Trump ordenó atacar a Iran y, tras girar la cabeza 360º como la niña del exorcista, dijo “Stop”
El presidente Donald Trump ordenó atacar en la tarde del jueves hora local (02:00 del viernes GMT) varios objetivos iraníes, entre los que se incluyen radares y baterías de misiles, en respuesta al derribo de un dron espía estadounidense. Cuando sus barcos y aviones estaban a punto de disparar, faltaban unos diez minutos, paró en seco la misión y reordenó el repliegue, informó el diario The New York Times.
Según el régimen de los ayatolas, el dron salió el jueves “sigilosamente” de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y “violó el espacio aéreo iraní”.
Nada más conocerse el incidente, Donald Trump escribió en Twitter: “Irán ha cometido un error muy grave”.
Horas después compareció ante la prensa y, en consonancia con su espíritu ciclotímico, actuó sereno y dijo: “Me parece difícil creer que el ataque fuera intencionado. Creo que el autor debió ser alguien imprudente o estúpido”.
Tras bajar la tensión con “esas sabias palabras”, el emperador gira la cabeza 360º grados y, pocas horas después, aprueba “un ataque selectivo contra instalaciones militares de Irán”.
Cuando la flota estadounidense estaba a punto de comenzar una misión que podría haber generado una escalada bélica, algo ocurre en el enigmático cerebro de Trump, que entra en trance y coloca el pulgar hacia arriba, es decir, detiene el ataque cuando sólo faltan unos diez minutos para el disparo de misiles.
Luego se hizo el montaje y los medios de comunicación de medio mundo publicaron que el presidente detuvo la operación para salvar "150 vidas" y así, con ese mensaje, lanzado por el mismo inquilino de la Casa Blanca, se vendió la imagen de "El humanitario Donald Trump". La cosa funcionó, los cerebros USA siguen pensando que el ser humano es estúpido y actúan en consecuencia. Cualquier día veremos imágenes de Trump "salvando vidas en el Mediterráneo y en el muro de México".
Algunos analistas creen que a Trump le paró los pies su consejero y yerno Jared Kushner, empresario judío estadounidense quien es considerado uno de los principales artífices del histórico Plan de Paz para Oriente Medio (para Israel y Palestina) o que optó por la prudencia tras analizar información clasificada del Pentágono.
Como a Trump le gusta llevar la grotesca máscara de Momo (esa que tiene un toque de locura) y no deja de mutar, no se sabe con certeza “si el ataque a Iran se ha cancelado o aplazado”. Tampoco se descarta, teniendo en cuenta su ciclotimia esquizofrénica, que con la mano izquierda apriete el botón de la paz y con la derecha el de la guerra. Lo único cierto es que, con ese tipo el mundo es todavía mucho más incierto.
El grupo de combate estadounidense desplegado en el Golfo Pérsico para intentar bloquear la compra de crudo a Iran, está encabezado por su buque insignia, el portaaviones Abraham Lincoln, que hasta el pasado 13 de mayo estuvo escoltado por la fragata española Méndez Núñez (F:104). Los países que siguen comprando petróleo a Teherán deben afrontar las sanciones o “amenazas veladas” del Águila Bicéfala.
Milagrosamente la fragata Méndez Núñez, una de las joyas de la armada española, fue retirada el Golfo Pérsico a “causa de una avería” pocos días antes de la celebración de las elecciones municipales del 26-M. La ministra de Defensa Margarita Robles ordenó su relevo, “al parecer temporal”. En principio nuestro barco de guerra estaba allí para impedir las fechorías de los piratas en la zona. Por el estrecho de Ormuz, puerta de entrada al Golfo Pérsico, pasa una quinta parte del petróleo que circula por el mundo.
El actual tanteo bélico de Estados Unidos en la región (que sigue unas pautas y un programa diseñado desde hace mucho tiempo), hizo saltar las alarmas la pasada semana tras ser atacados en el golfo pérsico dos petroleros: Uno japonés, el Kokuka Courageus, y otro noruego, el Front Altair. Ni la tripulación ni los capitanes de los buques cisterna han responsabilizado de la agresión a Irán.
Aún más, la guardia revolucionaria iraní rescató rápidamente a los cuarenta tripulantes de los petroleros -uno de ellos se incendió, y otro tenía un gran boquete en un costado- ya que su vida corría serio peligro debido, entre otras cosas, a la nefasta combinación de fuego con combustible.
Según publicó la prensa internacional, los petroleros pudieron ser atacados por drones procedentes de Yemen. Arabia Saudí bombardea desde hace años a la población de ese país que se opone a Riad (y apoya a Teherán) en la guerra civil. Algunos analistas creen que el atacante pudo ser “algún submarino” del príncipe saudí Mohamed Bin Salman, presunto autor intelectual del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, quien fue torturado y descuartizado en el consulado saudí de Estambul hace unos meses.
Si eso llega a confirmarse, Arabia Saudí estaría colaborando con EEUU para hallar un “casus belli” que de luz verde a una guerra contra su archienemigo Iran, lo que podría tener consecuencias catastróficas para Oriente Medio, en particular, y para el resto del mundo, en general.
Blog del autor: http://m.nilo-homerico.es/reciente-publicacion/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Según el régimen de los ayatolas, el dron salió el jueves “sigilosamente” de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y “violó el espacio aéreo iraní”.
Nada más conocerse el incidente, Donald Trump escribió en Twitter: “Irán ha cometido un error muy grave”.
Horas después compareció ante la prensa y, en consonancia con su espíritu ciclotímico, actuó sereno y dijo: “Me parece difícil creer que el ataque fuera intencionado. Creo que el autor debió ser alguien imprudente o estúpido”.
Tras bajar la tensión con “esas sabias palabras”, el emperador gira la cabeza 360º grados y, pocas horas después, aprueba “un ataque selectivo contra instalaciones militares de Irán”.
Cuando la flota estadounidense estaba a punto de comenzar una misión que podría haber generado una escalada bélica, algo ocurre en el enigmático cerebro de Trump, que entra en trance y coloca el pulgar hacia arriba, es decir, detiene el ataque cuando sólo faltan unos diez minutos para el disparo de misiles.
Luego se hizo el montaje y los medios de comunicación de medio mundo publicaron que el presidente detuvo la operación para salvar "150 vidas" y así, con ese mensaje, lanzado por el mismo inquilino de la Casa Blanca, se vendió la imagen de "El humanitario Donald Trump". La cosa funcionó, los cerebros USA siguen pensando que el ser humano es estúpido y actúan en consecuencia. Cualquier día veremos imágenes de Trump "salvando vidas en el Mediterráneo y en el muro de México".
Algunos analistas creen que a Trump le paró los pies su consejero y yerno Jared Kushner, empresario judío estadounidense quien es considerado uno de los principales artífices del histórico Plan de Paz para Oriente Medio (para Israel y Palestina) o que optó por la prudencia tras analizar información clasificada del Pentágono.
Como a Trump le gusta llevar la grotesca máscara de Momo (esa que tiene un toque de locura) y no deja de mutar, no se sabe con certeza “si el ataque a Iran se ha cancelado o aplazado”. Tampoco se descarta, teniendo en cuenta su ciclotimia esquizofrénica, que con la mano izquierda apriete el botón de la paz y con la derecha el de la guerra. Lo único cierto es que, con ese tipo el mundo es todavía mucho más incierto.
El grupo de combate estadounidense desplegado en el Golfo Pérsico para intentar bloquear la compra de crudo a Iran, está encabezado por su buque insignia, el portaaviones Abraham Lincoln, que hasta el pasado 13 de mayo estuvo escoltado por la fragata española Méndez Núñez (F:104). Los países que siguen comprando petróleo a Teherán deben afrontar las sanciones o “amenazas veladas” del Águila Bicéfala.
Milagrosamente la fragata Méndez Núñez, una de las joyas de la armada española, fue retirada el Golfo Pérsico a “causa de una avería” pocos días antes de la celebración de las elecciones municipales del 26-M. La ministra de Defensa Margarita Robles ordenó su relevo, “al parecer temporal”. En principio nuestro barco de guerra estaba allí para impedir las fechorías de los piratas en la zona. Por el estrecho de Ormuz, puerta de entrada al Golfo Pérsico, pasa una quinta parte del petróleo que circula por el mundo.
El actual tanteo bélico de Estados Unidos en la región (que sigue unas pautas y un programa diseñado desde hace mucho tiempo), hizo saltar las alarmas la pasada semana tras ser atacados en el golfo pérsico dos petroleros: Uno japonés, el Kokuka Courageus, y otro noruego, el Front Altair. Ni la tripulación ni los capitanes de los buques cisterna han responsabilizado de la agresión a Irán.
Aún más, la guardia revolucionaria iraní rescató rápidamente a los cuarenta tripulantes de los petroleros -uno de ellos se incendió, y otro tenía un gran boquete en un costado- ya que su vida corría serio peligro debido, entre otras cosas, a la nefasta combinación de fuego con combustible.
Según publicó la prensa internacional, los petroleros pudieron ser atacados por drones procedentes de Yemen. Arabia Saudí bombardea desde hace años a la población de ese país que se opone a Riad (y apoya a Teherán) en la guerra civil. Algunos analistas creen que el atacante pudo ser “algún submarino” del príncipe saudí Mohamed Bin Salman, presunto autor intelectual del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, quien fue torturado y descuartizado en el consulado saudí de Estambul hace unos meses.
Si eso llega a confirmarse, Arabia Saudí estaría colaborando con EEUU para hallar un “casus belli” que de luz verde a una guerra contra su archienemigo Iran, lo que podría tener consecuencias catastróficas para Oriente Medio, en particular, y para el resto del mundo, en general.
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