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sábado, 12 de septiembre de 2020
Servicio Bíblico Latinoamericano, comentarios Semana 13 al 19 de setiembre de 2020 – Ciclo A
Servicio Bíblico Latinoamericano
Semana 13 al 19 de setiembre de 2020 – Ciclo A
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Domingo 13 de Septiembre
24º Ordinario
Juan Crisóstomo (407)
Eclesiástico 27,33–28,9: Perdona la ofensa de tu prójimo
Salmo 102: El Señor es compasivo y misericordioso
Romanos 14,7-9: En la vida y en la muerte somos del Señor
Mateo 18,21-35: Perdona hasta setenta veces siete
Tanto en los tiempos de Jesús como en nuestro tiempo, el corazón del ser humano está tentado por el odio y la violencia. Cuando hay odio y rencor el sentimiento de venganza hace presa de nuestro corazón. No sólo hacemos daño a otros, sino que nos hacemos daño a nosotros mismos. Sólo el perdón auténtico, dado y recibido, será la fuerza capaz de transformar el mundo. Y no sólo hablamos de un asunto meramente individual. El odio, la violencia y la venganza como instrumentos para resolver los grandes problemas de la Humanidad está presente también en el corazón del sistema social vigente
El libro de Ben Sira, conocido como el Eclesiástico, compuesto alrededor del siglo segundo antes de la era cristiana, proporciona una serie de orientaciones éticas y morales para garantizar la madurez de la persona y la convivencia social. Estamos ante una obra de profundo contenido teológico. El autor, Ben Sira, señala al pecador como poseedor de la ira y el furor que conduce a la venganza. Y esta venganza se volverá contra el vengativo. Por eso el único camino que queda es el camino del perdón. También aquí aparece la reciprocidad entre perdonar y obtener perdón. No se puede aspirar al perdón por los pecados cometidos si no se está dispuesto a perdonar a los otros. Tener la mirada fija en los mandamientos de la alianza garantiza la comprensión y la tolerancia en la vida comunitaria. Como vemos, ya desde el siglo II aC se plantea este tema de profundo sabor evangélico.
El núcleo del pasaje de la carta a los Romanos es proclamar que Jesús es el Señor de vivos y muertos. He aquí una bella síntesis existencial de la vida cristiana. Para el creyente lo fundamental es orientar toda su vida en el horizonte del resucitado. Quien vive en función de Jesús se esforzará por asumir en la vida práctica su mensaje de salvación integral. Amar al prójimo y vivir para el Señor son dos cosas que está íntimamente ligadas. Por lo tanto, no se pueden separar. Quién vive para el Señor amará, comprenderá, servirá y perdonará a su prójimo.
En el evangelio de Mateo, otra vez Pedro salta a la escena para consultar a Jesús sobre temas candentes en el ambiente judío en que crece la comunidad cristiana. Pero la actitud de Pedro es la del discípulo que quiere claridad sobre la propuesta del maestro. No es la actitud arrogante de los Fariseos y Letrados que quieren poner a prueba a Jesús y encontrar un error garrafal que ofenda la ortodoxia judía para tener de qué acusarlo.
Pedro pregunta por el límite del perdón. Pero para Jesús, el perdón no tiene límites, siempre y cuando el arrepentimiento sea sincero y veraz. Para explicar esta realidad, Jesús emplea una parábola. La pregunta del Rey centra el tema de la parábola: ¿no debías haber perdonado como yo te he perdonado?
La comunidad de Mateo debe resolver ese problema porque está afectando su vida. El perdón es un don, una gracia que procede del amor y la misericordia de Dios. Pero exige abrir el corazón a la conversión, es decir, a obrar con los demás según los criterios de Dios y no los del sistema vigente. Como diría el juglar de la fraternidad, Francisco de Asís, “porque es perdonando como soy perdonado”.
En la catequesis tradicional de la Iglesia católica se exigían cinco pasos, quizás demasiado formales, para obtener el perdón de los pecados: «examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, confesarlos todos, y cumplir la penitencia» -así lo expresaba uno de los catecismos clásicos-. De tal manera que el perdón y la reconciliación, si bien son una gracia de Dios, también exigen un camino pedagógico y tangible que ponga de manifiesto el deseo de cambio y un compromiso serio para reparar el mal y evitar el daño.
En muchos países de América Latina, luego de las dictaduras militares de los setenta y ochenta, se dictaron leyes de amnistías, perdón y olvido, «obediencia debida», o «punto final». Los golpistas y sus colaboradores, responsables por decenas de miles de muertos y desaparecidos en cada uno de nuestros países, se autoperdonaron, burlándose de la justicia y de la verdad. Pero sin Verdad y Justicia, las heridas causadas por la represión en muchos hogares y comunidades no cerraron, con ello. Y a pesar de todas las leyes encubridoras, la presión, el silencio, el ocultamiento de pruebas... la Justicia no dejó de hacer su camino. Llega tarde, pero no deja de llegar. El 14 de junio de 2005, en Argentina, el Tribunal Supremo declaró nulas por inconstitucionalidad las leyes de obediencia debida y de punto final. El día siguiente La Corte suprema de México declaró «no prescrito» el delito del expresidente Echeverría por genocidio en la matanza de estudiantes de 1971... Otros muchos dictadores y golpistas, a pesar de todo, fueron juzgados, dando su lugar a la Verdad y a la Justicia. El perdón y la reconciliación son una exigencia inalienable del ser humano, e indetenible. Tardará, pero llegará, de una u otra manera. Y es un proceso de restauración (no de venganza), que trata de reconstruir tanto al victimario como a la víctima.
En ese sentido, nuestras comunidades cristianas deben ser espacios propicios y activos a favor de una verdadera reconciliación basada en la Justicia, la Verdad, la misericordia y el perdón. Porque nunca el Evangelio llama a tolerar la impunidad. La Iglesia –o sea, nosotros- debemos apoyar los procesos de reconciliación por el camino verdadero: la Verdad y la Justicia, el no a la impunidad, y la reconciliación profunda de la sociedad. Y así, también la Iglesia conseguirá el perdón por su silencio cómplice en no pocas de sus figuras jerárquicas conniventes.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 95 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Setenta veces siete». El audio, el guión y su comentario teológico-bíblico pueden ser tomados de aquí: https://radialistas.net/95-setenta-veces-siete/
Para la revisión de vida
- “Ante Dios todos somos deudores insolventes”, dice el comentario bíblico. Es cierto: probablemente, todos tenemos mucho de que ser perdonados… ¿Rezo yo, con humildad, aquello de “perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”
Para la reunión de grupo
- “Ante Dios todos somos deudores insolventes”, dice el comentario bíblico... En algún sentido es cierto, lógicamente. Pero también expresa toda una imagen de Dios –y del ser humano- ante Quien nadie es santo, nadie es digno, todo es pecado… La teoría del pecado original, según la cual todos entramos en la existencia previa e irremediablemente ya descalificados por ese pecado, estaría en la misma línea. Cierto tipo de pastoral apostólica, muy extendida, se construía sobre el mecanismo de “convencer a la persona de sus pecados”, para suscitar la petición de la confesión, objetivo final de la acción apostólica. Hacer apostolado sería lograr que la gente se dé cuenta de que es pecadora y se confiese y comulgue. Y esa pastoral sería la máxima “misión cristiana”… ¿Estamos de acuerdo con esa concepción pecaminosa del ser humano? ¿Qué crítica se nos ocurre a la imagen de Dios –y de persona humana- ahí subyacente?
- Si nos despojáramos de la rutina -que todo lo puede llegar a ocultar-, ¿a qué suena la expresión “Señor, ten piedad”? En rigor, ¿sería una expresión adecuada para dirigirnos a Dios? Dice Tony de Melo que de/a Dios decimos a veces cosas que no nos atrevemos a decir de/a cualquier persona medianamente buena»… (En ninguna ocasión, en ninguna circunstancia, hoy día, una persona le dice a otra «ten piedad de mí»; pero seguimos diciéndolo –¡y cantándolo, y a veces con qué ritmos y cadencias tan incompatibles!– en la misa dominical...).
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Para la oración de los fieles
- Por la Iglesia, para que sea signo permanente de reconciliación en el mundo y lo haga evidente empezando por ella misma. Oremos.
- Por los gobiernos de los pueblos, para que promuevan un orden social justo y respeten el derecho a la vida y a la libertad de todos los ciudadanos. Oremos.
- Por las diferentes legislaciones del mundo, para que en todas ellas se elimine la pena de muerte, se aplique una justicia igual para todos y se favorezca el perdón y la reinserción social. Oremos.
- Por todas las personas, para que colaboremos en crear un mundo mejor en el que seamos capaces de entendernos desde la igualdad y la justicia. Oremos.
- Por todos los que han sido ofendidos de cualquier manera, para que sepan perdonar y olvidar, y así fomentar un mundo en concordia, paz y justicia. Oremos.
- Por todos nosotros, para que vivamos en actitud permanente de perdón y la ejerzamos con generosidad. Oremos.
Oración comunitaria
- Dios, Padre nuestro, Madre nuestra: haz que descubramos la importancia que tiene para nuestras vidas el sabernos y sentirnos perdonados y perdonadas por Ti, de manera que también perdonemos de corazón a quienes que nos han ofendido. Por Jesucristo.
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- Oh Dios, creador del ser humano, fundamento de la Existencia, del Amor y de la Gracia; acrecienta en nosotros y nosotras la conciencia de tener nuestros fundamentos en tu Amor, para que habiendo optado radicalmente por el Bien y por el Amor, vivamos libres de toda culpabilidad malsana. Por Ti, que eres el Amor, la Reconciliación y la Gracia
Lunes 14 de Septiembre
Exaltación de la S. Cruz (en algunos países)
Núm 21,4-9: Los mordidos de serpiente quedarán sanos
Salmo 77: No olviden las acciones del Señor
Flp 2,6-11: Dios lo exaltó
Jn 3,13-17: Ha de ser elevado el Hijo del hombre
La cruz como signo de contradicción sigue pareciendo absurdo para nuestro mundo. El proyecto de Jesús de Nazaret va más allá de preservar la vida, para entregarla y así humanizar la misma vida. Las obras memorables de Cristo parten de su humillación hasta asumir una muerte de cruz. Creer en Jesús conlleva tener la vida eterna que es garantía de su ofrenda de amor. Hoy la vida de nuestros pueblos tiene muchas cruces que a lo largo del camino va asumiendo o va padeciendo, sabiendo que el camino del sufrimiento es una realidad a la que no podemos escapar. Alguien hablaba de “encontrar la cruz y celebrar la cruz”. Se ha hablado de la invención de la cruz es decir encontrarla en su dimensión histórica. Sin embargo, la cruz de Jesús nos remite al sacrificio que se manifiesta en el torrente eterno de amor que nace en el calvario y que, en esa pasión y entrega, está nuestra salvación que es la verdadera alegría. ¿Como asumimos nuestras propias cruces?
Martes 15 de Septiembre
Ntra. Sra. de los Dolores
Heb 5,7-9: Es Autor de salvación
Salmo 30: Sálvame, Señor, por tu misericordia
Jn 19,25-27: Mujer ahí tienes a tu hijo
Hoy estamos celebrando la fecundidad del sacrificio de un amor que triunfa de la muerte y Cristo se levanta victorioso. María nos invita a entender ese dolor y vencerlo de cara al gran amor que se manifiesta en la donación universal del Hijo de Dios. El camino del sufrimiento que lleva al hijo de Dios a obedecer encontrando razón de ser y existir desde la misma voluntad de Dios. Ahí frente a esa cruz estaba su Madre, no solo soportando sino amando sobremanera en una admirable actitud, un amor que se unía a la redención humana y asume toda la condición humana en la entrega generosa de quien había dicho: “yo entrego mi vida… nadie me la quita”. María ha vivido esta experiencia de amor redentor y se une al sacrificio de Jesús. Ella está pendiente al pie de la cruz contemplando el dolor de su Hijo. La Madre Dolorosa ha de inspirar la entrega de tantas madres que dan la vida por sus hijos diariamente. ¿Como podemos ser solidarios con tanto dolor de madres laceradas?
Miércoles 16 de Septiembre
Cornelio y Cipriano (253 y 258)
1Cor 12,31–13,13: Queda la fe, la esperanza, el amor
Salmo 32: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad
Lc 7,31-35: ¿Con quién compararé a esta generación?
Jesús hace una comparación donde delata la lentitud para iniciar el proceso de conversión. Por una parte el pecado y por otra su bondad forman un binomio que requiere pasar por el arrepentimiento para llegar a la conversión. Jesucristo muestra la misericordia de Dios y sin embargo es cuestionado. El testimonio de Juan Bautista había sido cuestionado y acallado por el poder de la maldad humana que lo decapitó para no escucharlo. Es por eso que Jesús compara a la gente de ese tiempo con los que no han entrado en sintonía con los tiempos que están viviendo, tiempos de gracia, de perdón, de misericordia gratuita en la misma persona de Jesús. Aunque mucha gente no lo ha acogido, los discípulos se han adherido a esta nueva realidad que está aconteciendo y que todo lo está impregnando con su dinamismo de misericordia. ¿Me siento urgido a entrar en esa dinámica que trae Jesús cuando propone el Reino de Dios como una nueva manera de relacionarnos y entrar en comunión con Dios?
Jueves 17 de Septiembre
Roberto Belarmino (1621)
Hildegarda de Bingen (1179)
1Cor 15,1-11: Esto es lo que predicamos
Salmo 117: Den gracias al Señor porque es bueno
Lc 7,36-50: Sus pecados están perdonados
Esta escena resalta a una mujer que encuentra a un hombre capaz de perdonar. Ella intuye que Jesús trasparenta la bondad de Dios y por eso se arriesga a entrar a casa del fariseo para ponerse a sus pies y ser desbordada por ese torrente de amor que trasmite aquel profeta no reconocido por los anfitriones. Jesús sabe dónde está la llaga social y permite que la mujer toque sus pies y de este modo eleva su dignidad de ser humano, porque ella se abrió a la realidad de la salvación ofrecida. Jesús, es el profeta esperado, y en esta escena se cuestiona su misión liberadora. El fariseo ve el mal como un estigma que se debe atacar con toda la fuerza de la ley de Moisés. Sin embargo, Jesús piensa en la fuerza del bien para sanar lo que está dañado, en el bien que tiene poder de purificar y salvar lo que está perdido, lo que está marginado. ¿Estoy entrando en esa dinámica del Reino que acontece?
Viernes 18 de Septiembre
María Salvat Romero (1998)
José de Cupertino (1663)
1Cor 15,12-20: Si Cristo no ha resucitado, su fe es vana
Salmo 16: Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor
Lc 8,1-3: Algunas mujeres acompañaban a Jesús
Lucas hace un significativo realce a las mujeres que servían y acompañaban a Jesús y participaban con sus bienes. La generosidad a la propuesta de Jesús se hace presente en ellas como una respuesta ejemplar para ponerse al servicio del Reino de Dios. Estas mujeres tocadas en su corazón por Jesús, van acompañando y viendo crecer la vida de Dios en medio de aquellos pueblos que eran evangelizados y ellas mismas se convierten en colaboradoras activas. Jesús quiere que el hombre viva y este evangelio es impulsado por la presencia femenina que se involucra en la propagación de la Buena Noticia. Así la mujer se vuelve clave de entrada a la acción de Dios en Jesús de Nazaret. Las mujeres, con su fina sensibilidad y cercanía a la vida, toman un papel protagónico en la evangelización. La Iglesia entera está enriquecida con la presencia femenina. ¿Se experimenta hoy a la mujer como ministra de la vida que se compromete a humanizar la sociedad unida al proyecto de Dios en Jesús?
Sábado 19 de Septiembre
Jenaro, mártir (305)
1Cor 15,35-37.42-49: Se siembra lo corruptible
Salmo 55: Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida
Lc 8,4-15: Unas semillas dieron fruto abundante
La explicación que hace Jesús de la parábola del sembrador muestra de manera pedagógica lo que Dios quiere comunicar a los oyentes del Maestro. La Palabra de Dios es una semilla que requiere una tierra fértil y bien dispuesta para generar vida y producir frutos. Esa Palabra que no vuelve a Dios sin haber fecundado la tierra, llega a las multitudes que se sienten atraídas por la seducción de aquel Profeta. la Palabra es como una semilla que es arrojada pero que se encuentra con diversos escenarios que pueden acogerla o ahogarla según la disposición del recipiente. Hoy, la Palabra de Dios sigue siendo arrojada por los sembradores en realidades de injusticia, opresión, indiferencia que exhiben el descarte de hombres y mujeres víctimas de una tierra que ha sofocado la Palabra, que la ha descuidado y hasta ha olvidado su talante vivificador. También ahora, el Reino exige tierra buena, fértil y bien dispuesta que germinar y crecer. ¿De qué manera nutres la tierra de tu Comunidad Cristiana para que la Palabra de frutos?
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