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miércoles, 10 de agosto de 2022
futuro de Ecuador: ante la protesta contra el neoliberalismo y el viraje regional a la izquierda
futuro de Ecuador: ante la protesta contra el neoliberalismo y el viraje regional a la izquierda
En medio de protestas sociales extendidas desde 2019 contra el modelo neoliberal y ante un resurgimiento de líderes progresistas en toda la región latinoamericana, Ecuador debate su orientación política, si bien aún faltan tres años para dar lugar a la sucesión presidencial.
La orientación ideológica del país impulsada por Rafael Correa, presidente del país latinoamericano entre 2007 y 2017, se vio interrumpida luego de que quien fuera su vicepresidente, Lenín Moreno, virara hacia la neoliberalización, hecho que se vio radicalizado con el ascenso de un banquero al poder, Guillermo Lasso, gobernante desde 2021.
En un momento político en que Latinoamérica elige en bloque líderes progresistas, como Andrés Manuel López Obrador en México, Pedro Castillo en Perú, Gustavo Petro en Colombia, Luis Arce en Bolivia, Alberto Fernández en Argentina, Xiomara Castro en Honduras y Gabriel Boric en Chile, el modelo económico de Moreno y Lasso ha sido repudiado de manera constante en las calles mediante protestas populares.
Sputnik conversó con la analista argentina Paula Giménez, investigadora en el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), para vislumbrar los alcances y resonancias del proceso popular y crítico que vive el Ecuador.
Protestas contra un modelo, no un presidente
"La impugnación política y social que se vive en Ecuador no es a la presidencia de Guillermo Lasso, sino al modelo económico neoliberal que en Ecuador implicó e implica la dolarización de la economía, configurando un país de servicios incapaz de satisfacer las demandas económicas y sociales de la ciudadanía", distingue de arranque Giménez.
Las protestas sociales ecuatorianas, recuerda la analista, iniciaron antes de la detonación de la pandemia mundial de COVID-19, paralelas al estallido social que en Chile y Colombia alzó la voz contra los entonces presidentes Sebastián Piñera e Iván Duque, respectivamente.
"Lo interesante de las propuestas de este año es que empezaron a mostrar una articulación entre lo político-social y lo político institucional que, necesariamente, se ha convertido en el basamento de una nueva propuesta política popular", apunta la investigadora argentina.
Entre los protagonistas de las últimas movilizaciones figura la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), que se describe como representante de 18 pueblos y 15 nacionalidades indígenas desplegadas en las regiones de la Costa, la Sierra y la Amazonía ecuatorianas.
Entre sus principales demandas figuran el respeto a la autodeterminación, el autogobierno, el ejercicio de derechos colectivos, la conservación de la naturaleza y los recursos naturales, así como la conservación de la cultura, identidad, saberes ancestrales de las comunidades indígenas, y un modelo de educación intercultural multilingüe que contemple las lenguas indígenas ecuatorianas.
La relevancia del izquierdismo regional
Giménez considera que, si bien la influencia de los líderes progresistas regionales en Ecuador no va a ser total, sí será significativa.
Un ejemplo de transformaciones estratégicas es el desmantelamiento del llamado Arco del Pacífico, articulación de países andinos con administraciones neoliberales para oponerse a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), señala.
El triunfo de Boric, Castillo y Petro en los países latinoamericanos con salida al Pacífico han dejado sin plafón político al Ecuador de Lasso, evidencia Giménez.
Además, la analista argentina llama a recordar la vieja premisa de geopolítica suramericana que apunta que el continente se mueve hacia donde se mueva Brasil, país en que podría triunfar eventualmente el aspirante del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva.
Brasil no sólo es el país más poblado de toda Latinoamérica, sino también su economía más poderosa, con una participación estratégica en vínculos de relevancia geopolítica intercontinental, como el BRICS, compuesto por el gigante suramericano, Rusia, la India, China y Sudáfrica.
"En ese sentido, un triunfo de Lula en Brasil habilitaría empezar a reconstruir los mecanismos de integración destruidos por el neoliberalismo tardío del llamado Grupo de Lima", recuerda Giménez, una alianza abiertamente en contra del proceso bolivariano de Venezuela.
Aunque con la victoria de Castillo en 2021 el Grupo de Lima perdió Lima, el acuerdo fue inicialmente suscrito en 2017 por la Argentina de Macri, el Brasil de Bolsonaro, el Chile de Piñera, la Colombia de Duque, el México de Peña Nieto, Canadá, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá, Paraguay, Perú, Guyana, Haití y Santa Lucía, a la que se sumaría la Bolivia de Jeanine Áñez.
"Pero más allá de quién gobierne, la principal tarea en relación a la direccionalidad de las políticas de gobierno en toda Latinoamérica tiene que ver con la capacidad de los sectores populares movilizados de ejercer presión para orientar dicha política en beneficio de las grandes mayorías, ya que las presiones del establishment norteamericano no dejan de ser una realidad efectiva en el territorio", apunta la analista argentina.
Es decir, agrega Giménez, Washington sigue teniendo capacidad de cabildeo para descarrilar las iniciativas populares que sustentan a líderes progresistas y para sustituirlas por programas neoliberales.
Un periodo de ofensiva imperialista
Los liderazgos ecuatorianos de Moreno y Lasso, a pesar de la presidencia de Correa, se inscriben en un periodo de ofensiva imperialista contra los procesos latinoamericanos, califica Giménez.
A finales de 2015 y 2016, repasa la analista, se impulsó el juicio de destitución de la entonces presidenta de Brasil Dilma Rousseff, el macrismo arribó a Argentina, se impulsó el no a la paz en Colombia y el rechazo al referéndum constitucional en Bolivia.
El imperialismo, agrega, utilizó ataques multidimensionales para imponer su voluntad y torcer el camino de integración con soberanía y justicia social que se emprendió en Latinoamérica desde 1999, con el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela.
Y los procesos fueron atacados desde frentes judiciales, mediáticos, económicos y diplomáticos, entre otras formas, abunda Giménez.
"Lenín Moreno resultó un traidor, pero todo traidor tiene que tener un marco. Y el marco fue una avanzada imperialista contra el arco popular y progresista de la región, luego de 15 años de una política de integración que logró romper con el 'consenso de Washington' impuesto por el poder angloamericano en la década de los 90", problematiza la investigadora.
El presidente banquero
No obstante, las protestas populares, el movimiento indígena, la inconformidad social contra los programas neoliberales de Quito, lo cierto es que Lasso, extitular del Banco Guayaquil, está mandatado hasta 2025.
Giménez explica que la victoria del empresario estuvo acompañada de una fuerte campaña mediática en contra de Rafael Correa, antecesor y aspirante a regresar al ejecutivo ecuatoriano como vicepresidente.
"Incluyó propaganda sucia. Merece especial atención la campaña en la red social TikTok, que se llamó ‘Hola, TikTok. Lasso presidente’, en la cual se lo veía con zapatos y campera roja, con una muleta en su brazo derecho y, al ritmo del Bad de Michael Jackson, el banquero alcanzó 335.000 de likes y 4,4 millones de vistazos", apunta la analista argentina.
Además, el triunfo electoral de Lasso estuvo antecedido de la proscripción de Correa para participar en las elecciones y fue acompañado del apoyo de sectores de la economía trasnacional, además del apoyo incondicional de la Organización de los Estados Americanos (OEA), con sede en Washington, acusa Giménez.
Esta última, la OEA, repasa la investigadora, incluso sostuvo una reunión con el Consejo Nacional Electoral (CNE) ecuatoriano el 13 de febrero de 2021, el entonces candidato Lasso y el candidato Yaku Pérez, del movimiento Pachakutik, fuerza electoral de la Conaie.
"Dudosos movimientos en los que la OEA jugó un rol irregular, que demuestran que Lasso no es Lasso, sino tan sólo un brazo de maniobra más de la estrategia imperialista en el continente, al igual que Áñez en bolivia, Macri en Argentina, Piñera en Chile, Duque en Colombia, Lacalle Pou en Uruguay", califica.
"Y la lista sigue, no son individuos, no son proyectos de país, son estrategias de poder articuladas continentalmente", concluye.
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