Servicio
Bíblico Latinoamericano
Del 24 al 30 de
Noviembre de 2019 – Ciclo C
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Domingo 24 de
Noviembre
34º Ordinario
Jesucristo Rey del
Universo
2 Samuel 5,1-3: Ungieron
rey a David
Salmo 121: ¡Qué alegría
cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”!
Colosenses 1,12-20: Nos ha
trasladado al reino de su Hijo
Lucas 23,35-43: Señor,
acuérdate de mí en tu reino
La fiesta de Cristo Rey fue establecida por la Iglesia en la época del
ocaso del Ancien Régime, con objeto
de apoyar a las monarquías, las aristocracias, la burguesía, y para oponerse a
los nacientes regímenes republicanos, que para las Iglesias representaban, lógicamente,
los intereses del pueblo, de los pobres, del liberalismo y de la naciente
democracia. Sus orígenes son pues muy discutibles. En todo caso, de los textos
bíblicos de la liturgia de esta fiesta no pueden menos que manifestar la manera
peculiar en que Cristo sería “Rey”.
Conviene recordar en
qué consistían las esperanzas mesiánicas del pueblo judío en el tiempo de
Jesús: unos esperaban a un nuevo rey, al estilo de David, tal como es
presentado en la primera lectura de hoy. Otros, un caudillo militar que fuera
capaz de derrotar el poderío romano. Otros como un nuevo Sumo Sacerdote, que
purificaría el Templo. En los tres casos, se esperaba un Mesías triunfante,
poderoso.
El salmo que
leemos también proclama el modelo davídico de “rey”. Jerusalén, la “ciudad
santa” es la ciudad del poder. Eso explica por qué, cuando Jesús anuncia su
pasión a los que le siguen, no logran entender por qué tiene que ir a la
muerte.
- El evangelio
de hoy nos presenta cómo reina Jesús el Cristo: no desde un trono imperial, sino
desde la cruz de los rebeldes. La rebelión de Jesús es la más radical de todas:
pretende no sólo eliminar un tipo de poder (el romano, o el sacerdotal) para
sustituirlo por otro, que con un nombre distinto estaría basado en la misma
lógica de dominación y violencia (que era lo que correspondía a las
expectativas judías).
Podríamos decir que
Jesús es el anti-modelo de rey de los sistemas opresores: no quiere dominar a
las demás personas, sino promover, convocar, suscitar, el poder de cada ser
humano, de modo que cada una y cada uno de nosotros asumamos responsablemente
el peso y el gozo de nuestra libertad.
Uno de los grandes
sicólogos del siglo XX, Erich Fromm, plantea, en su libro El miedo a la libertad, que ante la angustia que produce en el ser
humano la conciencia de estar separados del resto de la creación, adoptamos dos
actitudes igualmente patológicas: dominar a otros, y buscar de quién depender
entregándole nuestra libertad. En ambos casos, las personas tratamos de, a
través de estos mecanismos, disolver esa barrera que nos separa de las otras
personas y del resto del universo. El pecado fundamental del ser humano es,
según esto, un pecado de poder mal administrado, mal asumido. Y éste es el
origen de todos los demás pecados: la avaricia, que conduce a un orden
económico injusto; la soberbia, que nos impide ver con claridad nuestros
errores y pecados; la mentira, que nos lleva a manipular o a dejarnos
manipular; la lujuria, el sexo utilizado como instrumento de poder para
“poseer”, oprimir; el miedo, que nos impide levantarnos y caminar sobre
nuestros propios pies.
Enmarañados en estas
trampas del poder a que nos conduce nuestro “miedo a la libertad”, cuando un
régimen opresor de cualquier signo que sea se nos hace insoportable, buscamos
cómo derrocarlo... para sustituirlo por otro que sin embargo funciona sobre la
misma lógica. Esa es la lógica que Jesús desarticula de manera radical.
Cuando en Getsemaní
acuden los soldados y las turbas “de parte de los sumos sacerdotes y ancianos
del pueblo” (Mt 26,47) para prender a Jesús, él no recurre a violencia de
ningún tipo. Jesús se niega a ser coronado rey al estilo del “mundo”, luego de
la multiplicación de los panes y los peces (Jn 6,15). La tentación del poder,
entendido al estilo de los sistemas opresores persigue a Jesús desde el
desierto hasta la cruz. Y desde el desierto hasta la cruz, Jesús rechaza este
modelo, denuncia con toda claridad que procede del diablo, del “príncipe de
este mundo”, no cae en sus trampas. El costo de esta resistencia no sólo valiente
sino lúcida de Jesús es la muerte.
En la cruz Jesús
derrota radicalmente al demonio del poder concebido como violencia y opresión
por una parte y como dependencia, sumisión y alienación por otra. De este modo
que inaugura así un nuevo tipo de relaciones entre las personas y con el
universo entero, basadas no en la dominación/dependencia, sino en el respeto
mutuo, en la armonía, en la valentía para asumir el peso de la propia libertad
responsable.
- En la carta a los Colosenses,
Pablo señala cómo a través de Jesús el Cristo (primogénito de todas las
criaturas, preexistente y co-creador del universo, cabeza de la iglesia,
primicia de la plenitud de la Creación entera) se produce la reconciliación de
todos los seres con Dios. Esta y otras expresiones paulinas han dado lugar a
interpretaciones erróneas, que consideran que la muerte de Jesucristo en la
cruz era el precio que había que pagar para que el Padre, enojado y rencoroso,
perdonara a la humanidad pecadora.
Los evangelios nos
muestran con claridad por qué y cómo es que Jesús nos reconcilia con el Padre:
no por que ese Dios, padre–madre, sea un dios rencoroso, sino porque habíamos
perdido el rumbo de la auténtica unidad con Dios y con el universo entero: ésa
que no se hace sucumbiendo a nuestro miedo existencia y escudándonos en
posiciones de poder (dominante o dependiente) sino superando nuestros miedos,
atreviéndonos a presentarnos tal como somos ante Dios, en total pobreza de
espíritu, sin escudos protectores que nos impidan ver su rostro.
- Desgraciadamente,
¡cuántas veces en nuestra vida eclesial reproducimos los modelos de “reinado”
del mundo, y no los de Dios en Jesucristo! ¡Cuántas veces establecemos
relaciones de poder autoritarias en vez de fraternas! ¡Cuántas veces entramos
en complicidad con los poderes del sistema, ya sea por acción o por omisión!
El modelo de
“reinado” que nos presenta el “Cordero degollado” nos interpela y llama a la
conversión. No es necesario ni conveniente subrayar la «realeza» de Jesús si
ello conlleva tergiversar su auténtico y efectivo proyecto de vida. Hace daño,
sobre todo a los más oprimidos, presentar esa imagen monárquica y principesca
de un Jesús que, en verdad, dedicó toda su vida y sus energías a desenmascarar
y a luchar contra ese tipo de estructuras.
El evangelio de hoy
es dramatizado en el capítulo 122 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos.
López Vigil, titulado «Hasta la muerte de cruz». El audio del capítulo, el
guión, y su comentario bíblico-teológico, puede ser tomados de aquí: https://radialistas.net/article/122-hasta-la-muerte-de-cruz/
Para la
revisión de vida
A
la luz de la fiesta de “Cristo Rey” y del modelo de relaciones entre personas y
con la Creación, reflexiones sobre nuestras actitudes en los diversos ámbitos
en que nos movemos, y preguntémonos:
¿Cómo
son las relaciones de poder en nuestra pareja? ¿Se basan en la
dominación/dependencia o en la promoción de la mutua libertad responsable de
ambos?
¿Cómo son las relaciones de poder en la
familia? ¿Nos valemos de nuestra autoridad como personas adultas para
imponernos de manera autoritaria? ¿Justificamos en nombre de la “autoridad”
nuestros abusos de poder, maltrato físico, verbal, psicológico? ¿Excusamos los
abusos sexuales con algún argumento de poder?
Las relaciones entre los miembros de la
Iglesia, ¿siguen el modelo cristiano, o bien siguen el modelo autoritario,
represivo, impositivo, excluyente, propio del “príncipe de este mundo?
En el seno de nuestra sociedad, ¿luchamos por
nuevas relaciones de poder, según el modelo de Jesucristo, el anti-rey, que nos
presentan los evangelios? ¿O nos plegamos a los modelos autoritarios? ¿O nos
declaramos impotentes o indiferentes y renunciamos a la lucha?
Para la
reunión de grupo
-
En Gen. cap. 3 se nos
presenta las desigualdades de género y la ruptura con la naturaleza como
producto del pecado. ¿De qué manera el “reinado” de Cristo nos libera y nos
marca una nueva lógica en las relaciones de poder?
-
¿De qué manera se presenta
el pecado del poder en Gen 4? ¿Qué hacer para revertir esta lógica diabólica?
-
En la carta a los
Colosenses, ¿cómo interpretar los versículos 19 y 20 a la luz del nuevo
“reinado” de Cristo?
-
Los Evangelios sinópticos
(y el texto que leímos hoy en particular) nos presentan a Jesús durante la
pasión lleno de humillaciones, dolores, sufrimientos, burlas. El evangelio de
Juan en cambio, presenta la cruz como la glorificación del Hijo y del Padre.
(Jn 12,23.28; 17,1) ¿Cómo explicar esta diferencia de enfoques?
Para la
oración de los fieles
-
Por la Iglesia, para que
seamos fieles al siempre nuevo modelo de relaciones entre las personas y con la
creación que nos presente Jesús desde su reinado en la cruz redentora, sin
autoritarismos ni exclusiones. Te rogamos, óyenos.
-
Para que en nuestras
familias vivamos también la liberación de todo autoritarismo, opresión o
sometimiento. Te rogamos, óyenos.
-
Para que luchemos por
nuevas relaciones de género, basadas en el respeto, el aprecio recíproco y la
armonía. Te rogamos, óyenos.
-
Para que también en
nuestras relaciones con la naturaleza seamos partícipes de modelo de respeto,
reverencia y libertad responsable que nos enseña Jesús. Te rogamos, óyenos.
-
Para que construyamos “por
Cristo, con él y en él” la nueva Jerusalén, en que ninguna rodilla se doble
sino ante Dios y el Cordero. Te rogamos, óyenos.
Oración
comunitaria
Dios
Padre Nuestro que enviaste a Jesús para que anunciara a todos tu deseo de
renovar totalmente el mundo, contaminado por el pecado; te pedimos que el
proclamarlo Rey no nos impida ver que lo verdaderamente importante es construir
-como él y con él, siguiendo sus huellas- tu Reino. Por el mismo J.N.S.
O
Unidos a todos los hombres y
mujeres, que desde hace miles de años han sentido en sus vidas los signos de tu
presencia –en arrobados éxtasis, y otras muchas veces sin saberlo-, queremos
confesarte, oh «Dios de todos los nombres», como el fundamento misterioso de
nuestra existencia, como la meta inefable hacia la que caminamos, Padre y Madre
de la Vida y del Ser. Convencidos de que «todo lo que avanza y asciende,
converge», evocamos tu amor y nos abrazamos a todo lo que existe y a todo lo
que vive, contigo, que vives y amas por los siglos de los siglos…
Lunes 25 de
Noviembre
34ª Semana Ordinario
Luis y María Beltrame
(1951/1965)
Dn 1,1-6.8-20: No se
encontró ninguno como ellos
Interleccional Dn 3:
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres
Lc 21,1-4: Esa viuda ha
puesto cuanto tenía para vivir
Jesús se
encuentra en Jerusalén con sus discípulos y ahí fija los ojos en una sencilla
mujer que deposita dos moneditas en las arcas del Templo. Esta mujer, pobre y
viuda, absolutamente insignificante desde el punto de vista social y religioso
de su tiempo, es puesta por Jesús como ejemplo. De ella pueden los discípulos
aprender algo muy importante: una fe total en Dios y una generosidad sin
límites. Difícilmente se encuentra en el ambiente del Templo un corazón más
religioso y más solidario que el de esta viuda. Ella ha dado más que nadie,
pues esas monedas son todo lo que tiene para vivir. Implícitamente Jesús está
condenando el sistema del Templo que explotaba a los más pobres, exigiendo
altos impuestos y costosas ofrendas. La viuda anónima representa la verdadera
espiritualidad de los seguidores de Jesús que ponen en Él toda su confianza y
no en las riquezas ni en el poder. ¿Qué damos nosotros? ¿De lo que nos sobra o
de lo que tenemos para vivir?
Martes 26 de
Noviembre
34ª Semana Ordinario
Santiago Alberione,
fundador (1971)
Dn 2,31-45: Dios suscitará
un reino
Interleccional Dn 3:
Ensálcenlo con himnos por los siglos
Lc 21,5-11: Este templo
será derribado
El Templo de
Jerusalén era un lugar santo y motivo de orgullo para todos los judíos. Era un
símbolo de tiempos mejores, en que Jerusalén era la ciudad sede del reino de
Israel. La riqueza del recinto alimentaba los sueños mesiánicos del regreso a
la monarquía, a la grandeza de la época del rey David. Ante el anuncio de
destrucción, los discípulos no parecen asustarse y más bien preguntan:
“¿cuándo?” Presuponen que ahora sí Dios intervendrá para cambiar la historia
por obra del Mesías esperado. Jesús les advierte que no ha llegado la hora y
que no crean en falsos mesías. Él es el único y verdadero Mesías. Pero Jesús no
es un Salvador poderoso en armas para luchar contra los dominadores romanos,
como muchos esperaban. Jesús es un Mesías diferente: Él es un servidor, al
estilo del Siervo Sufriente anunciado por el profeta Isaías (Is 52,13-53,12) ¿Sabemos reconocer al
verdadero Salvador? ¿Nos dejamos llevar por falsos predicadores que ofrecen una
solución mágica para nuestros problemas?
Miércoles 27 de
Noviembre
34ª Semana Ordinario
Ntra. Sra. de la M.
Milagrosa
Virgilio (784)
Dn
5,1-6.13-14.16-17.23-28: Baltasar tuvo un sueño
Interleccional Dn 3:
Ensálcenlo con himnos por los siglos
Lc 21,12-19: Los odiarán
por mi nombre
En textos como el
de hoy es difícil distinguir si las advertencias que encontramos provienen de
mismo Jesús o más bien reflejan la situación de persecución que están viviendo
las primeras comunidades cristianas. En todo caso, el texto es claro: los
discípulos, de ayer y de hoy, van a experimentar la misma oposición que Él de
parte del poder religioso: la sinagoga, y de parte de poder político: reyes y
gobernadores. El tiempo de persecución no es tiempo de huida, sino más bien es
el momento de dar testimonio, es momento del martirio. Cuando se busca cambiar
este mundo por uno más humano y más fraterno es lógico esperar persecución de
parte de las autoridades que se oponen al cambio… pero lo más difícil es
recibir oposición de parte de las personas más cercanas. A veces nuestra propia
familia no comprende el camino que hemos tomado. Al mismo tiempo se nos pide no
temer, pues en este camino no estamos solos: nos anima el Espíritu del
Resucitado.
Jueves 28 de
Noviembre
34ª Semana Ordinario
Catalina Labouré
(1876)
Dn 6,12-28: Dios cerró las
fauces de los leones
Interleccional Dn 3:
Ensálzalo con himnos por los siglos
Lc 21,20-28: Está cercana
la destrucción de Jerusalén
Jesús anuncia con un
lenguaje apocalíptico muy típico de los profetas del Primer Testamento, que ha
llegado el “día del Señor”, o el “día de la venganza” Su anuncio pone énfasis
en la destrucción de Jerusalén, ciudad donde reside el poder político, económico
y religioso de su época. Todo un sistema de dominación, que se opone a la
propuesta de Jesús, va a caer estrepitosamente. El anuncio de Jesús no es
para asustar a los discípulos por lo que va a suceder, sino que es más bien un
llamado a la esperanza: los poderes de este mundo no son más fuertes que el
poder de Dios. La victoria es del Hijo del Hombre anunciada por el profeta
Daniel (cf. (Daniel 7, 13-14). Desde nuestras comunidades también estamos llamados a
ser portadores de esperanza y no dejarnos desanimar por los tiempos difíciles
que vivimos. Aunque nos parezca que nada tiene remedio y que todo va a seguir
igual, hay que seguir luchando con la seguridad que el bien va a vencer al mal.
Viernes 29 de
Noviembre
34ª Semana Ordinario
Saturnino de Tolosa
(250)
Dn 7,2-14: Vi venir como
un hijo de hombre
Interleccional Dn 3:
Ensálcenlo con himnos por los siglos
Lc 21,29-33: Sepan que se
acerca el reino de Dios
El texto evangélico
trae un llamado a observar los signos de los tiempos, a darnos cuenta de que,
aunque todo parece complicado, hay señales de que algo puede cambiar y el
“verano” se acerca. Los problemas de injusticia, el sistema económico
explotador, la crisis de valores, la violencia contra mujeres y niños, la
explotación salvaje de los recursos naturales… parecen obstáculos imposibles de
superar y es fácil caer en el pesimismo. Vale la pena recordar que “en el
principio existía el Verbo” (Jn 1,1) y este Verbo encarnado es la Palabra
que no pasará. Cuando este Evangelio se escribe, las palabras de Jesús ayudaban
a las comunidades a leer sus penurias con lentes de esperanza. Hoy, el mismo
texto, también nos da la seguridad de que el reino llegará y el imperio de
aquellos que oprimen al pueblo se acabará. Los signos que sacuden la sociedad,
no son signos de muerte, sino de vida. ¿Estamos dispuestos a colaborar con la
Palabra en la construcción de un mundo más humano?
Sábado 30 de
Noviembre
34ª Semana Ordinario
Andrés, apóstol (s. I)
Rom 10,9-18: La fe nace
del mensaje
Salmo 18: A toda la tierra
alcanza su pregón
Mt 4,18-22: Dejaron las
redes y lo siguieron
El Lago de
Galilea era rico en pesca y a su alrededor se encontraban varios pueblos de
pescadores. Los hermanos Andrés y Pedro vivían en Cafarnaún, y de ahí salían
cada noche a pescar. También ahí tenían su “negocio familiar” Zebedeo y sus
hijos Juan y Santiago. Estos sencillos pescadores son los primeros invitados a
colaborar con Jesús en su misión. Los cuatro llamados están haciendo distintas
tareas: los unos están echando las redes al mar y los otros reparando redes…
son funciones complementarias y necesarias para su faena. No se puede pescar
sin echar redes… y las redes rotas no atrapan peces. Los cuatro dejan
apresuradamente lo que están haciendo para seguir a Jesús. Hoy somos llamados
para ejercer diferentes y necesarias funciones dentro del mismo seguimiento de
Jesús. Todos tenemos una misión diferente de acuerdo a nuestros carismas y a
nuestra realidad. Unos tenemos que “echar redes” y a otras nos toca repararlas.
¿Estamos dispuestos a dejar nuestros propios proyectos para seguirle?
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