Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Palabra de Dios
1. Este episodio tiene mucho que ver con la vocación de Leví y el banquete siguiente (Lc 5, 27-32). Y es una renovación resumida del capítulo 15 de Lucas, en el que Jesús explicó cómo se comporta Dios con los perdidos y extraviados. En esos relatos se explica la atracción que Jesús ejercía sobre los pecadores y los recaudadores de impuestos, que eran los grupos más despreciados social y religiosamente. Sin duda, la gente sabía que Jesús, no solo no rechazaba ni reprendía a esa clase de individuos, sino que tenía con ellos tan buena relación, que solía comer con ellos, lo que era el signo más claro de una amistad y una acogida sin condiciones.
2. Por todo esto nos explica que Zaqueo tuviera tanto interés por ver a Jesús. Y sus sentimientos llegaron al colmo de la admiración cuando Jesús le dijo que tenía que ir a hospedarse en su casa. Era inimaginable que un profeta de Dios fuera a cenar y a pasa la noche en la casa del hombre más despreciable y despreciado del pueblo. La reacción de Zaqueo impresiona: 1) Por lo que hizo, dar la mitad de su fortuna a los pobres y devolver cuatro veces más al que había robado. 2) Por lo que no dice el texto, ya que el relato no habla ni de conversión, ni de arrepentimiento, ni se pondera la contrición de aquel pecador. Según este relato, al Evangelio no le interesan los sentimientos, le interesan los hechos.
3. ¿De qué le sirven, a los que acumulan fortunas, sus sentimientos de devoción, piedad, arrepentimiento y solidaridad, si no sueltan lo que han robado (ellos o sus antepasados –San Jerónimo-), sabiendo que hay millones de criaturas que tienen que vivir con menos de un dolar al día, al tiempo que ellos se gastan en consumismo innecesario cantidades que nadie se atreve a declarar? ¡Necesitamos “Zaqueos” urgentemente!
José Ma. Casillo
La Religión de Jesús
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