viernes, 23 de marzo de 2018

La Cuaresma de la Mujer

La cuaresma de la mujer



Este año el Aberri Eguna celebraremos el 1 de abril porque la primera luna llena del equinoccio de primavera es el 31 de marzo. Quien marca el Aberri Eguna, la pascua, la cuaresma… es el equinoccio de primavera, que siempre tiene lugar el 20-21 de marzo, este año el 20 a las 16´15. Y el Aberri Eguna es siempre el domingo siguiente a la primera luna llena del equinoccio de primavera, y como la fase lunar dura 29 días, el Aberri Eguna oscila entre el 20-21 de marzo y el 18-19 de abril. Y en función de la pascua se determina también la cuaresma católica, que se inicia 40 días antes, con el miércoles de ceniza: “eres polvo y en polvo te convertirás”.
¿Por qué la cuaresma es ayuno y abstinencia? Detrás subyace una concepción dualista de la persona, compuesta a juicio de la teología cristiana de alma y cuerpo, de un alma divina insuflada por dios en un cuerpo barroso e inmundo. Apartarse con ayuno y abstinencia del cuerpo, que es jaula, trampa pecaminosa, sensualidad y vicio, y volar cual ángel incorpóreo a dios es el anhelo cristiano. Este mundo es tránsito, paso, penar, es una larga cuaresma de privación y renuncia, un valle de lágrimas hasta la pascua, que es el otro mundo, la nueva vida.
Y en todo este peregrinar la mujer es tentación y maldad, incitación al mal, es la lasciva y terrosa Eva tentando al divino y celestial Adán. Estamos en un mundo de machos y se habla y filosofa desde él. Porque dios es hombre y la mujer encarnación del mal, un despertar de la bajeza del hombre. Pura tentación del hombre, que es el divino. La mujer en la historia de la Iglesia siempre ha ocupado el cuarto oscuro, la parte de atrás, separada del hombre y en bancos aparte, con mantilla, manga larga y medias, disfrazada.
Cuando paría un hijo debía arrodillarse en el umbral de la iglesia, recibir el perdón del cura, purificar la mácula y ser asperjada con agua bendita. María concibió el hijo sin polvo de hombre, parió cual rayo de luz y fue madre permaneciendo virgen, pura. ¡Abstenerse de mujer, que es bruja y diablo para el hombre!, es eslogan eclesial no sólo de la cuaresma. “¡Soy la inmaculada concepción!, diría en Lourdes a Bernardette.
Hay dos caminos, uno de vida y otro de muerte. La Iglesia sigue con la fábula atribuida a Pródico en la que Heracles se encuentra con dos mujeres en una bifurcación de caminos. Una de ellas es superficialmente bella y va vestida ostentosamente y pintada como una cortesana. Su nombre es Vicio, y hace señas llamando hacia un camino ancho y cómodo. La otra no lleva adornos y conduce al viajero por un sendero pedregoso y empinado, es Virtud. La vida de lujos acaba en la ruina.
La ascética cristiana ve el mundo como su enemigo, bautizarse es alistarse en la guerra de dios contra el mundo. Quien examine a través de los siglos la formación de la moralidad cristiana verá que la moral del cristiano consiste en combatir al mundo, en huir de él al desierto, al convento, al retiro con dios, en fustigar su cuerpo. Ayuno y cilicio como terapia. Son secta de conversos: de los falsos al verdadero dios, de una sociedad impura a una comunidad pura. Quien conoce el mundo descubre un cadáver. La vida verdadera está en el más allá, tras la muerte la resurrección, pero tú no decides, si te suicidas te arrogas poderes que no tienes; puede matarte un cáncer, un coche, un rayo…, pero nunca tú, sólo dios, sólo puedes morir por mano divina.
Estamos en sus manos, es el hacedor de nuestras vidas y de nuestra muerte. Son restos turbios de la mente primitiva, de hechizos, magias… Da la impresión de que los cristianos viven desde el inicio de su movimiento en un mundo lleno de demonios; en las tradiciones y literatura cristianas abundan las alusiones a Satanás y los relatos de demonios. Jesús se enfrenta a demonios y espíritus inmundos por todas partes. Las vidas de santos y monjes se enfrentan a menudo con el demonio y sus agentes. Es un mundo hostil.
Gonzalo Puente Ojea, que escribió “El mito del alma”, nos ofrece una larga, sesuda e ilustrada reflexión sobre el proceso mental que llevó al hombre prehistórico al mito animista, esencia del mito religioso, a la creencia de los espíritus. El quid del mito radica en una evidencia (que el ser humano se manifiesta externamente como materia corpórea) y en una falsedad (que el ser humano se manifiesta internamente como sustancia incorpórea, vaporosa, inmortal), es una lectura errónea del segundo elemento, de lo incorpóreo. En el ser humano existe el factor somato-sensorial y el factor neuronal como asiento del sí mismo, el llamado cerebro/mente. Ni alma, ni espíritu ni demás parafernalias religiosas.
Los defensores de estas teorías religioso-animistas, como las iglesias, ante los revolucionarios e incesantes descubrimientos de las ciencias sienten un hondo malestar. Darwin y el evolucionismo han destruido las bases antropológicas del creacionismo y, con ellas, la invención animista como fundamento de la vida inmortal en un más allá sobrenatural o transnatural. La idea de un alma como sustancia espiritual, incorpórea, separable e inmortal es científicamente insostenible, hunde sus raíces en la elaboración metafísica de las primitivas creencias animistas, embrión de una interpretación espiritualista del universo. Proyectan su subjetividad sobre el mundo exterior.
La Biblia no es un texto científico, es mondongo animista, hace afirmaciones sobre el origen y la naturaleza del universo y del ser humano que contradicen de plano lo que las ciencias actuales han ido descubriendo sobre estas cuestiones fundamentales del saber. El origen del universo es un problema científico, al igual que el hombre, su composición y tratamiento. Quien hoy se sienta mal o enfermo que no vaya a un confesonario o se sirva del cilicio sino que recurra a un centro hospitalario.
Vender vida eterna es un negocio insuperable, ninguno va a pedir que el devuelvan su dinero después de que la mercancía no fue entregada.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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