Venezuela, el mundo al revés y la guerra de EEUU
Si nos dejamos convencer que hay que mandar a los “marines para inyectar democracia” (Benedetti) en Venezuela, como nos dejamos convencer por Bush y Aznar de que había que invadir Irak el coste lo pagarán los venezolanos. Irak está hoy en ruinas por una guerra basada en mentiras que costó cientos de miles de muertos-, también Libia donde hoy se venden esclavos , invadida por Obama (“mi peor error” confesaría), al igual que Siria donde Clinton apoyó al terrorismo islámico.
Pero además de las consecuencias para el pueblo de Venezuela, si aceptamos que el criterio usado para definir democracia y dictadura lo decida el gobierno ultraderechista de Estados Unidos, presidido por Trump, y la UE mantiene su sumisión empujada por Trump (como informó El País) el mundo habría entrado en una fase de totalitarismo global disfrazado de democracia.
Las fuerzas extranjeras
Incluso para los que son muy críticos con el gobierno de Maduro, pero defienden la paz y la no intervención, les sonará a sarcasmo oír hablar de democracia a Guaidó (el opositor empujado por EEUU a autoproclamarse presidente) mientras defiende la intervención extranjera (disfrazada de ayuda humanitaria, ya en marcha con tropas de Brasil, Colombia y EEUU), u oírle llamar al golpe militar a las Fuerzas Armadas de Venezuela y alentar a la guerra civil. Es todavía mayor sarcasmo que lo plantee EEUU gobernado por el ultraderechista Trump, xenófobo, machista, racista, ganador con trampas de las elecciones, que viola derechos humanos de inmigrantes, incluidos niños (como cuando los separa de sus padres y los encierra en jaulas) y de sus propios ciudadanos, como cuando los condena a prisión por el humano gesto de dejar agua a los inmigrantes, por no hablar de privarles de atención médica a millones de pobres. Pero no es solo Trump y los últimos gobiernos, EEUU tiene un largo historial de crímenes contra la humanidad desde su misma formación: votó en el Congreso anexarse todo México y Centroamérica y en 1823 el presidente Monroe declaró que América era para los (norte) americanos. Desde entonces invasiones y promoción de golpes militares fueron una constante hasta hoy: invasiones a México, al que arrebató más de la mitad del territorio que concentraba ricas tierras agrícolas, oro y petróleo, reiteradas invasiones a Nicaragua, Cuba, Panamá, República Dominicana, Haití, Guatemala, organización de golpes militares para imponer dictaduras criminales en Guatemala (contra Arbenz), en Argentina (en 1955, 1966, 1976 imponiendo a Videla), en Ecuador en 1961, 1963 en R. Dominicana con posterior ocupación, 1964 en Brasil, 1973 en Chile imponiendo a Pinochet, en el mismo año en Uruguay, en los ochenta y noventa de nuevo en Centroamérica, en 2002 el golpe contra Chávez en Venezuela apoyado por el partido Voluntad Popular creado por Guaidó y Leopoldo López –que promovieron las “guarimbas”, disturbios violentos incluyendo uso de armas de fuego que, junto a la represión, han provocado decenas de muertos entre manifestantes opositores policías en los años siguientes-. En la última década EEUU estuvo detrás del golpe militar en Honduras y del golpe “institucional” en Paraguay en 2012 y del golpe “institucional” contra Dilma Rousseff en Brasil en 2015, hasta la actual ofensiva contra Venezuela. Por no hacer la lista de guerras en todo el mundo: Corea, Vietnam, todo el sudeste asiático, Egipto, Irak, Irán, Libia, Siria, Yemen…
Desde el primer momento secundaron a Trump, y ofrecieron tropas para la invasión, el ultraderechista brasileño Bolsonaro, defensor de la violación, la violencia de género, el racismo y las privatizaciones masivas, Duque, presidente de Colombia, delfín de Uribe el creador de los paramilitares y el asesinato a opositores y activistas sociales (casi cuatrocientos en los últimos tres años) y Macri, presidente de Argentina y defensor del tiro por la espalda por parte de las fuerzas represivas, de la libertad a genocidas y que ha destruido la democracia y la economía en tres años.
Se sumó la UE que le reclama democracia a Venezuela pero que casi nada hace para frenar las violaciones de derechos humanos de los regímenes de Polonia o Hungría y otros países (en 18 de sus gobiernos está presente la ultraderecha, que gobierna para 170 millones de europeos) y que sostiene a regímenes violadores sistemáticos de derechos humanos como el de Arabia Saudí que realiza un genocidio en Yemen con armas europeas y la ha llevado a una crisis humanitaria que afecta a millones de personas a las que nadie importan. La UE también ampara los crímenes de Israel que practica un genocidio sobre el pueblo palestino, y al que pretende incorporar a la UE sin ser un país europeo porque lo exige EEUU. La UE que cede soberanía de los estados a las empresas transnacionales a las que en los Tratados de Comercio e Inversión les otorga derechos que no tenemos los ciudadanos (tribunales privados para sus conflictos con los estados, acceso privilegiado a cualquier legislación, derecho a indemnizaciones millonarias, etc.). El pasado colonialista de Europa que provocó millones de muertos, esclavizó a millones de personas y que por el reparto del botín colonial causó dos guerras mundiales, lo dejamos para otra ocasión. También dejamos de lado la complicidad con los regímenes de terrorismo de Estado en América Latina, como la España de la transición que en 1978 avaló a Videla, con el que el rey Juan Carlos intercambió honores en Argentina mientras se asesinaba a miles de ciudadanos, incluido 700 españoles, lo que ya era sabido en todo el mundo.
La legitimidad
Si lo que se plantea es la legitimidad, recordemos que el opositor Juan Guaidó, y Trump quieren deslegitimar al presidente venezolano Nicolás Maduro, que nos guste o nos disguste, fue elegido hace ocho meses en elecciones constitucionales supervisadas por cientos de veedores internacionales a las que se presentaron 15 partidos de la oposición y a las que a último momento tres partidos de ultraderecha anunciaron que no se presentaban a instancias de EEUU (con la complicidad de la UE como lo ha denunciado el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero que fiscalizó esas elecciones). Esta es la oposición que hoy pide golpe de Estado a los militares, alentando una guerra civil e intervención extranjera. Pedro Sánchez, a quién PP y C`s, apoyados por VOX, niegan la legitimidad de su gobierno surgido de una moción de censura un día y otro también, se ha convertido en vocero de la derecha intervencionista y golpista de la UE, presionada por EEUU, en vez de situarse con México y Uruguay y otros países que defienden una solución negociada.
En cuanto a la represión, los que reivindicamos el derecho inalienable a la manifestación pero reconocemos que en una democracia, por discutida que sea, deben ser pacíficas, constatamos que desde el intento de golpe de Estado de 2002 hubo violencia de grupos minoritarios que han usado armas de fuego contra la policías y funcionarios, violencia que ha sido reprimida y el saldo es de numerosas víctimas civiles y de fuerzas de seguridad. Reclamamos que se publiquen el resultado de las investigaciones judiciales de responsabilidades de ambas partes, pero a EEUU y la UE no les han preocupado las víctimas del oficialismo ni los asesinatos de los activistas colombianos, argentinos o brasileños. Por otra parte a ningún ciudadano progresista de estos países se le ocurriría proponer un golpe militar, una guerra civil o una invasión extranjera como solución. En España el Tribunal supremo rectificó una sentencia porque perjudica a la Banca, la justicia deja en libertad a violadores y pederastas, tolera la exaltación del genocidio del terrorismo de Estado franquista, se permite que VOX, además de un discurso que ampara la violencia de género, tenga impunidad por haberse financiado por una organización iraní denunciada por terrorismo. Esa justicia en cambio enjuicia huelguistas, titiriteros, tuiteros o raperos a la vez que condena duramente a personas acusadas de tirar piedras en manifestaciones.
El mundo al revés
Lo tremendo que nos sitúa al borde del triunfo del totalitarismo global es que prevalece sistemáticamente la posverdad, es decir la mentira presentada como verdad, o el mundo al revés que diría Eduardo Galeano. Mundo al revés que ha hecho que en pocas semanas, dos presidentes considerados como abiertamente antidemocráticos, ultraderechistas, xenófobos, racistas, machistas, promotores de la violación de DDHH y de la destrucción de la naturaleza negando el cambio climático para favorecer petroleras y empresas madereras y sojeras, que juegan a la III Guerra Mundial para evitar ser superados por China, de pronto sean tratados como los paladines de la democracia y la libertad. Esto no puede ser solo obra de los intereses financieros que están detrás de todos los medios que hegemonizan las comunicaciones, en esto hay también responsabilidad de los periodistas y columnistas que actúan como siervos del poder ocultando o deformando la verdad. Porque muchos de los que antes criticaron a esos césares ultraderechistas ahora repiten sus consignas sobre Venezuela.
La crisis económica
Nadie niega la grave crisis económica que vive Venezuela ni tampoco exime al gobierno de parte de responsabilidad en ella. El precio alto del petróleo permitió al gobierno financiar políticas sociales que, redujeron el desempleo y la pobreza (que bajó del 54% al inicio al 32% en 2013), eliminaron el analfabetismo, mejoraron la salud, construyeron casi dos millones de viviendas sociales y redujeron la desigualdad. Sin embargo la falta de una profunda reforma fiscal y gestión ineficiente impidieron mejorar salarios, resultados en distribución de la riqueza y diversificar matriz productiva, objetivo nada fácil en el capitalismo periférico. Pero la evidencia muestra el papel determinante del derrumbe del precio del petróleo en 2014, provocada por la combinación de producción récord de EEUU mediante fracking, insostenible a medio plazo dada su falta de rentabilidad (lo que sugiere que fue usado como ariete contra Venezuela, Rusia e Irán), la decisión de su aliado Arabia Saudí de bajar los precios y el aumento de la producción de Libia, sometida por EEUU y la reducción de la demanda. La caída desde 108 dólares a 35 en solo dos años, provocó un derrumbe del valor de las exportaciones petroleras venezolanas (que son el 85% del total exportado), devaluó la moneda, disparó la inflación desde el 57% al 303%, provocó fuga de capitales y hundió la financiación de las políticas económicas y sociales. Ese mismo 2014 EEUU intensificó las medidas contra el gobierno de Maduro (aplicó su Venezuela Defense of Human Rights an civil Society Act) y el partido de Guaidó y Leopoldo López promovieron las guarimbas “hasta derrocar el gobierno”, como declaró López y puede verse en video en internet. En 2017 EEUU añadió sanciones financieras que implican la expropiación de activos venezolanos en EEUU, incluyendo su refinería Citgo, e impiden la compra de alimentos y medicamentos en el exterior, a la vez que recrudecieron las guarimbas y la hiperinflación alcanza cifras millonarias afectando brutalmente el poder adquisitivo y generando desempleo, pobreza generalizada y una fuerte emigración, similar a la que se dio en España desde la crisis de 2008. La pobreza alcanza a la mayoría de la población, por lo cual no es difícil entender el aumento del número de los que desaprueban al gobierno.
Venezuela, parte de la estrategia de control mundial del petróleo y la guerra con China
Estados Unidos asiste a un relativo declive económico que ha permitido que en 2013 China le alcanzara en producto bruto medido en paridades de poder de compra y que el FMI prevea que en 2022 le supere en un 40%, representando el 20% y el 14% del total mundial, respectivamente. Aunque la supremacía tecnológica en patentes de alta tecnología, royalties, productividad y exportación de bienes de alta tecnología de EEUU es todavía indiscutible, el peso del sector de tecnologías de la información y la comunicación en la economía China ya es similar al que tiene ese sector en la economía de EEUU y la reducción de la brecha tecnológica por parte de China es acelerada, incluyendo la inteligencia artificial, y de supremacía en tecnología media-alta, mucho más generadora de empleo que la alta.
Los estrategas del Pentágono plantean una confrontación creciente de EEUU con China tanto en el terreno económico, comercial como tecnológico y no excluyen la guerra. En esa lucha la guerra comercial es un episodio pero la guerra por los recursos es central, ya sea en una perspectiva de “guerra fría” como en una de guerra abierta. El control del petróleo es a su vez la madre de todas las batallas: las reservas probadas de petróleo alcanzan para 50 años con la tecnología existente y dando por sentado que no habrá un desarrollo fuerte de los países “subdesarrollados”. Estados Unidos consume el 25% del total mundial pero posee solo el 2% de las reservas, lo que equivale a cinco años de su consumo. Venezuela posee las mayores reservas de petróleo del mundo que equivalen al 20% de todo el mundo pero su propiedad es estatal. Aunque Venezuela destina una cuarta parte de sus exportaciones a EEUU, si éste se hace con su control directo, además del negocio para las grandes petroleras privadas le supondrá garantizarse abastecimiento para 45 años en un lugar cercano a su territorio, lo que es crucial para un caso de conflicto bélico, en el que su principal aliado, Arabia Saudí está más cerca de China que de su territorio. Además con ello conseguiría apartar a China y Rusia del acceso que actualmente tienen a esos recursos, por lo que suponen un fuerte apoyo al gobierno. Las importantes reservas de coltán, mineral clave para los productos tecnológicos, oro y otros minerales han convertido a Venezuela en un botín de guerra a repartir como lo confesó Bolton, poniendo en evidencia que la invasión prevista disfrazada de “ayuda humanitaria” nada tiene que ver con la democracia ni la libertad, que serán pisoteadas, sino con el petróleo. Quienes creen que una rendición total del gobierno venezolano lo evitaría se engañan, pues el saqueo de Venezuela y su conversión en colonia estadounidense se decidió cuando EEUU empujó a no presentarse a las elecciones presidenciales a la ultraderecha representada por Guaidó para poder deslegitimar el gobierno, hundir la economía, y propiciar una invasión disfrazada de ayuda humanitaria que provoque un golpe militar y si es necesario una guerra civil. La recuperación del control de toda América Latina se hace al estilo de los siglos XIX y XX e incluye todos los métodos (Lagarde, del FMI declaró que las elecciones previstas para este año en Argentina son un problema, sugiriendo que sería deseable suspenderlas.) La complicidad de gobiernos extranjeros y medios de comunicación sirve para presentar al nuevo totalitarismo global como la democracia del siglo XXI. La pasividad de la ciudadanía es también complicidad. Parafraseando a Niemöller, quizás pensar que como no somos venezolanos podemos ser pasivos lleve a que cuando vengan por nosotros, ya sea tarde.
* Jorge Fonseca es profesor de Economía Política Mundial, UCM, y miembro del Consejo Científico de ATTAC @JorgeFonsecaUCM
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