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jueves, 31 de marzo de 2022
Biden no entiende que tiene más enemigos en el interior que en el exterior"
Biden no entiende que tiene más enemigos en el interior que en el exterior"
EEUU está a unos meses de renovar su Congreso y a dos años de una transición presidencial. Mientras, el conflicto en Europa del Este, que a simple vista parece no guardar relación con estos acontecimientos, podría en realidad ser un arma electoral del demócrata Joe Biden, cuyos índices de aprobación no están en su mejor momento.
En la autoproclamada Tierra de la Libertad, la guerra es un trampolín político: el pretexto perfecto para enarbolar a Estados Unidos como la gran potencia mundial que reparte lecciones democráticas en cualquier latitud. Al menos así ha sido históricamente.
Sin embargo, ¿qué tan vigente es esta vieja estrategia norteamericana de promover conflictos internacionales para aprovecharlos en la política doméstica?
Expertos consultados por Sputnik afirman que el conflicto en Ucrania —en el cual Estados Unidos tiene gran responsabilidad, según los entrevistados— podría ser un arma de doble filo para la Administración de Joe Biden, quien insiste en generar una narrativa occidental en contra de Rusia a través de un boicot económico, comercial, cultural y político.
Y es que en momentos en que su popularidad se ubica en mínimos históricos —el 52% de los ciudadanos estadounidenses desaprueba su gestión, según Reuters/Ipsos—, Biden busca desesperadamente fortalecer su imagen y la del Partido Demócrata rumbo a los comicios intermedios que se celebrarán el próximo 8 de noviembre, en los que se renovará la Cámara de Representantes y una parte del Senado.
"La filosofía y la ideología política de Estados Unidos se asientan en la teoría realista que supone el uso de la fuerza y el pragmatismo para propiciar, a través de la intervención en un conflicto internacional, la elevación del espíritu patriótico de los estadounidenses, que se ven a sí mismos como una hegemonía mundial", considera Iliana Rodríguez, investigadora en Derecho Internacional del Tec de Monterrey y certificada por la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.
faltan dos años para que concluya el periodo de Biden en la Casa Blanca y la sombra de Donald Trump acecha Washington cada vez más.
De hecho, una encuesta elaborada por Harvard CAPS-Harris ubica al magnate republicano por encima del demócrata en un hipotético enfrentamiento, con un 47% y un 41%, respectivamente. Esto quiere decir que, si las elecciones presidenciales de Estados Unidos sucedieran hoy, probablemente Trump regresaría al poder.
Por ello, el conflicto entre Ucrania y Rusia podría ser utilizado políticamente como una forma de elevar esos índices de popularidad, advierte Rodríguez.
"Independientemente de que haya ejércitos importantes como el de Rusia o el de China, Estados Unidos sigue siendo una potencia hegemónica que ha sabido mantener una especie de prestigio que las guerras le han conferido", explica la especialista, quien también cuenta con un certificado de la Universidad de Georgetown.
Ya ha sucedido en el pasado. El expresidente George H.W. Bush (1989-1993) acrecentó sus niveles de aceptación ciudadana hasta al 90% —según Gallup— con la intervención estadounidense en la Guerra del Golfo. Lo mismo sucedió durante el mandato de su hijo, George W. Bush (2001-2009), cuyos índices se elevaron hasta el 86% tras la Guerra de Irak de 2003, justificada por los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001.
En su libro Electing to Fight: Why Emerging Democracies go to War? (2005), los politólogos Edward Mansfield y Jack Snyder aseguran que existe un vínculo muy cercano entre los políticos con problemas de popularidad y el desencadenamiento de conflictos bélicos en otras partes del mundo.
"Cuando es incompleto o se realiza de forma prematura, el proceso de democratización suele conducir a un aumento de la guerra y la inestabilidad. Basándose en casi 200 años de datos históricos, Mansfield y Snyder descubren que la transición a la democracia suele caracterizarse por un nacionalismo beligerante que aumenta sustancialmente el riesgo de guerra. Sus conclusiones ponen en tela de juicio la actual política de Estados Unidos de impulsar la democracia en el mundo musulmán y en China", se lee en el prólogo de este ensayo.
¿Pero qué tan rentable sigue siendo la guerra?
A nivel armamentista, sigue siendo un gran negocio para Estados Unidos, país que acapara la mayor cantidad de empresas de la industria bélica en el mundo. Sin embargo, políticamente, los beneficios podrían no ser tan atractivos.
"Pese a la retórica incendiaria utilizada por Washington contra el señor Putin, la guerra ya no le está funcionando ni a republicanos ni a demócratas como un elemento para incrementar los ratings políticos a la vieja usanza", asegura Eduardo Rosales, internacionalista de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La razón es muy sencilla: los costos económicos y políticos de la guerra ya son muy altos. Según el experto, lo que menos quiere la población estadounidense en este momento es involucrarse en un conflicto internacional cuando ya tiene otros de índole interna de qué preocuparse, como la deuda, la pandemia de COVID-19, el tráfico de drogas (el consumo de fentanilo es un problema de salud pública), la migración o la inflación, que ha llegado a 7,9%, el nivel más alto desde 1982.
Además, la doctora Iliana Rodríguez apunta otro problema: el alza en los precios de los combustibles en Estados Unidos. La crisis en Europa del Este ha provocado que los estadounidenses deban pagar por llenar más sus tanques, una mala noticia para un país con altas presiones inflacionarias.
Los números son claros. En julio de 2021, la encuestadora Gallup ubicó la aprobación ciudadana de Joe Biden en 50%. En marzo de 2022, a tres semanas de que se iniciara el conflicto en Ucrania, esa cifra descendió a 42%, según Reuters/Ipsos, y a 41%, según Morning Consult Political Intelligence (MCPI). "Anteriormente, promover una guerra o una invasión era significativo en términos porcentuales; hoy ya no es así", añade Rosales.
"En un mundo globalizado, la guerra se convierte en un asunto donde todo mundo pierde. Estados Unidos es una potencia en declive y el conflicto en Ucrania no ha ayudado en nada [a Biden]. Su Gobierno tuvo una falta de visión muy grande porque pudo haber solucionado la crisis [en Europa del Este] desde hace varios meses, comunicándose con Zelenski para aminorar las tensiones", observa el especialista, quien también es doctor en relaciones internacionales por la Atlantic International University.
"Buena parte de la culpa de lo que sucede en Ucrania la tiene Estados Unidos por no haber respetado los acuerdos establecidos después de la caída del Muro de Berlín [en las cuales Rusia pedía la no expansión de la OTAN hacia sus fronteras]. Si ya tenía este problema en sus puertas desde hace años, ¿por qué no quiso solucionarlo antes? En vez de gastar recursos para atizar el conflicto, ha emprendido una cadena de errores desde los niveles más altos de Biden y el Pentágono. Biden no ha entendido que tiene más enemigos en el interior que en el exterior", concluye.
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