Evangelio según san Mateo (11,11-15):
EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos, que oiga».
Palabra del Señor
1. La liturgia de Adviento nos trae al recuerdo los relatos evangélicos que elogian a Juan Bautista. Lo que parece indicar que la mejor manera de prepararnos, para recibir a Jesús y para integrarlo en nuestra vida, es recordar el ejemplo de Juan Bautista. Porque, si el Adviento es la preparación para la venida de Jesús, Juan Bautista fue el primero que cumplió esa tarea y tuvo esa misión. Pues bien, si Juan Bautista es el más grande los nacidos de mujer, resulta evidente que –a juicio de Jesús- Juan es lo que más da de sí la condición humana. Pero hay algo que supera lo que da de sí la condición humana. Superan la condición humana los hijos del Reino de Dios. No porque sean o tengan algo más que “lo humano”, sino porque “lo humano”, tal como existe, está fundido con “lo inhumano”.
2. Es humano, amar, ayudar, ser buenas personas… Pero también es humano odiar, hacer daño, portarse mal y causar mucho sufrimiento. Por eso decimos que lo humano está fundido en nosotros con lo inhumano. El proyecto de Jesús no consiste “divinizarnos” (nadie puede saber lo que es eso), sino en “humanizarnos” tanto, que vayamos superando la “deshumanización” que todos llevamos en nuestra forma de ser.
3. Juan Bautista fue un santo, pero llevó una vida que no es normal. Jesús fue un hombre normal. Juan no comía ni bebía (Mt 11, 18), mientras que Jesús comía y bebía (Mt 11, 19). Jesús fue la expresión más cabal de lo humano. Eso es lo que propone Jesús cuando habla del Reino de Dios. Hacer violencia contra lo verdaderamente humano es hacer violencia contra el Reino de Dios. Los predicadores religiosos que amenazan a la gente, que presentan a Dios como un juez peligroso, son hombres violentos, que utilizan a Dios para ponerlo como ejemplo y modelo de violencia. Quienes hacen eso son enemigos del Evangelio.
José M. Castillo
La Religión de Jesús
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