sábado, 14 de julio de 2018

Evangelio según san Mateo (10,24-33):

Evangelio según san Mateo (10,24-33):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados! No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»
Palabra del Señor

1.      Jesús les ha dicho a sus apóstoles que van a ser perseguidos y enseguida les explica por qué. Si de verdad se han identificado con Jesús, lo lógico es que les va a pasar en la vida lo mismo que le pasó a Jesús. Si él fue perseguido por los dirigentes de su propia religión, es evidente que quienes se presentan como los discípulos de aquel Jesús, si de verdad lo son, tendrán que pasar por la misma situación. Están equivocados los dirigentes actuales que piensan que eso ocurrió en el “antiguo pueblo de Dios”, pero que ya no puede ocurrir en el “nuevo y definitivo pueblo elegido”. No hay en este mundo religión elegida y exenta de error. Los sumos sacerdotes de Israel no se equivocaron por ser de Israel, sino por ser sumos sacerdotes que tenían la convicción de que ellos no se equivocaban.

2.      El que se ve amenazado, siente miedo. Por eso, la gran tentación de los apóstoles (y de sus sucesores) es el miedo. Cuatro veces habla Jesús del miedo.  Y el gran peligro del que tiene miedo es callarse o decir las cosas de forma que no le compliquen la vida. Cuando eso ocurre, el Evangelio se convierte en “proyecto político”, disfrazado de “proyecto apostólico”, de “responsabilidad pastoral” o cosas parecidas.
José M. Castillo
La Religión de Jesús

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