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martes, 9 de febrero de 2021
ComentarioServicio Bíblico Latinoamericano Semana del 14 al 20 de febrero de 2021 – Ciclo B
Servicio Bíblico Latinoamericano
Semana del 14 al 20 de febrero de 2021 – Ciclo B
OBSERVACIONES
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Domingo 14 de Febrero
6º Ordinario
Metodio (885) y Cirilo (869)
Lev 13,1-2.44-46: El leproso vivirá solo fuera del campamento
Salmo 31: Tú eres mi refugio; me rodeas de cantos de liberación
1Cor 10,31–11,1: Sigan mi ejemplo como yo sigo el de Cristo
Mc 1,40-45: Se le quitó la lepra y quedó limpio
En el evangelio de Marcos que hoy leemos, Jesús se encuentra con un leproso arriesgado que se atreve a romper una norma que lo obligaba a permanecer alejado de la ciudad. Esta norma es la que nos recuerda la primera lectura, del Levítico.
En la tradición judía (primera lectura) la enfermedad era interpretada como una maldición divina, un castigo, una consecuencia del pecado de la persona enferma –¡o de su familia!–. Porque entonces se la consideraba contagiosa, la lepra común estaba regulada por una rígida normativa que excluía a la persona afectada de la vida social. (Ha durado muchos siglos la falsa creencia de que la lepra fuese tan fácilmente contagiable). El enfermo de lepra era un muerto en vida, y lo peor era que la enfermedad era considerada normalmente incurable. Los sacerdotes tenían la función de examinar las llagas del enfermo, y en caso de diagnosticarlas efectivamente como síntomas de la presencia de lepra, la persona era declarada «impura», con lo que resultaba condenada a salir de la población, a comenzar a vivir en soledad, a malvivir indignamente, gritando por los caminos «¡impuro, impuro!», para evitar encontrarse con personas sanas a las que poder contagiar. En realidad, todo el sistema normativo religioso generaba una permanente exclusión de personas por motivos de sexo, salud, condición social, edad, religión, nacionalidad.
Este hombre, seguramente cansado de su condición, se acerca a Jesús y se arrodilla, poniendo en él toda su confianza: «si quieres, puedes limpiarme». Jesús, se compadece y le toca, rompiendo no sólo una costumbre, sino una norma religiosa sumamente rígida. Jesús se salta la ley que margina y que excluye a la persona. Jesús pone a la persona por encima de la ley, incluso de la ley religiosa. La religión de Jesús no está contra la vida, sino, al contrario: pone en el centro la vida de las personas. La vida y las personas por encima de la ley, no al revés.
Jesús le pide silencio (es el conocido tema del «secreto mesiánico», que todavía hoy resulta un tanto misterioso), y le envía al sacerdote como signo de su reinclusión en la dinámica social, «para que sirva de testimonio» de que Dios desea y puede actuar aun por encima de las normas, recuperando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas. Pero este hombre no hace caso de tal secreto, rompe el silencio, y se pone a pregonar con entusiasmo su experiencia de liberación. No parece servirse de la mediación del sacerdote o de la institución del templo, sino que se auto-incluye y toma la decisión autónoma de divulgar la Buena Noticia. Esto hace que Jesús no pueda ya presentarse en público en las ciudades sino en los lugares apartados, pues al asumir la causa de los excluidos, Jesús se convierte en un excluido más. Sin embargo, allí a las afueras, está brotando la nueva vida y quienes logran descubrirlo van también allí a buscar a Jesús.
Es una página recurrente en los evangelios: Jesús cura, sana a los enfermos. No sólo predica, sino que cura («no es lo mismo predicar que dar trigo», dice el refrán). Palabra y hechos. Decir y hacer. Anuncio y construcción. Teoría y praxis. Liberación integral: espiritual y corporal. Y ésa es su religión: el amor, el amor liberador, por encima de toda ley que aliene. La ley consiste precisamente en amar y liberar, por encima de todo.
La segunda lectura, que sigue, como siempre, un camino independiente frente a la relación entre la primera y la tercera, es un bello texto de Pablo que habla de la integralidad de la espiritualidad. La espiritualidad no es tan «espiritual»; de alguna manera es también «material». Hay que recordar que la palabra «espiritualidad» es una palabra desafortunada. Tenemos que seguir utilizándola por lo muy consagrada que está, pero necesitamos recordar que no podemos aceptar para su sentido etimológico. No queremos ser «espirituales» si ello significara quedarnos con el espíritu y despreciar el cuerpo o la materia.
Pablo está en esa línea: «ya sea que comáis o que bebáis o que hagáis cualquier otra cosa...». No sólo las actividades tradicionalmente tenidas como religiosas, o espirituales, tienen que ver con la espiritualidad, sino también actividades muy materiales, preocupaciones muy humanas, como el comer y beber, o cualquier otra actividad de nuestra vida, pueden, deben ser integradas en el campo de nuestra espiritualidad (que ya no resultará pues «solamente espiritual»). Nuestra vida de fe puede y debe santificar toda nuestra vida humana, en todas sus preocupaciones y trabajos, no sólo cuando tenemos la suerte de poder dedicar nuestro tiempo a actividades «estrictamente religiosas», como podrían ser la oración o el culto.
El Concilio Vaticano II insistió mucho en esto: «todos estamos llamados a la santidad» (cap. V de la Lumen Gentium). No hay unos «profesionales de la santidad» (cap. VI ibíd.), algunos que estarían en un supuesto «estado de perfección», mientras los demás tendrían que atender a preocupaciones muy humanas... No. Todos estamos llamados elevar nuestros trabajos, tareas, preocupaciones humanas... «nuestra propia existencia» a la categoría de «culto agradable a Dios» (como dirá Pablo en Rom 12,1-2). Podemos ser muy «espirituales» (con reservas para esta palabra de resabios greco-platónicos) y santificarnos aun en lo más «material» de nuestra vida.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 20 de la serie «Un tal Jesús», titulado «Un leproso en el barrio», de los hnos. López Vigil. El audio, el guión, y su comentario bíblico-teológico, pueden ser tomados de aquí: https://radialistas.net/20-un-leproso-en-el-barrio/
La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, varios capítulos que podrían ser útiles para suscitar un diálogo-debate sobre varios temas suscitados por las lecturas de hoy. Se puede ojear el índice de la serie para escoger uno adecuado para la comunidad, aquí: https://radialistas.net/serie-otro-dios-es-posible/
Para la revisión de vida
- ¿Que aspectos de mi vida han quedado por fuera de mi opción de fe?
- ¿En mis actitudes cotidianas de qué manera excluyo y juzgo a las demás personas?
- ¿Qué retos plantea a mi vida personal el seguimiento de Jesús y su proyecto?
- ¿Soy de los que discrimino con facilidad a las personas cuando me entero de que tienen alguna enfermedad estigmatizada, o alguna orientación sexual que desapruebo, o alguna determinada ideología política que considero inaceptable?
Para la reunión de grupo
- ¿De qué manera las leyes judías propiciaban la exclusión y la injusticia?
- ¿Qué leyes, creencias o tradiciones excluyen y maltratan hoy a las personas?
- ¿De qué manera en nuestra comunidad nos mostramos injustos y excluyentes?
- ¿En qué gestos concretos podemos construir una comunidad más coherente con las exigencias del Evangelio?
- La palabra «espiritualidad»: pros y contras para aceptarla.
-
Para la oración de los fieles
- Por todas las personas excluidas de nuestra sociedad, para que día a día sepan defender su dignidad de hijos e hijas de Dios.
- Por las Iglesias cristianas, para que fieles a Jesús sepamos romper con todas las barreras que excluyen y maltratan a los seres humanos en un auténtico compromiso con la vida.
Oración comunitaria
- Padre creador, que nos amas y nos llamas cada día a conformar nuestra vida en tu Hijo, nuestro hermano y maestro. Danos riesgo y libertad para asumir el proyecto de tu Hijo para la construcción de una sociedad justa e igualitaria en donde cada persona encuentre su propio lugar y valía, en la que la ley no sea utilizada para beneficio de unos cuantos privilegiados sino para defender la Vida en todas sus expresiones, especialmente aquella que se encuentra en situación de peligro o desprotección. Tú que vives y amas por los siglos de los siglos.
Lunes 15 de Febrero
Claudio de Colombiere (1682)
Gén 4,1-15.25: Caín mató a Abel
Salmo 49: Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
Mc 8,11-13: ¿Para qué pide un signo?
Los fariseos eran celosos observantes de la ley, pero estuvieron incapacitados para reconocer la acción de Dios revelaba en Jesús. Lo ponen a prueba, le piden “un signo del cielo” una prueba divina que les demuestre su condición de Hijo de Dios, pero Jesús no entra en el juego, no cae en la trampa, no se deja manipular. Acababa de realizar la multiplicación de los panes, el milagro del compartir lo poco que se tiene para saciar el hambre de los demás. La mente y el corazón de los fariseos no logran ver lo que acontece en la persona de Jesús. La reacción de Jesús: “Él suspiró profundamente”, nos ayuda a comprender el dolor que sentía ante la dureza de quienes se niegan a creer. Como los fariseos también nosotros podemos cerrar nuestro corazón y dejar de ver la actuación de Dios en lo pequeño, en lo sencillo, en lo cotidiano ¿Soy capaz de poner mi confianza en el Señor sin pedirle nada a cambio? ¡Abramos nuestra vida a la gratuidad de su presencia amorosa!
Martes 16 de Febrero
Macario (390)
Gén 6,5-8; 7,1-5.10: Haré llover sobre la tierra
Salmo 28: El Señor bendice a su pueblo con la paz
Mc 8,14-21: Tengan cuidado con la levadura
Jesús cuestiona a sus discípulos: “¿Todavía no entienden ni comprenden?”. Los discípulos parecen distraídos, habían olvidado llevar pan en la barca. Mientras Jesús les está advirtiendo de cuidarse de la levadura de los fariseos y de la de Herodes, ellos discutían porque no tenían pan. Mas allá de lo meramente material, Jesús les hace poner la mirada en lo que es esencial. El fuerte llamado de atención que les hace es una invitación a tener la mente, los ojos y los oídos atentos, porque el entender en lenguaje bíblico siempre tiene que ver con el corazón. Podemos llevar años dentro de servicios pastorales en nuestras comunidades y estar como los discípulos distraídos en otras cosas y seguimos sin comprender el mensaje de Jesús. El Evangelio de hoy nos ayuda para tomar conciencia de la necesidad que tenemos de que el Señor reubique nuestra vida en su Evangelio. Estamos por iniciar el tiempo de Cuaresma, aprovechemos este espacio intenso de preparación a la Pascua para pedir la gracia de la conversión del corazón.
Miércoles 17 de Febrero
MIÉRCOLES DE CENIZA
Fundadores de los Servitas (1310)
Jl 2,12-18: Rasguen sus corazones
Salmo 50: Misericordia, Señor: hemos pecado
2Cor 5,20–6,2 Reconcíliate con Dios
Mt 6,1-6.16-18: Tu Padre te lo pagará
La Cuaresma es una ruta de regeneración. Año con año los cristianos la caminamos para reavivar ese sentido fundamental que nos da nuestro modo de ser en el mundo. Regeneración era uno de los nombres que los primeros cristianos daban al bautismo: baño de regeneración. Aquellos bautizados no eran ingenuos como para pensar que bastaba hundirse en el agua para salir regenerados. Todo lo contrario. Aquel baño era culminante; para llegar a él, tenían que recorrer un proceso y pasar por unas etapas que los disponían para la regeneración. A eso apuntan las lecturas de este día.
El profeta pide rasgarse el corazón y no los vestidos, para volverse al Señor. El vestido indica lo que los demás miran de uno; Joel habla de cambiar la identidad. El vestido condiciona modos de ser frente a otros. Mira cómo visten las personas, en qué circunstancias y delante de quiénes. Ahora observa tu modo de ser, tu vestido. ¿Qué debes romper para desnudarte ante el Dios misericordioso? Sin esto no habrá regeneración. Uno se sumerge sin ropas.
Jueves 18 de Febrero
Jueves después de Ceniza
Bernardita Soubirous (1879)
Dt 30,15-20: Hoy pongo bendición y maldición
Salmo 1: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Lc 9,22-25: Quién pierda su vida por mi la salvará
Seguir a Jesús no es como volverse "seguidor" de una estrella de cine, mucho menos hacerse secuaz de algún líder político o incondicional de un predicador evangélico, de los que llenan plazas, estadios y miden su éxito por el grosor de la cuenta bancaria. Debe sorprendernos que existan seguidores así, más consumidores que auténticos discípulos. Jesús no pide renunciar a sí mismo para adoptar un modo enajenante de vida, sino justo lo contrario. En la cruz se mide la fidelidad a la coherencia de vida que exige el Reino de Dios.
Con la figura del Hijo del Hombre, queda claro que el seguimiento de Jesús exige tomar esa decisión a diario: ponderar los costos del discipulado. Ser cristiano no es asunto que se resuelva de una vez por todas, porque consiste en un modo de vivir tal que hace realidad la experiencia de Dios en medio de nosotros. Ser fieles a los criterios de vida y de acción de Jesús se tiene que verificar constantemente. ¿Qué motiva nuestra decisión de seguir a Jesús? ¿Cuál es el precio de nuestro discipulado?
Viernes 19 de Febrero
Viernes después de Ceniza
Gaspar de Búfalo (1836)
Is 58,1-9a: El ayuno que Dios quiere
Salmo 50: Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias
Mt 9,14-15: Ayunarán cuando el novio no esté
El ayuno guarda muchos sentidos incluso en el ámbito religioso. Se ayuna como expresión de duelo, gesto penitencial o medio de purificación; igualmente tiene motivaciones de carácter ético, de autodominio y de solidaridad; menos conocido quizá sea considerarlo como preparación a un momento de mayor trascendencia, que no se alcanza por los propios medios; se ayuna para unirse a la divinidad. Entre los contemporáneos de Jesús, ayunar era un signo de comunión con Dios y una práctica de piedad sumamente estimada para evidenciar la fidelidad a la alianza. Por eso sorprende tanto que los discípulos de Jesús no ayunen, como la razón que Jesús da por su práctica.
Jesús entiende que sus discípulos forman una comunidad en fiesta esponsal, porque él, el Novio mesiánico, está en medio de ellos. Al serles arrebatado, habrán de ayunar como un signo de pérdida, incompletez o carencia para que el Novio les sea devuelto. ¿Cómo hacemos notar que el Reino no está pleno entre nosotros? ¿Qué sentido tienen nuestras renuncias o abstinencias en un mundo consumista?
Sábado 20 de Febrero
Sábado después de Ceniza
Jacinta y Francisco (1919/1920)
Is 58,9b-14: Cuando partas tu pan, brillará tu luz
Salmo 85: Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad
Lc 5,27-32: He venido a llamar a los pecadores
La vocación de Isaías surge en un momento histórico difícil para su pueblo; una coyuntura desconcertante y dolorosa. Una realidad dónde no cabía la esperanza porque todo era ruina, oscuridad. Después de la terrible calamidad del destierro, los sueños del regreso y de reconstrucción nacional, la situación del pueblo parecía abocada a un nuevo desastre. No habían aprendido la lección de la historia. La alianza con Dios parecía relegada a la piedad personal y a los rituales en el templo. El profeta pone el dedo en la llaga: la justicia produce pan suficiente para todos.
El liderazgo profético de los discípulos de Jesús, consiste menos en encabezar procesiones que en re-generar estructuras y organizaciones de alcance social al servicio de la vida plena de todos. Lo más indispensable es que el pan llegue a todos, pero primero a los marginados, los desfavorecidos, los últimos, los que “no tienen vida”. ¿Dónde están los que no tienen qué comer? ¿A quién favorece lo que hacemos como Iglesia?
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