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Fuentes: La Jornada
Si se hiciera una encuesta respecto a las características de Donald Trump, antimexicano y antilatino, seguramente entre las respuestas destacarían desde el argumento del muro fronterizo hasta la estigmatización de nuestro país, México.
Si algo ha quedado claro es que Trump hizo de la bandera antilatina un eficaz mecanismo para fortalecer su base dura de votantes conservadores ylibertarios. Por eso fue tan dramático que en 2016, un número importante de latinos votara por Trump. En Estados Unidos hay poco más de 23 millones (y contando) de latinos con derecho al voto. De ellos, más de 20 sufragó por Donald Trump, y en algunos estados como Arizona, Nevada, Florida y Nuevo México, el promedio fue significativamente superior.
¿Qué factor hizo votar a tantos latinos por Trump en 2016? Un argumento bastante superficial establecería que compraron su agenda económica y pro empleo, que es hasta cierto punto una ingenuidad. Lo cierto es que muchos latinos asumieron que una administración antinmigrante, pero no antilatina, era conveniente. En otras palabras, que Trump fuera duro contra México o contra los nuevos migrantes, no era necesariamente problema suyo. A cuatro años de distancia y con la crisis económica y de empleo generada por el coronavirus en plena explosión, así como la violencia derivada de hechos raciales de abusos policiales, el sufragio latino vuelve a ser un punto estratégico para inclinar la balanza en favor o en contra de Trump en noviembre próximo.
En ese marco, la Corte Suprema de Estados Unidos determinó que los argumentos del gobierno para terminar con el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (o DACA, por sus siglas en inglés), fueron insuficientes. Para los defensores de los derechos humanos, y en especial para el cabildeo latino, esta histórica decisión de la Suprema Corte, que se tomó con votos de jueces conservadores nominados por el propio Trump, es una victoria en sí misma. Para Trump en cambio, es un obstáculo en el camino y una oportunidad para reavivar el fuego y el debate antinmigrante en los albores de la elección.
La estrategia de Trump parece ser aún la de solidificar la base dura de votantes en estados estratégicos más que suavizar posiciones en materia migratoria. Tan es así, que en Twitter –la plataforma desde la cual gobierna– publicó un mensaje diciendo que por decisiones como la de la Corte Suprema, es que los conservadores y libertarios tienen que sufragar por él este año, para incluir en el máximo órgano jurisdiccional a personas con visión antiliberal y básicamente, antiderechos sociales y minorías.
Terminar con el DACA –que beneficia a personas absolutamente integradas a la sociedad estadunidense y que desde la amenaza de esta administración, se han convertido en extranjeros en su propio país, o exiliados de una patria que desconocen– es un golpe simbólico al corazón latino. Una acción que con 40 millones de empleos más, tal vez podría pasarse por alto para algunos electores, pero con un desempleo lapidario y una caída brutal en la economía, así como una creciente disconformidad de grupos sociales por acciones policiales de corte racista, será difícil que Trump logre los mismos votos latinos que obtuvo en 2016, los cuales fueron estratégicos entonces para darle el triunfo sobre Hillary Clinton y que podrían serlo ahora para que Joe Biden, el abanderado demócrata, llegue a la Casa Blanca.
Vienen cuatro meses, sin duda, de encono y efervescencia política. Por primera vez, y así lo demuestran diversas encuestas, el hoy inquilino de la Casa Blanca se encuentra en desventaja ante su nueva realidad que le cambió vertiginosamente en tan sólo cuatro meses. No obstante, la nueva realidad es que existe un Trump acorralado pero aún en el poder; paradójicamente puede convertirse en un rival político aún más peligroso para los demócratas. Una cifra clave de su ecuación electoral estará, sin duda, en ese universo de electores latinos y en la intención de voto que, la lógica indicaría, no debe alcanzar 20 por ciento.
Habrá quienes piensen que falta mucho para la elección en noviembre; lo cierto es que ante los hechos habrá que estar muy atentos a las acciones y estrategias que Trump emprenderá para recuperar terreno, en donde éstas, seguramente tendrán el sello que lo caracterizan por polarizar a la sociedad de Estados Unidos y recuperar el terreno perdido y, dada nuestra vecindad, deberemos estar atentos en sus efectos hacia nosotros.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/06/22/opinion/016a1pol
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