Lectura del santo evangelio según san Juan (1,43-51):
EN aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme.» Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.» Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» Felipe le contestó: «Ven y verás.» Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?» Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra de Dios
La fe cristiana no se distingue por la brillantez de sus explicaciones teológicas, ni por la integridad de las autoridades que la proponen, ni siquiera por el número de adeptos. Lo distintivamente cristiano es el modo de vivir de quien se dice discípulo del Resucitado. Ser discípulo comporta una marca contracultural en su identidad que no le permite ajustarse a los modos que la cultura del entorno propala. Si el cristiano no experimenta “el odio del mundo”, incluso en una sociedad cristianizada, quizá sea porque esa marca está diluida, y con ella su identidad bautismal más profunda. No se trata de vivir victimizados ni segregados frente al mundo, sino de mantener fresca la fidelidad a la causa de Jesús de Nazaret que lo volvió víctima de los poderes del mundo. El discípulo no reacciona con odio, ni se queda en el lado oscuro de la existencia; por el contrario, como San Juan anota, da paso a la vida. Amar al hermano es el signo pascual por excelencia, porque construye puentes y no muros. ¿Qué hacemos para amar de verdad al hermano?
Diario Bíblico
Misioneros Claretianos
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