viernes, 6 de agosto de 2021

Erotismo y el amor humano: la hipocresía del puritanismo y otros demonios (V)05/08/2021Por: Shirley Ruiz

Erotismo y el amor humano: la hipocresía del puritanismo y otros demonios (V)

Por: Shirley Ruiz
FSMET Col-Lat, Costa Rica

“Soy oscura pero bella” dice el libro del Cantar de los Cantares.

Recuerdo un seminario de sexualidad al que asistí cuando iba a la iglesia, el exponente, un extranjero, nos iba a explicar cómo el libro de Cantares contenía todo un trasfondo sexual y erótico digno de estudiar y aprender donde la poesía del amor entre dos personas se celebraba en una reciprocidad llena de pasión.

Los y las invito a respirar, poner el reloj en cámara lenta y mirar sin tabúes ni prejuicios el erotismo como parte de nuestra cotidianeidad y ser capaces de disfrutar del amor humano y sus pasiones.

«El sexo no prospera en medio de la monotonía. Sin sentimiento, sin invenciones, sin el estado de ánimo apropiado, no hay sorpresas en la cama. El sexo debe mezclarse con lágrimas, risas, palabras, promesas, escenas, celos, envidia, todas las variedades del miedo, viajes al extranjero, caras nuevas, novelas, relatos, sueños, fantasías, música, danza, opio y vino». Anaïs Nin

En diferentes ejemplos y culturas a través de la historia, se nos ha contado que el disfrute sexual era bien visto para los hombres, ellos podían hablar abiertamente sobre el tema y no se juzgaban ni condenaban, al contrario, más bien se aplaudía su virilidad y libertad con la que vivían o practicaban la sexualidad con una o más personas.

En cambio, a las mujeres se les “educaba” para propiciar placer sexual, con mitos como: ser mujer y tener sexo era sinónimo de ser madre, que el sexo debía ser romántico, y que se debía tener una pasividad erótica, o sea, nunca tomar la iniciativa, no expresar lo que se sentía, no decir lo que les gustaba o disgustaba, jamás mencionar lo que sí les provocaba placer, entre otros mitos.

De ahí, entonces, que el placer parecía ser un derecho solo para los hombres y para las mujeres era un deber el propiciar ese placer.

Nos ubicamos ahora en nuestro tiempo, más o menos, con los movimientos sociales, principalmente el feminismo,  se han venido de-construyendo estos mitos, tabúes y prejuicios, se le hace una “guerra” al puritanismo y se deja en claro que la sexualidad y sus pasiones es un bien para disfrutar y vivir en plenitud tanto para hombres como para las mujeres y esto entonces le abre una puerta de libertad a las mujeres para que podamos expresar sin miedo ni vergüenza lo que nos gusta hacer o no hacer sexualmente con nuestro cuerpo.

Por ejemplo, en la literatura, la historia nos cuenta que las mujeres debían escribir bajo seudónimos, pero hoy en día en el ámbito de la literatura también hay un giro enorme y las mujeres ya no tenemos que publicar bajo seudónimos para escribir este tipo de contenidos, hace años, las mujeres que escribían y denunciaban aspectos sobre sexo, placer o sátira no eran bien vistas, por lo que el puritanismo silenciaba y ponía a la literatura erótica como prohibida y la censuraba al punto de tener que  escapar de ella o leerla clandestinamente.

La religión ingenuamente se apropia del tema y pone “reglas” donde se da el derecho de decir que ciertas prácticas sexuales son “buenas o malas”, o mejor dicho, que ciertas prácticas sexuales son pecado o no lo son, llevando a los feligreses a un sometimiento de sus deseos o placeres y reprimirlos para no pecar.

“¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres!
¡Tus ojos son palomas!
¡Qué hermoso eres, amado mío,
eres realmente encantador!
¡Qué frondoso es nuestro lecho!”

Cantar de los Cantares

Este hermoso y erótico libro de la biblia nos enseña que la relación erótica es bellísima y satisfactoria y que se vive en plenitud y que es necesario “aprender a hacer el amor”, o sea, el amor “se hace”, se construye, se alimenta y se cuida.

Ahora bien, podríamos decir que no necesariamente debe existir compañía para vivir el erotismo en su plenitud, esto quiere decir que el erotismo está acompañado de diferentes símbolos o elementos que lo alimentan y se puede experimentar con pareja o sin pareja, por ejemplo: una lectura de una novela o un poema, una canción, un sonido, una imagen, unas palabras, entre otras cosas, donde todo esto pueden llevar al ser humano a un estado único de deseo o placer invitándonos a vivir ese bello momento erótico como parte de un alimento espiritual a nuestro cuerpo y sus pasiones en el cual no debe existir la culpa por lo que se siente y se hace.

Diferentes escritores como Octavio Paz expresaron en sus libros que  la sexualidad y el amor eran la llama doble de la vida, la energía creadora y la energía transformadora, Graham Greene es más agresivo en sus palabras y dice que: Una pasión tiene que tener algo de clandestino, algo de transgresor y algo de perverso, Rafael Alberti definió la escena de dos amantes como un campo de batalla y escribió una de las más hermosas metáforas sobre el sexo oral, entre Priapo y Venus, Julio Cortázar en Rayuela utiliza unas metáforas exquisitas y escribe: Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.

Escritoras como Anais Nin, expresan que: “La sexualidad pierde su fuerza y su magia cuando se hace explícita, automática, exagerada, cuando se convierte en una obsesión mecánica. Llega a ser aburrida”, Marguerite Duras en una de sus frases en “El amante” dice: “Nuestro amor podía llevarnos a la cárcel”, y Valerie Tasso deja de lado las palabras y dice: El orgasmo es el gran comedor de palabras, solo permite el gemido, el aullido, la expresión infrahumana, pero no la palabra.

Y así, entre muchos otros escritores y escritoras encontramos una riqueza de literatura erótica que nos invitan a disfrutar de un momento erótico en su plenitud.

Nos queda muy claro que para vivir y disfrutar una sexualidad sana con o sin pareja, debemos romper con lo que el puritanismo de la sociedad, religión y educación nos han enseñado de por vida y podamos hacer la paz con el amor sacro y el amor profano, donde dejemos de replicar frases como: eso no se pregunta, eso no se debe tocar, eso no se debe mirar, eso no se debe sentir, y más bien nos invitemos a que las interrogantes nos lleven a descubrir todo un mundo de placer erótico que se pueda hablar y vivir consciente y responsablemente porque los “No” también nos enseñan y hay que romper el cristal que por siglos ha puesto al sexo como un tema lleno de dogmas, mitos, prohibiciones, culpas y pecados y reubicarlo en ese amor propio que nos lleva al disfrute y al descubrimiento de nuestro cuerpo y emociones donde habitan muchos deseos y pasiones.

“Cuerpo, recuerda no solamente cuánto fuiste amado,
no solo los lechos en que te acostaste,
sino también aquellos deseos que por ti
brillaban en los ojos manifiestamente,
y temblaban en la voz…”
Kavafis

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