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lunes, 9 de noviembre de 2020
La Iglesia de base y la dispersión de los presos de ETA: “La teología o es liberadora o no es teología”
La Iglesia de base y la dispersión de los presos de ETA: “La teología o es liberadora o no es teología”
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Por Loïc Ramirez | 16/10/2020 | España
Fuentes: El Salto [Foto: Todos los viernes, familiares de presos de ETA se manifiestan en el centro de Donosti / San Sebastián por el acercamiento de los presos (Marion Vercelot)]
Dos años después de su disolución, quedan 230 presos de ETA expuestos a una política de dispersión por el territorio español y francés. La sociedad vasca solicita el reagrupamiento de los prisioneros en el territorio vasco para enterrar definitivamente el conflicto armado. Entre las organizaciones que piden el acercamiento de presos, los curas de la teología de la liberación cumplen un papel importante.
Como todos los viernes, Josune ha venido a la marcha. Ha saludado a las demás personas presentes, la mayoría son ya de edad avanzada. Como todos los viernes, se reúnen aquí, en la Plaza de la Constitución, en el casco antiguo de Donosti / San Sebastián. Una mujer anciana empieza a repartir las pancartas entre los participantes. En todas se distinguen caras. Caras ocultadas por la palabra debekatua. “Significa ‘prohibido’ en euskera, no está autorizado exhibir sus rostros”, nos aclara un hombre. Mujeres y hombres, hijos e hijas, hermanos o hermanas, cada foto representa a un pariente preso, a un conocido encarcelado. Como todos los viernes, los familiares de los presos de la difunta organización armada ETA se reúnen para realizar una marcha por el centro de la ciudad. Al son de una música triste, recorren las calles sin hablar, como una marcha fúnebre. Como todos los viernes, exigen la reagrupación de sus familiares a cárceles del País Vasco. Como todos los viernes, desde hace 30 años.
“Solo somos dos hermanos, yo y el que está en la cárcel”, comenta Josune. Nacida en 1960, Josune Dorrontsoro es la hermana de Jose Mari Dorrontsoro Malaxetxebarria, quien fue arrestado en la capital francesa en 1993 por pertenecer a ETA. “No voy a decir todo lo que pienso respecto a lo que hizo mi hermano, lo que sí puedo decir es que para mí sí hay un conflicto político entre Euskal Herria y los Estados españoles y franceses”.
A finales de los años 80, el Gobierno español decidió aplicar una política de dispersión de los presos vascos con el objetivo, oficialmente, de romper la coordinación de sus miembros dentro de los centros penitenciarios y así desarticular la actividad de ETA en las cárceles. El resultado fue el alejamiento de gran parte de los prisioneros a través de todo el territorio español e incluso francés. “Al principio, cuando estuvo encerrado en París, en la cárcel de Fleury Mérogis, íbamos a visitarle cada 15 días”, sigue explicando Josune, “es que no le habíamos visto desde hace cinco años”. A partir de 2001, su hermano se trasladó a España, pero lejos del País Vasco. “Lo estuvieron moviendo constantemente; estuvo en la cárcel en Madrid, Alicante, Almería y ahora en Cádiz, donde voy una vez al mes para verlo”. Cádiz, que queda a unos mil kilómetros de San Sebastián.
En 2011, ETA anunciaba el cese definitivo de las acciones armadas. El 3 de mayo de 2018 la organización clandestina comunicaba al mundo su total disolución. ETA dejó de existir. Sin embargo, muchos de sus antiguos miembros siguen en las cárceles. Para los familiares, la política de dispersión es un castigo que se les inflige a ellos. Regularmente, se ven obligados a recorrer cientos y cientos de kilómetros por España o Francia para visitar a un pariente. Al costo económico, se le suma el peso psicológico y, a veces, el peligro mismo de la carretera.
Numerosos casos de accidentes, algunos mortales, han sido denunciados por las organizaciones civiles vascas como consecuencia de las largas horas de viaje que suponen las visitas. “El Gobierno solía justificar esta medida por la existencia de ETA, pero es que ETA ya no existe”, señala Joseba Azkarraga, portavoz de la asociación Sare. Como cada año, la asociación organizó este enero una multitudinaria marcha a favor de la reagrupación de los presos de ETA, en la ciudad de Bilbao. “Quedan casi cerca de 200 presos en España y más de 30 en Francia”, explica. “Lo que pedimos es el fin del alejamiento, que se saquen a los presos enfermos y que se ponga fin a las medidas de excepción que dificultan las reducciones de penas y la obtención de permisos”. Solicitado por numerosas personas, Joseba Azkarra desaparece rápidamente entre los manifestantes. Como de costumbre, los ciudadanos vascos llenan las anchas avenidas de Bilbao.
Foto: Manifestación anual contra la dispersión, enero de 2019 (Marion Vercelot)
“¿Quieres un té o un café?”, pregunta Félix Placer mientras acomoda la mesa donde nos recibe. A pesar de superar los 80 años, el hombre habla con rapidez y se mueve con energía. Es un sacerdote en la Diócesis de Vitoria y una figura importante de apoyo a los derechos de los presos. “Siempre tuve, digamos, una sensibilidad respecto al sentimiento vasco; mi propia familia fue víctima de persecuciones, mi tío fue fusilado por los franquistas”. Doctor en Teología, antiguo profesor en la Facultad de Teología de Gasteiz / Vitoria, Félix Placer Ugarte es uno de los últimos representantes en Europa de una corriente teológica nacida en América Latina en la segunda mitad del siglo XX: la teología de la liberación. “Nosotros pensamos que la teología o es liberadora o no es teología —asegura el sacerdote— una teología cristiana que quiera ser fiel al mensaje de una persona que se anunció diciendo que venía a liberar a los presos, a los pobres y a los oprimidos, que es lo que dijo Jesucristo, tiene que ser una teología liberadora”.
Tomando como método de análisis de la realidad el marxismo, la teología de liberación surge en el continente sudamericano debido a la pobreza que azotaba las poblaciones. Incluso llegó a convertirse en el motor ideológico de movimientos guerrilleros, entre los cuales se encuentra uno de los más famosos, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, fundado en 1964. Dicha organización tuvo en sus filas a figuras religiosas de gran importancia, como el cura Camilo Torres Restrepo o José Manuel Pérez Martinez, conocido como el Cura Pérez, quien llegó a ser comandante de la guerrilla hasta su muerte en 1998.
Foto: Félix Placer (Marion Vercelot)
Aunque compartan puntos de vista ideológicos, Félix Placer nunca tomó las armas. Es más, siempre opuso a la violencia de ETA la alternativa de una salida política y pacífica al conflicto vasco. “No copiamos el modelo latinoamericano, sino que adaptamos la teología de la liberación al contexto europeo”. Él se hizo cura durante la dictadura. “En aquellos tiempos la represión era muy dura y la jerarquía eclesiástica se sometía al régimen militar que nombraba los obispos; estos últimos estaban plenamente convencidos por la ideas del franquismo y de su cruzada”. Sin embargo, la primera reacción pública de la Iglesia a favor de la defensa del pueblo vasco surge durante la dictadura, en 1960, con una carta firmada por 339 sacerdotes, donde se denunciaban las torturas y las detenciones, al mismo tiempo que se tomó posición a favor de la cultura vasca y de su lengua.
“Este episodio marcó un hito dentro de la historia del clero vasco”, afirma Félix. Castigados, algunos de ellos desterrados, los clérigos firmantes sufrieron represiones por parte de su jerarquía. Tal vez consecuencia de este episodio, el Gobierno franquista abrió a finales de los años 1960, con la aceptación del Vaticano, una cárcel destinada a los curas “rojos” y “separatistas” en la provincia de Zamora. Según fuentes periodísticas, 43 curas y sacerdotes vascos fueron allí encerrados hasta 1977.
“Con la muerte del dictador, en 1975, y la llamada transición, se abre una nueva etapa —sigue comentando Félix— se empiezan a nombrar obispos vascos para Euskal Herria”. La línea cambia y se empieza a defender la cultura vasca, del euskera y “por primera vez”, señala nuestro interlocutor, “se decanta por una solución política al problema vasco, detalle importante pues en esta época las muertes ocasionadas por ETA eran casi continuas”.
Pese a la apertura que provoca la caída del régimen, “la represión no acaba”, afirma. El 3 de marzo de 1976, durante un conflicto laboral en el País Vasco, miles de huelguistas se reúnen en la iglesia de San Francisco, en Vitoria. Desalojados violentamente por los gases lacrimógenos de la policía, los trabajadores son apaleados y reprimidos en torno al edificio religioso. Ahí, frente a las puertas de la parroquia, cinco de ellos mueren abatidos. “A raíz de este suceso nació la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria”, explica el eclesiástico, “y a partir de allí, durante más de 40 años, nos centramos en torno a la problemática de Euskal herria y a la de los presos”. Félix Placer no lo comenta durante nuestra entrevista, pero él fue uno de los sacerdotes presentes en la iglesia el día de la matanza.
En 2009, llegan nuevos obispos en el País Vasco, entre los cuales se encuentra José Ignacio Munilla, en San Sebastián. “Con ellos se da un giro más conservador a la Iglesia vasca”, afirma Félix, “desaparecen todas las reivindicaciones éticas y políticas”. Una de estas reinvindicaciones abandonadas por los nuevos obispos es el reclamo de la unidad del territorio religioso vasco. “Estamos divididos como provincias eclesiásticas, desde siempre. Se pidió a Roma que se aceptará la unificación, pero no hubo respuesta”. ¿Por qué razón? “Por presiones de Madrid”, asegura el sacerdote. Hoy en día, Placer centra su militancia en la defensa de los presos vascos. Una postura que le sigue trayendo enemistades. En alguna ocasión los medios llegaron a calificarlo de cura “proetarra”. En 2011, fue llamado a testificar a la Audiencia Nacional por haber sido el organizador, a través de la Coordinadora, de una marcha a favor de los presos en la cual se exhibieron fotografía de miembros de ETA. “Siempre nos hemos solidarizado con las víctimas, tanto las de ETA como del otro lado”, argumenta, pero la amnistía, que llegó incluso a ser pedida por obispos anteriormente, es de tradición cristiana y es una manera de superar el conflicto”.
Ultimo capítulo pendiente para cerrar definitivamente el paréntesis de violencia que vivió el País Vasco, el fin de la dispersión es hoy el tema principal en la agenda de los partidos nacionalistas. Según Félix, Josune y muchos otros, es el paso necesario para seguir dialogando con el Estado en búsqueda de soluciones, pues el final de la lucha armada no apagó la voluntad nacionalista de muchos vascos que se sigue expresando en las urnas. “Es que el problema, en definitiva, no es ETA. El problema es muy grave, es el reconocimiento del pueblo vasco como tal pueblo, es la cuestión de su autodeterminación”, concluye el sacerdote.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/euskal-herria/teologia-liberacion-conflicto-vasco-dispersion-presos-euskak-herria-eta
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