Trotskos, chinos y soviéticos
Esto de la división de la izquierda me recuerda a mis tiempos subversivos. La izquierda lleva toda su vida dividiéndose y subdividiéndose, se dice que cuando se reúnen dos trotskos a debatir, aparecen dos partidos. Y no debe ser muy incierto por la experiencia que viví en mi politizada juventud universitaria y a tenor de lo que vivo ahora. Aquí los machos alfa terminan o por formar su partido o por chivarle a la prensa los trapos sucios internos cuando no les salen bien las cosas, que es lo que llevaban a efecto los llamados reformadores y/o picos de oro en el Partido Comunista de España (PCE). Ya saben, la escena del Frente de Liberación de Palestina y el Frente Palestino de Liberación que decían en la película La vida de Brian.¿Por qué tanta división? A estas alturas ya lo sé con seguridad: porque no tienen poder y porque son débiles de mente, víctimas del virus del pensamiento débil de la posmodernidad. Con tener poder me refiero a ser dueños de corporaciones con más movida dineraria que muchos países del mundo. ¿Cuál es el presupuesto de la Junta de Andalucía? No llega a 40.000 millones de euros. ¿Cuánto dinero mueve una corporación mediática de las más importantes del mundo? Casi 60.000 millones de dólares vende la Disney y no es de las más poderosas. ¿Qué fortuna tienen los magnates más poderosos? Sólo Bill Gates, unos 75.000 millones de dólares. Pues bien, los dueños de este dineral tienen sus cuitas y sus luchas internas, tensas, crueles, pero se alían, no se dividen, y ya sabemos que caminamos hacia un gobierno mundial. Se trata de cerebros fuertes que no están ahí sólo porque les haya tocado en suerte o porque sean hijos de papá como sostiene la izquierda para consolarse de su impotencia, están ahí porque se lo han currado, de la forma que sea porque el mundo no es noble ni bello (García Lorca), pero se lo han currado. Y ahora, si la izquierda no está de acuerdo conmigo, que me demuestre que puede hacerles cosquillas, que levante otro mundo con el que demostrar con hechos que el ser humano no es la derecha en acción, en lugar de mostrarme esa astracanada del yo con Iglesias, yo con Errejón que parece un chiste de leperos, primero armo el partido y luego elaboro el programa.
No es lo mismo predicar que dar trigo. La izquierda juega a ver quién la tiene más grande y lo curioso es que la derecha española últimamente también, no se entera de que España Suma no es mala idea porque la derecha española aún no ha superado del todo la mentalidad feudal. La derecha española es especial, dentro de la europea avanzada es la que le lleva la maleta. Aún así, representa a los que mandan, no a los que predican.
Los trostkos y los chinos, en mis tiempos remotos de estudiante subversivo, procedían de la Liga Comunista (LC) y Liga Comunista Revolucionaria (LCR), de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), de Bandera Roja o del Partido del Trabajo de España (PTE), sin olvidar la amalgama de ideologías que tenían los de Acción Comunista (AC). Los soviéticos eran del Partido Comunista de España, del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) y, ya en la democracia, del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) pero estos últimos son muy actuales, es una escisión del PCE cuando a Carrillo le dio por abandonar el leninismo.
Ya veía yo aquello de mis tiempos mozos como un cachondeo considerable pero como me podía más la emoción que la razón, en ese ambiente me metí a vivir la Historia y la verdad es que no me arrepiento en absoluto, no lo digo para consolarme, es que entonces de verdad sentíamos que podíamos cambiar el mundo, entre otros motivos porque el contexto geopolítico internacional nos acompañaba. Aquellos tiempos me han traído tanta alegría y fuerza interior como melancolía gozosa, pero ser plenamente consciente de ellos y del hoy, verlos ahora casi repetidos cuando todo se ha venido abajo y ha vencido el capitalismo, es algo que me ha hecho gritarle al conductor del autobús de mi razón: “Oiga, pare, que me bajo en la próxima”. Sí, sé que nos utilizaron para que gritáramos en la calle contra Franco y para que llegara este galimatías democrático, pero se hizo lo que había que hacer y no quedarse en casa como una silla sino agarrar esa silla y tirársela a las fuerzas del orden que irrumpían en la universidad.
Raramente los trotskos y los chinos se unirán a los soviéticos –que no sé dónde están- por aquello de Lenin y sobre todo Stalin. Suelen preferir la socialdemocracia que es la izquierda domesticada, la izquierda moderada, es decir, la derecha sonriente y demagoga de la igualdad y otros sofismas. En esa trampa cae la gente. Iglesias aún no ha caído del todo en ella -ha metido la pata con el chalé, pero se lo aprobaron- lo que pasa es que como aquí no gustan las personas de ideas sólidas y las llaman prepotentes –por eso no gusta tampoco Monedero- Errejón y Carmena ejercen una atracción que el tiempo se encargará de diluir ya que no estamos más que ante encantadores de serpientes como Pedro Sánchez. Ahora se lleva el ñucu ñucu y el cuchi cuchi, no la firmeza.
Esta izquierda blandita de pitiminí ha quitado a Franco de debajo del palio de la Iglesia y se ha metido ella, pero como Roma no paga traidores, juega a ser anticatólica por un lado y católica por otro. Se parece a Lutero que rechazó la solemnidad y riqueza de la Iglesia pero no sus caridades que la izquierda confunde con solidaridades y actividad revolucionaria. Al igual que ya hace muchos años la Iglesia permitió que la misa del sábado valiera para el domingo, que es la fiesta de guardar, esta izquierda débil pero lista va a lo fácil para lograr el voto emocional e interesado de los sensibleros y sensibleras del mundo que, en el fondo, viven psíquica -y no pocos físicamente- de su supuesta fe en la solidaridad e igualdad. Al mismo tiempo, comprará al “pueblo” con incrementos de impuestos a “los ricos”, con subidas de pensiones y salarios y suma y sigue la reforma del capitalismo… para mal.
Y así andamos, ganó la derecha y perdió la izquierda, con esos nombres más propios de eslóganes publicitarios que de ideologías: Podemos, Unidas Podemos, Ahora Sevilla, Más Madrid, Más País, Adelante Sevilla… ¡Pero qué leche de nombres son esos! ¿Son para campañas de turismo? ¿Vergüenza del pasado por ignorancia de la Historia?
La izquierda está fagocitando a su modo a la religión al tiempo que nos demuestra el contexto vital en el que han ido educándose sus militantes: el consumismo patológico, con el que desean terminar –dicen- pero acaso sin mancharse las manos de grasa, utilizando sólo el móvil y otros utensilios digitales que les proporciona la derecha y sus magnates. Pobres gentes –lista, por otra parte, embaucadora, no inteligente- y pobres votantes que se tropiezan una y otra vez con lo que en realidad son: humanos. Y el humano, como decía Hobbes, posee una naturaleza en la que encontramos estos elementos fundamentales que impulsan a la querella y a la violencia: las pasiones, la competencia, la desconfianza y la gloria. Todas actúan en distintos grados de intensidad. La mente débil de la izquierda que observo no es capaz de asimilar esto, de ahí que nunca llegará al poder, acaso al gobierno, pero no al poder.
No es lo mismo predicar que dar trigo. La izquierda juega a ver quién la tiene más grande y lo curioso es que la derecha española últimamente también, no se entera de que España Suma no es mala idea porque la derecha española aún no ha superado del todo la mentalidad feudal. La derecha española es especial, dentro de la europea avanzada es la que le lleva la maleta. Aún así, representa a los que mandan, no a los que predican.
Los trostkos y los chinos, en mis tiempos remotos de estudiante subversivo, procedían de la Liga Comunista (LC) y Liga Comunista Revolucionaria (LCR), de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), de Bandera Roja o del Partido del Trabajo de España (PTE), sin olvidar la amalgama de ideologías que tenían los de Acción Comunista (AC). Los soviéticos eran del Partido Comunista de España, del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) y, ya en la democracia, del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) pero estos últimos son muy actuales, es una escisión del PCE cuando a Carrillo le dio por abandonar el leninismo.
Ya veía yo aquello de mis tiempos mozos como un cachondeo considerable pero como me podía más la emoción que la razón, en ese ambiente me metí a vivir la Historia y la verdad es que no me arrepiento en absoluto, no lo digo para consolarme, es que entonces de verdad sentíamos que podíamos cambiar el mundo, entre otros motivos porque el contexto geopolítico internacional nos acompañaba. Aquellos tiempos me han traído tanta alegría y fuerza interior como melancolía gozosa, pero ser plenamente consciente de ellos y del hoy, verlos ahora casi repetidos cuando todo se ha venido abajo y ha vencido el capitalismo, es algo que me ha hecho gritarle al conductor del autobús de mi razón: “Oiga, pare, que me bajo en la próxima”. Sí, sé que nos utilizaron para que gritáramos en la calle contra Franco y para que llegara este galimatías democrático, pero se hizo lo que había que hacer y no quedarse en casa como una silla sino agarrar esa silla y tirársela a las fuerzas del orden que irrumpían en la universidad.
Raramente los trotskos y los chinos se unirán a los soviéticos –que no sé dónde están- por aquello de Lenin y sobre todo Stalin. Suelen preferir la socialdemocracia que es la izquierda domesticada, la izquierda moderada, es decir, la derecha sonriente y demagoga de la igualdad y otros sofismas. En esa trampa cae la gente. Iglesias aún no ha caído del todo en ella -ha metido la pata con el chalé, pero se lo aprobaron- lo que pasa es que como aquí no gustan las personas de ideas sólidas y las llaman prepotentes –por eso no gusta tampoco Monedero- Errejón y Carmena ejercen una atracción que el tiempo se encargará de diluir ya que no estamos más que ante encantadores de serpientes como Pedro Sánchez. Ahora se lleva el ñucu ñucu y el cuchi cuchi, no la firmeza.
Esta izquierda blandita de pitiminí ha quitado a Franco de debajo del palio de la Iglesia y se ha metido ella, pero como Roma no paga traidores, juega a ser anticatólica por un lado y católica por otro. Se parece a Lutero que rechazó la solemnidad y riqueza de la Iglesia pero no sus caridades que la izquierda confunde con solidaridades y actividad revolucionaria. Al igual que ya hace muchos años la Iglesia permitió que la misa del sábado valiera para el domingo, que es la fiesta de guardar, esta izquierda débil pero lista va a lo fácil para lograr el voto emocional e interesado de los sensibleros y sensibleras del mundo que, en el fondo, viven psíquica -y no pocos físicamente- de su supuesta fe en la solidaridad e igualdad. Al mismo tiempo, comprará al “pueblo” con incrementos de impuestos a “los ricos”, con subidas de pensiones y salarios y suma y sigue la reforma del capitalismo… para mal.
Y así andamos, ganó la derecha y perdió la izquierda, con esos nombres más propios de eslóganes publicitarios que de ideologías: Podemos, Unidas Podemos, Ahora Sevilla, Más Madrid, Más País, Adelante Sevilla… ¡Pero qué leche de nombres son esos! ¿Son para campañas de turismo? ¿Vergüenza del pasado por ignorancia de la Historia?
La izquierda está fagocitando a su modo a la religión al tiempo que nos demuestra el contexto vital en el que han ido educándose sus militantes: el consumismo patológico, con el que desean terminar –dicen- pero acaso sin mancharse las manos de grasa, utilizando sólo el móvil y otros utensilios digitales que les proporciona la derecha y sus magnates. Pobres gentes –lista, por otra parte, embaucadora, no inteligente- y pobres votantes que se tropiezan una y otra vez con lo que en realidad son: humanos. Y el humano, como decía Hobbes, posee una naturaleza en la que encontramos estos elementos fundamentales que impulsan a la querella y a la violencia: las pasiones, la competencia, la desconfianza y la gloria. Todas actúan en distintos grados de intensidad. La mente débil de la izquierda que observo no es capaz de asimilar esto, de ahí que nunca llegará al poder, acaso al gobierno, pero no al poder.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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