miércoles, 19 de junio de 2019

Comentario de San Mateo 6:7-15

 del santo evangelio según san Mateo (6,7-15):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»
Palabra de Dios
1.Estas problemas de Jesús se comprenden mejor, si tenemos presente que rezar es expresar un deseo. Por eso, lo primero que dice Jesús aquí es que los cristianos, cuando nos ponemos a rezar, lo mejor que podemos hacer es no usar muchas palabras, pensando que cuanto más hablemos, más nos va a escuchar el Señor. No. Dios no se fija en las palabras, sino en la sinceridad y limpieza del corazón. La pena es que, con frecuencia, los cristianos damos la impresión de que no hemos aprendido esta enseñanza de Jesús. Los muchos rosarios, los muchos salmos, las muchas jaculatorias…, todo eso no parece estar muy de acuerdo con lo que aquí manda Jesús.
2. En lo que más insiste Jesús cuando enseña el Padre Nuestro, es en el perdón de las culpas y ofensas que los demás nos hacen. Eso es una de las cosas más duras, al menos para algunas personas. Pero es importante saber que Dios nos perdona en la medida , y solo en la medida, que nosotros perdonamos a los demás.
3. Los odios y resentimientos son de las cosas que más daño hacen a los individuos y a la sociedad. A los individuos, por las divisiones y enfrentamientos que el odio crea. A la sociedad, porque el país en el que perviven odios no perdonados, es un país roto. La unidad de un país, de una familia, de un matrimonio, no depende de las leyes, sino de la capacidad que cada cual tiene para saber perdonar. Y eso supone y se basa en saber respetar, aceptar las ideas o las preferencias del otro, ser siempre tolerante con los demás, tal como son, como piensan y como viven. Con tal que no hagan daño a nadie.
José María Castillo
La Religión

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