% de la Amazonia pertenece a Brasil. Es un hecho que esta está siendo afectada por la extracción de sus recursos de manera legal e ilegal.
Siempre se ha visto a la Amazonia como el lugar de la abundancia. Primero por Portugal, luego por Brasil, pero no por los pueblos indígenas. Sus recursos han estado al servicio del capital, nacional e internacional. Los proyectos vienen desde arriba y no respetan los modos de vida de los que siempre han vivido en la Amazonia. En otras palabras, están para servir a los grandes intereses y ciertamente no a los pueblos amazónicos.
La misión institucional de la gubernamental Fundación Nacional del Indio (FUNAI) es la de proteger y promover los derechos de los pueblos indígenas del país. ¿Es una tarea que se realiza de modo adecuado?
Históricamente, Brasil no ha trabajado en la promoción indígena. La FUNAI fue fundada [en 1967] por los militares [que gobernaron entre 1964 y 1985] y guiada por mucho tiempo según la filosofía de la seguridad nacional. Hoy en día es un órgano totalmente desorganizado y limitado por las mismas leyes brasileñas.
Siempre se han considerado a los pueblos indígenas como poblaciones atrasadas. Usted sostiene que su modo de vida puede enseñar mucho a la sociedad occidental.
 Desde hace 500 años los pueblos indígenas han denunciado el saqueo y la violencia contra la Madre Tierra, impuestos por la sociedad occidental con su modelo económico y de desarrollo altamente destructivo. Los pueblos indígenas pueden enseñarnos una relación armoniosa con el medio ambiente y la naturaleza. Pueden enseñarnos a vivir sin ser esclavos del dinero y de la acumulación. La decisión está en nuestras manos: o acogemos el grito de los pueblos indígenas o destruimos nuestra Casa Común en nombre del lucro y del bienestar de pocos.
Fuente: http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=7350

¿Un papa comunista?

¿Un papa comunista?



El lenguaje aperturista del papa Francisco ha llevado a algunas personas a etiquetarlo de izquierdista, populista, progresista… Más raro ha sido que se le llame comunista, aunque en su día ciertos sectores de la “derecha cristiana” estadounidense le acusaron de marxismo. Ahora el escritor español Santiago Alba Rico (que se declara comunista) publica un artículo dedicado al jefe de la Iglesia Católica Romana (ICR): Solo un dios puede salvar España.En el artículo de LaExcepción Francisco (XI): Todos le aplauden ya se refutó el análisis entusiasta (y ciego, a nuestro entender) que Alba Rico hizo de la intervención del papa en el Parlamento Europeo en 2014, efusivamente aplaudida por el entonces eurodiputado de Podemos Pablo Iglesias. En su reciente artículo el columnista avanza todavía más en la misma dirección.
Empieza recordando que tras el brutal asesinato de un sacerdote por parte del Estado Islámico en Francia, «el papa Francisco, con una valentía y lucidez de la que carecen nuestros gobernantes, se negó a relacionar el islam con la violencia, recordando que también entre los católicos hay minorías fundamentalistas». Una vez más observamos cómo algunos ponen en boca del papa cosas que este no ha dicho: Bergoglio en aquella ocasión afirmó que también hay católicos que ejercen violencia, pero no se refería a fanáticos o a fundamentalistas, sino al católico «que mata a la novia, otro que mata a la suegra»; precisamente esa fue la parte más desafortunada de sus declaraciones, como ya expusimos.
Alba destaca también estas palabras papales: «Sé que es peligroso decir esto pero el terrorismo crece cuando no hay otra opción y cuando el dinero se transforma en un dios que, en lugar de la persona, es puesto en el centro de la economía mundial. Esa es la primera forma de terrorismo». Considera «bueno, emocionante, esperanzador que un jefe del Estado se atreva a decir tal cosa, y si ese jefe de Estado es el Papa ello no altera el mensaje: debe alterar más bien nuestra visión contemporánea de la Iglesia y de su papel histórico en un mundo que se derrumba muy deprisa a derecha e izquierda.»
También cita estas palabras de Francisco: «¡Ninguna familia sin vivienda! ¡Ningún campesino sin tierra! ¡Ningún trabajador sin derechos! ¡Ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo!».Palabras como las que han pronunciado otros papas anteriormente; pero que a Alba le parecen la prueba de que «el Papa es un comunista que puede volar y respirar bajo el agua» (una referencia a su declaración previa: «Soy ateo porque no puedo creer en Dios, como no puedo volar o no puedo respirar bajo el agua»).
Incomprensión del catolicismo romano
Alba Rico recuerda que para la ICR «su constitución original, el Evangelio, se vivió desde dentro como una amenaza que había que frenar, apropiarse y conjurar», de ahí la persecución de herejes. Pero también «fue la perspicaz e inescrupulosa sabiduría organizativa del Vaticano» la que llevó a canonizar (en lugar de quemarlos) a personajes que podrían haber sido considerados herejes, como Francisco de Asís y Teresa de Jesús. No tiene en cuenta que estos dos “santos” ni de lejos traspasaron la barrera que les habría llevado a ser perseguidos: ambos, aun con sus “rarezas”, eran radicalmente papistas (ver Küng, el papa y Francisco de Asís).
Alba cita al historiador MacCulloch, según el cual «ninguna fuerza ha matado tantos cristianos como el cristianismo y ninguna fuerza ha matado tantos comunistas como el comunismo». Y añade el columnista: «Otro motivo para que las víctimas propias de una y otra tradición se tiendan las manos» (un “razonamiento” cuanto menos pasmoso…) «frente al capitalismo neoliberal y las mafias religiosas»; obviamente, Alba no incluye entre estas al papado, como cabría esperar en una mente crítica…
Continúa el artículo: «Ni la Unión Soviética tuvo ni el Pentágono tiene o tendrá nunca tanto poder material, y tan enrevesado, como el Vaticano; pero ningún poder material, ni siquiera el de EEUU, confiere a un “discurso” tanto poder espiritual, y tan extenso, como el que tiene el portavoz de la Iglesia». Es sorprendente que alguien consciente del inmenso poder que acumula esta entidad considere a la vez que esa organización es la única que “puede salvar España”.
Alba cree que Francisco es un anticlerical, seguramente porque alguna vez ha criticado el clericalismo, aunque sin ir en modo alguno al fondo del asunto; si analizara mínimamente el concepto de iglesia y el modelo de organización de la misma que Bergoglio viene defendiendo, tendría que rectificar. Cree además que es alguien «que no puede hacer otra cosa que hablar –mientras hace concesiones al “aparato” y sus fangosos equilibrios entrópicos»; cae así en la clásica trampa que tan hábilmente tienden los poderes totalitarios: el jefe máximo nunca es responsable de todo lo malo que sale de su entorno, solo de lo “bueno”.
Alba Rico se queda admirado ante «esta estupefaciente paradoja: la de que el discurso político más de izquierdas en estos momentos sea el de un creyente […] y la de que el Estado más progresista y anticapitalista del mundo sea, al menos de boquilla, ¡el Vaticano!». Muy de boquilla será, porque lo único que ha hecho Francisco es algunos retoques para adecentar la (¿anticapitalista?) Banca Vaticana a fin de que sea más eficaz en sus funciones, hacer amplia propaganda de sus donaciones caritativas (que representan un ínfimo porcentaje de las ingentes riquezas acumuladas durante siglos mediante expolios varios) y recibir a los grandes gerifaltes del capitalismo global (ver Francisco, el papa de los ricos). Los demás ejemplos de progresismo papal citados forman parte de la hábil estrategia de Bergoglio de ganarse a la izquierda; exitosa, como podemos comprobar, con personas como Santiago Alba.
El artículo concluye así: «Haciendo un pequeño esfuerzo Unidos Podemos podría ser tan de izquierdas como el papa Francisco; de lo que no cabe duda es de que, si la doctrina católica la dicta el papa de Roma, en estos momentos Unidos Podemos es el partido más católico que existe en España. La vieja izquierda tenía a la URSS, a Cuba, a América Latina. La nueva, sin periódicos y televisiones, sin apoyos geopolíticos, solo tiene al Vaticano, de cuyas “tropas” tanto se burló Stalin. Si se trata de llegar a los humanos voladores y a los que respiran bajo el agua, que son la mayor parte de la gente, no es poco. Es en todo caso –incluso electoralmente–, nuestra única baza. Todo lo demás es clericalismo: de derechas, de izquierdas y del Banco Mundial.»
Conclusiones
1. La gran ignorancia de la izquierda española en materia religiosa (extensible a la derecha, aunque de otra manera) conduce a análisis tan desviados y peligrosos como el de Alba.
2. Afortunadamente, Alba Rico no representa a toda la izquierda real española, ni en este artículo papista, ni en su defensa de las agresiones de la OTAN en Libia y Siria. Pero su influencia en Podemos y en otros sectores de la izquierda es amplia, y por tanto preocupante.
3. Unidos Podemos tiene elementos de cristianismo, pero estos precisamente son los que más lo alejan del poder espiritual anticristiano que es el papado.
4. Una vez más, Alba identifica el catolicismo romano (y su cumbre y epítome, el papado) con el cristianismo y con la cristiandad, ignorando la existencia de las demás corrientes cristianas. Apuntala así el tradicional desprecio de nuestro país al pluralismo religioso.
5. Siendo que Alba Rico es ateo, y siendo que en el título de su artículo ha escrito “dios” en minúsculas, parecería que el dios que puede salvarnos es… ¡el papa! (algo que entronca con la tradición papista); Dios nos libre…
Nota: Las negritas de las citas son siempre añadidas.
Blog del autor (@SItunberri): www.laexcepcion.com

martes, 6 de septiembre de 2016

Solo un dios puede salvar España

Solo un dios puede salvar España

Cuarto Poder


El pasado mes de julio, tras el brutal asesinato de un anciano sacerdote por parte del Estado Islámico en Francia, el papa Francisco, con una valentía y lucidez de la que carecen nuestros gobernantes, se negó a relacionar el islam con la violencia, recordando que también entre los católicos hay minorías fundamentalistas, y añadió una frase que, con arreglo a la Ley de Seguridad Ciudadana, podría llevar a un ciudadano español a la cárcel: “Sé que es peligroso decir esto pero el terrorismo crece cuando no hay otra opción y cuando el dinero se transforma en un dios que, en lugar de la persona, es puesto en el centro de la economía mundial”. No contento con esto, Francisco concluyó: “Esa es la primera forma de terrorismo. Ese es un terrorismo básico en contra de toda la humanidad”. Es bueno, emocionante, esperanzador que un jefe del Estado se atreva a decir tal cosa, y si ese jefe de Estado es el Papa ello no altera el mensaje: debe alterar más bien nuestra visión contemporánea de la Iglesia y de su papel histórico en un mundo que se derrumba muy deprisa a derecha e izquierda. Soy ateo porque no puedo creer en Dios, como no puedo volar o no puedo respirar bajo el agua. Lo he intentado -las tres cosas- y no puedo. Soy comunista porque creo que “lo común” -como la polis aristotélica- precede y es la condición de los derechos individuales universales. El dolor mal repartido en el mundo, y los placeres sin derecho de los poderosos demuestran a contrapelo que es exactamente así. Bueno. Hay gente que puede volar y respirar bajo el agua y no la odio por eso. Hay gente que no cree en “lo común” y la considero, igual que el Papa, cómplice de “una forma básica de terrorismo en contra de toda la humanidad”. Hay, en definitiva, ateos que no son anticapitalistas y creyentes que sí lo son. En octubre de 2014, ante los 200 participantes del Encuentro Mundial de Movimientos Populares celebrado en Roma, el papa Francisco dijo ser consciente de que podía “ser tachado de comunista” antes de resumir en voz alta su programa: “¡Ninguna familia sin vivienda! ¡Ningún campesino sin tierra! ¡Ningún trabajador sin derechos! ¡Ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo!”. El Papa es un comunista que puede volar y respirar bajo el agua; y yo soy un comunista que sólo sabe desplazarse a ras de tierra. Entre los dos cubrimos -ahora que el fuego ha sido desterrado de la escatología cristiana- todos los elementos naturales habitados por seres humanos: hay que predicar el comunismo en la tierra, sin duda, pero también, o sobre todo, en el aire y en el agua, porque allí es donde vive la mayor parte de la humanidad.
Desde Constantino, el catolicismo es sobre todo una “organización”: la Iglesia, fuera de la cual no hay salvación. Es sin duda la organización más antigua y poderosa del planeta, hasta el punto de que, salvo en dos o tres chispazos, su constitución original, el Evangelio, se vivió desde dentro como una amenaza que había que frenar, apropiarse y conjurar: la persecución y cooptación de herejes, quemados o canonizados, forma parte inalienable de su supervivencia institucional. Todos sabemos que, por ejemplo, San Francisco o Santa Teresa -por citar los más heréticos, evangélicos y populistas del santoral- podían perfectamente haber quedado fuera de la Iglesia y que fue la perspicaz e inescrupulosa sabiduría organizativa del Vaticano, tan admirada por Gramsci, la que llevó a canonizarlos en lugar de quemarlos para a continuación -eso sí- utilizar su legado en algunas empresas dudosas o incluso directamente criminales. Todas las organizaciones soteriológicas tienen estas cosas: dedican la mayor parte de su tiempo a reprimir la pureza original de su fundación, cuya vigencia podría derribar el edificio. Dicho sea de paso, cristianos y comunistas tienen también esto en común desde un punto de vista organizativo. Como recuerda el historiador Daiarmaid Macculloch en su monumental Historia de la cristiandad, “ninguna fuerza ha matado tantos cristianos como el cristianismo y ninguna fuerza ha matado tantos comunistas como el comunismo”. Otro motivo para que las víctimas propias de una y otra tradición se tiendan las manos, frente al capitalismo neoliberal y las mafias religiosas, en este “fin de civilización”.
Hay buenos motivos para ser anticlerical como los hay para ser antiestalinista. Lo cierto es que el papa Francisco, atrapado en el aparato de poder más refinado, tortuoso e inexorable de la historia de la humanidad, es anticlerical. Por eso no durará mucho. Llegó hasta la Santa Sede a lomos de una relación de fuerzas muy coyuntural, definida por una crisis material con pocos precedentes desde Lutero, y su anticlericalismo -junto a su edad- lo condenan a disolverse enseguida en el patrimonio legendario de la institución, a la que va a dar otros cien años de vida por lo menos. Pero ahora está vivo y habla. Su anticlericalismo habla como en Jericó la trompeta demoledora. El poder de la Iglesia reside en su ambigüedad fronteriza, en el hecho -es decir- de que desde hace 1700 años detenta poder espiritual y terrenal al mismo tiempo. Ni la Unión Soviética tuvo ni el Pentágono tiene o tendrá nunca tanto poder material, y tan enrevesado, como el Vaticano; pero ningún poder material, ni siquiera el de EEUU, confiere a un “discurso” tanto poder espiritual, y tan extenso, como el que tiene el portavoz de la Iglesia. Hay miles de millones de personas en todo el mundo -incluidas las no católicas- que, de algún modo, ostentan una “doble nacionalidad”, en el sentido de que viven al mismo tiempo en “la ciudad de Dios” -en el aire o en el agua- y en España, Francia, Irlanda o Argentina. Juan Pablo II fue un político ambicioso reaccionario y un hombre de Estado forjado en la brega contra el comunismo. Benedicto XVI, por su parte, fue un teólogo ultraconservador y un hombre de Espíritu un poco medieval incapaz de abordar una crisis “renacentista”. Los dos vivieron el fin del comunismo y el redespertar de la democracia social en todo el mundo y sobre todo en América Latina. Los dos fueron, en todo caso, clericales convictos que defendieron la Iglesia y dañaron el mundo.
El Papa Francisco es un anticlerical que no puede hacer otra cosa que hablar -mientras hace concesiones al “aparato” y sus fangosos equilibrios entrópicos. Las feministas tenemos aún muchas cosas que discutir con él, es verdad, pero su discurso atronador, no lo olvidemos, se inscribe en un contexto de retroceso general más que inquietante. La derrota de América Latina tras el retoño de esperanza de la pasada década, el horror de Oriente Medio, el colapso de la civilización europea y occidental, con el regreso del destropopulismo facilitado por nuestras élites gobernantes, determinan esta estupefaciente paradoja: la de que el discurso político más de izquierdas en estos momentos sea el de un creyente (que vuela y respira bajo el agua) y la de que el Estado más progresista y anticapitalista del mundo sea, al menos de boquilla, ¡el Vaticano! Leamos la encíclica Laudato Si de mayo de 2015 sobre “el cuidado de la casa común”, las declaraciones de Bergoglio en la FAO sobre el hambre como “guerra de clase”, su denuncia del tráfico de armas como causa de los atentados terroristas, su denuncia del golpe institucional en Brasil o su rechazo de la cadena perpetua. También, por supuesto, sus intervenciones en torno a la cuestión de los refugiados, con su visita a Lesbos y su llamamiento para convertir conventos y monasterios en centros de acogida. Pensemos incluso en su gesto de invitar a 12 refugiados al Vaticano, limitado, “caritativo” y demagógico, puede ser, pero que tuvo el efecto político de avergonzar de tal modo a los gobiernos europeos que Renzi, primer ministro italiano, se vio obligado a cambiar su política migratoria. El Papa Francisco es un anticlerical que no puede hacer otra cosa que hablar, pero al que todo el mundo está obligado a escuchar. Tenemos un anticlerical anticapitalista en la Santa Sede mientras el resto de los gobiernos del mundo se clericaliza de un modo u otro, vía el nacionalismo identitario, el laicismo fanático o el capitalismo mafioso. Tenemos en el balcón de San Pedro un comunista cuyo discurso alcanza a buena parte de las criaturas que vuelan y a buena parte de las criaturas que respiran bajo el agua. ¿No deberíamos alegrarnos de ello los que habitamos en esta tierra seca y crecientemente desolada para sumar nuestras huestes -con nuestros debates y dudas- a la lucha común?
Haciendo un pequeño esfuerzo Unidos Podemos podría ser tan de izquierdas como el papa Francisco; de lo que no cabe duda es de que, si la doctrina católica la dicta el papa de Roma, en estos momentos Unidos Podemos es el partido más católico que existe en España. La vieja izquierda tenía a la URSS, a Cuba, a América Latina. La nueva, sin periódicos y televisiones, sin apoyos geopolíticos, solo tiene al Vaticano, de cuyas “tropas” tanto se burló Stalin. Si se trata de llegar a los humanos voladores y a los que respiran bajo el agua, que son la mayor parte de la gente, no es poco. Es en todo caso -incluso electoralmente-, nuestra única baza. Todo lo demás es clericalismo: de derechas, de izquierdas y del Banco Mundial.

Santiago Alba Rico es filósofo y columnista.
Fuente original: https://www.cuartopoder.es/tribuna/2016/09/05/solo-dios-puede-salvar-espana/9049

lunes, 5 de septiembre de 2016

Burkini… ¿Laicismo o identidad?


Burkini… ¿Laicismo o identidad?

Liberation


El Consejo de Estado acaba de invalidar la prohibición del burkini. Hay que frenar el desarrollo del "laicismo identitario". Esta concepción, obsesionada por el comunitarismo llega a construir un "comunitarismo de Estado".Gracias a la ordenanza del Consejo de Estado, nos evitaremos ver en Francia una policía de las costumbres, encargada no de forzar a las mujeres a llevar el velo, sino de obligarlas a quitárselo. El ejercicio de las libertades debe primar en toda la medida de lo posible sobre las exigencias del orden público, que por definición las restringen. En democracia, los derechos de las mujeres dependen de su decisión y no de una tabla de interpretación colocada sobre su comportamiento para "forzarlas a ser libres". El laicismo es una obligación de neutralidad del Estado hacia los ciudadanos y no una obligación ideológica de los ciudadanos hacia el Estado.
Considero, con mucha otra gente, estas demostraciones como fundamentales. Como suponen un freno a la tentativa de explotar los sentimientos suscitados por la serie de atentados perpetrados en nombre del islam para combinar un laicismo integrista con una estrategia de exacerbación del nacionalismo, van a suscitar una contraofensiva. Más importante que la guerrilla de ciertos electos contra el orden judicial será la propuesta de legislar franqueando un nuevo paso en la prohibición del espacio público a los signos de pertenencia a una cierta religión, pero las implicaciones de todo ello serán enormes, pues está claro que una legislación así no requiere solo una revisión constitucional, significa que se deriva del Estado de Derecho hacia el Estado de Excepción.
Igualmente importantes son las implicaciones en materia de concepción y de institución del laicismo. Pero aquí comienza a surgir una dificultad, que supone una aclaración filosófica. Es preciso un trabajo "genealógico" sobre lo que ha sido el laicismo en Francia y sobre en lo que se está convirtiendo en el momento actual. Y, sobre esta base, hay que debatir sobre lo que debe ser conservado, prolongado o restituido, pero también reformado para que la significación del principio no se encuentre transformada en su contrario.
Históricamente, la idea de laicismo en Francia se divide entre dos concepciones, una y otra salidas del enfrentamiento secular entre el catolicismo y el republicanismo. Régis Debray las había bautizado "republicana" y "democrática", pero esta alternativa no es satisfactoria porque hay elementos democráticos en ambos lados, y tanto una como otra pertenecen a la tradición republicana. Diré que la primera, lejanamente inspirada en Hobbes, es estatalista y "autoritaria", mientras que la segunda, en parte derivada de las concepciones de Locke, es liberal e incluso tendencialmente "libertaria".
La primera incluye el laicismo como una pieza esencial del primado "normativo" del orden público sobre las actividades y las opiniones privadas, la segunda plantea la autonomía de la sociedad civil, de la que dependen las libertades de conciencia y de expresión, como norma de la que el estado debe hacerse servidor y garante. La ley de separación de 1905 no marcó tanto el triunfo de la segunda sobre la primera como una corrección de los proyectos anticlericales de "laicización de la sociedad" por medio de las garantías de libertades individuales y colectivas, lo que permite evidentemente reclamarse de ellas cada vez que el laicismo del Estado está amenazado en su existencia, o en su carácter democrático.
Contrariamente a excelentes intérpretes, no pienso que el "laicismo identitario" cuyo programa vemos desarrollarse hoy en la derecha y la izquierda del tablero político represente una simple acentuación de la herencia hobbesiana o su revancha sobre la interpretación liberal, aunque vea claramente qué argumentos han favorecido la instrumentalización de una concepción jurídica, moral, pedagógica de la autoridad pública, su deslizamiento hacia la idea de un "orden de valores" bautizados republicanos y laicos, pero en realidad nacionalistas e islamofobos. Creo que se ha producido algo así como una mutación.
La ecuación simbólica en la base del laicismo identitario debe en efecto ser explicada en toda su extensión: lo que plantea, es que la identidad de la República reside en el laicismo, y, correlativamente, que el laicismo debe servir para la asimilación de las poblaciones de origen extranjero (lo que hablando claro quiere decir: colonial y postcolonial), como siempre aún susceptibles, por sus creencias religiosas, de constituir un "cuerpo extranjero" en el seno de la nación. Obsesionada por la necesidad de poner obstáculos al "comunitarismo", llega por tanto a construir (por medio de "valores", pero también de normas y prohibiciones culturales) un comunitarismo de Estado.
Pero hay algo más grave, sobre todo en la coyuntura actual: lo simétrico, o lo sinónimo invertido, de la asimilación, es la aculturación. Ahora bien, esta noción es la punta de lanza de la ofensiva ideológica del fundamentalismo islámico que denuncia la influencia de la civilización "cristiana" y "secular" sobre las comunidades musulmanas en Europa (y sobre las sociedades arabo-musulmanas "modernizadas"), sacando de ello incluso, si se tercia, una legitimación de la yihad, como se puede leer en diferentes páginas de internet. La construcción del laicismo como identidad colectiva, nacional, sostenida por la idea de que la República implica la asimilación (y no solo la integración en la vida social y el cumplimiento de las obligaciones cívicas), es así llevada a un escenario de rivalidad mimética con el discurso totalitario del que, al mismo tiempo, la política francesa pretende prevenirse. Lo menos que se puede decir es que tal construcción no servirá ni para comprender la naturaleza de los peligros, ni, puesto que "estamos en guerra", para forjar la solidaridad de los ciudadanos.
Con toda evidencia, el surgimiento del "monstruo" que es el lacismo identitario no es un fenómeno aislable de las múltiples tendencias a la exacerbación de los nacionalismos y al "choque de civilizaciones" que, en relación con violencias extremas, se producen en el mundo actual. Sin embargo, la forma "francesa" es específica. Nos trastorna profundamente porque tiende a invertir la función política de un principio que ha jugado un papel esencial en nuestra historia política: al límite, se podría decir que un cierto laicismo ha tomado el lugar que ocupó antaño un cierto clericalismo. Reaccionar es vital. Pero hay que comprender lo que ocurre, retrazar los "frentes", y no llevar a cabo de forma idéntica las antiguas batallas.
E. Balibar es autor de Saeculum. Religion, culture, idéologie (Galilée 2012)
Fuente: http://www.liberation.fr/debats/2016/08/29/laicite-ou-identite_1475306
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR - See more at: http://www.vientosur.info/spip.php?article11653#sthash.eEC0TfFl.dpuf