miércoles, 11 de octubre de 2017

COMENTARIO EVANGELIO SEGUN SAN LUCAS 11:1-4

 Lucas (11,1-4):
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo: «Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."»
Palabra del Señor

1.       Aunque resulte extraño, si un discípulo le pidió a Jesús que les enseñara a orar, parece lógico (por más ilógico) que el interés por la oración brotó de los discípulos, no de Jesús. Lo cual no quiere decir que a Jesús no le importara el asunto de la oración. Lo que ocurre es que Jesús vio claro que, en el tema de la oración, lo que importa no son las enseñanzas, sino la práctica. No interesa “saber” mucho sobre la oración, sino “hacer” mucha oración. Como sabemos que hizo Jesús: oraba con frecuencia y de forma prolongada. Una persona que hace oración, contagia su experiencia a los demás, sin que diga nada sobre el asunto. Jesús fue fiel a aquello (que él mismo había dicho): “Cuando reces, no te exhibas en la esquina” (Mt 6, 5).
2.       El Padre nuestro, antes que una fórmula de oración, es un programa de vida. Porque lo que se expresa en esa oración es toda una manera de entender la vida. Y los valores que tienen que regir nuestra vida. Rezar el Padre nuestro es decirle a Dios cómo es nuestro estilo de vida y lo que manda en la vida que llevamos. Equivale, por tanto, a decir que lo primero, en nuestra vida, es Dios: el respeto a la santidad de Dios, el deseo que sea Él quien reine y mande en este mundo, el anhelo de que siempre se cumpla lo que Dios quiere. ¿Qué significa todo esto?
3.       Significa que Dios es lo más importante, lo que ante todo nos interesa en la vida. Esto no significa que tengamos claro todo lo que sobre Dios se ha escrito y se ha dicho. Significa, más bien, que, en la vida, lo que decisivo es una convicción relacionada con “lo trascendente”, es decir, con lo que está por encima y más allá de lo inmediato, lo que nos conviene en este momento, lo que deseamos y apetecemos, lo que gratifica nuestros intereses, nuestros orgullos y vanidades. Cuando en la vida se toma en serio “lo trascendente”, “lo último”, “lo definitivo”, el deseo y la ambición quedan subordinados a principios éticos que nos hacen mejores personas, más útiles para los demás, y también más felices en nuestra intimidad secreta. He ahí el sentido primero y el más elemental del Padre nuestro.
José M. Castillo
La Religión de Jesús

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