Los auténticos antisemitas
Si un nombre le cuadra al nuevo orden mundial que por fortuna parece que empieza a tambalearse (nos va la bolsa y la vida en ello) es el de nazi-sionista. La desfachatez con la que los líderes de dicho movimiento retrógrado (tanto europeos, como americanos o israelíes) utilizan el horror que supuso el exterminio judío para silenciar a sus oponentes acusándolos de antisemitas y justificar sus propias campañas de exterminio no tiene precedentes y nos revuelve las tripas.No hace mucho que consiguieron con esa táctica infame amordazar a Corbyn y poner trabas a su proyecto encaminado a llevar a cabo tímidas reformas a fin de poner ciertos límites al saqueo a gran escala de las riquezas del mundo por parte de los banqueros, tanto británicos como no británicos. El de ser antisemita, es un calificativo que lanzan a diestro y siniestro y que reservan a todos aquellos que se atreven a denunciar sus crímenes y sus métodos de exterminio que aprendieron de sus correligionarios los criminales nazis a muchos de los cuales los miembros de los servicios de inteligencia norte americanos con Allen Dulles a la cabeza incorporaron a sus equipos por medio de la operación Paperclip o ayudaron a escapar de la justicia través de la Ruta de las Ratas. Ellos son los auténticos antisemitas empeñados en recluir a todos los judíos del mundo en Israel, ese estado vasallo de la alianza nazi transatlántica, llevando a cabo el proyecto que Hitler acarició en un primer momento de recluirlos en Madagascar antes de decantarse por la solución final que es la misma que Netanyahu reserva para el pueblo palestino encerrado en las cárceles a cielo abierto de Cisjordania y la franja de Gaza.
Resulta inadmisible que los polacos que colaboraron alegremente, salvo honrosas excepciones, en la persecución de los judíos en su territorio pretendan excluir a los rusos del proyecto de construir un monumento conmemorativo en el campo de concentración nazi de Sobibor, de la misma forma que decidieron excluirlos en 2015 de la ceremonia de conmemoración de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, por parte no de los aliados, ni de la resistencia polaca, sino de las tropas soviéticas. Se trata de una sucia maniobra que nos da una idea de la catadura moral de los representantes de la nación polaca que sería la primera en ser barrida del mapa si se produjera la nueva conflagración mundial que los altos cargos de la OTAN parecen perseguir con tanto ahínco. Los rusos son los únicos dignos de participar en cualquier acto de homenaje a las víctimas del mal llamado Holocausto-es un término religioso que no le cuadra en absoluto a aquella espantosa matanza-, pues fueron ellos los que detuvieron el exterminio judío en Europa al derrotar a los ejércitos de Hitler y al liberar de su espantoso yugo a toda Europa, un exterminio que de no ser por su intervención hubiera sido absoluto. Los aliados que conocían la existencia de los campos de exterminio al menos desde 1942 no se dignaron siquiera a sabotear las rutas de transporte que conducían a las víctimas del antisemitismo nazi a los hornos crematorios.
No hace falta investigar demasiado para descubrir que fue la Reserva Federal, el Banco de Pagos Internacionales (o BIS por sus siglas en inglés) y el Banco de Inglaterra en comandita con el presidente del Reichsbank y ministro de economía de Hitler, Hjalmar Schacht, los que financiaron a los nazis de la misma forma que grandes corporaciones americanas crearon y siguieron alimentando su maquinaria de guerra a lo largo de todo el conflicto sin importarle lo más mínimo la suerte de los soldados aliados que caían en la contienda, aunque no en la misma proporción que los rusos que fueron los que ganaron la guerra contra los banqueros y las corporaciones occidentales filo-nazis. Los estrategas de los ejércitos aliados se decidieron por fin a pasar verdaderamente a la ofensiva con el desembarco en Normandía, no para derrotar a los nazis, sino para detener la marcha imparable de los ejércitos soviéticos que de lo contrario hubieran tomado la misma capital francesa.
IG Farben, el mayor proveedor de armamento para la Alemania Nazi financió el 45% de la campaña de Hitler y siempre estuvo bajo el control de la Standard Oil de Rockefeller. La General Motors, la compañía de la familia DuPont era la auténtica dueña de OPEL y Henry Ford, precoz admirador de Hitler y su régimen, controlaba el 100% de las acciones de Volkswagen.
En palabras del doctor Yuri Rubsov: “La cooperación de Estados Unidos con el complejo militar industrial alemán era tan intensa y generalizada que para 1933 los sectores claves de la industria alemana y los grandes bancos alemanes como el Deutsche, el Dresdner o el Donat Bank, se encontraban bajo control del capital financiero norte americano. [1]
Los intereses de las corporaciones e instituciones financieras norteamericanas en la industria armamentística nazi no disminuyeron, como ya he señalado, con el estallido de la guerra sino que aumentaron considerablemente y siguieron ejerciendo un férreo aunque camuflado control sobre la misma hasta el final de la contienda. El fomento y la financiación del nazismo por parte de las grandes corporaciones norteamericanas no tenía otro objetivo que aplastar los movimientos revolucionarios en Europa, destruir a la Unión Soviética y recortar los derechos y los salarios de los ciudadanos en todo el continente. En suma: el mismo proyecto que llevan a cabo en la actualidad financiando a los movimientos fascistas en Ucrania y el resto de Europa así como a los terroristas de Isis y al estado nazi sionista de Israel que nació y se consolidó a la sombra de aquellos que apadrinaron a los verdugos de sus hermanos judíos de toda Europa. El estado de Israel no sólo les sirve de vanguardia en la guerra contra los derechos y libertades de los pueblos de Latino América o de Medio Oriente y el saqueo de sus recursos, también les serviría de chivo expiatorio en caso de que se produjera una auténtica revuelta democrática en Occidente contra sus líderes fascistas como Merkel, Macron, Teresa May, Trump y el resto de acólitos y lacayos de la tiranía ultra derechista de la banca.
Son las intrigas y la impunidad de las grandes corporaciones y los banqueros centrales de Occidente la que provoca los grandes conflictos mundiales y no me parece ninguna coincidencia que la Primera Guerra Mundial estallase un año después de la creación de la Reserva Federal que hizo posible la financiación por parte de los gobiernos europeos de esa espantosa contienda.
Una contienda promovida por empresarios como Cecil Rhodes o funcionarios coloniales como Alfred Milner y destinada a frenar la expansión cultural y económica alemana que suponía una amenaza para el imperio británico. Sus sueños de dominación mundial y sus delirios de grandeza se tradujeron en la muerte de millones de personas, acabaron con el propio imperio que querían expandir aún más y consolidar: el británico, así como con el alemán, y convirtieron a los representantes del Imperio Británico en meros “administradores” del nuevo Imperio Estadounidense que está a punto de correr su misma suerte.
Los grandes bancos y corporaciones estadounidenses,cuyos líderes eran profundamente antisemitas ellos mismos, crearon y financiaron la bestia nazi, y convirtieron al pueblo alemán, estrangulado por las deudas y las injustas compensaciones bélicas, en el gran proveedor de matones dispuestos a realizar el trabajo sucio para las élites totalitarias, una vez eliminados sus líderes izquierdistas.
De todos es sabido cómo Montangu Norman, Gobernador del Banco de Inglaterra, dio su aprobación al robo por parte de los nazis del oro que el Banco Nacional de Checoslovaquia tenía depositado en una cuenta del Banco de Pagos Internacionales pocos meses antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. Semejante complicidad por parte de Montangu Norman con los líderes nazis no tiene nada de sorprendente. Después de todo con expolios como ése es como Hitler se proponía pagar a sus financiadores norteamericanos o británicos. [2]
En pocas palabras: las enormes ganancias que las corporaciones norteamericanas con sus filiales alemanas obtuvieron con la financiación de la industria armamentística nazi (que era la única que existía prácticamente) se produjeron gracias a la miseria que experimentaron los pueblos de las naciones conquistadas por los nazis y a los recortes en los salarios de los ciudadanos o trabajadores alemanes y del resto de Europa, por no hablar del trabajo gratis proporcionado por los judíos y los disidentes políticos recluidos en los campos de exterminio. ¿De qué otra forma puede resultar lucrativo el negocio de la guerra si no es con la miseria y la muerte de muchos en provecho de unos pocos? Los tanques y los misiles no producen más que cadáveres. O lo que es lo mismo: carroña humana para los buitres de las altas finanzas de Oriente y Occidente.
Sólo acabando con el monopolio de creación de dinero en manos de los banqueros de la Reserva Federal y de los Bancos Centrales al servicio, no del bien general como argumentan, sino de los mezquinos intereses de particulares y con el trato preferente que conceden con sus políticas económicas y sus tasas amañadas a las grades corporaciones en perjuicio de las pequeñas y medianas empresas, podremos acabar con la financiación de los grupos de terroristas y los movimientos de ultra derecha que fueron los responsables del extermino judío de la Segunda Guerra Mundial y del ataque actual a las libertades y a la prosperidad en todo el mundo. Los líderes de la Unión Europea o de Norte América que se atreven a profanar los campos de concentración de Sobibor o de Auschwitz con sus lágrimas de cocodrilo y sus falsos homenajes a la vez que financian a los neo nazis ucranianos que estarían encantados de masacrar a los pocos judíos que quedan en Europa si se les brindara la oportunidad, son los auténticos antisemitas y su utilización de la inmensa tragedia que fue el genocidio judío para encubrir o justificar sus nuevos crímenes nos escandaliza y repugna.
Notas:
[1] https://www.globalresearch.ca/history-of-world-war-ii-nazi-germany-was-financed-by-the-federal-reserve-and-the-bank-of-england/5530318
[2] https://www.telegraph.co.uk/finance/bank-of-england/10213988/Never-mind-the-Czech-gold-the-Nazis-stole....html
Resulta inadmisible que los polacos que colaboraron alegremente, salvo honrosas excepciones, en la persecución de los judíos en su territorio pretendan excluir a los rusos del proyecto de construir un monumento conmemorativo en el campo de concentración nazi de Sobibor, de la misma forma que decidieron excluirlos en 2015 de la ceremonia de conmemoración de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, por parte no de los aliados, ni de la resistencia polaca, sino de las tropas soviéticas. Se trata de una sucia maniobra que nos da una idea de la catadura moral de los representantes de la nación polaca que sería la primera en ser barrida del mapa si se produjera la nueva conflagración mundial que los altos cargos de la OTAN parecen perseguir con tanto ahínco. Los rusos son los únicos dignos de participar en cualquier acto de homenaje a las víctimas del mal llamado Holocausto-es un término religioso que no le cuadra en absoluto a aquella espantosa matanza-, pues fueron ellos los que detuvieron el exterminio judío en Europa al derrotar a los ejércitos de Hitler y al liberar de su espantoso yugo a toda Europa, un exterminio que de no ser por su intervención hubiera sido absoluto. Los aliados que conocían la existencia de los campos de exterminio al menos desde 1942 no se dignaron siquiera a sabotear las rutas de transporte que conducían a las víctimas del antisemitismo nazi a los hornos crematorios.
No hace falta investigar demasiado para descubrir que fue la Reserva Federal, el Banco de Pagos Internacionales (o BIS por sus siglas en inglés) y el Banco de Inglaterra en comandita con el presidente del Reichsbank y ministro de economía de Hitler, Hjalmar Schacht, los que financiaron a los nazis de la misma forma que grandes corporaciones americanas crearon y siguieron alimentando su maquinaria de guerra a lo largo de todo el conflicto sin importarle lo más mínimo la suerte de los soldados aliados que caían en la contienda, aunque no en la misma proporción que los rusos que fueron los que ganaron la guerra contra los banqueros y las corporaciones occidentales filo-nazis. Los estrategas de los ejércitos aliados se decidieron por fin a pasar verdaderamente a la ofensiva con el desembarco en Normandía, no para derrotar a los nazis, sino para detener la marcha imparable de los ejércitos soviéticos que de lo contrario hubieran tomado la misma capital francesa.
IG Farben, el mayor proveedor de armamento para la Alemania Nazi financió el 45% de la campaña de Hitler y siempre estuvo bajo el control de la Standard Oil de Rockefeller. La General Motors, la compañía de la familia DuPont era la auténtica dueña de OPEL y Henry Ford, precoz admirador de Hitler y su régimen, controlaba el 100% de las acciones de Volkswagen.
En palabras del doctor Yuri Rubsov: “La cooperación de Estados Unidos con el complejo militar industrial alemán era tan intensa y generalizada que para 1933 los sectores claves de la industria alemana y los grandes bancos alemanes como el Deutsche, el Dresdner o el Donat Bank, se encontraban bajo control del capital financiero norte americano. [1]
Los intereses de las corporaciones e instituciones financieras norteamericanas en la industria armamentística nazi no disminuyeron, como ya he señalado, con el estallido de la guerra sino que aumentaron considerablemente y siguieron ejerciendo un férreo aunque camuflado control sobre la misma hasta el final de la contienda. El fomento y la financiación del nazismo por parte de las grandes corporaciones norteamericanas no tenía otro objetivo que aplastar los movimientos revolucionarios en Europa, destruir a la Unión Soviética y recortar los derechos y los salarios de los ciudadanos en todo el continente. En suma: el mismo proyecto que llevan a cabo en la actualidad financiando a los movimientos fascistas en Ucrania y el resto de Europa así como a los terroristas de Isis y al estado nazi sionista de Israel que nació y se consolidó a la sombra de aquellos que apadrinaron a los verdugos de sus hermanos judíos de toda Europa. El estado de Israel no sólo les sirve de vanguardia en la guerra contra los derechos y libertades de los pueblos de Latino América o de Medio Oriente y el saqueo de sus recursos, también les serviría de chivo expiatorio en caso de que se produjera una auténtica revuelta democrática en Occidente contra sus líderes fascistas como Merkel, Macron, Teresa May, Trump y el resto de acólitos y lacayos de la tiranía ultra derechista de la banca.
Son las intrigas y la impunidad de las grandes corporaciones y los banqueros centrales de Occidente la que provoca los grandes conflictos mundiales y no me parece ninguna coincidencia que la Primera Guerra Mundial estallase un año después de la creación de la Reserva Federal que hizo posible la financiación por parte de los gobiernos europeos de esa espantosa contienda.
Una contienda promovida por empresarios como Cecil Rhodes o funcionarios coloniales como Alfred Milner y destinada a frenar la expansión cultural y económica alemana que suponía una amenaza para el imperio británico. Sus sueños de dominación mundial y sus delirios de grandeza se tradujeron en la muerte de millones de personas, acabaron con el propio imperio que querían expandir aún más y consolidar: el británico, así como con el alemán, y convirtieron a los representantes del Imperio Británico en meros “administradores” del nuevo Imperio Estadounidense que está a punto de correr su misma suerte.
Los grandes bancos y corporaciones estadounidenses,cuyos líderes eran profundamente antisemitas ellos mismos, crearon y financiaron la bestia nazi, y convirtieron al pueblo alemán, estrangulado por las deudas y las injustas compensaciones bélicas, en el gran proveedor de matones dispuestos a realizar el trabajo sucio para las élites totalitarias, una vez eliminados sus líderes izquierdistas.
De todos es sabido cómo Montangu Norman, Gobernador del Banco de Inglaterra, dio su aprobación al robo por parte de los nazis del oro que el Banco Nacional de Checoslovaquia tenía depositado en una cuenta del Banco de Pagos Internacionales pocos meses antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. Semejante complicidad por parte de Montangu Norman con los líderes nazis no tiene nada de sorprendente. Después de todo con expolios como ése es como Hitler se proponía pagar a sus financiadores norteamericanos o británicos. [2]
En pocas palabras: las enormes ganancias que las corporaciones norteamericanas con sus filiales alemanas obtuvieron con la financiación de la industria armamentística nazi (que era la única que existía prácticamente) se produjeron gracias a la miseria que experimentaron los pueblos de las naciones conquistadas por los nazis y a los recortes en los salarios de los ciudadanos o trabajadores alemanes y del resto de Europa, por no hablar del trabajo gratis proporcionado por los judíos y los disidentes políticos recluidos en los campos de exterminio. ¿De qué otra forma puede resultar lucrativo el negocio de la guerra si no es con la miseria y la muerte de muchos en provecho de unos pocos? Los tanques y los misiles no producen más que cadáveres. O lo que es lo mismo: carroña humana para los buitres de las altas finanzas de Oriente y Occidente.
Sólo acabando con el monopolio de creación de dinero en manos de los banqueros de la Reserva Federal y de los Bancos Centrales al servicio, no del bien general como argumentan, sino de los mezquinos intereses de particulares y con el trato preferente que conceden con sus políticas económicas y sus tasas amañadas a las grades corporaciones en perjuicio de las pequeñas y medianas empresas, podremos acabar con la financiación de los grupos de terroristas y los movimientos de ultra derecha que fueron los responsables del extermino judío de la Segunda Guerra Mundial y del ataque actual a las libertades y a la prosperidad en todo el mundo. Los líderes de la Unión Europea o de Norte América que se atreven a profanar los campos de concentración de Sobibor o de Auschwitz con sus lágrimas de cocodrilo y sus falsos homenajes a la vez que financian a los neo nazis ucranianos que estarían encantados de masacrar a los pocos judíos que quedan en Europa si se les brindara la oportunidad, son los auténticos antisemitas y su utilización de la inmensa tragedia que fue el genocidio judío para encubrir o justificar sus nuevos crímenes nos escandaliza y repugna.
Notas:
[1] https://www.globalresearch.ca/history-of-world-war-ii-nazi-germany-was-financed-by-the-federal-reserve-and-the-bank-of-england/5530318
[2] https://www.telegraph.co.uk/finance/bank-of-england/10213988/Never-mind-the-Czech-gold-the-Nazis-stole....html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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