Servicio Bíblico Latinoamericano
Semana del 29 de mayo al 4 de junio, Ciclo C
Hechos 1,1-11: Se elevó a la vista de ellos
Salmo 47: Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas
Efesios 1,17-23: Lo sentó a su derecha en el cielo
Lucas 24,46-53: Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo
En primer lugar recomendamos vivamente revisitar un excelente texto de Leonardo BOFF, tanto para quienes han de preparar una homilía, como para quienes quieran utilizarlo en la reunión de estudio bíblico, o incluso para el estudio personal; puede ser tomado de la biblioteca de los Servicios Koinonía, aquí: http://www.servicioskoinonia.org/biblico/textos/ascension.htm Además, les ofrecemos un comentario tradicional.
Lucas ha escrito dos libros: un evangelio y los Hechos de los apóstoles. En Hch 1,1-2 Lucas retoma la referencia a Teófilo que hizo al comienzo de su Evangelio (“oh ilustre Teófilo” Lc 1,3). «Teó–filo» significa “amigo de Dios”. El hecho de agregarlo aquí, después de separarse su obra en dos, refuerza la idea que Teófilo es una designación simbólica general. Todos los que leemos estos libros somos Teó-filos, amigos, buscadores de Dios.
Su evangelio termina con «Jesús llevado al cielo» (Lc 24,51). Los Hechos comienzan con el relato de «Jesús yéndose al cielo» (Hch 1,6-11). En el evangelio se presenta a Jesús con su cuerpo. En los Hechos ya no está corporalmente. Actúa por medio de su Espíritu. La orden que Jesús da a los apóstoles en Hch 1,4 exige pasividad total: no ausentarse de la ciudad y aguardar. En Lc 24,49 es semejante: permanecer en la ciudad (con la connotación de esperar sin hacer nada). La permanencia y espera pasiva debe durar “hasta que sean bautizados en el Espíritu Santo” (Hch 1,5) o “hasta que sean revestidos del poder de lo alto” (Lc 24,49). Lucas se está aquí refiriendo claramente a Pentecostés.
El misterio del resucitado se expresa de muchas maneras en el Nuevo Testamento: está vivo, se ha despertado, se ha levantado... En la Carta a los Efesios vemos un ejemplo de estas manifestaciones: Pablo hace un claro énfasis en la glorificación de Jesús a la derecha del Padre. Y es a partir de esa glorificación como nosotros y nosotras, sus discípulos, recibiremos la fuerza del Espíritu Santo, espíritu de sabiduría y de revelación, para conocerle perfectamente y conocer así su voluntad, asumiendo por completo el desafío de continuar su tarea a favor del Reino.
Lucas quiere mostramos también que Jesús ha sido «glorificado» por Dios: ha entrado en la gloria del Padre. Separa ambos eventos (resurrección y ascensión), para subrayar el carácter histórico que cada uno de ellos tiene. Jesús resucitado, antes de su ascensión-exaltación-glorificación, convive con sus discípulos: come con ellos y los instruye. La ascensión de Jesús señala, en Lucas, la tensión en la que entra la comunidad de los discípulos desde aquel momento, una vez que han terminado las apariciones del Resucitado: tensión entre la ausencia y al mismo tiempo la presencia del Señor. Jesús continúa su acción y enseñanza después de ser llevado al cielo; Jesús resucitado sigue actuando y enseñando en la comunidad después de su ascensión. Lucas (como también Pablo en el pasaje de la segunda lectura) une íntimamente la ausencia física con el Don del Espíritu Santo.
La insistencia de que los discípulos veían a Jesús subiendo hacia el cielo, podría considerarse alusiva a las escenas de asunción de Elías, cuando Eliseo tuvo asegurado el espíritu de profecía del maestro porque pudo verlo. Así, la comunidad de los discípulos queda configurada en la ascensión como la comunidad profética que hereda el Espíritu de Jesús para continuar su misión. En la ascensión Jesús no se va, sino que es exaltado, glorificado. La parusía no es el retorno de un Jesús ausente, sino la manifestación gloriosa de un Jesús que siempre ha estado presente en la comunidad. Esto aparece claramente en las últimas palabras de Jesús en Mt 28,19: “he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de este mundo”. La ascensión expresa el cambio en Jesús resucitado, una nueva manera de ser, gloriosa, glorificada, pero siempre histórica, pues Jesús glorificado sigue viviendo en la comunidad.
La narración de la ascensión es para Lucas, la culminación del itinerario de Jesús, y el tránsito entre el “tiempo de Jesús” y el “tiempo de la Iglesia”, inaugurada con el Espíritu Santo, prometido por Jesús. Al recibir el Espíritu la comunidad de los creyentes asume en sí la misión de continuar el trabajo inaugurado por Jesús, de manifestar el Reino del Padre.
Lógicamente, no hay capítulo de la serie «Un tal Jesús» que recoja este evangelio; pero puede utilizarse el capítulo 130. Audio, guión y comentario en: https://radialistas.net/130-sobre-las-nubes-del-cielo/
La serie «Otro Dios es posible» tiene el capítulo 57, titulado «¿Ascensión y asunción?», cuyo texto y audio puede ser encontrado en https://radialistas.net/57-ascension-y-asuncion/
Para la revisión de vida
⦁ ¿Estoy asumiendo la misión propia de mi identidad como bautizado/a en Cristo Jesús? ¿En qué doy verdadero «testimonio» de Jesús y de su Causa, y en qué no lo doy aún?
⦁ ¿Qué me falta para madurar más en la fe? ¿Conozco suficientemente el Proyecto de Jesús? ¿Busco vivir por su Causa con la fuerza de su Espíritu y su experiencia de Dios Padre-Madre?
⦁ ¿Qué señales doy de interés por los demás y por su liberación de esclavitudes o angustias, de sufrimientos, marginación, opresión o depresión?
Para la reunión de grupo
⦁ [El "texto complementario", de Boff, que ofrecemos, se presta muy fácilmente a ser utilizado como una sesión de estudio bíblico que involucre a varios temas fundamentales de la comprensión de la Biblia, así como otros respecto a la cosmovisión -cielo, tierra, tiempo, eternidad...-.]
⦁ La ascensión del Señor, ¿fue un hecho histórico, físico, espiritual, teológico...? ¿Es quizá más bien un «mito» –en un sentido totalmente positivo– de construcción humana eidética para transmitir un mensaje que no se podría expresar con facilidad en otros lenguajes –como el filosófico o científico-?
⦁ Las tres lecturas de este domingo expresan explícitamente una comprensión del mundo precopernicana, dividida verticalmente en dos pisos, la tierra y el cielo. Y es cierto que después de Galileo ninguno de nosotros piensa ya así el mundo, pero, ¿no es verdad que muchos de los fieles que escucharán hoy estas lecturas las acompañarán mentalmente desde un imaginario religioso que sigue siendo dualista, entre cielo (arriba) y tierra (abajo)?
⦁ Cuál es el mensaje fundamental del «misterio» de la ascensión?
⦁ La tierra es el único camino que tenemos para ir al cielo... Comentar esta famosa sentencia del famoso misionólogo P. Charles.
⦁ Dice Lucas en Hch 1,3, que Jesús, después de resucitar, se dedicó con insistencia a hablar a sus discípulos acerca «del Reino de Dios»: ¿qué creemos que significaba eso para Jesús entonces, y para aquellos primeros discípulos; y qué significa para nosotros hoy? Compartamos nuestra opinión personal sobre ello.
⦁ En Mc 16,15-18 aparece esta promesa de Jesús: quienes crean el anuncio del Evangelio y se bauticen, ejercerán «poderes mesiánicos» liberadores, para destruir lo que amenaza y mata la vida. El texto simboliza esos poderes en estas «señales»: «expulsarán demonios, hablarán lenguas, agarrarán serpientes y, aunque beban veneno no les hará daño; curarán enfermos». ¿Qué pueden significar hoy los «demonios», las «lenguas», las «serpientes», los «venenos» y también la «imposición de manos»? ¿Cuáles deben o pueden ser las «señales» que hemos de dar hoy?
Para la oración de los fieles
⦁ Por las Iglesias, por el Papa, obispos, presbíteros, religiosas y religiosos y laicos y laicas, para que todos los bautizados en Jesucristo seamos fieles testigos suyos y de su Causa del Reino con la fuerza de su Espíritu: Oremos
⦁ Por todos los miembros de las comunidades cristianas, para que busquemos la madurez en la fe y en la gracia, a la medida de Jesús crucificado y resucitado, constituido Cabeza de la Iglesia: Oremos
⦁ Por los que viven y anuncian el Evangelio del Reino en las fronteras del dolor de los pueblos y de los sectores humanos más sufridos y excluidos de la vida, para que les apliquen el poder de Cristo, Mesías sufriente y resucitado, en signos de liberación e inclusión en la vida digna, justa y solidaria propia del Reino de Dios: Oremos
⦁ Por los más sufridos, olvidados y excluidos en nuestro país y en todo el mundo, para que la fuerza del amor del Espíritu de Jesús nos lleve a vivir una solidaridad que les abra caminos de esperanza real: Oremos
⦁ Por nuestro pueblo, para que todo él supere las injustas desigualdades y los odios, y crezcamos en paz verdadera, en puestos de trabajo y en vida justa y solidaria según el Proyecto del Dios de Jesús: Oremos
⦁ Por todas las personas que participamos en esta celebración, para que la ascensión del Señor sea nuestra victoria y todos vivamos la experiencia del poder transformante de Cristo resucitado: Oremos
Oración comunitaria
⦁ Dios Padre nuestro, al celebrar con gozosa esperanza la exaltación de tu amado Hijo Jesús, que fue crucificado por ser fiel a tu voluntad de vida digna para todos y todas, te pedimos que, con la fuerza del amor del Espíritu, le sigamos al servicio de tu Reino de justicia, de amor y de paz. Nosotros te lo pedimos inspirados en Jesús de Nazaret, hijo tuyo y hermano nuestro.
Lunes 30 de Mayo
7ª Semana de Pascua
Juana de Arco, mártir (1431)
Hch 19,1-8: ¿Recibieron el Espíritu Santo?
Sal 68: Reyes de la tierra, canten al Señor
Jn 16,29-33: Yo he vencido al mundo
Llegando a Éfeso Pablo encuentra una comunidad evangelizada por Apolo que sólo conocía el bautismo de Juan. Pablo completa la formación de los cristianos e impone sobre ellos las manos. La recepción del Espíritu es un nuevo Pentecostés con sus propias manifestaciones: hablar en lenguas y profetizar. Esta primera comunidad de Éfeso esta compuesta por 12 varones, representación de los 12 primeros discípulos que siguieron a Jesús. Este es el 5o Pentecostés relatado por Hechos de los Apóstoles: el 1o aconteció en Jerusalén con los apóstoles reunidos y María (Hch 2,1-13); el 2o durante la oración en la persecución (Hch 4,31-32); el 3o el de los gentiles, que acontece en casa del centurión romano (Hch 10,44-48); el 4o cuando el Espíritu baja sobre los escogidos para la misión (Hch 13,1-3). Realmente, el Espíritu está presente con su fuerza en los momentos decisivos de la Iglesia de los orígenes: orientando las decisiones, fortaleciendo a las personas, impulsando la misión. Pide al Espíritu que impulse tu vida de servicio.
Martes 31 de Mayo
7ª Semana de Pascua
Visita de María a Isabel
Sof 3,14-18: El Señor será el rey de Israel
Interleccional Is 12: ¡Qué grande es, en medio de ti, el Santo de Israel!
Lc 1,39-56: Mi alma canta la grandeza del Señor
Lucas da mucho énfasis al encuentro entre María e Isabel, porque lo considera un divisor de aguas: Isabel representa la espera del Antiguo Testamento y María el inicio de un nuevo tiempo, el mesiánico. Juan el Bautista es el vínculo de esos dos tiempos: indicará al pueblo la presencia e identidad del Mesías, Jesús. María, con su “sí”, hace que la promesa se trasforme en realidad. En su cántico resuenan las voces de tantas mujeres del pasado (la madre de Samuel, Lía, Judit) y de las empobrecidas que gritaron a Yahveh (las hebreas esclavas, en el exilio): sus voces son memoria viva de quienes murieron por la liberación. También María agradece los grandes gestos liberadores operados por Dios a lo largo de la historia en favor de pobres, pequeños y sufridos. Hay tantos motivos para celebrar este encuentro de vientres tan entrañable: la fidelidad de Dios se trasforma en acción concreta de liberación hacia su pueblo. La esperanza renace después de siglos de sufrimiento y de espera. ¡Líberanos, Señor!
Miércoles 1 de Junio
7ª Semana de Pascua
Justino, mártir (165)
Hch 20,28-38: Cuiden del rebaño
Sal 68: Reyes de la tierra, canten a Dios
Jn 17,11b-19: Que sean uno, como nosotros
Las lecturas de hoy presentan dos discursos de despedida. Pablo dice adiós a los ancianos de la comunidad de Éfeso a sabiendas de que será su último encuentro: por eso entrega sus últimas recomendaciones a aquella comunidad que él tanto amó. Hace memoria del testimonio y dedicación generosa que les prodigó sin pedir algo a cambio, para que ellos también se entreguen al pastoreo de la Iglesia gratuitamente y con responsabilidad. Jesús, al final de su discurso de despedida a los discípulos, los entrega al Padre y ora por la unidad. Los años compartidos dejaron entre Jesús y sus discípulos una profunda sintonía, que es al mismo tiempo afectiva, de misión y de destino. Por eso, Jesús ora al Padre para que los respalde con su providencia. El anuncio del Evangelio no es una comunicación fría y distante: requiere compromiso e involucramiento personal, provoca una afectación recíproca; no es algo intelectual, no se trata de comunicar verdades sino de compartir lo que da sentido a la vida. ¡Sé testigo de Jesús!
Jueves 2 de Junio
7ª Semana de Pascua
Marcelino y Pedro, mártires (304)
Hch 22,30; 23,6-11 Testimonia en Roma
Sal 16: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Jn 17,20-26: Que sean plenamente uno
La fuerza del cristiano está en su común-unión con Dios y la certeza de su compañía, y también en la comunidad. Pablo es llevado frente al sanedrín de Jerusalén y enfrenta con valentía al Sumo sacerdote Ananías, que había mandado golpearlo. El Señor fortaleció siempre a Pablo, no lo abandonó frente a los judíos y le dio la fortaleza sufiente también en Roma. Esta fortaleza espiritual permite a Pablo enfrentar las tantas persecuciones que encuentra en su camino, con la misma fuerza del Espíritu que asistió a Jesús. El mismo Jesús que, en el evangelio, ora por la unidad de sus discípulos, sabe que la comunidad cristiana enfrentará muchas divisiones internas y oposiciones externas. ¡Cuánto nos cuesta comprendernos en las comunidades! Algunos prefieren separarse antes que buscar caminos de reconciliación. El proyecto común que ha de guiarnos es el del Reino de Dios que no busca uniformidad o adoctrinamiento sino integración y promoción de toda persona. ¿Cómo es tu experiencia de comunidad? ¡Ora por quienes se sienten excluidos!
Viernes 3 de Junio
7ª Semana de Pascua
Carlos Lwanga y comps. mártires (1886)
Hch 25,13-21: Pablo sostiene que está vivo
Sal 103: El Señor puso en el cielo su trono
Jn 21,15-19: Apacienta mis corderos
A Pedro le costó comprender el final trágico de Jesús. Tres veces lo negó por temor a que lo relacionaran con Él. Jesús supo de la fragilidad humana y también de las posibilidades reales que tenemos de superarnos, de levantarnos, de avanzar. Después de la Resurrección, Jesús restablece la confianza y la dignidad de Pedro preguntándole tres veces si lo ama. La profesión de fe habilita a Pedro a apacentar el rebaño de Jesús, la Iglesia. Al final, Jesús preanuncia el martirio de Pedro, y lo invita a seguirlo por el camino de la entrega generosa. Las fragilidades de nuestra vida no deben ser motivo de desánimo y desesperación; al contrario, deben alimentar la conciencia de la gracia manifiesta en nuestras debilidades. Como afirma Pablo: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2Cor 12,10). La Iglesia se define como “comunión de pecadores necesitados de conversión”. No hay lugar para la arrogancia o la prepotencia, porque no son el camino para la comunión. ¡Ora por la humildad de tus guías espirituales!
Sábado 4 de Junio
7ª Semana de Pascua
Felipe Smaldone (1923)
Hch 28,16-20.30-31: Pablo predicó en Roma
Sal 11: Los buenos verán tu rostro, Señor
Jn 21,20-25: Este es el discípulo que da testimonio
La vigilia de Pentecostés nos presenta el final del camino apostólico de Pablo y Pedro. Pablo llega en Roma después de años de anunciar el Evangelio de Jesús. Es prisionero pero, por su condición de ciudadano romano, goza de una relativa libertad que le permite continuar su predicación. Pero no pasarán dos años y sufrirá el martirio por decapitación. Pedro, por su parte, es invitado por Jesús al seguimiento sin que pueda poner condiciones al destino de otros y al propio. Lo que distingue a un discípulo es el seguimiento de Jesús hasta la entrega total por el Reino. Después de la Resurrección, Jesús había dicho a María Magdalena que los discípulos lo encontrarían a lo largo del camino, en esos lugares donde la vida resucitada vence la muerte. Un discípulo paralizado o amedrentado no podrá experimentar la presencia viva de Jesús en los migrantes, encarcelados o hambrientos. Pidamos la sabiduría de encontrar a Jesús en quien más nos necesita. ¿A qué crees que te invita el Espíritu Santo?
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