lunes, 12 de septiembre de 2016

¿Un papa comunista?

¿Un papa comunista?



El lenguaje aperturista del papa Francisco ha llevado a algunas personas a etiquetarlo de izquierdista, populista, progresista… Más raro ha sido que se le llame comunista, aunque en su día ciertos sectores de la “derecha cristiana” estadounidense le acusaron de marxismo. Ahora el escritor español Santiago Alba Rico (que se declara comunista) publica un artículo dedicado al jefe de la Iglesia Católica Romana (ICR): Solo un dios puede salvar España.En el artículo de LaExcepción Francisco (XI): Todos le aplauden ya se refutó el análisis entusiasta (y ciego, a nuestro entender) que Alba Rico hizo de la intervención del papa en el Parlamento Europeo en 2014, efusivamente aplaudida por el entonces eurodiputado de Podemos Pablo Iglesias. En su reciente artículo el columnista avanza todavía más en la misma dirección.
Empieza recordando que tras el brutal asesinato de un sacerdote por parte del Estado Islámico en Francia, «el papa Francisco, con una valentía y lucidez de la que carecen nuestros gobernantes, se negó a relacionar el islam con la violencia, recordando que también entre los católicos hay minorías fundamentalistas». Una vez más observamos cómo algunos ponen en boca del papa cosas que este no ha dicho: Bergoglio en aquella ocasión afirmó que también hay católicos que ejercen violencia, pero no se refería a fanáticos o a fundamentalistas, sino al católico «que mata a la novia, otro que mata a la suegra»; precisamente esa fue la parte más desafortunada de sus declaraciones, como ya expusimos.
Alba destaca también estas palabras papales: «Sé que es peligroso decir esto pero el terrorismo crece cuando no hay otra opción y cuando el dinero se transforma en un dios que, en lugar de la persona, es puesto en el centro de la economía mundial. Esa es la primera forma de terrorismo». Considera «bueno, emocionante, esperanzador que un jefe del Estado se atreva a decir tal cosa, y si ese jefe de Estado es el Papa ello no altera el mensaje: debe alterar más bien nuestra visión contemporánea de la Iglesia y de su papel histórico en un mundo que se derrumba muy deprisa a derecha e izquierda.»
También cita estas palabras de Francisco: «¡Ninguna familia sin vivienda! ¡Ningún campesino sin tierra! ¡Ningún trabajador sin derechos! ¡Ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo!».Palabras como las que han pronunciado otros papas anteriormente; pero que a Alba le parecen la prueba de que «el Papa es un comunista que puede volar y respirar bajo el agua» (una referencia a su declaración previa: «Soy ateo porque no puedo creer en Dios, como no puedo volar o no puedo respirar bajo el agua»).
Incomprensión del catolicismo romano
Alba Rico recuerda que para la ICR «su constitución original, el Evangelio, se vivió desde dentro como una amenaza que había que frenar, apropiarse y conjurar», de ahí la persecución de herejes. Pero también «fue la perspicaz e inescrupulosa sabiduría organizativa del Vaticano» la que llevó a canonizar (en lugar de quemarlos) a personajes que podrían haber sido considerados herejes, como Francisco de Asís y Teresa de Jesús. No tiene en cuenta que estos dos “santos” ni de lejos traspasaron la barrera que les habría llevado a ser perseguidos: ambos, aun con sus “rarezas”, eran radicalmente papistas (ver Küng, el papa y Francisco de Asís).
Alba cita al historiador MacCulloch, según el cual «ninguna fuerza ha matado tantos cristianos como el cristianismo y ninguna fuerza ha matado tantos comunistas como el comunismo». Y añade el columnista: «Otro motivo para que las víctimas propias de una y otra tradición se tiendan las manos» (un “razonamiento” cuanto menos pasmoso…) «frente al capitalismo neoliberal y las mafias religiosas»; obviamente, Alba no incluye entre estas al papado, como cabría esperar en una mente crítica…
Continúa el artículo: «Ni la Unión Soviética tuvo ni el Pentágono tiene o tendrá nunca tanto poder material, y tan enrevesado, como el Vaticano; pero ningún poder material, ni siquiera el de EEUU, confiere a un “discurso” tanto poder espiritual, y tan extenso, como el que tiene el portavoz de la Iglesia». Es sorprendente que alguien consciente del inmenso poder que acumula esta entidad considere a la vez que esa organización es la única que “puede salvar España”.
Alba cree que Francisco es un anticlerical, seguramente porque alguna vez ha criticado el clericalismo, aunque sin ir en modo alguno al fondo del asunto; si analizara mínimamente el concepto de iglesia y el modelo de organización de la misma que Bergoglio viene defendiendo, tendría que rectificar. Cree además que es alguien «que no puede hacer otra cosa que hablar –mientras hace concesiones al “aparato” y sus fangosos equilibrios entrópicos»; cae así en la clásica trampa que tan hábilmente tienden los poderes totalitarios: el jefe máximo nunca es responsable de todo lo malo que sale de su entorno, solo de lo “bueno”.
Alba Rico se queda admirado ante «esta estupefaciente paradoja: la de que el discurso político más de izquierdas en estos momentos sea el de un creyente […] y la de que el Estado más progresista y anticapitalista del mundo sea, al menos de boquilla, ¡el Vaticano!». Muy de boquilla será, porque lo único que ha hecho Francisco es algunos retoques para adecentar la (¿anticapitalista?) Banca Vaticana a fin de que sea más eficaz en sus funciones, hacer amplia propaganda de sus donaciones caritativas (que representan un ínfimo porcentaje de las ingentes riquezas acumuladas durante siglos mediante expolios varios) y recibir a los grandes gerifaltes del capitalismo global (ver Francisco, el papa de los ricos). Los demás ejemplos de progresismo papal citados forman parte de la hábil estrategia de Bergoglio de ganarse a la izquierda; exitosa, como podemos comprobar, con personas como Santiago Alba.
El artículo concluye así: «Haciendo un pequeño esfuerzo Unidos Podemos podría ser tan de izquierdas como el papa Francisco; de lo que no cabe duda es de que, si la doctrina católica la dicta el papa de Roma, en estos momentos Unidos Podemos es el partido más católico que existe en España. La vieja izquierda tenía a la URSS, a Cuba, a América Latina. La nueva, sin periódicos y televisiones, sin apoyos geopolíticos, solo tiene al Vaticano, de cuyas “tropas” tanto se burló Stalin. Si se trata de llegar a los humanos voladores y a los que respiran bajo el agua, que son la mayor parte de la gente, no es poco. Es en todo caso –incluso electoralmente–, nuestra única baza. Todo lo demás es clericalismo: de derechas, de izquierdas y del Banco Mundial.»
Conclusiones
1. La gran ignorancia de la izquierda española en materia religiosa (extensible a la derecha, aunque de otra manera) conduce a análisis tan desviados y peligrosos como el de Alba.
2. Afortunadamente, Alba Rico no representa a toda la izquierda real española, ni en este artículo papista, ni en su defensa de las agresiones de la OTAN en Libia y Siria. Pero su influencia en Podemos y en otros sectores de la izquierda es amplia, y por tanto preocupante.
3. Unidos Podemos tiene elementos de cristianismo, pero estos precisamente son los que más lo alejan del poder espiritual anticristiano que es el papado.
4. Una vez más, Alba identifica el catolicismo romano (y su cumbre y epítome, el papado) con el cristianismo y con la cristiandad, ignorando la existencia de las demás corrientes cristianas. Apuntala así el tradicional desprecio de nuestro país al pluralismo religioso.
5. Siendo que Alba Rico es ateo, y siendo que en el título de su artículo ha escrito “dios” en minúsculas, parecería que el dios que puede salvarnos es… ¡el papa! (algo que entronca con la tradición papista); Dios nos libre…
Nota: Las negritas de las citas son siempre añadidas.
Blog del autor (@SItunberri): www.laexcepcion.com

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