El doble estándar de Washington, Honduras versus Venezuela
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Traducido con la ayuda de Leonardo Flores y Carmen Sánchez-Ellner |
La reciente condena de
Tony Hernández en una corte federal de Nueva York por el tráfico de
cocaína a una escala masiva, en un caso que implicó a su hermano el
presidente hondureño Juan Orlando Hernández, demuestra sin ninguna duda
que Honduras es un narcoestado. La evidencia igualmente convincente de
corrupción extendida, fraude electoral y represión despiadada confirma
el estatus de Honduras de ser un Estado bellaco. Dada esta condición,
una comparación con Venezuela es lógica ya que el gobierno venezolano de
Nicolás Maduro ha sido acusado de lo mismo. Sin embargo, Venezuela está
pagando un precio infinitamente más alto en la forma de sanciones
internacionales y otros esfuerzos de derrocar el gobierno. Aún si se
acepta como ciertas las denuncias en contra del gobierno de Nicolás
Maduro formuladas por la mayoría de sus críticos, Venezuela no llega a
los niveles de Honduras en cuanto al comportamiento antiético y
antidemocrático.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Este solamente es un ejemplo de las
inconsistencias notorias de la política extranjera norteamericana que
data del comienzo de la Guerra Fría. Mucho antes de la presidencia de
Trump, Washington condenó a algunos gobiernos por violar las normas
democráticas al mismo tiempo que abrazó a otros que fueron igualmente
malos, o peores. Además, Washington amenazaba a algunos países con
intervención militar, o de hecho la llevaba a cabo, por razones que
podrían haber sido aplicadas a otros que recibieron asistencia militar
sustancial de EEUU.
Bajo la presidencia de
Trump, estas inconsistencias y la brecha entre la retórica y la práctica
se han ensanchado. Considere las credenciales democráticas de los
presidentes que Trump ha vigorosamente alabado, mientras que condena a
Maduro por su comportamiento supuestamente antidemocrático: Rodrigo
Duterte (las Filipinas), Jair Bolsonaro (Brasil), el príncipe Mohammad
bin Salman (Arabia Saudita); y Andrzej Duda (Polonia). Los aliados
europeos de los EE.UU. han condenado algunos de estos mismos gobiernos
por su flagrante violación de normas democráticas.
Considere
también que mientras Trump amenaza a Irán y Venezuela con invasión
militar, y posiblemente con aniquilación, se compromete con terminar
“las guerras interminables” en todo el Medio Oriente, el altamente
riesgoso y prolongado enfrentamiento con Corea del Norte, y las
relaciones antagonistas con Rusia. Por cierto, estas últimas posiciones
quizás merecen nuestro apoyo, a diferencia de la retórica belicosa de
los líderes del Partido Demócrata sobre estos mismos asuntos.
No
hay contraste mejor que demuestre la naturaleza contradictoria e
hipócrita de la política extranjera de Trump que el contraste entre
Venezuela y Honduras. Las cuatro acusaciones principales que Washington
lanza contra Maduro para justificar la imposición de sanciones son: el
tráfico de drogas, la violación de normas democráticas, la violación de
derechos humanos, y la corrupción extendida. Las cuatro pueden ser
citadas para justificar medidas internacionales contra Honduras.
Entonces, vamos a hacer una comparación. Para los efectos de este
argumento, aceptamos la validez de las acusaciones contra Maduro
formuladas por sus detractores, con la excepción de las de los
fabricantes más fantasiosos de “fake news”.
Tráfico de Drogas
El
presidente Juan Orlando Hernández fue acusado de recibir un millón de
dólares como soborno de “El Chapo” mexicano en el juicio de Tony
Hernández, quien fue declarado culpable de los cargos de “Conspiración
para Importar Cocaína” y “Posesión de Ametralladoras y Aparatos
Destructivos”. Sin embargo, solamente un día después de que el juicio
había terminado, la Encargada de Negocios Colleen Hoey posó en una
sesión de fotos con una sonrisa al lado del presidente. Pero hay otros
elementos que contribuyen a la imagen de Honduras de ser un
“narcoestado”. La hermana del presidente, la fallecida Hilda Hernández,
también fue sujeta a una gran investigación por las autoridades
norteamericanas sobre el tráfico de drogas y el lavado de dólares.
Además, la evidencia contra el estado hondureño data de años atrás. El
hijo del presidente anterior Fabio Lobo recibió una sentencia de 24 años
de prisión norteamericana después de declararse culpable por haber
“conspirado para importar cocaína a los EE.UU.”
Compare
el expediente sólido contra Honduras con la evidencia contra Venezuela.
En noviembre de 2015 dos sobrinos de la primera dama venezolana Cilia
Flores fueron arrestados en Haití en una operación de picadura llevada a
cabo por la DEA norteamericana. Ambos recibieron una sentencia de 18
años en un tribunal en los EE.UU., aunque no fueron vinculados con un
cartel y (en las palabras de sus abogados) “nunca tuvieron la intención
ni la capacidad de entregar una gran cantidad de drogas”, como se alegó.
El otro cargo principal del tráfico de drogas
que involucra al gobierno venezolano carece de evidencia verificada.
Pocos días antes de las elecciones presidenciales en Venezuela, el
gobierno norteamericano acusó a Diosdado Cabello, segundo en comando
después de Maduro, de tráfico de drogas e impuso sanciones contra él. A
diferencia del hijo de Lobo y el hermano de Hernández, ningún cargo
judicial fue formulado contra Cabello, y tampoco le otorgaron el derecho
de réplica
Las Normas Democráticas
Honduras
también se compara desfavorablemente en el área del fraude electoral.
En noviembre de 2017, había una demora de 36 horas en el escrutinio para
la elección presidencial cuando el candidato centroizquierdista
Salvador Nasralla estaba gozando de una ventaja decisiva. Cuando se
reanudó el conteo de votos, Hernández alcanzó y superó a su rival.
Nasralla notó que una rectificación de los resultados fraudulentos era
poco probable dado el hecho que la corte suprema y el tribunal electoral
estaban plenamente ubicados en el campo de Hernández. En contraste de
muchos gobiernos en el hemisferio e inclusive la Organización de Estados
Americanos, Washington inmediatamente reconoció a Hernández como
presidente legítimo y pidió que Nasralla hiciera lo mismo.
En
la última elección presidencial en Venezuela celebrada en mayo de 2018,
46 por ciento del electorado votó, a pesar del boicot de la mayoría de
los partidos de la oposición. La objeción al proceso, articulada por
esos partidos, centraba sobre el ventajismo del gobierno – como, por
ejemplo, el tiempo asignado por el canal estatal Venezolana de
Televisión a los candidatos de la oposición era menor que lo estipulado
por el consejo electoral. Pero generalmente los líderes principales
antichavistas no alegaron que los votos no estaban siendo correctamente
contados o que el voto no era secreto. Como el Centro Carter aseveró en
el pasado, el sistema de voto en Venezuela está entre los más avanzados
en el mundo ya que el conteo de las papeletas electorales siempre iguala
a los resultados electrónicos. Después de las elecciones de 2018, el
presidente Trump emitió una orden ejecutiva restringiendo la liquidación
de bonos y activos del estado venezolano en los EEUU.
Derechos Humanos
El
historial venezolano en materia de derechos humanos ha sido denunciado
con pruebas creíbles. El gobierno ha encarcelado líderes de la oposición
y las fuerzas de seguridad han chocado con manifestantes en 2014 y 2017
con un saldo de casi 200 muertos. Sin embargo, estos acontecimientos
tienen que ser contextualizados. En ambas ocasiones, muchas zonas
urbanas fueron paralizadas por cuatro meses mientras que los
manifestantes construyeron centenares de barricadas, y emplearon armas
de fuego resultando (en 2014) en la muerte de seis guardias nacionales y
dos policías mientras que instalaciones militares y policiales fueron
atacadas y en algunos casos ocupadas. El 4 de agosto de 2018, dos drones
fueron empleados para asesinar a Maduro, quien en ese momento estaba
dando una alocución a sus seguidores, acompañado por su esposa y
miembros del alto comando de las Fuerzas Armadas. Se puede imaginar cuál
hubiera sido la respuesta de otros gobiernos a este tipo de tácticas.
En Honduras, las fuerzas de seguridad del presidente Hernández no son
víctimas sino autores de la violencia. El Consejo de Derechos Humanos de
la ONU emitió un informe en marzo que dijo: “La impunidad es extendida,
incluyendo la violación de derechos humanos, como es demostrada por… el
juicio de los miembros de las fuerzas de seguridad acusados de
violación de derechos humanos cometida en el contexto de las elecciones
de 2017.” Corrupción Pocos niegan que la corrupción es
extendida en ambas naciones. En el caso de Venezuela, el Presidente
Maduro reconoció la posible veracidad de las denuncias formuladas por
personas que habían participado en las altas esferas del estado en 2014
referente a la apropiación indebida de 20 mil millones de dólares como
resultado del sistema de control de cambio. Sin embargo, Maduro no actuó
para llevar a los culpables a juicio. Solamente a mediados de 2017 con
el nombramiento de un nuevo fiscal general, empezó una campaña de cierta
envergadura contra la corrupción. Sin embargo, en Venezuela no había
nada equivalente al tipo de evidencia presentada en el juicio de Tony
Hernández en la cual millones de dólares proveniente del tráfico de
droga contribuyeron a la elección del presidente de Honduras.
* * * * *
Se puede preguntar porque países como Venezuela están en la lista negra
de Washington mientras que otros como Honduras, que son abiertamente
represivos, reciben un trato favorable. Una explicación es que mientras
Venezuela ha adoptado políticas antineoliberales, Honduras – desde el
derrocamiento del presidente nacionalista Manuel Zelaya en 2009 con el
apoyo de los EE.UU. – ha implementado fórmulas neoliberales. Eso incluye
la privatización de la salud y el agua este año, que ha desencadenado
protestas de calle que fueron duramente reprimidas. Una segunda
explicación es que Washington tiene sus ojos puestos en el petróleo
venezolano, una política que Trump ha justificado con la consigna “para
el vencedor va el botín", y que actualmente está considerando para los
yacimientos petroleros ocupados por los Kurdos en el noreste de Siria.
Una tercera explicación tiene que ver con la relación acogedora de
Venezuela en el plano económico, político y militar con Rusia y China.
Lejos de ser mutuamente exclusivos, los tres argumentos contienen
elementos importantes de verdad.
La comparación
Honduras-Venezuela demuestra el grado en el cual el papel asumido por
Washington de ser juez y policía a la vez está diseñado para promover
sus propios intereses. Aunque el intervencionismo para favorecer los
intereses norteamericanos ha sido un componente de la política
norteamericana de larga data, está siendo aplicado ahora con esteroides.
Una
reacción en contra de estas políticas se manifestó recientemente. En la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 17 de octubre, 105 delegados
votaron en favor de la solicitud de Venezuela de ser miembro del
Consejo de Derechos Humanos y muchos de ellos aplaudieron fuertemente
cuando los resultados fueron anunciados. Los EE.UU. había hecho campaña
en contra del nombramiento de Venezuela, pero como el voto era secreto,
sus esfuerzos de usar bullying combinado con los ofrecimientos
materiales no fueron empleados efectivamente.
Mientras
tanto, las protestas en Tegucigalpa y otras ciudades están demandando
la renuncia de Juan Orlando Hernández en reacción a la condena de su
hermano. A pesar de todos los esfuerzos de la administración de Trump
para sacar a Maduro de la presidencia, es muy posible que el gobierno de
nuestro hombre en Tegucigalpa caerá primero.
*
Steve Ellner es un editor asociado de la revista Latin American
Perspectives . Es editor de Latin America’s Pink Tide: Breakthroughs and
Shortcomings que recientemente fue publicado por Rowman and
Littlefield. Ha publicado en la página de opinión del New York Times y Los Angeles Times .
**
Teri Mattson, es una Coordinadora de la Campaña Latinoamericana de
CODEPINK. Ha organizado numerosas delegaciones a Venezuela y Honduras
incluyendo una en marzo de 2019 a Venezuela, donde permaneció por tres
meses. Recientemente participó en una delegación de derechos humanos en
Honduras por diez días.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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