martes, 18 de febrero de 2020

Servicio Bíblico Latinoamericano Del 23 al 29 de Febrero de 2020 – Ciclo A


Servicio Bíblico Latinoamericano
Del 23 al 29 de Febrero de 2020 – Ciclo A

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Domingo 23 de Febrero
7º Ordinario
Policarpo (155)

Levítico 19,1-2.17-18: Amarás a tu prójimo
Salmo 102: El Señor es compasivo y misericordioso
1 Corintios 3,16-23: Ustedes son de Cristo y Cristo de Dios
Mateo 5,38-48: Amen a sus enemigos



Todos estamos llamados por Dios a ser santos, a ser perfectos, como el mismo Padre lo es; y el camino para llegar a la plena santidad es el amor: amor a Dios y a los hermanos, amor a los que sufren, amor a sí mismo, a la familia, amor a la naturaleza, al cosmos-caos entero.
Las tres lecturas de hoy podría considerarse que están centradas en el tema de la «santidad por el amor».
La primera lectura, un fragmento del «código de santidad» del libro del Levítico, presenta una imagen de santidad mediada por la responsabilidad con el prójimo; es decir, que el camino para llegar a Dios y lograr la santidad comienza con el respeto hacia la vida y la dignidad del otro. Este criterio es el centro de la Ley y los Profetas, el eje que determina nuestra verdadera relación con Dios, el elemento fundamental de la fe, ya que a través de la apertura a los demás es como ciertamente somos partícipes de la promesa de salvación dada por Dios a su pueblo.
Pablo, en la primera carta a los Corintios, considera al ser humano como templo de Dios y morada del Espíritu. Con ello está diciendo que cada persona es presencia concreta de Dios en la historia humana. Este templo del cual habla Pablo es la comunidad cristiana de Corinto, en donde la Palabra anunciada ha sido escuchada y ha surtido efecto. La intención, entonces, de Pablo es advertir a sus oyentes de los peligros que acechan ese templo y que amenazan con destruirlo; esos peligros se encarnan en aquellos que pretenden anular el mensaje de Cristo crucificado a través de discursos provenientes de la sabiduría humana, que rechazan la vinculación e identificación de Dios con la debilidad humana y la solidaridad de Dios con los marginados de la sociedad. El mensaje de Pablo es supremamente importante, pues comprende que el verdadero templo en donde habita Dios son las personas, es en la vida de la humanidad, en los hombres y mujeres de todo el mundo, sin distinción de raza, cultura o religión; de esta manera Pablo supera la reducción de la presencia viva de Dios a una construcción, a unas paredes o a un “lugar” específico de culto. Son las personas el lugar verdadero donde debemos dar culto a Dios; son las personas el lugar privilegiado en donde toda nuestra fe se debe expresar, especialmente con aquellos hombres y mujeres, que, siendo santuarios vivos de Dios, han sido profanados por la pobreza, la violencia y la injusticia social.
El elemento fundamental del proyecto cristiano es presentado en esta sección del evangelio de Mateo: el amor. Este amor propuesto por Jesús supera el mandamiento antiguo (Lv 19,18) que permite implícitamente el odio al enemigo. Lo supera porque es un amor que no se limita a un grupo reservado de personas, a los de mi grupo, o los de mi etnia, o a mis compatriotas, o a los que me aman, sino que alcanza a los enemigos, a los que parecerían no merecer mi amor, o incluso parecerían merecer mi desamor. Es un amor para todos, un amor universal, expresión propia del amor de Dios que es infinito, que no distingue entre buenos y malos. Ser perfecto, como Dios Padre lo es, significa vivir una experiencia de amor sin límites, es poder construir una sociedad distinta, no fundada en la ley antigua del Talión («ojo por ojo, diente por diente», que ya era una manera primitiva de limitar el mal de la venganza), sino en la justicia, la misericordia, la solidaridad, enmarcados todos estos valores en el Amor.

Como seres simbióticos que somos, que no podemos vivir nuestra vida aisladamente, sino que incluso para llegar a ser necesitamos de la convivencia, la compañía, el diálogo... la dimensión moral nos es de inevitable abordaje. No podemos convivir sin alimentar y suavizar continuamente los límites de nuestras relaciones. No hay sociedad humana sin moral, sin derecho, sin ley, sin normas de convivencia. Por su parte, la dimensión religiosa no podría no incluir esa dimensión esencial.
En el Primer Testamento vemos que la mayor parte de los mandamientos son negativos, marcando lo que no se puede hacer, los límites que no se deben traspasar. Es un primer estadio de la moral.
El Evangelio da un salto hacia adelante. Parecería no estar preocupado tanto por los límites cuanto por el «pozo sin fondo» que hay que llenar, la perfección del amor que hay que alcanzar, lo cual no se consigue simplemente evitando el mal, sino acometiendo el bien. Según el Evangelio, simplemente omitiendo el mal no estaríamos consiguiendo el bien moral supremo, la santidad, porque podríamos estar pecando «por omisión del bien». Y, como dice santo Tomás, el mandamiento del amor siempre resulta, de algún modo, «inasequible, pues nunca podemos dar cuenta plena de él, siempre se puede amar con más entrega, con más generosidad y más radicalidad. Es típica del Evangelio la propuesta del amor a los enemigos, el amor humanamente más inasequible y racionalmente más difícilmente justificable.
No obstante, la propuesta de esta liturgia de la palabra de una santidad a la que se accedería por el amor, casi como en un acceso privilegiado o casi único, habríamos de adicionarle alguna matización. A la santidad cristiana no se accede sólo por el amor práctico, por la práctica moral o ética. Es cierto que en la historia de las religiones el cristianismo se ha hecho famoso como la religión que más ha organizado la práctica del amor, y por el hecho de que su presencia va acompañada siempre con las «obras de caridad» (hospitales, escuelas, centros de promoción humana, atención a los pobres, a los excluidos...) que le son características. ¿Pero bastará el amor?
¿Y la dimensión espiritual? ¿La espiritualidad, la contemplación, la mística... dónde quedan?
Obviamente, no estamos ante una alternativa amor-caridad/espiritualidad-mística, y muchos grandes santos de la caridad han sido también grandes místicos. No se trata de una alternativa (o una cosa o la otra), sino de una conjunción necesaria: las dos cosas, una cosa y otra. Porque las dos se inter-penetran perfectamente. De hecho, el santo también es un «contemplativus in caritate», vive la contemplación en el ejercicio de la caridad. La Espiritualidad de la liberación acuñó la famosa fórmula: «contemplativus in liberatione»... como un perfecto ensamblaje entre acción y contemplación, práctica moral y mística.
En realidad, cuando se vive la mística, la moral brota espontáneamente. Sin duda, el cristianismo está desafiado a cambiar su modo de acceder a lo moral, que no ha de ser ya tanto un acceso directo, «moralizante», insistiendo en los preceptos y sus amenazas o castigos, cuanto en un acceso indirecto, por la vía de la mística, de la experiencia mística que no debe dejar de ser la experiencia misma del amor.
El Concilio Vaticano II abrió un panorama hasta entonces inusitado, el de la «universal llamada a la santidad», una santidad que anteriormente muchos cristianos consideraban reservada a los «profesionales» de la santidad (los monjes, los religiosos, el clero...pero no el común de los fieles.

El evangelio de hoy está recogido en la serie «Un tal Jesús» de los hermanos López Vigil, en el capítulo 55, «Ojo por ojo, diente por diente», cuyo guión –con un comentario bíblico-teológico incluido- puede ser recogido aquí (https://radialistas.net/article/55-ojo-por-ojo-diente-por-diente/); ahí también puede ser escuchado. 

Para la revisión de vida

             ¿Cuáles fueron los motivos de moralidad que me transmitieron cuando me educaron? ¿Temor al castigo eterno? ¿Deseo del cielo? ¿Obediencia ciega a mandatos dictados por Dios soberano?
             Dice la Iª Carta de Juan: en la plenitud del amor ya no cabe el temor... ¿Cuáles deben ser los nuevos motivos fundamentales de mi buen obrar moral?

Para la reunión de grupo

-                 ¿Qué ideas comunes tiene el pueblo cristiano sobre la santidad? ¿Y qué imagen de santidad predomina? ¿Es una imagen actualizada o dependiente de la imaginería medieval?
-                 ¿Qué pasa con la espiritualidad en el cristianismo? ¿Existe preocupación en la catequesis cristiana por «iniciar» a la espiritualidad y a la mística a los catequizandos, o se considera que ése es un campo que no compete a la catequesis? ¿Por qué se ha puesto mucho más acento en formar para la moral que para la mística?
-                 Y en las parroquias y comunidades cristianas, ¿qué «mistagogía», qué iniciación a la mística se trata de dar?

Para la oración de los fieles

-                 Por nuestra sociedad mundial, en trance de pasar de una moral externa justificada por el temor al castigo, hacia una moral sin amenazas ni miedos, para que realice suavemente esta transformación...
-                 Para que también los cristianos nos dejemos influenciar por todo lo bueno que encontramos en la vida de tantos hombres y mujeres, de tantos pueblos y religiones, como algo con lo que Dios nos interpela y nos ayuda a crecer en santidad y en comunión…
-                 Para que la sociedad humana vaya convergiendo en sus convicciones sobre la dignidad humana, sobre ética básica imprescindible, y en toda sociedad se afiancen sus valores básicos...
-                 Para que nos hagamos conscientes de que todos estamos llamados a la madurez, a la plenitud, a la santidad...
-                 Para que todos los humanos nos sintamos libres, gratuita y gozosamente atados al Bien, a la Verdad, al Amor y la Justicia, como pilares esenciales de nuestra propia naturaleza...
-                 Para que nuestras comunidades cristianas no pierdan de vista que tan importante es iniciar a la moral como a la mística, y articulen iniciativas y prácticas pedagógicas para ayudarnos conocer y vivir la experiencia mística...

Oración comunitaria

             Dios nuestro, a quien reconocemos presente en Jesús, impulsando hacia adelante el sentimiento moral de la Humanidad, con su propuesta del amor mayor, el amor que da la vida por los amigos, el amor que ama incluso a los enemigos. Ayúdanos a vivir a fondo este amor, y a que esa vivencia sea una experiencia mística, que nos afiance en el mismo Amor. Nosotros te lo pedimos inspirados por Jesús, nuestro hermano mayor. Amén.


Lunes 24 de Febrero
7ª Semana Ordinario
Modesto de Tréveris (486)

Sant 3,13-18: No anden con envidia
Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón
Mc 9,13-28: Tengo fe, pero dudo, ayúdame



Jesús nuevamente sigue propiciando transformación de las conciencias y de los espacios «implicándose salvíficamente». El encuentro con la gente que lo reclama, espera, y tienes expectativas en Él, acontece como experiencia dialógica, compartida, colectiva; donde se puedan escuchar las muchas voces de los pobres con espíritu, de los que anhelan acogida, cuidado y dignificación; donde se puede entretejer epifanías de humanización, y se depongan los juegos de las políticas del mal. Sus palabras y acciones no se convierten en ideología, competencia de poderes o espectáculo para exportar. Él tiene claro lo esencial de implicarse en la vida de la gente y en sus contextos de situación: «moverse a misericordia».
La invitación del relato radica en la capacidad y lucidez con las cuales lean la realidad en clave de una fe inteligente, resiliente y misericordiosa. ¿Estamos dispuestos a sembrar esperanza en las márgenes y fronteras existenciales? ¿Somos capaces de enfrentarnos a las propias lógicas de poder que nos impiden estar al acecho del Reino de Dios y sus prácticas sanantes y liberadoras?  25 de Febrero
7ª Semana Ordinario
Luis Versiglia, mártir (1930)


Sant 4,1-10: Piden y no reciben porque piden mal
Salmo 54: Encomienda a Dios tus penas, que él te sustentará
Mc 9,29-36: Quien quiera ser primero, sea último



Jesús es consecuente con su manera de posicionarse en el entorno y en las necesidades de la gente que quieren propiciar un encuentro salvífico con Él. Con sus gestos y acciones, Jesús rompe las lógicas impuestas de relaciones asimétricas y discriminatorias. Su praxis se expresa acogiendo, cuidando y sin traicionar la confianza de las personas. Su pedagogía, en este sentido, es subversiva. A nivel personal, Él mismo se implica junto con los vulnerados por el sistema político-religioso en los procesos de dignificación humana, haciéndose también vulnerable y exponiéndose a las lógicas de dominación; esas mismas lógicas que lo ajusticiaran. A nivel comunitario, al comprometerse con los otros en los procesos de reconocimiento e inclusión en el ámbito social, deslegitima las jerarquías opresoras, inaugurando relaciones igualitarias y circulares. A nivel profético, al visibilizar a la persona y los lugares vulnerados, denuncia la perversión imperial y la idolatría cultual, anunciando con su propia vida el modo en cómo humaniza el Reino de Dios. ¿Nuestro discipulado y misión se mueven a compasión o por ambición?  iércoles 26 de Febrero
Miércoles de Ceniza
Porfirio (240)


Jl 2,12-18: Rasguen sus corazones
Salmo 50: Misericordia, Señor: hemos pecado
2Cor 5,20–6,2 Reconcíliense con Dios
Mt 6,1-6.16-18: Tu Padre te recompensará



La Iglesia nos propone este tiempo de cuaresma para ejercitarnos en la práctica del amor a un nivel mucho más profundo. Tres temas se nos presentan para vivir el amor que a lo largo de la historia cristiana han favorecido el incremento de la humanización. Estos temas son: Ayuno, limosna y oración. Estas tres realidades se nos presentan para incrementar la vida, en relación con el todo: conmigo mismo, con los otros y con Dios. El ayuno, es una propuesta que nos convoca al cuidado y equilibrio de la propia vida, para que ella quede abierta y disponible para los hermanos y para Dios. La limosna coloca al creyente en la horizontalidad del amor. La vida cristiana solo se vive en honda responsabilidad con la vida de los otros. Salvar a los hermanos, de las miserias y opresiones, es la tarea cristiana. La oración es la experiencia que, al colocar al creyente en relación con Dios, le capacita para seguir trabajando sobre su propia vida y sobre la transformación de la historia en solidaridad y justicia.
Jueves 27 de Febrero
Jueves después de Ceniza
Gabriel de la Dolorosa (1862)


Dt 30,15-20: Te pongo bendición y maldición
Salmo 1: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Lc 9,22-25: Quién pierda su vida por mí la salvará



El relato de Lucas, entendido en la anti-lógica de los evangelios, presenta un tema que al común de los creyentes no gusta y que el cristianismo (católico, ortodoxo, protestante) de forma oficial, no ha proclamado con la fuerza que exige: “el fracaso del Mesías”. Los evangelios no ocultaron el fracaso de Jesús ni lo borraron de la memoria original cristiana, es una realidad aceptada por él con profunda seriedad. La aceptación del fracaso es lo que hace posible que el ser humano cambie las actitudes de altivez, soberbia y autosuficiencia. El fracaso es camino, itinerario, propuesta de humanización. Esta es una de las grandes paradojas del cristianismo. Y será en la experiencia del fracaso, de la muerte en cruz, desde donde Jesús renacerá en la resurrección. Jesús es el modelo de lo que es un ser humano a la medida del querer de Dios. Quien asume el fracaso como él, venciendo el egoísmo y el poder de dominio, podrá experimentar la vida, en toda su hondura. ¿Has vivido experiencias de fracaso? ¿Qué has aprendido de ellas? iernes 28 de Febrero
Viernes después de Ceniza
Leandro (600)


Is 58,1-9a: El ayuno que Dios quiere
Salmo 50: Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias
Mt 9,14-15: Cuando no esté el novio, ayunarán



El ayuno ha sido releído, en el cristianismo, como una realidad penitencial y por lo tanto fue cargado de una visión negativa y desastrosa. Lo penitencial no ha sido claro en la Iglesia. En ese tema estamos “más perdidos que embolatados”. En la dimensión penitencial cristiana hay elementos muy fatales y fatalistas, que impiden al creyente hacer un itinerario profundo de conversión. Toda esa dimensión de fatalidad hizo del seguimiento de Jesús una realidad lúgubre y carente de alegría. Hoy nos encontramos con un trozo del Evangelio que plantea cosas tremendas y diferentes: Jesús es el novio y mientras el novio esté los amigos están convocados a vivir la alegría contagiosa. Frente a esas dos claridades que presenta el Evangelio estamos invitados a vivir el ayuno como le agrada a Dios: siendo solidarios con la causa de la libertad y de la justicia en favor de las víctimas. Basta de seguir mostrando un cristianísimo carente de alegría, con miedo a la novedad, a la libertad y que se dedica a mantener el orden establecido. ábado 29 de Febrero
Sábado después de Ceniza
Albino (549)


Is 58,9b-14: Cuando partas tu pan, brillará tu luz
Salmo 85: Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad
Lc 5,27-32: He venido a llamar a los pecadores



Leví era un personaje despreciable para la sociedad de Jesús. Era “publicano”, es decir, un trabajador al servicio del gobierno. Su oficio era visto como “pecaminoso” tanto por el contacto con los paganos, como por las ganancias ilícitas que suponía el ejercicio de su cargo. Jesús, desafiando las lógicas de su tiempo, lo llama y convida a entrar en la anti-lógica del Reino. Es interesante cómo Jesús rompe todas las lógicas religiosas y sociales de su época. La acción de Jesús no puede generar otra cosa sino la murmuración de aquellos que se consideraban “justos” y “legales” en su sociedad; entonces vienen las preguntas recriminatorias. La acción de Dios no pueda estar en “cuidar la imagen”, en “mantener el orden”, o “el prestigio”. La propuesta de la alegría de Jesús ha llegado a los que la religión y la sociedad rechazan y marginan. Dios, a través de la persona de Jesús, es la posibilidad para aquellos que han sido condenados. ¿Estamos dispuestos a actuar, a nivel personal e institucional, como Jesús actuó?



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