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martes, 2 de febrero de 2021
Balance del Foro Social Mundial 2021
Balance del Foro Social Mundial 2021
Más certezas que dudas en un foro virtual exitoso
Por Sergio Ferrari | 02/02/2021 | Otro mundo es posible
Fuentes: Rebelión
Hacia un FSM presencial y virtual en 2022 en México
El último domingo de enero culminó un verdadero maratón de nueve días con casi 800 actividades propuestas por 1.300 organizaciones que animaron el Foro Social Mundial virtual (FSM) 2021. Cerca de 10 mil personas de 144 países participaron en esta edición. El paso siguiente: el próximo FSM a realizarse, si la pandemia lo permite, en 2022, en México.
“Lo que acabamos de vivir es un eslabón en esta larga cadena de 20 años del Foro Social Mundial. Un paso de confirmación y reforzamiento”, explica Rita Freire, periodista y comunicadora, responsable de Ciranda.net – plataforma informativa altermundialista creada en 2001- y miembro del Grupo de Facilitación que puso en pie este foro virtual. Quien no esconde su sorpresa y entusiasmo por la dimensión de esta convocatoria que excedió todos los cálculos, aun los más optimistas.
Punto de partida y dilemas
Freire mira hacia atrás y busca un punto de arranque que permita realizar el balance: el Foro Social de las Resistencias de Porto Alegre de enero del 2020. “Allí nos impusimos grandes desafíos. Llegamos al consenso que para continuar había que asegurar un FSM reactivado, vigoroso, con real capacidad de convocatoria, de incidencia y coherente compromiso con las luchas sociales”, recuerda.
La pandemia obligó a un cambio en la hoja de ruta, aunque no a los exigentes objetivos propuestos. La pregunta clave era si esta edición permitiría fortalecer al FSM, recuerda. Y hoy, la respuesta, es positiva: “desde el primer día, el 23 de enero, cuando se realizó la marcha virtual de apertura, tomamos consciencia que lo que estábamos viviendo era realmente sorprendente. Con intercambios de experiencias, videos, reflexiones de gente de los rincones más alejados del mundo, en lenguas que a veces no entendíamos, así como ricos aportes de movimientos y organizaciones sociales”.
Se confirmó que “lo virtual puede ser un aliado de los procesos vivos, reales. A pesar que hay que reconocer que lo digital no es un medio viable para muchas personas, especialmente en países que no tienen los medios para conectarse a Internet”.
Nos confrontamos a una segunda contradicción, por el momento de difícil resolución. “Para comunicarnos usamos teléfonos celulares cuyos componentes emplean materias primas que vienen de países como la República Democrática del Congo, donde la apropiación de esos recursos naturales motiva guerras y enfrentamientos.
Otra contradicción adicional: debemos todavía apoyarnos en soportes que son monopólicos, como Facebook, Zoom o YouTube, sin contar con herramientas propias, libres, que sean fuertes y soberanas”.
Podemos usar lo virtual, sin olvidar que no necesariamente es maravilloso, ni justo y que en muchos casos refleja un privilegio resultante de un sistema de explotación inaceptable”, reflexiona. Y recuerda que el mismo nacimiento del foro en 2001, en Porto Alegre, se logró gracias a la convocatoria lanzada al mundo vía Internet. Y que luego se empezaron a crear y fortalecer redes mediáticas y sociales esenciales que resultaron para el movimiento altermundialista
Convergencias para disputar poder
Rita Freire reivindica como un acierto haber organizado el actual FSM sobre la base de ejes temáticos precisos. Las actividades organizadas exigieron “diálogos previos entre organizaciones, consensos, convergencias, que reforzaron un ejercicio importante para los actores sociales. Sin desconocer las diferencias y los eventuales conflictos que deben ser resueltos adentro. Desde meses este foro es un proceso participativo amplio”.
En muchos de los debates en el actual FSM se reflexionó sobre las alternativas en el planeta post pandémico, tanto en lo ambiental, en lo económico, en lo informativo, en la construcción y reforzamiento de la democracia, en las luchas feministas, migratorias, de los pueblos originarios y minorías étnicas, reseña.
Lo esencial es , justamente, entender ese diálogo constante entre actores sociales no solo como una simple retórica intelectual, sino desde la perspectiva “ de reforzar las convergencias, imaginando acciones y movilizaciones futuras comunes, en síntesis, diseñando propuestas globales que permitan disputar el poder a los que lo detienen”, enfatiza.
Muchas de esas posibles propuestas que se discutieron en el FSM refuerzan esa esperanza futura, señala. Y enumera algunos ejemplos ilustrativos: saber que los trabajadores de Google avanzan en la idea de construir un sindicato mundial único; que las comunidades indígenas de México desarrollan formas de Internet alternativo; que los medios libres buscan reforzarse; que hay organizaciones que proponen una gran campaña para ilegalizar la pobreza y anticipan propuestas concretas a nivel nacional para avanzar en esa dirección. Sin olvidar también los debates sobre el rol esencial de los Estados en situaciones como la actual, la importancia de los servicios públicos, el peso asfixiante de la deuda para nuestros pueblos -y las opciones para contrarrestarla-, las formas originales a nivel de medios y de lucha cultural para contrarrestar la visión de mundo y de sociedad que imponen los monopolios.
Próximos pasos
El proceso sigue y el futuro del FSM señala una parada en México el año próximo si la pandemia lo permite. “Nada reemplaza a los abrazos. No podemos danzar juntos por Internet”, subraya la comunicadora brasilera. Convencida que se deberá combinar lo presencial y lo virtual. México podría ser como un centro, un corazón del evento conectado con el resto del mundo. Una fórmula multicéntrica, policéntrica.
Un Foro Social Mundial configurado como sujeto global. Donde la fuerza de los movimientos y las organizaciones se exprese en una incidencia real. Es decir, reflexiona Freire que hace parte también del Consejo Internacional del FSM, “el FSM debe construir una metodología de toma de decisiones no hegemonista, profundamente democrática. Que respete esencialmente las divergencias que existan en su seno, pero sin paralizarse por ellas. Es preciso reconocer que el debate sobre la necesaria evolución del método de ser y de hacer es el camino para la construcción de las convergencias en la diversidad”.
Si la discusión interna es viva e intensa, una de los temas que la motiva se refiere a la esencia misma del FSM, cómo espacio de encuentro-reflexión-debate o bien en tanto actor social.
Y Rita Freire no teme a la respuesta haciendo referencia a la posición adoptada por el Colectivo de organizaciones brasileras en el Consejo Internacional: “no vemos contradicción en que el FSM sea un espacio de encuentro, de debate y de articulación de acciones y, al mismo tiempo, sea un actor en el escenario internacional. Sentimos que el proceso abierto hace 20 años ha buscado cumplir ese papel en estas dos décadas”. Y ejemplifica: “son incontables las redes y articulaciones surgidas en los espacios del FSM e innumerables las propuestas elaboradas e implementadas desde su nacimiento en 2001, muchas de ellas, inclusive, contribuyendo a elaborar políticas públicas implementadas por gobiernos en varios continentes”.
El FSM ya actuó como actor global, subraya, “publicando declaraciones, liderando acciones globales, defendiendo ideas y valores, a pesar de que haya controversias sobre eso. Como afirman las organizaciones brasileras en el Consejo Internacional, ha sido un proceso dinámico, que se multiplicó en foros temáticos, regionales y nacionales, asambleas sociales, de mujeres, y de distintas convergencias; un espacio de la diversidad, de la riqueza y amplitud de los movimientos sociales, como ocurrió en el FSM 2018 en Salvador de Bahía; y en los diálogos que marcaron las varias reuniones ampliadas de 2020… Pero, sin embargo, puede más”, reflexiona la responsable de Ciranda.net.
En el horizonte, el sueño -no imposible- de una sociedad civil planetaria movilizada, cuestionadora del sistema hegemónico y constructora de alternativas post pandémicas y post sistémicas viables, cimiento de un mundo más justo y equitativo, concluye.
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