Evangelio según san Lucas (10, 38-42)
EN aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
Palabra del Señor
1. Lo que menos interesa en este relato es precisar si Marta y María son las mismas dos hermanas, que, junto a Lázaro, aparecen en el IV evangelio (Jn 11, 1-46). Lo que importa es lo que nos enseña este relato, no quiénes fueron sus protagonistas. Tampoco es de mucha actualidad el tema que ha planteado la literatura ascética y la teología de la Vida Religiosa, al explicar lo de Marta y María como símbolo de las dos formas de Vida Religiosa, que la espiritualidad cristiana ha planteado: la vida activa (Marta) y la vida contemplativa (María). Un tema que ha interesado a monjas y monjes, pero que ahora interesa cada día menos. ¿A qué viene calentarse tanto la cabeza discutiendo si es más perfecta la vida activa o contemplativa? ¿Qué más da lo uno o lo otro?
2. En todo caso –y tenga el interés que tenga la identidad de estas dos hermanas- no parece que el evangelio de Lucas nos recuerde lo de Marta y María para pronunciarse a favor de la acción o de la contemplación. Lo que ocurrió en la casa de aquellas dos hermanas, y la respuesta de Jesús, se refieren, sin duda, a algo que interesa a todo el mundo. Es importante la ayuda, pero es más importante la escucha. Es importante el ser para, pero es más importante el estar con. Por supuesto, hay situaciones en la vida en las que lo más urgente es la ayuda. Pero, en el conjunto de la vida, lo que más necesitamos es que se nos escuche, que alguien nos dedique su tiempo, su interés, su atención. Es decir, que haya personas que, con su actitud profunda, nos hacen ver y palpar que les podemos aportar algo, que les podemos enseñar algo, que por eso somos importantes y necesarios para el que nos escucha. Marta es la persona que quiere ayudar. María es la persona que quiere.
3. En la vida es importante la “ayuda”. Pero es indeciblemente más necesario el “cariño”. Porque el cariño llega más al fondo de lo que somos y necesitamos. Y porque el cariño es más englobante, abarca la vida entera y llena toda nuestra vida.
José M. Castillo
La Religión de Jesús
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