viernes, 30 de octubre de 2020

Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano Semana 1 al 7 de noviembre de 2020 – Ciclo A

Servicio Bíblico Latinoamericano Semana 1 al 7 de noviembre de 2020 – Ciclo A OBSERVACIONES - Cada día de la semana comienza una nueva página para facilitar la impresión independiente. Por ese mismo motivo no hay numeración de páginas. - En el tamaño de letra se ha intentado llegar a un equilibrio en ahorro de papel en la impresión y legibilidad. - Se ha renunciado al uso del color para facilitar la impresión. Esta opción y todas las anteriores, son modificables en su procesador de textos.  Domingo 1 de Noviembre 31º Ordinario Todos los Santos Apocalipsis 7,2-4.9-14: Vi una muchedumbre inmensa Salmo 23: Éstos son los que buscan al Señor 1 Juan 3,1-3: Veremos a Dios tal cual es Mateo 5,1-12a: Estén alegres, su recompensa será grande Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que no se redujera a lo que hemos solido llamar “mundo católico”, sino a un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, refiriéndonos al todo), o sea, «universal». ¿No querríamos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, en esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de esa Iglesia, en su libro «Santoral Romano»? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos» que están delante de Dios... o tal vez serán sólo una insignificante minoría de entre todos ellos? Es decir: pocas fiestas tanto como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»: agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los santos cristianos, sino a «todos», todos los que son santos a los ojos de Dios. Ello quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»... a los santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos ateos», o sea, los ateos santos, que, haberlos los ha habido, y los sigue habiendo. Una fiesta pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: el de la santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene...?), y el del «Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan –sin pensarlo demasiado, desde luego– en «un Dios muy católico». Para algunos, Dios mismo sería en realidad «católico, apostólico... y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho. Pudiera ser que, también... un poco... hecho «a imagen y semejanza» nuestra. La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo con nuestros intereses... Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el dios de todos los santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico» pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está «con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro en casa de Cornelio (Hch 10). Hoy nos parece todo esto muy natural, pero hace apenas 50 años –los que hace que se celebró el Concilio– que estamos pensando de esta manera. En las vísperas del Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange (avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía con la mentalidad común del ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay diferencia infinita entre la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne et contemplation, Paris 1923, p. 64). Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75). Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi... sólo podrían considerarse héroes, no santos; no quedarían incluidos hoy en esta fiesta, porque los santos serían sólo cristianos, ¡y católicos! Este cambio de perspectiva es una de las tantas «rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II. La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda lengua, pueblo, raza y nación»... En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba a las religiones, porque cada pueblo-raza-nación era considerado que tenía su propia religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los de su propia religión, sino a todos los pueblos, lo que equivale a decir: a todas las religiones. Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos. Obviamente, esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce ‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir, totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo, raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso. Las bienaventuranzas comparten la misma visión «macro-ecuménica»: valen para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», no es de una religión, de una raza o tribu... no es «religiosamente tribal». Tampoco exige rituales de ninguna religión, sino la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino... Esa «religión humana básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal», para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»... Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la «santidad universal», válida para todos los humanos, una santidad «supra-religional», llana y simplemente humana. En y con las Bienaventuranzas como carta de navegación de nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida y el amor según el querer de Dios. En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís; a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero, que lo admiraba mucho por cierto; a la mística santa Teresa con el incomparable Ibn Arabí, el místico sufí murciano universal; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!» –sus principales libros están disponibles en la red–)... La manera más efectiva de cambiar nuestra vieja mentalidad «tribal», que tanto nos ha afectado tradicionalmente en la concepción de la santidad, es practicarla, conversarla, manifestarla, compartirla fraternamente... Dentro ya de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de este precedente comentario exegético, recomendamos, como la mejor referencia, el capítulo Vº de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano II, con su “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se reconocía que había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, de quienes se decía que vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares como que se les consideraba de alguna manera dispensados de preocuparse demasiado de la santidad... Recomendamos el artículo de P. Delooz, “La canonización de los santos y su significación social” en «Concilium» 149(1979)340-352, accesible en la RELaT (servicioskoinonia.org/relat/150.htm), para recordarnos de un modo más técnico la clásica estrechez de nuestro concepto de santidad, que queda patente incluso dentro del «Catálogo romano de los santos» canonizados. El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 28, «Dios está de nuestra parte», de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El audio, el guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: https://radialistas.net/28-dios-esta-de-nuestra-parte/ Nota para los agentes pastorales: El tiempo fuerte de Adviento se está acercando; prepare con tiempo su programa. Koinonía le presenta en una página un elenco de materiales propios para Adviento y Navidad: pulse en «Uso pastoral de Koinonía», en el portal, arriba a la izquierda. Buen trabajo. Para la revisión de vida - Entendidos en un lenguaje «civil», no religiosista, simplemente humano, los «santos», son todas las buenas personas, la «buena gente», los «hombres buenos»... y todavía más, los héroes, los próceres, los mártires, los testigos... conocidos y desconocidos, incluidos los incontables anónimos... Esas personas que hacen presente en la historia las cumbres éticas de nuestra propia humanidad, que purifican y hacen respirable el aire de nuestra propia historia humana. Y, «si otros lo han sido [santos]... ¿por qué no puedo serlo yo?» Para la reunión de grupo - ¿Qué es «santidad» originalmente? ¿De dónde viene la palabra? ¿Y el concepto cristiano, de dónde viene? - ¿A qué nos suena en la historia de la espiritualidad cristiana? ¿Qué adherencias conlleva? - ¿Cabe hoy, es aceptable sin reestructuración, el planteamiento original del concepto clásico de santidad? ¿Qué «correcciones» le haríamos hoy? - Sobre los santos ateos, o los ateos santos, puede ser interesante leer el libro del filósofo francés André Comte Sponville, en su libro, por ejemplo, El alma del ateísmo. Introducción a una espiritualidad sin Dios (Paidós, 2006), y comentar el tema de la espiritualidad y de la religión misma «fuera» de las religiones (por cierto, está en la red). - Para la oración de los fieles - Para que la Iglesia busque siempre la santidad por el camino de las bienaventuranzas. Roguemos al Señor. - Para que los creyentes recorramos el Camino que es Jesús, con autenticidad, como transformación gozosa de nuestras vidas. Roguemos... - Para que todas las personas que viven en la práctica las bienaventuranzas, sean del credo que sean, alcancen la dicha de la vida eterna. Roguemos... - Para que nuestra condición de hijos de Dios nos ayude a vivir siempre con ilusión, gozo y esperanza. Roguemos... - Para que todos nosotros nos reunamos un día con toda la Humanidad en el Reino de Dios y gocemos para siempre de su misma vida. Roguemos... Oración comunitaria - Dios Eterno, Misterio inabarcable, Fuerza creadora, sin principio ni fin, Sabiduría escondida: Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato, y ayúdanos a sentir, en la fe, la presencia espiritual de nuestros hermanos y hermanas que nos han precedido en la existencia y en el amor. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.   Lunes 2 de Noviembre 31ª Semana Ordinario Fieles Difuntos Jb 19,1.23-27a: Mi Redentor está vivo Salmo 24: A ti, Señor, levanto mi alma Fil 3,20-21: El transformará nuestro cuerpo Mc 15,33-39–16,1-6: Jesús, dando un fuerte grito, expiró El tema de la «vida eterna» no es un tema tan claro e intocable como en el ámbito de la fe tradicional nos había parecido. Buena parte de la reflexión teológica renovadora actual está pidiendo replantear nuestra visión al respecto, la que habíamos aceptado con ingenuidad cuando niños, y que muchas personas mantienen ahí como guardada en el frigorífico de su subconsciente cristiano, sin atreverse a expresarla ni casi a recordarla. A la luz de lo que hoy sabemos, no es fácil, en efecto, volver a profesar en plenitud de conciencia lo que tradicionalmente estuvimos creyendo: que somos un «compuesto de cuerpo y alma», que el alma la ha creado Dios directamente en el momento de nuestra concepción, y que como tal es inmortal; que la muerte consistiría en la «separación del cuerpo y el alma», y que en el momento de la muerte Dios nos hace un «juicio particular» en el que nos juzga y nos premia con el cielo o nos castiga con el infierno, con todo lo que ya sabemos tradicionalmente respecto a estas dos imágenes. No resulta fácil hablar de estos temas, ni siquiera con nosotros mismos, en la soledad de nuestra (auto)conciencia, o frente a la tremenda hermana muerte, ya sea presentida cercana en nosotros mismos, o patente y desgarradora presente en algún ser querido nuestro. Pero es conveniente hacerlo, conviene hablar de este tema, sobre todo en una sociedad como la actual, que vive «de espaldas a la muerte». La teología renovadora está asumiendo este desafío. Citemos sólo tres obras: - Roger LENAERS, Otro cristianismo es posible, colección «Tiempo axial» nº 10, Abya Yala (www.abyayala.org), Quito, Ecuador, 2007, con un capítulo expreso sobre el más allá, la vida eterna. Por voluntad del autor, el libro está puesto en internet libremente disponible, y es muy recomendable como manual de texto para un grupo de formación que quiera actualizar su fe con valentía. Puede tomarse libremente, por capítulos (http://2006.atrio.org/?page_id=1616), o aquí (https://eatwot.academia.edu/JoséMaríaVIGIL/Nuevos-Paradigmas). - También, John Shelby SPONG, Vida Eterna. Una nueva visión. Más allá de las religiones, más allá del teísmo, más allá de cielo e infierno, Abya Yala, Quito 2014, en su colección «Tiempo axial» nº 19, 232 pp (tiempoaxial.org). - Hace ya más de 35 años que Leonardo BOFF publicó su libro sobre escatología: «Hablemos de la otra vida» (Sal Terrae, que sigue siendo reeditado actualmente, y que también está en la red). Es una visión de los temas escatológicos clásicos desde una filosofía actualizada y desde una espiritualidad liberadora. Los tres son muy recomendables, tanto para la lectura/estudio/oración personal, como para tomarlos como un manual de base para un cursillo de repaso/formación/actualización de nuestra fe en este ámbito de cuestiones «escatológicas»... • La fiesta de los fieles difuntos es continuación y complemento de la de ayer, fiesta de Todos los Santos. Junto a todos ellos y ellas, ya gloriosos, queremos celebrar la memoria de nuestros difuntos. Muchos de ellos formarán parte, sin duda, de ese «inmenso gentío» (Ap 7,9) que celebrábamos ayer. Pero hoy no queremos rememorar su memoria en cuanto «santos» sino, más cercanamente a nosotros, en cuanto difuntos. Es un día para hacer presente ante el Señor y ante nuestro corazón la memoria de todos nuestros familiares y amigos o conocidos que ya nos dejaron, que durante la vida diaria no podemos estar recordando. El verso del poeta «¡Qué solos se quedan los muertos!», expresa también una simple limitación humana: no podemos vivir atados permanentemente al recuerdo permanente de los seres difuntos queridos, por más que seamos fieles a su memoria; ni siquiera sería sano psicológicamente. Obligadamente, por ley de vida, acabamos «olvidando» en parte a nuestros difuntos, al menos en el curso de la vida ordinaria, para poder sobrevivir sanamente. Por eso, este día especial es una ocasión propicia y oportuna para cumplir con el deber de nuestro recuerdo agradecido. Es una obra de solidaridad el orar por los difuntos, es decir, de sentirnos en comunión con ellos, más allá de los límites del espacio, del tiempo y de la carne, y sin agarrarnos a imaginaciones de espacio, lugar y formas, de lo que no «sabemos» nada. • En algunos lugares, la celebración de este día puede ser buena ocasión también para hacer una catequesis sobre el sentido de la «oración de petición respecto a los difuntos», para la que sugerimos esquemáticamente unos puntos: -el juicio de Dios sobre cada uno de nosotros es sobre la base de nuestra responsabilidad personal, no en base a otras influencias (como si la eficacia de la oración de intercesión por los difuntos pudiera actuar ante Dios como "argolla, enchufe, recomendación, padrino, coima..."); -Dios no necesita de nuestra oración para ser misericordioso con nuestros hermanos difuntos...; nuestra oración no añade nada al amor infinito de Dios, en cierto es innecesaria; -«no rezamos para cambiar a Dios, sino para cambiarnos a nosotros mismos»; -la «vida eterna» no es una prolongación celeste de nuestra vida terrestre; «vida eterna», como todo el lenguaje religioso, es una metáfora, que tiene contenido real, pero no un contenido “literal-descriptivo”. El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 122 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Hasta la muerte de Cruz». El audio, el guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: https://radialistas.net/122-hasta-la-muerte-de-cruz/ Para la revisión de vida - La muerte es la realidad más seria de la vida. Vivir es caminar hacia la muerte, inevitablemente. ¿Es la muerte, la certeza de mi muerte futura -próxima o lejana, incierta en todo caso-, una realidad con la que cuento? ¿O soy de los que nunca pienso en ello y no integran esa dimensión real de su existencia a su vida diaria? Para la reunión de grupo - Leer y comentar estos dos pensamientos: - «No cometí fraude contra los humanos, no atormenté a la viuda, no mentí ante el tribunal, no conozco la mala fe, no hice nada prohibido, no mandé diariamente a un capataz de trabajadores más trabajo del que debía hacer, no fui negligente, no estuve ocioso, no quebré, no desmayé, no hice lo que era abominable a los dioses, no perjudiqué al esclavo ante su amo, no hice padecer hambre, no hice llorar, no maté, no ordené la traición, no defraudé a nadie... ¡Soy puro, soy puro, soy puro!» (Fórmula para defenderse el alma en el juicio, en el Libro de los Muertos, Escritura Sagrada de la religión egipcia, más de mil años antes que las bienaventuranzas). - «El pensamiento de que me tengo que morir y el enigma de lo que habrá después, es el latir mismo de mi conciencia. Como Pascal, no comprendo al que asegura no dársele un ardite de este asunto, y ese abandono en cosa en que se trata de ellos mismos, de su eternidad, de su todo, me irrita más que me enternece, me asombra y me espanta, y el que así siente es para mí, como para Pascal, cuyas son las palabras señaladas, un monstruo» (UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida, Austral, 11ª edición, pág. 38). - Tomar cualquiera de los tres libros recomendados más arriba, y organizar una reunión de estudio. O mejor todavía: organizar un grupo de amigos interesados por revisar lo que creen y lo que no creen sobre el más allá de la muerte, confrontándose con las reflexiones de la teología actual, sobre la base de esos libros, por ejemplo, u otros. - Para la oración de los fieles - Para que la Iglesia busque siempre la santidad por el camino de las bienaventuranzas. Roguemos al Señor. - Para que los creyentes recorramos el Camino que es Jesús, con autenticidad, como transformación gozosa de nuestras vidas. Roguemos... - Para que todas las personas que viven en la práctica las bienaventuranzas, sean del credo que sean, alcancen la dicha de la vida eterna. Roguemos... - Para que nuestra condición de hijos de Dios nos ayude a vivir siempre con ilusión, gozo y esperanza. Roguemos... - Para que todos nosotros nos reunamos un día con toda la Humanidad en el Reino de Dios y gocemos para siempre de su misma vida. Roguemos... Oración comunitaria - Dios Eterno, Misterio inabarcable, Fuerza creadora, sin principio ni fin, Sabiduría escondida: Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato, y ayúdanos a sentir, en la fe, la presencia espiritual de nuestros hermanos y hermanas que nos han precedido en la existencia y en el amor. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.   Martes 3 de Noviembre 31ª Semana Ordinario Martín de Porres (1639) Fil 2,5-11: Dios lo exaltó Salmo 21: El Señor es mi alabanza en la gran asamblea Lc 14,15-24: Vengan, todo está preparado Jesús compartió la mesa y la amistad, con publicanos, pecadores y prostitutas, como símbolo de la misericordia de Dios. En nuestra parábola de hoy, los primeros invitados (el latifundista que “compra” tierras, el ganadero que “compra yuntas de bueyes”, y el que se acaba de casar) representan a la elite que han hecho de las exigencias radicales del evangelio, un “evangelio de la prosperidad”. Recordemos que solo el 3% de la población en tiempos de Jesús controlaban tierras y ganados. Las bodas entre la elite servían para conservar sus privilegios y seguir controlando la economía. Para Jesús, la economía debe ser para todas las personas y no solo para unos cuantos, por eso trae a la memoria el banquete escatológico como signo del que reino ha llegado aquí y ahora. Esta parábola sigue manifestando el amor incondicional de Dios con sus pobres y marginados: con la madre soltera, migrante, indígena, los desposeídos y los gays, porque en las comidas y en el banquete de Dios siempre “sobra lugar”.   Miércoles 4 de Noviembre 31ª Semana Ordinario Carlos Borromeo (1584) Fil 2,12-18: Dios activa el querer Salmo 26: El Señor es mi luz y mi salvación Lc 14,25-33: Toma tu cruz y sígueme El discipulado que propone Jesús es exigente: hay que reorientar valores, reconsiderar nuevos lazos familiares, renunciar a bienes, y “tomar la cruz”. El discípulo al ponerse en “camino”, tiene que reorientar su experiencia de vida y comenzar a construir comunidades alternativas. Para los seguidores de Jesús, nada puede interponerse en su “caminar” discipular. Cargar la cruz no es algo que se busca, es el resultado de vivir y poner en práctica los valores y las exigencias del reinado de Jesús. La cruz no tiene sentido si no se ve por medio de ella al Dios que se solidariza con los crucificados de todos los tiempos. Para nuestra espiritualidad latinoamericana, el “tomar la cruz” ha sido su destino desde la llegada de la fe. La cruz no solo se ha abrazado, sino se ha hecho una bendición y un valor sublime al sufrimiento. Pero una cruz que no lleve a signos de vida, de justicia y de libertad, no son los signos del discipulado que Jesús requiere.   Jueves 5 de Noviembre 31a Semana Ordinario Guido María Conforti (1931) Isabel y Zacarías (s. I) Flp 3,3-8a: La ganancia la consideré pérdida Salmo 104: Que se alegren los que buscan al Señor Lc 15,1-10: Hay alegría en el cielo por un pecador convertido El Dios de Jesús no es solo para los buenos, sino para todos los pecadores que quieran escucharle. Lucas 15, nos presenta las parábolas de la misericordia (el pastor que busca la oveja perdida, la mujer que busca la moneda perdida y el padre que espera a sus hijos perdidos. Estas parábolas de la misericordia siguen una misma estructura: algo se pierde, lo perdido se busca minuciosamente y al encontrarlo se celebra una fiesta. La imagen de Dios, aparece en estas tres parábolas como: un pastor, una mujer y un padre que espera a sus hijos perdidos. Estas imágenes muestran la ternura de Dios que busca, y espera “contra toda esperanza” que la comunidad (oveja, monedas, hijos) se reoriente y vuelva a la relación del Dios de la misericordia. Ante tantas imágenes negativas que tenemos de Dios, es necesario experimentar al Dios de la misericordia, que nos ama incondicionalmente, no por algo que merezcamos, o porque cumplamos la ley, sino porque Dios es misericordia.   Viernes 6 de Noviembre 31a Semana Ordinario Severo (303) Flp 3,17–4,1: Aguardamos un salvador Salmo 121: Vamos alegres a la casa del Señor Lc 16,1-8: Los hijos de este mundo son astutos Esta parábola suscita más preguntas que respuestas: el terrateniente despide a su administrador, basado solamente en los “chismes de la gente”. El amo no indaga si es verdad o no lo que le han dicho. El administrador, admite las acusaciones que se hacen de él. Y el amo, en vez de llevar al administrador a juicio alaba su actuar. Esta parábola esta entrelazada en las dos exigencias previas, que propone Jesús para seguirle: Darle su adhesión y renunciar a las riquezas. Para Lucas las riquezas son un verdadero obstáculo en el camino discipular. El administrador al buscar nuevas relaciones, rompe totalmente con el amo/Dios, y se hace esclavo del dios/dinero. Esta parábola tan actual debería ayudarnos a discernir con quién estamos: ¿Qué relación buscamos? ¿actuamos en la luz de la justicia y de la igualdad? O ¿nos cobijamos en la oscuridad de la injusticia que priva a millones a la pobreza?   Sábado 7 de Noviembre 31a Semana Ordinario Vicente Grossi (1917) Flp 4,10-19: Todo lo puedo en Dios Salmo 111: Dichoso quien teme al Señor Lc 16,9-15: ¿Quién les confiará lo valioso? Lucas encuentra incompatible las riquezas con el discipulado que Jesús propone, por estar la riqueza unida a la idolatría. En el mundo antiguo, la divinidad que proveía y garantizaba la economía, era la diosa Fenicia llamada "Mamona". Esta idolatría representa un verdadero obstáculo en el seguimiento a Jesús. "Mamona" como idolatría tiene en su base, una economía deshonesta, es injusta por naturaleza porque “bendice a unos pocos” y deja en la miseria a muchos. Por esto, cuando Jesús enfrenta a los fariseos, los acusa de idolatría porque se han puesto al servicio del dinero, de la diosa "Mamona" y han abandonado el servicio del Dios verdadero. Hoy, la acción de "Mamona" es más atractiva y seductora. La propuesta de Jesús en relación con la pobreza/riqueza parecen arcaicas e incompatibles con nuestro modo de vivir la fe. Nuestra sociedad (¿y nuestra iglesia?) promueve más el evangelio de la prosperidad (Mamona), que el evangelio de Jesús, que le ha puesto un límite al “dinero injusto”   Servicio Bíblico Latinoamericano http://servicioskoinonia.org/biblico Em Português: http://www.claretianos.com.br/servicobiblico In italiano: http://www.peacelink.it/users/romero/parola.htm Reciba gratuitamente este servicio por correo-e en castellano: Para suscribirse: http://servicioskoinonia.org/informacion Para contactarnos: contacto@biblico.org Servicio Bíblico Latinoamericano es uno de los Servicios Koinonia http://servicioskoinonia.org Consulte las lecturas bíblicas de cualquier domingo o día de la semana desde 2004 a 2036, en nuestro Calendario Bíblico-Litúrgico http://servicioskoinonia.org/biblico/calendario/ (y en inglés): http://servicioskoinonia.org/BiblicalLiturgicalCalendar

No hay comentarios:

Publicar un comentario