martes, 7 de noviembre de 2017

COMENTARIO Evangelio según san Lucas (14,15-24):

Evangelio según san Lucas (14,15-24):
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!»
Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir." El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio." Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»
Palabra del Señor

1.       Esta parábola tiene su paralelo en Mt 22, 1-10. Esta historia tiene, por tanto, su origen en la fuente Q, previa y común a Mt y Lc (S. Schulz). La parábola, por eso, tiene una fuente o un origen común, a partir del cual se tiene que buscar la enseñanza que nos quiere transmitir. Por tanto, lo que menos interesa aquí es precisar las diferencias de redacción entre el texto de Lucas y el de Mateo. Lo que debe centrar nuestra atención es la enseñanza central de la parábola en ambas redacciones.
2.       Lo mismo en el evangelio de Mateo que en el de Lucas, la parábola se encuentra en contextos de confrontación o de enfrentamiento de Jesús con los líderes religiosos de Israel. En Mt es evidente, ya que esta parábola es la tercera de las tres parábolas de denuncia: los dos hermanos (Mt 21, 28.31), los viñadores homicidas (Mt 21, 33-46), los invitados al banquete (Mt 22, 1-10). En Lc, la parábola está a continuación de otra denuncia, la que hace Jesús “en casa de uno de los jefes de los fariseos” (Lc 14, 1), por causa del afán de aquellos jefes de situarse los primeros (Lc 14, 7). Por lo tanto, es seguro que esta parábola del banquete es la manifestación fuerte del conflicto de Jesús con la religión, tal como la vivían y la dirigían los líderes religiosos de Jerusalén. ¿En qué sentido?
3.       El relato del banquete es extravagante. Todos los invitados oficiales rechazan la invitación. Mientras que al banquete asisten los que ni estaban invitados, ni nadie los invitaría: los mendigos, los “sin techo”, los vagabundos… La lección es sorprendentemente clara y asombrosa: el Evangelio nos presenta y ofrece un banquete, o sea, nos presenta la vida como una gran fiesta de satisfacción, de gozo y alegría. Pero resulta que a esa fiesta no entran los que están en el centro de todas las fiestas de este mundo, las fiestas del sistema, los festines del “orden presente”. Mientras que quienes entran, a juicio de Jesús, son los excluidos y marginados, los “nadies” a los que no quiere nadie. Los que carecen de derecho y están en el último lugar. Por consiguiente: el Reino de Dios le da la vuelta y pone al revés el “orden” de este mundo. El Evangelio es la denuncia total de nuestro total desorden. Por eso, la gran pregunta es esta: ¿por dónde anda nuestro pensamiento, nuestras preferencias y nuestras convicciones? ¿Por el camino de Jesús? ¿Por el camino del sistema que nos está destrozando a todos? Estamos tocando el fondo.
José M. Castillo
La Religión de Jesús

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