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miércoles, 27 de marzo de 2024
La tragedia que vive Haití tiene como origen la histórica injerencia de EEUU
"La tragedia que vive Haití tiene como origen la histórica injerencia de EEUU"
Sputnik Mundo, 26.03.2024
La isla se encuentra sumida en una dramática crisis política y social, agravada por la reciente dimisión del primer ministro Ariel Henry y la toma de la calle por parte de pandillas. Sin embargo, el colapso del país se remonta a décadas atrás, con las acciones rapaces de Francia y EEUU y las desastrosas Misiones de Paz de las Naciones Unidas.
En los últimos años, especialmente tras el devastador terremoto del 2010 que dejó más de 220 mil víctimas y el asesinato del entonces presidente Jovenel Moise ocurrido en julio del 2021, la crisis multifacética en Haití ha copado el espacio destinado a los asuntos internacionales, con los distintos medios y portales informando sobre los imprevistos vuelcos de la investigación sobre el magnicidio —actualmente, los acusados son ciudadanos colombianos, estadounidenses y hasta la propia viuda del mandatario— y las dramáticas escenas de violencia y desnutrición en las calles de la capital Puerto Príncipe dominando la cobertura.
Sin embargo, pese a que la mayoría de estos artículos se centran en los desastres humanitarios y las intrigas palaciegas que marcan los últimos acontecimientos, lo cierto es que para entender los orígenes de la tragedia que se está desarrollando en la isla caribeña, el país más pobre de las Américas y el Hemisferio Occidental, es necesario retrotraerse al menos dos siglos atrás, para entender el papel que las grandes potencias han jugado en el debilitamiento institucional y el freno del desarrollo democrático y el expolio económico de Haití.
Hay que recordar que la pequeña isla, ubicada al oeste de la República Dominicana y entre el Mar Caribe y el Atlántico Norte, fue el primer país de América Latina en obtener su independencia, luego de siglos de explotación por parte de España primero y luego Francia, que consideraba a Haití —llamada entonces Saint-Domingue— una de sus colonias más redituables por apropiarse y exportar el azúcar, añil y café que producían sus habitantes en el territorio, principalmente los esclavos de origen africano que habían sido llevados ahí por los terratenientes blancos.
Pero pese a obtener la independencia relativamente temprana en la cronología de los rompimientos con los imperios europeos del continente, las cosas estuvieron lejos de ser fáciles para los nuevos gobernantes. Por presión de EEUU, que acababa de obtener su propia independencia de Gran Bretaña, pero que no reconocía al nuevo Estado, Haití debió firmar un contrato en el que se comprometía a pagarle a Francia —más específicamente a los exdueños de los esclavos locales— reparaciones económicas por liberar a la "mano de obra" que producía sus riquezas.
Si bien el nuevo gobierno haitiano se negó inicialmente a firmar el acuerdo, tanto Francia como EEUU amenazaron al país de impedirle poder llevar adelante relaciones comerciales con el resto del mundo, un antecedente de la política de bloqueos y sanciones que Washington llevaría adelante luego, por lo que Haití debió acceder al ruinoso convenio para evitar sufrir un boicot.
Esto provocó que el país caribeño tuviese que volver atrás ciertos progresos sociales que había establecido tras el éxito de la Revolución para instaurar un sistema productivo lo suficientemente efectivo para poder pagarle a Francia y a los propietarios de las tierras.
Este esquema duró casi cien años, hasta que una serie de revoluciones terminaron con una intervención de EEUU —que controló el país durante dos décadas, a partir de 1915— decretada por el entonces presidente estadounidense Woodrow Wilson, que tenía como objetivo proteger los intereses de varias empresas estadounidenses de posibles nacionalizaciones de los recursos y hacer ingresar a bancos como Citibank en los negocios de la isla.
Esta acción se dio en el marco de un proyecto más grande elaborado por EEUU, focalizado en mantener el control de la región y capturar sus activos geopolíticos, como el recién inaugurado Canal de Panamá, que involucró ocupaciones y golpes de Estado a lo largo de Centroamérica, en muchos casos impulsados por las propias empresas estadounidenses con fuertes lazos con Washington, como la United Fruit Company, una multinacional frutera que coloca y quitaba gobernantes según su conveniencia.
En ese período EEUU asumió el control de las finanzas del país caribeño, presionó al Congreso en las decisiones electorales, creó una Gendarmería dependiente de la marina estadounidense, instruyó la disolución del parlamento e intentó, aunque sin éxito, impulsar cambios constitucionales que no limitaran los derechos a la propiedad de los extranjeros en el país. Esta es considerada la ocupación más larga del Gobierno estadounidense, aunque no fue la única.
A finales de los 50, en pleno fervor revolucionario en la región, EEUU implantó al clan Duvalier (primero al padre François y luego a su hijo Jean-Claude) como dictadores vitalicios, quienes no solo aseguraban la continua explotación de los recursos de la isla por parte de las empresas de EEUU, sino también la colaboración para espiar a la vecina Cuba (François era un rabioso anticomunista).
Con el apoyo de Washington y tal como sucediera en otras partes del continente donde EEUU implantó por aquellos años sangrientas dictaduras, la familia Duvaleir gobernó la isla con mano de hierro, siendo responsables de la desaparición de miles de personas y creando una red de empresarios corruptos amigos, que provocaron la ruina económica del país, que comenzó a exhibir cifras de pobreza similares a las zonas menos desarrolladas de África.
Tras la caída del gobierno de Jean-Claude Duvalier, en febrero de 1986, una serie de golpes de Estado militares y gobiernos democráticos de corta duración marcarían las siguientes décadas de Haití.
Un estado paralelo conformado por las ONG estadounidenses que hundieron al país
"La tragedia que vive Haití tiene sin dudas como origen la histórica injerencia de EEUU y la OTAN", le dice a Sputnik Samuel Losada, internacionalista egresado de la Universidad de Belgrano, quien señala que "incluso The Economist, que no es precisamente un diario de izquierda o combativo del capital, dijo hace poco en un artículo que pocas naciones habían experimentado tanta intromisión extranjera y tan desastrosa como la isla caribeña".
"Hay que tener en cuenta que no se trata solo de una rémora de un pasado colonialista de lo que estamos hablando o de la campaña anticomunista de Washington de mediados de siglo. Por ejemplo, en las elecciones del 2011, aplazadas un año por la tragedia del terremoto, EEUU presionó para anular los resultados de la primera vuelta, que lo hacían avanzar al candidato del entonces presidente, quien había perdido el apoyo de Washington. Así, a través de las recomendaciones de la OEA, colocó en la segunda vuelta a quien en realidad había salido tercero, el musico Michal Martelly, que era el candidato que el gobierno de Obama apoyaba y que finalmente ganó, en unos comicios muy cuestionados", explica el analista.
Según Losada, EEUU no solo ha capturado el gobierno de Haití poniendo presidentes títeres y quitando apoyo cuando estos dejaban de obedecerle o servirle, como recientemente ocurriese con Henry, a quien Washington llamó a dimitir tras inicialmente haber alentado a que ocupara el poder tras la muerte de Moise, sino a través del establecimiento de un "estado paralelo" formado por distintas ONG.
"La multiplicación de estos organismos en el país, que en muchos casos cumplen un rol que el Estado ha dejado vacío, significa no solo el debilitamiento de las instituciones, sino que los propios gobiernos extranjeros, como EEUU, pueden manipular a estos países y sus políticas públicas gracias al financiamiento que ellos les proveen a estos organismos, que son los interlocutores de facto en el terreno", señala.
En el caso de Washington, que en el pasado basó sus políticas con respecto a Haití para defender los intereses de sus empresas, y luego su doctrina de seguridad con el objetivo de evitar la llegada de gobernantes no alineados con EEUU, en los últimos años ha virado a una estrategia basada principalmente en la contención de migrantes haitianos.
"Actualmente, el gobierno del presidente Joe Biden busca antes que nada, como lo hace con otras naciones de Centroamérica, no impulsar un desarrollo interno ni ayudar a establecer unas políticas que ayuden al país a salir de la crisis, ni mucho menos devolver el poder a los ciudadanos de Haití, sino la imposición de gobernantes que, aunque las cosas empeoren, les aseguren el freno de la llegada de haitianos a EEUU y el control de la política migratoria", afirma.
"Se trata, a fin de cuentas, de una nueva versión de lo que ha sucedido siempre: EEUU tratando a América Latina como su patio trasero. En este caso, la crisis institucional en Haití es muy grave, y la crisis humanitaria es todavía más trágica, pero con actores que obran de mala fe como el presidente Joe Biden y con el historial siniestro de las misiones de las Naciones Unidas que han dejado un regadero de denuncias de abusos sexuales por parte de sus Fuerzas de Paz [conocidas como Cascos Azules], realmente el escenario de una salida pacífica o un horizonte exitoso a corto plazo es muy poco probable", concluyó Losada.
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