lunes, 9 de julio de 2018

Comentario Evangelio San Juan

Evangelio según san Juan (20,24-29):
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Palabra del Señor
La Iglesia de hoy celebra al apóstol Tomás; su vocación adquiere sentido para nosotros, personal y eclesialmente, porque se hizo “responsable” de la experiencia del Resucitado y del sostenimiento de la comunidad de fe. Dos son los aspectos fundamentales de este relato. El primero es la ausencia de Tomás del ámbito de la comunidad. Y esta ausencia reviste de una relevancia única: la manifestación de Jesús Resucitado tiene sentido en y por relación con la comunidad. El segundo aspecto, es que nuestra fe, es de algún modo heredada de la experiencia de la comunidad pospascual, porque son ellas las que tienen experiencia de que el Resucitado, es el Crucificado. Sin embargo,  dicha fe se sostiene por la memoria misma de Jesús, y porque es Dios mismo quien lo resucita. Y se tiene conciencia de esto, no por “meter los dedos”, sino por la fe compartida de la comunidad y de la experiencia de Dios en la propia vida. La fe cristiana no es una comprobación científica, sino una experiencia de encuentro “trascendente” y se da en la densidad de la vida.
Diario Bíblico 2017
Misioneros Claretianos

No hay comentarios:

Publicar un comentario