Cómo el comunismo modeló la chía política iraquí
Orient XXI
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos. |
La chía* política iraquí había permanecido oculta en la sombra, amorfa durante mucho tiempo, debilitada y luego amordazada. Lo que se había implantado en el sur del país hasta convertirse en un sustituto de la religión para una mayoría de chiíes que buscaban respuestas sociales y políticas fue el comunismo, muy influyente en la década de 1950 y hasta finales de la de 1970. La familia Sadr invertirá la tendencia con su activismo sin precedentes.
Tras la Conferencia de San Remo de abril de 1920 Reino Unido obtiene un mandato de la Sociedad de las Naciones sobre Irak. Un mes después ya tiene que hacer frente a una revuelta organizada por los nacionalistas, compuestos principalmente por la burguesía sunní y tribus chiís del sur. Los mujtahidin (hombres de religión chií) también llaman a la yihad contra la presencia del Mandato. El reto al que se enfrentan los chiíes es capital ya que en realidad se trata de oponerse a la formación de un Estado iraquí bajo tutela británica que los aparta de los engranajes del poder. Así pues, los dirigentes religiosos chiíes encabezan la lucha anticolonial. En 1924 llaman a boicotear las elecciones a la Asamblea Constituyente. Los británicos envían al exilio a los jefes religiosos. Debilitados por una represión terrible, los medios clericales vuelven a su antiguo apoliticismo. Este mutismo político provocó primero el repliegue de los clérigos en las ciudades santas de Najaf y Kerbala, y después una pérdida de influencia a partir de la década de 1930. La cantidad de estudiantes de religión en la hauza (seminario teológico chií) disminuyó considerablemente.
Ante al repliegue y declive de su clero los chiíes iraquíes se adhieren masivamente a unas ideologías socializantes y laicas a partir de 1940. Estos años conocen un éxodo rural de chiíes del Sur hacia Bagdad y Basora. “El partido comunista desempeñó un papel importante en las protestas de los campesinos que exigían derechos y se oponían a las medidas de represión de los terratenientes”, comenta Raid Fahmi, secretario del Comité Central del Partido Comunista Iraquí (PCI). “Bajo la monarquía estaba muy bien estructurado y era muy activo”, recuerda Hamid Radhi Al-Amin, exmilitante comunista exiliado en Kuwait. Los campesinos pobres acuden a los nuevos barrios populares de Bagdad y rápidamente se interesan por las ideas de igualdad y justicia que predica el Partido Comunista. Son los primeros que se adhieren a él masivamente. “Sobre todo en Bagdad el éxodo rural creó concentraciones de aglomeraciones muy pobres con una gran densidad de población, como en Madinat Al-Thawra (después llamado Saddam City y más tarde Sadr City), en las que los comunistas estaban muy implantados. En aquella época las reivindicaciones sociales primaban sobre las cuestiones religiosas y, por lo tanto, el partido podía aglutinar en torno a esta crisis social”, añade Raid Fahmi.
Dos palabras casi idénticasLas divisiones sociales, económicas y confesionales favorecen la implantación del comunismo. En efecto, el sur de Irak — sobre todo la región de las vastas llanuras de los ríos Tigris y Éufrates — alberga los medios rurales desfavorecidos que son mayoritariamente chiíes. Los medios acomodados están en la región del centro, sobre todo en Bagdad. Este reparto socioeconómico corresponde a las herencias otomana y británica en las que los sunníes gozaban de privilegios sociales, económicos y y políticos en detrimento de los chiíes, abandonados por el poder ya que se les tachaba de fanáticos. La otra razón del éxito del comunismo entre los chiíes se debe sin duda a la similitud doctrinal de ambas ideologías. Las nociones de igualdad, de lucha contra la injusticia, de oposición al poder, de defensa del oprimido son ideas comunes del chíísmo y del comunismo.
«Entre el chiísmo y el comunismo hay el mismo reclamo de lucha contra el explotador”, confirma Raid Fahmi. Los comunistas reclutan en las regiones del sur de Basora, Amarah, Nassiriya, Al-Hillah y Kerbala, donde encuentran un público amplio. Para convencer a esta comunidad campesina en su mayoría analfabeta los militantes destacan las similitudes ideológicas, pero también el parecido entre las palabras “comunista”, shuyu’i, y “chií”, shi’i. También utilizan la figura de Hussein (1) para ilustrar la lucha contra la injusticia. Si el comunismo se implantó mucho más entre las sociedades chiíes que entre las sunníes también se debió a la presencia de una estructura piramidal. La organización clerical chií a la cabeza de la cual está un marja, que tiene sus propios wukala (agentes) en diferentes regiones, hace eco del sistema político comunista construido en torno a una red de células y secciones.
Contraataque del cleroSin embargo, hay que esperar al 14 de julio de 1958, fecha en que cae la monarquía y llega al poder una junta militar gracias al golpe de Estado del general Abdel Karim Kassem, para calibrar la influencia comunista, incluso entre los oficiales. Pero cuando los comunistas empiezan a hacer sentir su influencia en la ciudad santa de Najaf y logran reclutar a miembros de las familias religiosas, hijos de sayyid, el clero se siente desafiado. Dhia Al-Assadi, exmilitante político y exlíder del bloque Al-Ahrar, una coalición política islámica chií, recuerda este periodo: “Los profesores universitarios y los religiosos chiíes estaban inquietos y alarmados por la propagación de estas ideologías no religiosas. Además, eran casi incapaces de luchar contra ellas porque estas ideas eran defendidas por partidos políticos poderosos, como el Partido Comunista, pero también por el nacionalismo árabe e incluso el baazismo. Era un sentimiento en el que se mezclaba el miedo, el desafío y la legítima defensa”.
Los chiíes iraquíes tenían que responder, pero su hauza estaba dividida. Una parte compuesta de quietistas acepta implicarse en la lucha contra el comunismo, pero se niega a implicarse en el activismo político. Estos ulemas consideran que deben mantener una cierta pasividad política durante el periodo de la Ocultación del imán (2). A contrario, otra parte de la hauzaquiere erigirse contra la propaganda comunista de manera política y luchar contra el sentimiento antirreligioso que aumenta en el país.
En un primer momento la respuesta del clero chií consiste en fundar la asociación de ulemas de Najaf bajo la égida del marja Mohsen Al-Hakim. Lo primero que hacen es promulgar unafetua contra el comunismo, lo que debilita la alianza de Kassem con los comunistas. Los ulemas deciden además fortalecer aún más su enseñanza teológica y sus acciones caritativas, convencidos de que la atracción que sienten los chiíes por la ideología rival es fruto de la ignorancia de su religión. Crean escuelas y centros médicos. Los ulemas encargan a los estudiantes de la hauza la propaganda y el trabajo educativo, así como la publicación del diario de la asociación, Al-Adhwa. Varios estudiantes colaboran en él como editorialistas a semejanza de Mohamed Bakr Al-Sadr. El objetivo de todos estos artículos era demostrar la superioridad del islam sobre las corrientes de pensamiento occidental. Se dirigían a los jóvenes estudiantes susceptibles de interesarse por el comunismo.
El nacimiento de una dinastía SadrEsta respuesta de la hauza, que se limita al dominio cultural y caritativo, no satisface a algunos clérigos jóvenes que, entusiasmados por la efervescencia de la revolución de 1958, fundan el primer partido político chií, Al-Daawa. Mohamed Bakr Al-Sadr establece las bases de este partido, que consisten en imponer el islam como solución a los problemas de la vida social en vez del comunismo. En esta óptica es en la que Mohamed Bakr Al-Sadr escribe dos obras fundamentales: Iqtisadouna [Nuestra economía] y Falsafatouna [Nuestra filosofía]. El objetivo de ambos estudios es poner en evidencia la superioridad del pensamiento islámico en materia de economía y de filosofía sobre el pensamiento materialista. Es la primera vez que un clérigo presenta una visión chií de la justicia social y de la filosofía en unos términos y con un lenguaje familiar a los lectores de Karl Marx. No era frecuente en el medio clerical chií el conocimiento que tiene Mohamed Bakr Al-Sadr del pensamiento de los filósofos occidentales y de las corrientes de la filosofía occidental, como el racionalismo o el empirismo.
En ello radica toda la originalidad de Mohamed Bakr Al-Sadr. Gracias a sus conocimientos y a sus estudios comparativos pretende poner el chiísmo en pie de igualdad con el comunismo y con ello darle un alcance totalizador, es decir, va a tratar todos los temas profanos que antaño había descuidado el clero y va a darles una dimensión religiosa, a semejanza de la política. Como jurista del partido su primera misión era legitimar desde el punto de vista religioso la acción política, para gran disgusto de los conservadores de la hauza.
Mohamed Bakr Al-Sadr va más lejos al presentar tras la revolución islámica de Irán en 1979 un programa político islamista dirigido a los redactores de la Constitución de la joven República Islámica: “La estrategia adoptada por Mohamed Bakr Al-Sadr tenía múltiples facetas: animaba a sus discípulos y estudiantes a formarse políticamente y a dedicarse al activismo. Desafió abiertamente los regímenes de Sadam y de los baazistas. Apoyó abiertamente la revolución islámica iraní. Escribió unas obras auténticas y originales que englobaban su teoría y su visión del mundo”, recuerda Dhia Al-Assadi. De este modo desencadenó una revolución doctrinal en el seno del clero chií y contribuyó enormemente a su politización, a su victoria sobre los comunistas. Actualmente todos los partidos políticos chiíes siguen su pensamiento.
Notas
* Para las grafías en castellano de los términos árabes seguimos el Diccionario de islam e islamismo, de Luz Gómez García. Madrid, Trotta, 2019. (N. de la t.).
(1) NDLR: Hussein Ibn Ali es el tercer imán de los chiíes duodecimamos. Murió el año 680 durante la batalla de Kerbala, por negarse a someterse al califa omeya Yazid I. Su martirio se celebra cada año durante la achurá, que simboliza la lucha contra la opresión y las injusticias en el chiísmo en referencia a este acontecimiento histórico. La peregrinación principal tiene lugar en Kerbala, Irak .
(2) NDLR: Para la myoría de los chiíes, el último imán no está muerto sino “ocultado”, en ghayba (ausencia, alejamiento, desaparición). Como vive en un mundo invisible, se le llama “el imán oculto”, el Mahdi, enviado de Dios que reaparecerá en la tierra para instaurar en ella una era de justicia y paz. Entonces acabará la era llamada “ de la Gran Ocultación”, que comenzó el año 329 del año de la Hégira.
Quentin Müller es periodista y Sabrine Lakhram es estudiante de historia en la Universidad Panthéon-Sorbonne, máster “Les révoltes chiites en Irak de 1977 à 1980”, 2017.
Fuente: https://orientxxi.info/magazine/comment-le-communisme-a-faconne-le-chiisme-politique-irakien,3043
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a los autores, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.
Tras la Conferencia de San Remo de abril de 1920 Reino Unido obtiene un mandato de la Sociedad de las Naciones sobre Irak. Un mes después ya tiene que hacer frente a una revuelta organizada por los nacionalistas, compuestos principalmente por la burguesía sunní y tribus chiís del sur. Los mujtahidin (hombres de religión chií) también llaman a la yihad contra la presencia del Mandato. El reto al que se enfrentan los chiíes es capital ya que en realidad se trata de oponerse a la formación de un Estado iraquí bajo tutela británica que los aparta de los engranajes del poder. Así pues, los dirigentes religiosos chiíes encabezan la lucha anticolonial. En 1924 llaman a boicotear las elecciones a la Asamblea Constituyente. Los británicos envían al exilio a los jefes religiosos. Debilitados por una represión terrible, los medios clericales vuelven a su antiguo apoliticismo. Este mutismo político provocó primero el repliegue de los clérigos en las ciudades santas de Najaf y Kerbala, y después una pérdida de influencia a partir de la década de 1930. La cantidad de estudiantes de religión en la hauza (seminario teológico chií) disminuyó considerablemente.
Ante al repliegue y declive de su clero los chiíes iraquíes se adhieren masivamente a unas ideologías socializantes y laicas a partir de 1940. Estos años conocen un éxodo rural de chiíes del Sur hacia Bagdad y Basora. “El partido comunista desempeñó un papel importante en las protestas de los campesinos que exigían derechos y se oponían a las medidas de represión de los terratenientes”, comenta Raid Fahmi, secretario del Comité Central del Partido Comunista Iraquí (PCI). “Bajo la monarquía estaba muy bien estructurado y era muy activo”, recuerda Hamid Radhi Al-Amin, exmilitante comunista exiliado en Kuwait. Los campesinos pobres acuden a los nuevos barrios populares de Bagdad y rápidamente se interesan por las ideas de igualdad y justicia que predica el Partido Comunista. Son los primeros que se adhieren a él masivamente. “Sobre todo en Bagdad el éxodo rural creó concentraciones de aglomeraciones muy pobres con una gran densidad de población, como en Madinat Al-Thawra (después llamado Saddam City y más tarde Sadr City), en las que los comunistas estaban muy implantados. En aquella época las reivindicaciones sociales primaban sobre las cuestiones religiosas y, por lo tanto, el partido podía aglutinar en torno a esta crisis social”, añade Raid Fahmi.
Dos palabras casi idénticasLas divisiones sociales, económicas y confesionales favorecen la implantación del comunismo. En efecto, el sur de Irak — sobre todo la región de las vastas llanuras de los ríos Tigris y Éufrates — alberga los medios rurales desfavorecidos que son mayoritariamente chiíes. Los medios acomodados están en la región del centro, sobre todo en Bagdad. Este reparto socioeconómico corresponde a las herencias otomana y británica en las que los sunníes gozaban de privilegios sociales, económicos y y políticos en detrimento de los chiíes, abandonados por el poder ya que se les tachaba de fanáticos. La otra razón del éxito del comunismo entre los chiíes se debe sin duda a la similitud doctrinal de ambas ideologías. Las nociones de igualdad, de lucha contra la injusticia, de oposición al poder, de defensa del oprimido son ideas comunes del chíísmo y del comunismo.
«Entre el chiísmo y el comunismo hay el mismo reclamo de lucha contra el explotador”, confirma Raid Fahmi. Los comunistas reclutan en las regiones del sur de Basora, Amarah, Nassiriya, Al-Hillah y Kerbala, donde encuentran un público amplio. Para convencer a esta comunidad campesina en su mayoría analfabeta los militantes destacan las similitudes ideológicas, pero también el parecido entre las palabras “comunista”, shuyu’i, y “chií”, shi’i. También utilizan la figura de Hussein (1) para ilustrar la lucha contra la injusticia. Si el comunismo se implantó mucho más entre las sociedades chiíes que entre las sunníes también se debió a la presencia de una estructura piramidal. La organización clerical chií a la cabeza de la cual está un marja, que tiene sus propios wukala (agentes) en diferentes regiones, hace eco del sistema político comunista construido en torno a una red de células y secciones.
Contraataque del cleroSin embargo, hay que esperar al 14 de julio de 1958, fecha en que cae la monarquía y llega al poder una junta militar gracias al golpe de Estado del general Abdel Karim Kassem, para calibrar la influencia comunista, incluso entre los oficiales. Pero cuando los comunistas empiezan a hacer sentir su influencia en la ciudad santa de Najaf y logran reclutar a miembros de las familias religiosas, hijos de sayyid, el clero se siente desafiado. Dhia Al-Assadi, exmilitante político y exlíder del bloque Al-Ahrar, una coalición política islámica chií, recuerda este periodo: “Los profesores universitarios y los religiosos chiíes estaban inquietos y alarmados por la propagación de estas ideologías no religiosas. Además, eran casi incapaces de luchar contra ellas porque estas ideas eran defendidas por partidos políticos poderosos, como el Partido Comunista, pero también por el nacionalismo árabe e incluso el baazismo. Era un sentimiento en el que se mezclaba el miedo, el desafío y la legítima defensa”.
Los chiíes iraquíes tenían que responder, pero su hauza estaba dividida. Una parte compuesta de quietistas acepta implicarse en la lucha contra el comunismo, pero se niega a implicarse en el activismo político. Estos ulemas consideran que deben mantener una cierta pasividad política durante el periodo de la Ocultación del imán (2). A contrario, otra parte de la hauzaquiere erigirse contra la propaganda comunista de manera política y luchar contra el sentimiento antirreligioso que aumenta en el país.
En un primer momento la respuesta del clero chií consiste en fundar la asociación de ulemas de Najaf bajo la égida del marja Mohsen Al-Hakim. Lo primero que hacen es promulgar unafetua contra el comunismo, lo que debilita la alianza de Kassem con los comunistas. Los ulemas deciden además fortalecer aún más su enseñanza teológica y sus acciones caritativas, convencidos de que la atracción que sienten los chiíes por la ideología rival es fruto de la ignorancia de su religión. Crean escuelas y centros médicos. Los ulemas encargan a los estudiantes de la hauza la propaganda y el trabajo educativo, así como la publicación del diario de la asociación, Al-Adhwa. Varios estudiantes colaboran en él como editorialistas a semejanza de Mohamed Bakr Al-Sadr. El objetivo de todos estos artículos era demostrar la superioridad del islam sobre las corrientes de pensamiento occidental. Se dirigían a los jóvenes estudiantes susceptibles de interesarse por el comunismo.
El nacimiento de una dinastía SadrEsta respuesta de la hauza, que se limita al dominio cultural y caritativo, no satisface a algunos clérigos jóvenes que, entusiasmados por la efervescencia de la revolución de 1958, fundan el primer partido político chií, Al-Daawa. Mohamed Bakr Al-Sadr establece las bases de este partido, que consisten en imponer el islam como solución a los problemas de la vida social en vez del comunismo. En esta óptica es en la que Mohamed Bakr Al-Sadr escribe dos obras fundamentales: Iqtisadouna [Nuestra economía] y Falsafatouna [Nuestra filosofía]. El objetivo de ambos estudios es poner en evidencia la superioridad del pensamiento islámico en materia de economía y de filosofía sobre el pensamiento materialista. Es la primera vez que un clérigo presenta una visión chií de la justicia social y de la filosofía en unos términos y con un lenguaje familiar a los lectores de Karl Marx. No era frecuente en el medio clerical chií el conocimiento que tiene Mohamed Bakr Al-Sadr del pensamiento de los filósofos occidentales y de las corrientes de la filosofía occidental, como el racionalismo o el empirismo.
En ello radica toda la originalidad de Mohamed Bakr Al-Sadr. Gracias a sus conocimientos y a sus estudios comparativos pretende poner el chiísmo en pie de igualdad con el comunismo y con ello darle un alcance totalizador, es decir, va a tratar todos los temas profanos que antaño había descuidado el clero y va a darles una dimensión religiosa, a semejanza de la política. Como jurista del partido su primera misión era legitimar desde el punto de vista religioso la acción política, para gran disgusto de los conservadores de la hauza.
Mohamed Bakr Al-Sadr va más lejos al presentar tras la revolución islámica de Irán en 1979 un programa político islamista dirigido a los redactores de la Constitución de la joven República Islámica: “La estrategia adoptada por Mohamed Bakr Al-Sadr tenía múltiples facetas: animaba a sus discípulos y estudiantes a formarse políticamente y a dedicarse al activismo. Desafió abiertamente los regímenes de Sadam y de los baazistas. Apoyó abiertamente la revolución islámica iraní. Escribió unas obras auténticas y originales que englobaban su teoría y su visión del mundo”, recuerda Dhia Al-Assadi. De este modo desencadenó una revolución doctrinal en el seno del clero chií y contribuyó enormemente a su politización, a su victoria sobre los comunistas. Actualmente todos los partidos políticos chiíes siguen su pensamiento.
Notas
* Para las grafías en castellano de los términos árabes seguimos el Diccionario de islam e islamismo, de Luz Gómez García. Madrid, Trotta, 2019. (N. de la t.).
(1) NDLR: Hussein Ibn Ali es el tercer imán de los chiíes duodecimamos. Murió el año 680 durante la batalla de Kerbala, por negarse a someterse al califa omeya Yazid I. Su martirio se celebra cada año durante la achurá, que simboliza la lucha contra la opresión y las injusticias en el chiísmo en referencia a este acontecimiento histórico. La peregrinación principal tiene lugar en Kerbala, Irak .
(2) NDLR: Para la myoría de los chiíes, el último imán no está muerto sino “ocultado”, en ghayba (ausencia, alejamiento, desaparición). Como vive en un mundo invisible, se le llama “el imán oculto”, el Mahdi, enviado de Dios que reaparecerá en la tierra para instaurar en ella una era de justicia y paz. Entonces acabará la era llamada “ de la Gran Ocultación”, que comenzó el año 329 del año de la Hégira.
Quentin Müller es periodista y Sabrine Lakhram es estudiante de historia en la Universidad Panthéon-Sorbonne, máster “Les révoltes chiites en Irak de 1977 à 1980”, 2017.
Fuente: https://orientxxi.info/magazine/comment-le-communisme-a-faconne-le-chiisme-politique-irakien,3043
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a los autores, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.
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