En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»
Palabra del Señor
La levadura es parte muy importante en la preparación del pan. Le da suavidad y a la vez consistencia. Permite que la masa crezca y el pan resulte abundante. Parece que la “levadura” que da sabor a la doctrina de los fariseos no es de buena calidad. Jesús no rechaza a las personas sino sus actitudes negativas. Lo que Jesús rechaza de los fariseos es su soberbia. Su autosuficiencia y su doble moral. Es decir, su actitud hipócrita frente a los demás en cuanto al cumplimiento de la ley se refiere. La convierten en un yugo que esclaviza y atropella la dignidad y la libertad de las personas, sobre todo, de los pobres. En segundo lugar, Jesús declara la bondad y la misericordia de Dios para con todos los seres humanos, particularmente los pobres. Él cuida de cada uno de nosotros, por eso nadie puede hacernos daño en nuestra conciencia si tenemos la confianza puesta en Él. Oremos para que el Señor nos dé un corazón transparente, sincero y diáfano.
Diario Bíblico 2017
Misioneros Claretianos
No hay comentarios:
Publicar un comentario